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LA HUELGA DE TELEFONICOS LEVANTO EL TELON
Por ANAD - Tuesday, Dec. 07, 2004 at 12:00 PM

LA HUELGA DE TELEFÓNICOS LEVANTÓ EL TELÓN Los conflictos gremiales a la orden del día

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editoriales

LA HUELGA DE TELEFÓNICOS LEVANTÓ EL TELÓN

Los conflictos gremiales a la orden del día


El gobierno de Néstor Kirchner trató de acercar a huelguistas telefónicos y empresas del sector para finiquitar el conflicto. Los trabajadores consiguieron la mayor parte de sus reclamos. Es la primera victoria de los asalariados en muchos años, teniendo en cuenta que la devaluación recortó 30 por ciento los sueldos. Con ser la más conocida, ese paro no fue el único que se libra por mejoras en los haberes. Docentes, estatales, empleados de subtes, judiciales y otros gremios están reclamando lo mismo. Y luego del triunfo de Foetra, seguramente serán más.


LA REVANCHA

A fines de 1990 la interventora en Entel, María Julia Alsogaray, festejó su cumpleaños finiquitando un encargo de su jefe Carlos Menem. La empresa fue seccionada en dos y entregada a firmas extranjeras a precio vil. Miles de obreros y empleados fueron quedando en la calle y las conquistas de convenio pasadas por las armas.

Aunque luego se dijera que la privatización de Aerolíneas fue el paradigma de la enajenación, la de Entel no fue menos escandalosa. Por lo recién dicho y por mucho más, como las coimas que los funcionarios menemistas solicitaron a los consorcios foráneos. Así lo denunciaron entre otros los ejecutivos de la South Atlantic, cuyos "retornos" deben haber cotizado menos que los de Telefónica y Telecom. Esta dupla ganó la licitación amañada y pagada mayoritariamente con papeles de la deuda externa, asegurándose un excelente negocio financiero. Es que el valor del pulso telefónico fue subido en treinta veces al momento del traspaso ("Robo para la corona", H. Verbitsky, pág. 202).

El traspie de los telefónicos fue consumado catorce años atrás con ayuda de un elemento no menor: la conducción gremial. Julio Guillán, de Foetra, resistió tanto como el capitán Alfredo Astiz en las Georgias. En las asambleas clave aflojó las medidas de fuerza y sobrevino la derrota de su gremio y el conjunto del movimiento obrero, remachada al año siguiente con idéntico resultado para los ferroviarios. Poco después Guillán estrenaba un cargo en la secretaría de Comunicaciones. Menem lo hizo.

Ahora las cosas resultaron muy distintas. Después de aguardar más de tres meses una promesa empresaria de recomposición salarial, en noviembre los telefónicos lanzaron su plan de lucha. Además de hacer varios paros con movilizaciones, tomaron edificios estratégicos de las compañías, como el noveno piso que ocupa Telefónica en Corrientes y Maipú. El ex menemista Rogelio Rodríguez, de la federación nacional Foesitra, los acompañó más bien simbólicamente pero ello no fue óbice para que aquéllos profundizaran sus medidas hasta lograr un aumento del 20 por ciento sobre el básico y una suma fija de 500 pesos. Esta huelga significó una revancha de la derrota histórica de 1990. A diferencia del reflujo general huelguístico abierto ese año, ahora se dio un fuerte impulso a los reclamos salariales en gremios estatales y privados a nivel nacional.


DURA PULSEADA

El resultado de la pulseada de los telefónicos atrae la atención de mucha gente. Algunos dirigentes desaparecidos en acción, como Hugo Moyano, andan de gira mediática en todos los canales como si hubieran tenido que ver con lo ocurrido. El camionero se acercó una sola vez a Corrientes y Maipú, donde fue recibido al grito de "paro general, paro general". Obviamente no hubo de su parte ningún apresto para una medida de esa índole pero como se le atribuye haber dicho a Napoleón, "la victoria tiene muchos padres y la derrota ninguno".

Los gremios que se apresten a seguir la huella de los pioneros deben saber que esa no fue una experiencia fácil ni mucho menos. Que nadie crea que los telefónicos soplaron e hicieron botellas.

El conflicto duró todo el mes de noviembre y primeros días de diciembre. Los paros y marchas fueron cosa de casi todos los días. Decenas de afiliados debieron quedarse encerrados en los dos pisos de dependencias, entre ellos la mencionada sala de monitoreo de Telefónica.

Esa compañía intentó desalojar el edificio mediante una veintena de agentes de seguridad privada cuyo jefe es Norberto Carvajal, un ex represor de la dictadura con legajo en la Conadep. Esta vez la patota "rompehuesos" no pudo cumplir el cometido fijado Eduardo Mirabelli y otros gerentes.

Los huelguistas también debieron enfrentar la fuerza de tareas mediática de los monopolios de las comunicaciones. Muchos programas propalaban la versión empresaria de que el paro produciría un colapso de las telecomunicaciones. Daba vergüenza ajena escuchar a algunos cronistas vendiendo esa "carne podrida" despachada por las gerencias de comunicaciones externas de Telefónica y Telecom.

Como Telefónica es controlante de Telefé y radio Continental, entre otros medios, es fácil deducir quiénes bajaban esa línea tremendista sobre el "colapso". Mirabelli y su colega Pablo Talamoni presionaron sobre el juez federal Daniel Rafecas para desalojar los edificios donde se producían las asambleas permanentes. Esta vez no pudieron sacarle todo a la justicia. Claro, ahora Menem observa desde Santiago de Chile y María Julia desde la Unidad de Delitos Complejos de la Policía Federal. Las gemelas empresarias, lejos del aura de modernizadoras con que aparecieron en los ´90, están escrachadas como protagonistas de "Memoria del saqueo", de Pino Solanas. Ambas están en el lote de las firmas más denunciadas ante Defensa del Consumidor junto con sus colegas de salud privada y AFJP.


NO APRENDEN

Heridos de muerte por el Cordobazo de mayo de 1969, el general Juan Carlos Onganía y su ministro de Economía Adalber Krieger Vasena, no entendían por qué los actores de esa gesta habían sido los empleados de IKA (actual Renault) y Luz y Fuerza, "los mejores pagos del país".

De pocas luces, esa dictadura no advertía que cuando la miseria se hace insoportable suelen estallar las revoluciones sociales. Y que cuando a los asalariados de cierto nivel les recortan los sueldos, nacen grandes huelgas. Si estos movimientos huelguísticos tropiezan con dictaduras militares, como en 1969, entran en el terreno político del cuestionamiento. La experiencia de 2001 mostró que también en democracias vaciadas de legitimidad pueden darse esos saltos desde la huelga a la ocupación de una ciudad y sacarle tarjeta roja a un gobierno completo.

En esos recuerdos nos sumió la asociación poco lícita de gerentes telefónicos. Es que éstos, ante cada micrófono propio o ajeno, quisieron dejar mal parados a los afiliados de Foetra pintándolos como privilegiados de altísimos salarios. Pragmáticos, los empresarios buscaron tiempo atrás utilizar a la gente con trabajo contra los desocupados; ahora pretendieron que los marginados y pobres trataran como ricachones a los huelguistas.

La jugada les salió mal porque operadores telefónicos con 20 años de servicios mostraron recibos de 1.200 pesos. ¿Acaso esos ingresos son suficientes cuando la canasta familiar está en 1.580 pesos, como recordó Héctor Recalde, asesor de la CGT?

Sin quererlo, las dos telefónicas llevaron el debate a sus ganancias, excepcionalmente altas desde la privatización. En los diez años transcurridos entre 1991 y el 2000, la compañía controlada por capitales españoles ganó 3.660 millones de pesos (iguales a dólares en ese tiempo) y su colega dominada entonces por italianos y franceses embolsó 2.543 millones ("Diez años", nota de Alfredo Zaiat en Cash, 26/11/2000).

Telefónica de "Argentina" (o sea de España) ganó un promedio de un millón de pesos-dólares por día, a lo largo de toda esa década; en tanto Telecom se quedó "sólo" con 700 mil pesos-dólares diarios. Luego fueron rápidas para quejarse del "corralito" pero más rápidas para girar sus ganancias al exterior en 2001, incluso como "adelanto" de ganancias del ejercicio siguiente.

Luego de la crisis de ese año no pudieron seguir con sus sistemáticos "rebalanceos de tarifas" ni actualizándolas según el índice de inflación de EE.UU. Pero los negocios de las telefónicas volvieron a empinarse. En 2003 la firma que se reporta a Madrid tuvo ventas por 3.914 millones de pesos y la que lo hace a París 3.753 millones, con un resultado neto favorable de 351 millones. Ocupan los puestos 7 y 9, respectivamente, entre las mil empresas que más venden (Revista Mercado, junio de 2004, pág. 87).

El dúo de telecomunicaciones quiso aislar a sus empleados pero terminó mal visto por la opinión pública. Ese factor político incidió muchísimo para el final de la larga pulseada, ganada por Foetra.

Ese resultado dará un empujón al conjunto de los asalariados, que en muchos casos vienen demandando una mejora de haberes. Esto será así más allá de que algunas empresas expongan números a la baja en comparación con el rubro telecomunicaciones. Es que se sabe que la mitad de quienes tienen trabajo perciben menos de 435 pesos, según el Indec.

En particular en las firmas que tienen buenos ingresos, habrá una fuerte presión salarial. Por caso, los empleados de Metrovías pidieron una suba del 50 por ciento. ¿Cómo decirles que no teniendo si hay directivos de esa firma que perciben hasta 44 mil pesos mensuales y entre 39 gerentes ganan 600 mil pesos?

El presidente de la Nación y el ministro de Economía carecen de argumentos para negar el aumento salarial al Frente de Gremios Estatales –25 sindicatos- y ATE. El superávit fiscal primario de 2004 estará cerca de 19 mil millones de pesos, más que suficiente para afrontar una medida de justicia social, si hubiera voluntad política. ¿Cómo harán para decir que no?

EMILIO MARÍN

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