La situación política y las tareas de la izquierda
Por El Militante -
Tuesday, Nov. 02, 2004 at 6:54 AM
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Un breve análisis de la situación política actual desde la óptica de El Militante.
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El Militante nº 10
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La situación política y las tareas de la
izquierda |
Editorial de El
Militante nro. 10 |
Autor : El Militante Fecha
: ( 31-Octubre-2004 ) Categoria : Editorial
|
s
indudable que la marcha de la situación económica y las expectativas
que todavía existen en la mayoría de la población explican la
relativa estabilidad del gobierno de Kirchner. La oposición política
a derecha e izquierda, en cambio, vegeta sin un objetivo definido.
Esto permite a Kirchner sortear con más o menos habilidad las
negociaciones por el pago de la deuda y la suba de tarifas aunque en
la práctica suponga ceder en gran parte de los reclamos del FMI y
las privatizadas. También le permite echar paños fríos a la interna
peronista en la lucha que mantiene con Duhalde por el control de las
estructuras del PJ.
Kirchner tuvo la suerte de que su
gobierno echara a andar cuando ya se inició un repunte claro de la
actividad económica, permitiéndole recaudar importantes ingresos a
las arcas del Estado y así conciliar diversos intereses y amortiguar
parcialmente los choques sociales. Así, la riqueza producida, el
PBI, creció un 8,8% en el 2003 y se espera que crezca más de un 7%
en el 2004. Hubo un cierto aumento del empleo y algunas subas
salariales, aunque el desempleo real todavía afecta al 20% de la
población activa y el poder adquisitivo de los salarios continúa
siendo inferior al del 2001.
La causa del crecimiento
económico se explica en gran parte por factores externos,
reflejándose en la alta demanda de productos agropecuarios e
hidrocarburos, de acero y de otros productos, vinculada al
impresionante auge económico de China y, en menor medida, de Brasil,
EEUU y Europa, y en la suba del precio de las materias primas. Pero
esta dependencia del desenvolvimiento de la economía mundial,
también plantea algunos interrogantes (aumento del precio del
petróleo, suba de los tipos de interés en EEUU, evolución del precio
de las materias primas y de la situación económica internacional)
que pueden provocar un quiebre en la economía del país y en el
ambiente social y político del país, que habrá que seguir con
atención en los próximos meses.
La
sobreexplotación de la clase obrera
Pero esta
recuperación de la economía argentina también se debe a la
sobreexplotación de la clase obrera. Los capitalistas argentinos
están consiguiendo salir adelante, no a través de la modernización
de sus equipos, sino con salarios bajos, largas jornadas de trabajo
y una precarización del empleo espeluznante: con el 48% de los
trabajadores “en negro”. De hecho, el costo laboral industrial cayó
un 31% sólo entre 1997 y el 2003 y la productividad por hora
trabajada aumentó un 20%. En el otro extremo, según un estudio de la
CTA, las 100 empresas más importantes de Argentina aumentaron sus
ganancias un 47,7% en el trienio 2001-2004.
Usando
como chantaje a los millones de desempleados, el salario promedio en
los nuevos trabajos es de $395, ganando $628,40 los contratados en
blanco y $308,70 los contratados en negro, cuando la línea de la
pobreza está cuantificada en ingresos por debajo de los $758.
Pero esta situación, en el marco de una reactivación
importante de la actividad económica, está teniendo otras
consecuencias, aumentando la bronca y el descontento de la clase
obrera y reanimando sus luchas por mejores salarios y condiciones de
empleo.
El movimiento obrero y nuestras tareas
El 2003 fue el año donde la actividad del movimiento obrero
alcanzó su punto más bajo desde la dictadura, con un promedio de 12
huelgas mensuales. Las últimas cifras disponibles este año revelan
que el promedio de huelgas mensuales es de 30; es decir, 2,5 veces
más huelgas que el año pasado lo que marca una clara recuperación
del movimiento reivindicativo de los trabajadores.
En
este nuevo ambiente, la tarea de los delegados sindicales no está
siendo tan agradable y cómoda, obligados a encarar la bronca
creciente y la indignación de los trabajadores en sus reclamos por
mayores salarios y mejores condiciones de trabajo.
Para no perder completamente el control sobre los
trabajadores, muchos de los burócratas sindicales se verán obligados
a encabezar luchas, mejor o peor organizadas, como de hecho está
sucediendo. De toda esta experiencia es de la que los trabajadores
comienzan a sacar la conclusión de que necesitan otros delegados
sindicales que los representen, creando condiciones para el inicio
de un cambio molecular en el seno de las estructuras sindicales en
el interior de las empresas y fuera de ellas.
La
necesidad de organizar una corriente sindical de oposición en el
seno de la CGT y la CTA nace directamente de esta situación. Es
necesario aglutinar en un frente único a todos los activistas
sindicales combativos y luchadores para la tarea de recuperar los
sindicatos como instrumentos a favor de los intereses de los
trabajadores, compartiendo experiencias y acelerando este proceso.
Las condiciones para que esta corriente se desarrolle con éxito son
enormes: millones de trabajadores organizados y sin organizar en los
que reina un malestar profundo por sus condiciones de trabajo, por
sus bajos salarios y por los pésimos dirigentes que tienen.
Los modestos éxitos obtenidos en algunos gremios y
empresas presentando listas opositoras, donde la izquierda se
presentó unida junto a los activistas combativos, también expresa
esta necesidad. Pero no se debe circunscribir la agitación al mero
armado de una lista opositora. Siguiendo el ejemplo del SUBTE,
debemos organizar una plataforma permanente que agite en las
empresas, que edite volantes regularmente, que organice luchas allá
donde tenga posiciones dirigentes.
Que la izquierda
sea capaz de aprovechar esta situación dependerá de su capacidad
para practicar una audaz política de “frente único” en el terreno
sindical para emerger como un polo de referencia en las luchas de
los trabajadores. En este sentido, creemos un error que los grupos
más relevantes de la izquierda empiecen a postular su sello
electoral particular, faltando un año para las elecciones, cuando la
prioridad es lanzarse con todo a acompañar y orientar las luchas de
los trabajadores que están peleándola por el salario y el empleo
digno.
Las falencias de la izquierda
Lamentablemente, en la izquierda existe una
dolorosa sensación de aislamiento, perplejidad y desorientación
política que no escapa a la percepción de miles de activistas
obreros y juveniles. Refugiarse en un falso “exitismo” para mantener
“alta” la moral de sus bases y preservar el sentimiento de
infalibilidad y de prestigio de las direcciones no ayuda a resolver
los problemas.
Los enfrentamientos sectarios y la
incapacidad para llevar a la práctica una consistente política de
“frente único” de toda la izquierda en el terreno piquetero,
juvenil, sindical y electoral repele a la inmensa mayoría de los
activistas y explica en gran medida esta debilidad de la izquierda.
Así, el movimiento piquetero combativo se encuentra
en un “impasse” total, recorrido por una división y un
fraccionamiento crecientes que afecta hasta a la propia ANT tras la
virtual ruptura de Castells, y donde proliferan todo tipo de
tácticas individualistas y aventureras, a espaldas y sin conexión
con las luchas de los trabajadores.
Aunque la crítica
a Kirchner es justa y correcta en el fondo, está formulada de una
manera tan estridente e histérica que no conecta con la experiencia
de los trabajadores, sobre todo con los que aún mantienen ilusiones
en su política.
Algunos compañeros abusan del término
“reflujo” para caracterizar el ambiente entre los trabajadores y la
juventud. Pero esta caracterización está lejos de ser correcta.
Quizás sea apropiada para definir el estado de ánimo de muchos
activistas de izquierda que estuvieron en la primera línea de
batalla en los últimos tres años, pero no es cierta si nos referimos
al ambiente entre los trabajadores, quienes de ahora en más están
empezando a estirar sus músculos, incorporándose de manera creciente
a la lucha, y obteniendo concesiones por primera vez en años.
La izquierda debe cambiar radicalmente de tácticas.
Debe dotarse de perspectivas políticas correctas, no confundiendo la
realidad con sus deseos, adoptando consignas que se desprendan de la
situación objetiva y que tomen en cuenta el nivel de conciencia de
los trabajadores; debe practicar una política audaz de frente único
en todo su accionar, mantener una orientación preferente y
sistemática al movimiento sindical; dotarse de un programa que
vincule las demandas más inmediatas y sentidas por los trabajadores
con la perspectiva del socialismo, y de una perspectiva
revolucionaria y socialista internacional. No existe otro camino
para salir del actual estancamiento y estar en las mejores
condiciones ante el inevitable resurgir y fortalecimiento de las
luchas de los trabajadores en los próximos meses.
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