Entre la economía y la política
Por Revista En Marcha 211 - Thursday, Jul. 15, 2004 at 2:21 AM
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ENTRE LA ECONOMIA Y LA POLITICA Las cifras de la economía que aparecen en los últimos días respecto al primer semestre de 2004, marcan algunas tendencias que probablemente se mantengan en el segundo. Las características principales de éstas son: 4 Un crecimiento de la economía en el 2004 que oscilará en el 6-7%. 4 La creación a lo largo del año de unos 900.000 nuevos puestos de trabajo. 4 Un crecimiento de las exportaciones de 10-15% 4 Una distribución del ingreso desigual: el 20% de la población más rica recibe el 53% del ingreso, mientras que el 20% más pobre recibe sólo el 4% del total. 4 Un superávit fiscal por encima del 3% acordado con el FMI, que abrió una importante puja entre diversos sectores por apropiarse del excedente. 4 Un proceso de negociación de la deuda pública con los poseedores de bonos, y con los organismos financieros internacionales cuyo resultado condiciona todo el curso futuro de la economía.

La continuidad del crecimiento de la economía en un ritmo más que aceptable, además de dejar sin argumentos a los voceros del neoliberalismo paleolítico, que imaginaron escenarios apocalípticos con el dólar a 20 pesos y una hiperinflación galopante, muestra con toda claridad la posibilidad y la necesidad de continuar y profundizar el camino emprendido. Camino que hasta ahora pasó por la utilización de la capacidad instalada que había dejado ociosa la recesión de los cuatro años precedentes. A lo que hay que agregar el aprovechamiento de un escenario propicio para las exportaciones argentinas, incentivadas por algunas variables positivas en el mercado internacional, y favorecidas por la devaluación que les permitió superar la histórica barrera del 10% en su participación en el PBI, llevándolas a un 23-24%.



Límites y necesidades

El crecimiento asentado casi exclusivamente en estas dos variables empieza a encender algunas luces amarillas, que pueden tornarse rojas en el primer trimestre del año entrante de no mediar algunas iniciativas indispensables de parte del gobierno. La capacidad instalada está llegando al tope de su utilización, por lo que es indispensable la apertura de un proceso de inversiones para lo cual deben incentivarse aquellos sectores que estimulen el empleo y el consumo como la construcción y la industria. Difícilmente el crédito necesario provenga de una banca privada fuertemente monopolizada y extranjerizada, por lo que el rol del Estado, tanto en la promoción de obra pública, como en la apertura de líneas de crédito es impostergable.
El descenso en los índices de desocupación como consecuencia de la incorporación de nuevos puestos de trabajo en el curso de la recuperación de la economía, no alcanza para revertir los índices de pobreza y desigualdad. Esto es así porque la mayor parte del empleo que se genera es con muy bajas remuneraciones, no registrado, y por lo tanto fuera de la protección de las ya “flexibilizadas” leyes existentes. Es indispensable continuar incentivando la creación de empleo, a la vez que encontrar mecanismos para elevar sus ingresos, ya sea mediante aumentos directos de sus salarios nominales; como indirectos, mejorando la deplorable situación de los sistemas de educación y salud. Por ejemplo en este último caso, los relevamientos más conservadores indican que es cada vez mayor el porcentaje de la población que no tiene la más mínima cobertura.
En el comercio exterior nada hace prever bruscas reducciones de las exportaciones que hasta ahora son puntales en los volúmenes alcanzados. Los comodities agropecuarios, el petróleo y sus derivados, mantendrán una demanda sostenida. Pero hay que buscar nuevos rumbos que permitan incorporar productos con mayor valor agregado, y a sectores de la pequeña y mediana empresa al club de los exportadores, rompiendo la exclusividad del pequeño grupo de monopolios, muchos de ellos filiales de transnacionales, que siguen dejando sus ganancias en el exterior. Para esto hay que buscar sortear la trampa del “libre comercio” que nos imponen propuestas como el ALCA o las actuales negociaciones UE Mercosur, intentando caminos que fortalezcan la relación en la región, como varios de los acuerdos firmados recientemente con Venezuela. Sin estos elementos el comercio exterior seguirá siendo una herramienta de concentración de la riqueza, y no llegará a convertirse en un canal de incorporación de recursos genuinos puestos al servicio del desarrollo nacional.
En la negociación sobre la deuda externa arrecian las presiones de los organismos multilaterales como el FMI, el BM, o el BID, que además de cuidar celosamente el cobro de las cuotas comprometidas, tratan de imponer condiciones que impidan que el excedente proveniente de la recaudación impositiva, se dirija a hacer crecer sectores de la economía que entran en colisión con los intereses de los monopolios que representan. Para ello buscan no sólo bajar la quita del 75% ofrecido a los bonistas, sino que apoyan el reclamo de éstos de un pago al contado durante este año, lo que de llegar a concretarse, serían mas recursos sustraídos a las inversiones en obra pública, salud, educación, etc., retrasando el crecimiento y la perspectiva de redistribución de ingresos.
Y asumiendo la representación directa de las transnacionales que se quedaron con los servicios públicos y con nuestros recursos naturales estratégicos, exigen que se les concedan aumentos de tarifas, para que empiecen a recuperar parte de la renta que perdieron de ganar en este período de crecimiento de la economía.

Transformaciones y relación de fuerzas

Reforma del regresivo sistema impositivo para gravar a los que más tienen y aliviar la carga sobre los pobres; reestructuración del sistema de jubilaciones para recuperar el ahorro de los trabajadores argentinos; suspensión del pago de la deuda externa e instrumentación de una auditoría que discrimine sobre su legalidad y legitimidad; control y recuperación por parte del Estado de los servicios públicos y de los recursos estratégicos; son algunas de las bases indispensables para la concreción de cualquier proyecto que busque fortalecer la dignidad y la soberanía nacional.
Los aún incipientes pero importantes pasos dados por este gobierno en esa dirección, han sido una de las causas de los fuertes crujidos producidos en su relación con los “aliados naturales” de sus primeros meses en el poder, y de los ataques directos y desembozados de una derecha desprestigiada, que por ahora sólo puede actuar a través de intermediarios como Blumberg, o accionando vía boicot de los servicios públicos, o impulsando acciones de distinto tenor desde la policía y/o afines (secuestros, ola de delitos varios, ahora el asesinato de militantes populares, etc.). Desde el duhaldismo a los grandes multimedios de prensa, pasando por la cúpula de la Iglesia y la de los partidos tradicionales como el radicalismo en sus distintas variantes –Alfonsín, Carrió, López Murphy- , para no mencionar a los voceros mas calificados de la derecha, hacen fila para fustigar al presidente, algunos instándolo a volver al redil, otros directamente convocando a pasar a una oposición mas activa.
Hay una relación directamente proporcional entre la fuerza política popular acumulada y la posibilidad de avanzar en el camino de transformaciones mas profundas. Camino que no sólo no será fácil, sino que se irá transitando de una manera gradual y en el marco de múltiples contradicciones, de la misma manera que se van cumpliendo diversas etapas en el proceso de acumulación de fuerzas. Los programas a seguir que se proponen desde distintos sectores para cumplir con estos objetivos, son variados. Los hay buenos, malos, realistas o desfasados. Pero ninguno de ellos podrá pasar de un buen ejercicio intelectual, para llegar a ser tomado ya sea integral o parcialmente, como una herramienta de cambio, si no avanzamos entre todos en la construcción de la fuerza política capaz de apuntalar el conjunto del proyecto que hoy encabeza el presidente Kirchner, fortaleciéndolo mediante un proceso de participación y movilización que ponga en el centro del debate político nacional las necesidades de las mayorías nacionales y populares.

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