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CENTENARES de militantes ingresan al PTS
Por Le creo más a Bush... - Saturday, Nov. 27, 2004 at 9:07 PM

JAJAJAJAJA

A 3 años de las jornadas revolucionarias
Fecha: 26/11/2004
Autor: Manolo Romano
Fuente: LVO 152

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Centenares de nuevos compañeros se están incorporando (o están discutiendo hacerlo) a la militancia en el PTS, provenientes de distintas experiencias. Algunos fueron parte de los miles que nutrieron desde el 2001 las asambleas populares; otros han pasado por un tiempo de militancia previa en otras organizaciones de izquierda; y un tercer sector que comenzó a despertar a la vida política más recientemente, con los que venimos actuando en común en los procesos de reorganización obrera contra la burocracia sindical o en el movimiento estudiantil. Entre todo se destaca que el PTS ha conquistado nuevos equipos obreros de importantes fábricas y empresas. En general, sobre la base del acuerdo programático y más allá de diversas tácticas, en todos ellos su adhesión al PTS se define por un común denominador de dos cuestiones básicas: la reivindicación de nuestra consecuencia para insertarnos en la clase trabajadora, y en especial por haber sido parte del avanzado y ejemplar proceso de gestión obrera en Zanon; y la valoración de los esfuerzos en intentar desarrollar la teoría marxista, reflejada en nuestras publicaciones. Ambas cuestiones, la militancia en la clase obrera y la dedicación para elevar el nivel marxista de los militantes, son casi un “sentido común” en sectores de la vanguardia que distinguen al PTS de las demás corrientes de la izquierda, inclusive lo ven así compañeros que no están dispuestos a compartir hoy una misma organización con el PTS para construir en común un partido revolucionario. Queremos partir de ese sentido común para intentar elevarlo a una concepción revolucionaria conciente para que cada nuevo compañero del PTS pueda influir con ella a más amplios sectores.

No hay práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria

Para nosotros todo parte de esta máxima de Lenin. Con el estallido revolucionario del 2001 surgieron o resurgieron todo tipo de teorías antirrevolucionarias. El primer aspecto del balance del PTS, a 3 años de las jornadas revolucionarias, no se debe al criterio pragmático de los éxitos organizativos, sino en haber batallado por las ideas del marxismo en relación a las clases, los partidos y al Estado, contra esas teorías. Una de ellas, llamada autonomista, tuvo su momento de auge en el movimiento militante de las asambleas barriales y algunas organizaciones piqueteras como el MTD Aníbal Verón. La falta de emergencia de la clase obrera con sus métodos de lucha en aquellas jornadas y los meses posteriores, parecía darle la razón a esta teoría según la cual “la multitud” es el nuevo sujeto social de los cambios revolucionarios que, además, podrían hacerse sin necesidad de “tomar el poder” sino creando el gérmen de una nueva sociedad al margen de la vieja, desconociendo y evitando todo enfrentamiento con el Estado burgués. La consigna de “que se vayan todos”, expresión genuina de una ruptura de amplias masas, en especial de las clases medias con el viejo régimen de partidos democrático burgueses reinstaurado desde la caída de la dictadura militar, fue interpretada como rechazo a la política en general, incluida la política revolucionaria, y a los partidos en su totalidad, sin distinción de clase entre los partidos de los explotadores y los intentos de construir partidos revolucionarios de la clase obrera.

Esas teorías antirrevolucionarias se demostraron, por lo mismo, no realistas. El Estado actuó: en primer lugar, como órgano de represión como demostró el asesinato de Kosteki y Santillán, y demuestra en el encarcelamiento a los huelguistas ferroviarios, a los desocupados de Caleta Olivia y demás presos. Y en especial con mecanismos de cooptación con la distribución, de manos de punteros de las gobernaciones e intendencias, de los planes sociales a los desocupados. Esto hizo a las organizaciones piqueteras crecientemente dependientes del Estado, tanto más dependientes cuanto más necesitaban de sus subsidios para mantener los emprendimientos “autogestionarios” y cooperativas de trabajo como las que promueven los “autonomistas”.

Por el contrario, nuestros aportes a la gesta de Zanon, uno de los genuinos productos del 2001 que está en pie y sigue inspirando a miles de luchadores en una perspectiva revolucionaria, no fue obra del aprovechamiento casual de una oportunidad. Fue una opción estratégica del PTS por la clase social que con su acción puede mostrar el embrión de una sociedad futura, una Argentina de los trabajadores.

A 9 meses de las jornadas revolucionarias decíamos en este periódico: “El movimiento de fábricas tomadas, si lo vemos desde esta perspectiva estratégica, es el que cuestiona más directamente a la propiedad burguesa. En estas acciones, donde los trabajadores organizan la producción están demostrado que el capital no es necesario para producir, están atacando un mito o lo que la burguesía transforma en un principio tan sagrado como era para la iglesia católica el principio del origen divino del mundo, como es el derecho de la propiedad privada de los medios de producción. Se la quitan al capital y atacan el centro de la ofensiva neoliberal, la idea de que el capital tenía que circular libremente y si se le quitaba todas las trabas iba a generar riqueza primero de los capitalistas, después de los trabajadores que estaban más abajo, y finalmente los más pobres. Fue la teoría del derrame. Por el contrario cuando el capital quiere retirarse, moverse, los trabajadores le dicen no, ocupan y ponen a funcionar las máquinas, la transforman de hecho en su propia propiedad, organizan la producción y comercialización demostrando que los capitalistas no son necesarios, ponen al descubierto su parasitismo. Las decenas de trabajadores que están protagonizando esto, lo reivindican como una experiencia propia, lo transforman en su propia ideología – “sin el patrón podemos producir”- es una novedad revolucionaria de la política argentina que tiene alcances internacionales”. 1

Si sólo Zanon en la actualidad, entre las cientos de empresas recuperadas, reivindica su independencia de la patronal, el gobierno y la burocracia sindical (mientras que la mayoría de ellas ha entrado en la vía de conciliación de clases), se debe a la debilidad en que llegamos los marxistas a los acontecimientos revolucionarios de 2001, cuestión a la que nos referiremos más abajo.

Una política de partido

Contra la apariencia dada por el resto de la izquierda que organizó columnas numerosas en las marchas de los meses posteriores a las jornadas de 2001, lo que les dio presencia mediática, fue el PTS el que tuvo una verdadera política de partido. El resto de la izquierda que se reivindica marxista, el PO, el MST y grupos menores como lo que queda del viejo MAS, centraron su práctica en organizar colaterales en el movimiento piquetero, lo que provocó en su militancia y sectores de la vanguardia una enorme confusión entre las organizaciones reivindicativas y los partidos. Por un lado transformaron en estrechamente partidistas a las organizaciones de desocupados, negándose a la propuesta de luchar por un movimiento nacional único con libertad de tendencias políticas y democracia obrera a su interior, como verdaderamente debe funcionar un organismo de masas no burocrático. Y a su vez, llevaron a los militantes partidarios a una práctica movimientista, dedicados casi exclusivamente a la organización de marchas de presión en la negociación con el Estado por los planes (los efectos de esto en organizaciones de unos pocos centenares de militantes son devastadores). El PO intentó cerrar la brecha entre esta práctica cotidiana y el programa avanzado de la izquierda obrera y socialista, llegando a formular que era el “sujeto piquetero” (lo que fue llevado hasta el final por una corriente que se desprendió del PO con el planteo de un “partido piquetero”), en reemplazo de la clase obrera y un partido marxista de la vanguardia, el agente de cambio revolucionario en la Argentina. Esto empeoró su práctica y, además, degradó a límites insospechados su teoría.

Nuestra acción estuvo guiada por la relación establecida por el marxismo entre las organizaciones de masas y la construcción de un partido revolucionario de vanguardia. En primer lugar, batallamos por la democracia de los trabajadores y la autoorganización (esto lo reconocen abiertamente los compañeros con tendencias “autonomistas” que distinguen al PTS del “aparateo” del PO o el MST). Así fue tanto en las asambleas barriales como en los gremios y empresas de la alimentación, ferroviarios, Astilleros; y allí donde tuvimos una influencia decisiva, como en Neuquén a partir de Zanon, promovimos la Coordinadora del Alto Valle junto al MTD de Neuquén, docentes y trabajadores de otros gremio, para unir a ocupados y desocupados, que funciona con plena libertad de tendencias partidarias, aunque poniendo por delante la representación proveniente de las organizaciones sindicales y de los desocupados. Este organismo mostró su efectividad para la lucha imponiendo el frente único de masas a la CTA en paros activos provinciales en defensa de Zanon. Pero el resto de la izquierda se negó a impulsar este tipo de organismos en todo el país, tal como mocionamos repetidas veces en la ANT que, por el contrario, fue organizada según los limitados parámetros de las colaterales partidarias.

En segundo lugar, propusimos abiertamente la única política seria de partido que fue hecha pública después de las jornadas revolucionarias: la propuesta al PO, al MAS y a los militantes de la izquierda obrera y socialista a debatir en un Congreso común la formación un Partido Revolucionario de los Trabajadores Unificado. Y fue la única política seria de partido porque ni fue autoproclamatoria (al estilo PO: “el partido soy yo”) ni tampoco ingenua, porque lo hacíamos para que la izquierda partidaria (exceptuando a la izquierda reformista y de conciliación de clases de IU o el PCR) debata el programa, los métodos y la organización de ese partido de cara a la nueva vanguardia surgida en el 2001. Y fue una política seria y realista, porque era una palanca para enfrentar al peronismo que nosotros caracterizamos como “partido de la contención” de la situación revolucionaria (como finalmente lo fue) mientras que el resto de la izquierda lo catalogaba de “cadáver insepulto” (PO) o directamente ignoraba el problema (MST) porque apostaban a crecer en influencia electoral en la base del radicalismo y la centroizquierda.

A propósito del MST, éste merece un párrafo aparte que sirve al mismo tiempo para medir al PTS: el internacionalismo. Desde nuestro punto de vista internacionalista, el 2001 argentino se inscribió en, al menos, dos tendencias actuantes en la realidad del continente. De un lado, la tendencia a la acción directa de masas que se expresó en Argentina pero que tuvo su punto más alto an Bolivia, con participación obrera decisiva, en la semiinsurrección que tiró a Sánchez Lozada. De otro lado, los intentos de salidas reformistas ante la debacle de los gobierno neoliberales, preventivas para evitar la irrupción de masas, con el PT de Lula en Brasil y recientemente el Tabaré Vázquez y el Frente Amplio en Uruguay. Esta segunda tendencia está primando, en el último año, sobre la primera, y esa es parte también de la explicación del asentamiento del gobierno de Kirchner y la ilusión de las masas en él, ya que aparece parte de los antineoliberales del continente. El MST, en pos de intentar ocupar algo del espacio de la centroizquierda en el terreno nacional se apta a la tendencia internacional más reaccionaria y aunque aquí sea claro opositor al gobierno, lo fortalece indirectamente promoviendo la confianza en las variantes reformistas del continente, primero en Lula (hasta que se demostró un sirviente del FMI) y recientemente al FA en Uruguay. Nuestra política de partido no sería tal sin el internacionalismo militante.

Tareas preparatorias

La situación actual del país dista claramente de la que vivimos a los meses que siguieron a las jornadas de diciembre de 2001 en cuanto a la participación de las masas en la escena política. Estamos viviendo una situación no revolucionaria. Pero volver a discutir elementos centrales de aquella situación sirve para preparar el futuro.

Si no hay muchos Zanon, si no hay decenas de internas combativas como la de Pepsico en las fábricas de la alimentación, o decenas de agrupaciones como la Lista Marrón del Astilleros que lograron con su pelea restablecer el cuerpo de delegados, se debe a la debilidad en que llegamos los marxistas a aquellos acontecimientos. Justamente esta es una gran enseñanza para los nuevos compañeros que hoy, en la actual situación de pasividad de masas, dudan en militar porque “no pasa nada” y se mantienen a la espera de que nuevos acontecimientos convulsivos lo hagan necesario. Pero un partido no conquista una influencia decisiva para cambiar el curso de acontecimientos revolucionarios si no conquistó posiciones previas. Hay que prepararse para la próxima crisis revolucionaria.

En primer lugar ejercitándose en la “escuela de guerra” (Lenin) que significan los enfrentamientos parciales de la actualidad como las huelgas de subterráneos y otras por el salario, pero también del movimiento estudiantil como actualmente en la lucha de los universitarios neuquinos del Comahue, así como en los procesos de reorganización contra la burocracia sindical y la formación de una izquierda militante revolucionaria en los centros de estudiantes.

En segundo lugar practicando el internacionalismo como desde el PTS hacemos junto a nuestros compañeros de Bolivia, Brasil, México, Chile y Europa en lucha por reconstruir la Cuarta Internacional.

Y de la mano de esto, es tarea militante el estudio y la comprensión del marxismo, el álgebra de la revolución, para formarse como cuadros preparados en el próximo alza de masas. En este sentido es que hemos fundado el Instituto del Pensamiento Socialista- Carlos Marx como centro de elaboración y difusión apostando al desarrollo de una nueva camada de jóvenes intelectuales marxistas que ya están trabajando en ello, como se puede ver en la reciente publicación de la revista Lucha de Clases que debate con la intelectualidad burguesa “progresista”.

Concebimos la construcción de un partido revolucionario como la fusión de la intelectualidad marxista y la vanguardia que destaque el movimiento obrero en los enfrentamientos de clase.

1 (‘Reflexiones a 9 meses de las jornadas revolucionarias’, en LVO Nº 109)

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PERO SON RECHAZADOS TATOO YOU Wednesday, Dec. 01, 2004 at 8:25 PM
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y ahora?? estamos cagados Wednesday, Dec. 01, 2004 at 8:06 PM
COMO T YAMAS? YAMAS A MIIIIIIIIIIII Wednesday, Dec. 01, 2004 at 8:04 PM
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