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Cómo escribe La Nación
Por Fernández Semi - Wednesday, Jul. 14, 2004 at 8:01 PM
fernandoatwork@yahoo.com

Algunos truquillos que usa La Nación para dar el significado que ellos quieren a las cosas, y cómo divertirse un poco leyéndolo. Recomiendo www.diariosobrediarios.com.ar a tuti cuanti.

Si se lee una edición de La Nación en cierto detalle, se notará que la intención clara es la de aduañarse de significados. Se trata tenazmente de imponer un significado a un hecho, a un actor político, o a una palabra. Esa es una de las intenciones que se pueden percibir, y para eso se utilizan adjetivos antes o después de la cosa a la cual se le quiere imponer el significado. El significado además siempre está asociado a un grado de legitimidad. En criollo: decir “violencia piquetera” es desacreditar a los grupos de desocupados y despersonalizarlos. No hay violencia buena, así que la violencia piquetera debe ser mala. Como queremos que la gente crea que los piquetes son violentos, decimos eso, y la gente lo cree. Por eso nunca dicen la “violencia de la desigualdad social,” sino el “fenómeno de la desigualdad social.” Por eso no dicen “leyes de impunidad” sino “leyes del perdón.” Perdonar es bueno, así que son leyes del perdón. Somos cristianos, perdonemos. Somos argentinos, no permitamos que ningún juez español se meta en nuestros asuntos. Los desocupados hacen piquetes, llamémoslos piqueteros. No digamos que hubo un corte de calles por parte de desocupados. Digamos “otra vez, la violencia piquetera.” Nunca, por ejemplo, “la violencia de la empresa,” o “la violencia militar.”
Otra forma de hacer esto es juntando en el mismo párrafo (u oración), dos hechos o cosas que no tienen conexión lógica alguna entre sí. Sin embargo, el resultado claro (y la intención) de esto es que el lector establezca sin darse cuenta la conexión en realidad inexistente. “Ola de inseguridad” es un término lo bastante ambiguo como para incluir ahí cualquier cosa que me de miedo. “Continúa la ola de inseguridad” y abajo algo así como “Hubo dos asaltos en capital, un intento de secuestro en Quilmes. Otra vez caos de tránsito por los piqueteros.”
En las editoriales, las contradicciones y barbaridades que se dicen se tienen que rodear del contexto adecuado para tener cierta credibilidad. Así, la mayoría de los columnistas apelan a las citas. Esto está explicado de una forma muy divertida en Don Quijote. El amigo del autor le recomienda poner al principio algunas citas inventadas que parezcan muy importantes, total, nadie va a ir a revisar los libros a ver si son verdad, y le dan un aspecto intelectual y serio al texto, un aire de irrefutable que es imprescindible cuando se están escondiendo contradicciones, cuando se están omitiendo las partes más importantes, y se quiere imponer, aún así, un significado específico a cosas que tienen otro muy distinto. Fíjese el lector, cuando encuentre un ejemplar de La Nación usado (¡por favor no lo compren!), que las referencias históricas (de la historia que aparece en la Enciclopedia Británica) son abundantes y que además, en cuanto más importantes suenen, mejor. Abundan las referencias a “los griegos”, a “el general tal o cual, antes de ganar la batalla tal”, “decía tal que nunca…” y así sucesivamente. Por supuesto que para cada uno de esos nombres y citas se pueden encontrar otros nombres tan o más importantes que dijeron exactamente lo contrario. Pero eso no lo dicen.
Esto me lleva al otro y por ahora último mecanismo que usan los “doctores” de La Nación. Este mecanismo, el más común, el más efectivo y el más usado por todos los medios, es el de la lisa y llana omisión. Cuando algo no les gusta lo suficiente, lo omiten en sus títulos, si se puede, claro.
Tengo un amigo que lee La Nación. Por supuesto que lo hace sabiendo la clase de gente que son, el derechismo que los mueve. Por eso lo lee con un cierto espíritu crítico, que no le resulta fácil a mi entender. Así, cree que ve en lo que ve todas las intenciones y las mentiras que se dicen, todas las intenciones y todo el derechismo salvaje que son. Pero no lee nada más. Así, está absolutamente imposibilitado de saber qué pasa, además de lo que La Nación quiere que veamos que pasa. Así, no sabe lo que es un Foro Social, ni cuántas personas participan en él. No sabe que se legaliza el matrimonio homosexual en otros países, que el derecho al aborto es reconocido e intocable en muchos países que ellos mismos llaman desarrollados. Así con miles de cosas cada día. A cada momento. Cada espacio que dan a algo es un espacio que niegan a otro. Cada palabra elegida es mil palabras dejadas fuera.
Un sitio que me han mostrado últimamente y que resulta instructivo e interesante respecto de la manipulación mediática, sobre todo de los diarios en argentina, es http://www.diariosobrediarios.com.ar y se lo recomiendo a todos.
Que lo disfruten.

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