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Razones para un triunfo táctico del Gobierno ante la protesta piquetera
Por Clarin, diario de la burguesía - Friday, Oct. 08, 2004 at 5:54 PM

El tema piquetero perdió peso, como problema candente, en la agenda oficial.

Julio Blanck.
jblanck@clarin.com

"No los bajamos nosotros, se cayeron solos". Es la explicación, con sinceridad poco usual, de un personaje clave de la Casa Rosada sobre la dilución de la protesta piquetera como problema candente en la agenda del Gobierno.

El argumento encajaba justo con los reportes, ayer por la tarde, acerca de las menguadas demostraciones del día en el Centro porteño y la Plaza de Mayo. Poca gente, algo de ruido, esfuerzo por conservar la liturgia piquetera. Y, sobre todo, menos alteración del pulso habitual de la Ciudad y de los que trabajan, estudian y circulan por ella.

Este último punto explica buena parte del nuevo escenario: la repetición hasta el desgaste de su método de protesta terminó aislando a los piqueteros del corte medio de la sociedad urbana, que no demasiado tiempo atrás los miraba con simpatía.

Es cierto que la progresiva recuperación del consumo y la controvertida política de "dejar hacer" que durante muchos meses tuvo el gobierno de Kirchner aportaron a ese aislamiento. Pero los saltos cualitativos llegaron de la mano de la toma de una comisaría en junio; el ataque salvaje a la Legislatura porteña en julio; las irrupciones en empresas y negocios; la provocación violenta en la Plaza de Mayo en setiembre, cuando el jefe del FMI pasó por Buenos Aires.

Después del ataque a la Legislatura el presidente Kirchner cambió de actitud. Para hacerlo notar, echó a Gustavo Beliz del Ministerio de Justicia. Y pasó el área de Seguridad a la órbita del Ministerio del Interior, para darle contenido y control político de la mano de Aníbal Fernández.

También varió de plano la conducta preventiva: legiones policiales y vallados kilométricos empezaron a ocupar el paisaje que antes se había cedido sin disputa. Y se acentuó el apoyo material y político a los grupos más afines al Gobierno, para enhebrar una cadena de apoyos que hasta plasmaron en un frente piquetero kirchnerista con declarada pretensión electoral.

"Nuestro acierto fue cambiar en el momento justo, cuando la gente cambió su opinión sobre los piqueteros", abundaba anoche el hombre de la Casa Rosada. Allí la sinceridad inicial menguó un poco: el cambio de actitud de Kirchner sobrevino cuando la inacción había empezado a provocarle una erosión política de fácil constatación.

Los piqueteros hicieron otro buen aporte a su propia segregación, al desnudar sus pretensiones político-partidarias que por bastante tiempo habían mantenido a resguardo.

Los piqueteros kirchneristas lanzaron su frente electoral después de retirarse de la calle. Pero si algo faltaba para colocar a los piqueteros en el lugar de los políticos que ellos dicen repudiar, ayer se proclamó la candidatura de Nina Peloso para senadora por Buenos Aires.

La llamativa esposa de Raúl Castells tiene todo el derecho de postularse, como cualquier ciudadano. Pero es difícil desvincular este anuncio del intento por revitalizar a su sector, paralizado desde que hace más de un mes Castells fue detenido bajo acusaciones de extorsión a un casino chaqueño.

Detrás de la detención de Cas tells hay una historia curiosa. Un ministro de Kirchner que lo conoce bien, le tiene aprecio personal y un par de años atrás supo acercarle ayuda para construir su grupo, le había advertido que la mano había cambiado y que podía pasarla mal si seguía con sus métodos. La respuesta de Castells, 24 horas más tarde, fue irrumpir en el casino de Resistencia.

Poco después lo detuvieron y hasta parecía contento: era su plan para colocarse como víctima del Gobierno y dar un salto hacia el liderazgo del desorientado movimiento piquetero. Pero el cálculo le falló por mucho: no hubo levantamiento popular para reclamar su libertad, sus socios piqueteros miraron para otro lado y las demostraciones frente a su lugar de detención perdieron volumen y dejaron de ser noticia.

Hoy, además de Castells preso y tratando de llamar la atención con una huelga de hambre, hay 15 presos y procesados por el ataque a la Legislatura porteña, un jefe de la agrupación Quebracho detenido y otro prófugo y este sábado la Gendarmería desalojó con violencia una planta petrolera en Caleta Olivia sin que los reclamos y denuncias por ese accionar hayan alcanzado ni cercanamente el voltaje de protestas anteriores.

Los llamados piqueteros duros anunciaron hace semanas que abandonaban la modalidad del corte de calles y rutas. Néstor Pitrola, del Polo Obrero, sinceró que lo hacían para "evitar el desgaste de los compañeros". Ahora los cortes están negociados con el Gobierno y la Policía, con horarios acotados y modalidades menos encrespadas.

Hay un triunfo táctico del Gobierno y un repliegue, también táctico, de los piqueteros que mantienen el ánimo confrontativo. Pero unos y otros saben que habrá nuevas batallas antes del veredicto final.

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