A 20 años de la muerte del militante revolucionario argentino Envar El Kadri, la reiteración de un homenaje

Conocí y quise entrañablemente a Cacho El Kadri, un militante fundamental de la causa revolucionaria desde su militancia en el peronismo. Hoy, a 20 años de su partida vayan estas líneas escritas cuando se cumplia el décimo aniversario de su muerte. Siguen teniendo indudable vigencia, tanto como el legado de lucha que este inolvidable compañero nos entregó.

La épica y el ejemplo de un imprescindible

Por Carlos Aznárez

El 19 de julio de 1998, el corazón le jugaba una mala pasada a Envar “Cacho” El Kadri, en Tilcara, provincia de Jujuy. Su muerte física se producía poco después de estrenar su ópera prima “Che Ernesto”, película que lo tiene como protagonista de un recorrido por Latinoamérica siguiendo el camino del Che Guevara, en la que evoca la lucha del Guerrillero Heroico y la propia como militante revolucionario. Allí Cacho cuenta sueños y tragedias a un joven que poco conoce de ambos combatientes libertarios.

Pero El Kadri tiene mucha más historia que la de haber sido un luchador desde el campo de la cultura. Desde joven instaló su vida en la cosmogonía de la militancia solidaria, generosa y por lo tanto, sacrificada. Fundador, junto con otros patriotas de la primera Juventud Peronista, aquella de la resistencia heroica a la dictadura militar fusiladora de 1955, fue posteriormente jefe guerrillero en los 60, desarrollando con otros jóvenes rebeldes el destacamento rural implantado por las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) en la localidad tucumana de Taco Ralo. Abortado el intento prematuramente, fue encarcelado por varios años hasta que recuperó la libertad por obra y gracia de la movilización popular que forzó el decreto de amnistía en 1973. Integrado inmediatamente a la militancia del peronismo revolucionario tuvo que seguir el camino del exilio donde no dejó de trabajar por la caída de los milicos ni un solo día y forjó junto a otros compatriotas, que sufrían la misma suerte, generosas instancias de solidaridad.

Retornó al país lleno de ganas y se encontró con que el mismo había cambiado demasiado. Sin embargo no aflojó, recorrió barrios y provincias, hablando con los jóvenes que ansiosos, querían hurgar en sus conocimientos de la historia pasada, la de los años en que otros chicos y chicas estaban dispuestos a entregar todo lo que tenían, incluso su vida, a cambio de que el pueblo pudiera aspirar a vivir mejor. Dotado de un humor a prueba de balas, y de una ternura que lo emparentaba con el Che, Cacho nunca dijo que “no” a la hora de intentar construir una instancia que uniera, sin sectarismos, a los compañeros y compañeras que recurrían a él como referente de una épica indestructible.

Sin embargo, los dolores recibidos en el pasado, las piedras en el camino colocadas por los enemigos de la felicidad de los más humildes, no fueron nada a cambio de lo que tuvo que ver, escuchar y padecer en los años nefastos del menemismo. A él, como a tantos que abrazaron con pasión la causa del peronismo revolucionario, Menem les significó algo incluso peor que lo mucho que destruyeron los propios militares en su cruzada fascista y genocida. La razón es obvia: el ex presidente terminó de desestructurar el tejido social, culminó con éxito lo comenzado por los uniformados y lo hizo, guste o no, en nombre del peronismo. Usufructuando las banderas históricas arrojó a la miseria y al espanto a millones de personas.

De allí que no resulte impensable que el infarto de Cacho en Tilcara tuviera mucho que ver con la rabia e impotencia acumulada al ver cómo se iba desmoronando paso a paso la esperanza surgida tras el retorno a la democracia en el 83. Sin embargo, no les dio el gusto a quienes lo tentaron con la claudicación: jamás bajó los brazos, reivindicó hasta el último minutos de su vida la gesta de principios que moldeó a la Resistencia y también la solidaridad internacionalista con todos aquellos que luchan contra el imperialismo. Generoso, abnegado, factor de unidad, combatiente intransigente, irónico e inflexible con quienes cambiaron su alineamiento político por un buen sueldo y un cargo oficial, Cacho El Kadri significa hoy muchísimo más que una evocación emocionada de quienes tuvimos la suerte de sentirlo un compañero y un amigo entrañable.

A tantos años de que no lo tengamos a mano para compartir con él un grito de victoria por Cuba socialista, la Revolución bolivariana de Hugo Chávez, Evo y Rafael Correa, el juzgamiento –por fin- de los genocidas en nuestro país, honramos la incorporación de tantos pibes a la batalla -no acabada- de seguir bregando por la Segunda Independencia. Diez años después de tu partida sin aviso, Cacho querido, extrañamos tu presencia para lanzar juntos una puteada de bronca por la angustiante desaparición de Julio López, la persecución a Puthod, secuestrado y golpeado por honrar la memoria de sus hermanos montoneros, el hambre de –todavía- una buena franja de descamisados o el retorno solapado de los nostálgicos de la dictadura disfrazados de caceroleros amigos de la Sociedad Rural, y, obvio, maldecir, como ayer, la contraofensiva de los gringos en el continente.

El Kadri y sus compañeros en la Guerrilla de Taco Ralo

Es que nos seguís haciendo falta Cacho, te lo digo en primera persona, en estos tiempos tan raros donde a veces los revolucionarios se confunden con los progresistas y estos con los socialdemócratas y no te digo más para no amargarte, hermano. Por suerte, siempre la tenemos a Esther, tu viejita divina, que nos alienta y mima como lo hacía contigo. De ella y de aquel inmigrante libanés heredaste la dignidad y la coherencia, no tenemos dudas de ello, y también la adhesión incondicional a la Palestina ocupada por los asesinos sionistas y a ese Líbano tan tuyo, donde hoy, seguro, estarías festejando la inquebrantable fortaleza de la resistencia islámica, que buena paliza les dio a los prepotentes invasores.

Nos hacés falta Cacho, a pesar de tenerte siempre en nuestros pensamiento, extrañamos tu sonrisa y tu convocatoria para seguir remando juntos contra la corriente.

Así pensaba El Kadri

“Más allá de que ninguno lucha sabiendo cuál es el resultado, mal podríamos adjudicar a los compañeros que lucharon en el pasado los errores que se puedan cometer en estos momentos bajo el nombre de peronismo. Pero me queda claro que pertenecí a una generación que dio lo mejor de sí por construir un país diferente, mejor, un país donde no haya este panorama de desocupación, pobreza, tuberculósis, paludismo, cólera, enfermedades ligadas fundamentalmente al subdesarrollo”. (8-4-1996)

“Nosotros recurrimos a la violencia en un estado de legítima defensa, porque no nos dejaban otro camino para recuperar nuestra soberanía y el derecho de elegir nuestros gobernantes. Perón mismo daba las órdenes de hacer la resistencia integral por todos los medios y nosotros la cumplíamos”. (1984)

“Perdimos, no pudimos hacer la Revolución. Pero tuvimos / tenemos / tendremos razón en intentarlo. Y ganaremos cada vez que algún joven sepa que no todo se compra ni se vende y sienta ganas de querer cambiar el mundo”.

Epílogo actual y necesario

No te imaginás Cacho lo que es la Argentina 2018, con un gobernante mediocre pero con tanta impune brutalidad que le echa la culpa a una imaginaria “tormenta” de sus desvaríos político-económicos. Trescientos mil despedidos, una inflación como las que vos llegastes a conocer, otra vez el Gran Buenos Aires lleno de comedores populares para aplacar el hambre de nuestros pibes y ancianos, con una ministra de Seguridad acuñada en Tel Aviv y en los pasillos de la Embajada norteamericana y tantas cosas más que te harían cerrar los puños y lanzar una puteada al aire. Asi estamos querido compañero, y para colmo con la ausencia de muchos otros como vos que partieron de pronto, como el Nono Frondizi, dejándonos un poquito más huérfanos. Pero como dijimos alguna vez allá en el exilio, tanta maldad acumulada sobre nuestros pueblos, tarde o temprano les va a pasar factura. No será cosa de magia ni de improvisación, tampoco de ilusiones demoburguesas, sino el producto necesario de sumarle a la bronca la formación política y a esta más y más organización del pueblo, recogiendo tu legado de rebelde consecuente.

Ese día, compañero, volverás a flamear en mil banderas, recuperaràs la sonrisa y te embriagarás de esperanza, caminando entre las multitudes, hacia la impostergable victoria.

 

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