Aportes para un
balance necesario ....y las perspectivas.
Acerca de las elecciones,
los triunfos y los festejos...
Nancy Espasandín
Durante la
semana previa a las elecciones...cientos de miles de uruguayos se
movilizaron en las calles de Montevideo y de las principales ciudades
del interior del país, anticipando, y luego, festejando, el triunfo
electoral del EP-FA-NM en primera vuelta. Se trató de un vuelco
notorio de la campaña electoral que, hasta entonces, se había
caracterizado por su apatía y falta de participación. La mayoría
decidió casi en silencio... pero se movilizó y expresó su elección la
última semana... La espontánea manifestación de eufórica apuesta al
cambio de gobierno, expresó la bronca y el hartazgo de la mayoría ante
tanta calamidad que trajeron los gobiernos blancos y colorados, y
depositó las esperanzas e ilusiones en los nuevos candidatos para
representarlos. Se festejó masivamente el triunfo y el haber arrancado
la manija del Estado a los dos partidos tradicionales que gobernaron
el país, con civiles y militares, durante 170 años, logrando la
coalición el 50,45% de los votos en la primera vuelta y lejos del
Partido Nacional que obtuvo el 34,20 %, dejando al Partido Colorado en
una contundente derrota, con apenas el 10, 36% .
Otro
festejo... menos masivo lo vivió un puñado de militantes. En
Montevideo y en todas las ciudades del interior, también con abrazos,
llantos de alegría y emoción en medio del cansancio de una larga
campaña, festejaron el triunfo contundente del plebiscito por la
Reforma de la Constitución en defensa de los recursos hídricos que
salió aprobada con el 64,61 % de los votos. ... Más de un millón
cuatrocientos cuarenta mil votos y con casi 13.000 exclusivamente por
el SI a la reforma constitucional. Sus artículos le dan un mandato,
claro como el agua, al próximo gobierno y al legislador: los recursos
hídricos son de dominio público y el acceso al agua potable y al
saneamiento deben ser garantizados exclusivamente por el Estado, de
tal forma que las concesiones a privados en Maldonado – URAGUA Y AGUAS
DE LA COSTA - deben ser "rescatas", sólo se les indemnizará por las
inversiones no amortizadas y no por lucro cesante. De lo contrario,
las mismas pasarán a ser inconstitucionales y su presencia burlará la
voluntad de un millón cuatrocientos cuarenta mil uruguayos.
Es importante
señalar, en primer lugar, que ambas peleas se dieron en el terreno
electoral... ejerciendo los derechos democráticos que otorga la
Constitución de la República y que se recuperaron luego de 10 años de
dictadura. Constitución que fue "reformada" en el 1996 (imponiendo
elecciones internas de los partidos, primera y segunda vuelta, la
separación de las elecciones departamentales de las nacionales, etc. )
y que permite votar, cada cinco años ( en tres o cuatro instancias en
un año y medio), a quienes representarán a los electores en el
Ejecutivo, en el parlamento y en las intendencias...
En segundo
lugar, el mecanismo del plebiscito siempre ha tenido muchas
limitaciones...Votar por Si...o por No, no alcanza para definir
ninguna política seria al servicio de las clases populares y, por lo
tanto, se enfrenta a muchas trampas. La Comisión Nacional en Defensa
del Agua y de la Vida trabajó para superar esas limitaciones con la
profundización de debates en los comités de base, en las cooperativas,
en los liceos y facultades, en las organizaciones sociales de todo
tipo, multiplicando la militancia en seminarios, talleres y charlas
donde participaron centenares y centenares de activistas que
encontraron los argumentos para dar la pelea por el triunfo. Pero
desde el comienzo se planteó con claridad que la lucha por la defensa
de los recursos hídricos del país y por el derecho al acceso al agua
potable y al saneamiento garantizado por el estado, contra todas las
privatizaciones, es una lucha que debía realizarse antes, durante y
después del plebiscito...
En tercer
lugar, la opción de las direcciones sindicales y políticas, fue
apostar únicamente a las elecciones, no optaron por el llamado a la
movilización para frenar los planes del gobierno ni para arrancar una
reivindicación, no lo fue para evitar el acuerdo bilateral de garantía
a las inversiones con los EEUU que el gobierno de Batlle firmó en
secreto en esos días, menos aún para imponer el plan de emergencia
porque la pobreza extrema no puede esperar más, ni para echar a las
privatizadas del agua que funcionan en Maldonado. Además, tampoco
estas elecciones fueron arrancadas por la movilización como sí lo
fueron las de 1984 – a pesar de realizarse con proscriptos y exiliados
y pactadas entre los dirigentes políticos y los militares... Por esa
razón, exigió en aquel entonces una campaña insistente por parte de
las direcciones ante los militantes frenteamplistas, para justificar
las negociaciones que terminaron en el Pacto del Club Naval, así como
las elecciones con presos y proscriptos.
Un poco de historia
La dictadura
cívico militar comenzó a aplicar los planes neoliberales que,
impulsados desde el norte, en el marco de la reestructuración
capitalista, se manifestaron esencialmente en la concentración
financiera, la multiplicación de la deuda externa y la liberalización
del comercio... Sin embargo, los objetivos eran más ambiciosos y el
gobierno de los militares –desprestigiados y desgastados tras
sucesivas derrotas de intentos para perpetuarse en el poder – no
podían ser los que garantizaran las transformaciones que la burguesía
nacional y mundial exigían y los organismos internacionales a su
servicio, aconsejaban. Fue necesario para los sectores burgueses y el
imperialismo apostar a la salida democrática por la que las masas
populares peleaban, de tal forma que, desde los gobiernos electos
luego de 1984, se intentaran aplicar a fondo los planes recomendados
al servicio de la burguesía, apoyados en las ilusiones de la
aplastante mayoría de la población en la salida democrática.. Para
ello se contó con la colaboración de las direcciones sindicales y
políticas de la izquierda que, apostando a la Concertación Nacional
Programática quedó en pomposos planes que jamás fueron llevados a la
práctica... Los trabajadores, sin embargo, dieron importantes batallas
en defensa de sus derechos, de las fuentes de trabajo, por aumento
salarial y mejores condiciones de trabajo... y pelearon con fuerza
para derogar la ley de impunidad aunque algunos connotados dirigentes
buscaran, tras su espalda, una "salida política negociada" y se
perdiera por poco margen el plebiscito.
Son muchas
las evidencias que confirman que también en Uruguay se avanzó
firmemente en la aplicación de las políticas recomendadas por el
Consenso de Washington en el 89 aunque variables institucionales,
políticas y estructurales, "amortiguaron" y "graduaron" los efectos,
en comparación con el resto de los países de América Latina. Si bien
es cierto que el Uruguay sigue siendo, en el ámbito de América latina,
el que posee los guarismos más bajos con relación a los índices de
pobreza, el decremento del nivel de vida se profundizó durante la
dictadura y ha sido notable desde 1989. El índice de pobreza de la
población urbana se ubicó en 1999 en el 20%. Y en los últimos cinco
años, con el impacto de la crisis financiera del 2002, se duplicó el
número de personas que viven bajo la línea de pobreza y se triplicó el
de la indigencia...Las cifras son alarmantes, más del 50 % de los
niños menores de 5 años son pobres...
Si tomamos en
cuenta los mecanismos de consulta popular previstos en la constitución
nacional, aunque con más exigencias reglamentarias que antes de los
90, debemos reconocer que siguen siendo los mismos, pero su
utilización no generó los mismos resultados bloqueadores de las
políticas neoliberales que se pudieron ver en el 92 con el plebiscito
contra varios artículos de la Ley de empresas publicas. Aparecieron
otros mecanismos que los anularon y fue necesario pasar la catástrofe
de la crisis del 2002 para que la población apelara nuevamente a los
plebiscitos – no siempre en forma exitosa - resultando ganadores el
que rechazó la privatización de ANCAP el 7 de diciembre del 2003, al
que le siguió el del 31 de octubre en defensa del Agua.
El segundo
gobierno de Sanguinetti, al igual que el de Batlle, lograron concretar
importantes reformas con lógica neoliberal y, para ello, contaron con
otros avales. La alta participación política y social que
caracterizaban al país se fueron deteriorando, tanto en los mecanismos
plebiscitarios como de acción sindical, la existencia de una central
única de trabajadores no alcanzó para un enfrentamiento de conjunto
contra las políticas de los gobiernos, sino que predominó la política
concertante de su dirección.
La
resistencia a los planes existió: luchas aisladas de todo tipo por
fábrica y por sector, la mayoría de ellas derrotadas. Hubo varios
intentos de plebiscitos abortados, algunas apenas en su larga
gestación, y no pudieron impedir la Reforma de la Seguridad Social, ni
lograr la anulación de la AFAPS, ni la reforma constitucional, ni el
Marco Regulatorio de la Energía Eléctrica, ni la eliminación de
derechos laborales a través del artículo 29 de la Ley de
Inversiones... ni la concreción del que defendía ANTEL o AFE contra
las privatizaciones. Si a esto se le une la Reforma Educativa
instrumentada desde mecanismos parlamentarios por la Ley de
Presupuesto y los cambios sustantivos en lo electoral que se
impusieron y dieron un marco constitucional para intentar evitar el
acceso de la oposición al gobierno, se pueden ver los éxitos de los
cambios instrumentados a la "manera uruguaya". Los nuevos mecanismos y
reglas de juego cambiaron: la existencia de la Coalición de Gobierno
de blancos y colorados se formalizó, tanto a nivel del Ejecutivo como
del Legislativo Dicha coalición tuvo sus antecedentes en el acuerdo de
"entonación nacional" en el primer gobierno del Dr. Sanguinetti y el
de "coincidencia nacional" durante el de Dr. Lacalle, que se fueron
profundizando en la medida que se acrecentaba la conciencia de los
partidos acerca del "problema de la gobernabilidad" de la "democracia
representativa".
Acerca de la situación de la
clase trabajadora y la democracia.
A la brutal
represión de la dictadura que eliminó físicamente y expulsó al exilio
a generaciones de luchadores, le siguió la ofensiva del capital y el
predominio del pensamiento único neoliberal. Durante la década de los
ochenta y fundamentalmente, los noventa, se impuso – aunque con
resistencia - la apertura de los mercados y la des - industrialización
del país haciendo desaparecer los pesos pesados de la clase
trabajadora: los frigoríficos, las fábricas textiles y las
metalúrgicas; se precarizó el trabajo y bajaron los salarios; aumentó
a cifras nunca vistas la desocupación y la miseria, se infringieron
duros golpes y derrotas a la clase trabajadora, así como se terminaron
de romper los lazos de solidaridad de clase que, trabajosamente, se
habían tejido durante los últimos años de la dictadura.
Los
organismos tradicionales de la clase trabajadora, sindicatos y
partidos, se mostraron incapaces de acaudillar esas luchas de tal
forma de impedir y revertir la ofensiva del capital y sus gobiernos.
Por el contrario, sus direcciones sindicales y políticas, considerando
inevitables las transformaciones en marcha, tomaron como naturales y
necesarios los cambios, tanto en los mecanismos de explotación como en
la reforma del estado. De esa forma "recomendaron" e "impulsaron" , en
unos casos, aumentos de salarios de acuerdo a "la productividad" y con
cláusulas de "paz social" y, en otros, negociar la rebaja salarial-
lisa y llana- y la reducción de personal; aceptaron la declaración de
excedencia en el Estado y los retiros incentivados, verdaderos
despidos encubiertos, y la desaparición de las áreas consideradas "no
esenciales", y llegaron a negociar - con el aval de los trabajadores
que no veían otra salida- las más terribles condiciones laborales. La
resistencia y lucha de los trabajadores municipales en la ciudad de
Montevideo, no pudo evitar la reducción de más de 3000 puestos de
trabajo durante los tres períodos de gobierno del Frente Amplio ni la
flexibilización laboral o el desconocimiento del convenio salarial.
Cuando, en el
2002, la debacle financiera provocó la crisis más extrema en la
historia del país, la clase trabajadora dividida y fragmentada,
arrastraba las consecuencias de la dictadura, de las cuales no había
podido recuperarse totalmente, y llevaba en sus espaldas la pesada
carga de las derrotas de los noventa... Por esa razón, no pudo
responder como clase, en forma independiente en esta crisis, ni
procesó una revolución en los sindicatos para convertirlos en
verdaderos bastiones de lucha, ni creó organismos nuevos que le
ayudaran a la pelea, convirtiéndose mayoritariamente en espectadora de
lo que sus direcciones sindicales y políticas hacían para evitar
desestabilizar la institucionalidad burguesa... aunque eso significase
- ni más ni menos- que los de abajo recibieran los más brutales golpes
a sus condiciones de vida.
La democracia
representativa fue puesta totalmente en cuestión por la movilización
de los sectores más pobres en varios países latinoamericanos, siendo
su punto más álgido en 2001 en Argentina con la rebelión popular que
ensayó mecanismos, estos sí, de verdadera democracia directa, a través
de un extenso movimiento de asambleas populares que levantó las
banderas de "que se vayan todos". También estuvo en cuestión en
nuestro país... pero la "defensa de la estabilidad institucional" fue
en Uruguay el santo y seña de todos los partidos, incluida la
oposición de izquierda que hizo "méritos" para que la crisis no pasara
a mayores... Aunque, tal como reconoció el candidato del MPP – el ex
guerrillero José Mujica –, bastaba apenas "un empujón" para que el
gobierno de Batlle cayera, aclarando que se optó por no dárselo,
apostando a la institucionalidad y a las elecciones... Todo ello, a
pesar de los pesares que trajo aparejada la crisis sobre la población
empobrecida del país. Y lo que hay que dejar bien claro es que la
"institucionalidad democrática" no estaba, precisamente, puesta en
jaque por los militares, sino por el potencial alzamiento de los de
abajo que empezaba a comprender que sólo con democracia formal no se
educa, no se come ni se viste.
El gobierno
del Frente Amplio en la Intendencia con su política de
descentralización, y los cambios institucionales aparejados, insiste
en el paradigma de la "democracia participativa". Múltiples seminarios
académicos con representantes de los gobiernos de la región – en el
especial del PT de Brasil- levantan loas a las experiencias de Porto
Alegre y de Montevideo, gobernados por la izquierda, y apostando a su
generalización con el EP-FA-NM en el gobierno nacional. Lo que resulta
evidente es que el llamado "presupuesto participativo" en Montevideo
ha consistido en una ronda de consultas a los vecinos sobre los
problemas a resolver, a través de los Consejos Vecinales – creados
para tales efectos- con participación relativa y sin que tenga ningún
poder de resolución. La promoción de políticas sociales focalizadas y
asistencialistas de todo tipo con la instalación de guarderías y
policlínicas municipales en los barrios más pobres, transferidas o
cogestionadas junto a múltiples ONGs u organizaciones de vecinos,
alimenta las ilusiones en estos mecanismos de "participación"
ciudadana. Los acuerdos con el BID y las condiciones de los
millonarios préstamos para la extensión del saneamiento, las
negociaciones con los sectores empresariales, las políticas de
promoción de empleo para jóvenes con salarios de hambre a través de
las ONGs o la privatización de funciones municipales, no pueden ser,
obviamente, temas debatidos por los vecinos, menos aún, ser
cuestionados.
¿Qué izquierda ganó las
elecciones?
La crisis
económica, social y política, así como el desprestigio creciente de
los partidos tradicionales, fue el contexto que abonó el terreno,
durante largos años, para que la izquierda tradicional uruguaya
procesara su metamorfosis y creciera en forma sostenida desde su
fundación, y especialmente desde 1984 con la caída de la dictadura..
En primer
lugar, es importante señalar que se dio un proceso por el cual la
coalición de izquierda se ha convertido en un partido Catch all,
atrapa todo... lo que venga. A pesar de la composición policlasista
que conserva desde su origen (aunque entre sus componentes existan
partidos de tradición obrera), así como la falta de reivindicación de
la independencia de la clase trabajadora, en la última década hizo los
mayores intentos por hacer predominar su carácter de "atrapa todo", y
lo logró. Fue un proceso de adaptación paulatina a la democracia
liberal representativa, que, eliminando las vertientes históricas de
"representantes de la clase" trabajadora, como se auto - definían
algunos de sus partidos componentes, apela ahora, de conjunto, a la
"ciudadanía" en general.
La sola
mención en el pasado no demasiado lejano, sobre la posibilidad de que
un intendente frenteamplista contratara obreros en medio de una
huelga, apelara a la policía contra los trabajadores, impusiera
condiciones al sindicato para realizar medidas de luchas o incumpliera
acuerdos con los trabajadores, eran totalmente impensables para la
mayoría de sus adherentes. Sin embargo, eso es lo que ha venido
sucediendo en el gobierno municipal de Montevideo durante el gobierno
del Arq. Arana. Y esta realidad ha sido aceptada como de "sentido
común" por la mayoría de los frenteamplistas que "justifican" el
accionar de "su gobierno popular", colaborando para ello algunas de
las tácticas utilizadas por la dirección del sindicato que
acrecentaron la brecha entre los montevideanos y los trabajadores
municipales.
La percepción
de la organización como "radical", "opositora", representante de la
"lucha popular", de "enfrentamiento a los gobiernos tradicionales",
"antimperialista"- ha sido reelaborada por los máximos dirigentes que
cumplen el papel de trasmisores de "una visión" nueva y moderada del
Frente que convence a cada vez más electores procedentes de los
partidos tradicionales y, sobre todo, da "tranquilidad" a los
banqueros, a los empresarios, a los dueños de la tierra... a los
inversores extranjeros, a los representantes de los gobiernos de EEUU
y la Unión Europea, al FMI, al BM, al BID...tal como lo han expresado
sus representantes una y otra vez en los últimos tiempos
Desde el
Pacto de Club Naval, la concertación, la formulación y el uso
descompensado de la dualidad "negociación - movilización" enarbolada
desde el inicio de la transición, el objetivo explicitado de "gobernar
para todos los montevideanos", la cohabitación con el gobierno
nacional desde la intendencia de Montevideo- donde vive la mitad de la
población del país -, la Concertación para el Crecimiento, el
relacionamiento directo con los representantes de los organismos
internacionales como el FMI, BID, etc., son todas prácticas que se han
incorporado a la "corta" tradición frenteamplista. Quedan ya en un
pasado semiolvidado, las fuertes discusiones y enfrentamientos
internos, así como la sorpresa de muchos sectores de la base, causados
por la entrega de la llave de Montevideo al Presidente Bush (padre)
por el entonces Intendente Tabaré Vázquez y, como anecdóticas, para la
mayoría, las palabras del edil Zabalza increpando al Presidente
francés desde su puesto coyuntural como Presidente de la Junta.
Los
dirigentes pretenden, y en los hechos han logrado demostrar - con los
parámetros democráticos tradicionales del conjunto de las fuerzas
políticas del país- tener una imagen de "izquierda menos ideologizada"
(con nueva ideología), "partido serio" (previsible), "capaz de
gobernar" (no antisistémico), "interlocutor válido" (confiable para
los empresarios y los organismos internacionales) y "legítimo"
(afirmado en el sistema democrático liberal), tal como lo semantizan
los partidos de "vieja " tradición en el país. Imagen ésta, reconocida
a nivel internacional por los gobiernos de EEUU y Europa, el FMI, el
BM, el BID y la OMC, y desde las diversas tiendas coloradas y blancas,
independientemente que algunos de sus dirigentes hayan usado en la
campaña electoral las viejas tácticas de amedrentamiento, las alertas
sobre los peligros "del marxismo", del "comunismo" y de los
"tupamaros"... Todo eso, sin éxito, porque la mayoría de los que se
reivindicaban marxistas reniegan de haberlo sido, los "comunistas" ni
hablan, menos explican acerca de la caída y desmoronamiento del mal
llamado "socialismo real" y, los tupamaros, se han adaptado –
acomodado a las prácticas parlamentarias y nada tienen que ver con su
pasado guerrillero, a excepción de colaborar con la alimentación del
mito.
El ejercicio
gubernamental en Montevideo por tres períodos consecutivos, planteó al
Frente Amplio, las condiciones para crear la llamada "cultura de
gobierno", concepción transferida desde los partidos tradicionales,
que se fue forjando como parte de la tradición frenteamplista
reelaborada y que, incluso, reivindica como signo distintivo de la
"verdadera" democracia la rotación de los partidos en el gobierno. Tal
es el argumento que plantean los analistas, politólogos y dirigentes
frenteamplistas como ventaja y virtud de la democracia (¡) liberal,
parlamentaria, representativa.
Porque
predomina la cultura de gobierno, en su programa no hay ni una sola
referencia a la estrategia de las luchas del movimiento obrero, otrora
referencia obligada de algunas de las organizaciones componentes del
Frente Amplio. Ni una sola referencia a la solidaridad internacional
con los pueblos que luchan contra el imperialismo ni al
"internacionalismo proletario" que pregonaban algunos de los partidos
componentes. Los organismos internacionales como el FMI, B.M. etc. han
cambiado tanto para la dirección frenteamplista, que es posible
negociar con ellos sin poner en peligro la soberanía nacional del
país. No existe desde hace tiempo en su programa ni el no pago de la
deuda externa, ni la reforma agraria, ni la nacionalización de la
banca y el comercio exterior, menos aún algo parecido a la estrategia
de luchar por una sociedad sin explotados ni explotadores. Nada de su
programa reformista levantado en el pasado que aspiraba a la utopía de
realizar reformas y "profundizar la democracia" como posibilidad
ilusoria de terminar por ese camino con la sociedad de clases... Hoy
día ni ese reformismo declarativo le queda al programa de la
coalición...por el contrario, su concepción liberal – social se puso
de manifiesto en el gobierno de Montevideo siendo los impulsores de
las privatizaciones, la transferencia de las funciones a las ONGs, la
reducción de cargos municipales en medio de la desocupación creciente,
la flexibilidad laboral, etc. junto con los programas sociales
asistencialistas con políticas focalizadas hacia los más pobres.
La búsqueda
de un espectro más amplio de adhesiones a través del Encuentro
Progresista en las elecciones del 99, dio sus frutos. En las
anteriores elecciones el alto porcentaje de votación conquistado en
los departamentos del interior lo verifican (obtiene la mayoría de
votos en los departamentos de Canelones, Maldonado y Paysandú, además
de Montevideo).
El objetivo
más notorio y la preocupación de los dirigentes frenteamplistas fue
hacer más moderado su discurso. La profunda tradicionalización
procesada, de clara adhesión a la democracia parlamentaria, a imagen y
semejanza de los partidos tradicionales, se reflejó al adoptar un
nombre dual, dando la idea que era posible - y necesario - conciliar
el presente más amplio, con el pasado de vertientes más lejanas que
sólo quedan como referencia simbólica... Surge así el Encuentro
Progresista – Frente Amplio... inaugurando, para algunos, lo que
dieron en llamar, a nuestro entender, en forma excesivamente
optimista, "la era progresista" (Garcé y Yaffé: 2004), haciendo pesar
la mayor amplitud de las fuerzas que se incorporan y la moderación
mayor del programa.... Es el mismo dualismo que se planteó en el
movimiento sindical y estudiantil a la salida de la dictadura: ASCEP-
FEUU, PIT-CNT. Pero, en estos casos, los nombres de la FEUU y la CNT
expresan, además de una intención de darle continuidad a la
organización, el peso pesado de las viejas direcciones que se
impusieron con el objetivo de neutralizar el rol de combate que la
ASCEP y el PIT habían cumplido en su lucha contra la dictadura, y
eliminar de los estatutos aquellos aspectos que garantizaban las
prácticas democráticas de los gremios.
En este caso,
lo nuevo, el Encuentro Progresista, apela a la idea del partido del
progreso y del "progresismo" que estaban ya en los orígenes del
frente., sin precisar con claridad qué se entiende por progresismo
hoy... y, si la "teoría del progreso" en la que se basa es el
positivismo de las ciencias que, al servicio de la producción
capitalista, están siendo tan brutalmente cuestionadas por la realidad
salvaje del capitalismo actual poniendo en peligro la existencia del
planeta y de la propia humanidad.
La
denominación actual, la trilogía Encuentro Progresista – Frente Amplio
– Nueva Mayoría en 2003, expresa mayor pluralidad que hace que el giro
hacia la derecha, en busca del centro, atraiga a dirigentes y
empresarios de la Concertación para el Crecimiento - antes personajes
adheridos a los partidos Nacional y Colorado – que exige mayor
verticalismo centrado en sus principales figuras y termine por obtener
el premio que aspiraban los viejos dirigentes del Frente Amplio: la
llegada al gobierno. Este triunfo electoral pone a la orden del día la
posibilidad - planteada ya por sus dirigentes- de constituir una única
organización política que termine con cualquier intento de desviarse
de los lineamientos centralizados que exige la utopía de gobernar para
tantos y tan opuestos intereses.
A pesar de
que el triunfo electoral de la mega coalición fue por amplio margen en
relación al Partido Nacional que le siguió con el 34,20% aunque
presentó la renovación de su líder Larrañaga, el resultado final
obtenido por el EP-FA-NM del 50,45 % de los votos, apenas lo hizo
superar la mitad más uno necesarios para ganar en la primera vuelta,
resultado este que estaba previsto en las proyecciones de su
crecimiento sostenido desde 1999. Si tomamos en cuenta que Tabaré
Vázquez definió no debatir con otros candidatos, considerando que esto
favorecía su holgado triunfo y si a esto le agregamos que los votos
del exilio, fundamentalmente de la región, vinieron esencialmente para
el EP-FA-NM, ratificarían la afirmación de algunos analistas que
señalan que la campaña tuvo falacias que pusieron en peligro el
resultado en primera vuelta y que las consecuencias de la crisis del
2002 no le habría agregado mucha más adhesión al Frente. De acuerdo a
lo que hemos señalado acerca del rol asumido por sus máximos
dirigentes en la crisis del 2002 que llevó a la total desmovilización
y el hecho que la adhesión a la coalición durante toda la campaña no
ha sido fervorosa como lo fue la última semana, podríamos señalar que
la apuesta "al cambio" es esencialmente reflexiva y expectante y que
predominarán las ilusiones y las esperanzas...
El nuevo
presidente Tabaré Vázquez ya tendrá mucho que explicar y explicar para
que los adherentes al EP-FA-NM acepten, por ejemplo, las posibles
ventajas de ofrecer cargos en los ministerios a los dirigentes
políticos de los partidos tradicionales. Tendrá que explicar por qué
razón se pone en cuestionamiento y en riesgo el triunfo del plebiscito
del agua contra las empresas multinacionales, por qué razón hay que
pagar la deuda fraudulenta y confiar en el FMI, el BID, el BM y la
OMC...
¿Cómo fue posible la
aceptación de estos cambios cualitativos por parte de viejos y nuevos
adherentes?
Señalamos
algunos de los factores que, en forma combinada, explican a nuestro
entender, la aceptación, por parte de sus militantes y adherentes, del
giro hacia la derecha, peleando el centro, de la dirección de la
izquierda frenteamplista desde la transición a la fecha.
1.- Más de
una década de dictadura militar: de muerte, represión, exilio y
diáspora del pueblo uruguayo cuyas consecuencias son de difícil
cuantificación.
2.- La
derrota sufrida en los años 70 por una amplia vanguardia obrera y de
clase media que, con distintos orígenes ideológicos y variantes
metodológicas, se había planteado hacer la revolución como una
perspectiva posible. La mayoría de los integrantes y sectores de esa
vanguardia, en especial los ex guerrilleros – en lugar de analizar los
errores y asimilarlos - ha sufrido un proceso de adaptación a las
reglas de juego de la democracia parlamentaria. El resto de los
sectores marxistas no han sacado conclusiones de la debacle de los
estados burocráticos y se han convertido en escépticos de la lucha de
la clase trabajadora y han abandonado los objetivos estratégicos de
independencia de clase y de luchar por el Socialismo.
3.- La
reestructuración del capitalismo a nivel mundial procesada como
consecuencia de la crisis cuyo detonante fue la subida del petróleo en
el 74, se manifestó en el país desde la dictadura y se profundizó con
los gobiernos democráticos. Como consecuencia se dio un proceso de
transformación de la clase trabajadora: su atomización, segmentación y
heterogeneidad- en ocupados, tercerizados y precarizados,
cuentapropistas, subocupados y desocupados- factor objetivo que
subyace en la desindicalización progresiva ( en el país como en el
resto del mundo). Estos cambios sufridos por la clase trabajadora
cobran mayor magnitud si tenemos en cuenta que los sindicatos han sido
base clave de sustentación del Frente Amplio. Una de las
manifestaciones de estos cambios fue el ingreso masivo de la mujer y
los jóvenes en el mercado de trabajo. Eso provocó "una ruptura
generacional y una pérdida de continuidad de las tradiciones y
experiencias, agravada por la decapitación que, en la mayoría de los
casos, provocó la represión dictatorial y la emigración" . En el mismo
sentido la desaparición o crisis de los "bastiones industriales con
mayores tradiciones obreras y sindicales" como la industria textil y
de la carne y el surgimiento de nuevos- lácteos, pesca, nuevos
servicios, colaboraron al desanclaje.
4.- Luego de
una década de dictadura, la pelea por las libertades democráticas y el
retorno a ellas, así como el "miedo a la vuelta" de los militares hizo
a la base frenteamplista más receptiva a los planteos moderados de los
dirigentes, aunque, en oportunidad de luchas reivindicativas o por
derechos humanos, las manifestaciones masivas en rechazo a la política
del gobierno fueron muy frecuentes en los primeros años de la
transición.
5.- la
ofensiva ideológica de las clases dominantes con su llamado al
consenso y los continuos intentos de asimilar al sistema a dirigentes
políticos y sindicales, así como los discursos sobre la falta de
alternativa, lograron su fruto. Por un lado, la concertación, el
diálogo y la conciliación de clases forman parte del discurso
permanente de la mayoría de los dirigentes frenteamplistas. Por otro,
la mayoría de los trabajadores - luego de años de dictadura-
depositaron confianza en que la democracia liberal representativa va a
satisfacer todas sus necesidades...
6.- La caída
- desmoronamiento de los Estados burocráticos del Este de Europa,
referente obligado de la mayoría de la izquierda del país y de amplios
sectores del movimiento obrero organizado. Todas los análisis sobre la
burocracia, la condena a la concepción del "socialismo en solo país",
y los alertas de quienes pusimos distancia de las direcciones y los
estados del mal llamado "socialismo real" no fueron asimilados por los
trabajadores que, confiando en sus direcciones que los tomaban como
modelo a seguir, recibieron un nuevo golpe en su fragmentada
conciencia.
7.- las
derrotas recurrentes sufridas por el movimiento obrero en sus luchas
contra las patronales en la década de los 90, en oposición a las
políticas del gobierno y en defensa de los derechos laborales,
democráticos y humanos. El sinnúmero de conflictos reivindicativos
perdidos, el cierre de fuentes de trabajo y el creciente desempleo, la
derrota de los plebiscitos (contra la Ley de "impunidad" a los
militares, el marco regulatorio de UTE, la reforma de la seguridad
social, la derogación del artículo 29 de la Ley de inversiones). Esta
situación abonó la desconfianza en la lucha y la aceptación de
pérdidas de conquistas y rebaja salarial por parte de las direcciones
sindicales que apostaron al camino estéril de las presiones
parlamentarias.
8.-, la
situación económica de un sector de la clase media que se vio
favorecida primero por la política de estabilidad del gobierno en la
medida que conservó su empleo, recibió ingresos fijos y permanentes y
que se hizo más conservadora y receptora de discursos moderados... A
pesar que a partir del 2002 colapsó, sigue optando por la salida
"pacífica y pacificadora" que el Frente Amplio con sus dos coaliciones
posteriores le sigue ofreciendo, aunque no exista violencia y guerra
más brutal y sostenida que la que han llevado adelante en las últimas
décadas los gobiernos y las patronales, dejando a la intemperie, en el
hambre, la miseria, el desempleo a más de la tercera parte de la
población del país y a cientos de miles de uruguayos desparramados por
el mundo.
Los viejos
adherentes frenteamplistas se fueron alejando de los viejos clivajes
de clase y fueron aceptando, sin demasiada resistencia, los cambios
alentados por los dirigentes.
Los jóvenes
adherentes fueron primeramente, ganados por el peso de los componentes
afectivos - emocionales y luego, fueron educados en los marcos de la
democracia burguesa donde las políticas y las prácticas de
concertación y negociación de la izquierda han sido las normas durante
sus vidas conscientes.
De acuerdo a
nuestra opinión, la coalición hace tiempo dejó de expresar una opción
para la clase trabajadora y, con su metamorfosis, alejó toda posible
salida de independencia de clase en su seno. Sin embargo, el hecho de
que organizaciones de izquierda de intención revolucionaria optaran
como táctica permanecer en la coalición, aceptaran los acuerdos que
ampliaron las alianzas y, ni siquiera presentaran una opción única con
un programa claramente antiimperialista, anticapitalista y por el
socialismo, colaboró con este panorama. Estos sectores dentro del FA
dieron prioridad a las necesidades de sus organizaciones y no a las de
la clase trabajadora. El desafío está en avanzar siendo parte de una
coordinación más amplia, de organizaciones de dentro y fuera del FA,
que se proponga un programa de independencia de clase.
Las perspectivas que
visualizamos.
Las políticas
neoliberales, el desprestigio de los partidos tradicionales así como
la crisis que se acrecentó y pegó saltos al vacío, llevó a que el
Partido Nacional sufriera una brutal caída en el 99 aunque logró una
recuperación importante en estas elecciones, el Partido Colorado logró
conservar en dos períodos el gobierno y en el 2004 le llegó la
debacle... Aunque esto no significa que necesariamente el PC
desaparecerá de escena, no está descartado que así sea como sucedió
con otros tantos partidos en América Latina. Pero si la acción de los
trabajadores no se traduce, a su vez, en un avance en la conciencia,
parecería ser que el trasiego de votos entre ambos los conservaría
como partidos de recambio...
Es importante
visualizar las perspectivas que se le plantean a los trabajadores con
la coalición EP-FA-NM en el gobierno.
No existe
gobierno alguno que puede sostenerse en el aire. Si bien las
adhesiones mayoritarias han venido de la clase trabajadora y de los
sectores más pobres, el nuevo gobierno necesita sostenerse en la
burguesía, en su ejército y en su policía. Porque su objetivo es
llevar a cabo un programa que sostiene explícitamente el compromiso de
cumplir con los acuerdos asumidos con los organismos internacionales
de crédito y los empresarios nacionales e internacionales.
El nuevo
gobierno ha prometido cambios, y algunos cambios se darán... pero no
serán aquellos que la mayoría espera o aspira. Porque, difícilmente el
EP-FA-NM podrá responder a los grandes problemas que enfrenta la
mayoría de la población del país que depositó en él las esperanzas, si
no enfrenta al imperialismo y a las multinacionales, si no deja de
pagar la deuda externa, si no impulsa el juicio y el castigo a los
militares de la dictadura. La instalación de los Consejos de Salarios
que reivindican los sindicatos y la central obrera y que el nuevo
gobierno se plantea, puede ser un aliciente para la organización y
formación de nuevos sindicatos, pero las propias direcciones
sindicales frenteamplistas han desalentado a sus bases diciendo que no
se espere salariazo alguno y coinciden con la dirección política que
primero hay que apostar al "crecimiento" para lograr el "Uruguay
Productivo"...
Es necesario
apostar a la autoorganización de los trabajadores y los sectores
explotados para que, confiando en sus propias fuerzas, exijan sus
reivindicaciones. No será con las prácticas de la "democracia
participativa", levantada desde la experiencia del gobierno del PT en
Porto Alegre, y que "funciona" en el gobierno del Frente Amplio en
Montevideo. La experiencia ha demostrado sobradamente que se limita
exclusivamente a la consulta de algunos pocos aspectos del
presupuesto, pero lejos está de brindar la posibilidad de decidir y
ejecutar. La ruptura de las ilusiones en estos y otros aspectos puede
traer aparejado grandes pérdidas para la organización política, como
le acaba de suceder al PT de Lula en las elecciones de Porto Alegre.
La aceptación
del agiornamiento del Frente Amplio por parte de nuevos y viejos
militantes no es mecánica, como no lo fue la metamorfosis del Frente
Amplio. Hasta qué punto la profusa corriente de memorias colectivas ha
sido anestesiada por los años de dictadura y las derrota de los 90,
hasta qué punto fue conscientemente cambiada por las direcciones hasta
hoy y cuánto lo serán en el futuro, es algo que difícilmente pueda
cuantificarse y predecirse. Pero lo que sí es importante reconocer es
que ha provocado un profundo retroceso en la conciencia clasista e
internacionalista que amplios sectores de frenteamplistas conservaban,
independientemente de las posturas de conciliación de clases defendida
por los dirigentes.
Sin embargo,
el cambio en el estado de ánimo de la mayoría de los sectores de la
clase trabajadora ocupada y desocupada provocado por el triunfo
electoral – independientemente que esté sustentado en ilusiones y
esperanzas - plantea la posibilidad de expresarse en luchas que
entrelacen los reclamos inmediatos, mediatos e históricos y, de esa
forma, reconstruir el movimiento y el potencial que la clase
trabajadora uruguaya demostró tener en el pasado, tejiendo firmemente
los lazos de solidaridad de clase y del internacionalismo.
Es un grave
peligro que, desde ya, se exija la unanimidad... y se considere que el
que no coincide con la mayoría, juega para el enemigo. Esa es una
vieja práctica estalinista que debe ser desterrada definitivamente de
las filas de los trabajadores ... Hubo quienes no colaboramos con el
voto al triunfo electoral del EP-FA-NM y reivindicamos el derecho y la
obligación de decir a los trabajadores lo que pensamos.
El triunfo de
la Reforma Constitucional por el Agua fue el único voto
antiimperialista claro que se manifestó en las urnas...y de 1.400.000,
fueron 12.000 los que se expresaron exclusivamente por el SI. Los
vecinos que recibieron los volantes, los compañeros de los comités del
Frente, de las cooperativas, de las radios comunitarias, los
estudiantes que participaron en las charlas y debates, los miembros de
la Comisión Nacional en Defensa del Agua y de la Vida y de FFOSE,
coincidieron con los mismos objetivos.
El presidente
electo y sus principales dirigentes han reiterado - confundiendo a
muchos- que respetarán los contratos con los multinacionales del agua.
Esta posición entra en franca contradicción y pone en tela de juicio
la letra de la reforma y el voto mayoritario y contundente de la
población. Está planteada la necesidad de seguir peleando para imponer
el mandato constitucional rescatando todas las concesiones. El
importante apoyo del 64,61 % de los votos plantea la perspectiva de
que se fortalezcan las condiciones para la defensa incondicional de la
letra de la reforma, clara como el agua.
Su ubicación
como gobierno a nivel nacional e internacional, su relación estrecha
con los gobiernos de la región, con los organismos multinacionales y
los gobiernos imperialistas, abren nuevas perspectivas de lucha y la
posibilidad de un nuevo comienzo para una clase trabajadora que
necesita reconstruirse como movimiento social a través de su
autoorganización y su lucha.
A la vez, se
abre la posibilidad para la izquierda radical que, en ese proceso,
retome conscientemente los principios de independencia de clase y del
internacionalismo proletario, concretando el tan necesario marco de
coordinación que levante las banderas del antiimperialismo, el
anticapitalismo y se plantee relanzar la batalla por el socialismo.