Julio López
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UN BUEN BOTELLAZO A TIEMPO...
Por Argenpress - Friday, Sep. 24, 2004 at 3:50 AM

Que los medios distorsionan y construyen la realidad como se les antoja no es noticia. Que los hechos no se cuenten a sí mismos, sino que son contados por alguien y para alguien, tampoco. Claro ejemplo de todos estos mecanismos discursivos fue la forma en que los medios trataron, el pasado jueves 9 de septiembre, el ataque sufrido por Porfidia Ojeda, la integrante del MIJD agredida con una botella de vidrio arrojada desde un balcón durante una marcha piquetera.

El rechazo a las manifestaciones piqueteras es uno de los temas de agenda más candentes en la actualidad, que tuvo su punto álgido el día 9 de septiembre pasado, cuando 'algunas personas' - dos profesionales de clase media - arrojaron, desde un quinto piso de la calle Corrientes, una botella de vidrio que hirió a Porfidia Ojeda, una de las tantas manifestantes que marchaba por la avenida hacia Tribunales. La manifestación era para reclamar por la libertad y el desprocesamiento de los luchadores sociales, por el aumento de salarios y por el incremento y la universalización de los planes sociales.

El tratamiento mediático del hecho es un excelente ejemplo para ver cómo los sectores del poder construyen una mirada sumamente perversa sobre aquellos que se movilizan y reclaman por sus derechos, injustamente negados. El incidente del botellazo, fue un hecho puntual y concreto dentro de las continuas reacciones de violencia contra las acciones piqueteras, dentro de las que también se incluye la mediática y discursiva. Sin embargo, el historiador Daniel Campione, explica que 'este hecho se inscribe en algo mucho más amplio, que es una especie de progresiva demonización de los movimientos de trabajadores desocupados. No se trata solamente de mostrarlos como lo negativo, lo violento, lo politizado - en un sentido supuestamente peyorativo del término - sino, además de reducir lo que es la dimensión de conjunto de un movimiento a uno de sus aspectos, tratando de presentarlo con la cara más negativa posible. Los movimientos de trabajadores desocupados y los movimientos de protesta por extensión pasan a ser ´los piqueteros´'.

Anonimato e irresponsabilidad

La construcción mediática de los movimientos y, en especial, el caso del ataque a Porfida Ojeda, despliega diferentes herramientas discursivas, como el abordaje de la noticia desde el caos en el tránsito. Otro recurso discursivo es la anulación de la identidad, no sólo de Perfidia Ojeda - quien aparece denominada como 'militante', manifestante'o 'piquetera' -, sino también de los responsables del incidente. En ningún momento se menciona la identidad o se califica a quienes arrojaron la botella. El diario La Razón describe el incidente de la siguiente manera: 'Al pasar por la avenida Corrientes al 800, se produjo un incidente: una manifestante fue herida de un botellazo, que partió desde un edificio de oficinas. Enfurecidos, un grupo intentó por la fuerza ingresar al lugar con la intención de identificar al agresor, pero un policía lo impidió'. No sólo se intenta borrar todo índice de responsabilidad, de autoría del hecho, sino que se sigue identificando a la violencia como patrimonio de los manifestantes, quienes, enfurecidos, quieren ingresar por la fuerza en el edificio.

La noticia fue construida con generalizaciones, como el caso de Clarín, que tituló el viernes 10 'Salvaje agresión contra una marcha del movimiento de Castells'. Quizás sea necesario aclarar que quién terminó en el Argerich fue Porfidia Ojeda y no 'la Marcha'. El diario La Nación no se queda atrás; con una volanta fija La protesta callejera, que aparece en todas las notas sobre luchas sociales, tituló: 'Dos detenidos tras un incidente en una marcha piquetera'. En el otro extremo, InfoBae, ni siquiera aludió en su titular a la agresión; sí se refirió al 'caos de tránsito', por la marcha piquetera.

En los artículos (de opinión, ¿podría decirse?) la noticia principal es solamente el arresto de los agresores y no la violencia del acto en sí mismo, como si fuera raro detener a dos personas por la agresión a 'los piqueteros'.

Por otro lado, el uso de los verbos en condicional muestra una desconfianza ante un hecho que fue más que evidente. Más allá que se trate de un modo habitual de escribir, resulta llamativa la 'prolijidad' con que se usa en este caso. En InfoBae el hecho se explica así: 'una militante del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD) (...) resultó herida al ser alcanzada por una botella que habría sido arrojada desde uno de los pisos de un edificio ubicado en Corrientes 800'. En el diario La Nación, también se pueden encontrar ejemplos: 'Se trata de un hombre y una mujer que se encontraban en el estudio contable desde el que se habría arrojado la botella; la militante agredida se encuentra en buen estado de salud'. Más abajo la táctica se repite: 'aparentemente, se arrojó una botella vacía de cerveza contra una manifestación piquetera que se desarrollaba por la avenida Corrientes'.

Y qué querés...

Por otro lado se puede observar una falta - por demás significativa -, de análisis, juicio o simple opinión respecto al hecho en sí de la agresión. El 'incidente' es comentado al pasar dentro del desarrollo de la manifestación. Siguiendo esta línea, aparece en una nota publicada por la Nación on line: 'manifestante del movimiento (del líder detenido Raúl Castells), que reclamaba por su liberación, fue herida por una botella arrojada desde un edificio; hubo distintos reclamos en la Ciudad'. Por su parte, La Razón publica: 'Al pasar por la avenida Corrientes al 800, se produjo un incidente: una manifestante fue herida de un botellazo, que partió desde un edificio de oficinas'. Y luego continúa: 'Otras organizaciones piqueteras duras marcharon desde Corrientes y 9 de Julio al Ministerio de Trabajo. En tanto que vendedores ambulantes, travestis y prostitutas se concentraron en la Plaza Lavalle, para reclamar por la libertad de los detenidos por los incidentes de la Legislatura'.

En todos estos ejemplos, se puede ver cómo un hecho extraordinario es tratado como algo natural, comentado al pasar. El mensaje que los medios intentan difundir parecería ser 'la violencia engendra violencia', y así lo sucedido aparece justificado o con un guiño de condescendencia. La violencia está en la marcha, es la marcha. Todo lo que suceda durante la movilización, será culpa de quienes la hayan protagonizado o convocado.

¿En dónde está depositada la violencia en estas marchas realmente? ¿Por qué se genera ese resentimiento para con las manifestaciones sociales? Según Daniel Campione, 'hay una tendencia a intentar atacar y desprestigiar cualquier manifestación colectiva, de solidaridad de grupo. La organización colectiva es negativa, no hace nada útil, lo que hace es molestar; encima pide plata para realizar esas acciones ilegales, antisociales, que entorpecen la vida de los ciudadanos'. Esto es lo que estaría detrás del discurso mediático que, constantemente, emparienta a la marcha con la violencia, con el delito. 'No se trata del piquete, no se trata de trabajadores desocupados, se trata de desprestigiar toda forma de lucha', comenta Daniel.

Otro motivo de resentimiento es que, cuando la gente sale a la calle, se hace presente, visible, no se la puede ignorar. 'Existe el resentimiento contra eso que se desearía no visible y se hace visible. La pobreza, la desocupación, si no hay más remedio de que exista, prefiero no verlo. El ideal de pobre para ciertos sectores es el cartonero, un tipo que aparece de noche, callado, no molesta, trata de perturbar lo menos posible, ni siquiera crea la incomodidad de pedir, y se va. Eso de andar irrumpiendo en la vida del resto de la gente es visto como repudiable'.

Rol escarmentador

Según Campione detrás de todo esto está el intento de terminar de exorcizar lo que simboliza el 19 y 20 de diciembre del 2001: 'el reclamo callejero, la actitud al borde de lo insurreccional, el cuestionamiento global al grueso de las instituciones sociales, desde los bancos hasta la dirigencia política, pasando por los propios medios de comunicación'. La gente en la calle reclamando, organizada tiene poder y el poder se hace oír. Esto es lo que se intenta abolir desde la construcción mediática de los movimientos. Se trata de sacar el potencial poder social que las manifestaciones tienen, mediante confrontación y división de la misma sociedad. 'Se opera aprovechando las divisiones y los pequeños antagonismos. Una de las vías de la dominación ideológica es el sentido común, la opinión generalizada, esa lectura del tipo de realismo ingenuo que ve la apariencia de la realidad, y sobre esa apariencia se monta algo que le muestra una lectura fácil, sencilla', comenta Daniel.

Esto es lo que oculta el discurso mediático de la violencia intrínseca a la protesta pero que, en coberturas como esta, se puede descubrir, develar. Existen formas de violencia permitidas, naturalizadas, precisamente las funcionales a los intereses de siempre. Es por esto que, agresiones como el botellazo, no son condenables - los responsables fueron, finalmente, excarcelados - sino que, por el contrario, se lo justifica con cierta complicidad o tolerancia. Los medios parecen ser una especie de médico pediatra que, en la puerta del consultorio y en voz baja, le dice a los padres 'recuerde: a los chicos no hay que pegarles, pero un buen chirlo a tiempo, a veces viene bien'.

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