Julio López
está desaparecido
hace 6422 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

El Compañero León Ferrari, combatido por los FACHOS
Por AD - Sunday, Dec. 19, 2004 at 12:28 PM

TODOS A RECOLETA HOY - 18 horas - El genial León Ferrari es combatido por la iglesia y los fachos, no solamente por artista antivaticanista, sino por revolucionario y padre de revolucionario

PADRES DE PLAZA DE MAYO: León Ferrari


El PINCEL COMO UN ARMA DE FUEGO


Ingresar a la casa de León Ferrari es entrar a un mundo fascinante de arte con mayúsculas. Sus cuadros imponentes, sus esculturas en metal y sus famosos dibujos escritos envuelven cada ambiente con un toque sublime de belleza y excelencia.
León Ferrari es uno de los artistas latinoamericanos más importante del siglo XX, pero también es uno de los padres luchadores que desde 1977 persigue la verdad en pos de conocer el destino de su hijo: Ariel Adrián Ferrari.

-Él era Montonero militante. Yo colaboraba con organismos de derechos humanos. “El Foro de Buenos Aires por los Derechos Humanos”, donde estaban Noé Jitrik, Hugo Rapoport y otros amigos, y “El Movimiento contra la Represión y la Tortura”.
A mí no me avergüenza bajo ningún concepto decir que Ariel era Montonero. Apoyé siempre su ideología, compartía sus principios y me he sentido y me siento orgulloso de mi hijo. Muchas veces se reunían en mi casa. Mi casa siempre estaba llena de chicas y muchachos que luchaban por mejorar o cambiar un sistema que se manifestó impiadoso con los desposeídos. No voy a negar que algunas veces tuve miedo por él, por su integridad física, pero Ariel era muy firme en sus convicciones y jamás hubiera depuesto su actitud. Era un muchacho valiente.

¿Ariel también se dedicaba al arte?

-De alguna manera; era fotógrafo.Trabajaba para el Diario Noticias, un diario Montonero.


Mientras conversamos sentados en un lugar que, al parecer, es el sitio en el cual León construye su inventario del día, por la pantalla del monitor de su computadora desfilan infinidad de fotos de toda clase: artísticas, familiares, y de paisajes. Algunas tomadas por sus nietas e hijos, otras por él mismo. Elogio las fotografías, verdaderamente bellas. León aprovecha la pausa para referirme que le resulta raro que se entreviste a padres y no a madres. Concuerda con mi afirmación de que justamente ellos eran los que menos voz habían tenido.

-Sí, a veces pienso que no hablé lo suficiente sobre lo ocurrido con Ariel. Aunque nunca será suficiente.

¿En qué circunstancias detienen a Ariel?

-Existen diferentes versiones de los hechos. A raíz de tres operativos tendientes a lograr su detención en noviembre de 1976, toda la familia, incluida Liliana Bietti, la novia de Ariel, pero sin él, nos exiliamos en San Pablo, Brasil. Ariel no quiso irse, no hubo manera de convencerlo. Recibimos correspondencia suya hasta febrero de 1977 y a partir de ahí no supimos nada más de él.

Usted habló de tres operativos anteriores que los llevaron a exiliarse, aún así Ariel no quiso irse del país, esto no me extraña dado que no es el primer caso que escucho sobre militantes que se resistían a abandonar la lucha. ¿Dónde ocurrieron esos operativos, y quién les aportó noticias de su hijo después del prolongado silencio del cual usted hace mención?

-Ariel vivía en la Capital Federal desde fines del año 76 pero anteriormente había vivido con nosotros en Castelar, en la provincia de Buenos Aires.
El primer operativo fue en un departamento de la ruta 3 en la provincia de Buenos Aires que estaba a su nombre y donde había vivido un tiempo. El segundo en Parque Leloir, en una casa alquilada. Finalmente en el domicilio de su tío, César Ferrari, en Castelar. El 12 de noviembre del 76, a las tres de la madrugada, llegaron cuatro personas fuertemente armadas, en traje de fajina y diciendo ser de las fuerzas conjuntas; afuera habían quedado otros vigilando. Preguntaban por Ariel. En la casa estaban mi hermano César, su esposa Irma, la hija de ellos Paula y su esposo Guillermo. Uno de los que integraban el grupo armado despertó a mi hermano poniéndole una pistola en la cabeza, preguntándole por Ariel y advirtiéndole que si lo encontraban lo mataban. Se quedaron un rato más haciendo preguntas sobre el paradero de Ariel y después se fueron.

-Después de éste episodio decidimos irnos. En total viajamos nueve personas, pero como te dije antes, Ariel no se quiso ir. Cuando dejamos de recibir correspondencia de él comenzamos a alarmarnos. Inmediatamente inicié gestiones ante el Consulado Argentino y el Italiano en San Pablo. También ante la presidencia de Italia, ante el cardenal Pablo Evaristo Arns en San Pablo y ante numerosos organismos internacionales como Amnistía, OEA, ONU y otros. En 1978 viajé a Estocolmo para ver al secretario de Amnistía, Thomas Hammarberg. Mi hijo Pablo presentó una denuncia ante el Tribunale Penale di Roma.
Liliana Bietti, la novia de Ariel, ante la incertidumbre, regresó a la Argentina en marzo del 77. En julio de ese mismo año la secuestran a ella también y permanece desaparecida hasta el día de hoy.

No pudo seguir esperando…

-No, no pudo. Viajó a pesar de los riesgos. Después en las denuncias que presentábamos por Ariel, se incluía la de la desaparición de Liliana.

En septiembre del 78, recibimos la primera noticia sobre Ariel; decía que posiblemente había sido muerto por la Marina y llevado a la ESMA en febrero de 1977. Nos escribieron Gustavo Roca y Lila Pastoriza, amigos de Ariel, diciendo que en la ESMA se decía que había habido un procedimiento en la casa donde vivía mi hijo, que había sido “cantada”, y que un oficial de la Marina se había baleado con Ariel y lo había matado.

Estos amigos que usted menciona imagino que habrán corrido una suerte parecida a la de Ariel…

Si, la mayoría. Varios militaban junto con Ariel en el GEC (Grupo especial de Combate). En general nadie sabía el nombre de ningún compañero salvo que fuesen amigos con anterioridad. Un muchacho llamado Daniel Lastra, detenido en la ESMA y sobreviviente, le contó a otra compañera, Graciela Daleo, que habían hecho un operativo en un departamento de Villa del Parque en el que vivía Ariel y que compartía con Rafael Spina (Polo). Spina cayó en esa circunstancia. Este operativo estaba al mando de Astiz. Cuando Ariel salió le dieron la voz de alto, se resistió y Astiz lo mató. Esto se lo contó Lastra a Daleo diciéndole que se lo había contado el mismísimo Astiz. Le entregó también a Graciela dos pequeñas fotos de Ariel, una de perfil y fumando que había sacado del archivo del diario Noticias que estaba guardado en el tercer piso de la escuela. Los compañeros de militancia de mi hijo no nos pudieron comunicar nada, dado que ignoraban el nombre de Ariel. En una lamentable coincidencia, Graciela Daleo, ya en la ESMA, se encontró con Lila Pastoriza que conocía a Ariel y a nosotros, su familia. Ella lo reconoció y así se pudo determinar que era él.

¿Con estas versiones usted se conformó? ¿No existía la posibilidad de que fuese otro muchacho? En casos como este entiendo que siempre hay un margen de error y confusión…

-No sólo con esta versión. Hubo otros sobrevivientes que contaron la misma versión, o con detalles más o menos parecidos. Por ejemplo Sara de Osatinsky, Ana María Martí y María Alicia de Pirles, sus denuncias fueron publicadas por la Comisión Argentina de Derechos Humanos (CADHU), en París. En esas denuncias ellas confirman, entre otras cosas, que Ariel llega muerto a la ESMA el 26 de febrero de 1977.

¿Usted cree entonces que fue realmente así?

Si, yo creo que así fue. Conocía a mi hijo y estoy seguro de que se resistió, se defendió y que Astiz le disparó hasta matarlo. El cuerpo nunca lo vimos, ni jamás se nos informó qué hicieron con él. En marzo del 82, en mi primer viaje a Buenos Aires, presenté un hábeas corpus con los abogados Luis Zamora y Marcelo Parrilli, en el Juzgado Federal Nº 3 ante el Juez Narvaiz y la Secretaria Zotteli. El número de expediente es el 247.588. En aquella oportunidad denuncié el hecho ante todos los organismos de derechos humanos del país. También realicé una denuncia en el Consulado Italiano y exigí la publicación de las listas de centenares de italianos desaparecidos en Argentina que el Consulado tenía en su poder y se negaba a dar a conocer. Nosotros teníamos la doble ciudadanía, la habíamos tramitado años antes.
En enero del 84, hicimos la denuncia ante la CONADEP, ficha 000726. A pesar de todas las gestiones mi hijo no fue incluido en las listas de desaparecidos, por lo que hice un nuevo trámite en abril del 88 ante la Subsecretaría de Derechos Humanos, al Sr. Alejandro Kawabata, para que se corrigiera el error. Después en diciembre del 91, inicié otra causa, Nº 13151, ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal, y tiempo más tarde, con motivo del viaje de los abogados italianos reiteré mis anteriores gestiones ante Italia.

Al no incorporar a Ariel en la lista de desaparecidos, intentaban no reconocerlo como tal. ¿Esperaban que ustedes lo asumieran como muerto?

-De la muerte de Ariel lamentablemente no tenemos dudas. Pero jamás nos han entregado su cadáver: por lo tanto Ariel está desaparecido.

¿Cómo transcurrió el exilio en Brasil, al margen de lo que ya conocemos sobre la angustia, la incertidumbre y el dolor de saber que un hijo se quedó en la Argentina? Me refiero al trato por parte del gobierno de Brasil, siendo que allá el país estaba gobernado por un sistema de facto al igual que acá y toda Latinoamérica. ¿No sufrieron ningún tipo de persecución?

-No, para nada. Todo lo contrario. El gobierno de Brasil que, como dijiste, era un gobierno de facto, nos trató muy bien siempre. Yo tuve toda la libertad para exponer mis obras allí. Mi hijo Pablo, el hermano de Ariel, se quedó allá y actualmente vive en Brasil. Nosotros estamos muy agradecidos a ese país.


León Ferrari es un hombre de pocas palabras. Relata lo justo y necesario sin obviar detalles, pero sin ahondar en ellos. Queda claro que su verborragia queda plasmada en sus cuadros. Su obra vinculada al arte de acción política comprometida, su contenido irónico y su iconografía antivaticanista, donde los grandes santos de la Iglesia son condenados al infierno, despertaron la ira de los grupos fascistas de Tradición, Familia y Propiedad, vinculados a los sectores más
reaccionarios de la sociedad y la iglesia argentina. Un Cristo Crucificado sobre las alas de un bombardero B-52, que cuelga en el Malba (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires), es uno de los ejemplos de su pensamiento sobre las complicidades de los grandes poderes mundiales. El historial de León es inconmensurablemente extenso y célebre. Sus obras han habitado los museos de arte más importantes del mundo, entre ellos el MOMA de New York.
Sin embargo León es un hombre que demuestra la humildad de los grandes. Elogia con evidente sinceridad los cuadros que pintó Maximiliano Kosteki, antes de que la policía terminara con su corta vida en el año 2002, aquella tarde de junio en la que miles de desocupados se concentraban en el Puente Avellaneda. Ferrari participó de varios eventos barriales solidarizándose con las familias de Kosteki y de Darío Santillán, el otro joven muerto en las mismas circunstancias, pero con un detalle relevante: lo fusiló la policía al momento en que se acercaba a Maximiliano para ayudarlo cuando estaba caído. Darío y Maxi no se conocían. Compartían las mismas necesidades, iguales carencias, y ese gran sentido solidario. León admira la obra de Kosteki y está convencido de que debería ser reconocida como se lo merece.

Tengo referencias de que en una oportunidad se lo atacó severamente por exponer cuadros con imágenes paganas, según el pensamiento de quienes se ofendieron. ¿Cómo fue eso?

León se ríe con ganas por primera vez en el tiempo que duró esta entrevista: -Si, fue en una muestra en la calle Florida. La Iglesia se enojó un poco, no les gustó.

¿Esas pinturas tenían relación con sacerdotes junto a monjas en actitudes poco formales, digamos?

-Exacto. No fue muy bien vista esa muestra.

Continúa riéndose divertido, casi parece un chico recordando una travesura ingenua.

¿Y qué pasó? ¿Qué le hicieron?

-Me pusieron adentro de la galería una bomba de gas lacrimógeno. Evidentemente estaban un poco molestos, un poco, nada más.

----------------------------------

agrega un comentario