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A DIEZ AÑOS DEL CIERRE DEL FRIGORIFICO CARCARAÑA
Por Del Frade - Argenpress - Thursday, Nov. 25, 2004 at 1:20 AM

A diez años del cierre y la quiebra del Frigorífico Carcarañá, a cuarenta kilómetros de Rosario, más de mil familias esperan cobrar lo que les deben y saber, de una buena vez, quiénes fueron los responsables del vaciamiento de una de las principales empresas del rubro. La Defensoría del Pueblo de la Nación se ha hecho cargo de apurar los trámites para que los ex trabajadores recuperen algo de todo lo que les sacaron una década atrás. Tiempo que sirvió para derivar la cuestión en inescrutables recorridos tribunalicios, bancos con residencias en paraísos fiscales y espacio suficiente para retardar y quebrar el anunciado crecimiento de una ciudad que se pensaba en pleno desarrollo a fines de años setenta. Otra de las consecuencias se experimenta hoy en los hijos de los obreros de la carne en la región: alrededor del setenta por ciento de ellos no completa la educación media. La cosa es simple pero perversa: los que pusieron sus cuerpos durante décadas todavía hoy no pueden gozar ni siquiera de la indemnización y los que se beneficiaron del trabajo de sus víctimas siguen afirmándose en una reciclada y hasta ahora invicta impunidad. Esta es parte de una historia conocida a nivel nacional. Habrá que construir, alguna vez, un nunca más para tantos despedidores y desocupadores que todavía hoy acceden a créditos millonarios que jamás devolverán.

A DIEZ AÑOS DEL CIERRE DEL FRIGORIFICO CARCARAÑA

Mas de mil familias esperan saber que paso

Carlos del Frade
Argenpress

A diez años del cierre y la quiebra del Frigorífico Carcarañá, a cuarenta kilómetros de Rosario, más de mil familias esperan cobrar lo que les deben y saber, de una buena vez, quiénes fueron los responsables del vaciamiento de una de las principales empresas del rubro. La Defensoría del Pueblo de la Nación se ha hecho cargo de apurar los trámites para que los ex trabajadores recuperen algo de todo lo que les sacaron una década atrás. Tiempo que sirvió para derivar la cuestión en inescrutables recorridos tribunalicios, bancos con residencias en paraísos fiscales y espacio suficiente para retardar y quebrar el anunciado crecimiento de una ciudad que se pensaba en pleno desarrollo a fines de años setenta. Otra de las consecuencias se experimenta hoy en los hijos de los obreros de la carne en la región: alrededor del setenta por ciento de ellos no completa la educación media. La cosa es simple pero perversa: los que pusieron sus cuerpos durante décadas todavía hoy no pueden gozar ni siquiera de la indemnización y los que se beneficiaron del trabajo de sus víctimas siguen afirmándose en una reciclada y hasta ahora invicta impunidad. Esta es parte de una historia conocida a nivel nacional. Habrá que construir, alguna vez, un nunca más para tantos despedidores y desocupadores que todavía hoy acceden a créditos millonarios que jamás devolverán.
La esperanza

La Defensoría del Pueblo de la Nación decidió colaborar con la Comisión de Seguimiento de la quiebra del Frigorífico Carcarañá, a diez años de producido el cierre de la planta, el despido de más de mil doscientos trabajadores y el no pago de las indemnizaciones correspondientes.

Así lo informó Graciela Giorgi, una de las principales impulsoras de la Comisión que tendrá la tarea de volver a registrar a los trabajadores afectados por aquella quiebra emblemática de los años noventa.

La lista de damnificados ex empleados del Frigorífico será elaborada en el Museo de la Memoria de Carcarañá y en la municipalidad de Casilda, otra de las ciudades castigadas por la decisión empresarial.

Cada uno de los obreros deberá acreditar su identidad, el monto de su acreencia y los dineros cobrados desde noviembre de 1994.

Giorgi instó a resolver los trámites lo antes posible para que, de esa manera, hacer frente a las distintas situaciones por las que atraviesan las familias de los despedidos.

La Comisión informó que el Consejo de la Magistratura se comprometió a auditar la historia de la quiebra, una de las viejas aspiraciones de la población de la zona.

Saber quiénes fueron los responsables de tantos dolores y qué pasó con el dinero que debieron cobrar a fines de 1994 y que, diez años después, todavía no percibieron.

'Esta ha sido una lucha muy despareja. Por eso este gesto de la Defensoría del Pueblo de la Nación nos da un poco de esperanza', dijo la señora Giorgi, consciente de ser protagonista de una de las tantas crónicas del saqueo que sufrió la Argentina, en general y el sur santafesino, en particular.

Breve historia

El Frigorífico Carcarañá fue fundado en octubre de 1944 por José Somaschini y su rubro fundamental eran los chacinados.

En 1959 la firma se convirtió en 'Somaschini, Abratte y Cía. S.R.L.' y ya contaba con plantas de elaboración, cámara frigoríficas, usinas y demás dependencias, abarcando una superficie de 7 mil metros cubiertos. Trabajaban 300 obreros con matanza y faenamiento diario de unos cien a ciento cincuenta cerdos y entre treinta y cuarenta vacas.

Entre los años sesenta y setenta la firma se hizo prestigiosa por calidad de sus salamines, jamón cocido y bondiolas.

A principios de los años setenta la fábrica ya contaba con una flota de camiones Volvo con furgones térmicos de dos y tres ejes.

En 1974 el volumen creció a medio millar de animales faenados por día, exportando el 70 por ciento -alrededor de cien toneladas diarias- a países como Alemania, Italia, Bélgica, Holanda, Estados Unidos e Israel.

Era considerado como uno de los tres frigoríficos más grandes del país.

Por entonces la fábrica daba empleo a mil trabajadores.

Era el 40 por ciento de la población económicamente activa de Carcarañá.

En los años ochenta, Somaschini se retiró de la sociedad.

Empiezan los relatos de la falta de controles internos y externos.

A fines de los ochenta, surge la figura de la familia Casado. Se habla de contratos con Austria y Alemania. También se mencionan créditos hacia el frigorífico pero el dinero no se ve. La firma, por extrañas razones, traslada su sede a Capital Federal.

En 1993 se inició el concurso de acreedores.

Luego la quiebra.

Se vendieron inmuebles, campos, flotas de camiones, maquinarias. Fue el desguace.

Era octubre de 1994.

Una lejana profecía hablaba del futuro color de rosa de la ciudad.

Allá por 1979 se calculó que Carcarañá llegaría a contar con unos 30 mil habitantes a fines de los años noventa.

Ni siquiera se llegó a la mitad de esa cifra.

Algo ocurrió.

El Frigorífico Carcarañá cerró sus puertas en 1994.

Más de mil doscientos trabajadores quedaron en la calle.

Un año después, el Instituto Provincial de Estadísticas y Censos informaba que el mayor número de divorcios y separaciones se había verificado en la ciudad del departamento San Lorenzo.

El desocupado no estalló hacia fuera.

No hubo estallido social.

Sino implosión social.

El que deja de hacer lo que hace todos los días durante años deja de ser.

Se convierte en un desaparecido social.

Desaparece como principal motor de la economía familiar y entonces se rompe los lazos internos.

Sin embargo, los empresarios que llevaron a la planta frigorífica a la quiebra no perdieron demasiado.

Y así comenzó otra historia, la de los trabajadores que intentaron cobrar las debidas indemnizaciones que merecían.

Surgieron los problemas.

Postales de la increíble década del noventa.

Dineros que se evaporan, desocupados desesperados, un banco con asiento en las islas Caimán en donde sostienen que fue a parar la plata de los obreros y un inescrutable derrotero del expediente de la quiebra del Frigorífico por los tribunales de Buenos Aires. Muy lejos de los trabajadores de Carcarañá. Muy lejos de sus necesidades existenciales.

Les dijeron que el síndico y el juez depositaron sus dineros en una cuenta del Banco Galicia. Nunca se entendió por qué no eligieron instituciones como el Nación o el Municipal.

En 1996, FRIAR alquiló la planta y más tarde la compró. No duró demasiado.

La firma volvió a Reconquista, al norte de Santa Fe, y en Carcarañá quedaron los fantasmas.

En 2001, FRIAR le alquiló el predio a Carnes Carcarañá SRL a cargo del anterior jefe de personal de la firma, de apellido Lavalletti.

En 2003, cuarenta obreros se enfrentaron a un nuevo cierre y con acreencias por salarios de tres a seis meses.

A diez años del cierre, de la quiebra y el inicio del peregrinaje por el agujero negro de la desocupación, la mayoría de los ex empleados de la fábrica cobraron apenas un poco más de la mitad de sus acreencias.

Una típica historia argentina de finales del siglo XX y principios del tercer milenio.

¿Quién jugó con el dinero de los desesperados ex laburantes del Frigorífico Carcarañá?.

¿Habrá alguna vez un 'nunca más' para los que gozaron de la impunidad luego de arrebatarle la indemnización a estos trabajadores?.

Consecuencias

El cierre del Frigorífico Carcarañá produjo el final de sus plantas en la ciudad homónima y en Casilda, la otrora orgullosa capital de la miel.

Algunas de las consecuencias de aquel final todavía se sufren en los primeros años del tercer milenio.

Una de ellas es que casi el 70 por ciento de los hijos de los obreros de la carne no completa la educación media.

'La industria de la carne en Casilda no está bien porque la planta más importante que es 'Rafaela alimentos' hace un año y medio estuvo cerrada. Fue concursada, y ahora se está reactivando porque el concurso, que terminó el 20 de diciembre, la dañó muchísimo. Esperamos que este año las cosas mejoren. Es la planta más importante y está funcionando en un 50 por ciento, eso hace que nos falte incorporar a casi 200 trabajadores para que comience a marchar bien. No tuvimos cuota Hilton porque hubo solo 200 toneladas. En 'Matievich', la otra empresa, se está trabajando en forma normal. Entonces, hoy andamos en 450 trabajadores de la carne en la zona de Casilda, y en otros frigoríficos más chicos del departamento Caseros, sumándolos, no llegan a 100 trabajadores. Esa es la situación de nuestro gremio en la zona en lo que refiere a la dotación de personal', cuenta Sixto Vallejos, secretario general del Sindicato de la Carne de Casilda.

El salario del trabajador de la carne 'es muy malo. Nosotros teníamos un salario de 600 pesos. La devaluación nos ha hecho trizas y esos 600 pesos no existen más. Los 200 pesos de ayuda alimentaria que dio el gobierno ayudaron a atenuar la situación'.

En relación a la salud de los trabajadores la cuestión también es difícil.

Según Vallejos 'el aumento en el precio de los medicamentos y el mal manejo de la salud que tiene el gremio a nivel nacional. Nosotros estamos armando una nueva obra social que tendremos en unos días para intentar volcar el 90 por ciento de los aportes de los trabajadores a la salud. Hoy tenemos una salud muy precaria por un acuerdo entre los gremios de Casilda. A nosotros nos presta salud la UOM y muchas veces no se paga desde Buenos Aires. En este momento no tenemos farmacia', dijo.

Según su opinión, 'la secretaría de Trabajo deja mucho que desear. Las regionales no cumplen prácticamente ninguna función. No hay inspectores, no hay nada. Están para el reclamo chiquito. No es una secretaría como la que tuvimos en otro tiempo cuando el inspector controlaba que el trabajador no haga horas en negro'.

En relación a los hijos de los trabajadores de la carne, Vallejos pintó un panorama desolador: 'la situación que vive el trabajador de la carne lleva a sus hijos a desertar de la escuela primaria. De todas maneras, un 20 o 30 por ciento llega al secundario con el esfuerzo de su padre y la ayuda del sindicato. La realidad no tiene nada que ver con lo que uno aspira que sea la educación, pero con un salario de 600 pesos no se puede hacer milagros. Uno lo puede ayudar con el cuaderno, el lápiz y el delantal, pero ellos tienen que comer y los chicos cuando llegan a 14 o 15 años trabajan para ayudar en la casa. La educación es precaria', afirmó con ganas de que alguien prestara atención a sus dichos.

A la hora de hablar del trabajo en negro ubicó el máximo problema de los obreros de la carne santafesinos en Vera, Avellaneda y Reconquista. 'Entregamos una encuesta a la Secretaría de Agricultura de la Provincia, en la que le notificamos que en el norte de Santa Fe tenemos una pérdida de 300 trabajadores de la carne, porque si estarían blanqueados tendrían su jubilación, su obra social y estarían dentro del gremio de la carne. Hay carnicerías que venden 4 o 5 medias reses y no saben de dónde viene el ganado, las grandes parrillas no saben dónde compran la carne. Hay muy pocos frigoríficos habilitados', dijo para ejemplificar la actividad ilegal.

Hoy la obra social de la otrora poderosa Federación de Trabajadores de la Industria de la Carne y Afines 'tiene un pasivo concursal de 20 millones de pesos que está arreglado, un posconcursal de un año y medio a esta parte de 22 millones de pesos. Mandamos hacer una auditoría porque no hay servicios para los trabajadores en todo el país. Todos los sindicatos están quebrando y fundiéndose para darle salud a sus trabajadores cuando no les corresponde. En la auditoría se detecta que nadie sabe cuál es la nómina de gente que aporta. Hace dos años y medio que no se asientan en los libros los ingresos y los egresos. A las empresas que pagan se les dan recibos provisorios, situación que está prohibida por ley. Las anomalías son interminables. Con los resultados de la auditoría le hemos pedido al superintendente de salud que intervenga a la obra social para que nos den salud a los trabajadores transitoriamente y se le otorgue a la nueva federación que nosotros constituimos una nueva obra social. También esperamos que esto sirva como un ejemplo y que los dirigentes terminen en cana', enfatizó Vallejos.

La carta a Kirchner

'En noviembre de 1994, fecha en la que se decreta la quiebra del Frigorífico Carcarañá SA, con plantas en Carcarañá y Casilda, comenzó un largo calvario para los mil doscientos trabajadores que componíamos el plantel de la empresa', comienza diciendo la carta enviada por la Comisión de Seguimiento de ex empleados del Frigorífico Carcarañá SA al presidente de la Nación, Néstor Kirchner, del pasado 11 de febrero de 2004.

La pérdida de la fuente de trabajo 'trajo aparejado el hambre y la angustia en las familias afectadas, teniendo que mendigar bolsones en las secretarías de acción social de las municipalidades para poder subsistir, dado que encontrar trabajo era una utopía debido a la política económica imperante hasta hace poco tiempo', remarca el documento.

El escrito informa que pasaron cuatro años de la quiebra para que los trabajadores recibieran un primer pago a cuenta de la necesaria indemnización. Era cercano al 17 por ciento del total.

'Pero los pagos siguientes no se efectuaron porque dieron lugar a sucesivas apelaciones, siendo necesario llegar en última instancia a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que se expidiera favorablemente a los trabajadores el 18 de diciembre de 2003', agregaron los ex empleados del frigorífico.

La Sindicatura contaba con 8.012.802,34 dólares en un plazo fijo en el Banco Galicia y otros dos plazos fijos en el Banco Ciudad por 1.178.457,50 dólares. Un total de 9.191.259,84 dólares.

Sin embargo vino el corralito, 'frenó estos depósitos judiciales que no fueron respetados en la moneda de origen y por lo tanto pesificados a 1,40 pesos. Actualmente los depósitos están en el Banco Ciudad, Sucursal Corrientes y Uruguay, en Capital Federal. La crisis financiera del país hizo que recién pudiéramos acceder a cobrar otras partes de nuestras acreencias en julio y diciembre de 2002, y diciembre de 2003, todos pagos de bajo porcentaje que suman en total el 55 por ciento de las acreditaciones de sindicatura', sostiene el documento.

Los ex empleados también relataron que nunca pudieron encontrar una respuesta positiva a los pedidos de liquidación de fondos, 'sino por el contrario, solo evasivas, situaciones que confunden aún más cada paso' ya que jamás se pudo contar con un resumen de cuentas de 'cuántos son los fondos disponibles a distribuir y, a su vez, gastos increíbles que haya efectuado la sindicatura'.

El motivo de la carta era evitar que los siguieran 'estafando' a los trabajadores.

Textos similares fueron remitidos al gobernador de la provincia de Santa Fe, ingeniero Jorge Obeid, a la Secretaría de Trabajo del mismo estado y a los presidentes de bloques de la legislatura.

Un crédito fantasma y un paraíso fiscal

El grupo Casado se hizo cargo del Frigorífico y lo terminó cerrando.

Pero antes hubo un manejo misterioso en relación a un crédito hipotecario.

Se trata de once millones de dólares.

La historia se ventiló en 2001, siete años después de la quiebra de la empresa y el despido de más de mil doscientos trabajadores.

Un documento interno de la Federación Gremial del Personal de la Industria de la Carne y sus Derivados en torno al conflicto del expediente 21.000 de la quiebra del Frigorífico Carcarañá decía que el Banco Interfinanza Internacional con sede en las islas Caimán había presentado una queja por un crédito hipotecario de 11 millones de dólares otorgado a las entonces autoridades de la empresa.

El dinero habría sido prestado por la institución aludida y por AWT Internationale Handels and Finanzierungs AG (AWT).

En aquellos momentos el juez de primera instancia declaró la invalidez del crédito hipotecario. Luego el banco recurrió ante el mismo juez a través de un recurso de reposición y el magistrado dejó sin efecto su resolución anterior y declaró válido el crédito hipotecario.

El Síndico de la quiebra apeló y la Cámara de Apelaciones dejó sin efecto el fallo del juez de primera instancia, declarando la invalidez del crédito hipotecario.

El Banco apeló ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación para que revoque la sentencia de la cámara.

Y la corte declaró el 18 de diciembre de 2001 que desestimaba el pedido realizado por el banco cuya sede está en las islas Caimán.

Uno de los integrantes del máximo tribunal de entonces, el doctor Enrique Santiago Petracchi, consideró que 'no se había demostrado el ingreso efectivo de los fondos en el patrimonio de la deudora y que, al formalizarse la operación, el actor había tenido conocimiento del estado de cesación de pagos en el que se encontraba aquella'.

Una maniobra de once millones de dólares que se realizó en los últimos meses de funcionamiento del Frigorífico y que termina sin mayores consecuencias para los dueños de la empresa.

¿Quién se habrá quedado con esos once millones de dólares?.

¿Por qué ese banco prestó el dinero sabiendo el 'estado de cesación de pagos' de la empresa?.

¿Quiénes se beneficiaron con estas demoras judiciales que, de hecho, perjudicaron a los trabajadores despedidos y desocupados durante años?.

La Comisión de Seguimiento también denunció que hubo 80 mil dólares depositados en un banco uruguayo y que nunca volvieron a sus verdaderos dueños, los trabajadores del Frigorífico.

Esos 80 mil dólares formaban parte de los negocios operados por el banco radicado en las islas Caimán, una región conocida como paraíso fiscal.

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los animales re contentos también!!!
Por libreysalvaje - Thursday, Nov. 25, 2004 at 2:54 AM

los capitales se van, se disfrazan igual en venta de pasta base, merca, los bonos del tesoro, las vaquitas no son de nadie, son de la madre naturaleza.
Quien no libera oprime, la alimentación etica es en base a vegetales.
Hasta que se fundan todos los mataderos y frigoríficos.

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Trabajadores fantasmas
Por Claudio - Thursday, Feb. 14, 2013 at 12:52 PM
claudiopaez_5@hotmail.com

Tristeza y desamparo dejó el cierre del frigorífico Carcarañá. Muchos ex trabajadores murieron esperando gran parte del cobro. Otros tuvieron que reciclarse para seguir alimentando a sus familias. Costó mucho. Costó hambre y mendicidad. Hoy esos "muchachos" caminan vencido por el recuerdo. Y ya no esperan más nada. El dinero se esfumó. Memoria a todos esos trabajadores que soñaron con un futuro mejor al que estamos viviendo.

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