Julio López
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Piedras. regalo para los perseguidos
Por lak - Friday, Sep. 24, 2004 at 12:16 PM

Hoy en día, compañeros están encerrados y perseguidos, dicen, por tirar piedras. Así, les dicen, hacen tambalear el Orden del Estado y la Seguridad de los Ciudadanos. Me preguntaba, entonces, cuáles serán esas piedras que tienen tanto peso. Sin estar libre de pecado, tiro algunas piedras, las piedras que vamos encontrando en el camino y que hacen temblar tanto a los poderosos. Un pequeñito regalo para esos compañeros que sufren por llevar, como decía Durruti, un mundo nuevo en sus corazones.

PIEDRAS
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Hoy en día, compañeros están encerrados y perseguidos, dicen, por tirar piedras. Así, les dicen, hacen tambalear el Orden del Estado y la Seguridad de los Ciudadanos. Me preguntaba, entonces, cuáles serán esas piedras que tienen tanto peso. Sin estar libre de pecado, tiro algunas piedras, las piedras que vamos encontrando en el camino y que hacen temblar tanto a los poderosos. Un pequeñito regalo para esos compañeros que sufren por llevar, como decía Durruti, un mundo nuevo en sus corazones.


1- Sopa de piedra
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Mi mamá me lo contó.
Había una muchacha avivando el fuego. Sobre el fogón, una gran olla llena de agua hirviendo.
Se acerca un hombre:
-¿Qué estás haciendo?
-Sopa de piedra.
-¿cómo es eso de la sopa de piedra?
-Como toda sopa, yo pongo una piedra en el agua hirviendo y hago mi sopa. ¿Querés ayudarme?
-Dale, yo tengo zanahorias para la sopa de piedra.

Al rato, viene una mujer.
-¿Qué hacés?
-Sopa de piedra. ¿Querés ayudar?
-Dale, yo tengo papas para la sopa.

Después, un viejito se acercó, y para ayudar puso unos huesos que le quedaron de un puchero.
Unos chicos que jugaban por ahí, fueron a pedir condimento a los vecinos.
Y así se fue juntando la gente para ver cómo se hacía la sopa de piedra.

Cuando todos estaban reunidos alrededor de la olla, la chica agarró el cucharón, revolvió un poco la sopa, y dijo:
-Ya está.
Con el cucharón sacó la piedra de la sopa, la tiró, y todos se pusieron a comer la rica sopa de piedra.


2- Piedras blancas, piedras negras
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"Cuando alguien preguntó al señor Keuner qué había qye entender exactamente por <<inversión de perspectiva>>, contó la anécdota siguiente: Dos hermanos muy unidos entre sí tenían una curiosa manía. Señalaban con una piedra los acontecimientos del día, una piedra blanca para los momentos dichosos, una piedra negra para los instantes de desgracia y los disgustos. Una vez que llegaba la noche, cuando comparaban el contenido de su jarro, uno sólo encontraba piedras blancas y el otro piedras negras. Intrigados por tal constancia en la manera de vivir de forma tan diferente la misma suerte, fueron de común acuerdo a pedir consejo a un hombre famoso por la sabiduría de sus palabras.

-Ustedes no hablan lo suficiente- dijo el sabio. -Que cada uno explique las razones de su elección, que busque las causas.

Y así lo hicieron desde entonces. Como comprobaron rápidamente, el primero permanecía fiel a las piedras blancas y el segundo a las negras; pero en tanto en uno como en otro jarro, el número de puiedras había disminuído. En lugar de treinta, apenas aparecían siete u ocho.
Poco tiempo después, los dos hermanos se presentaron de nuevo ante el sabio. Sus rasgos demostraban una gran tristeza.
-Hasta hace poco tiempo, dijo uno, mi jarro se llenaba de piedrecillas del color de la noche; la desesperación me invadía permanentemente, y únicamente vivía, lo confieso, por inercia. Ahora, rara vez deposito en el jarro más de ocho piedras, pero lo que representan estos ochos signos de miseria me resulta tan intolerable que ya no puedo vivir en este estado.
Y el otro dijo a su vez: -Yo amontonaba cada día piedras blancas. Hoy tan sólo cuento siete u ocho, pero me fascinan tanto que no puedo evocar estos dichosos instantes de desear en seguida revivirlos con más intensidad y, por decirlo así, eternamente. Este deseo me atormenta.
El sabio sonreía escuchándolos. -Vamos, vamos. Todo va bien; las cosas se van perfilando. Perseveren. Ah, una cosa más. Cuando tengan ocasión, planteense esta pregunta: ¿por qué nos apasiona tanto el juego del jarro y de las piedras?.

Cuando los dos hermanos volvieron a ver otra vez al sabio, le dijeron: -Nos hemos hecho la pregunta y no obtuvimos respuesta. Entonces se la planteamos a todo el pueblo. Mire la agitación que reina en él. Por la noche, acuclillados ante sus casas, familias enteras discuten de piedras blancas y piedras negras. Tan sólo los jefes y los notables se mantienen al margen. Negra o blanca, una piedra es una piedra y todas son lo mismo, dicen burlándose. El viejo no disimulaba su alegría. -El asunto sigue el curso previsto, no se preocupen. Pronto dejará de plantearse la pregunta; no tendrá importancia y puede que un día ustedes duden de que se la hayan planteado alguna vez.

Poco después, las previsiones del anciano se confirmaron: una gran alegría se apoderó de los habitantes de la aldea; tras una noche agitada, el sol iluminó, clavadas en las estacas afiladas de una empalizada, las cabezas recién cortadas de los notables y los jefes.

Raoul Vaneiguem, Tratado del saber vivir para las jóvenes generaciones.

3- Las primeras del mundo
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JACINTA: Dadme socorro, por Dios,
si la amistad os obliga.
LAURENCIA: ¿Qué es esto, Jacinta amiga?
PASCUALA: Tuyas lo somos las dos.
JACINTA: Del comendador crïados,
que van a Ciudad Real,
más de infamia natural
que de noble acero armados,
me quieren llevar a él.
LAURENCIA: Pues, Jacinta, Dios te libre;
que cuando contigo es libre,
conmigo será crüel.

Vase LAURENCIA

PASCUALA: Jacinta, yo no soy hombre
que te pueda defender.

Vase PASCUALA

MENGO: Yo sí lo tengo de ser,
porque tengo el ser y el nombre.
Llégate, Jacinta, a mí.
JACINTA: ¿Tienes armas?
MENGO: Las primeras
del mundo.
JACINTA: ¡Oh, si las tuvieras!
MENGO: Piedras hay, Jacinta, aquí.

Lope de Vega: Fuenteovejuna


4- Jugando al huevo podrido...
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Como jugando al huevo podrido, te tiro la piedra. No te hagas el distraído, vos seguís la ronda. ¿Qué piedras podés sumar a la sopa de piedras? Suma tu anécdota de piedras y difundí esta cadena.

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