Julio López
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LA CONTAMINACION QUE NO SE VE
Por CONCIENCIA - UNL - Tuesday, Jun. 22, 2004 at 12:35 AM

El dietilestilbestrol (DES) fue empleado desde principios de los años 40 y hasta 1971 en mujeres con amenaza de aborto. Esas madres, expuestas a las dosis recomendadas del medicamento, nunca experimentaron efectos adversos en su salud. Sin embargo, sus hijos sufrieron serias alteraciones relacionadas con la reproducción. Así operan los perturbadores endócrinos: no tienen efectos agudos ni inmediatos sobre la salud de los seres vivos adultos, pero sí son capaces de perturbar el funcionamiento del sistema hormonal en el largo plazo y de alterar las señales endócrinas que controlan el desarrollo embrionario del feto cuando éste está expuesto durante la gestación.

Muchos de los químicos que actualmente se encuentran en el medio ambiente -y con los cuales estamos en permanente contacto- tienen acción hormonal e interfieren con el normal funcionamiento del sistema endócrino alterando aspectos decisivos del desarrollo embrionario: desde la diferenciación sexual hasta la organización del cerebro. Los perturbadores endócrinos, o gran parte de ellos, tienen acción semejante a la de los estrógenos endógenos (por ello, desde 1980, también se los conoce con el nombre de xenoestrógenos o estrógenos ambientales), y son capaces de interferir en el funcionamiento del sistema hormonal mediante diferentes mecanismos: antagonizando la acción de las hormonas naturales, potenciando o multiplicando su acción, o aumentando o disminuyendo los niveles circulantes de las hormonas endógenas.

Estos xenoestrógenos o estrógenos ambientales -que pueden encontrarse en las plantas (fitoestrógenos) o bien ser producto de sustancias químicas generadas por la industria- son capaces hasta de disminuir la producción de espermatozoides en el hombre, según sugiere un estudio realizado por científicos del Medical Research Council de Edinburgo (Reino Unido) y publicado en la revista Lancet.

Pero las consecuencias de sus invisibles acciones parecieran ser interminables.

Investigaciones

Aunque pocos tengan noción de su existencia, el bisfenol A es un xenoestrógeno con el que estamos en contacto en nuestra vida cotidiana: los recipientes de plástico liberan bisfenol A al calentarse, al igual que las latas de conserva, también contienen bisfenol A los sellantes que utilizan habitualmente los odontólogos. Y aunque no lo notemos, la exposición a este agente puede generar consecuencias sobre nuestra salud, y fundamentalmente sobre la de nuestros hijos.

Trabajos realizados por el Laboratorio de Endocrinología y Tumores Hormonodependientes (LETH), que funciona en la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) comprobaron que existen alteraciones en el eje hipotálamo-hipófisis-gonadal y en dos tejidos hormonodependientes (la glándula mamaria y la próstata) en las crías de ratas sometidas a bisfenol A durante el período de la gestación.

Para realizar la experiencia, el equipo utilizó en ratas dosis similares de bisfenol A a las que habitualmente estamos expuestos los seres humanos. Dicha dosis fue administrada a ratas preñadas, por lo que los embriones estuvieron expuestos al xenoestrógeno a través de la placenta.

'Encontramos en las crías alteraciones a nivel de la próstata y la glándula mamaria que simulan procesos preneoplásicos, es decir, el inicio de lo que sería un crecimiento anormal en el tejido', indicaron los doctores Enrique H. Luque y Mónica Muñoz-de-Toro, nada menos que 'una alteración en la estructura histológica de esas glándulas, que simulan lo que serían los estadios iniciales de un proceso tumoral'.

Además, 'hubo mecanismos celulares a nivel de la próstata que fueron afectados, por lo que es muy probable que estos animales tengan problemas de fertilidad, ya que los componentes del semen fueron afectados y esto podría llevar a una función disminuida de los espermatozoides', agregaron.

Los resultados evidencian alteraciones importantes también a nivel de la glándula hipófisis (cuyas hormonas regulan la actividad de otras glándulas, como tiroides, suprarrenales, ovarios y testículos) y a nivel del hipotálamo (parte del cerebro que controla el funcionamiento de la glándula hipófisis).

Por otra parte, los resultados obtenidos demuestran una característica específica de estos perturbadores endócrinos: sus consecuencias son mucho más importantes cuando inciden durante la gestación o en las primeras etapas de la vida y sus efectos se manifiestan con mayor frecuencia en las crías sin afectar la salud del progenitor expuesto.

Otras experiencias realizadas por el LETH han demostrado que los xenoestrógenos influyen decididamente en la diferenciación sexual. Tras la exposición a bajas dosis de bisfenol A en su etapa prenatal, crías de Caiman Latirostris (yacaré overo) que debían ser machos (por la acción de la temperatura) resultaron hembras, algo que se puede atribuir a la acción de los xenoestrógenos en el organismo.

'Los yacarés overos definen su sexo por la temperatura a la que son incubados los huevos: el trabajo comprobó que huevos que estaban siendo incubados a temperatura de macho (33ºC), resultaron hembras tras la exposición al bisfenol A', indicaron Luque y Muñoz-de-Toro.

Cada vez más

'Los perturbadores endócrinos ponen en peligro la fauna, la vida humana y la continuidad de la especie, a través de la infertilidad y de las alteraciones en el desarrollo', indicó Muñoz-de-Toro. Sin embargo, pese a las evidencias que surgen de distintas investigaciones científicas, son cada vez más los químicos que crea la industria, y por ende más los peligros a los que estamos expuestos.

'Existe algo que se llama principio de precaución: aunque uno no tenga absoluta certeza respecto a qué produce exactamente un determinado químico, pero se han demostrado evidencias de efectos asociados, es aconsejable tomar precauciones. Cuando una actividad es una amenaza de riesgo hacia el medio ambiente y la salud humana, medidas de precaución deberían ser tomadas aún cuando la relación causa efecto no esté totalmente demostrada científicamente', consideró Luque.

Pero la industria, desde la vereda opuesta, toma la postura inversa, y exige resultados demostrables y contundentes (similares a los que arrojó el uso indiscriminado de DDT y dietilestilbestrol) para dejar de utilizar un producto. 'Las evidencias pueden no ser contundentes, pero muestran que algo está pasando. Y eso debe resultar suficiente para comenzar a tomar medidas', finalizaron los investigadores.

Para mayor información: Laboratorio de Endocrinología y Tumores Hormonodependientes (LETH) - FBCB - E-mail: monicamt@fbcb.unl.edu.ar, eluque@fbcb.unl.edu.ar

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