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PATAGONES BAÑADA EN SILENCIO.
Por reenvío agencia walsh - Monday, Oct. 04, 2004 at 7:23 PM

por Lucas Oro Hershtein (Agencia Rodolfo Walsh) Estudiante Secundario 29-9-04




Hipócrita como pocos, ayer la sociedad mediatizada daba un nuevo vuelco de horro al descubrir que un chico, quién sabe por qué, había matado a tres compañeros y herido a cinco. No sé, y no quiero caer en lo mismo que aborrezco, al dar datos inexistentes y escribir confesiones inexistentes. ¿Quién sabe? ¿Quién tiene el derecho de juzgar a los demás? No creo que sea mostrar lo que pasó el expandir como una ola de violencia el hecho de una escuela.

Pero ellos, los que tienen que –supuestamente- mostrarnos lo que pasó, no lo hicieron. Y ayer fue una muestra más de esa mentira gigantesca, de esa conspiración demoníaca que los medios constituyen. El dolor no puede ser tapado, y el estupor ante una tragedia inaudita nos sacudió a muchos, especialmente a aquellos que tenemos la misma edad del asesino, muchos de sus miedos y preocupaciones. Sin duda, no todos queremos hacer lo que él cometió, pero no somos él, no estamos en sus ideas y, por lo tanto, no conviene impunemente arrogarse el derecho de interpretación de otro. Porque un joven que ha matado por algo lo ha hecho. Y sería tan estúpido justificar su acto como no tratar de explicarlo, entenderlo. Porque algo pasó ayer en el Sur de nuestra Provincia.

Cuando Telenoché abrió su edición de las 20 hs., me imaginé que algo no estaba bien. "Una premonición", dijeron. Y para demostrar que ellos, solo ellos, lo habían encontrado, mostraron un paredón de la escuela. En ella se veían, bien grande, hombres vestidos de negro, con palos y armas en las manos, con máscaras y gestos de odio. Solo eso. Pero para la justificación inexistente del Multimedios Noble, eso era el odio pintado, la intolerancia escrita. Era lo que habían descubierto. Solo que, en el costado derecho de la imagen, se veía un pequeño cartelito que decía "becas". Y, ante eso, y la revisada de otros documentos, pude ver la imagen completa: una pintada por el 16 de Septiembre, con una manifestación estudiantil de un lado y la policía del otro. Y ahí quedó, dividida en dos, partida, para ser la demostración de lo que no existía. Y así fue como comenzaron el circo de esa noche. Pero luego llegó más, y, repetido por todos los medios, se encontró que todo podría haber sido planeado. ¡Las armas, las armas! gritaba una ex jueza de menores. A partir de ahí, todo derivó en que el joven –un loco, claro está- no podía vivir con un papá con armas en la casa. Y, para reforzar esto, se mostró que, en su banco, tenía una frase escrita: "si alguien le encuentra al sentido a la vida, por favor que la escriba acá". Quizás, en otro momento, solo hubiera sonado divertido. Pero aquella noche era la prueba, el testimonio irrefutable de su culpabilidad, mientras en Canal 9 insinuaban que no podía, no debía ser inimputable. La frase, a pesar de todo, solo decía algo que describe, en muchos aspectos, a un joven de 15 años: la confusión, el descubrimiento. Pero la ignominia de los medio llegó a tal grado que decidieron no solo mostrar lo malo de la juventud, sino su aspecto bueno: y para eso decidieron poner al aire a una joven que, en representación de una organización de ayuda, decía conocer el camino para transitar por el camino de la vida en paz, sin la maldad de la violencia y las drogas.

Otra vez: el terrible hecho de Patagones muestra dos cosas: una, el papel de los medios, que nuevamente jugaron de forma horrífica. Que otro ejemplo podemos poner que aquellas imágenes en las que Canal 13 saltaba de las imágenes del velatorio en la Cancha de Atlanta a las de cartoneros, a los que llamaba "ejércitos de la noche que han invadido la ciudad". La violencia, decían, es del Primer Mundo, la pobreza, del Tercero. Pero claro, para estos nobles comunicadores, la pobreza y la desesperación social de un joven solo demuestran que aún nos falta mucho para ser París. Mucho, pero mucho. Pero ahí debemos llegar. No importa como. La otra cosa que denotó lo de ayer fue la hipocresía de esta sociedad que pareció de pronto descubrir que teníamos problemas. Porque si un joven llega al punto de estallar al no resolver sus contradicciones internas, si explota matando a otros seres humanos como él, si decide asesinar tres nacientes cuerpos, es que algo nos pasa. Entonces, deberíamos recordad que el joven no es ininmputable porque sí. Lo es porque se entiende que no mató decidiendo, sabiendo. Pero, entonces, alguien lo hizo. Esta sociedad enferma, podrida hasta en sus entrañas, descubrió ayer a la tarde el horror que solo puedo engendrar ella misma. Y es esta Argentina corrompida, vaciada, destruida, la que supo construir ayer en sus medios oficiales la ignominia más barbárica. Así, supo aislarse del problema, y solo algunos vagos "qué nos pasa" se escucharon. Pero no. Nadie asumió pensar, ni por un segundo, que es mucho más grande que eso. ¿Nadie supuso que nada tiene de raro que un joven esculpido por una sociedad que explota todos los días lo haya hecho una vez? Nadie quiso ver como, todos los días, se mata en silencio, en viola en el misterio, se burla escondida. Los ojos tapados ante la barbarie indujeron a escapar, correr. Para llegar a la noticias, se fue bien lejos de la verdad, y para llegar a la primicia, se violó hasta el entierro. Ni siquiera se respetó, ayer, a los muertos. El joven se mató a si mismo también, escribiendo a sangre y fuego su futuro. Hoy, en mi colegio, alguien me dijo que hablar de sociedad –ni pensemos en capitalismo- era faltarle el respeto a las víctimas. Un loco, y punto. Alguien por fuera de la realidad. Alguien que se escapó de la normal. ¿De qué normalidad nos hablan los hipócritas educadores cuando nuestro país vive en duelo, cuando las banderas están a media asta todos los días, cuando la violencia es esgrimida como el elemento constituyente de esta sociedad individualista, machista y reaccionaria? Si una sociedad en su conjunto es capaz de crear a un joven de 15 años que decidió quitarle la vida a seres como él, de su misma edad, es que algo muy grande está ocurriendo. Y aunque pretendan mostrarnos que su ropa negra y Marilin Manson son los culpables, y aunque se nos grite a diestra y siniestra que el show debe continuar, sería bueno que algunos, al menos algunos, sepamos que no es así. Que ayer, una vez más, el show cayó. Y para esta sociedad no hay ninguna explicación que valga. Ayer, una vez más, el silencio de la muerte sacudió al país. Y solo quedó él, sin poder hablar, casi sin entender lo que acaba de hacer. Un chico de 15 años había matado. Algo estaba pasando. Lástima que muchos recién lo hayan descubierto ahora.



Lucas Oro Hershtein (Agencia Rodolfo Walsh)

Estudiante Secundario

29-9-04



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