Julio López
está desaparecido
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En Cordoba /19 y 20 de diciembre de 2001: crónica de un crimen planificado
Por Javier Astrada - Mesa de Trabajo por los DDHH - Wednesday, Sep. 01, 2004 at 1:52 AM
muchomaiz@yahoo.com.ar

David Moreno fue asesinado de cinco balazos en la espalda por la Policía de la Provincia de Córdoba, el 20 de diciembre de 2001 en barrio 9 de Julio de Córdoba capital.

En Cordoba /19 y 20 ...
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(Foto: Padres de David Moreno)

Sergio Ferreira fue herido de bala en el estómago por la misma policía, ese mismo día, pero en la otra punta de la ciudad, en Villa Libertador. Luego de un año y seis días de sufrimiento, con la bala incrustada en su hígado, falleció de un paro cardíaco en los brazos de su madre, a la cinco de la mañana, sin atención médica alguna.

Luciana Parra con 15 años recibió dos impactos de bala de plomo en el mismo barrio donde murió David, el mismo día, a la misma hora y por las mismas itakas. Hoy vive con los perdigones en su cuerpo, lo que le impide moverse con normalidad. Todavía la justicia provincial no retiró el cargo “tentativa de robo” que pesa sobre su persona.

Un día antes, Norma Bernasconi salvó milagrosamente su vida en barrio 9 de Julio cuando instintivamente antepuso su brazo a la cara, milésimas de segundos antes de que una ráfaga de balas 9 milímetros disparadas por la policía provincial impactaran en su cuerpo. A pesar de dos intervenciones quirúrgicas, su brazo “salvador” sigue inmovilizado.

Juan Marcelo Frejenal fue alcanzado por dos postas de plomo provenientes de itakas policiales, al mismo momento en que David caía asesinado por la espalda. Las heridas le impidieron trabajar por mucho tiempo. Para la justicia cordobesa sigue imputado por “tentativa de robo”.

Brian Barrera, de barrio Guiñazú, logró salvar su vida luego de que un periodista de canal doce lo llevara en andas hasta un automóvil, mientras sangraba porque una bala le había atravesado el hombro.

Dos muertes, cuatro heridos graves y decenas de otras víctimas de balas de plomo y goma –muchas no denunciadas por miedo a la represalia policial, en distintos sectores de la ciudad, prácticamente a la misma hora, con las mismas balas ¿Podía culparse de todo esto a una sola persona? ¿Puede alguien creer, con tantas pruebas y tan evidentes, que lo que sucedieron aquellos calientes días de diciembre no fue otra cosa que una masacre planificada desde las más altas esferas del poder político provincial y nacional, instrumentada salvajemente por las diferentes fuerzas policiales del país?

Han pasado dos años y medio de estas muertes, de estos heridos, y ninguno de los policías que participaron de esta represión estatal se encuentra detenido. El cabo Cánovas Badra, que había sido el único acusado, fue dejado en libertad hace unos meses por la Cámara La Cámara Sexta, que resolvió revocar su procesamiento por “falta de mérito”, aduciendo que dicha investigación penal es incompleta “debido a las irregularidades cometidas por la fiscalía, los testimonios falaces y los posibles hechos ilícitos cometidos por el accionar policial, así como la falta de determinación de responsabilidades de quienes dieron las órdenes”, lo que abre la posibilidad de una nueva investigación. Una investigación que debería buscar entre los principales responsables de la balacera: el actual jefe de la fuerza, comisario Jorge Rodríguez, el actual gobernador de Córdoba, José Manuel De la Sota, el ex ministro del área....Moyano, el ex ministro del interior de Fernando De la Rúa, Ramón Mestre (hoy fallecido) el fiscal Soria, el juez de control Carlos Ferrer, de nuestra justicia provincial, y los integrantes del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, que obstaculizaron desde el primer momento y todo lo que pudieron la investigación de esta masacre.

Si el presidente Kirchner aceptó, en nombre del Estado argentino, que lo ocurrido fue producto “de una política de Estado, que criminalizó la protesta social y persiguió a sus actores, la mayoría adolescentes y niños pobres”, no cabe otra cosa que exigirles al Tribunal Superior de Justicia y al Fiscal General de esta provincia, como integrantes de uno de los poderes del Estado, que no cesen hasta encontrar la verdad de lo que pasó y haya justicia.

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algo de la impunidada en cordoba
Por laura - Wednesday, Sep. 01, 2004 at 12:53 PM

esta bueno saber un poco de lo que pasa en cordoba con la policia de de la sota que opera de forma mafiosa,ahora ademas esta el CAP que lo unico que realiza son detenciones por portacion de rostro

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y ya que estamos
Por e. - Thursday, Sep. 02, 2004 at 3:04 PM

¿para cuándo indymedia-córdoba?

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DE LA SOTA ES UN NAZIFASCISTA DISFRASADO DE DEMOCRATA.
Por Felipe - Thursday, Sep. 02, 2004 at 3:58 PM

DE LA SOTA TIENE UN HISTORIAL DE CAMISA NEGRA O PARDA EN SU HABER. En los setenta militaba en la JPERRA (juventud peronista de la Republica Argentina ), de plena y abierta derecha que comandaba los Lastiri, los Lopes Rega,los Luder, y toda la partidocracia de mafiosos en Bs As. Ha tenido directa intervencion en el "Navarrazo "(con armas en mano) el derrocamiento de los legitimos gobierno de Obregon Cano y Atilio Lopes,elegidos masivamente por los Cordobeses en en el 73 ; en su reemplazo como interventor ponen a un milico, brigadier Lacabane, quien fue posteriormente uno de los organizadores en esa ciudad de los escuadrones de la muerte llamada A A A. Cabe acotar que en este golpe de Estado interno conto con el beneplacito y apoyo de Peron.

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De la Sotaen los 70
Por muchomaiz - Friday, Sep. 03, 2004 at 10:33 AM

Aca va una nota que demuestra la verdadera cara de los "democraticos gobernadores" esta fue realizada cuando las Madres se negaron a asistir a ala ESMA si lo hacian cisetos personajeslo hacian.

"Se llevan a este tipo de acá o lo hacemos boleta"
En medio de la polémica con Kirchner y Hebe de Bonaffini, el gobernador cordobés aseguró haber sufrido "en carne propia" el terrorismo de Estado. Quienes estuvieron con él en la cárcel, en 1976, aseguran que no fue torturado y el trance más duro que sufrió fue el rechazo de los mismos presos políticos.


"Me dolió que se planteara que yo no condeno al terrorismo de Estado y me duele porque yo sé lo que es estar con la cabeza vendada y hacerse pis de miedo cuando a uno le hacen un simulacro de fusilamiento", se quejó José Manuel de la Sota en el convulsionado congreso del PJ en Parque Norte, días después de que el desplante del presidente Néstor Kirchner lo dejara afuera del acto del 24 de marzo en la ESMA. Los días previos al aniversario, en medio de la polémica con Hebe de Bonaffini, el gobernador cordobés había asegurado que él y muchos peronistas sufrieron "en carne propia" el terrorismo de Estado.

Los que estuvieron con él en la cárcel Penitenciaria de Córdoba difícilmente avalen esta imagen de "víctima" de la represión, porque si su vida corrió algún peligro, no lo fue precisamente en manos de los represores.

Ante las elecciones de 1973, un peronismo en profunda disputa entre la izquierda revolucionaria -cuya expresión político militar era Montoneros- y el arco de la derecha y la burocracia sindical -con las Tres A como brazo más violento- en Córdoba se dividió claramente entre la Gobernación y la Municipalidad. Con algún parecido a lo que pasa hoy, pero al revés. La Casa de las Tejas fue para la tendencia revolucionaria con Ricardo Obregón Cano y Atilio López, y el Palacio 6 de Julio le tocó a Jorge Avalos. Luego éste fallece y asume Domingo "Cacho" Coronel. Con él llegaron a la Municipalidad cuadros de Trasvasamiento Generacional, Guardia de Hierro, el Comando de Organización de Alberto Brito Lima y otras organizaciones de la derecha peronista. Entre ellos, su secretario de Gobierno, José Manuel de la Sota, quien pertenecía a los Comandos Tecnológicos, liderados por el teniente Julián Licastro, de estrecha cercanía ideológica con la Guardia de Hierro.

No era en absoluto este sector el adversario ideológico de las Fuerzas Armadas ni el futuro blanco de su represión. A tal punto que luego del Navarrazo, golpe de estado policial encabezado por el coronel Antonio Domingo Navarro el 27 de febrero de 1974 y preludio cordobés de la dictadura militar, mientras el gobierno provincial fue violentamente desalojado, el municipal quedó intacto.

No obstante, en marzo de 1976 De la Sota integraba las "listas negras", por la simple razón de que con el primer embate represivo, amén de las desapariciones, todos los funcionarios peronistas debían ir presos, sea cual fuere su ideología. (Algo muy distinto ocurrió en Córdoba con los radicales, muchos de los cuales mantuvieron su cargo político durante el proceso merced a una suerte de pacto entre Eduardo César Angeloz y Luciano Benjamín Menéndez).

Por entonces el "Gallego" pertenecía a la tardía agrupación "De pie junto a Isabel" y quizá por ello el golpe del 24 de marzo lo encuentra en Buenos Aires. Vacila entre irse del país y quedarse por su familia, hasta que decide volver a Córdoba y el 7 de abril se presenta espontáneamente a la policía cordobesa para prevenir un secuestro.

Pasa varios días detenido en el Cabildo, donde funcionaba la Dirección de Informaciones (D2), convertida luego del Navarrazo en centro clandestino de detención conducido por Pedro Raúl Telleldín (padre del procesado en la causa Amia). Presumiblemente, no sufrió las torturas y vejámenes de rigor que le tocó padecer a todo preso político que allí recaló. Porque De la Sota llegó a la Penitenciaría sin un rasguño y bien vestido, según recuerdan quienes con gran asombro lo vieron ingresar a la cárcel. "Siempre pensamos que alguna mano traviesa lo había mandado ahí, porque a los tipos que habían sido funcionarios y más si pertenecían a la derecha peronista los llevaban a Encausados y no a la cárcel de barrio San Martín", recuerda uno de los ex presos políticos. Allí, en Encausados, estaba el propio Coronel, acusado por los militares de mal manejo de fondos públicos.

De la Sota no alcanzó a ser ingresado al penal, cuando tanto en el pabellón 6 como en el 8, los integrantes de organizaciones guerrilleras allí alojados, a pesar del terror reinante, le espetaron a los guardias: "A este tipo se lo llevan de acá o lo hacemos boleta". Lo llevaron entonces al pabellón 9, donde estaban principalmente los sindicalistas y algunos militantes trotskistas y del PC. "Nosotros tampoco lo queremos", advirtieron.

Finalmente, un grupo de presos políticos se condolió de su situación. Así aceptaron ser sus compañeros de celda Juan Polanco y Carlos Ríos, integrantes de la conducción del Sindicato de Perkins, un militante de la izquierda peronista de apellido Duarte, un tal "Turco" Menem (?), y Marcelino Pérez, delegado del Smata, también peronista, y muchos años después funcionario del ex intendente Germán Kammerath hasta que fue sorprendido in fraganti pidiendo una coima a la dueña de una lomitería del Parque Sarmiento.

Pérez fue quien convenció a los demás para que aceptaran en la celda a De la Sota, a quien fue a buscar hasta el portón del pabellón. "Le temblaba la pera cada vez que entraban los milicos al pabellón", recuerda uno que frecuentemente jugaba con el recién llegado al ajedrez con piezas de migas de pan y jabón "para hacerle gamba al Gallego, que no podía salir al pasillo general porque los otros lo puteaban".

"¡Cómo ustedes que son sindicalistas combativos y honrados lo protegen a este hijo de puta, funcionario del gobierno que nos mandó en cana a todos nosotros!", les reprochaba Ricardo "Chauchi" Sosa, militante del Peronismo de Base y de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), quien por esas paradojas de la historia política llegaría a ser secretario de Industria, Minería y Comercio del delasotismo y actualmente presidente del Banco de la Provincia de Córdoba.

La actitud festiva con que De la Sota en el acto del pasado 24 de marzo se refirió a algunos de quienes conoció en la cárcel cual si fueran ex compañeros de "promo" estudiantil o a lo sumo de "colimba", resulta un alarde que contrasta con la frase que escribió en una nota enviada a su entonces esposa, Silvia Zanichelli, a través de un preso común: "Mi vida corre peligro". Y reforzó este pedido de auxilio con una carta al director de la cárcel, solicitando su traslado a Encausados, enviada a través de un guardia al que le tuvo que entregar un costoso reloj pulsera que mantenía "encanutado".

Tras la desesperada misiva, su suegra, Victoria de Zanichelli -viuda del ex gobernador radical Arturo Zanichelli-, recurre al teniente coronel Francisco Pajares, gracias a quien De la Sota es trasladado a la más segura cárcel de Encausados (y a la celda en que estaba Coronel), donde queda a disposición del PEN hasta su liberación, el 24 de diciembre del mismo 1976.
Durante el resto de la dictadura se dedicó a su profesión, como abogado de una empresa de seguros, hasta que en 1983 volvió a la política como candidato a Intendente de Córdoba, derrotado el 30 de octubre por el radical Ramón Mestre.

Lo que queda claro, es que si su vida corrió "peligro" en aquellos días de cárcel, fue más por los reprimidos que por los represores.

"En la Penitenciaría nunca lo tocaron, y él jamás nos contó nada de que hubiera sido torturado en el Cabildo. Por eso ahora es chocante escucharlo ponerse en víctima. Si uno piensa en los desaparecidos y en los más de treinta compañeros que fueron asesinados en esa cárcel, es una falta de respeto a su memoria", concluyen los testigos de esta historia.
Por Alexis Oliva - Prensared
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Por milo - Sunday, Oct. 30, 2005 at 2:01 AM
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