A TRES AÑOS DEL HEROICO ARGENTINAZO.TODOS A PLAZA DE MAYO.
Por COORIENTE SOCIALISTA EL MILITANTE. -
Sunday, Dec. 19, 2004 at 3:06 PM
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El Militante nº 11
|
A tres años del Argentinazo: Un balance
necesario |
Editorial de El
Militante nro. 11 |
Autor : El Militante Fecha
: ( 18-Diciembre-2004 ) Categoria : Editorial
|
e
cumplen 3 años del "Argentinazo", esa maravillosa rebelión popular
que, desafiando las balas de la policía y al duro precio de más de
30 muertos, derrocó a un presidente, aterrorizó a la clase dominante
e hizo ver a las masas de trabajadores, jóvenes y del resto de las
capas oprimidas de la sociedad el enorme poder de su acción
colectiva. Si bien la clase dominante pudo retomar su control sobre
la sociedad, las ascuas ardientes del "Argentinazo" aún están
presentes y cada acontecimiento social o político importante nos lo
recuerda.
Han pasado 3 años y muchas cosas cambiaron
durante este tiempo. La clase dominante, para conjurar la pesadilla
de un nuevo estallido popular y tras fuertes pugnas internas, debió
dejar paso a un gobierno que intentara reconciliar a las masas de la
población con unas instituciones oficiales fuertemente cuestionadas.
El gobierno de Kirchner
Frente
al ala más estúpida y parásita de la clase dominante, que era
partidaria de mantener una política de más ajuste social y "mano
dura" para conservar sus beneficios a ultranza con el riesgo de
profundizar el incendio social, Kirchner y el sector de la clase
dominante que lo apoyó defendieron la política mas inteligente de
hacer algunas concesiones por arriba para evitar un nuevo estallido
popular por debajo.
De ahí su política en materia de
derechos humanos, como la depuración de gran parte de la cúpula
militar, la anulación de las leyes de impunidad, etc. También
tuvieron que limitar la voracidad de los elementos más parásitos y
avariciosos de la clase dominante (retrasando el aumento de tarifas,
aumentando y manteniendo los impuestos a las exportaciones
-retenciones- al sector agrícola y energético, aumentando la presión
contra la evasión de impuestos, manteniendo un discurso más firme
frente al FMI por el pago de la deuda externa, etc) y limpiar
parcialmente el aparato del Estado para limitar el saqueo de los
recursos estatales a manos de las camarillas y mafias allí
instaladas desde hacía décadas.
Pero esta política
tiene sus propios límites que se desprenden de los intereses
patronales que en última instancia Kirchner está obligado a
defender. En primer lugar debe garantizar ganancias adecuadas a los
empresarios y banqueros que les permita prosperar, con largas
jornadas de trabajo, empleo precario y salarios bajos para los
trabajadores. Además de aceptar las reglas de juego que le marcan
los grandes empresarios, el FMI y el imperialismo, acordando en el
pago de la deuda externa, subiendo las tarifas escalonadamente,
manteniendo la política de privatizaciones, reprimiendo
selectivamente a los luchadores más activos, o enviando tropas a
Haití. Se resistió todo lo que pudo, antes de verse obligado por las
formidables luchas de los trabajadores, a conceder algunos aumentos
en los salarios y en las pensiones y jubilaciones más bajas.
A pesar de todas sus ínfulas en materia de derechos
humanos, los criminales y responsables de los asesinatos del 19 y
20, del Puente Pueyrredón, de la AMIA y del proceso militar siguen
casi todos en la calle y sus juicios empantanados y paralizados por
la maraña jurídica burguesa. Cedió vergonzosamente a la presión de
la derecha y de la burguesía endureciendo el código penal con la
excusa de la inseguridad ciudadana y de la campaña demagógica y
manipuladora en colaboración con los medios que monitoreó el
reaccionario burgués de Blumberg, ese "decente" evasor de impuestos.
Aunque a veces el gobierno de Kirchner confronte con
el FMI y el imperialismo por el tema de la deuda (como se vio en la
postergación del canje de la deuda “en default”)o por la suba de
tarifas con las privatizadas, siempre termina arreglando un acuerdo
y cediendo.
Pero incluso, las pequeñas concesiones
que Kirchner ofreció a las masas y sus discursos demagógicos para
encolumnarlas tras de sí, le parece demasiado audaz a la asustada y
cobarde burguesía nacional. De ahí que ésta esté haciendo enormes
esfuerzos por reconstruir algo parecido a una oposición de derecha
en torno a las patéticas figuras de López Murphy y Macri, y
sosteniendo al aparato duhaldista dentro del PJ, para que sirvan de
contrapeso al kirchnerismo.
Kirchner fue un candidato
de urgencia para sortear una situación social y política muy
particular, y la clase dominante lo tolerará en la medida que sea
capaz de satisfacer sus intereses y mantener a raya a una clase
obrera que de ahora en más empieza a estirar sus músculos para
escapar de la explotación y la miseria a las que la condena el
capitalismo argentino.
Las perspectivas económicas
Por el momento, Kirchner tuvo la suerte de que su
acción de gobierno coincidiera con una recuperación importante de la
economía argentina lo que le sirvió para diluir en parte sus
concesiones a favor de los empresarios y el FMI, y equilibrarse
entre los patrones y los trabajadores, con una economía creciendo a
tasas de un 8% en el 2003 y en el 2004, consecutivamente.
Las perspectivas económicas para los próximos meses
dependerán de varios factores, tanto externos como internos como
explicamos en otros artículos. Lo que sí podemos afirmar es que
Argentina no puede mantener un crecimiento a tasas del 8%. Para eso
debería darse un aumento muy grande de la inversión productiva y no
hay perspectiva de que eso ocurra. No compartimos el optimismo
oficial sobre el efecto de los 20.000 millones de dólares de
inversiones chinas anunciados para los próximos 10 años. En primer
lugar, porque casi la totalidad de estas inversiones se concentrarán
apenas en 3 sectores productivos: trenes, exploraciones petrolíferas
y construcción de viviendas, insuficientes para propiciar un tirón
generalizado del conjunto de la economía. En segundo lugar, porque
éste es un hecho aislado y excepcional ya que no existen planes ni
anuncios generalizados de otras inversiones masivas extranjeras o
locales en nuestro país de esa envergadura.
Fieles a
su tradicional parasitismo, los capitalistas argentinos están
consiguiendo salir adelante no a través de la modernización de sus
equipos, sino por medio de la sobreexplotación de la clase obrera
con salarios bajos o congelados durante años, con largas jornadas de
trabajo y una precarización del empleo con casi la mitad de los
trabajadores trabajando "en negro". Las últimas cifras publicadas
por el INDEC hablan de que la mitad de los trabajadores ganan menos
de $435 al mes (Clarín, 5 de diciembre), mientras que el ingreso
medio está en $645, todavía por debajo de la línea de la pobreza,
cuantificada en $735. Esta sobreexplotación inhumana se refleja en
las cifras de accidentes laborales, accidentándose el 14,5% de los
trabajadores, de los que 1700 mueren anualmente, a una tasa de 14
trabajadores muertos por cada 100.000, una de las más altas del
mundo.
Pero esta situación está provocando la lenta y
progresiva irrupción en la escena de las luchas de la clase obrera
por aumentos de salario y mejores condiciones de trabajo, lo que
está transformando todo el eje de la situación social y política.
La situación de la izquierda
La
izquierda argentina tuvo en el Argentinazo la mejor oportunidad en
décadas para emerger del mismo con una base de masas y salir de su
relativo y tradicional aislamiento respecto a la clase obrera. Lo
primero que se debe reconocer es la gran entrega y sacrificio
desplegados por la militancia de izquierda en el período previo y,
sobre todo, después del "Argentinazo". Estuvo en la primera línea de
las movilizaciones de masas, y fue la principal impulsora y
animadora de las nuevas experiencias organizativas nucleadas en
torno a los movimientos de desocupados, las asambleas populares y
las fábricas recuperadas.
Sin embargo, enfrentada a
un movimiento de masas fresco, recién despierto y sin mucha
experiencia política previa, para conectar con el mismo y
desarrollarlo hacia delante se necesitaba una ruptura radical con
los métodos del pasado, superar los enfrentamientos sectarios, tener
la habilidad de dotarse de un programa de consignas de transición
que vincularan los problemas más urgentes e inmediatos que
preocupaban a las masas (salario, empleo, vivienda, etc) con la
necesidad de la lucha por el socialismo, y desarrollar un trabajo
revolucionario paciente y sistemático en la base de los sindicatos
para ir tomando posiciones en los mismos.
Lamentablemente, poco de esto se hizo. A esto se
añadió la incapacidad de los grupos más relevantes de la izquierda
para desarrollar una consistente política de "frente único" en el
movimiento piquetero, sindical, estudiantil y barrial, única manera
en que pequeños grupos pueden captar la atención de miles de
trabajadores, mujeres y jóvenes.
Si bien jugaron un
papel relevante con una orientación audaz al movimiento piquetero,
lo que les permitió aumentar la escala de su influencia,
fraccionaron al movimiento. Cada partido construyó su propio grupo
piquetero en lugar de formar una única organización común con
libertad de corrientes en su interior.
El papel de la
izquierda en el período previo a las elecciones presidenciales de
abril del 2003 demostró la falta de perspectivas y los análisis
equivocados de la mayoría de las agrupaciones políticas. Fueron
incapaces de prever que, a falta de otra alternativa, los
trabajadores y las clases medias buscarían en las elecciones, es
verdad que sin gran entusiasmo, una manera de resolver sus
problemas. En la medida que durante meses la impresión que dio la
izquierda fue la de boicotear estas elecciones, en la práctica se
boicoteó a sí misma, confundiendo el ambiente de una minoría de
activistas con el de las amplias masas de la población. La
presentación de varias listas enfrentadas no hizo sino empeorar esta
situación.
La desorientación política que actualmente
atraviesa la mayoría de estos grupos se debe a que sustituyeron el
análisis científico del marxismo por el empirismo y el
impresionismo, confundiendo sus deseos con la realidad, yendo a
remolque de los acontecimientos y, sobre todo, negándose
sistemáticamente a detectar y corregir sus errores y sus falsos
análisis con el fin de preservar el sentido de infalibilidad de la
dirección y su prestigio.
Por esta razón se ven
obligados a cambiar su caracterización de la situación política cada
3 meses y sus consignas cada dos semanas. Pasan de la euforia a la
depresión, y viceversa, con la misma facilidad que una persona pasa
de un vagón de primera clase a otro de segunda, según los flujos y
reflujos de la lucha de clases.
La clase obrera
argentina sufre una gran orfandad política. Tras la amarga
experiencia de los últimos 30 años se puede vaticinar que el
peronismo (o, más exactamente, el PJ) ya no será capaz de encolumnar
políticamente tras de sí a la mayoría de los trabajadores, lo que
será más evidente aún en la medida que el kirchnerismo demuestre de
ahora en más su incapacidad para resolver los problemas que afectan
a las familias trabajadoras. La izquierda, por lo tanto, tiene una
nueva oportunidad. Lo que se necesita es una revisión completa de
los métodos y las perspectivas aplicados hasta ahora.
Construir nuestra propia herramienta política de
masas, diferente y opuesta al resto de partidos y corrientes
patronales que durante décadas se disputaron el poder sólo para
explotarnos mejor a favor de los capitalistas, y que agrupe a una
cantidad creciente de trabajadores para luchar por estas ideas es
una necesidad que se va a ir poniendo de manifiesto de ahora en más.
Los sindicalistas y gremios combativos, las agrupaciones de
izquierda, los trabajadores y los jóvenes luchadores debemos aunar
esfuerzos para ayudar a hacer realidad esta perspectiva.
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