Julio López
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EL MOVIMIENTO DE TRABAJADORES DESOCUPADOS
Por reenviadoors - Friday, Oct. 08, 2004 at 9:06 PM
marianopacheco9@hotmail.com

Presentación del libro DEL PIQUETE AL MOVIMIENTO Parte 1: De los orígenes al 20 de diciembre de 2001 de Mariano Pacheco

FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS
CATEDRA LIBRE DE DERECHOS HUMANOS

EL MOVIMIENTO DE TRABAJADORES DESOCUPADOS
SU HISTORIA DE MOVILIZACION Y LUCHA

Presentación del libro
DEL PIQUETE AL MOVIMIENTO
Parte 1: De los orígenes al 20 de diciembre de 2001
de Mariano Pacheco

Foro Nº 6 11 de junio de 2004


JUAN CARLOS CENA
Así como yo tengo la identidad de ferroviario, parte de mi identidad es haber surcado el camino de los derechos humanos, y por donde ando siempre hablo de esta Cátedra, de mis compañeros, que algunos se transformaron en amigos y otros se me colgaron de las hilachas. Y ahí estamos, como los abrojitos.
Me da mucha alegría estar con Mariano, a quien conozco de hace mucho. Es doble la alegría. Estar con él, y que haya escrito un libro. Quiero reivindicar la escritura de un compañero que está luchando y que escribe desde el mismo subsuelo de la patria, como decía Scalabrini Ortiz. No es poca cosa.
No es poca cosa. Yo empecé a escribir, pero ya era grande, ya estaba jubilado de la actividad gremial. Nos habían echado a todos del ferrocarril. Y costó ese nuevo oficio de la escritura. Ese nuevo oficio que trataba de reflejar de la manera más sencilla, y escribir, no con el intelecto ni pinchándome los ojos para parecer Borges, sino escribir con el corazón, con las entrañas, escribir lo que uno ve, lo que uno siente, escribir los olores de la tierra, los olores de los compañeros, escribir las broncas, nuestras miserabilidades. Porque las escribimos nosotros. No las ocultamos, no las debemos ocultar. Debemos ser bastante autocríticos, porque abajo la vida es así. Y debe ser contado.
Me alegra mucho estar con Mariano, que es joven, que empieza. Y que tiene una gran ventaja. Yo escribí desde la desocupación, de ser un desocupado ferroviario. Mariano escribe desde las trincheras y sigue militando. Militar y escribir, es un gran mérito.
Me dijo una vez David Viñas, cuando le conté que me había puesto a escribir y tenía la gran preocupación del estilo, si tenía que escribir con estructura…, y él me dijo: “Que no hablen boludeces, para eso existen los correctores y los que te arreglan el idioma”. Con ayuda de otros compañeros empecé a escribir, y tengo que reivindicar la actitud de estos compañeros que se prestan, que ayudan, que son solidarios en la escritura, como Miguel Mazzeo, como Graciela. Y quiero recalcarlo porque no todos son así. Algunos hablan con vos y después te roban el laburo y lo publican ellos. Y eso me pasó a mí con alguien que habló conmigo y después apareció publicado en el Clarín. La honestidad de estos compañeros hay que resaltarla, la generosidad, de los compañeros que como Elena también me han ayudado con la escritura. Te ordenan las emociones.
Yo siempre he dicho que es muy importante que el movimiento sindical creara sus propios intelectuales. Que había que hacer un esfuerzo. Que los compañeros debían leer, estudiar, capacitarse. Porque estoy cansado de ver muchos trabajos sobre el movimiento obrero de tipos que nunca agarraron más que el vaso y la pluma y hablan del movimiento obrero como si supieran mucho. Y no conocen nuestras entrañas, no conocen nada.
Y con el movimiento piquetero pasa exactamente lo mismo. Hay un montón de libros en las librerías de tipos que jamás se arrimaron a un piquete, y hasta les agarró julepe cuando los veían venir con los rostros tapados. Ese famoso rostro tapado. Se tapan el rostro por un problema de seguridad y por un problema de identidad. Y tantos se horrorizan, y un fiscal los está demonizando, y parte de la sociedad los está demonizando.
Los compañeros deben vestirse como les da la gana. Si quieren ir con el rostro tapado, si quieren ir con el palo, no sé si está bien o está mal, es un problema de ellos, de seguridad.
Es como con el sindicato. Nadie nos debe venir a decir cómo tenemos que armar un sindicato. El sindicato es una herramienta creada por la clase trabajadora y los trabajadores se deben dar las normas, los estatutos y las normas de comportamiento. Y acá tiene que pasar lo mismo con los compañeros piqueteros. Digo esto porque sé que ha rodeado a los compañeros de los movimientos de trabajadores desocupados de todo el país un grupo de intelectuales que han ido a los compañeros piqueteros para probar distintas teorías, como si fueran cobayos. Cobayos de experimentos para ver qué pasaba. Pasó con los compañeros de la Aníbal Verón, pasó con todos. Fueron experiencias desgraciadas.
Estas experiencias desgraciadas ya se vieron. En la huelga ferroviaria de 1991, cuando se dividía toda la izquierda, pero fueron a dirimir sus internas a nuestro comité de huelga.
Esta enseñanza, que también ocurrió en los 70, cuando se repite, como dice Carlos Marx, lo primero fue tragedia, lo segundo es farsa. Se repite esta farsa de nuevo. Y lo digo desde un punto de vista crítico. Las “vanguardias” estas van en busca de militantes perdidos, de militantes perdieron por sus políticas erróneas, sectarias. Y en vez de ofrecerse a los compañeros a ayudarlos, van a tratar de cooptarlos.
Con respecto al libro de Mariano, voy a decir muy poco. Después voy a hablar de Mariano.
El libro de Mariano, después de leerlo y releerlo, puedo decir que es un mapa de la situación de los movimientos de trabajadores desocupados. Es un mapa que el que quiera aprender algo del movimiento de trabajadores desocupados tiene que conocer. Está ahí. Está ahí con su lenguaje, con su mirada. Está ahí. No voy a discutir ni una sola de las ideas de Mariano. Son las ideas de Mariano y se las respeto total y absolutamente.
Hay ausencias y fuertes presencias en el libro. Y las ausencias están justificadas. Y están justificadas porque se ha escrito mucho de la historia del movimiento obrero, y siempre hay ausencias, y no es pecado que haya ausencias. No es un enciclopedista. Pero me parece que el primer paso que da Mariano, frente a este trabajo que no tiene nada que ver con los trabajos que hicieron algunos intelectuales sobre el movimiento piquetero, creo que este libro es disparador, se puede partir de él. Disparador para discutir. Y tiene ejes muy interesantes.
El primero –y lo quiero comparar con la historia del movimiento obrero– es el eje de la represión. También al movimiento de los trabajadores desocupados lo atraviesa el eje de la represión, de punta a punta.
Y el otro eje, de la hipocresía y de la cooptación. También los atraviesa. Son ejes que él refleja en el libro. Hay que leerlo al libro, meterse detrás de las letras y detrás de la escritura.
La otra cuestión que se nota en el libro es la permanente demonización de todos los luchadores. Es una constante. La demonización que hacen tipos conversos. Demonización como la que hace Leuco, que en Córdoba se comía los chicos crudos, pero en un programa demonizó a la Aníbal Verón “porque andaban con palos”. Y atrás de él se coló mucha gente. Hay que nombrar a los conversos.
Me interesa mucho rescatar el papel de Mariano como militante, que a la vez es cronista de sus propias acciones. Ese verso que dicen, que a la historia hay que “dejarla decantar”… ¿Por qué hay que dejarla decantar? Tiene derecho los compañeros de ser cronistas de sus propias acciones. Y la tienen que practicar. Y para practicar tienen que estudiar y capacitarse.
Y tendríamos que revisar el papel de los intelectuales frente a las luchas populares. Papel totalmente ausente. Todos los que han escrito, algunos son buenos, otros son regulares, pero están detrás de las cosas, detrás del acontecimiento. Y son críticos, como cuando fue el Cordobazo, que el primer tipo que escribió un libro sobre el Cordobazo fue Delich, que dijo que había sido una estudiantina. Fue rector de esta universidad, fue rector de la Universidad de Córdoba, candidato a diputado. Ese no es converso, siempre fue así, un hijo de puta.
El papel de los intelectuales frente a las luchas populares. Creo que hay reclamarle a algunos por el papel que han jugado. Juegan el papel, pero después se hacen los burros, los que no conocen, los distraídos. Como se hicieron los distraídos el 19 y el 20 de diciembre.
Con respecto a Mariano, quiero decirle desde otro lugar, desde el lugar de la veteranía, desde el lugar de la militancia, que tiene capacitarse, que tiene que estudiar, que tiene que ser él. Que tiene que incidir sobre sus compañeros, que tiene que darles estímulo para que estudien, se capaciten. Que formen sus propios cuadros. Y cuando vayan los roedores que van a sacarles experiencia que después escriben y teorizan sobre las experiencias de ustedes, sepan cómo rechazarlos. En los lugares débiles penetran, en los lugares fuertes no logran hacerlo.
Yo lo invito a que siga peleando, a que siga escribiendo, que están los compañeros que te ayudan.
Acá tengo una prueba testigo de quién es Mariano. Hace tres años le hicimos un reportaje en un piquete. Lo filmamos, lo grabamos, Graciela lo desgrabó. Acá hay cosas increíbles. Cuando le preguntan por su experiencia, es increíble, impresionante. Expresa todo. “Expresa toda la bronca a través de esto, de estar en la calle. Creo que es en la calle, a través de la lucha, como podemos conseguir las cosas que realmente queremos para nuestro pueblo”.
Le leí este párrafo a Beba Balvé, que escribió un libro sobre la experiencia del Cordobazo y del Viborazo, Lucha de clases y lucha de calles Y le dije: “Este compañero no sabe quién sos vos, no leyó tu libro”, y le leí este párrafo y se puso a llorar.

GRACIELA DALEO
Lo primero que quisiera decir –y no por darnos aire, sino como continuación de lo que planteaba el Negro respecto de los intelectuales, y porque estamos acá en una Facultad, y porque quienes intentamos organizar esta actividad nos llamamos Cátedra Libre de Derechos Humanos– es que esta experiencia es un intento de hacer un aporte al debate desde el campo del pensamiento, de la lucha y de la acción. Si hay algo de lo que puede estar orgullosa esta Cátedra, que en poco tiempo cumple diez años, es de que quizá fue uno de los primeros territorios del ámbito de la Universidad –que no tiene por qué ser ajena a los sectores populares– donde estuvieron presentes los trabajadores desocupados organizados. Si hay algo que debemos hacer los sectores populares es apropiarnos de la Universidad y hacer de la Universidad un territorio para crecer como movimiento popular, para generar y desarrollar conocimiento desde los parámetros de los que hablaba el Negro.
Este territorio, esta Facultad, esta Cátedra fue uno de los primeros lugares que el movimiento piquetero privilegió para entrar y exponer sus propuestas, sus balances. En el año 98 vino el Movimiento de Trabajadores Desocupados de Zona Sur, y empezamos con bombos, con canciones, hablaron los compañeros. Hablaron por sí mismos. Nadie vino a relatar su experiencia, la expresaron ellos, y terminamos cantando las consignas y canciones que quisieron compartir con nosotros.
Los trabajadores desocupados siguieron viniendo. Vinieron cuando todavía La Verón no era La Verón, eran MTD, ahí estuvo Mariano, estuvo Pablo, estuvo el Cholo, compañero que murió hace unos años. Y estuvimos acá dos días después del asesinato de Darío y Maxi. Los compañeros tuvieron la gran generosidad de no rechazar participar en el foro, a apenas dos días de la represión en el Puente Pueyrredón, de la muerte de Darío y Maxi, y compartieron con nosotros ese momento de debate, pero fundamentalmente de amor y solidaridad que tratamos de brindarles, sintiendo la pérdida como propia, pues eran también nuestros compañeros.
El año pasado volvieron a estar, para dar a conocer lo que escribieron. Como también hace ahora Mariano, ellos escribieron la propia historia, la historia de la investigación de quiénes, cómo, por qué, fueron asesinados Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, heridos tantos compañeros, y detenidos tantos, como sucedió el 26 de junio de 2002.
Y ahora estamos nuevamente, con otro alumbramiento. Mariano es quien lo parió materialmente, pero seguramente tiene parteros múltiples. Y estoy pensando en todos y cada uno de los integrantes de los Movimientos de Trabajadores Desocupados, que cortan la ruta, que hornean el pan, que levantan y sostienen la guardería, que están en la bloquera y trabajan en la bloquera. Y que fundamentalmente creen que es necesario revisar, mirar la propia experiencia para seguir adelante.
La palabra “presentación” me parece pomposa. Pienso más en que éste es un momento de compartir el alumbramiento del libro de Mariano. Y valorar el hecho de haberlo escrito, y compartir el debate con su autor, que es un luchador, con los compañeros del Movimiento que están acá, y con quienes no somos integrantes del Movimiento, pero que estamos en otras luchas, y siempre nos encontramos. Como dicen ellos, compartir entre quienes “nos vemos en la lucha”
No voy a hacer una crítica literaria del libro, ni de lo que hace el MTD, porque la fuente de eso será el propio Mariano y los compañeros que están acá y que lo integran. Pero traté de formularme algunas preguntas. Y me pregunté por qué Mariano escribe este libro, para quiénes lo escribe, que significa este proceso de la escritura. Y pensando en por qué lo escribe, recordé a otro compañero que unos cuantos años atrás también escribió, con cuyas palabras voy a empezar. Escribió un poema que dice así:

Queremos dejar testimonio / que vivimos / que somos / que las luchas de nuestros pueblos hermanos / no nos son ajenas / y que integrados en abrazos sin mucha tecnología / son nuestra poesía rústica.
Queremos dejar testimonio / que somos tiempo / palabra / acción / desordenada acción / lo demás es verso / en horas de alumbramientos colectivos.
Queremos dejar testimonio / sin levantar templos / que el día de mañana sean ruinas a visitar / para que de esta manera nuestro testimonio / no sea distorsionado /y se siga rebelando.

Este poema se llama Ante posibles distorsiones, escrito por Enrique Pereyra Rossi, Carlón, militante revolucionario montonero asesinado por Patti y otros terroristas de Estado el 14 de mayo de 1983, dos semanas después de que la Junta Militar hiciera público el Documento Final. Allí dijeron que el accionar de las FFAA en operaciones eran actos de servicio, que quedaban sujetos al juicio de Dios. Y que si no estaban en la clandestinidad o en el exilio, los desaparecidos estaban muertos.
Me pareció significativo empezar esta intervención con el poema de un compañero militante revolucionario de una generación casi desaparecida por la dictadura militar, desaparecida por una política que tiene que ver con la política que estamos sufriendo hoy. Compañero que corrió la misma suerte que los 30.000 detenidos desaparecidos. Y uno de los responsables directos de su asesinato no está en la cárcel, no fue expulsado de la fuerza, no está pagando su crimen ni murió atormentado por los remordimientos, sino que hace política, es intendente, lo escuchamos hablar en la radio y lo vemos en la televisión.
¿Por qué elegí empezar con esto, entonces? Porque hablar de la generación de Carlón, de mi generación, es también hablar de la lucha y de los desaparecidos. Y en este libro Mariano habla de la lucha, del compromiso. Y también habla, reflexiona y escribe sobre otra forma de la desaparición.
Una forma de la que se habló también en esta Cátedra. Fue en boca del Negro Cena donde se estrenó esta caracterización de los trabajadores desocupados como los nuevos desaparecidos sociales. Aquí él organizó un seminario que tuvo ese nombre. Ese seminario no lo encararon ni organizaron intelectuales ajenos al fenómeno que está viviendo la clase trabajadora. Lo concibieron, lo desarrollaron, lo condujeron precisamente los trabajadores desocupados ferroviarios de cuyo grupo el Negro Cena formaba parte.
Por eso cuando me preguntaba por qué Mariano escribió este libro, pensé que esta escritura de Carlón “ante posibles distorsiones”, puede ser una respuesta.
Creo que Mariano escribe este libro ante posibles distorsiones, a las que se refirió el Negro Cena, de esta historia de lucha, sobre todo de la construcción de la nueva identidad social, que surge de constituirse y fortalecerse a partir de una nueva realidad social. La realidad social del trabajador desocupado, que Argentina no había conocido antes. Porque no existía esta masividad de trabajadores desocupados, situación que estamos viviendo desde hace unos cuantos años.
También me preguntaba a qué distorsiones se abría esta reflexión, esta crónica, este amoroso relato político, histórico, del Movimiento de Trabajadores Desocupados. Creo que hay unos distorsionadores que encontramos, que aparecen cíclicamente o en continuo en los medios de comunicación, en las esferas de gobierno, en los ámbitos intelectuales, en los grandes dirigentes empresarios, y también en los vecinos, no sólo los vecinos de Barrio Parque o de San Isidro, sino en los vecinos que están junto a los asentamientos, en Lanús, en Morón, en Almagro. Una de las distorsiones a las que le hace frente, y tira elementos para que no caigamos en ellas, tiene que ver con ellos.
Y voy a resumir en quiénes pienso, con las palabras de un escritor, Andrés Rivera, un luchador de la palabra, autor de muchos libros –uno de ellos casi uno de mis libros de cabecera, con un nombre maravilloso, La revolución es un sueño eterno–, y releyéndolo encontré una frase que me parece que resume cómo se para Mariano desde este libro. Rivera dice: “Frente a nosotros, militantes del desorden, son los partidarios del orden. Del orden que perpetúa la desigualdad, como si el orden que perpetúa la desigualdad fuese un mandato divino”.
Cuando pensamos en el orden y el desorden, encuentro en esta reflexión de “como si lo hicieran por mandato divino”, otra razón para escribir este libro. Y creo que es romper el mandato de la posmodernidad, el mandato del fin de la dictadura. Ese mandato que empezó a imponerse durante la dictadura y continuó después en la cultura del posibilismo alfonsinista y del liberalismo menemista. La cultura del “nada se puede hacer”. El poder es tan terrible, tan absoluto, el poder mata, destruye, asesina, desaparece, tortura, hambrea, privatiza, y entonces nada se puede hacer, y lo único que nos queda es acomodarnos como podemos, en las grietas que el sistema nos deja para pasarlo lo mejor posible, morir lo más tarde posible, durar como sea.
Me parece que lo que narra este libro, lo que crónica, lo que amorosamente escribe Mariano desde una mirada política y de lucha, es una de las experiencias y de las epopeyas más importantes del pueblo argentino, y no voy a decir de este siglo, porque llevamos nada más que cuatro años. Sí pienso del siglo XX. Es la construcción desde menos cero, desde el despojo absolutamente de lo que había sido uno de los ejes troncales de la cultura de varios siglos, de organización de los hombres primero, y luego de los hombres y las mujeres, de organizarse en torno a un eje importante y fundamental en la vida que era el eje del trabajo. Cuando el capitalismo en su fase actual despoja a las grandes mayorías del trabajo, no sólo nos está despojando de aquello que nos permite obtener recursos materiales para comer, vivir, reproducirnos, e incluso ser explotados desde la forma capitalista de explotación. No sólo nos despoja de eso, nos despoja también de un lugar de pertenencia y de un lugar y una forma de organización. Y esto vulnera profundamente la identidad, como tan claramente lo expresa el Negro Cena desde hace tantos años.
Golpeada como estaba la identidad del pueblo argentino a partir de la dictadura militar, y despojado también ahora de su derecho al trabajo, de sus espacios de organización, de pertenencia y de lucha, me preguntaba muchas veces cómo íbamos a hacer para salir de esta situación, si casi no había puntos de encuentro. Creo que los trabajadores desocupados realmente mostraron otro camino cuando empezaron a juntarse, cuando empezaron a juntarse en la calle –como subraya Mariano, por eso el libro se llama “Del piquete al movimiento”–. Hubo primero un encuentro concreto en una lucha que creo que nace fundamentalmente de la desesperación, pero no de la desesperanza. Nace de la desesperación, de la necesidad, de la búsqueda de hacer algo para no seguir estando como se estaba.
Pienso que hay un encuentro en la calle, un encuentro en la marcha, un encuentro en el reclamo, en la exigencia de que sus derechos sean respetado. Fundamentalmente creo que –y esto lo subrayo desde mi lugar de ex desaparecida– los trabajadores desocupados concretan en la calle una nueva forma de aparición. Una nueva forma de aparición, porque si retomamos lo que se planteó hace un tiempo en esta Cátedra, que los desocupados son los nuevos desaparecidos sociales, esta es una forma de volver a estar en primer plano. Y no estoy pensando en los medios de comunicación. Estoy pensando en un aparición social, que tuvo que ver con los pies, con la manos, con el grito, con el fuego, y que eso se fue transformando en organización. Organización que fue dando saltos cualitativos en cuanto a las propuestas que fueron desarrollando y haciendo. Cómo fueron ellos, los excluidos, incluyendo a los otros, y siendo capaces de transformar lo que pretendió ser la limosna del Estado para paralizar e inmovilizar, en una herramienta de lucha.
Creo que en este transcurso que explica el libro se incorpora un nuevo elemento. No solamente organizarse, luchar, protestar y hacer, sino también escribir sobre la experiencia. Agrego un nuevo plus que tiene este sector del pueblo argentino, los trabajadores desocupados organizados en los movimientos de trabajadores desocupados.
Formo parte de la generación del 60/70. En aquellos años, mientras nosotros estábamos desarrollando nuestras genuinas, originales, viejas experiencias de lucha, escribíamos. Escribíamos documentos para la discusión, volantes, autocríticas, evaluaciones, hasta llegamos a tener un código de justicia. Pero lo que no hacíamos en ese tiempo, porque sentíamos que la historia la estábamos haciendo en la acción, era narrar nosotros nuestra propia historia. Pasó el tiempo. La dictadura militar hizo desaparecer muchas de nuestras palabras escritas e hizo desaparecer a muchos de quienes portábamos esas palabras. Nos encontramos en la década del 80. Y cuando volvimos a reencontrarnos durante los gobiernos constitucionales, sacándonos de a poco las capuchas que el sistema nos impuso como sociedad, como pueblo, verificamos esa gran dificultad por los huecos, la falta de nuestros compañeros, que nuestra historia no había sido narrada, escrita. Que los que quedábamos para narrarla éramos quienes habíamos sobrevivido, y aquellos que –como señalaba el Negro– se montaron sobre nuestra historia, teorizaron sobre ella, la exprimieron, la destilaron y nos han devuelto grandes mentiras sobre nuestra historia.
Pensando esto, afirmo: qué extraordinario valor y esfuerzo popular revolucionario y cultural hacen los compañeros trabajadores desocupados que son capaces de, mientras van haciendo la historia, también la van escribiendo para que podamos aprender, debatir, compartir con ellos.
Uno de los territorios de debate más profundo que no es valorado, es el debate ideológico. Esto que siempre aparece en las grandes bocas para descalificar. Creo que el libro de Mariano irrumpe en el debate ideológico desde un lugar necesario. Ellos intervienen en el debate ideológico desde la acción y desde la palabra que traduce esa acción. Es absolutamente original en estos años.
Cuando presentamos el libro sobre los asesinatos en el Puente Pueyrredón veíamos que la masacre del 20 de junio de 1973, en Ezeiza, necesitó más de diez años para ser escrita y publicada como investigación más allá de las crónicas periodísticas de la época, o nuestros volantes, o lo que decía el diario La Nación entonces, o años después, que decían que nos habíamos matado entre nosotros, como también publicaron después el 26 de junio de 2002. Más de diez años pasaron para encontrarnos con ese trabajo. Los compañeros trabajadores desocupados –que no tienen todos los recursos que tenemos muchos, que hemos podido estudiar en una universidad, acceder a fuentes que nos permitirían traducir esto en palabra organizada y en reflexión– escribieron ese libro y estuvo en nuestras manos al cumplirse un año de los hechos del Puente.
Escribir sobre la propia historia mientras la propia historia se está haciendo y uno la protagoniza, no es algo que salga fácilmente. Que muchos o pocos hayamos podido hacerlo. Los compañeros de los movimientos de trabajadores desocupados están haciendo una punta, inaugurando una práctica social revolucionaria que no conocíamos mucho hasta ahora.
Y otra vez vuelvo con el para quiénes escribe Mariano. Y escribe para desmitificar todo lo que desde el sistema se deforma, estereotipa, caricaturiza sobre los movimientos de trabajadores desocupados. Pero me parece que también escribe para otros. Para otros que están de este lado, que somos muchos de nosotros, que a veces caemos en una tentación casi permanente: decir “está todo mal, esto es un desastre, pasó esto, nos reprimen, nos matan”, y pareciera que todo eso sucede desde hace 500 años, y que del otro lado no hay ni resistencia ni lucha. Y que tampoco nunca alcanzamos una victoria. Cada vez que alcanzamos alguna victoria nunca falta el que nos dice “no, pero en realidad todavía falta que…”. Nuestras victorias muchas veces son arrancarle algo al gobierno, a los patrones, a aquellos que lo tienen. Nosotros luchamos para obtener eso. Pero cuando viene la mirada sobre eso, decimos “no, en realidad el aumento del sueldo por parte de la patronal fue porque no quieren que luchemos más”, “les dieron cien planes Trabajar para que no salgan a la calle”, “se anularon las leyes de punto final y obediencia debida para meterse en el bolsillo a los organismos de derechos humanos y todos nos volvamos kirchneristas”, “les dan la Esma para que se entretengan cuatro o cinco y digan que está todo bien y nos olvidemos de las violaciones a los derechos humanos de hoy”. Así transformamos cada una de las victorias que obtenemos con una lucha concreta, y que lleva siglos, en una derrota, en una prebenda, en una concesión. Y creo que esa lectura paraliza, porque terminamos cayendo en la tentación sobre la que nos advertía Rodolfo Walsh. El decía que una de las políticas más consecuentes de las clases dominantes es fracturar la memoria popular, hacer aparecer como que cada lucha empieza de cero. Que no tenemos una historia de organización y lucha, que es cierto que tiene mutaciones, baches, fracturas, momentos de terribles bajones. Pero es necesario que nos paremos desde esa memoria histórica para conocer que es necesario luchar, que la única posibilidad de continuidad de la vida de los pueblos es la lucha, la participación, la organización. Y que no necesariamente la lucha, la participación, la organización, tiene resultados maravillosos, en lo inmediato, y permanentes.
Algo que aprendí en el libro de Mariano es cómo el proceso de construcción del piquete al movimiento es precisamente eso: un proceso. Un proceso que tiene historia, que no arrancó cuando se tiró la primera piedra en Cutral Có, pero que de alguna manera, la primera piedra que se tiró en Cutral Có, el primer fuego que se prendió allí, tenía a la vez el aire de la continuidad de la lucha y el aire inaugural de nuevas formas de lucha. Que recogía la experiencia de los trabajadores que hacían piquetes para que no se entrar a la fábrica cuando había, y que resignificaba eso.
Este despliegue en el libro de la historicidad de la lucha, de que los procesos llevan tiempo de acumulación, de avances y retrocesos, es algo que tenemos que cargar de forma consciente y consecuente en nuestra mochila. Si no, concluiremos que si los resultados y las victorias no son inmediatas, no vale la pena luchar. Y eso tiene que ver más con los plazos fijos que pagaban un altísimo interés a siete días, pero terminaron significando un gran crac de la economía argentina.
Lo que se plantea en este libro, en esta historia, el Movimiento de Trabajadores Desocupados, es una reivindicación de la lucha, de la participación, de la organización, del protagonismo, de que nuestra lucha no tendrá resultados inmediatos, pero que también tiene que tener resultados inmediatos. Porque no podemos sacrificar una mirada histórica de proyección hacia la construcción de una sociedad más justa sólo en pos de las victorias y las derrotas inmediatas. Porque también podemos caer en la otra resignación –y sobre esto también habla este libro–, que si se pedían 500 planes Trabajar y se consiguieron 480 agarramos los 480 y nos volvemos a casa porque está todo resuelto.
Y lo último, este libro nos despierta una voluntad firme de aprender de los otros compañeros, y tal vez, de leer en forma más intensa y reflexiva nuestras propias prácticas, relatarlas y tomar nosotros la palabra para contar nuestras propias historias.

JUAN CARLOS CENA
Recuerdo el día en que vinieron por primera vez los piqueteros, con los bombos y los redoblantes. Nunca me voy a olvidar de un compañero que tenía un gorro, y andaba con un redoblante. Y dijo una frase que quiero que la anoten: “Nosotros somos nosotros cuando asumimos el hambre del otro”. Se cayó toda la biblioteca de la Facultad.

MARIANO PACHECO
Primero agradecerles a los compañeros que están acá, y a los que me acompañan en la mesa. Y contar por qué elegir a Vicki y al Negro para que estén aquí, en una de las presentaciones más emotivas para mí. Precisamente porque hay una continuidad que creemos que es imprescindible, y lo sostenemos desde los primeros pasos de la militancia. Es una continuidad que es imprescindible que se mantenga para poder alcanzar la victoria. Decía Mario Roberto Santucho que la conciencia también se va gestando en base a la memoria histórica, y porque es fundamental se rol de transmisión de las experiencias.
Y hoy no voy a meter la pata como hice en otras presentaciones, en las que dije “viejos compañeros luchadores” y voy a decir “históricos compañeros luchadores”. Lo vengo diciendo en distintas actividades que organizamos para difundir este trabajo, que no es una cuestión sólo de nostalgia lo de la memoria histórica. Y si hoy algunos de los compañeros que estamos al frente de algunas de las luchas, que tenemos poca edad, que somos muy jóvenes, también es cierto y tenemos que decirlo, que muchos de nosotros estamos protagonizando, encabezando algunas luchas, porque en su momento, momentos de los más difíciles para las organizaciones populares en Argentina, hubo compañeros históricos que venían de las luchas del 60 y del 70, que aun después de la derrota, se sentaban con los compañeros. Y no con cientos de compañeros a discutir, o a reunirse con miles en una movilización, sino que se sentaban con cuatro o cinco. Y éramos cuatro o cinco y cuando llegábamos a seis, nos poníamos todos contentos.
Como militante soy parte de esa experiencia, de juntarnos entre cuatro o cinco los sábados o los domingos a la mañana para ponernos a discutir cuál era el quiebre histórico que había sufrido Argentina. Y si hoy estoy acá y protagonizo con orgullo algunas luchas, es porque esos históricos compañeros revolucionarios hicieron lo que tenían que hacer en su momento, que era: aunque fuésemos cuatro o cinco, reunirse con nosotros, contarnos su experiencia, lo que había pasado en Argentina y tratar de sacar algunas reflexiones en ese sentido.
Hoy, en particular, están el Negro y Vicki. Y están precisamente porque fueron de los primeros en vincularse con el Movimiento de Trabajadores Desocupados, cuando todavía ni siquiera éramos Aníbal Verón. Lo que decía el Negro hoy, de las primeras experiencias de los trabajadores, de su formación, es algo que nos pasó también a nosotros. No me olvido cuando vino el Negro y nos dijo: “Ustedes tienen que formar sus propios cuadros”. Y en esas primeras actividades para empezar a formar nuestros propios cuadros, los primeros compañeros que se acercaron fueron el Negro y Vicki para hacer esos tallercitos de formación histórica. Por eso hoy quise compartir el espacio con ellos, y plantear que no nos olvidamos de aquellos compañeros que vienen, no con oportunismo cuando se publica una nota en la tele, o uno sale en los medios, sino que vienen porque están convencidos de que ahí se está gestando una experiencia, más allá de que se conozca o no, o más allá de su masividad.
Con Vicki hay una relación muy especial, que tiene que ver con mi propia historia de militancia. Ella decía recién que no escribió ningún libro, y debe ser cierto, pero sale en los de los otros. Esa es una de las cuestiones fundamentales por las que hoy estoy emocionado de tenerla a Graciela al lado mío. Las primeras lecturas, los primeros pasos militantes que fui dando junto con otros compañeros, estuvieron basados en las lecturas de las experiencias de los compañeros y las compañeras de la década del 70, y Graciela era una de esas compañeras que aparecía en esos textos.
Cuando nos conocimos, es precisamente cuando empiezan a mezclarse los mitos con las realidades de los compañeros. Y momentos cargados de mucha emotividad. Porque ésas eran nuestras primeras experiencias, cuando el movimiento piquetero no había entrado en escena, cuando las experiencias de organización popular eran pequeños grupos que se juntaban a hacer actividad, para ver como la embocábamos –porque tampoco la embocábamos mucho–, aparecía esa presencia muy fuerte que era la experiencia histórica de la generación de revolucionarios que nos había precedida.
Esa mística que se mezclaba con ese ejemplo que nos daban los compañeros, una mezcla un poco absurda, nos decían en el momento, que nosotros sentíamos nostalgia, jóvenes de 15, 16, 18 años, por momentos que no habíamos vivido. Y cómo podía ser que tuviéramos nostalgia, si no los habíamos vivido. Y era precisamente por esa continuidad del ejemplo histórico. Momentos en los cuales muchas de esas cosas eran importantes, casi fundamentales para nosotros. Momentos en los que nos emocionábamos escuchando al Cuarteto Cedrón, porque era la música que se escuchaba en la época. Leyendo Juan Gelman, Paco Urondo, Haroldo Conti, Santoro, y tantos otros compañeros menos conocidos que escribieron en su momento. Hasta la vestimenta para nosotros era fundamental. Los mayores se reían de nosotros, éramos todos pibitos que usábamos camperones, y un día uno nos preguntó por qué lo hacíamos, y un compañero, serio, muy serio, lo miró y le dijo: “Porque la campera corta era de los fachos y el camperón era de los montos”.
En esa mística y en ese ejemplo revolucionario de los compañeros luchadores populares de la década del 70 nos formamos quienes más tarde pasamos a encabezar las luchas piqueteras. Por eso era tan importante para nosotros que el Negro y Vicki estuvieran acá.
Pasando a la cuestión específica de este cuaderno de trabajo, digo yo, porque está bien que me agrandé un poco, Negro, pero ya si dicen libro me voy a agrandar demasiado…

JUAN CARLOS CENA
No te hagas problemas, que Gramsci escribió cinco cuadernos…

MARIANO PACHECO
Este cuaderno de trabajo tiene algunas paradojas que quiero remarcar. Que salió medio de casualidad. Y tiene que ver con un compañero vinculado al Movimiento, que es Miguel Mazzeo. Este trabajo surge a partir de un pedido de ayuda que el compañero, que ya tiene varios libros publicados, me hace y digo que sí, que voy a ver si puedo aportar algún dato, algo que le falta, ver si se confundió en algo, porque desde afuera se pierden a veces las cosas más cotidianas. Y empiezo a pasar algunos materiales para aportar a su libro, Piqueteros, notas para una tipología. Y cuando ve las notas que le acerco, me dice: Esto tiene que ser un trabajo específico, tenés que escribir, tenés que hacer un libro. Yo le dije: Miguel, nunca pasé de una nota, no terminé el secundario. Cuando iba al colegio no era de los más brillantes, era de los que se sentaban atrás, que no tenía las carpetas… ¿Cómo voy a llevar adelante un libro? Y me dijo que sí, que lo hiciera. Y empecé. Hice diez veces la primera página, hasta que enganché un ritmo. Tengo que agradecer la experiencia que me transmitió el compañero, que me ha ayudado en todo este trabajo para lograr este objetivo que fue en su momento, una página por semana. Una página por semana. Y fue tal como lo dijo el compañero: una página por semana. Después vinieron las correcciones, y ahí no sé si agradecerle o enojarme con Vicki, porque después de meses de romperme la cabeza porque saliera algo con un nivel de coherencia mínima para poder publicarlo, le acerco el trabajo a ella para que vea las faltas de ortografía y el trabajo en general, no sólo me lo devolvió con las correcciones ortográficas sino que me lo devolvió lleno de rojos. Era una última mirada, y me lo devolvió lleno de rojo, pero fue un aporte para poder pulirlo e ir aprendiendo este oficio, el de ir contando por escrito nuestras propias experiencias.
Metiéndonos un poco en el tema del que se trata, de lo que ya hablaron los compañeros, es la visión del trabajo: del piquete al movimiento. La reivindicación de masas, por un lado, del accionar de masas de nuestro pueblo, que a diferencia de otras veces no tenía una estructuración previa, no partía de una organización, sino que primero estuvo el método, primero se gestaron las luchas por las necesidades específicas, y en base a eso fue surgiendo el movimiento.
Es importante mencionar –y en el trabajo hay un pequeño pantallazo– en qué contexto surge el movimiento piquetero y en qué contexto surgen los primeros piquetes en Argentina. Un contexto por demás desfavorable. No sólo nacional sino internacional. Mediados de la década del 90. La caída del Muro de Berlín, con todo lo que implicaba para la política internacional, más allá de las valoraciones que se pudieran hacer de la ex Unión Soviética, los yanquis quedan como única expresión de dominio en el mundo, sin un contrapeso. La pérdida de los procesos revolucionarios en Centroamérica, la pérdida en Nicaragua, el empate estratégico en Guatemala y El Salvador, el repliegue ante un contexto internacional desfavorable. Sólo Cuba resistiendo como podía, en forma aislada, manteniendo un ejemplo vivo. Y un contexto nacional donde veníamos de una dictadura militar y de todo lo que implicó el alfonsinismo y la asunción del menemismo con el apogeo del neoliberalismo. Privatizaciones, pérdida de conquistas. Y un nivel de desocupación que ya dejaba de ser ejército de reserva, como se plantea en los términos clásicos, del sistema capitalista, para pasar a ser una masa de excluidos que se sostiene en forma permanente. Esa es la base, junto con la derrota histórica sufrida con el advenimiento de la dictadura. Teníamos una consigna: Porque hubo 30.000 desaparecidos hoy hay 4 millones de desocupados. Es directa la relación entre esa masa de excluidos y la derrota del proceso revolucionario en Argentina en los 70. Y no es sólo la derrota política, sin sobre todo una derrota ideológica muy fuerte. De ahí los conversos que mencionaba el Negro, aquellos que en vez de predicar que se podía seguir peleando por un país más justo, predicaban todo lo contrario, hablaban desde las entrañas mismas del enemigo, siendo funcionarios del gobierno de Menem. Fue un momento en el cual los estudiosos decían que de esa masa de excluidos era un lugar del cual no podía surgir nada, no podía surgir una alternativa, que ni siquiera podían organizarse, porque eran “lúmpenes”, apelando a categorías clásicas, y que del “lumpenaje” nada puede surgir, salvo fuerza de maniobra y de choque para la derecha.
Desde esa base social surgen los primeros piquetes. Y de ahí reivindicar que, más allá de que en la sociedad en la que vivimos, siempre la ideología dominante es la ideología de la clase dominante, siempre hay reservas de dignidad, siempre hay un resabio de memoria histórica, y no hay pueblos que se suiciden. En ese no suicidarse hubo pueblos enteros, como fueron las primeras puebladas en el interior, que no que se quedaron. Ex trabajadores de las empresas que iban siendo privatizadas, que expresaron esa dignidad en la calle, en la acción directa, en las rutas, ejerciendo ese acto de libertad que implica la lucha. Y ejerciendo todo un proceso que va a devenir en lo que después fueron las organizaciones piqueteras.
Este es uno de los hechos que intentan reflejarse en este trabajo. Que no existe tal milagro sociológico, sino que son de nuestro pueblo de carne y hueso, con sus reservas de dignidad, los que salen y generan esas acciones de masas y esas luchas por reconquistar lo perdido. Y además, que existieron en la provincia de Buenos Aires, aun antes de que surgieran las primeras puebladas, grupos de militantes que se proponían armar el movimiento de trabajadores desocupados. Y se menciona un hecho que pasó desapercibido para los medios, la movilización del 1º de Mayo de 1986 en la Plaza de Mayo. Ya aparece ahí una bandera que dice “Movimiento de Trabajadores Desocupados” con columnas de las barriadas del Gran Buenos Aires, con pequeñas comisiones de vecinos que empezaban a juntarse, a exigir petitorios, y que esas comisiones de trabajadores desocupados estaban motorizadas por militantes, algunos de los cuales eran curas o ex curas, catequistas, militantes que habían sido delegados sindicales, o militantes políticos desencantados de las estructuras tradicionales.
Y ahí también venía la crítica de los estudiosos, de los conversos, que planteaban que esos núcleos militantes, sin la estructura, sin el partido clásico que represente los intereses de la clase, no podrían llevar adelante ninguna propuesta seria para este país.
Es verdad que no empezamos de cero. Empezamos de menos diez. Empezamos con todo en contra. Empezamos con esa base social y empezamos desde estos núcleos de militantes que se proponían gestar una alternativa desde sectores de desocupados, que era el sector que se evaluaba con mayor potencialidad, de cara a la confrontación con el sistema capitalista. No pasó lo que decían los estudiosos y los conversos, que lo que buscábamos estos grupos de militantes era generar acciones que después provoquen la reacción de la derecha, cosa que se sigue diciendo hoy.
El planteo del trabajo es ése. Cómo desde la experiencia de nuestro pueblo, haciendo un recorrido desde las carencias más absolutas, se gestan acciones de masas. Cómo esas luchas de masas van generando un recorrido que se expande a nivel nacional. Y cómo esos núcleos de militantes, que empezaron aun antes de las primeras puebladas, tampoco siguen empecinados en las construcciones de las que venían, sino que logran sacar algunas reflexiones de esas puebladas que se daban en el interior, se empeñan sí en sistematizar esa experiencia y largar ya los Movimientos de Trabajadores Desocupados desde una perspectiva orgnaizativa, desde un perfil político determinado. Y cómo, agarrando la mejor experiencia de las puebladas del interior, salen a cortar las rutas de la provincia de Buenos Aires, como es el caso de los primeros cortes a mediados del 97, protagonizados por el Movimiento de Trabajadores Desocupados Teresa Rodríguez. E instalan en la escena nacional el problema de la desocupación desde la misma provincia de Buenos Aires. Y con lo que creemos nosotros, un gran acierto del momento, que es no sólo desnudar que el gobierno no tenía una salida para esa masa de excluidos, sino plantear la consigna contundente: “Trabajo, Dignidad y Cambio Social”.
Es decir, que el trabajo y los derechos en general de los seres humanos, no es posible reconquistarlos si no es desde una vocación revolucionaria que transforme el conjunto de la sociedad capitalista.
En esa lucha, y con ese planteo empiezan a gestarse los primeros pasos, que eran las luchas por acceder, no a planteos universales como era en los primeros momentos, que los primeros grupos de desocupados planteaban “trabajo” en términos genéricos, sino exigir al Estado algo que el Estado había implementado frente a las puebladas para frenar el conflicto social, y que era reclamar los planes Trabajar. Se pasa del corte espontáneo de poblaciones del interior a cortes coordinados de un movimiento organizado, con un perfil político, exigiéndole al Estado una respuesta que el Estado podía dar. “Esos planes existen, queremos esos planes.” A partir de ahí, todo el recorrido que implica más tarde la organización propia de los grupos de trabajadores de desocupados en emprendimientos que sirvan para el desarrollo de la organización y de la lucha.
En el trabajo también están cómo algunos de los primeros grupos nos fijábamos objetivos para la etapa –como decíamos–, a desarrollar en nuestro trabajo popular. Y evaluábamos que eran cinco: la organización de base. Desde esa organización de base, aunque sea incipiente, coordinación con otros grupos de base. Formación de los propios cuadros del movimiento para que efectivicen esa política. Intervención en la coyuntura marcando un vector determinado, que en su momento era instalar los cortes de ruta como método válido. Y un eje que atravesaba esos cuatro, que era la construcción de un movimiento de trabajadores desocupados a nivel nacional.
Podemos decir que gran parte de esos objetivos, pasados los años se han cumplido. Se ha gestado organización de base, se ha logrado desde esa organización de base coordinar con otros sectores. Se ha, al menos empezado, a formar los propios cuadros del movimiento. Se ha intervenido en la coyuntura nacional en diversos momentos: en junio de 2001 con la masacre en Salta y el bloqueo de los accesos a la Capital Federal con los sectores de desocupados de la provincia de Buenos Aires, cortando las autopistas por todo un día, no planteando revindicaciones para el propio sector, sino planteando que se vaya la Gendarmería de General Mosconi. Podemos mencionar el protagonismo, ínfimo, en esa gesta heroica que fue el 19 y 20 de diciembre, en la que los movimientos de trabajadores desocupados cumplieron un rol entendemos esencial generando un clima en todo ese mes previo y gestando luchas en esa misma semana, y participando como gran parte de nuestro pueblo en aquella insurrección. Y el 26 de junio de 2002, cuando el gobierno de Duhalde intenta generar un enfrentamiento cuerpo a cuerpo con el movimiento piquetero para sacarlo de la calle. Y el movimiento piquetero con gran audacia sale a combatir el autoritarismo del duhaldismo y sale a cortar los puentes aun sabiendo que había riesgos de represión.
Más allá de eso, podemos decir que esos objetivos que en su momento nos fijamos para la etapa, podemos decir que hoy son casi principios de la construcción de un proyecto basado en la autonomía y en el poder popular. Por largos años tendremos que seguir construyendo organización de base, coordinando con otros sectores, formando nuestros propios cuadros, interviniendo en la coyuntura nacional para cambiar la relación de fuerzas y seguir gestando un movimiento de los excluidos, de los desocupados, que logre pararse a nivel nacional.
Estamos en junio, una fecha para nosotros muy importante. Para nuestro pueblo una fecha muy importante, porque parece que el invierno siempre ha estado vinculado a las masacres, si nos acordamos de junio del 55, los bombardeos a Plaza de Mayo, en junio del 56 los fusilamientos de la dictadura de Aramburu, la masacre de Ezeiza en 1973. Y el 26 de junio de 2002 la masacre de Avellaneda.
Estamos en un mes con muchos preparativos, tratando de que salga un acto unitario como expresión de madurez del campo popular. E inmersos en un plan de lucha que también es parte de los desafíos que tenemos desde el movimiento de desocupados en particular y del movimiento popular en general, que es fortalecer la unidad. Estamos inmersos en un plan de lucha junto con otros sectores piqueteros, tratando de gestar la unidad del movimiento piquetero con la Asamblea Nacional de Trabajadores, con todo el espacio de organizaciones independientes que nos hemos ido agrupando lentamente en este proceso de recomposición –como decimos nosotros, y no tanto de fragmentación–. Y algo interesante que ha sucedido es que en los últimos tiempos la CCC ha participado, no de las medidas de lucha conjuntamente con los sectores independientes y la ANT, pero sí ha participado de medidas de lucha con el mismo programa, lo que nos parece interesante y no nos cansamos de decirlo, porque hasta ahora la CCC estuvo vinculada a D’Elía, que nos cae poco simpático y que se ha sacado la careta y ha conformado un frente piquetero de apoyo a Kirchner junto con los compañeros de Barrios de Pie, que protagonizaron con nosotros el 26 de junio y con otros grupos filooficialistas que han surgido en el último tiempo.
Un mes muy importante por el 26 de junio. Porque la unidad del movimiento piquetero es la tarea de la etapa. Está estrechamente ligada la situación reivindicativa de los desocupados con la situación política general. Y empiezan a ligarse con los conflictos de otros sectores sociales. En el plan de lucha está planteado el aumento de salario para ocupados y jubilados, y dentro del aumento de salario, el aumento del monto de los planes de empleo, de 150 a 350 pesos, y la universalidad de los planes Jefas y Jefes de Hogar, que era algo que hizo el gobierno represor de Duhalde y que el gobierno progresista de Kirchner canceló, en un acto anticonstitucional en su afán de “política popular”.
Parte de este plan de lucha tiene que ver con las tareas de la etapa, la coordinación de los movimientos piqueteros, pero también la coordinación de los movimientos piqueteros con los ocupados y con otros sectores sociales, y sobre todo retomar las consignas que se plantearon en junio de 2002, cuando salieron a bloquearse los puentes. Y de ahí la vigencia de la lucha que desembocó en la masacre de Avellaneda. Y aprender un poco de la experiencia. En junio de 2002 el planteo general de todos los sectores era aumento salarial. Se venía de un proceso de organización de los docentes, de los estatales, de los médicos, confluyendo con el movimiento piquetero después de la rebelión popular de diciembre, y la respuesta de las clases dominantes fue la masacre. Con eso cambiarnos el eje, y que nosotros mismos dejemos de plantear aumento de salario y mayores reivindicaciones para plantear juicio y castigo a los responsables de la masacre, no al autoritarismo, que no nos hagan los cacheos que implantó Duhalde. Llevó como dos años, y hoy nuevamente estamos planteando el aumento de salario, después de la devaluación que vació los bolsillos de los trabajadores, y retomando las consignas de trabajo digno, salud, educación, salario, mayor presupuesto para las reivindicaciones de los trabajadores. En ese camino estamos.
Esperamos que el 26 de junio salga un acto unitario y que empiece a instalar en el escenario político nacional nuevamente las luchas por mejores condiciones para los trabajadores y el pueblo en general. Y en el camino específico de los sectores autónomos y de los sectores independientes, este gran desafío que tenemos, después de la rebelión de diciembre, de poder reagruparnos de una forma más eficaz e ir gestando un movimiento autónomo y revolucionario que se plantee la transformación de la sociedad, basado en la construcción del poder popular, en las instancias de la organización de base barrio por barrio, pero también en la lucha política, interviniendo en el escenario político nacional, en la coyuntura de cada situación para cambiar la relación de fuerzas. Poder dar ese paso para salir de la defensiva para de una buena vez pasar a la ofensiva.
Quería terminar remarcando algunas paradojas. Y leyendo algo que estuve escribiendo en estos días. Cuando se lo mostré a un compañero, me dijo: “La semana previa al 26 de junio Darío me pidió el libro de Espartaco”. Yo no lo sabía, pero justo escribió algo que titulé “El humano es un ser en permanente lucha por su libertad”, y el subtítulo dice “De Espartaco a Santillán: A dos (mil) años de resistencia e impunidad”. Y empiezo con una cita de Sartre: “En no importa qué circunstancias, de no importa que época y de no importa que lugar, el hombre es libre de elegirse traidor o héroe, cobarde o vencedor. Al elegir para sí mismo la esclavitud o la libertad, elegirá al mismo tiempo un mundo donde el hombre es libre o es esclavo. Y el drama nacerá de sus esfuerzo para justificar la opción. Ante el rostro de ,los dioses, ante la muerte o ante los tiranos nos queda una misma certeza, triunfante o angustiada: la de nuestra libertad”, de Un teatro de situaciones.
Creo que es un ejemplo de la libertad que tiene el ser humano. De la libertad aun en la situaciones límite, de elegir la rebeldía o agachar la cabeza.
Creemos que hay ejemplos de los militantes que se forman en las nuevas experiencias de organización y de lucha del pueblo argentino, como es el de Darío Santillán, Ejemplos de lo que expresa la situación de nuestra época. Ser libres implica tener una lucha muy fuerte por conquistar nuestra libertad.
Y termino con la frase final de esto que escribí en este junio: “Darío y Maxi, como tantos otros anónimos, pertenecieron a esa clase de personas que en lo cotidiano trabajan, estudian, piensan, sienten…
Tuvieron aciertos y errores, fueron sencillos y extraordinarios. Darío y Maxi pertenecieron a esa clase de hombres y mujeres que sufren, se divierten, ríen, lloran, se enamoran y son capaces de indignarse ante las injusticias y rebelarse. Por eso fueron de esa clase de seres que, como muchos, tienen frío y padecen necesidades. Pero sienten hambre y sed de justicia. Y por sobre todo, compañeros, sabemos que tuvieron miedo y dificultades, pero las vencieron. Por eso rescatamos de ustedes lo más importante, que es lo que nos llena de orgullo: sabemos que tuvieron voluntad de luchar”.

ASISTENTE
¿Qué emprendimientos tienen en los barrios para ampliar sus posibilidades, para trabajo comunitario?

MARIANO PACHECO
En los barrios, desde que nacieron los Movimientos existen los proyectos productivos. Ayer justamente salió una nota en Página/12 sobre un emprendimiento del Movimiento al cual yo pertenezco, que es el MTD Darío Santillán de Almirante Brown, de una panadería que tenemos en la Facultad de ciencias Exactas en coordinación con los compañeros del movimiento estudiantil universitario. Es parte de nuestra política ir gestando proyectos que vayan generando desde la vida cotidiana de nuestros compañeros una relación social basada en el trabajo, que no sea un trabajo como lo es en el sistema capitalista donde está basado en la alienación, en la explotación, en la dominación, sino que sea un trabajo libre, creativo, donde cada uno pueda poner de sí mismo lo más que dé, y donde se puedan constituir lazos de solidaridad. Proyectos que respondan a las necesidades de nuestros compañeros en su vida cotidiana, y no a las necesidades del mercado.
Hay proyectos que tienen que ver con la subsistencia, que la mayoría están vinculados a la comida, a la vestimenta. Y a las necesidades de ir gestando una infraestructura propia de los movimientos. Hay panaderías, huertas, comedores, grupos para los chicos de merienda, de salud, de educación. Le damos una gran importancia a la formación en la cultura. Herrería, carpintería, grupos de construcción para los galpones.
Esto está desde el inicio de los movimientos, y es importante remarcarlo porque parece ser que ahora es Kirchner quien ha promocionado los proyectos productivos, cuando en realidad, desde los movimientos siempre se tuvo una política de no ser un vago que cobra un plan social sino ser un trabajador desocupado que en base a ese plan social empieza a generar una alternativa asumida y empieza a trabajar al menos en proyectos que tienen que ver con la subsistencia en el barrio.
En relación a esto hay toda una política que no cuentan los medios de comunicación, y es que sí, desde el gobierno se está financiando hoy en día una ayuda para estos emprendimientos, pero lo que se busca desde esa ayuda es que los movimientos generen una dinámica de trabajo por la cual después dejen de cobrar el plan Trabajar los compañeros que integran ese grupo, y se sustente su salario con los ingresos que deja el trabajo de ese proyecto. Y esto tiene dos cuestiones fundamentales: una, que es inviable generar proyectos productivos barriales que compitan en el mercado. Nosotros no dejamos de valorar ese proceso de trabajar en los barrios, de ir gestando un trabajo autónomo, de ir generando un ingreso más a los $ 150 del plan. Pero creemos que con panaderías barriales no se soluciona el problema económico de este país. Y sobre todo creemos que no es generando esos trabajos, con una carencia absoluta de derechos, sino teniendo una política desde el Estado de pleno empleo, con los derechos históricos de los trabajadores.
Lo que se hace básicamente en los barrios son trabajos vinculados a proyectos que responden a la subsistencia.

ASISTENTE
Dentro de los proyectos del Plan Manos a la Obra, ahora, que tienen teóricamente un plan de seguimiento, ¿no se corta la posibilidad del desarrollo comunitario de los grupos autónomos? Ellos tienen previstas en el año 5 visitas, 4 técnicas y una de evaluación frente al plan. Eso, ¿no le impone condiciones al desarrollo? ¿Prevén ustedes esta situación?

MARIANO PACHECO
Como se cuenta también en el trabajo, la historia de nuestros movimientos es también la historia de las luchas por conquistar la autogestión de la ayuda social. Y uno es un dato menor que los primeros planes que se consiguieron en la provincia de Buenos Aires, después de cortar la ruta, los compañeros que integraban los movimientos iban a trabajar a los municipios. Es decir, se perdía por un lado lo que se conquistaba por el otro. Y llevó años de lucha, hasta que en diciembre del 99 se pudo conquistar la autogestión de los planes de empleo y armar estos proyectos.
Ahora el Estado empieza a financiar estos proyectos y empieza a tener la misma estrategia que tuvo en su momento con los planes: dar plata, pero que esa plata sirva para condicionar a las organizaciones populares, para sacarlas de la ruta, y sobre todo para, en algún momento cooptar lo que se puede cooptar y barrer con lo que no se puede cooptar. Es parte de la estrategia, y nosotros lo asumimos como los desafíos en esta cuestión. Es un poco inédito que un Estado capitalista financie organizaciones que se plantean la destrucción del sistema capitalista. Pero está lleno de trampas. El Plan Manos a la Obra está lleno de trampas, como todos los planes del gobierno.
Nosotros sostenemos que el gobierno de Kirchner no es un gobierno popular, porque si lo fuera favorecería la organización y la movilización de masas, y este gobierno no lo hace. Específicamente con este sector de la Aníbal Verón ha tenido una política permanente de discriminación política, lo cual nos condena a un genocidio social. Se les exige a los trabajadores desocupados inmersos en la miseria que tenga técnicos, que tengan computadoras, que presenten proyectos en disquetes, después en fotocopias, después en otras fotocopias. Después viene el técnico y revisa si la cadena de producción… Piden cosas que evidentemente, desde la marginalidad en la que nos encontramos es muy difícil cubrir.
Los desafíos son los de siempre. Vamos a tener estos proyectos y vamos a hacer las cosas lo mejor que podamos. No porque lo exige el gobierno, sino por nosotros mismos, por nuestra dignidad. Queremos trabajar y sacar los proyectos adelante. Si el gobierno en algún momento decide que esos proyectos no son viables, que esos proyectos no están ejecutándose como los ministerios de Trabajo y Desarrollo Social lo han planificado, e intentan sacarnos algunas de las conquistas que tenemos, la salida va a ser la de siempre: salir a las calles a pelear. Es la única que nos queda.
Pero es cierto que hay una política que es trabar todo, que los proyectos estén condenados al fracaso.

AXEL (DEL MTD ALMIRANTE BROWN)
Hace una intervención inaudible acerca de la autonomía, la relación con el Estado, los planes Trabajar.


MARIANO PACHECO
La concepción de autonomía que se maneja desde los movimientos que decidimos ser autónomos, hay una autonomía básicamente política. Y en esa autonomía política entra esa situación de lucha por conquistar la autogestión de la ayuda social. Una autonomía donde no nos fugamos del Estado, sino que enfrentamos al Estado, que tiene sus responsabilidades muy concretas y le exigimos que cumpla las reivindicaciones necesarias para el pueblo. Pero que sean los movimientos quienes autogestionan esas conquistas. Si no, estamos en la misma: peleamos por la salida, pero después la salita la maneja el puntero. Peleamos por los planes y después los planes los maneja el puntero.
Desde ese punto de vista hay un gran avance en la organización popular. Donde no lo hay es en esta cuestión de que en última instancia, dependemos económicamente del Estado. Y si el Estado saca los planes nosotros quedamos colgados del techo.
No por lo que se interpreta muchas veces, que se dice “Ah, entonces tienen un manejo clientelar de la ayuda social. La gente está por el plan”. Sí y no. Todos estamos por el plan. Yo también estoy por el plan, porque sin el plan se nos complica la vida, la reproducción material. Todos estamos por el plan, y si nos sacan los planes, no es que la gente se va a ir porque no tiene conciencia. Todos nos vamos a ir, los militantes también porque tendremos que ir a buscar una changa o hacer algo, porque vamos a quedar en el aire.
Y ahí hay un gran desafío: cómo vamos gestando proyectos que respondan a la autonomía económica. Los microemprendimientos empiezan a ser a pequeña escala parte de esa política. Cómo vamos generando grupos de trabajo que el día se mañana puedan sustentarse, aun sin un plan Trabajar. Lo que sabemos y asumimos es que eso tiene un límite, y que eso no puede ser de masas. No puede haber grupos de trabajo autogestionados sin ayuda social que respondan a las necesidades de miles de compañeros y compañeras desocupados. Pero es parte del intento.
Y parte de ese intento también es ir gestando infraestructura autónoma. No trabajar siempre en casas de compañeros, sino ir armando nuestros propios espacios sociales.
¿Cómo vamos a encarar el desafío de la autonomía económica de acá en más? Este será un aspecto a resolver. Nosotros, que somos movimientos de masas legales y públicos tenemos esta forma de generar nuestra autonomía económica, que es juntar $ 5 por mes entre todos los compañeros que cobramos el plan, presentando proyectos en el exterior para que grupos solidarios financien algunas actividades, algunos emprendimientos. Y peleándole al Estado para que siga financiando un poco la organización popular.

ASISTENTE
Lo de los microemprendimientos nos lleva al tema de la máquina de coser. Las manzaneras entregaban máquinas de coser. Ahora hay máquinas en desuso y están planteando cursos de capacitación. Digo: ¿no nos lleva esto a una especie de campo de concentración, a meternos todos a tejer, hacer sábanas, y de ahí no salimos? Son trabajos mal pagos. Tenemos que ver cuánto de esto nos puede beneficiar y cuánto de esto nos puede perjudicar.

MARIANO PACHECO
Es un poco lo que planteábamos recién. Por un lado no creemos que los microemprendimientos den una salida económica al país. Igual es importante remarcar que la estrategia del gobierno tiene algo de eso de meternos para adentro, meternos en casa. Pero no hay trabajos individuales en los movimientos. No es que se le da una máquina de coser a una señora para que se la lleve a su casa, sino que las maquinarias se conquistan en la lucha colectivamente, y el trabajo es colectivo, y están en lugares colectivos. Las maquinarias que se consiguen van a galpones que construimos en el MTD.

ASISTENTE
Pero el campo de concentración no es sólo el del Holocausto que conocemos, sino el de concentración económica. Hay una parte que tiene que ver con lo económico, que no lo podemos desprender.

MARIANO PACHECO
Hay una cuestión fundamental: mientras los trabajadores desocupados no generemos marcos de lucha y de unidad con los trabajadores ocupados, los dos sectores de la clase trabajadores vamos a seguir engrapados en la misma trampa. Los trabajadores ocupados no va a luchar por miedo a quedar desocupados y los desocupados vamos a seguir estando desocupados y sin posibilidades de acceder al trabajo aunque sea en los marcos del sistema capitalista, a un trabajo que no sea el trabajo a pequeña escala en los barrios.
Pero son parte de los desafíos del campo popular.

ASISTENTE
Por ejemplo, que en esos galpones no se pase de trabajar 4 o 6 horas, y el resto del día ocuparlo en otras actividades.

MARIANO PACHECO
De hecho, eso es lo que se hace. Pero más allá de que se haga eso, hay una cuestión esencial que es que nosotros planteamos que esto es una situación de emergencia frente a la crisis y no una salida. Ahí está la diferencia esencial. Nosotros planteamos: están bien los microemprendimientos, están bien los planes, pero son un paliativo en la crisis. Acá lo que tiene que haber por parte del Estado es una política seria de pleno empleo para todos los argentinos, para todos los habitantes de esta tierra.

ASISTENTE
Es cínico que a los microemprendimientos les pongan todas esta condiciones, y haya tanta inexistencia de controles para las grandes em

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