Julio López
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EXPLOTACION SEXUAL Y CHICOS DESAPARECIDOS
Por Argenpress - Thursday, Jun. 24, 2004 at 3:28 AM

La explotación sexual infantil es paralela a la concentración de riquezas en pocas manos y la corrupción institucional que se identifica en distintos lugares de la policía y la justicia. La reducción a la servidumbre, la posterior manipulación económica de los chicos y la exasperante lentitud del estado juegan en contra de los chicos, cada vez más exiliados del paraíso que se sigue promocionando en los falsos altares oficiales del sistema.

La explotación sexual infantil es paralela a la concentración de riquezas en pocas manos y la corrupción institucional que se identifica en distintos lugares de la policía y la justicia. La reducción a la servidumbre, la posterior manipulación económica de los chicos y la exasperante lentitud del estado juegan en contra de los chicos, cada vez más exiliados del paraíso que se sigue promocionando en los falsos altares oficiales del sistema. A casi treinta años del genocidio, la justicia federal todavía no profundizó la investigación en torno a los chicos secuestrados por los proveedores de la muerte y en los barrios satanizados por el poder, crecen las bandas que hacen de la droga la moneda de mayor circulación en la vida cotidiana. A pesar de todo, trabajadoras sociales y sacerdotes pelean como pueden contra tanta perversión permitida desde lo más algo de la sociedad. No son casos individuales, se trata de una profunda cuestión política.

La infancia secuestrada

María, de solamente quince años, fue rescatada por su mamá.

Estaba en lo del Viejo José. Hombre dedicada a la explotación sexual de menores.

El caso se conocía desde principios de junio por la Comisaría de la Mujer, la seccional 19ª y el juzgado de instrucción número 2 de Rosario.

La otra nena, de solamente diez años, también estaba en lo del Viejo.

'Una joven del Centro Juvenil nos informa que ha visto a ambas chicas en el boliche bailable Loft el sábado 12 de junio. Comentaron que estaban bien, viviendo con el Viejo José que las cuida y las ayuda', dicen un grupo de trabajadoras sociales que se encargan de sostener con amor a estas pibas que parecen invisibles.

Les dicen que 'faltan solo dos chicas más para que en estos días las lleven a trabajar fuera de Rosario'.

Desesperadas, las trabajadoras sociales recurrieron, entonces, a la Defensoría del Pueblo y al Centro de Atención a la Víctima para hacer algo en lo inmediato.

Les contestaron que la abogada de la institución concurre a los tribunales los días martes y jueves. Otro día no.

Al llegar a la comisaría 19, les dijeron que María había sido encontrada por sus padres.

'Los padres nos piden que les ayudemos porque no pueden contenerla y no saben qué hacer, la joven está excitada y en crisis. La mamá de María está muy preocupada porque cuando rescató a su hija por sus propios medios vio a otra niña de diez años aproximadamente drogada como su hija, en una situación inhumana', relatan las trabajadores sociales.

Se angustian al denunciar que durante el día 'están encerradas bajo llave y que por la noche, luego de consumir distintas drogas, salen a patinar, a prostituirse y buscar dinero'.

Los vecinos dicen lo mismo.

Es una situación conocida pero que continúa.

La próxima parada que debieron hacer las contenedoras fue ir a tribunales provinciales. Nadie les tomó declaración. Ni en el juzgado de menores número dos, ni en la secretaría social ni en la civil, ni el asesor de menores, ni en la fiscalía de turno ni tampoco en el juzgado de instrucción número dos.

Allí fueron recibidas por la jueza Alejandra Rodenas que explicó que 'tal vez las chicas están por su propia voluntad'.

El 16 de junio todavía no había orden de allanamiento ni investigación porque no recibieron 'sumario de la seccional 19'.

La comisaria Mariel Arévalo, a cargo de la Comisaría de la Mujer, aseguró que haría el allanamiento correspondiente.

Le piden que tenga en cuenta que María habla de otra 'casita de calle Rouillón donde están otras jóvenes conocidas y menores de edad, en la misma situación'.

'Quedamos con interrogantes, dudas, temores, dolor, comprometidos con los derechos y la integridad de las jóvenes víctimas', dicen las trabajadores sociales.

El lunes 21 de junio, el diario 'La Capital' informó que la nena de diez años había sido rescatada.

Había pasado más de una semana.

No se dijo ni una sola palabra de las demoras de la justicia ni de la policía provincial.

'Una nena de 10 años que ejercía la prostitución y residía en la casa del viejo José, un hombre de 52 años detenido el viernes y acusado de ser el proxeneta de al menos seis menores de edad, fue encontrada el sábado en el sótano de una galería céntrica donde había hallado refugio. Entonces, la nena les dijo a los investigadores que comenzó a prostituirse a los 9 años, tras escapar de un hogar de menores, para obtener dinero con el cual comprar pegamento. La menor también sostuvo que el acusado de regentear la red de prostitución infantil tenía sexo con ella y solía administrar su dinero. Pero de sus dichos, y de los que sostuvieron otras menores, surgiría que la casa del viejo José era más bien un lugar de paso antes que de reclutamiento o encierro de las chicas, que al parecer se prostituían 'por su cuenta' en la calle. El hombre acusado de facilitar esa práctica sigue preso, mientras la policía busca a otras dos menores con paradero ignorado', dice el principio de la nota publicada por el diario.

En una curiosa genealogía de la prostitución infantil se dijo que: 'No se trata de chicas que sean reclutadas por José, sino que ya andan en la calle, se prostituyen desde chicas. Nadie las regentea ni las lleva a trabajar a un lugar cerrado. Y en ese deambular, la casa de José era un lugar común. Lo que sí declaran es que José manejaba la plata de las más chiquitas', confió una fuente policial.

Para Arévalo, responsable del Centro de Atención a las Víctimas de Delitos Sexuales de la Policía de Mujeres, indicó que 'ahí se juntaban y de ahí partían, cada una con sus horarios. Son chicas que se inician por su cuenta, que andan en la calle y ven en esto la posibilidad de ganar plata. Por eso creemos que por ahora es prematuro hablar de una red de prostitución'.

La nena de 10, admitió que a sus ingresos los manejaba el viejo: 'A José le damos plata para que compre comida, pero siempre nos caga'.

Un portavoz de la seccional 19ª indicó que los vecinos 'estaban al tanto de que José K. tenía el manejo del dinero de las menores. Dijeron que al lugar iban camionetas importadas que recogían a las chicas y las llevaban a otro lado. También dijeron que las chicas ejercían en un colectivo abandonado que está detrás de la fina de José K.', sostuvo la crónica de 'La Capital'.

14.000

14.000 parece ser un número importante.

ISO 14.000, por ejemplo, es una norma de calidad internacional para empresas y productos.

14.000 dólares cuesta una noche en el hotel Selva Negra, en el sur chileno.

14.000 son los documentos de identidad que nadie pasa a buscar por los distintos registros civiles de La Plata.

14.000 pesos es el costo de uno de los más apropiados mejoradores de computadoras en la Argentina.

14.000 kilómetros cuadrados es la dimensión del Delta del Paraná.

14.000 es el modelo de una excepcional, dicen los entendidos, cosechadora ideal para estos tiempos de la todopoderosa soja.

14.000 es el número de una ley uruguaya que protege a los trabajadores ambulantes y viajantes.

14.000 es el número de habitantes de varias ciudades argentinas, entre ellas Funes, llamada el jardín de la provincia de Santa Fe por las bondades de su clima.

Es evidente que el número 14.000 dice cosas importantes.

Pero distintas.

Sin embargo hay un 14.000 que se diferencia.

Hay 14.000 chicos entre los cero y cinco años que están desnutridos en la provincia de Santa Fe.

En la provincia que más leche produce en América latina y la segunda productora de carne, hay 14.000 chicos desnutridos.

Eso lo dijo el Ministerio de Salud y Medio Ambiente de la provincia a principios de junio de 2004.

Ese 14.000 debería ser el más importante de todos.

Debería...

Los chicos de Raquel Negro

Uno de los principales centros clandestinos de detención que funcionaron en la zona del Gran Rosario, fue la 'Quinta de Funes', ubicada sobre la intersección de calle San José y la ruta 9.

Decenas de personas pasaron por sus celdas e instalaciones. Allí se cocinaba el proyecto político de Leopoldo Galtieri de generar un partido propio con cuadros quebrados de Montoneros por medio de la tortura sistemática.

Todo funcionó hasta el 13 de enero de 1978 cuando se escapó en México Tulio Valenzuela.

A partir de ese momento, una treintena de personas fueron fusiladas, sus cuerpos envueltos y posiblemente llevados hasta las aguas de la Bahía de Samborombón, en la provincia de Buenos Aires.

En 1999 se informó que la Quinta de Funes servía de casa de fiestas de fin de semana.

Macabra pirueta de la impunidad.

Sin embargo hay un dato que merece ser investigado por la justicia de la democracia.

De acuerdo al testimonio de Jaime Dri, nudo del libro de Miguel Bonasso 'Recuerdo de la muerte', allí había mujeres embarazadas, entre ellas la santafesina Raquel Negro.

Algunos torturadores hoy en libertad sostienen que Raquel dio a luz una pareja de mellizos.

Una de ellos, según esos extraños testimonios, fue llevado hacia Buenos Aires por uno de los responsables militares del centro clandestino que funcionaba en Funes.

El hombre que dijo eso se llama Eduardo 'Tucu' Costanzo y hoy ya está procesado por la desaparición de doce personas, pero nadie, hasta ahora, le ha preguntado sobre el paradero de los hijos de Raquel Negro.

Los otros dos que saben algo son los también procesados Daniel Amelong y Jorge Fariña.

El juez federal Omar Digerónimo que los acaba de encarcelar debería profundizar su investigación para saber dónde están esos chicos.

Quizás algún policía copie los dichos de la jueza Rodenas.

'Tal vez se fueron por propia voluntad'.

Moisés en el barrio Las Flores

-El otro día hicimos un campamento con los chicos que vienen al jardín de infantes de la parroquia. Tres de los nenes no querían volver a sus casas. Estaban mejor en ese lugarcito que apenas les da algo de calor y no mucha comida. Se abrazaban a nosotros. No se querían ir. A veces no se si eso es bueno o malo -cuenta el cura Néstor Negri, sacerdote del barrio Las Flores, extremo sur de la otrora industrial ciudad de Rosario.

En 1989, el barrio se hizo tristemente célebre porque allí comenzaron los denominados saqueos.

Desde entonces la zona fue satanizada.

Todo aquel que decía ser de Las Flores era mal visto, sentenciado en el tribunal del sentido común impuesto por la hipocresía de la sociedad que acusa a los pobres de todos los males.

En 1996, una operación de prensa mostró que allí se comían gatos.

A partir de aquello, en todas las tribunas futboleras, los rosarinos fueron bautizados como 'comegatos'.

En barrio Las Flores viven más de treinta mil personas.

Viven como pueden, aferrados al sueño de conseguir un trabajo y ser felices sin molestar a los otros. Como sucede en la mayoría de los arrabales sudamericanos.

Pero aquella construcción mediática sirvió para que las minorías del odio instalaran una base de operaciones acorde a los intereses de los poderosos que se han quedado con lo que alguna vez fueron lugares populares.

El miércoles 16 de junio, María Nazareth Melgarejo, de 31 años, fue asesinada de un balazo en un lugar cercano al barrio Las Flores, pero que no está en su jurisdicción.

María atendía una granja en el barrio '17 de Agosto' bajo las órdenes de Oscar Lucero, dueño del negocio.

Lucero había atrapado a un asaltante unos días antes y luego vino la venganza.

'Fue un apriete de los matones de la barra de Newell´s', dijo el hombre.

Lucero fue durante catorce años integrantes de este grupo de tareas disfrazado de hinchas que hacen los trabajos sucios de los dirigentes que han quedado con uno de los pedazos grandes del alma colectiva rosarina.

Pero los vecinos del barrio dicen que la cuestión no es solamente un tema futbolero, sino de dominio territorial por la distribución de la droga.

El viernes 18 de junio, la vecinal convocó a una marcha en repudio del asesinato de María Nazareth, mamá de cuatro chicos, 'por haber denunciado a personas infames que se dedican a robar, vender drogas y matar inocentes', decía la consigna.

En una de las escuelas del barrio Las Flores, hay chicos ausentes desde hace viarios días.

Sus familias decidieron irse.

No por miedo a la mayoría de los habitantes del extremo sur rosarino, sino por miedo a las minorías socias del poder de los delincuentes de guante blanco que siempre necesitan empleados que ensucien sus manos de sangre.

-Cuando Moisés inició el cruce del desierto sabía que podía llegar a la tierra prometida en menos de dos semanas. Sin embargo demoró cuarenta años. ¿Saben por qué?. Porque los que recién partían de Egipto tenían la conciencia de los esclavos y reproducían los modos de los amos. Recién la generación de los hijos que nacieron en el desierto, libres pero fuertes, fueron los que llegaron. Así estamos nosotros, intentando salir del esclavismo. Con ganas de que nuestros hijos lleguen a la tierra prometida...-suele contar el cura Negri.

Cuando sucedió lo de María Melgarejo, el gobierno provincial ordenó una saturación de policías en el barrio Las Flores.

-Da la sensación que así no se solucionan los problemas. Hasta que no haya más trabajo y educación para los chicos y sus padres no habrá soluciones. Esto solamente favorece a esas minorías que crecen con el miedo -dijo Negri y siguió construyendo lugares calentitos para los pibes del barrio Las Flores, hoy devenido en una zona militarizada.

El grito

'C. siguió gatillando después de que la única bala de la Bersa 22 llenara la cara de su padre de sangre la mañana del 1° de junio. A los 17 años ella había acumulado demasiado temor, demasiada bronca, demasiada vergüenza y dolor como para dudar en ese momento de la decisión que había tomado poco tiempo atrás. El no volvería a violarla, si tenía que volver a poner el cuerpo para defender al resto de su familia, sería de otra manera; el silencio para C. ya era insoportable. Fabio Medina se recuperó rápido del impacto, pidió una toalla para secarse la cabeza, preguntó a su hija por qué y ordenó al resto de sus hijos que cerraran puertas y ventanas. En ese encierro él podía seguir reinando, como lo había hecho siempre, burlándose incluso de las denuncias que había hecho su esposa y hasta de la orden de exclusión del hogar que había dictado un juez para proteger a la familia. Total, sin el dinero que él aportaba 'y que controlaba hasta el último centavo' Silvia, su mujer, C. y los otros cuatro hijos de la pareja no podían sobrevivir. Por eso apenas se molestó cuando a la tarde, después de más de seis horas, llegó la policía gracias a que el varón de 14 pudo hacer una seña a una vecina para que la llamara. Medina dijo que estaba limpiando el arma y se había disparado involuntariamente. Silvia no lo contradijo, sólo C. se desesperó por contar la otra historia cuando la tozudez de una vecina la ayudó a detener a los efectivos que ya volvían a su rutina. Fuera de su casa, casi en la vereda, C. contó que ella había disparado, que estaba cansada de que su padre la violara y que por eso estaba dispuesta a enfrentar cualquier costo, menos el de tener que seguir soportándolo', contó con una exquisita sensibilidad y una mejor pluma periodística, Sonia Tessa, en el suplemento 'Las 12', el pasado 11 de junio sobre un caso ocurrido en la ciudad de Rosario.

'El disparo fue el gesto desesperado que siguió a una primera confidencia, como si después de haber puesto en palabras lo que venía sufriendo no hubiera vuelta atrás posible. C. habló con unos amigos a los que trataba como si fueran sus padres, en una casa vecina que servía como refugio para huir de a ratos del infierno. Ya hacía un tiempo que ella amagaba con contar un secreto. Pero sus amigos supieron sólo el día antes de que ella pasara al acto de qué se trataba eso que intentaba decir. 'Qué lindo sería tener un padre como tu marido, que no maltrata a sus hijas', se ilusionaba C. frente a Marcela, su amiga y vecina. Hasta que estalló y contó de los abusos sexuales que sufría. 'Me dijo palabras demasiado íntimas para repetirlas, me dio detalles sobre las cosas que el padre la obligaba a hacer', dirá Marcela después de que aquel disparo terminara con el único secreto. Porque que su casa era un infierno de violencia es un relato que se repite en el barrio. Que pidieron ayuda está acreditado por una resolución del 14 de abril del año pasado, cuando el juez de familia Manuel Rosas determinó la exclusión del hogar del hombre. Según cuenta Silvia, la madre de C., apenas si estuvo detenido en la comisaría 19ª. A los pocos días volvió, para seguir imponiendo su autoridad mediante el miedo. Por un lado, la amenaza económica. Con su trabajo en el taller de rectificación de automotores podía asegurar un pasar más holgado que el resto de sus vecinos. Pero la plata era de su potestad exclusiva. Igual que las órdenes y los golpes. Que nadie saliera, que esa semana nadie fuera a la escuela, que no tuvieran amigos, que C. no tuviera novio porque lo iba a matar, que ella se convirtiera en su dama de compañía los fines de semana y que no se le ocurra negarse porque él tenía la mano pesada. Y encima la manipulaba tratándola como si fuera su hija favorita', sigue la narración de Sonia.

Según las cifras oficiales de la provincia, tres de cada diez pibes menores de catorce años sufre algún tipo de violencia en Santa Fe.

Un tema que no aparece en ninguna agenda política ni institucional.

La denuncia de la piba que se cansó del abuso fue en la seccional 19ª, la misma que dejó dormir en sus cajones el desesperado pedido de las trabajadoras sociales que exigían la liberación de un par de nenas de diez y quince años.

Los únicos privilegiados, hace rato que son los primeros perjudicados en estas tierras atravesadas por la concentración de riquezas y el desprecio por lo humano.

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