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Vivir y morir como porteros
Por CIMIENTOS - Wednesday, Sep. 15, 2004 at 12:50 PM
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por Antonio, el portero

Hace más de un mes René Ortega, encargado de edificio; Marta Rivas, su pareja actual que estaba embarazada de 7 meses; un bebe de 11 meses y una nena de 4 años, hijos de ambos; 2 nenas de 8 y 10 años, hijas de un matrimonio anterior de Marta; su ex esposa, Mercedes Torres, quien estaba de visita en el lugar y un chico de 14 años, hijo de Mercedes y René, fallecieron por inhalación de monóxido de carbono producido por un desperfecto en el tiraje de ventilación de un calefón ubicado en la cocina de la vivienda.

René y su familia vivían en una portería de dos ambientes muy reducidos, en un edificio ubicado en Baigorria 4186 de esta Capital. Como René, la gran mayoría de los encargados de edificios habitamos en condiciones de hacinamiento.

El criterio de tener un espacio destinado a la vivienda del encargado está dado por la necesidad de los habitantes de los edificios de contar con una persona que esté disponible las 24 horas del día, los 365 días del año sin importar el tiempo libre del encargado y su familia ni las condiciones que tiene que tener esa vivienda destinada para tal fin.: “El empleado/a con vivienda que se encuentre en el edificio, tendrá la obligación de prestar colaboración aunque se encuentre fuera de su horario de servicio, cuando se produzcan emergencias, situaciones de urgencias o cuando se pongan en peligro la seguridad de los bienes y de las personas que habitan el consorcio, ante cualquier eventualidad” (Art.23 inc. 20 Conv. Colec. de Trab.).

Ciudadanos de primera y segunda categoría

Existen personas que tienen la posibilidad de poseer uno o más departamentos de viviendas y cumplen; en la mayoría de los casos, con una función social que los alejan de las tareas cotidianas que hacen al mantenimiento y limpieza de los edificios y, por lo tanto, se ven en la necesidad de contratar personal que se encarguen de esas tareas.

También estamos los que vivimos y sufrimos la peor parte de las consecuencias de la crisis estructural que atraviesa nuestro país y que afecta directamente a la falta de empleo y la escasez de vivienda (sólo en Capital Federal existen 400.000 personas afectadas a la Emergencia Habitacional). Esto hace que, en nuestro gremio especialmente, la demanda de empleo, que en muchos casos incluye la vivienda ajena, sea muy elevada, a tal punto que ya al otro día de sucedido este fatal hecho en la calle Baigorria, había varios currículums presentados para cubrir la vacante que se había producido con el deceso del compañero.

Así presentada la situación, es generalizada la idea de que tiene que haber personas que acepten realizar cualquier tipo de tareas con bajos sueldos y sin importar las condiciones de trabajo; por el otro, aunque haya alguna resistencia, de hecho se acepta que exista una clase superior que debe tener el poder de decisión porque posee los medios y el capital necesario para hacerlo. Por lo tanto, con esta manera de pensar, cualquiera sea la condición social a la que se pertenezca, se llega a creer que todo está naturalmente determinado por el sistema social que nos toca vivir y que no se puede hacer nada para cambiar la situación. Y si existiera alguna probabilidad de conseguir alguna mejora social, ésta se daría solamente de manera individual, con el sacrificio personal y casi siempre a expensas de muchos otros.
Con este escenario, en la gran mayoría de los casos en nosotros, “los porteros”, esto nos lleva a aceptar vivir! en lugares inadecuados por carecer de espacios apropiados para que se aloje una familia, con ausencia de intimidad para las parejas y los hijos cuando son adolescentes; donde las tensiones familiares son permanentes y donde siempre se debe tener en cuenta que uno no está en casa propia... Por lo tanto, se deben aceptar las reglas de convivencia que imponen los co-propietarios del consorcio, entre ellas aceptar que debemos acudir en cualquier momento del día o de la noche y ante cualquier emergencia, suprimiendo nuestro tiempo libre, entre otras muchas cosas.

La soledad de los reclamos

Existe otro factor que hace que se den estas condiciones en nuestro gremio, es que los dirigentes de nuestro sindicato, completamente ajenos a nuestra realidad, lucran con nuestros aportes y necesidades, tal es el caso del depósito que hicieron en nombre del SUTERH al Banco Patricios, sabiendo que esta entidad bancaria estaba a punto de quebrar y donde un dirigente sindical era a la vez, parte del directorio del Banco y cobraba un sueldo de $4.000 por ello. Otro ejemplo es la estafa del plan de vivienda que les hicieron a muchos compañeros/as. Estas obras nunca se terminaron de concretar en su totalidad, aunque los/as compañeros/as pagaron la totalidad de las cuotas pactadas inicialmente.

La falta de respaldo sindical hace que cualquier tipo de reclamo lo tengamos que hacer en la absoluta soledad, perdiendo de esta manera fuerza y contundencia, aunque a veces, si estos fueran tenidos en cuenta, podrían prevenirse daños materiales, perjuicios económicos y hasta vidas, como en el caso de la familia del compañero René en Villa Devoto.

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