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SANTUCHO: BANDERA DE LUCHA, SEMILLA DE VICTORIA
Por Marabunta -Izquierda Revolucionaria- - Monday, Jul. 19, 2004 at 6:38 PM
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1976 - 19 de julio - 2004

SANTUCHO: BANDERA DE...
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SANTUCHO: BANDERA DE LUCHA, SEMILLA DE VICTORIA

La relación entre la incidencia que tienen los individuos dentro del contexto histórico tiene muchas páginas escritas. Es cierto que son las condiciones materiales las que determinan la conciencia, que cada época enmarca el desarrollo individual, tanto como que son determinados sujetos los que alcanzan a condensar en toda su magnitud las potencialidades de un período. En este sentido Mario Roberto Santucho es a la vez una cabal expresión de una etapa crucial de la lucha de clases en nuestro país, y parte de una dirección que supo catalizar la voluntad revolucionaria de miles de trabajadores detrás del proyecto socialista.
Corría la segunda mitad de la década del ’60. Las mayorías populares continuaban proscriptas, y en ese contexto democracia y dictadura eran dos envolturas alternativas con que las clases dominantes profundizaban el sojuzgamiento al pueblo. El peronismo se debatía en sus contradicciones sin superar su esencia nacionalista burguesa y la izquierda tradicional consolidaba su carácter gorila, contando en el PCA a la expresión más acabada de la degeneración de la Tercera Internacional en América Latina. En ese sentido el PRT, junto a otras organizaciones, expresaron la constitución de una nueva izquierda, caracterizada por su firmeza ideológica y una decidida intensión de llevar a la practica las posiciones sostenidas. El PRT, OCPO, el PCML, las FAR, entre otras, tenían en común la profunda coherencia entre el decir y el hacer. Fueron años de febril agitación política y de lucha en las calles. El clasismo nacía desde las entrañas del proletariado industrial para alumbrar una dirección revolucionaria, que en la década siguiente encontraría su punto más alto en las coordinadoras fabriles. Desde el Cordobazo al Rodrigazo, estas organizaciones protagonizaron el escenario político y fueron un factor importante en la lucha de clases. Como sabemos la experiencia quedaría trunca y con el inicio de la dictadura se terminaría de consolidar una derrota cuyos efectos aun sentimos.
El 19 de julio de 1976 caía tras una dura resistencia en un departamento de Villa Martelli, junto a Benito Urteaga, Domingo Mena, Liliana Delfino y Ana María Lancilloto. En este sentido, hablar de la vida de Mario Roberto Santucho es abordar su proceso militante, pero más aun del desarrollo de las organizaciones revolucionarias que impulsó, centralmente el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Recordar a Santucho entonces, es alzar bien alto la memoria de los miles de hombres y mujeres que abonaron con su esfuerzo y su sangre los sueños de una patria obrera y socialista. Esta no es una biografía ni una historia del PRT; apenas un sincero homenaje: Santucho, Urteaga, Mena, Delfino, Lancilloto y los miles de combatientes caídos... Presentes!

Mario Roberto Santucho, el Roby, nació en Santiago del Estero un 12 de agosto de 1936. Hijo de un procurador judicial y una maestra, desde muy joven abrazó la causa popular. Primero con una fuerte impronta nacionalista e indigenista, y desde allí se fue encontrando teórica y prácticamente con las vertientes marxistas. De aquellos pasos iniciales, allá por julio de 1961, había surgido el Frente Revolucionario Indigenista y Popular -FRIP- Allí confluían las concepciones americanistas y antiimperialistas –con una fuerte influencia del pensamiento del peruano Haya de la Torre– con reivindicaciones indigenistas que traían varios compañeros, principalmente su hermano Francisco. Bajo el influjo de la Revolución cubana, el Roby ya se había orientado a las ideas socialistas y concebía tarea primordial la construcción de un Partido Revolucionario. De ahí su constante preocupación por establecer vínculos con organizaciones hermanas, de emprender caminos de unidad.
Su militancia, ya desde sus primeros pasos de Contador, estuvo ligado al proletariado azucarero, principalmente tucumano, que desde la Federación Obrera de Trabajadores de la Industria Azucarera (FOTIA) disputaba una dura batalla por el trabajo y el salario y en contra de la concentración monopolista de los grandes ingenios de Salta y Jujuy. En esa experiencia se forjó una sólida relación con un pequeño grupo trotskista dirigido por Nahuel Moreno –Palabra Obrera– que en sus orígenes se desarrollaron como “tendencia revolucionaria” del peronismo, a través de la táctica del entrismo.
De este vínculo nacería en 1965 el Partido Revolucionario de los Trabajadores –PRT- sobre la base de tres puntos acordados: aportar a la construcción de un Partido Revolucionario, orientarse a la clase obrera como vanguardia de la revolución, e iniciar las tareas con vistas al comienzo del desarrollo de la lucha armada. Sin embargo los acuerdos tendrían corta vida, y las desavenencias llegarían, como suele suceder, por la vía de la práctica. Es sabido que se pueden firmar programas y declaraciones de cuarenta puntos que chorreen sangre sin demasiados problemas; pero en cuanto de eso se pretende desprender la más mínima tarea surge la hecatombe. La primera ruptura sobrevino en el IV congreso, consagrando dos organizaciones escindidas: PRT La Verdad (morenista) y PRT El Combatiente (encabezado por Santucho). Sin embargo el grupo de Nahuel Moreno rápidamente abandonaría la referencia para fundar junto a un sector del Partido Socialista Argentino el Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Por su parte, en el PRT la delimitación terminaría de consagrarse en el V congreso con el alejamiento de un sector centrista; la consecuencia organizativa de dicho congreso fue la fundación del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
El testimonio político e ideológico del IV congreso fue el documento “El único camino hacia el poder obrero y el socialismo”. Allí se intentó poner las bases de una estrategia de poder para la revolución proletaria argentina. En el plano ideológico intentó una síntesis heterodoxa entre el trotskysmo, el maoísmo y el guevarismo como una forma de lograr el pleno retorno a las fuentes leninistas. Ubicó a la clase obrera como sujeto revolucionario hegemónico, y como un sector principal de vanguardia al proletariado del noroeste. Por otra parte anunciaba la inviabilidad histórica de una revolución a caballo de un alza de masas, a partir de un movimiento insurreccional espontáneo. Por el contrario afirmaban el carácter estratégicamente planificado de la toma del poder, donde el desarrollo de la esfera político-militar, incluyendo la construcción y desarrollo de fuerza propia, no podía abandonarse a las vísperas de la revolución.
Sin embargo la polémica con el morenismo fue profusa y no se centraba únicamente en el plano político militar. Ya en los primeros pasos del PRT se fueron evidenciando grandes diferencias en cuanto al abordaje de la clase obrera y al tipo de partido a construir. Un sector importante del partido comenzó a cuestionar el sindicalismo economicista que encarnaba el morenismo. Así se lo cuestionaba en el documento del IV Congreso: “La forma incorrecta con que se ha venido planteando el problema del poder, no es otra cosa que un planteo sindicalista, "adornado" de insurreccionalismo y espontaneísmo. No extraño entonces que nuestros cuadros crean que el sindicalismo es todo, que la política es propagandismo pequeño burgués, y que las pretensiones de elaborar una estrategia de poder y lucha armada, en esta época en que no hay luchas sindicales, es "putchismo".


No es extraño tampoco, si creemos "que el triunfo de una interna puede provocar el reanimamiento de toda la clase" y ese reanimamiento llevar a la huelga general insurreccional que derrocará al gobierno en cuatro días, si teníamos en mente esta caricatura sindicalista del marxismo, que nuestros cuadros quisieran convertir a cada fábrica, a cada conflicto, en un pequeño Vietnam, apareciendo como marcianos ante los obreros y convirtiéndose frecuentemente en los "mariscales de la derrota" del movimiento obrero; ya que en aras de la heroica lucha contra el "putchismo" caímos frecuentemente en el vulgar putchismo sindical, que determina que, lugar donde nuestro partido dirigió un conflicto en los últimos años, sea lugar donde los activistas siguieron el camino del despido”.
Gran parte de la polémica se la podría completar con el siguiente párrafo, perteneciente a las resoluciones del V Congreso: “La estrategia morenista suponía que el proceso revolucionario comenzaría por una huelga triunfante o una serie de huelgas triunfantes (un alza) que seguidas por una huelga general culminaría en una insurrección de masas para cuya victoria al menor costo posible y con garantía de revolución profunda era necesaria la dirección del Partido proletario Revolucionario. Suponía que las masas espontáneamente se orientarían hacia el programa del Partido y aceptarían su liderazgo. Que las Fuerzas Armadas de la burguesía se disgregarían al embate de las masas y que el triunfo de la revolución sería un proceso rápido e incruento. Soñaba con una revolución “antiséptica”, sin ese ingrediente horrible de muertos y heridos, triunfante en base a habilidad política. Para él, el ejemplo era la Revolución Rusa (octubre), con menos muertos y sin la guerra civil que le siguió... Esta idea originó la mentalidad tímida que en todo ve grandes peligros, retrocede ante los riesgos, considera al menor movimiento positivo una aventura y al magnificar los golpes recibidos no atina a contestarlos y es apabullado por ellos”.
A partir del V Congreso se inició el período más activo y fructífero en la vida del partido. La agudización de la lucha de clases orientaba la confrontación al plano de la violencia revolucionaria. Así fue que la dirección del PRT se encargó de plasmar en orientación práctica todo aquello cuanto habían definido en los congresos precedentes. La premisa era que una vez abierto un período pre-revolucionario en el país, no podían esperarse que todas las condiciones estuvieran dadas para involucrarse en dicho proceso. El planteo era que un partido que se pretendiera revolucionario debía construirse y templarse al calor de la lucha. En ese sentido el rol de vanguardia debía jugarse en todos los planos, inclusive en el militar. Así fue que se profundizó la orientación hacia la clase obrera, se comenzó a estructurar el partido en las grandes fábricas, se construyeron distintas instancias de masas para organizar y contener a un movimiento obrero y popular que se volcaba masivamente a la lucha. Y simultáneamente se comenzó a trazar prácticamente el camino de la lucha armada. Fue este impulso el que llevó a miles de trabajadores, pobladores, estudiantes a integrarse a sus filas. Así el PRT pasó a constituirse en el eje dialéctico de la construcción revolucionaria en el país. Sin dudas errores propios y aciertos del enemigo, y particulares circunstancias de la lucha de clases obturaron este camino y tras el reflujo de masas iniciado en 1975 el PRT inició su proceso de declinación, que la caída de Santucho y parte del Comité Central aquel 19 de julio transformaría en desarticulación.
Como el objetivo de estas líneas no es realizar un balance exhaustivo de la experiencia del PRT no nos detendremos en analizar en profundidad aciertos y errores. Sí rescatamos su esfuerzo por poner sobre el tapete la cuestión del poder y comenzar a delinear prácticamente una estrategia en ese sentido, cuando lo que primaban eran concepciones reformistas, etapistas o espontaneístas. Reivindicamos la orientación efectiva hacia la clase obrera, logrando insertarse y referenciarse en importantes fábricas y sectores de la clase. Valoramos los embriones de organizaciones de masas como el Movimiento Sindical de Base o el Frente Antiimperialista por el Socialismo. En ese sentido no compartimos las lecturas que lo ubican en una concepción foquista. Es cierto que hubo tensiones militaristas, tanto en su primera etapa cuando el accionar militar eclipsaba el desarrollo político, como en la última cuando sin eclipsarla adquirió cierta autonomía. Sin embargo cuando la lucha asumía niveles crecientes de violencia el PRT asumió el desafío por intentar darle un cause político y organizativo definido por su estrategia de poder, mientras la gran mayoría sucumbía al pacifismo o el espontaneísmo.
Pudo haber habido lecturas lineales de la evolución de la lucha de clases, insuficiente consolidación ideológica, sobrevaloración de la propia fuerza o subestimación del enemigo, errores de apreciación en las caracterizaciones, sobredimensionamiento del plano militar en momentos en que hubiera sido prioritario el fortalecimiento del movimiento de masas como sólida retaguardia. Todo esto es discutible. No obstante creemos que el PRT significó el intento más serio por construir una alternativa revolucionaria en el seno de la clase obrera, plasmada orgánica, política y programáticamente; a pesar de su corta vida. Claro que este rescate histórico no pretende redimir errores o proteger íconos. Por el contrario sigue vigente la necesidad de un balance histórico, ya que lamentablemente no se pudo procesar dentro del partido como para incorporar su resultado a la experiencia histórica. Con un gran hueco de fondo, producto de la desaparición física de miles de cuadros militantes, esa tarea descansa en la recuperación histórica que podamos hacer las nuevas generaciones de militantes junto a aquellos compañeros que siendo protagonistas de aquellos tiempos aun apuestan a la construcción revolucionaria.
Por lo pronto, lejos de la fetichización de la historia, de la traslación mecánica de experiencias, desde Marabunta Izquierda Revolucionaria pretendemos recuperar lo mejor de la tradición revolucionaria. En ese sentido, sin ser el único, el PRT es un mojón ineludible en nuestra historia reciente en el cual nos referenciamos. En el mismo sentido reconocemos otras experiencias de nuestro país y Latinoamérica. Muchas son las organizaciones que con mayor o menor desarrollo y trascendencia han dejado su huella. Así, sin calco ni copia, esperamos aportar a la reconstrucción de una alternativa obrera y popular, sin auto proclamaciones, sabiéndonos ni más ni menos que un destacamento o núcleo constructor que apuesta a confluir y fusionarse con otros destacamentos y con miles de trabajadores y trabajadoras que se van incorporando a la lucha. Sin renunciar a nuestro pasado, abonando el presente de lucha y proyectando un futuro de victoria. Por nuestra clase, con la bandera de nuestros caídos en alto, Hasta la Victoria Siempre!
MARABUNTA –IZQUIERDA REVOLUCIONARIA–
19 de julio de 2004

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Que paso??? Antifoco Tuesday, Jul. 20, 2004 at 8:52 PM
SANTUCHO VIVE Licenciada Alicia Villoldo-Botana Tuesday, Jul. 20, 2004 at 3:37 PM
??? Roman Tuesday, Jul. 20, 2004 at 10:35 AM