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Ser trabajadores no es lo mismo que trabajar
Por Miguel Espinaco - El Mango del Hacha - Saturday, May. 01, 2004 at 3:50 PM
radio@elmangodelhacha.com.ar FM 98.1 - Santa Fe

Editorial del programa de radio El Mango del Hacha, referido al 1ro de mayo

Nos reunimos el otro día para preparar este programa y dijimos: salimos justo en primero de mayo, hay que hacer algo sobre el día del trabajador. Inmediatamente la pregunta: ¿qué decimos que ya no haya sido dicho? ¿volvemos a hablar de los mártires de Chicago y de la lucha por la jornada de 8 horas? ¿volvemos a ensayar una nueva crítica a la mutación terminológica que convirtió para muchos el día del trabajador en fiesta del trabajo? ¿hablamos sobre las nuevas relaciones entre el trabajador asalariado y el capital en este nuevo siglo? ¿sobre los que anunciaron el fin del trabajo, de la historia y de la lucha de clases en la década del 90?


Realmente, estas fechas siempre están al borde de convertirse en ritos y, como tales, vaciarse de contenido, perder el sentido que las hizo nacer en aquellos años en que el primero de mayo era día de huelga y de lucha. La institucionalización y la costumbre la convierten en remedos desteñidos, en imágenes paganas, en pura chantada.


Como en ese latiguillo repetido de que "el día de la madre son todos los días", podría decirse que el día del trabajador: también. Al fin de cuentas, todos los días, excepto feriados y fiestas de guardar, los trabajadores somos justamente eso, trabajadores. Además, que todos los días fueran el día del trabajador tendría la paradójica ventaja de que todos los días serían feriados y entonces, no tendríamos que cumplir nuestro rol cotidiano de trabajadores. Y ojo, ser trabajadores no es lo mismo que trabajar, fijate vos qué cosa.


Cuando es feriado y no tenés que ir a trabajar, vos seguís trabajando lo mismo. Te dedicás a tu hobby predilecto y estás un montón de tiempo, supongamos, haciendo una catedral con fósforos o escribiendo un cuento, o poniendo las baldosas en el patio para que los chicos no te sigan enchastrando la casa cuando entran embarrados, organizando un club o un comedor en tu barrio, o ya te calzaste el jogging y saliste a trotar y a transpirar como un condenado. Seguís trabajando, pero te gusta. Inclusive, hacés trabajos que no te gustan tanto, pero que cuando los terminás te dejan lleno de satisfacción. Terminaste de planchar y te duele un poco la espalda, pero la ropa quedó acomodadita en los cajones, la ves ahí, o arreglaste el depósito del baño que siempre pierde y te dio un laburo infernal pero ahora funciona. Parece mentira pero lo hiciste.


Pero ser trabajador - te darás cuenta - no es exactamente lo mismo que trabajar. Vas a la oficina o a la fábrica o te montás en el taxi o te ponés frente a la caja del supermercado y es siempre lo mismo, lo que hacés nunca termina, nunca puede verse como un resultado de tus manos o de tu cabeza que le sirva a alguien. Escribís, golpeás, controlás el ritmo de la línea de producción, vas de acá para allá hacia ningún lado, te bancás a tu jefe, decís buen día y pasás los productos por el scanner y cobrás y decís hasta luego y que pase el que sigue y perdés el tiempo que pasa despacio mientras esperás que llegue la hora para irte, porque ese tiempo es como que no fuera parte de tu vida, es tiempo vendido al mejor postor. Y después encima está el otro tiempo, el de esperar fin de mes para cobrar porque el sueldo no alcanza, el sueldo que es el abstracto resultado de tu trabajo, de tu tiempo vendido, ocho horas diarias si tenés el "privilegio" de tener un laburo que dure nada más que eso. Creo que fue Caparrós el que lo escribió alguna vez que ese tiempo de vida es la expropiación más grande que se le hace al trabajador, ese tiempo que vendría a ser algo así como tiempo de no vida.


El trabajo, es cierto, es una necesidad humana, es la posibilidad de modificar el medio natural para vivir mejor, la explosión de la creatividad que nos hace hombres, seres distintos a los otros bichos que viven porque el aire es gratis. En ese sentido, sólo en ese sentido, es cierto que el trabajo dignifica. La existencia del trabajador - vos, yo, los que casi siempre tienen que cumplir un horario pero que siempre siempre tiene que vender horas de su tiempo al buen inversor - la existencia de ese trabajador asalariado es la gran desviación llevada hasta el delirio por el sistema de explotación llamado capitalismo. El trabajo del trabajador del mundo capitalista sólo dignifica a los accionistas, a los banqueros, a los usureros, a los políticos que los sirven y a los famosos empresarios que se rascan y viven fenómeno con el sudor de tu frente.


Hoy, mientras el capitalismo desplaza a millones a la categoría de excluidos, mientras ni siquiera les otorga el derecho a ser explotados "dignamente", puede parecer un exceso decir esto. Sin embargo, este nuevo día del trabajador bien puede servir para pensar que habrá que poner en el horizonte, en la idea de cambio de este mundo que nos tocó vivir, el plan de un futuro en que el trabajo socialmente útil se organice colectivamente como vos organizás el planchado o el arreglo del depósito del baño en tu casa, el plan de un futuro en que no exista más el trabajador que espera cada día que llegue la hora de salida soñando que después del tiempo que entrega a su patrón y al vacío, le quedará aunque sea un rato, para vivir.



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