A 70 AÑOS DE LA COMUNA ASTURIANA.
Por EL MILITANTE. -
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El Militante nº 176
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Octubre del 34 |
La comuna Asturiana
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Autor : Paco Ibáñez Fecha
: ( 08-Octubre-2004 ) Categoria : Historia
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n el
70º aniversario de la Comuna Asturiana, la burguesía intenta ocultar
bajo toneladas de falsedades el verdadero significado de la
insurrección de 1934. Por otro lado, desde determinadas
organizaciones de la izquierda se intentan amoldar los hechos a sus
tesis; algunos de ellos planteando cosas tan descabelladas como que
la Comuna Asturiana fue un movimiento nacionalista, sustituyendo
todo enfrentamiento de clase por un enfrentamiento en líneas
nacionales que nunca existió, salvo en sus cabezas. Otros planteando
que el movimiento de los trabajadores a nivel estatal fue un
movimiento en defensa de la Republica frente a los partidos de la
derecha que estaban en el poder en ese momento, despojando así a la
insurrección de todo rastro de revolución social y no faltan las
voces de quienes califican la heroica insurrección de los
trabajadores asturianos de “aventurerismo revolucionario y radical”.
Los marxistas estudiamos los acontecimientos, las revoluciones,
las victorias y las derrotas de nuestra clase, no sólo para evitar
los errores que pudieron cometerse, sino para extraer las lecciones
que nos permitan avanzar en la práctica revolucionaria.
Aprendemos de la historia no de forma académica y estéril, sino
desde la óptica viva y dinámica de la lucha de clases. Octubre
del 34, no cabe ninguna duda, es una de las páginas más gloriosas
del proletariado español en su lucha contra el capitalismo, en su
lucha contra la reacción. La misma lucha que hoy mueve a millones de
trabajadores en el mundo.
La caída de la monarquía
y la proclamación de la República
En 1930, en plena crisis económica y con escasos
apoyos, el general Primo de Rivera presenta su dimisión al rey
Alfonso XIII. Con el régimen haciendo aguas por todos lados,
enfrentándose a una creciente presión del movimiento obrero,
comienzan a producirse divisiones por arriba. Así insignes
monárquicos de toda la vida se pasan de la noche a la mañana al
bando republicano. Con esto, un sector de la burguesía trataba de
ganar tiempo cediendo terreno a los trabajadores y los campesinos,
con un régimen de aparente democracia. Se trataba de perder un poco,
para no perderlo todo. Así pues, abandonada a su suerte por
sectores cada vez más amplios de la burguesía, a la monarquía no le
queda otra opción que convocar elecciones municipales a modo de
plebiscito. El 12 de Abril de 1931 se produjo una victoria
aplastante de las listas conjuntas de socialistas y republicanos en
las ciudades. El 14 de Abril, mientras el gobierno provisional
proclamaba la Republica desde la sede de Gobernación, el rey Alfonso
XIII emprende el camino del destierro. Mientras, los trabajadores y
campesinos pobres celebraban en las calles el cambio de régimen con
la esperanza de acabar con los bajos sueldos, el paro, la
infravivienda, la crisis económica, el analfabetismo, la sed de
tierra de los campesinos pobres... Entretanto, la burguesía
intenta reconducir la situación en su propio beneficio. Entre los
dirigentes del PSOE se plantea que es el momento de la revolución
burguesa y que el proletariado se tiene que mantener como el leal
aliado de la burguesía republicana en su lucha contra los restos
feudales heredados de la monarquía. Pero, en el Estado español
de los años 30, como la Rusia zarista del 17, y en el resto de
países de capitalismo tardío, la burguesía nacional es demasiado
débil siquiera para hacer su propia revolución. Entre su deseo
abstracto de llevar a cabo las tareas de la revolución democrático
burguesa (reparto de la tierra, separación estado-iglesia, régimen
parlamentario...) y el temor al proletariado ya organizado en
sindicatos y partidos políticos, se imponen sus intereses de clase.
Al contrario que sus homólogos de las revoluciones burguesas
clásicas, como la francesa, en la que la burguesía se puso a la
cabeza de las clases oprimidas y se enfrentó a los terratenientes,
la burguesía española se alía y se fusiona con la aristocracia en
defensa de sus privilegios.
Asturias: un ejemplo
de radicalización
La crisis en la
minería se profundiza en los años 32 y 33. El SMA-UGT intenta evitar
las huelgas hasta el último momento, apoyándose en las soluciones
del Ministro de Trabajo, el socialista Largo Caballero. En estas
fechas los despidos, cierres de pozos, reducción de jornal... se
hacen habituales del paisaje de las cuencas mineras. Frente la
moderación de la UGT gana audiencia la postura mas a la ofensiva de
comunistas y cenetistas integrados en el SUM (Sindicato Único de la
Minería) y que se levantara como alternativa al SMA. Pero su
política no está exenta de sectarismo, así, durante la convocatoria
por parte del SUM de la huelga de junio del 31, son tiroteados
trenes con afiliados a la UGT de camino a la bocamina; hay tiroteos
entre grupos de afiliados de los dos sindicatos, etc... Este tipo de
errores, y la posterior escisión encabezada por el PCE formando el
SUMA (Sindicato Unitario de Mineros de Asturias), hizo que el SMA
quedase como fuerza hegemónica en las cuencas mineras. Pero,
pese a toda la moderación pretendida por la dirección de la UGT, la
ofensiva de la patronal les obliga convocar tres huelgas generales
en la minería, en unidad de acción con los anarcosindicalistas de la
CNT de La Felguera. Es por estas fechas cuando se puede afirmar
que Asturias es la región con mas jornadas laborales perdidas por
huelgas del mundo, siendo el Estado español el número uno en este
ranking, superado sólo por el Reino Unido en número total de horas.
En el año 33, el número de jornadas perdidas por huelga llega a
los 14 millones. En este clima de conflictividad social el gobierno
convoca elecciones anticipadas. Estas resultan un fracaso para el
PSOE. Por un lado, una ley electoral que beneficia a los bloques y
coaliciones (esta vez el PSOE iba en solitario), y por otro la
desilusión de los trabajadores y, especialmente, los campesinos con
la política defendida por el PSOE durante su mandato, provocan la
victoria electoral de la derecha. El PSOE pasa de 116 diputados
a tan solo 61, los republicanos de Azaña de 113 a 13, y la derecha
de 34 a 227, con los 115 de la CEDA (Confederación Española de
Derechas Autónomas). Pese a esto, el resultado en numero de votos no
fue muy dispar, lo que unido al ambiente entre los trabajadores,
hicieron que la victoria de la derecha sea una victoria pírrica.
Baste como prueba que la CEDA, pese a ser el partido con más
representación parlamentaria, no entrará al gobierno. La CEDA con un
programa de “Dios-patria-orden-familia y propiedad” representaba al
sector de la burguesía más reaccionario; sus privilegios e
influencia se basaban precisamente en el atraso, y su base social
estaba en los terratenientes, caciques, curas... La CEDA se
presentaba como enemiga declarada del socialismo y ferviente
admiradora del fascismo alemán e italiano del que tomaba la puesta
en escena. Su posible entrada en el gobierno era vista por los
trabajadores como una amenaza directa.
Contexto
internacional: antes Viena que Berlín
En los años
treinta se produce una nueva oleada de revolución y
contrarrevolución en todo el mundo. Los trabajadores siguen con
atención los acontecimientos en Europa. El ascenso de los nazis al
poder no los ha dejado indiferentes, pero lo que más impactará a la
clase obrera serán los sucesos en Austria. En la Alemania de los
años 30, con un paro en torno al 40% de la población activa, un
proletariado fuerte, organizado y con tradiciones revolucionarias
muy recientes, a los capitalistas se les hace insoportable cualquier
vestigio de poder obrero ya sea sindicatos, partidos políticos,
ateneos, huelgas, manifestaciones... Necesitan atomizar al
movimiento obrero y para ello recurren a la pequeña burguesía
arruinada y al lumpemproletariado. Esto se vio en buena medida
facilitado por la política sectaria y ultraizquierdista de la III
Internacional, totalmente degenerada al servicio de la burocracia
estalinista, que planteaba que el fascismo y la socialdemocracia
eran dos caras de la misma moneda, imposibilitando ningún tipo de
acuerdo entre comunistas y socialistas. El caso austriaco es por
el contrario bastante diferente. Después de la I Guerra Mundial y el
desmembramiento del Imperio Austro-Húngaro, el capitalismo colapsa y
son los trabajadores los que tienen el poder en sus manos. Tan solo
la dirección del PSDA evita que éstos tomen el poder, y en unos años
la burguesía vuelve al gobierno de la mano de los socialcristianos.
Pese a todo, los socialdemócratas son capaces de mantener la
alcaldía de Viena: se construyen 64.000 viviendas sociales,
escuelas; se implanta el subsidio de desempleo, las vacaciones
pagadas... La polarización social va en aumento y en el año 33 la
derecha cierra el Parlamento, gobernando durante más de un año por
decreto. Ilegalizan al pequeño PC austriaco, a las milicias del
PSDA... Los líderes del PSDA sólo saben recurrir a los tribunales de
justicia, mientras la reacción comienza a organizar milicias
fascistas integradas por pequeños propietarios campesinos y
veteranos de guerra. La policía irrumpe en las sedes del PSDA, hasta
que en la sede de Linz los militantes oponen resistencia. La noticia
recorre toda Austria y se producen huelgas espontáneas, obligando a
los lideres del PSDA a convocar una mal organizada huelga general.
El enfrentamiento está servido. Después de cuatro días de lucha y de
haber bombardeado los bastiones de la socialdemocracia con la
artillería, con un saldo de 300 trabajadores muertos, miles de
heridos, los líderes de la insurrección fusilados o camino a los
campos de concentración, el fascismo sube al poder en Austria sobre
los cadáveres de la clase obrera. Los trabajadores asturianos se
solidarizaron con sus compañeros austriacos y en febrero de 1934 se
producen huelgas generales en la construcción, minería..., que
ninguna organización revindica, bajo la consigna: “Antes Viena que
Berlín” El giro a la izquierda en el PSOE
y las Alianzas Obreras
Después de las
elecciones del 33, se enfrentan dentro del PSOE dos tendencias: por
un lado una encabezada por Indalecio Prieto, que pretendía seguir
profundizando la colaboración con los republicanos; y otra de
izquierdas liderada por el ex ministro de Trabajo, Largo Caballero.
Este, con su discurso cada vez mas radicalizado enlazaba con las
aspiraciones de las bases del PSOE y en especial las de las
Juventudes Socialista (JJSS) y la UGT. “En el mundo hay muchas
repúblicas y en ellas hay asalariados, y hay explotadores, y hay
capitalistas. Y la clase obrera consciente, la socialista, aspira a
que esto desaparezca y eso no desaparece dentro de una república
burguesa, por muy democrática que esta sea” (Largo Caballero en la
escuela de verano de las JJSS del 33). El que mejor explica este
proceso es uno de los teóricos de esta ala izquierdista del PSOE,
Luis Araquistain en la revista Leviatán: “La tensión revolucionaria
había llegado a tal extremo que si no estallaba, el proletariado de
tendencia socialista hubiera roto con sus cuadros sindicales y se
hubiera incorporado a los de carácter comunista o
anarcosindicalista”. Las Alianzas Obreras (AO) habían surgido en
diciembre del 33 en Barcelona, promovidas por el BOC (Bloque Obrero
y Campesino) y por la Izquierda Comunista, primeramente contra el
paro obrero y después como organización contra el fascismo. Pero no
será hasta la integración del PSOE cuando la idea se extienda al
resto del Estado. Pese a sus carencias por ejemplo no se elegían los
representantes en asambleas por talleres, minas, o tajos, sino que
eran elegidos por cada una de las organizaciones integradas en la AO
daban al movimiento una unidad de la que nunca había gozado. Todas
las organizaciones estaban obligadas a asumir sus decisiones,
manteniendo, por otro lado, plena libertad para publicar y
distribuir su propaganda y prensa con sus posicionamientos. Tampoco
se permitía ninguna colaboración con organizaciones burguesas. De
hecho, la Unión Socialista Catalana fue expulsada por su
colaboración con ERC en el gobierno de la Generalitat. Pese al
giro a la izquierda del ala encabezada por Largo Caballero, este
sector del movimiento socialista todavía tenia tics burocráticos
arrastrados de su pasado reciente. Por un lado pretenden controlar
férreamente el desarrollo de las AO, siempre por arriba. Por otro
rechazan implicar a las AO en las luchas cotidianas de los
trabajadores, con el argumento de que no se pueden malgastar fuerzas
en luchas parciales, a fin de reservar las fuerzas para una
hipotética insurrección que habría de derrocar al capitalismo,
concibiendo el movimiento obrero como un grifo que se pudiera abrir
y cerrar a su antojo. Esto suponía un obstáculo para ganarse la
confianza de las bases de la CNT y del PCE, cuyas direcciones
también pugnaban por mantener sus propios intereses y que aún no
participaban de las AO. Por otro lado, la derrota de la huelga
campesina en el verano del 34 convocada por la UGT-FTT (Federación
de Trabajadores de la Tierra), ante la negativa el sector
caballerista a extender el movimiento a las ciudades provocaría la
paralización del campo en el sur, cuando se produce la insurrección
de octubre del 34. Mientras, el PCE y la CNT mantenían sus
posturas contrarias a las AO acusándolas de ser alianzas
contrarrevolucionarias, negándoles cualquier capacidad para derrotar
al fascismo. Dentro de la CNT había sectores que se daban cuenta de
lo que esto suponía e intentaron luchar contra las tendencias
sectarias de la FAI. Pero finalmente, la Regional Asturiana dela CNT
fue la única que se enfrento y firmo una AO con la UGT y el PSOE. La
AO asturiana se confiere con un carácter verdaderamente unitario, de
masas y como instrumento de lucha por el derrocamiento del
capitalismo: “Las organizaciones firmantes de este Pacto trabajarán
de común acuerdo hasta conseguir el triunfo de la revolución social
en España y llegar a la conquista del poder político y económico
para la clase trabajadora, cuya concreción inmediata será la
República Socialista Federal” (Manifiesto de constitución de la
Alianza Obrera Asturiana)
La reacción en el poder
La burguesía, una vez retornada al poder, intenta
reconquistar el terreno perdido. Así torpedean el Estatuto de
Autonomía de Catalunya y el concierto económico con Euskadi.
Intentaran restaurar el régimen latifundista del siglo XIX en el
campo (de aquí la huelga campesina del verano del 34), aplastando a
los ayuntamientos de izquierdas, que estaban defendiendo a los
jornaleros frente a los terratenientes y caciques, y organiza una
seria ofensiva contra la clase obrera. No obstante, pese a estas
“victorias” la reacción se siente débil para derrotar al movimiento
obrero. Tal era la debilidad que se plantean un tercer gobierno para
después del verano del 34. Esta vez con tres ministros de la CEDA.
Es el pistoletazo de salida La experiencia del gobierno nazi en
Alemania está reciente en la memoria de la clase. La respuesta de
Largo Caballero será la de anunciar la insurrección para el mismo
día en que se anuncie la entrada de la CEDA en el gobierno. Las
desilusiones en la república, las elecciones de noviembre y la
posterior represión, hicieron de puente entre las reivindicaciones
laborales y económicas a las políticas. Mientras que en los dos
primeros años de la republica tan solo hay una huelga política, en
los primeros nueve meses del 34 se contabilizan ocho huelgas
generales políticas. La primera en solidaridad con los obreros
austriacos, cinco en protesta por registros de locales y sedes de
organizaciones obreras en busca de armas, huelga general en los
Valles del Nalón y del Caudal en respuesta al ataque de la Guardia
Civil a la manifestación de las JJSS, con el resultado de 6 muertos,
y la más impresionante de todas: la convocada los días 8 y 9 de
septiembre contra la concentración cedista en Covadonga. Todo estaba
cerrado en la zona central de Asturias, el ferrocarril paralizado,
piquetes armados patrullan las carreteras, líneas telefónicas
cortadas... Esta huelga fue la puntilla para que el PCE pidiera la
entrada en la AO pocos días antes de la insurrección. Así se
completaba la unidad de todas las organizaciones en Asturias.
Octubre del 34 en el Estado español
En Madrid, la huelga anunciada por Largo
Caballero, que debía convertirse en una insurrección, se encuentra
con la indecisión de los dirigentes del ala de derechas del PSOE.
Los trabajadores habían recorrido las calles en busca de los lugares
dónde se repartirían armas pero éstos no aparecen. Salvo tiroteos
esporádicos de miembros de las JJSS con las fuerzas del orden no hay
un plan para la toma del poder. Después de ocho días de huelga
general en Madrid, los dirigentes del PSOE la desconvocan. En
Cataluña los dirigentes de la AO se limitaron a seguir la política
del gobierno de ERC, que proclama el Estado Catalán y se atrinchera
en el edificio de la Generalitat. La CNT fiel a si misma no se suma
al movimiento declarando que es un movimiento político con fines
poco claros. En Euskadi se necesitaron 10 días para volver a la
normalidad. En las zonas mineras y siderúrgicas los trabajadores
tenían el control; tan solo la actitud de los dirigentes, calmando a
los trabajadores, y conminándolos a volver a sus casas y esperar,
impidieron que estos marcharan sobre Bilbao.
La
Comuna asturiana
En la media noche del 4 al 5 de
octubre llega la orden de la Huelga General Revolucionaria. Los
enlaces recorren las cuencas mineras. En pocas horas comienza el
asalto de los cuarteles de la Guardia Civil y de la de Asalto.
Mientras, en Gijón (bastión de la CNT) y Oviedo (PSOE) los
dirigentes dudan. En Gijón hay problemas con el armamento, pero las
noticias procedentes de la cuenca despejan todas las dudas. Se
lanzan a la toma de la ciudad con 70 escopetas y 30 cartuchos por
persona. En Oviedo la situación es parecida a la de Madrid,
hasta la irrupción de las columnas mineras. La primera ofensiva
sobre Oviedo es un éxito. Las tropas leales al gobierno quedaran
rápidamente asediadas en sus cuarteles. Con la caída de las
fabricas de armas de Trubia y de La Vega se consiguen 20.000
fusiles, 27 cañones y cien ametralladoras. Prácticamente todo ello
inútil, los obuses no tienen espoleta y no hay munición para los
fusiles y ametralladoras. Se los han llevado en la retirada a los
cuarteles ahora sitiados. Mientras se atasca la ofensiva
revolucionaria en Oviedo, comienzan a desembarcar tropas en el
puerto de Gijón. Finalmente el día 10 caerá el Gijón Revolucionario
sin munición ni ayuda exterior. El día 11 en Oviedo se intentan los
asaltos a los cuarteles de Pelayo y Santa Clara. En una región
aislada e incomunicada, comienzan a sentirse los efectos de que se
ha quedado sola. Son tres las columnas militares que arremeten
contra Asturias: una procedente de Lugo, otra la que desembarcó en
Gijón y otra enviada desde León, que será frenada en Campomanes por
los revolucionarios hasta el final. Finalmente el “bombardeo” con
paquetes del Abc, confirma la situación: Asturias se ha quedado
sola. Se reúne el Comité Revolucionario integrado mayoritariamente
por socialistas, y después de analizar la situación, se propone la
retirada. Inmediatamente huyen, tratando de salir de Asturias y
dejando sólo a un miembro del Comité para comunicar esta decisión a
los jefes de grupo y ocuparse de la tarea de organizar la retirada.
Surge entonces un segundo Comité, votado a mano alzada, en
asamblea por los jefes de grupo. Este comité estará formado por
militantes del PCE y de las JJSS y su autoridad no superará los
limites de la ciudad de Oviedo. Ese mismo día también se
constituye el tercer Comité, que se enfrenta a una contradicción:
por un lado se va haciendo más claro el aislamiento de la lucha,
pero por otro la clase obrera se siente fuerte. Lo tuvieron tan
cerca, ¿por qué no seguir intentándolo? Incapaces de ninguna
ofensiva, se desarrolla una resistencia suicida en Campomanes;
contraataques en San Lázaro al lado de Oviedo los días 14, 15 y 16 y
cerca de Grao el 15. Todavía milicias de la CNT de La Felguera
detienen en el Berrón a una columna enviada desde Bilbao. De
todas formas para el día 17 la palabra rendición no tiene las
connotaciones de días pasados. Ya son cinco las columnas militares
en Asturias y, sobre todo, la ausencia de absoluta de municiones
hacen que el rendirse no sea un tabú. Después de negociar la
rendición con el ejercito, los comités todavía organizaran la
retirada, la huida a los montes, el ocultamiento de algunos fusiles.
El día 19 cinco columnas militares avanzan sobre las cuencas
mineras. Pese al acuerdo de que no tomarían más represalias que las
tomadas por los tribunales de justicia, la burguesía comienza la
represión sistemática, las detenciones, los robos, palizas,
torturas, ejecuciones sin juicio... Más allá de la victoria, se
trata de dar un escarmiento, una lección. El aislamiento de la
Asturias revolucionaria, responsabilidad, no de la clase obrera del
resto del Estado, sino de la indecisión de su dirección
(fundamentalmente el PSOE) y la postura criminal de los dirigentes
de la CNT, que se negaron a convocar siquiera la huelga general
entre los ferroviarios que traían a las tropas del gobierno,
imposibilitó la victoria de Octubre. Pero la lucha no fue en vano y
las lecciones de la Comuna Asturiana se convertirían en un factor
importantísimo de cara a la posterior resistencia de la clase obrera
española tras el alzamiento franquista del año 36, y en una
inspiración para el movimiento obrero en general. Para terminar,
queremos hacer nuestras las palabras de Javier Bueno, director del
periódico socialista Avance en Asturias, en los años 30: “Del
Octubre asturiano todo el mundo habla muy bien como episodio
heroico, pero hay elogios que suenan a exequias. De lo que se trata
es de conservar bien viva la Revolución de Octubre”. Paco
Ibáñez
Asturias
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