UN MOCASE DIVIDIDO NO ES IGUAL A CERO
Por Carger Díbran - Tuesday, Jun. 22, 2004 at 12:04 AM

Reflexiones sueltas tras la histórica Marcha por la tierra, el agua y el monte que recorrió las calles y avenidas principales de la Capital de Santiago del Estero.

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Quienes aún sostienen que un Mocase dividido entre dos es igual a cero no sólo incurren en un grueso error matemático sino también, y por sobre todo, en un desastroso cálculo político al cuadrado. Separación no es necesariamente sinónima de disgregación absoluta y mucho menos de anulación de alguna de sus partes o de ambas, aunque cierta fórmula política de sospechosa universalidad recomiende todavía “dividir” para luego “reinar”. Las diferencias existentes entre los bloques divorciados del movimiento campesino, muy respetables por cierto, están situadas en los planos del pensamiento y la acción concreta, y no en las absurdas categorías morales del bien y del mal (o de mejor y peor), que recrea aquella vieja lógica del “nosotros los buenos” y “ellos los malos”.
En el interior de esas grandes diferencias se encuentran en juego las familias campesinas (o bien las representaciones que se construyen en torno de ellas); sus modos de organización política para el trabajo, la supervivencia, la contención, la cultura, y la defensa legal - territorial; las formas de adquisición y distribución del financiamiento - que en general provoca conflictos demasiado dañinos -; los lazos creados junto a otras organizaciones y las posibilidades siempre latentes del cambio social. En síntesis: las formas que asumen el pensar y el hacer en ambos bloques no coinciden entre sí pero son componibles; difieren, pero siguen funcionando a su manera.
Lo cierto es que la gran presencia de trabajadores del campo y del monte en las calles de la Capital de Santiago del Estero - quienes junto a otras organizaciones sociales, partidos y entidades intermedias alcanzaron a sumar aproximadamente cinco mil personas - fue una muestra sustantiva del potencial que día a día van logrando las comunidades del interior provincial en el celoso cuidado de sus tierras, sus montes y sus fuentes de agua; e hizo de aquel viernes 19 de junio un día festivo de protesta y propuestas que enlazó a las dos principales plazas de la ciudad en una marcha histórica.
Esa mañana, el interventor federal de la provincia, doctor Pablo Lanusse, estrenó el decreto de Ley en el cual se pone - por seis meses o más- un freno formal a las topadoras situadas hoy de cara al bosque nativo y se establece al mismo tiempo un plan de Ordenamiento Territorial y de revisión de los permisos otorgados, como un gesto de buena voluntad destinado a sus interlocutores de la Mesa Provincial de Tierras. A su vez, la delegación compuesta por técnicos, animadores sociales y campesinos le entregó un documento de 24 paginas con la propuesta de Política Agraria cuyo trabajo de elaboración ocupó los dos últimos años, cuando las presiones de la policía, los jueces, los empresarios, los punteros y los cuatreros arreciaba fuertemente. Estas estructuras político - mafiosas, por cierto, son las que inundarán de vino y carne las campañas proselitistas que se organicen en toda la provincia, por lo que es adecuado tomar aquellas herramientas que sean útiles ante la eventual profundización del apriete y la extorsión contra las organizaciones de base, una vez que los interventores se suban al avión y el nuevo gobernador - sonriente y carismático- se vista con la banda y el bastón.
He allí lo que marca la urgencia de institucionalizar en corto o mediano plazo los objetivos detallados en el proyecto político conjunto del movimiento campesino, las Organizaciones no gubernamentales y parte de la iglesia Católica.
Terminada la reunión con los funcionarios federales, Juan Cuellar dijo en conferencia e prensa lo siguiente: “nosotros no tenemos derecho a dejar a nuestros hijos las condiciones de vida indigna a las que aspiran los que necesitan la tierra únicamente para producir bienes materiales. Nosotros -agregó- queremos la tierra para vivir en ella, para que la habiten todos los seres vivos: las plantas que generan oxígeno; los animales que también hacen al equilibrio del ecosistema y las futuras generaciones que disfruten de un progreso y un desarrollo para nuestra querida provincia”.
Hasta hace muy poco tiempo, los intereses que fueron motorizando el reclamo social en Santiago del Estero se caracterizaron por ser fragmentarios, demasiado sectoriales y en ciertos casos mezquinamente corporativos: marchas de protestas por mejoras salariales de unos, por subsidios estatales para otros, por viviendas aquí, por bolsones de comida allá, etc. La mayoría enarboló sus banderas de lucha mirándose el propio ombligo. Dije la mayoría, no todos.
En el caso del Mocase y de las organizaciones adheridas, la realidad es bien diferente. Claro que aún existen cuestiones que son propias de los intereses campesinos como la normalización de los títulos de tenencia de la tierra y el reconocimiento de los derechos posesorios de las familias que trabajaron por varias generaciones el suelo donde hoy juegan sus niños y se crían sus animales; esto sin olvidar el problema de la redistribución justa de los terrenos - de acuerdo a las características del lugar- como así también la garantía de acceder a los canales de agua y a la riqueza de los bosques. Entonces se transforma en un imperativo la fundación de un Instituto de Desarrollo Rural que actúe como "un organismo oficial descentralizado y autárquico, con un equipo de profesionales especializados en la problemática del desarrollo rural en general y de los temas de regularización dominial de la tierra en particular", y sobre la cuestión de la tierra el documento propone textualmente dedicar un “fondo de tierras para posterior entrega en planes de colonización a campesinos, en particular a los jóvenes, cuyo origen debe estar relacionado con tierras fiscales sin posesión, tierras fiscales usurpadas por grandes productores y empresas, tierras de particulares expropiadas por causas legales, tierras fiscales mal adjudicadas por la Dirección de Colonización y tierras cuya propiedad particular sea el resultado de maniobras fraudulentas realizadas en complicidad con reparticiones oficiales”.
También debe impulsarse con fuerza la institución de nuevos juzgados como el necesario e inmediato ajuste y reordenamiento del Registro de la Propiedad y de la Dirección de Catastro. Estas y otras tareas son privativas del estado al igual que los asuntos referidos a la legislación sobre la tenencia de la tierra y el respeto a rajatabla de los derechos laborales del campesinado. A lo dicho deben sumarse los deseos truncados por años, especialmente entre los jóvenes, de acceder a la vida social, la vivienda digna, la tecnología, la educación, la justicia y al sistema de salud. Entre las propuestas más ambiciosas se habla de la creación de una empresa aérea de cabotaje para el interior provincial al tiempo que se subraya la importancia de rehabilitar los ramales ferroviarios, que obviamente redundarían también en provecho de una franja mayor de la población.
No se miran el ombligo cuando piden mejoramientos en los controles del embalse de Río Hondo y la constitución de una oficina responsable de implementar políticas ambientales, entre otras peticiones.

En fin, bajaron de los campos y los montes para contarnos un sueño, para juntos trazar surcos en el asfalto y sembrar con fuerza aquellos latidos que hoy se conservan del golpeado corazón del por siempre entrañable Zenón Chuca Ledesma.

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