“La alegría de hacer entre todos y resistir a un sistema que nos aparta”

Semana a semana, las jornadas de trabajo son la base fundamental de nuestra lucha para resguardar el territorio de la Comunidad Indígena Punta Querandí, bajo amenaza de desalojo por un juicio iniciado por el empresario inmobiliario Jorge O’Reilly. El domingo 15 de abril las tareas comenzaron desde las 8 de la mañana y tuvieron una activa participación de la Biblioteca Palabras del Alma de Pilar. También hubo visitas de alumnos del Instituto Terciario Santa Ana de Pacheco y de dos arquitectas que cursan una maestría en Gestión Ambiental Metropolitana en la Universidad de Buenos Aires.

Uno de los hechos destacables de ese fin de semana fue la participación de la Biblioteca Palabras del Alma del Partido de Pilar, una institución que tiene bibliotecas hermanas en comunidades guaraníes y campesinas de Misiones.

“Aprendimos a construir la Maloka, dimos una mano con el Museo y con la preparación del terreno donde va a haber un monumento al yaguareté”, puntualiza Hernán Nemi, uno de los puntales de Palabras del Alma, quien agrega: “Conocimos Punta Querandí por sugerencia de Graciela (Capodoglio) de la Reserva Natural de Pilar. Con dos compañeras visitamos el lugar entre semana y rápidamente encontramos que sintonizábamos, que teníamos ideales, luchas, miradas muy similares”.

Así surgió la propuesta de convocar a otros compañeros y compañeras de la Biblioteca que participan del proyecto en Misiones a compartir el sábado por la noche y un domingo de trabajo. “Fue lindísimo construir juntos, conocernos, nosotros queríamos expresar nuestra solidaridad con la lucha de Punta Querandí y con la preservación del territorio que están ocupando, donde desarrollan sus actividades, su Maloka, su Opy, sus talleres, sus espacios de encuentro”, relata Hernán.

“Queremos que sientan que estamos cerca acompañándolos, que estamos dispuestos a poner el cuerpo al lado de los amigos de Punta Querandí frente a posibles situaciones de desalojo, de agresión”, continúa.

Uno de los próximos desafíos de la comunidad es la apertura de una biblioteca que funcionará dentro del Museo Autónomo de Gestión Indígena, que para tal fin está duplicando su espacio. Un objetivo en el que Palabras del Alma se comprometió a colaborar activamente: “Queremos darles una mano en el equipamiento con libros que es algo a lo que nos dedicamos”.

“Fue una jornada hermosa por el encuentro humano, fraternal, horizonal y cercano que siempre es lo que nos gusta, lo que nos motiva y lo que nos ayuda a nosotros también a recuperar energías para nuestro trabajo cotidiano”, dice Hernán. Y asegura: “Vamos a seguir dando una mano en otras jornadas y vamos a entusiasmar a muchos compañeros para que vengan a conocer Punta Querandí”, expresa.

Por su parte, Salma Saied, joven integrante de la Biblioteca Palabras del Alma, señala: “Después de una noche de fogón e intercambio de risas y de historias; el domingo nos despertamos para arrancar con el día de laburo comunitario. Algo a lo que nosotros, como biblioteca, estamos acostumbrados; pero que bien sabemos siempre tiene algo especial”.

“Esta vez, se le agregaba la posibilidad de aprender y conocer culturas riquísimas que son silenciadas desde hace más de 5 siglos y a las que no solemos tener acceso”, agrega.

“Con las chicas nos acercamos a Reinaldo y nos enseñó la forma en la que se selecciona y se teje la paja brava para construir una Maloka. Desde la mañana estuvimos con él en esa tarea, mientras en la otra punta algunos levantaban tierra con una carretilla”, describe.

“Entre una de las tantas veces que, mientras construíamos junto a Reinaldo nos cortamos las manos con la paja, uno de los pibes de Punta Querandí, nos dijo: ‘es así se van a cortar todos y a la noche les va a doler, pero es de ese dolor lindo, distinto”. Y así fue, a la noche, y durante los días siguientes las cortaduras dolieron; pero con ese dolor lindo, ese dolor que es a la vez alegría”, relata Salma.

“La alegría de construir, no solo algo material sino también relaciones humanas tan lindas. La alegría de hacer entre todos, la alegría de la horizontalidad, la alegría del aprender del otro, la alegría de resistir a un sistema que nos aparta y nos aleja. La alegría de saber que contra las fuerzas colectivas, ni el más poderoso ni el más rico, puede”, expresa la compañera.

Actividades doble turno: como es habitual, las tareas estuvieron centradas en distintos frentes y dejaron como saldo avances visibles. Con respecto a la ampliación del Museo Autónomo de Gestión Indígena, se unieron ambas salas abriendo dos pasillos, de esta manera el nuevo espacio disponible comienza a tomar forma. En la Maloka, nuestra vivienda comunitaria, se utilizó toda la paja brava que había sido cortada para tejer el techo. Y con las carretillas se trasladó muchísima tierra para el montículo donde se colocará el Monumento a la Yaguareté, una guardiana de los ancestros.

Pero no todo es trabajo, también fue una jornada con varias visitas. De la localidad de Ricardo Rojas vinieron tres mujeres estudiantes del Profesorado Santa Ana de Pacheco (Tigre), acompañadas por sus familias, quienes recorrieron las distintas áreas de la comunidad y conversaron con algunos de sus habitantes. Vale destacar que en dicha institución educativa, hace años que envían a sus alumnos a realizar trabajos de investigación sobre Punta Querandí.

Otra persona que vino por primera vez fue un muchacho del barrio La Paloma de El Talar (Tigre), Miguel Dávalos, quien luego compartió sus sensaciones: “Me encantó el lugar y la posibilidad de conocer otras culturas, hace rato que quería ir, voy a seguir viniendo seguido a darles una mano”, señaló. “Voy a difundir para que la gente conozca más, hay una banda de gente que no le da ni bola y es muy importante que tengamos esto, es la cultura nativa de los que hemos nacido acá”, concluyó.

“HAY UNA HISTORIA QUE RESPETAR”

Otras visitas fueron María Teresa Lamas y Carmen Ines Galbusera, arquitectas y especialistas en Gestión Ambiental Metropolitana, quienes en estos momentos se encuentran haciendo la tesis de Maestría en un posgrado de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA).

María Teresa nos contó que su tema son los conflictos socioambientales producidos a partir de la instalación de los barrios cerrados: muros, humedales rellenados, aumento de inundaciones y situaciones como las de Punta Querandí, es decir, pérdida del patrimonio arqueológico y desalojos a pobladores preexistentes.

“La visita me pareció super interesante, fue muy enriquecedora, además cuando quisimos llegar con el auto -por el camino que señaló el GPS- me encontré con una barrera que atravesaba un barrio cerrado, dijimos que queríamos ir a Punta Querandí y no nos dejaron entrar”, relató Marité Lamas.

“Buscamos otra entrada alternativa pero nos encontramos que no había forma de cruzar el arroyo, tuvimos que pedir ayuda para cruzar en un bote, algo muy precario, donde se ve que hubo un puente y se destruyó. Hubo varios sucesos que hicieron que quedaran aislados en ese pequeño pedazo de territorio”, agregó.

“Creo que en nombre del ‘progreso’ no se puede avallasar, hay una historia que respetar y una memoria que cuidar”, declaró la arquitecta, quien va a escribir un capítulo de su tesis sobre Punta Querandí: “Me pareció un colectivo interesante a tener en cuenta”.

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