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Lo que vendrá
Por Renacer Boliviano - Thursday, Mar. 11, 2004 at 12:10 AM
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Dentro de unos 30 años lo que hoy conocemos como colectividad boliviana será muy distinta, como ya pasa en algunos lugares actualmente, los bolivianos serán minoría y no vibrarán con la rojo amarillo y verde ni tendrán recuerdos del terruño dejado. Una cueca, o bien la melodía de un tinku, harán vibrar a ese joven de 15 años que no nació ni en Oruro, ni en La Paz, ni en Cochabamba en el otoño del 2033. Nacidos en Sao Paulo, El Calafate o en Barcelona esos niños tendrán algo en común, más allá de las distintas geografías donde les tocó nacer, y tiene que ver con la cultura de sus padres. ¿Allí estará la patria?

Por eso, las reivindicaciones nacionalistas en el marco de la migración tienen poca vida, sólo serán las manifestaciones y las prácticas culturales que se extenderán y serán momentos propicios para los encuentros. Los acontecimientos ocurridos en territorio aymara en octubre pasado, los movimientos de los mapuches en el Gulumapu (territorio mapuche en Chile) y Puelmapu (territorio mapuche en Argentina) o la travesía de los Ava Guaraní nos dicen de un incipiente despertar de los indígenas en esta parte del continente.

Para los estados nacionales este es un “problema” que están tratando de manejar con métodos ya conocidos, asistencialismo, paternalismo, educación, planes sociales y represión. Por supuesto que como en antaño, el famoso “divide y reinarás” es un método bastante efectivo que socava las posibilidades de organizarse entre las diferentes naciones originarias. Además, la migración del campo a las ciudades da lugar a otras diferencias que en vez de restar fuerza debería sumar.

En el caso de las naciones quechua y aymara (los estados nacionales prefieren llamarlos pueblos) su influencia además de estar repartida entre Bolivia y Perú, también lo están en Ecuador, Colombia, Chile y Argentina. Producto de la migración, muchos de los bolivianos que viven hoy en Argentina son quechuas, aymaras y guaraníes muchos ya se reconocen como tales; lentamente se deshacen de ideas y creencias impuestas a sangre y fuego. El Inti Raymi o la habitual c’halla, el martes posterior a carnaval nos cuentan de la fuente principal de donde abrevamos cada vez que nos juntamos con nuestros pares, en lo más íntimo que tímidamente se va haciendo público.

Y parece que se cumplió la profecía de Tupaj Katari en 1781, quien le espetó a sus verdugos españoles antes de su ejecución: “Volveré y seré millones”. Ahora la historia interpela a esos hijos desperdigados por ciudades, montes, llanos y selvas, los millones a los que se refería el líder indígena y los tiempos parecen señalar que llegó el momento de expresarse y actuar. Interpretar lo que pasa a nuestro alrededor y accionar acorde a las circunstancias, permite una cercana predicción de la dirección que va tomando el devenir histórico.

Son muchas las “verdades” cuestionadas tras el estrepitoso fracaso que sufren nuestras sociedades en muchos órdenes. Lo que creció significativamente fue la cantidad de gente que muere de hambre, aunque las estadísticas no tengan mucha prensa.

La ministra K reunida con organizaciones indígenas les planteó que el estado tenía un plan, una solución, un método y a partir de allí se empieza a trabajar. La actitud vertical no dista en nada de las propuestas de otros gobiernos. Se puede dilucidar si es buena o mala idea, pero los principales afectados tienen el papel de colaborar con la propuesta, pero la misma forma no coincide con la forma y la manera en que se manejan las naciones originarias. Se deslizó el parámetro de un representante por provincia, pero los límites territoriales estatales no coinciden con las fronteras culturales de naciones originarias que tuvieron que migrar en el vasto territorio hoy denominado Argentina.

Nadie duda de lo bienintencionado de la propuesta, pero el intento de solución puede traer más problemas y divisiones internas de las ya existentes, que profundizarían la distancia entre los que viven en el campo y los que están en las ciudades. Una mirada superficial podría generar la inocente pregunta ¿y qué tiene que ver esto con nosotros? Y ayudará en la respuesta observar lo que les pasa a las nuevas generaciones, que no son bolivianos porque nacieron en este país y que en las escuelas les señalan la diferencia, alumnos y docentes. Aunque los otros le dicen boliviano, en realidad ellos leen en sus rasgos morenos, que también pueden ser mapuche o toba; un origen diferente.

Tener algunas cosas claras ayuda para afianzarse en terreno firme, y decir las cosas por su nombre evita malas interpretaciones. La causa indígena no nos es ajena, ignoramos que hay una cantidad enorme de derechos que se refieren a nosotros y que duermen sin utilidad alguna. Cambia mucho la cosa en un país como éste, presentarse como inmigrante o como descendiente de los pobladores de las naciones originarias.

Editorial - Periódico Renacer Boliviano en Argentina Nº67
Buenos Aires, marzo 2004

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