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Carta al Sr. Presidente
Por Espartaco - Tuesday, Sep. 21, 2004 at 9:49 PM

Carta enviada por Antonio Palmitano, secretario de Prensa del Suteba La Plata

Colegas y Compañeros.
Esta es una carta que circula en las escuelas de La Plata, invitamos a todos quienes acuerden con ella a firmarla y difundirla a toda la comunidad bonaerense.
Algunos de los firmantes son afiliados a SUTEBA, a FEB, a SADOP u otros sindicatos, pero la mayoría no son afilidados, pero la totalidad, siente su contenido como propio y digno.
Algunos colegas sugieren publicarla y difundirla en los medios de comunicación, para que se reconozca la dignidad de los trabajadores de la educación.
Gallego.

Sr. Presidente:

Hoy es 11 de setiembre de 2004. Usted, a propósito de esa fecha, en reconocimiento a la tarea que hace años, nosotros, los docentes venimos realizando para que la educación siga existiendo en este país, nos “regala” setenta pesos.

Lejos de sentirnos halagados o agradecidos, estamos indignados por varios motivos:

En principio, Sr. Presidente, Ud. No puede ni debe hacer regalos a nadie con los fondos del erario público. Un presidente no “regala” el patrimonio común. O ¿es que está acostumbrado a hacerlo y hoy, por equivocación, se le ocurrió regalarlo a un sector de sus legítimos dueños, aquel que todos los días construye y sostiene ese bien tan poco valorado hoy día: la educación?

En segundo lugar, somos trabajadores, no queremos “regalos”. Trabajamos y queremos un sueldo digno. Los regalos déjelos para los dueños de estancias, esclavistas y paternalistas. Sepa Ud. Que la retribución que los trabajadores recibimos es sólo una mísera parte de lo que los dueños de la riqueza ganan gracias a nuestro trabajo.

En tercer lugar, entendemos este “regalo” como el reconocimiento, por su parte, de aquello que piensa sobre nosotros: abnegadas “damas de caridad”, que, como para poder llevar a delante su tarea, hacen cualquier cosa, inclusive realizar un montón de actividades que no les corresponden (juntar dinero para que los alumnos puedan viajar, comer, contar con materiales de estudio, atender problemas de salud, y otros etc. –todas funciones que el Estado, a través de sucesivos gobiernos, ha abandonado y sigue abandonando, desde que el trabajo digno es un bien que escasea), se merecen un reconocimiento, del estilo “Felicitaciones por ser como son”.

Por último, concebir la retribución al trabajo docente como un regalo evidencia que estamos de sobra (regalar no es una obligación), lo cual demuestra que no hay proyecto educativo, lo cual deja en claro que tampoco existe un proyecto de Nación. Si lo hubiera, no podría dársenos las sobras, estaría previsto aumentar el presupuesto educativo, en todos sus rubros.

Ud. dirá que somos mal educados ya que no sabemos agradecer regalos Lo que ocurre es que, más que agradecidos nos sentimos acreedores puesto que, como ciudadanos argentinos y como docentes, se nos debe –y es su obligación, como Presidente, arbitrar los medios para que todo el país deje de ser acreedor-:

Un presupuesto para educación mucho más alto del que se ha otorgado en el presente año.

Sueldo digno.

Edificios escolares seguros y bien equipados.

Material didáctico actualizado

Capacitación en servicio

Alumnos bien comidos, sanos, abrigados y con esperanzas en un futuro de trabajo.

Perdónenos, Sr. Presidente, la mala educación, pero los docentes, intentamos, como podemos, todos los días del año y a pesar de nuestros gobernantes, construir un país otro, independiente, que no se someta al poderío de los capitales extranjeros, pensante y, fundamentalmente, digno. Por esto no queremos un regalo de setenta pesos, ni de mil, ni de siete mil. Queremos cobrar sueldos que estén a la altura de nuestra labor y una jerarquización de valores en la cual el trabajo, la educación y la salud ocupen los primeros lugares.

Si fuéramos perros falderos, como Ud parece creer al otorgarnos una dádiva, deberíamos lamer su mano, en señal de gratitud, por recibir aquello que el FMI autoriza a devolvernos; pero ocurre que, dentro de todo lo que hemos perdido en los últimos 30 años, no se encuentra la conciencia de ser la piedra angular de cualquier nación libre, soberana y democrática.

Por todo lo que acabamos de expresar, Sr. Presidente, volvemos a pedirle disculpas por no sentirnos agradecidos de su magnánimo regalo.

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