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El futuro es de los piqueteros
Por Antonio Marín Segovia - Tuesday, Jun. 29, 2004 at 6:26 PM

Cuando un movimiento suscita tanto interés es por la sencilla razón de que es una organización potente, capaz de ofrecer alternativas reales a una situación de crisis enorme, imparable... Crisis que algunos olvidan que fue y es provocada por un sistema (el neoliberal) que condena a la pobreza, a la miseria, al hambre a grandes cantidades de personas, sin importarle para nada el derecho a vivir una Vida Digna...



El futuro es de los Piqueteros... por eso algunos (Grondona y La Nación...) ladran tanto, amigo Sancho...

http://www.esfazil.com/kaos/

Son las nuevas organizaciones sociales, algo mucho más que un simple colectivo de trabajadores desempleados, algo más que ciudadanos condenados a la nada... Es el movimiento piquetero una enredadera enorme, una nueva e incontrolable organización, que emerge ante la necesidad por SOBREVIVIR Y NO MORIR DE HAMBRE, conformada por miles mujeres y hombres, dada la brutal y obscena incapacidad probada y manifiesta de las organizaciones tradicionales (sindicatos, partidos...) para "saber" y "querer" canalizar con urgencia las problemáticas de una inmensa mayoría de excluidos en un país -sorprendente y contradictorio-, que puede alimentar a más de 300 millones de personas y que tiene una de las tasas de mortalidad infantil por desnutrición más elevada de América ...

El Movimiento de los Trabajadores Desempleados en Argentina representa, de forma clara y precisa, el hondo y enorme malestar social de grandes núcleos de la población, ciudadanos que carecen de lo esencial: trabajo, sanidad, educación, transporte, vivienda... Carecen incluso de esperanza, dado el alto nivel de corrupción institucional que padece Argentina desde que aceptaron ciertos militares uniformados y otros (Menem, Alfonsín, De la Rúa), seguir las recetas y consejos envenenados del FMI...

Por eso no debe extrañar que ciertos medios de intoxicación (destacados portavoces del genocidio militar y amigos de las mafias policiales, así como de los responsables de la destrucción del tejido industrial y productivo en la funesta y ominosa última Dictadura Militar), organicen indecentes campañas contra aquellos que nada tienen, contra aquellos que todavía tienen algo que se llama DIGNIDAD, esa dignidad que nunca han conocido ni pueden tener los Grondona, los Martínez de la Hoz, los Alsogaray, los Menem, los Videla, los Galtieri... Y los piqueteros, todos los desempleados tienen mucha Dignidad y deseos legítimos de ser protagonistas de su propia vida diaria como Ciudadanos Libres, como mujeres y hombres comprometidos.

Las nuevas redes piqueteras han demostrado una madurez y una responsabilidad que nadie puede negar. Sí. Nadie puede negar la importancia social, política, cultural, laboral que representa el movimiento piquetero, única organización estable y llena de iniciativas, propuestas y acciones contra el actual desorden económico, político, social, cultural, educativo... impuesto por un feroz y diabólico neoliberalismo.

Y si hay malestar en las corruptas clases medias, clases que han participado activa y directamente en la destrucción del tejido productivo e institucional (el diario La Nación es el pasado y actual portavoz de los golpistas, genocidas y responsables del expolio económico, humano y cultural de Argentina...) es, simple y llanamente, por la vibrante pujanza, fuerza y crecimiento que experimenta un movimiento único: el piquetero. Movimiento que se extiende de forma imparable por toda América y por países de Europa, ante la falta de respuestas limpias, horizontales y reales de las organizaciones convencionales (partidos, sindicatos...), organismos que tienen tantos vicios y tan perversos comportamientos que no ofrecen ninguna confianza al trabajador, al ciudadano de a pie.

Nadie puede negar la necesidad de contar con los Movimientos de Trabajadores Desempleados (conocidos popularmente como piqueteros). Le guste o no a la derecha y a los siniestros responsables intelectuales y materiales del genocidio humano y económico argentino, los piqueteros son una fuerza compacta, sólida, incontrolable y que evidencia la enorme falta de Justicia, Solidaridad y Libertad en una sociedad enferma de muerte, en un Estado secuestrado por las multinacionales extranjeras y custodiadas por antiguos represores y terroristas con uniforme... todo ello es fruto y consecuencia de un sistema neoliberal, de un ideario económico que vive gracias a las enormes corrupciones, perversiones y miserias que provoca e instala de forma sistemática y deliberada en el corazón de sus entrañas.

El único futuro es de aquellos que tienen la dignidad y el valor de caminar y exigir lo que por Justicia les corresponde. El futuro y el presente pertenece a los que luchan y han aprendido que para volar conviene saber andar, pisar firmemente el suelo en todo momento.

Hoy en día, los únicos que pueden evitar que Argentina, que toda América Latina y los trabajadores dejen de ser secuestrados y humillados son aquellos que se organizan y luchan al lado del Movimiento de Trabajadores Desempleados, conocidos popular y felizmente como PIQUETEROS.

Mis respetos y saludos a todos ellos, desde el mar Mediterráneo,


Antonio Marín Segovia
Cercle Obert de Benicalap
Iniciativas Sociales y Culturales de Futuro


Piqueteros: ¿consensuar soluciones o reprimir?

Por Enrique Oliva


28 de junio de 2004




Los piqueteros son el tema cotidiano obligado de todos los argentinos y, según La Nación, -Raúl Castells es la cara más visible de la TV. Este sistema criollo de protesta ha popularizado el término en todo el mundo.

Aquí se lo quiso minimizar desde sus comienzos hasta hace muy poco, asignándoles poca vida. Sin embargo día a día crece ese movimiento social en número (en especial jóvenes) sorprendiendo asimismo por su notable grado de organización y la contundencia de sus discursos.

Los medios de difusión se ven obligados a hablar de miles y miles, marchando disciplinadamente durante muchas horas. Además, se publica exagerada y enfermizamente demasiado sobre quejas de automovilistas por los cierres de calles (pero ninguno ha chillado al pasar los peajes sin demora y sin pagar), exigiéndose la vigencia de las leyes sobre libertades, sin excluir la libertad de morirse hambre o de frío.

La palabra orden se repite hasta el hartazgo, pero sin usar el término represión, porque nadie quiere pagar sus costos. No se piensa en las dimensiones del caos, o sea el desborde incontrolable de las masas en un país con más de la mitad de sus habitantes en la pobreza y una buena parte de ellos en indigencia desesperante. Pero sin nombrarla, se exige con eufemismos la represión. ¿Supondrá alguien que en caso de caos no correrán riesgos serios personas e instituciones? Seguramente que al día siguiente de ese comienzo, no tendremos medios de difusión posibles de ver, leer o escuchar.

Los métodos y demandas de los piqueteros también cambian. Ya no cortan tantas rutas, pero sus numerosos militantes se hacen notar como dueños y señores de las calles, sin competencia en ese campo de ningún otro tipo de corporación. Partidos políticos y sindicatos, sin poder de convocatoria, parecen no existir.

Los pedidos de los piqueteros, en sus últimas movilizaciones, han consistido en solicitar comida y libros escolares. ¿Es imposible acceder a ello, como un paso hacia soluciones más sólidas, aunque seguramente insistirán luego con otras justas demandas? Lo importante es ganar tiempo hasta llegar a mejores remedios sociales. Algunos grandes supermercados han hecho acuerdos, fijándoles cuotas que no significan desastres en sus economías, evitando así destrozos y saqueos, pues el hambre no espera.

Cuando los piqueteros reaccionan contra la multinacional inglesa Repsol-YPF (si, inglesa, no española) están poniendo en evidencia la antipatía de todos los argentinos por sus abusos y ganancias usurarias. Esa empresa castiga con sus altos precios en especial a los más pobres, a los consumidores de gas envasado, porque las distribuidoras de ese combustible no han invertido en más redes domiciliarias de poco rendimiento, pero gananciosas al fin.

Cuando los piqueteros toman estaciones de ferrocarriles que no cumplen con los servicios y exigen más subvenciones, están mostrando el sentir de millones de argentinos estafados y con ello han influido en la anulación de concesiones. Si escrachan a los ladrones bancos extranjeros están expresando la bronca de los ahorristas estafados. Si dicen -no pagar la deuda externa con el hambre de la gente y amenazando con reaccionar, están apoyando al gobierno a mejor negociar con los usureros bonistas internacionales, cosa que no hace la clase política argentina.

También los piqueteros escrachan a otros símbolos detestables como el FMI al entrar ¡horror! al vestíbulo del Sheraton.

Al manifestarse los piqueteros frente a la embajada yanqui, en número de 10.000 (según La Nación), han puesto en evidencia, como ocurre en todo el mundo, la repulsa por la arbitraria ocupación de Iraq.

Los 7 disparos que asesinaron a Martín Cisneros, activista seguidor de Luís D’Elía, generó la indignada reacción de ocupar una comisaría de La Boca, a cuyos miembros implican en el crimen. Para colmo, allí encontraron fotos, entregadas a un juez, de policías en orgía con prostitutas.

En la televisión vimos el sepelio de Martín Cisneros, que dio lugar a la solidaridad y condena de todos los grupos piqueteros, antes enfrentados. Hoy este tema, que no incluye aquí, desplazó a segundo término en los medios al importante viaje presidencial a China.

El piqueterismo criollo ya tiene contactos con similares de otros países del continente, en especial los movimientos indigenistas (que en Bolivia lincharon a un alcalde corrupto) y los activos sin tierra brasileños. Mientras, aquí la justicia despoja inconstitucionalmente a humildes poblaciones originarias, a favor de terratenientes extranjeros.

Los cambios se producen por medios violentos, ha afirmado Raúl Castells y debe tenerse en cuenta. No demoremos el comenzar a dialogar, sin cerrar puertas a la esperanza de soluciones. Es la tarea más apremiante del momento. Es muy urgente y de todos, sin empujar a una represión que llevaría a un caos sangriento de impredecibles consecuencias.

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