Julio López
está desaparecido
hace 6401 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

La estrategia represiva
Por Fabian Fernandez - Monday, Jul. 01, 2002 at 12:15 PM
fabianfernandez@softhome.net

La estrategia desinformativa del gobierno y los medios masivos.

LA ESTRATEGIA REPRESIVA Y EL PAPEL DE LOS MEDIOS

En las semanas previas a los sucesos del último 26 de junio, el gobierno fue preparando el escenario para el regreso de la represión violenta a los movimientos opositores de protesta.
A la luz de los acontecimientos está claro que la estrategia diseñada por el gobierno de representantes de la elite es volver a los planes de represión que se aplicaron con anterioridad al 20 de diciembre: no dialogar ni negociar, sino reprimir las manifestaciones y/o cortes de rutas, en lo posible asesinando intermitentemente a algún manifestante (como en Mosconi, Corrientes, Gral. Roca, etc.). En el frente de los medios masivos la ofensiva se basa en volver a las campañas de desinformación con el fin de aislar los movimientos de trabajadores desocupados, achacándoles el origen de la violencia desatada por el gobierno a través de sus fuerzas de seguridad (1).

La preparación

El ex presidente Menem declara en EEUU que las calles en Argentina están tomadas por “marxistas y delincuentes”. Se envío una clara señal a la sociedad con la reaparición de la “triple A”, con el secuestro y tajeado de un adolescente en La Plata. El gobernador Ruckauf (algunos lo relacionan en los 70 con la Triple A) apareció en los medios de comunicación pregonando que volvería a firmar los decretos de aniquilación de la subversión. Diversos funcionarios ventilaron en todo micrófono que se les cruzara que no se iban a permitir nuevas manifestaciones por parte de los trabajadores desocupados, sea cual fuera el precio y los medios necesarios. Todas estas señales del gobierno le dejaban en claro a todo gendarme o policía la manera en que tenían que actuar y el respaldo político que tendría su accionar.

El inicio

Es demostrativo un editorial del diario La Nación del día viernes 28, ya que repasando la secuencia de los hechos queda claro que el accionar de la policía tenía como propósito que se desatara violencia para justificar la posterior represión: “...En las tomas televisivas, se vio un dispositivo policial consistente en una delgada línea de efectivos de la Policía Bonaerense que pretendía bloquear el avance de una columna, cuando a sus espaldas apareció (¿imprevistamente?) otra columna...” (2). La columna que apareció “imprevistamente” estaba compuesta por unas 800 personas que se manifestaban ruidosamente y que previamente habían atravesado (y habían sido encaminados) dos cordones policiales, hasta llegar al puente donde se encontraron con 15 o 20 policías que los separaban de más de 2000 compañeros y que no se corrieron, de manera que, como es obvio, se generó la violencia que se planeó.

Los infiltrados

Por la descripción que hace uno de los choferes de los ómnibus incendiados queda claro que los agresores armados con “Itakas” eran miembros de las fuerzas de seguridad. El periódico Página 12 presentó material y relatos de testigos que demuestran la presencia de personal de fuerzas de seguridad de civil disparando con “itakas” sobre los desocupados y ocultando posteriormente los cartuchos(3).

Varios manifestantes detenidos le indicaron al diputado Zamora que un grupo de 10 ó 12 personas que se dedicaron a romper vidrieras y parabrisas no pertenecían al grupo de personas que frecuentan los cortes. Además en una entrevista televisiva un integrante del MTD fue testigo cuando una de estas personas, usando gorro con una inscripción de una agrupación del MTD que la misma agrupación dice no usar, atacaba a los propios manifestantes que escapaban de la represión policial.

El papel funcional de la mayoría de los medios para justificar la represión.

Fue notable la manera en que los medios masivos centraban su discurso en la “violencia” de los manifestantes y destacaban el hecho de las capuchas que utilizaban, los palos que portaban, las roturas de vidrieras producidas y la quema de 2 ómnibus. Se desdeñaban por completo, apelando a una impostada meticulosidad, los informes sobre la represión policial y los heridos por balas de plomo. El discurso llamativamente concordaba perfectamente con la estrategia oficial.

En un informe un cronista de TN cita al pasar que “hay dos muertos” (no asesinados) y luego se dedican varios minutos a describir con infinidad de adjetivos la rotura de dos vidrieras y la ventanilla de una camioneta. Este tipo de tratamiento fue una constante por parte de casi todos los medios masivos.

Paradójicamente, el propio comportamiento de las fuerzas de seguridad del Estado se encargó de demostrar el porqué los trabajadores se ven obligados a utilizar las “condenables” capuchas en las movilizaciones, es para no ser reconocidos y ser luego pasibles de represalias por parte de los asesinos; por otra parte, la utilización de “armamento” tales como palos y piedras, es el medio utilizado para retrasar el accionar de los represores y darles tiempo a los más débiles para escapar al posible asesinato o maltrato.

En el noticiero “Telenoche”, el de mayor audiencia de la televisión Argentina, un analista del programa descartó el uso de munición de plomo por parte de las fuerzas de represión estatal porque, ¡la propia policía declaró que “la munición de plomo no es parte del equipo antimotines”!.

El gobierno y los principales medios cambiaron su discurso; las pruebas innegables sobre los ejecutores de los asesinatos fueron las causantes. La nueva estrategia de desinformación apunta a responsabilizar por los “excesos en la represión” a un comisario loco y/o a la “maldita policía bonaerense” y ocultar el hecho que la represión respondió a una estrategia planteada desde el gobierno interino del senador Duhalde.

Conclusiones

El inicio de los incidentes fue claramente un montaje de las fuerzas de seguridad del Estado. El plan contempló la destrucción de vidrieras y automóviles, llevada adelante por grupos de civil infiltrados entre los manifestantes por las fuerzas de seguridad, el fin fue escandalizar a la clase media con la violencia de los “piqueteros”.

Las fuerzas de seguridad dispararon balas de plomo sobre los trabajadores desocupados. Hasta ahora se comprobó que fueron agentes de policía, de prefectura naval y personal de fuerzas de seguridad no identificado usando ropas de civil. No hubo imágenes de un solo manifestante armado, ni hubo agentes de las fuerzas de represión heridos con armas de fuego.

Se insistió con el hecho de que los manifestantes “no eran los mismos de siempre”, destacando el hecho de que “no había mujeres y niños”. En la comisaría primera de Avellaneda los represores hacinaron a más de 160 personas, negándoles atención médica a los heridos, los varones de frente a la pared molidos a golpes, a otros se los puso de rodilla con las manos atadas a la espalda para poder también golpearlos, contando además los heridos impedidos de recibir atención médica... Desvirtuando está mentira del gobierno y sostenida desde los medios masivos, el hecho es que 52 detenidos eran mujeres, 7 de las cuales estaban embarazadas, 43 de los detenidos eran menores de edad y uno de ellos discapacitado (4).

Dos hechos gravísimos, que ponen en duda la poca legitimidad del régimen, son soslayados por los medios y los dirigentes políticos, hechos que nos retrotraen al accionar de los grupos de tareas de la dictadura: la invasión del local partidario de Izquierda Unida y la toma por fuerzas policiales del Hospital Fiorito. En el local partidario, allanado sin una orden judicial, incluso se disparó a quemarropa sobre la gente detenida e inmovilizada.

Cuando el gobierno descubrió la existencia de las pruebas irrefutables en manos de la Correpi no tuvo más remedio que “denunciar” que las fuerzas de represión fueron las causantes de los asesinatos.

El accionar desplegado por las fuerzas de seguridad responde a las mismas estrategias desplegadas en los últimos tiempos para reprimir las manifestaciones populares. El 20 de diciembre fue la policía federal y las policías provinciales; en Mosconi y Corrientes, la gendarmería... Antes del 20 de diciembre los medios masivos de comunicación utilizaban reiteradamente las técnicas de la desinformación para desprestigiar los movimientos de trabajadores desocupados. La “fase autoritaria del régimen” sólo sufrió una pausa en uno de sus aspectos y evidentemente está de regreso. La “fase autoritaria” del hambre y la exclusión no tiene pausas y se sigue profundizando día a día.


(1) “La cuestión estribaba en la idea de que había que enfrentar a la gente contra los huelguistas, por los medios que fuera. Se presentó a estos como destructivos y perjudiciales para el conjunto de la sociedad, y contrarios a los intereses comunes, que eran los nuestros”. “Cómo nos venden la moto”,pág.19 Noam Chomsky. Editorial Icaria Más Madera, 1998.
(2) Por José Manuel Ugarte. Para LA NACION, Viernes 28 de junio.
(3) ““Civil, armado y tirando a matar”, Página 12 edición del Domingo 30 de junio de 2002.
(4) “Estábamos de rodillas, atados y nos pegaban”, Página 12 edición del Domingo 30 de junio de 2002.

agrega un comentario


ULTIMOS COMENTARIOS SOBRE ESTE ARTICULO
Listados aquí abajo estan los últimos 10 comentarios de 1 escritos sobre este articulo.
Estos comentarios son enviados por los visitantes del sitio.
TITULO AUTOR FECHA
muy bueno!!!! pilo Monday, Jul. 01, 2002 at 2:29 PM