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TEXTOS 1. Sobre cine documental: Boedo Films
Por Festival de Cine y DDHH - Wednesday, Nov. 19, 2003 at 3:21 AM
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Claudio Remedi – Grupo de Boedo Films La problemática del cine documental

Claudio Remedi – Grupo de Boedo Films

La problemática del cine documental

Cuando me sugirieron expresar ciertas reflexiones acerca del cine documental enseguida pensé en un replanteo: el cine documental tiene problemáticas y conflictos específicos, como género, como modo de representación de la realidad, en su forma de ser realizado y producido.


Pero también – y sobre esto me interesa hacer hincapié – tiene alcances y desafíos a través de experiencias que podríamos llamar extracinematográficas.


Realizar un documental es crear una verdad propia, establecer un nuevo modo de ver al mundo, crear un ordenamiento en el marco del caos cotidiano.


El género y, en definitiva, el lenguaje cinematográfico, tiene ilimitadas facetas de experimentación, pero tiene a la vez un límite que es el tratamiento ético de la realidad retratada. Allí es donde el documentalista toma distancia de una forma de producción y difusión constantemente cuestionada como es la maquinaria massmediática televisiva, con sus usos formales anquilosados en el sub-género de informe periodístico, con líneas editoriales sostenidas por grupos empresariales y del poder hegemónico.

La televisión masiva es patrimonio de una jerarquía que hace y deshace, pervierte, educa con valores dudosos, denuncia con claros objetivos hegemónicos, aliena con caleidoscopios de atracción superficial. Esta jerarquía no es más que la clase burguesa que nos dicta la forma en que debemos vivir o sobrevivir. Si bien el cine en su forma de construcción y exhibición tiene su correlato con lo antedicho, logra a partir de ciertos elementos crear fisuras que aportan discursos críticos.


Es sabido que en nuestro país ha habido experiencias de televisoras alternativas y comunitarias durante los ‘90 con resultados mas o menos felices. Y también es cierto que la sociedad al calor de las consecuencias del diciembre de 2001 polemizó con las líneas editoriales de los medios <escrachando> a Canal 13, Clarín o Radio 10. Pero hasta el momento no se reprodujeron ciertas experiencias realizadas por la clase obrera argentina: ningún canal fue ocupado y manejado bajo el control de los trabajadores y los sectores populares para poder brindar otros contenidos.


En el cine, y más específicamente en la producción de video con destinos de exhibición “cinematoráfica”, se generaron apropiaciones de otros modos de producción y de lenguajes. De este modo se quiebran en dicho ámbito valores que instituyen al cine como mercancía y se trocan a favor del cine como herramienta de crítica social.


En la producción cinematográfica de ficción nos encontramos con nuevos temas y escenarios que reflejan a nuestro país en crisis. Muchos de sus productos hacen eje en la construcción del mundo marginal y lúmpen que no aportan nuevos elementos superadores a dicha crisis. La motivación de los autores puede llegar a la denuncia, pero en muchos casos, se convierten en retratos marginales efectistas, con una violencia enmarcada quizás en un aspecto más verosímil pero estéril al fin.


Hay otro tipo de motivación, patrimonio hasta el momento de la producción documental, en donde el autor individual o grupal desarrolla una empatía con la realidad retratada de modo tal que la narrativa está en función de la superación del conflicto social. Ya las películas se realizan teniendo en cuenta una necesidad social y no sólo por una motivación autoral.


El cine cómo ámbito de prestigio y glamour se trastoca por el ámbito de la idea.


¿Qué alcances tiene este cine que abreva consciente o inconscientemente en experiencias de nuestro pasado cinematográfico – cine político, militante, revolucionario o de intervención – o en experiencias más contemporáneas como el videoactivismo ?


Aquí es necesario abrir un paréntesis: desde ya que un film por sí mismo no puede generar un cambio social. Pero por otra parte, somos conscientes del rol histórico que se le ha asignado al cine desde diferentes signos ideológicos para fines determinados. Valen como ejemplos el primer cine soviético y la posterior degeneración stalinista del llamado realismo socialista, el cine de propaganda nazi, el cine norteamericano en el transcurso de la guerra fría, el correlato actual de la gran industria ideológica de hollywood y sus nuevas formas de penetración a partir de los juegos virtuales en la web, y un largo camino de etcéteras.


Sin ir más lejos no habría que desdeñar el papel de control ideológico y financiero de la CIA en los medios televisivos, tan bien analizados por los semiólogos venezolanos en virtud del fallido golpe de estado acaecido en dicho país en 2002.


Todos estos elementos nos indican la importancia que se presta desde el poder a este lenguaje. Y este paréntesis nos obliga a elevar el valor del cine documental crítico. Un cine que sale del cauce normal y que sienta otras bases. Un cine que en muchos casos ha sido defenestrado por su urgencia y su imperfección. ¿Pero de que nos serviría una lujosa cárcel cinematográfica con barrotes de oro?


Han habido ejemplos de este nuevo cine – y volviendo a la introducción del escrito – que tuvieron implicancias extracinematográficas. Es lo que se llama cine de intervención. No sólo son películas para ser vistas pasivamente si no que tienen un objetivo ulterior que es fomentar que el espectador intervenga en la realidad.

Desde el 2001 a la fecha, el documental crítico ocupó múltiples espacios de difusión por fuera de las salas de cine cada vez más inaccesibles a las amplias capas de la población. Y fue activador, en la gran mayoría de los casos, de intensos debates no centrados ya en el cómo fue realizado el film, si no en la forma en que los conflictos sociales podrían ser superados, en qué o quiénes son los causales de la situación actual del país. Es así como este cine se convierte no sólo en promotor de debates de ideas, si no también, por ejemplo, en promotor de la libertad de presos políticos, de la solidaridad para un fondo de huelga de una fábrica, contrainformador o directamente informador de realidades sesgadas por otros medios.


Los pueblos en su lucha por la liberación, o en demanda de sus necesidades básicas, toman en sus manos acciones imaginativas y decididas.


Imaginación y decisión son aspectos también que le competen al cine documental que se compromete con su contexto y promueve develar el revés de la trama que nos encierra como seres humanos.

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