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Carta Abierta a "Madres": ¿Exabrupto Editorial o Apología del Terrorismo de Esta
Por Martín - Friday, Nov. 19, 2004 at 4:58 PM
gonsamartin@yahoo.com.ar

El Editor Adjunto de Clarín, Ricardo Roa, expresión de la Editorial del diario, insiste en que la principal lección de los años '70 es que "la violencia se vuelve en contra de quienes la ejercen". ¿A quiénes se refiere el Sr. Roa? ¿Sus imprecisiones se tratan de un simple exabrupto casual o de una deliberada justificación del accionar del Terrorismo de Estado? Por lo pronto sus insinuaciones constituyen, como mínimo, un acto de desprecio a los 30.000 desaparecidos que dejó la dictadura militar de Videla y un insulto a la lucha de sus familiares (y tantos otros) en contra de la Argentina impune.

Buenos Aires, 19 de Noviembre de 2004

Queridas Madres:

En muchas oportunidades he tenido el honor de acompañar vuestras marchas, de participar en vuestros Congresos, de estar cada 24 de Marzo en el lugar donde hay que estar y al lado de quienes lo merecen, para recordar ese día como el día de la infamia y la vergüenza argentina. El 24 de Marzo de 1976, yo era un bebé de apenas 8 meses: son pocos los registros que tengo de los posteriores años grises y tristes que fueron también mis primeros años de vida.

Pero fue en gran medida gracias a vosotras, las Madres, que yo conocí posteriormente lo que significa la dignidad, la consecuencia, la lucha, el coraje cívico, el valor de la justicia y el amor a la verdad.

Creo que a tal punto es así, que no sé hasta dónde vuestra permanente presencia en la vida pública de este extraño país ha incidido en lo más profundo de mis elecciones en la vida, incluso en aquellas que creía las más “personales” o “individuales”. Hoy ya poco me falta para recibir una licenciatura en Ciencia Política y me parece que mis decisiones “individuales” de vida nunca podrían haber sido más “colectivas”, es decir, más “producto” de un difícil proceso social vinculado a los valores éticos y al ejemplo que vosotras representan para esta Nación atropellada y dividida.

El primer motivo de mi carta es entonces agradecer a vosotras por habernos marcado un camino –en el pleno sentido de la palabra- a las nuevas generaciones. Estoy seguro de que toda aspiración a la unidad de la sociedad no puede basarse en la impunidad y en la injusticia; en la persistencia de lazos de dominio entre opresores y oprimidos, entre los dueños de todas las cosas y los pobres poseedores de nada. En este país, donde se desprecia el lenguaje que habla de “lucha de clases” para en cambio abrazar el deseo de la unidad nacional –el cual por su puesto es muy legítimo-, nadie repara casi nunca en los aspectos ideológicos más fuertes de tal ilusión. Especialmente cuando dicha aspiración a la llamada “unidad nacional” está basada en falsas ideas morales, en falsas lecturas históricas y en falsas conclusiones. La idea de la “Gran reconciliación nacional” impulsada por los ideólogos de la impunidad es coherente con esa serie de falaces conjeturas. Son muchos los actores que representan al poder económico y que tienen los medios adecuados a su disposición para engendrar el mal de las mencionadas “falsas aspiraciones” y difundirlas masivamente.

El segundo motivo de esta carta es, por tanto, hacerles llegar a vosotras mi preocupación ante las ambiguas declaraciones del Editor Adjunto de Clarín, Ricardo Roa, en su columna editorial del miércoles 17 de Noviembre de 2004 (citada al final de esta carta) en la cual no queda muy claro cuál es su apreciación final sobre lo que él considera “la lección principal de los años ‘70”. Cuando dice:

“La historia fluye delante de ellos sin enseñarles nada. De otro modo no desperdiciarían la principal lección de los años ’70: que la destrucción se vuelve en contra de quienes la ejercen”.

no está claro si el Sr. Roa considera que la violencia popular se ha vuelto en contra del Estado represor en manos de las F.F.A.A. –en cuyo caso ello equivaldría a desconocer la eficacia que ha tenido el terrorismo de Estado en nuestro país y la impunidad de la que hoy todavía goza la mayoría de sus principales responsables y cómplices- ; o si –por el contrario- la editorial de Clarín está realizando una apología del terrorismo de Estado y justificando su razón histórica cuando insinúa que quienes han sufrido la represión y la violencia del Estado durante la última dictadura eran en realidad los “violentos”, y la violación a los derechos humanos de la población el escarmiento que constituye “la lección histórica” que deberían aprender las actuales y futuras generaciones de militantes comprometidos con la dignidad de los que luchan y resisten en post de una sociedad más justa.

Ante el actual avance mediático de mecanismos tendientes a instalar en nuestra sociedad diversas formas veladas de legitimación del accionar del terrorismo de Estado, se haría tal vez necesario demandarle públicamente a la editorial del diario precisiones y aclaraciones sobre este punto.

Atentamente, y con gran afecto,
Martín San Martín


Cita de la Editorial:

Ricardo Roa
EDITOR GENERAL ADJUNTO DE CLARIN
rroa@clarin.com



"Matar gente no es política"

La locura pocas veces es inofensiva. Más bien pasa lo contrario. La locura de las tres bombas colocadas en cajeros de bancos porteños constituye una de esas barbaridades que no tienen explicación y que, sin embargo, son significativas.

Poner bombas en cajeros automáticos es matar gente. Gente común. Como Jorge Ricchiuti, quien tenía 38 años y desde hace dos trabajaba en una agencia de seguridad: murió al estallarle la bomba en las manos. Pudo ser cualquiera de nosotros, de los millones que usamos los cajeros convertidos hoy en un espacio público por naturaleza.

Aún se ignora todo sobre los atentados salvo que se trata de un grupo: actuaron varios terroristas en forma coordinada. Hasta anoche nadie había reivindicado los ataques. ¿Cuál es la ideología del grupo? Si los dementes que depositaron las bombas, asesinando a una persona e hiriendo a otra, supusieron que atacaban de ese modo al gran sistema financiero universal al que eventualmente denuncian por todos los males, supusieron con un grado de estupidez letal. Lo que hicieron, simplemente, fue asesinar a un trabajador.

Las bombas colocadas así, para que maten al azar, propagan una violencia que se pretende política pero que representa, en realidad, una actitud simple y horrorosamente homicida.

Las bombas de ayer no son un hecho menor. Son un hecho mayor que hace muchos años no acontecía en la Argentina. Cuesta entender que después de 20 años de recuperación democrática subsistan grupos políticos fascinados por la violencia y que expresan indiferencia por la vida de la gente.

La historia fluye delante de ellos sin enseñarles nada. De otro modo no despreciarían la principal lección de los años 70: que la destrucción finalmente se vuelve en contra de quienes la ejercen.


Clarín, 17 de Noviembre de 2004

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