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LOS 28 DIAS QUE CONMOVIERON AL CORDÓN INDUSTRIAL
Por reenvío la fogata - Tuesday, Aug. 03, 2004 at 5:56 PM

Entre el 26 de julio y el 22 de agosto de 1974 se desarrolló en Petroquímica Argentina SA una experiencia que permanecerá imborrable en la memoria de los trabajadores petroquímicos: la toma de fábrica y el control obrero de la producción. A treinta años de aquel acontecimiento desarrollado en la planta de Puerto General San Martín, el eslabón dialogó con protagonistas del control obrero, Armando Marchiol, José Luis Poles, Juan Venanzi y Juan Dowling

Martín Escobedo
El Eslabón
La Fogata



De la toma de fábrica al Control Obrero. El 26 de julio de 1974 el concesionario del comedor de Petroquímica Argentina SA (Pasa), que estaba tercerizado, agredió a uno de sus empleados. La respuesta fue inmediata, los dirigentes sindicales y los delegados exigieron a la patronal la expulsión del concesionario y la incorporación a planta permanente de los trabajadores del servicio. El ex petroquímico Juan Venanzi, relata que la persona agredida "era un compañero que nosotros veníamos fogoneando para que fuera delegado de sección".
La empresa hizo caso omiso al pedido de los laburantes, que ante la negativa, no dudaron en convocar a una asamblea para definir medidas al respecto.
La situación política nacional en 1974 no era nada favorable para aquellos sindicatos clasistas, democráticos y antiburocráticos como el de los Obreros y Empleados Petroquímicos Unidos (Soepu). La muerte de Perón en julio, la asunción de su esposa Isabel, el recrudecimiento del accionar de los grupos parapoliciales (Triple AAA), el fortalecimiento de la burocracia sindical, y el regreso del peronismo de derecha a los puestos de gobierno, luego de la denominada "primavera camporista", marcaron un estado de situación particularmente crítico.
Juan Dowling, laburante petroquímico en ese entonces, apunta: "entrar en medidas de fuerza que repercutieran en la producción, implicaba un desafío al gobierno, y a la burocracia sindical nacional que ya nos tenía entre ojos por no estar dentro de sus cuadros y considerarnos rojos".
En la Asamblea de fábrica que se desarrolló ese 26 de julio del ’74, en el galpón de mantenimiento, un compañero de base planteó: "Hagamos lo de siempre, dejar que la planta siga produciendo, ella se encarga de que las cosas continúen, es sólo tener un poco más de cuidado, de hacer las cosas de tal forma de demostrar a la empresa y a la sociedad que los obreros somos capaces con nuestras propias manos de gestionar las fábricas".
Fue entonces que se precisaron las características de la toma y el control obrero:
1- La producción sería gestionada por los trabajadores
2- Se permitiría la presencia de jefes, capataces y supervisores, permitiéndoles la libre circulación, para evitar denuncias penales
3- La comercialización de los productos terminados, quedaría a cargo de la patronal
4- La seguridad de la planta, en manos de los trabajadores.
La decisión fue que las demandas plateadas se mantendrían hasta tanto no se cumpla con los reclamos de los trabajadores. Se exigía a la patronal:
1- La expulsión inmediata del concesionario del comedor
2- Que Pasa se haga cargo del mismo
3- Que todos los obreros contratados para el comedor y la limpieza pasen a conformar la planta permanente de Pasa
4- Que el beneficio de la comida se extienda al personal de las oficinas de Rosario.
Además, entre los reclamos, se sugería al Gobierno Nacional que se interese por la nacionalización de esta importante fuente de riqueza".
Los representantes patronales, los jefes y demás personal jerárquico fueron "invitados a permanecer en los lugares de trabajo", pero teniendo en cuenta que sus funciones habían caducado.
Dowling recuerda que se permitió el acceso del personal fuera de convenio. "Los jefes y supervisores podían circular libremente, previa requisa en la entrada, cosa que irritaba sobremanera a algunos cascos blancos’".
José Luis Poles, miembro de la Comisión Directiva del Soepu por aquellos años, asegura que la idea de la nacionalización fue discutida y ampliamente polemizada.
Control obrero. En Asamblea se definió el modo en que sostendría la toma de Pasa: a través de Comités se garantizaría el control obrero de la planta. Según Juan Venanzi, "todos estos hechos se fueron dando por la horizontalidad del poder, los Comités no sólo se formaron porque lo planteaba la Comisión Directiva sino porque lo ansiaban los trabajadores de fábrica".
Se creó el Comité de Lucha para sostener la toma; el de Producción se encargaba de garantizar el normal desenvolvimiento de la actividad en la fábrica; el de Vigilancia debía mantener la seguridad en el interior como en el perímetro de la planta; el de Abastecimiento y Servicio de Comedor, provisiones y comida y el Comité de Prensa y Propaganda, debía mantener permanentemente informados a los compañeros y a la opinión pública, del transcurrir de los acontecimientos.
Los jefes de sección, que eran elegidos democráticamente en asambleas por sectores (Mecánica, Operaciones, Instrumentos, otras), desempeñaban tareas de jefatura sin abandonar su anterior labor específica. "En las elecciones no sólo se tenía en cuenta la capacidad profesional del compañero, sino también las condiciones morales y el alto grado de compañerismo", relata Poles.
Además, todos los puestos, podían ser renovados total o parcialmente. Se dejaron de realizar los trabajos insalubres e inseguros, aunque en ocasiones especiales se realizaron con todas las precauciones y normas de seguridad preventivas. Las tareas ingratas necesarias fueron efectuadas alternativamente por distintos trabajadores.
En Pasa, la participación en las decisiones se maximizó y se tuvo presente la salud del personal y de las poblaciones aledañas. Para ello, se trató de evitar la contaminación ambiental y la eliminación de desechos industriales en las aguas del río Paraná.
El triunfo. El 22 de agosto de 1974 se firma en Buenos Aires el acta en donde consta el triunfo prácticamente absoluto de los trabajadores. Se logró la aplicación del convenio de los petroquímicos para los empleados del comedor, aunque quedó sin realizarse la incorporación directa del mismo a Pasa.
Armando Marchiol, petroquímico que participó de la experiencia, señala que "luego del 22 de agosto cuando volvimos a trabajar con la patronal se reincorporó a todo el personal que trabajaba en el comedor y que estaba contratado, los pasteros y los de limpieza pasaron a estar como trabajadores petroquímicos".
A modo de balance de la experiencia, Juan Venanzi relata que "se produjo el exceso de producción. Teníamos en estireno un horno de alta capacidad que había que soldarlo porque estaba rasgado y ese trabajo se realizó en dos días con un tipo del Comité de Mantenimiento, que se quedó los dos días. Cuando logramos soldarlo, ahí tuvieron que arreglar porque toda la opinión gubernamental se le ponía en contra, porque había exceso de producción, había mantenimiento, había de todo, más de lo que estaban produciendo ellos. Nosotros triunfamos en ese conflicto, de la misma manera que triunfamos con la creación de la Intersindical y cuando fuimos los creadores de la Coordinadora de Gremios Combativos. Desde San Lorenzo vinimos a hacerlo acá a Rosario o sea que hemos triunfado, ese sindicato, esos hombres, ése grupo, ése conjunto de trabajadores petroquímicos, triunfó en todas las líneas".
Luego de la firma del acuerdo, los protagonistas de la medida de fuerza, se encuentran con que tienen que reasumir los capataces pero frente a gente que los mira sobrándolos, y según Horacio Zamboni, por entonces asesor legal de la Soepu, "está rota en la mentalidad la subordinación frente a un superior".


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