Elecciones en Yankylandia.
Por El Militante. -
Friday, Nov. 05, 2004 at 10:55 PM
Primer anàlisis del triunfo del canallòn de Bush.
EL MILITANTE - Versíon
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Una primera mirada a las elecciones
estadounidenses 2004 |
La “Democracia”
enseña su feo rostro |
Autor : John Peterson (Liga
Obrera Internacional de EEUU-WIL) Fecha : ( 04-Noviembre-2004 )
Categoria : Estados Unidos
|
“Me
gustaría votar por algo que quiero, y lo consigo, pero no
consigo más que votar por algo que no quiero”
Eugene Debs
Las elecciones
presidenciales de 2004 marcan otro momento decisivo en el rápido
cambio de conciencia de la clase obrera estadounidense. El
resultado, que seguramente no es una ninguna sorpresa para los
lectores de nuestra web y de In
Defence of Marxism, defrauda las esperanzas de millones que
sinceramente pensaban que podrían echar a Bush votando por el “mal
menor”.
Los demócratas consiguieron un apoyo
arrollador en los grandes centros de población con concentraciones
importantes de sindicalistas, minorías y pobres en general. Estos
votantes claramente están buscando una solución a la crisis
económica y social a la que se enfrentan. Para millones apoyar a los
demócratas era una reacción sana a la política de Bush y un giro a
la “izquierda” (al menos para los niveles norteamericanos). Debido a
la ausencia de una alternativa, muchos votantes se taparon la nariz
y votaron por Kerry. Pero al situar sus esperanzas en los demócratas
no estaban recurriendo al “mal menor” sino al “mal más grande”. John
Kerry hizo una declaración de intenciones cuando en su discurso
declaró: “No podemos ganar estas elecciones”. La principal lección a
sacar de las elecciones de 2004 es que la clase obrera no puede
basarse en los representantes de otra clase para luchar sus propias
batallas. Debemos basarnos en nuestras propias fuerzas y
organizaciones, debemos construir un partido obrero de masas que
pueda defender verdaderamente nuestros intereses.
Incluso antes de que se terminasen de contar todos
los votos, Kerry llamó a Bush para reconocer la derrota y
felicitarle por su victoria. El principal tema de sus conversaciones
fue la necesidad de “cicatrizar” y la “unidad nacional”. En las
propias palabras de Kerry hay una “necesidad desesperada de unidad”.
Bush también ha destacado este punto en su discurso de victoria. Los
dos son candidatos burgueses y son conscientes de la acalorada
batalla electoral, han levantado las esperanzas y las iras de
millones de personas, especialmente entre los seguidores demócratas,
cuyas aspiraciones genuinas de conseguir una vida mejor han sido una
vez más traicionadas. EEUU está polarizado como nunca antes lo ha
estado, la frustración y la rabia que se están acumulando debajo de
la superficie no han encontrado su expresión en las urnas, eso
necesariamente explotará de otra forma en el próximo período. Por lo
tanto, su principal prioridad es apelar a la unidad, olvidar,
respeto, comprensión mutua, etc., En otras palabras, ahora que han
pasado las elecciones todos aquellos que realmente pensaban que
votando podrían marcar la diferencia ahora deben regresar a casa
durante otros cuatro años y permitir que los políticos millonarios
profesionales se ocupen de los asuntos. Eso es precisamente lo que
no debe hacer la clase obrera.
En un resultado
pavoroso pero no sorprendente y es una reminiscencia de las
elecciones de 2000, las elecciones presidenciales de EEUU también se
han salvado por los pelos. No debe sorprendernos, Bush ha mantenido
los feudos rurales, tradicionalmente republicanos, del sur y la
mayor parte del oeste, mientras que Kerry triunfó en el nordeste
densamente poblado, la mayor parte del medio oeste y la costa
occidental. Florida estuvo cerca, pero al final se la llevó Bush. En
esta ocasión la controversia ha estado en el “estado oscilante” de
Ohio.
Ohio fue el campo de batalla final para
conseguir acceder a la posición más poderosa del mundo. En muchos
sentidos es un microcosmos de EEUU: una profundo contraste entre las
zonas rurales conservadoras y las masivas ciudades industriales
golpeadas por la crisis económica. Uno de cada 23 empleos perdidos
en el año 2000 lo fueron en este estado. Aquí también se han perdido
más empleos manufactureros per cápita con Bush que en cualquier otro
estado. A pesar del enorme declive de las últimas dos décadas Ohio
sigue teniendo una alta afiliación sindical, el 16,8 por ciento,
frente a la media nacional del 13,1 por ciento. Pero lo que es una
verdadera contradicción norteamericana es que muchos de los
trabajadores de Ohio que tienen su carné sindical también lo tienen
de la conservadora Asociación Nacional del Rifle. Aún así, parecería
que es un terreno abonado para alguien que está en contra de Bush y
su devastadora política económica. Al final, como explicamos en su
momento, había una posibilidad real de que los demócratas no
consiguieran inspirar a la población para que fuera a votarles
permitiendo que los conservadores puedan seguir dirigiendo la
sociedad como ellos quieran.
Marx explicó que la
democracia burguesa es sólo democracia para la burguesía. Cada pocos
años conseguimos elegir qué representante de los empresarios nos mal
representará en el gobierno, aplicando una política que sólo
beneficia a la clase dominante. Este año no es una excepción. Los
trabajadores, las minorías, las mujeres y los pobres en general son
los verdaderos perdedores. Independientemente del resultado final,
estaba claro desde el principio que la clase capitalista mantendría
el poder mientras que los intereses de la clase obrera seguirían
siendo pisoteados. Otros cuatro años de Bush significarán una
continuación de la flagrante guerra de la clase dominante contra los
trabajadores en casa y en el exterior. Si Kerry hubiera conseguido
la victoria habría continuado en lo fundamental con la política
aplicada por Bush, aunque con una cara “más amable”.
Seguiríamos igual con la ocupación de Iraq, la
“guerra contra el terrorismo”, la Taft-Harley, un déficit
presupuestario disparado, crisis económica, militarización, el Acta
Patriótica y la desintegración de la infraestructura social. Todas
estas son funciones del sistema capitalista, no de este o ese
individuo. Las promesas electorales en su mayoría son palabras
vacías. Debemos recordar que Bush en la primera campaña electoral
defendía “EEUU primero” y la “construcción de la nación” rechazando
cualquier intervención en el extranjero. Al final, la realidad llamó
a la puerta y actuó de acuerdo con los intereses de las empresas
estadounidenses a las que defendía. Aunque las características
individuales obviamente afectan a los detalles, los intereses
fundamentales defendidos por ambos candidatos eran los mismos. Los
dos son ultradefensores de los intereses de la clase dominante, ese
es el trabajo por el que competían.
¿Democracia?
Bush, Kerry y otros políticos capitalistas
rápidamente dan lecciones a otros países sobre la necesidad de la
democracia y unas elecciones justas y libres. Estos discursos rayan
el mayor de los cinismos. Es de conocimiento común que EEUU es
presentado como un “modelo de democracia” para el resto del mundo
cuando en realidad está lejos de serlo. No existen unas elecciones
“justas y libres”, el barniz de la democracia es utilizado para
ocultar que un puñado de ricos controlan y deciden todas las
cuestiones decisivas.
Después de pasar la campaña
presidencial, el vencedor consigue el control total de la rama
ejecutiva del gobierno norteamericano. Son elegidos incontables
miembros del gabinete y jueces federales, y casi siempre son
elegidos arrolladoramente por el Congreso (los demócratas aprobaron
todos los nombramientos reaccionarios de Bush, personas como
Rumsfeld, Rice, Powell, Rove y Wolfowitz). Estas personas que
dirigen día a día la maquinaria del gobierno no son elegidos por los
votantes.
Y por supuesto tenemos el Colegio
Electoral, un organismo en el que no hay elección directa ni
popular, sino que se vota a “electores” elegidos por los propios
partidos políticos. Con sólo un puñado de excepciones, el ganador
del voto popular consigue todos sus votos electorales. Estos votos
electorales se basan en el tamaño de la población, pero cada estado
tiene un mínimo de 3 electores sin importar lo pequeña que sea de la
población (2 para los senadores y 1 para el congreso), esto favorece
a las zonas rurales más conservadoras del país. Tomemos el ejemplo
de Dakota del Norte que tiene 3 electores con sólo 650.000
habitantes (un elector por cada 217.000 residentes). En el caso de
Nueva York tiene 31 votos electorales y tiene una población de
20.000.000 (un elector por cada 645.000 habitantes). En esta ocasión
Bush también ha ganado el apoyo popular y por esa razón no ha habido
una gran controversia sobre el Colegio Electoral, pero no es poco
raro para el ganador del voto popular que pierde la presidencia
entender que este organismo no es un ejemplo brillante de
democracia.
“Irregularidades” en el proceso de
votación
Las dos grandes partidos rápidamente
decidieron la cuestión de Ohio para salvar el sistema electoral de
otra crisis de confianza como la que vimos en 2000. Pero hay que
decir que no todo fue fácil. En 2000 toda la atención se centró en
Florida cuando en realidad el fraude se extendió a través del país.
Durante estas elecciones hay habido innumerables incidentes
fraudulentos, voto amañado, engaños e intimidación. Y eso es sólo la
punta del iceberg.
Hay casos bien documentados de
decenas si no cientos de miles de papeletas desaparecidas, ejemplos
de registros y listas de votantes fraudulentas, además de errores
graves cometidos por las máquinas ATM para votar y que han utilizado
unas 45 millones de personas. Como aparecía en Yahoo! News, los
votantes informaron de problemas serios. ¿Cómo es posible que las
máquinas ATM sean tan infalibles a la hora de distribuir dinero pero
que no puedan ser programadas para registrar de forma certera los
votos cuando han tenido cuatro años para corregir los problemas
creados en 2000?
En Daytona Beach (Florida), 13.244
votos se perdieron cuando los trabajadores del colegio electoral
cortaron la luz de las máquinas contadoras de votos. Dicen que los
votos se volvieron a introducir manualmente, pero ante el tumulto
que crea un día electoral en todo un continente es poco probable que
estos errores sean corregidos. Los responsables de las urnas en
Filadelfia informaron de numerosos problemas, especialmente en los
barrios negros que incluían máquinas rotas e intentos de
intimidación a los votantes. En Maryland dijeron que no se habían
sustituido los papeletas, mientras que en Florida los voluntarios
dijeron que las urnas ya estaban llenas cuando comenzaron las
votaciones. Otros encontraron que los colegios electorales estaban
cerrados o recibieron cartas días antes diciéndoles que debido a una
reestructuración de las votaciones los republicanos deberían votar
el martes y los demócratas el miércoles. El periodista Greg Palas
calcula que aproximadamente un millón de votantes, la mayoría de las
minorías pobres, fueron borrados de las listas de registro antes del
inicio de las votaciones.
En otro intento de
intimidar a los votantes, el Tribunal Supremo decretó que los
interventores electorales de los partidos podían poner en duda la
legitimidad de los registros de votantes. El proceso de registro
electoral a menudo es muy voluminoso y requiere mucho trabajo que
desanima a muchos de los posibles votantes. Después de pasar todas
las trabas corres el riesgo de que tu derecho a voto sea “desafiado”
en el colegio electoral por un miembro del partido político que
intenta descalificarte. En una universidad importante 6.000
estudiantes dijeron que no pudieron votar porque sus nombres se
“perdieron” en las listas de registro. Para resolver estos problemas
en muchos lugares se publicaron “listas provisionales”, teóricamente
estos votos contarán después si se confirman que es válido el
registro. Pero en la práctica pocos son los votos que se contarán
cuando acabe el proceso. Lo mismo se aplica a las miles de papeletas
desaparecidas antes de las elecciones.
¿Y cual ha
sido la respuesta de los demócratas ante esto? Enviar a equipos de
abogados para vigilar las elecciones. Un partido verdaderamente
preocupado por evitar el fraude habría movilizado a las masas para
que ellas vigilaran las elecciones en lugar de basarse en los
“piquetes volantes” de abogados bien pagados a sueldo del partido.
Su temor a las masas que pretenden representar es más que evidente.
No es sorprendente que la desconfianza de los votantes en el proceso
electoral sea muy alta incluso entre aquellos que votan. Las
encuestas previas a las elecciones mostraban que sólo el 51 por
ciento creían que sus votos se contarían correctamente, mientras que
en Florida y Ohio este porcentaje era sólo del 40 por ciento.
Como siempre en la política norteamericana el dinero
es el que decide. Las elecciones de 2004 ha sido la campaña política
más larga y costosa de la historia norteamericana. Se han gastado
600 millones de dólares sólo en anuncios de radio y televisión, dos
veces más que en 2000. No hace falta tener demasiada imaginación
para pensar lo que se podría hacer con ese dinero. Una joven votante
expresaba lo que sentía ante la larga serie de anuncios patriotas y
ataques contra el oponente, resumió de la siguiente forma su actitud
ante las elecciones: “Es la única forma de conseguir que paren los
anuncios”.
Los anunciantes no gastan miles de
millones cada año para nada. Saben muy bien que un buen anuncio
puede hacer que las personas compren productos inútiles que no
necesitan. Lo mismo se aplica a los políticos. Los comentaristas
dicen abiertamente que este o ese candidato tiene una “ventaja
monetaria” arrolladora y que por lo tanto es más probable que gane,
y casi en cada caso gana. Sólo los ricos pueden hacer campaña, bien
con su riqueza personal o con grandes donativos de los ricos y las
empresas. Estos donativos son los que realmente mueven los hilos.
Como se suele decir en EEUU: no existe la comida gratis.
Hemos descrito ya muchas veces la acelerada
polarización de la sociedad norteamericana. El abismo entre ricos y
pobres es mayor que nunca y aumenta según pasan los días. Esto ha
llevado a unas profundas contradicciones de clase dentro de la
sociedad que se están expresando de una forma distorsionada debido a
la ausencia de una alternativa viable de la clase obrera. Los
votantes ricos y generalmente conservadores apoyaron a Bush mientras
los pobres, unos votantes más “liberales” en general apoyaron a
Kerry. Por lo tanto no es una sorpresa que Bush ganara entre los
votantes con ingresos familiares superiores a los 100.000 dólares
que van a misa todas las semanas. Tres cuartas pares de los votantes
blancos que se describen como cristianos o evangélicos apoyaron a
Bush. En contraste, el 90 por ciento de los votantes negros
depositaron la papeleta de Kerry, tampoco es una sorpresa. Lo
sorprendente fue la pérdida de apoyo de los demócratas entre los
latinos ya que sólo el 56 por ciento votó a Kerry.
La
sabiduría convencional dice que cuanto mayor es la participación más
favorece a los demócratas y que a los republicanos les favorecen las
cifras más bajas. Las zonas rurales, especialmente, han ido a parar
a Bush, han movilizado a los votantes superando la media estatal,
además Bush ha conseguido los importantes votos electorales de
Florida y Ohio. Es interesante que mientras en algunas zonas la
participación ha sido récord, especialmente en los estados
oscilantes, ningún partido ha sido capaz de movilizar su “corazón”
electoral más de lo que hicieron en 2000. Bush no ha aumentado su
apoyo entre la derecha religiosa y Kerry ha sido incapaz de aumentar
su apoyo entre los sindicalistas y los negros. Incluso a pesar de la
política reaccionaria y arrogante de Bush, millones se han quedado
en casa por que la “oposición blanda” de Kerry no les ha
impresionado. Al menos con Bush sabía lo que les esperaba.
A Bush le gustaría presentar su victoria “histórica”
como un mandato del pueblo norteamericano, pero esto es verdad.
Cuando tenemos en cuenta los millones de estadounidenses que no han
podido votar por estar encarcelados, indocumentados o eliminados de
las listas por distintas razones, podríamos decir que Bush
probablemente ha salido elegido con sólo el 20 por ciento de los
votos de los estadounidenses con edad de votar. Sólo hace falta
comparar este dato con las elecciones en Venezuela.
Debemos decirlo una vez más: los demócratas no
ofrecen una solución
Muchos se preguntarán cómo
es posible que el presidente más incompetente, arrogante, ignorante
y odiado de los últimos tiempos siga en el puesto cuando no debería
ser así. Muchos presentarán a los estadounidenses como “ganado
ignorante” dispuesto a “ir al matadero”. Esto sería dar una
impresión profundamente equivocada de la clase obrera
estadounidense. La razón de esta contradicción no es difícil de
entender cuando lo abordamos desde una perspectiva de clase. El
origen de este resultado se encuentra en el sistema bipartidista
dominado por las grandes empresas y que actualmente es la fortaleza
de la vida política norteamericana. No fue el estado de Ohio el que
decidió las elecciones, sino el hecho de que muchos norteamericanos
no ven una alternativa en ninguno de los dos partidos. Con su
“cualquiera menos Bush” muchos “progresistas” honrados han cerrado
los ojos ante John Kerry ignorando el hecho de que es un
representante de la clase capitalista incapaz de representar a la
clase obrera. Millones de trabajadores estadounidenses entienden
esto instintivamente y le han abandonado a su suerte en las urnas.
Iraq y la economía han sido los dos temas principales
en las mentes de los votantes demócratas. Para los neoyorkinos la
guerra de Iraq era una mayor preocupación que el terrorismo, a pesar
de los horribles ataques del 11 de septiembre. La elección de Kerry
como candidato demuestra la total ausencia de conexión con la base
honesta de los demócratas que les ven como una alternativa. No es
sorprendente que aunque muchos fueron a votar por los demócratas
como el “mal menor”, otros muchos millones se quedaran perplejos
ante un candidato que daba un cheque en blanco a Bush con relación a
la guerra de Iraq, que apoya el envío de más tropas y dinero, que no
tiene un plan real para acabar con la ocupación excepto invitar a
otros al pantano. Después de esta amarga derrota los seguidores de
Kerry tendrán que replantearse su apoyo a un partido que presenta a
un candidato probélico.
En un sistema bipartidista
millones no votan por lo que quieren, sino contra lo que no quieren.
Su única opción real es votar por el “otro tipo”. Esto lleva a
millones a votar contra Bush a pesar de su disgusto con Kerry.
También ha llevado al rechazo de varios demócratas, incluido el
líder de la minoría demócrata en el senado, Tom Daschle, porque su
“oposición” a los republicanos en el período pasado ha sido una
farsa.
La realidad es que la gran mayoría de los
norteamericanos votaron contra Bush y su política o no votaron.
Aunque ganó el “voto popular”, Bush y su política no es popular. La
mayoría no está favor de lo que está haciendo. Pero por otro lado
millones de personas no se han visto motivadas para ir a votar por
alguien que en las cuestiones fundamentales es una copia al carbón
de Bush. La culpa reside en los hombros de los demócratas que son
orgánicamente incapaces de defender los intereses de la clase
obrera. ¿Cómo pueden hacer esto cuando están en los bolsillos de las
grandes empresas igual que los republicanos?
Bush
puede que sea un “estúpido” pero muchas personas le ven como un
“tipo decente” o “alguien corriente”, alguien con quien te puedes
tomar una cerveza una noche de fútbol. No se puede subestimar la
fuerza de este tipo de impresiones básicas. Si se compara con el
estirado y aburrido de Kerry, que habría sido el presidente más rico
de la historia de EEUU, no es sorprendente que muchos
norteamericanos “medios” prefieran también al presidente “medio”.
La participación electoral ha alcanzado niveles
récord en algunas zonas, más que en 2000. Sin embargo, la
participación no ha superado la conseguida durante los años de
Reagan y es inferior también a la de 1992, cuando Bill Clinton
derrotó a George Bush padre. Si Kerry hubiera conseguido convencer
sólo a un uno o dos por ciento de los millones que se han quedado en
casa podría haber ganado varios estados, el voto electoral y la
presidencia. Pero no ha conseguido hacerlo porque para eso haría
falta una política seria, con una perspectiva de clase, en las
cuestiones que preocupan a la clase obrera, y sencillamente es
incapaz de hacerlo.
Bush es el primer presidente
desde la Gran Depresión que ha terminado su mandato con una pérdida
neta de empleos, un millón. Kerry fue incapaz de capitalizar esto y
ha preferido centrar sus energías en presentarse como alguien más
fuerte que Bush en cuestiones de seguridad nacional. A pesar de sus
promesas Kerry, como Bush, no tenía un plan real para ofrecer un
cuidado sanitario, educación y sanidad universales. Su principal
plan es detener la hemorragia de empleos “cerrando las escapatorias”
que permiten a las empresas trasladar sus fábricas a otros países.
Nada de un programa de obras públicas para reconstruir la
infraestructura y proporcionar empleos de calidad para todos. Kerry
se ha centrado en las cuestiones del terrorismo y la guerra de Iraq,
apoyando la aplicación de la antidemocrática Acta Patriótica “con
unas cuantas alteraciones” y seguir la guerra en Iraq de una “forma
más eficaz”. ¿Cómo puede esta política inspirar a los millones de
estadounidenses que no han ido a votar?
Incluso
después de aceptar la derrota el candidato a la vicepresidencia,
John Edwards, prometió luchar para contar cada voto. Su promesa
demagógica llegaba un poco tarde. El momento de luchar por
cuestiones que preocupan a la clase obrera se encontraba antes de
las elecciones y no cuando se han conocido los resultados. Han
tenido meses para derrotar al presidente más ignorante, odiado e
incompetente de la historia reciente, pero los demócratas no han
hecho nada excepto defraudar las ilusiones de millones de personas.
Esto confirma lo que llevamos mucho tiempo explicando: los
demócratas son incapaces de ofrecer una salida a la clase obrera.
Simplemente no pueden servir a dos amos: a las grandes empresas y a
la clase obrera.
Necesitamos un partido obrero de
masas para derrotar a los republicanos
Los
próximos años veremos muchos cambios profundos y repentinos,
acompañados por giros dramáticos en la conciencia y una verdadera
participación de masas en la vida política. Muchas personas
momentáneamente pueden quedar conmocionadas y confundidas con este
resultado. Lo que hace falta es una análisis serio y claro de la
situación basado en las ideas del marxismo sin eso sólo caeríamos en
el caos. La victoria de Bush no significa el fin del mundo. En
realidad la situación política en EEUU sólo acaba de calentarse.
Todos aquellos que gritaban histéricamente “cualquier
menos Bush”, es decir, votar a Kerry para derrotar a este
presidente, durante las próximas semanas y meses tienen mucho en lo
que pensar. Para ellos apoyar a los demócratas era “práctico”,
mientras que construir una verdadera alternativa -un partido obrero
de masas- era “irreal” o “demasiado trabajo”. Sin embargo, aquellas
personas sinceras que han seguido esta estrategia puede que les
lleve al desencanto y la desilusión. Cientos de oponentes honrados a
Bush han gastado mucho dinero, todo su tiempo y energías.
Los activistas sindicales necesitan examinar la
política de apoyo a los demócratas de sus dirigentes. Millones de
cuotas sindicales y horas de voluntarios han ido a parar a un pozo.
Si todo ese esfuerzo hubiera ido dirigido a construir una
alternativa de la clase obrera se habrían puesto las bases para las
futuras batallas electorales. La lucha contra los ataques de los
empresarios se debe llevar de una forma enérgica y militante en el
centro de trabajo, pero sólo esto no es suficiente. La
representación política de los trabajadores estadounidenses es un
requisito previo para acabar con las leyes antisindicales apoyadas
por ambos partidos. Sólo con un partido obrero de masas en el poder
se podrían proporcionar los derechos básicos de igualdad en el
empleo, sanidad universal, educación y vivienda para todos. Los
sindicatos deben romper inmediatamente con los demócratas, Si la
actual dirección se niega a hacerlo necesitamos entonces sustituirla
por trabajadores honestos de la base dispuestos a luchar por los
intereses de sus militantes.
Sí, queremos derrotar a
los republicanos. Sí, rechazamos la política antiobrera de Bush. Sí,
debemos luchar enérgicamente contra estos ataques. Pero no podemos
poner nuestro destino político en manos de un partido que es
orgánicamente incapaz de defender nuestros intereses. Nader, los
Verdes y los distintos partidos pequeños que presentaron candidatos
no han tenido prácticamente resultados en estas elecciones y no
conseguirán tener un apoyo de masas. La tarea urgente del movimiento
obrero norteamericano es la creación de un partido obrero de masas
basado en los sindicatos.
Todas las minorías y
afroamericanos en particular, están desencantados con el sistema
bipartidista. La rabia y la frustración se ha acumulado entre los
votantes negros y los jóvenes, y se debe canalizar hacia un cambio
verdadero. Un activista negro comentaba con relación a Kerry:
“Queremos entusiasmarnos, pero no podemos”. Sólo un partido obrero
de masas puede ofrecer a esta capa decisiva de la clase obrera una
verdadera alternativa. Este partido atraería a los mejores
sindicalistas, jóvenes, mujeres, minorías y al resto de
estadounidenses que no tienen voz en los grandes partidos
tradicionales de las grandes empresas.
Las próximas
elecciones son en el 2008. En términos históricos están sólo a la
vuelta de la esquina. Pero hay tiempo para que los trabajadores
norteamericanos inicien la tarea de construir una alternativa de la
clase obrera capaz de derrotar decisivamente a los republicanos y a
los demócratas. Si no es en 2008, será en 2012, no importa. Lo
importante es que comencemos a construir ya esa alternativa. Hay que
superar la inercia, pero cuando el mecanismo empiece a andar, este
partido crecerá enormemente y representará un terremoto político.
Es vital que entendamos que el sistema bipartidista
actual no siempre ha existido y no existirá siempre. En todos los
países, incluso aquí en EEUU, han surgido nuevos partidos al mismo
tiempo que se desintegraban los viejos. Una constante de la vida es
que las cosas siempre están cambiando. No debemos olvidar que los
demócratas era el partido de los esclavistas sureños y sus
seguidores del norte, mientras que los republicanos comenzaron como
un pequeño partido abolicionista cuyo primer presidente, Lincoln,
presidió la transformación más revolucionaria de este país desde su
fundación. Ambos partidos han cambiado hasta ser prácticamente
irreconocibles.
Es totalmente predecible que a pesar
de la derrota humillante, los demócratas harán un llamamiento a sus
seguidores para que continúen confiando en ellos. Intentan
desesperadamente mantener a sus seguidores bajo su influencia. Ahora
se encuentra en un mal momento y pasarán semanas o meses culpándose
entre sí de la debacle. Sin embargo, la clase dominante volverá a
ellos en el futuro para descabezar la creación de un partido obrero
de masas. Los trabajadores, las minorías, las mujeres, los jóvenes y
los pobres no pueden confiar en estas personas. La polarización del
país es real y las elecciones a la presidencia no cambian nada, en
el horizonte se vislumbran explosiones tremendas. Debemos tener
nuestra propia representación política para canalizar esa energía
hacia un cambio real y duradero.
La vida enseña: los
trabajadores norteamericanos están pasando por la brutal escuela de
los “golpes duros”. Lenta pero de forma segura, se están dando
cuenta de que no todo va bien en este sistema que se les obliga a
vivir. Están despertando a la realidad de que los demócratas no son
herramientas útiles. Están comenzando a darse cuenta de que la única
forma de tomar el destino en sus propias manos es forjando una nueva
herramienta, un nuevo partido capaz de representar sus intereses. El
resultado de las elecciones marcan otro punto de inflexión
significativo de este proceso de despertar de la conciencia. A los
capitalistas les gustaría que todo volviera a la “normalidad”, pero
las cosas han pasado un límite. Nada se ha solucionado y las
divisiones siguen. Las elecciones sólo han conseguido intensificar
las ya profundas contradicciones, creando un escenario para
explosiones de la lucha de clases en el próximo período.
Atacar a la clase obrera es la única salida de los
empresarios ante la crisis económica. Los ataques de Bush llevarán a
los trabajadores norteamericanos a un punto de ruptura. Tendrán que
luchar y por eso necesitamos nuestras propias herramientas y no las
de otra clase. Los trabajadores no podemos dejar nuestra defensa en
manos de los demócratas. Debemos basarnos en nuestras propias
fuerzas y organizaciones para detener los ataques de los
empresarios. Debemos decirlo una vez más: necesitamos un partido de
masas con una política socialista para derrotar a los partidos de
los empresarios. Ha comenzado el momento de construir este partido.
Traducción de A First Look at U.S. Election 2004:
“Democracy” Rears Its Ugly Head (In Defence of Marxism)
Vea también:
* Ni
Bush ni Kerry, se necesita una alternativa obrera independiente
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