Julio López
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Las multinacionales y el daño económico, social y ambiental
Por reenvío lavaca.org - Wednesday, Nov. 24, 2004 at 9:08 AM

Antoni Verger estuvo en Buenos Aires estudiando y enseñando. Ese es su oficio y vocación. También, el interés activo por los movimientos sociales globales. En la Universidad de Cantalunya integra ambas pasiones, como miembro del Observatorio de la Deuda en la Globalización, un monitor de las multinacionales españolas y su actividad en tierras ajenas.



Coincidiendo con el fin de su estadia en Buenos Aires, Antoni Verger viajó a Mosconi, Salta, para tomar contacto con la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) y conocer así la situación denunciada por Alerta Argentina: las violaciones a los derechos sociales y ambientales por parte de la petrolera Repsol. Participó también de la Feria por la Libertad organizada para exigir la libertad de los detenidos en manifestaciones públicas de reclamo de derechos. Y pudo conversar telefónicamente con los abogados que defienden a los detenidos en Caleta Olivia, por reclamar trabajo a las petroleras de la Patagonia. Con este panorama y algunos planes de trabajo para sistematizar, difundir e intercambiar información sobre estos temas, Toni conversó con lavaca antes del regreso. Esta en su síntesis de todo lo que empacó en su cabeza.

-¿Qué es el Observatorio?

-El Observatorio de la Deuda en la Globalización nace en el 2000, a partir de una consulta social que se hizo en el Estado español por la abolición de la deuda externa, donde se copió el repertorio de los Zapatistas, cuando hicieron en el 99 su consulta social por todo el territorio mejicano. Para implementarlo en el estado español, se generó toda una red ciudadana donde se visualizó la problemática de la deuda externa en los países del sur. Cataluña fue uno de los puntos de inflexión de esta campaña. Se recogió un millón y medio de votos y, los más importante, se regeneró el tejido asociativo y social de los movimientos. El tema estaba silenciado y había un gran desconocimiento, por lo cual esta campaña consiguió un objetivo de cara al mundo global.

-Un resultado increible si se tiene en cuenta que no era siquiera un interés propio lo que estaban proponiendo votar...

-Se logró ese objetivo de concientización política, pero de cara al movimiento social lo más importante fue ver cómo se regeneró todo un tejido social que estaba fragmentado, corporativizado, cada uno en su lucha. Calculá los nodos que tenía esa red por todo el Estado. Hubo un componente muy fuerte de los movimientos de solidaridad que estaban trabajando en cuestiones de cooperación internacional desde una perspectiva asistencial. Con la campaña, se politizó este movimiento de cooperación internacional. Más allá de las demandas europeas, se volcó a algo más estructural como la deuda externa, y se consiguieron alianzas con otros sectores más radicalizados. Luego, la red continúo, pero decayó bastante. Y aunque en el resto del estado español la red se mantiene bastante, en Cataluña se diluyó mucho en eventos que pretendían que la gente estuviera participando en campañas una detrás de la otra. Nosotros, en particular, estábamos interesados en que el tema de la deuda no se perdiera, para mantener vivo el trabajo que se había realizado y profundizar en el conocimiento. Distribuirlo entre la población, no sólo de la deuda sino ampliar a otros ejes temáticos de la relación desigual entre los países del norte y el sur. Por eso trabajamos otras cuestiones, como el impacto ecológico de las inversiones españolas en los países del sur, los acuerdos de libre comercio y el papel de las empresas internacionales españolas en los países del sur, sobretodo intentando ir más allá y hablar de otras deudas en el norte contraídas por el sur.

-Esto concretamente ¿se cristaliza en un observatorio que funciona dentro de la Universidad?

-Está en la cátedra UNESCO de Sostenibilidad, en la Universidad Politécnica de Catalunya.

-¿Y todos los materiales o informes que van recogiendo en la sistematización de esta deuda, circulan libremente?

-Sí, tenemos la política de copy flet (copia libre) de todos nuestros productos. Intentamos que se difundan lo más posible. Todo lo que es publicado se vende a precio de costo y los materiales de la página web http://www.observatoriodeuda,.org. son libres. Nuestro objetivo es la divulgación del conocimiento. No ponemos barreras.

-Dentro de esta tarea ¿cómo se enmarca tu visita a Salta?


-Cuando estuve en Salta con Pepino Fernández fui con un compañero, Marti Orta ,que está a punto de iniciar su Doctorado en Ecología Política. Unos de los temas que él trabajaría en su doctorado y en el observatorio es el impacto de las multinacionales petroleras en la provincia de Salta. Analizar los impactos medio ambientales tanto como los sociales, como el caso de las petroleras españolas explotadoras, por ejemplo Repsol. Nuestro propósito es denunciar estas situaciones en Europa para que también sea un canal político de denuncia en los países del Sur. De ahí la importancia de articularnos para generar conjuntamente todo ese conocimiento con el objetivo de que la gente se lo apropie.

-¿Qué fue lo que más te impactó del viaje?

-Pudimos estar un día en General Mosconi. Impresionante conversar con Pepino, con Hippie Fernández. Conocer su lucha, su compromiso y como combinan construcción de alternativa desde el territorio con una protesta contundente. Fue un intercambio oral. Habíamos leído lo que se había publicado dentro de la Cátedra de Educación Popular, de la Universidad Popular de las Madres y de alguna manera íbamos con una idea preconcebida. Oralmente te parece increíble lo que te están explicando y hasta que no ves las imágenes no comprendés las dimensiones de lo que te están contando. El cáracter de Pepino para mí fue lo más destacable de todo. Es una persona impresionante, con su historia y la fuerza que desprende combinado con la humildad, que son factores que suelen ir disociados en las grandes personas.

-Con la visita de ustedes coincidió la toma de una petrolera en Caleta Olivia y las detenciones. ¿Pudieron hacer contacto con esa realidad?

-Sí. Hablamos con el abogado y la información que nos brindó, junto con lo recopilado por lavaca.org lo hemos hecho circular bastante en España, para que conozcan los impactos de una empresa española como es Repsol. Lo que pasó en Caleta avala el mensaje que tratamos de difundir en España. Allá hay un orgullo nacional por todo lo que es la expansión de las empresas privatizadas españolas y en el imaginario colectivo está muy instaurado. Si la selección de fútbol española gana un Mundial, bueno... las empresas españolas vale que crezcan y que tengan más beneficios. Esa es la lógica. Es difícil por esto penetrar en los grandes medios con nuestro mensaje. Lo hacemos por otras vías: medios alternativos, locales, campañas de escraches, de denuncia, de boicot a estas empresas. Así se logra difusión a pesar del boicot de los grandes medios.

-Lo que más cuesta es conseguir información acerca de quién es en realidad Repsol/YPF. Sabemos que ninguna empresa multinacional tiene bandera, y menos cuando cotiza grandes sumas en bolsas, pero en este caso ¿hay una responsabilidad directa del gobierno español?

-Cuando las empresas empiezan a cotizar en bolsas la propiedades se diluyen. Son internacionales porque operan a nivel internacional. Pero hay mucha correspondencia entre el origen de los capitales y donde está la casa matriz. En el caso de REPSOL son importantes los grandes bancos, como La Caxa. Eso no quita que un norteamericano no invierta en REPSOL a través de un banco norteamericano o japonés. Pero la internacionalidad tiene que ver con el territorio donde se opera, más que con la propiedad. Y Repsol se opera desde la casa matriz, en el estado español. REPSOL es de los oligarcas españoles.

-¿Qué posibilidades ven de demandar a estas empresas por los daños sociales y ecológicos que producen en nuestro territorios en las juridiscciones donde tienen sus casas matrices, que son finalmente a donde giran los recursos y, quiza, brindan otras posibilidades de respuesta que una justicia tan precaria y dependiente como es la nuestra?

-Es un buen intento, porque actuaría como una denuncia pública, además de jurídica. El problema es que las filiales tienen personería jurídica propia, entonces pueden argumentar que denuncies a la filial, no a la casa matriz. Sin embargo, eso no quita la responsabilidad a la central.

-Se trata, en todo caso, de inspirarse en los procesos impulsados por el juez Garzón con los represores de la dictadura.

-Sería muy interesante que se hicieran campañas de este tipo. Incluso que se creara un tribunal penal, para que pueda haber un sistema jurídico transnacional. El hecho de que las empresas respondan a un territorio de Estado-nación cuando son transnacionales les da mucha facilidad para evadirse de sus responsabilidades, incluso en cuanto a una evasión fiscal. Sería interesante que hubiera un ordenamiento jurídico a nivel internacional porque ahora son ellas las que escurren sus obligaciones.

-¿Qué comparaciones podés hacer entre la imagen que tienen estas empresas en España y la que comunican en la Argentina?

-Es interesante comprobar las campañas de marketing de los empresarios españoles acá. Repsol, por ejemplo, no aparece. Se esconde tras las siglas de YPF, con la intención de que muchos crean que sigue siendo una empresa nacional que no ha cambiado, a pesar de la propiedad que ejerce sobre ella el Estado Español. Telefónica se llama Telefónica de Argentina, cuando en realidad habría que cuestionarse si Argentina no es un poco de Telefónica. Seguramente, en cada país deben tener diferentes estrategias de camuflaje. Sobretodo en la Argentina, que después de la crisis se ha culpabilizado al país expropiador de las empresas extranjeras, en este caso de las empresas españolas. De cada dólar o peso de ganancia, solo el veinte por ciento se queda en la Argentina y el 80 se repatria donde esta la propiedad. A medida que se van denunciando que estas empresas tiene un cierto rechazo de la población, para acallar estas críticas responden con el marketing social, solidario; la filantropía. Ellos saben que las inversiones en imagen es una buena inversión y uno de los objetivos es intentar construir la responsabilidad social corporativa y no dejar hablar de su irresponsabilidad. Esta es una de las campañas del Observatorio, porque a veces esa responsabilidad corporativa la atribuyen a políticas concretas, puntuales, que no tiene nada que ver con la irresponsabilidad de las empresas en otros aspectos. Las empresas no deben explotar a sus trabajadores, no deben perseguir a los movimientos sociales. Sin embargo, ellos siguen teniendo sus políticas depredadoras y se maquillan con actividades filantrópicas, financiando ONGs, firmando códigos de conductas globales que no tiene ningún valor jurídico... Toda una serie de estrategias de lavado de imagen. Asociarse con la ONU es, claro, una gran operación de imagen, y es paradógico que empresas como Shell o Nike estén firmando tratados sobre derechos humanos, que digan que los promueven. Muchas de estas empresas realizan este tipo de donativos de tipo social porque le desgravan sus impuestos. En los Estados Unidos y en Europa es rentable invertir en solidaridad y decir que esta solidaridad es muy poco eficiente. Gastan más en gestión de publicidad, mucho más de lo que están dando realmente. Eso que hay que denunciarlo para demostrar que es una farsa su solidaridad.

- Comentabas, al principio de la charla, que en el 2000 se articuló en España una red social muy importante, pero que había disminuido su actividad. ¿Notás algún cambio en España a partir de su posicionamiento por el tema de la guerra de Irak?

-La red existe. A nivel global hubo puntos de inflexión importantes. Un ciclo que podrías decir que se inicia en el 94 con los Zapatistas, continúa en el 99 en Seattle y que en Europa marca el 2000 como el año más importante. Justo un poco antes de la gran movilización en Praga, se produjo en el estado Español esta consulta. Y apartir de allí quedaron activadas. Por supuesto, estas redes son más visibles mediáticamente cuando hay grandes campañas contra la Europa del capital, cuando hay una reunión de la Unión Europea en Barcelona, cuando hay una guerra como la de Irak. En esos momentos, la red cuaja y se visibiliza. Muchos opinan que esta red no existe, es poca sólida o que la movilización es una cortina de humo. Son apreciaciones de gente que está afuera. Para los que nos sentimos dentro, percibimos que cuando no hay oportunidad política para trabajar en marcos comunitarios la gente sigue trabajando en su territorio.

-¿Cómo impacta el fin de Aznar y la llegada del PSOE y Zapatero en esa red?

-Afortunadamente no impacta tanto. Es cierto que hay un sector más institucional que se estaba movilizando contra la guerra en general y contra el Partido Popular en particular, con posiciones muy cercanas al Partido Socialista. Cuando España retiró las tropas de Irak, este sector abandonó las plataformas contra la guerra como si no hubiera más guerra, como si no hubiera guerra en Pakistán o hubiera acabado en Irak. Por ejemplo, los sindicatos mayoritarios. No sólo se han desmovilizado, sino que actúan como contrarrevolucionarios, por ejemplo en el caso de los inmigrantes. Sin embargo, sería muy maniqueo de mi parte decir que es lo mismo el Partido Popular que el socialista, sería lo mismo que decir que Menem es igual a Kirchner. Pero también hay que señalar que suele ser más complicado luchar contra determinados tipos de política, que en algunos aspectos son muchos mejores, como cuando los socialistas decidieron retirar la Ley de Educación que era reaccionaria, de derecha.o retirar las tropas de Irak. Sin embargo, durante una manifestación de los inmigrantes exigiendo que les dieran regularización, entraron en las catedrales de Barcelona, en diferentes iglesias. La policía nacional contra disturbios entró a la Catedral y desalojó a todos a las patadas. Si eso mismo lo hacía el Partido Popular hubiera sido su fin. Hubiera tenido críticas por parte de los sindicatos, que dieron apoyo al partido socialista a la hora de hacer esta intervención. Es cierto: hay desmovilización de sectores cuyas movilizaciones no eran grandes aportes. Si lo que pasó el 11 de marzo hubiera pasado el 11 de marzo del año 88 el Partido Popular hubiera continuado en el gobierno. Cayó porque sucedió en un momento en que la red estaba muy fuerte. Las movilizaciones fueron sacadas a las calles por los mismos movilizadores de siempre. Había un cierto grado de indignación por parte de la mayoría de la población, pero sino hubieran existido todas esas redes de comunicación y vinculación, de confianza mutua, no hubiera aparecido rápidamente una respuesta tan contundente y sabiendo a quién dirigirla. Es gracioso que los medios comerciales sigan buscando al primero que dio el mensaje del móvil, como forma de justificar esa movilización como una muestra espontánea, de contagio en cadena. Que sigan buscando. Nosotros sabemos que sin estas redes no se entendería que pasó el 13 de marzo en las calles del estado español.

-¿Qué síntesis le harías a un integrante de esa red española del panorama que encontraste en tu estadía argentina?

-Tengo una misión que es más compleja, ya que desde Barcelona se sigue con mucha atención el laboratorio social que es Argentina desde el 19 y 20 de diciembre. Se sigue con atención lo que fueron las asambleas, la recuperación de fábricas y el movimiento piquetero, en especial. Los tres grandes íconos de la revuelta en la Argentina. Se sabe que hubo variaciones, que las asambleas se habían desarticulado. Pero estando aquí vi con preocupación cómo las clases medias dieron la espalda a los movimientos compuestos por clase humildes. Se me cayó el mito de 2002 de que piquete y cacerola eran la misma cosa. Por otra parte, hay sectores que están redefiniendo su estrategia, hay mucha creatividad, pero veo que hay aislamiento por parte de un sector del movimiento piquetero. Hay una parte de represión del gobierno mucho más inteligente que la represión más directa. Y veo que, tal vez, el movimiento piquetero no supo cambiar a tiempo de estrategia y adaptarse a la actual coyuntura. Por otra parte, teníamos mitificado el tema de las fábricas recuperadas y aquí vemos que es un proceso muy difícil, costoso, que se reproduce en generaciones. Nos llegan versiones muy mitificadas a través de, por ejemplo, la película La Toma, de Naomi Klein. Versiones que describen el 19 y 20 como un momento en que en la Argentina se estaba por hacer la revolución. Estás allá, ves la película de Klein y tenés clarísima la idea de cómo hacer la revolución. Llegás acá y ves que la realidad es más compleja y que el tejido social está fragmentado, a pesar de las movilizaciones. Y es alentador ver, a su vez, que hay indicios de rearticulación del tejido. El grado de politización de la sociedad es más alto que en Europa y, como contraparte, la situación social es dramática. He viajado a algunas villas miserias y no recuerdo haber visto en otros países de América Latina tanta degradación. También he conocido a los que ganaron. He pasado por algunos countries para conocer la otra parte y no sé que me ha indignado más: si la pobreza extrema o la riqueza extrema, ciega, de sectores que viven en reclusión en un mundo ficticio. Un mundo Disney. Esta autosegregación espacial de los sectores más pudientes es preocupante . Ahora de lo que se trata es de ver cómo evoluciona esta situación.

-Un cóctel de difícil pronóstico...

- Sí. Es una situación explosiva. Hay que ver cómo se canaliza en la construcción de un país más justo y solidario.




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