LOS DESAFÍOS QUE ENFRENTA EL MOVIMIENTO OBRERO.
Por CORRIENTE SOCIALISTA EL MILITANTE. -
Sunday, Dec. 19, 2004 at 3:18 PM
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El Militante nº 11
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Los desafíos que enfrenta el movimiento
obrero |
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Autor : Aníbal
Montoya Fecha : ( 18-Diciembre-2004 ) Categoria : Movimiento
obrero
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a
creciente irrupción de la clase obrera argentina en la escena social
es el acontecimiento más relevante de los últimos meses. Las últimas
estadísticas publicadas indican que el número de huelgas durante el
2004 duplican las habidas el año anterior, 250 frente a 122. Y este
movimiento huelguístico está lejos de agotarse, antes bien todo
indica que se profundizará y extenderá el próximo año.
La confluencia en las pasadas semanas de las huelgas
de los telefónicos, de los trabajadores del Subte, de los docentes,
estatales, y otros bastaron para revelar, más que un millón de
estadísticas y de trabajos de sociología juntos, qué enorme es el
poder que descansa en las manos de la clase obrera.
Como un hecho inédito, que demuestra la fuerza de los
trabajadores y la unidad de intereses y métodos de lucha comunes
independientemente del rubro o sector, el pasado 15 de diciembre los
señores diputados y senadores asistieron atónitos e impotentes al
“irreverente” espectáculo de la ocupación de las cámaras del
Congreso y el Senado por parte del personal legislativo,
impidiéndoles sesionar, en reclamo de un aumento salarial que
obtuvieron inmediatamente.
La burguesía, y por
intermedio de ella el gobierno de Kirchner, no pueden ocultar su
preocupación por esta entrada en escena de las luchas de los
trabajadores. Los burócratas sindicales, tan afectos a las alfombras
y a los despachos de sus oficinas, tampoco pueden disimular su
desasosiego.
Las teorías difundidas por algunos
sectores de izquierda y del campo popular que pregonaban la
decadencia de la clase obrera, de las luchas económicas, y de las
organizaciones sindicales como herramientas elementales de los
trabajadores en sus luchas por mejoras inmediatas, y que buscaban
por afuera del movimiento obrero al “nuevo sujeto revolucionario”,
están recibiendo un rotundo mentís en el preciso momento que los
sectores más combativos y conscientes de los trabajadores comienzan
a estirar sus músculos tras años de retrocesos.
Quienes hasta el día de ayer discurseaban
enfáticamente sobre el ambiente de reflujo y desmovilización de los
trabajadores argentinos para justificar su desorientación política y
su falta de comprensión por la forma en que se mueve la clase
obrera, hoy tienen que arrojar al tacho de basura todo lo que
escribieron en los últimos meses y rehacer apresuradamente todos sus
análisis y esquemas.
Desde El Militante, en cambio,
podemos republicar con orgullo todo lo que escribimos en los últimos
años sobre las perspectivas para el movimiento obrero argentino, sin
cambiar ni una sola coma. No en vano, como afirmaba León Trotsky, el
marxismo es la supremacía de la previsión sobre la sorpresa.
Aunque mucha gente ahora "descubre" sorprendida este
auge en las luchas del movimiento obrero argentino, desde El
Militante hemos seguido y registrado este hecho desde sus primeros
comienzos, y hemos explicado en numerosos artículos y trabajos las
causas de este fenómeno.
Sosteníamos que, después de
años de sufrir duras derrotas económicas, de aumento del desempleo,
del empeoramiento en las condiciones de vida y de trabajo, un
reanimamiento de la actividad económica y un cierto aumento del
empleo tienen el efecto de hacer ver a los trabajadores que existen
mejores condiciones para los reclamos salariales y laborales. Desde
el punto de vista de los trabajadores esta situación juega un papel
muy positivo en la recomposición de las fuerzas de la clase y en el
aumento de la confianza de los trabajadores en sí mismos después de
años de retrocesos.
La burguesía, que es consciente
de lo que se avecina, tuvo que tolerar que el gobierno de Kirchner
concediera reiteradas veces aumentos salariales por decreto (el
último de $100) a los privados "en blanco" para anticiparse y
limitar las inevitables luchas de los trabajadores por la
recomposición salarial. Pero esta acción "desde arriba", no sólo no
ha paralizado a los trabajadores sino que lanzó a la lucha a todos
aquellos sectores a quienes les parecía insuficiente, o bien que no
se beneficiaron de la misma (caso de estatales y docentes
provinciales), o cuyos patrones se negaron a implementarlas.
Las tareas del activismo sindical
Frente a la opinión de otros compañeros y
corrientes que insisten en declarar la decadencia de los sindicatos
y en orientarse a las "nuevas estructuras" que supuestamente están
surgiendo, la realidad es que no vemos "nuevas estructuras", ni
dentro de las empresas ni por afuera de ellas, que hayan podido
desafiar el papel de los sindicatos ni de las estructuras sindicales
en la organización y desarrollo de todas estas luchas.
La experiencia también está demostrando los límites
del "movimiento piquetero" para encabezar las luchas obreras. Desde
El Militante siempre hemos mostrado el mayor de los respetos y
simpatías por la lucha piquetera. Pero también hemos sido honestos y
hemos afirmado que los trabajadores desocupados no pueden sustituir
a los trabajadores ocupados en el papel dirigente de la lucha por la
transformación social. La fuerza y la importancia económica y social
de los trabajadores ocupados es un millón de veces mayor que la de
aquéllos. El impacto y la simpatía social de una lucha como la de
los telefónicos es una muestra elocuente de esto. El dilema no es
optar por unos contra otros. Esto sería estúpido e infantil. Ambos
sectores pertenecen a la misma clase. La cuestión es cómo tratar de
forjar lazos de unidad para hacer coincidir sus reclamos y luchas
que permitan reunir conjuntamente a obreros ocupados con desocupados
en el combate contra nuestro enemigo común: los patrones y los
gobiernos burgueses.
El sindicalismo, la lucha por
reivindicaciones económicas, no sólo no está en declive sino que de
ahora en más va a jugar un rol protagónico cada vez mayor.
Asistiremos a imponentes conflictos sindicales, luchas económicas
ofensivas y defensivas que implicarán a una cantidad mayor de
trabajadores. En la medida que el actual boom económico alcista se
prolongue durante un tiempo esto se verá con mayor nitidez. De
hecho, dada la situación actual de la clase obrera argentina esto no
sería una mala cosa. La incorporación de nuevos efectivos en las
fábricas y empresas fortalecerá numéricamente a la clase trabajadora
y la encontrará en una situación infinitamente mejor, psicológica y
socialmente, cuando se produzca la inevitable entrada en la próxima
recesión económica.
Surgirán nuevos líderes naturales
y movimientos de oposición que estarán en condiciones de barrer a la
vieja burocracia sindical, en cada cuerpo de delegado y sindicato.
La incertidumbre producida por cambios bruscos y rápidos de "boom" a
recesión, y viceversa, la conquista y la pérdida repentina de
mejoras laborales estimularán el pensamiento crítico de los
trabajadores, los ayudará a generalizar sus experiencias, creando
las condiciones para abrirse a ideas socialistas y revolucionarias.
En esas condiciones, una corriente sindical de izquierda podría
encontrar rápidamente un eco poderosísimo en las bases de los
sindicatos y las empresas.
Por esta razón es que
desde hace meses venimos insistiendo en que la tarea fundamental de
los activistas es dedicar una atención preferente al movimiento
sindical, organizando una corriente sindical de oposición a nivel
nacional en el seno de la CGT y la CTA y en cada sindicato
particular, aspecto que se deriva directamente de esta situación que
describimos.
En este sentido, creemos que ya se ha
perdido un tiempo precioso al retrasarse esta tarea, que está
permitiendo a la burocracia sindical recuperar nuevo oxígeno.
Aquellos que imaginan que la burocracia sindical no será capaz de
dirigir luchas (incluso algunas exitosas) se equivocan
completamente. Es más, inevitablemente recuperarán temporalmente un
nuevo crédito como se vio en el caso de Moyano cuando fue a visitar
a los telefónicos que ocupaban los edificios. La razón es fácil de
comprender. Ante la perspectiva de verse rebasados desde abajo,
inevitablemente tienen que situarse a la cabeza de muchos conflictos
para no perder completamente el control de las bases. Por supuesto,
su idea es recuperar cierta autoridad para luego estar en una mejor
posición para limitar y desviar de sus objetivos las luchas y las
conclusiones de los trabajadores. Pero el hecho de tener que dirigir
luchas y lanzar discursos más combativos también va a tener el
efecto no deseado por ellos de radicalizar y empujar a la lucha a
nuevos sectores, poniéndoles en una situación cada vez más incómoda
que terminará por revelar su inconsistencia y limitaciones
burocráticas.
De ahí que esta corriente sindical debe
tener como fin aglutinar en un frente único a todos los activistas
sindicales combativos y luchadores para desarrollar esta tarea
(desalojar a los burócratas de las estructuras sindicales de las
empresas y los sindicatos), compartiendo experiencias y acelerando
este proceso. Las bases para que esta corriente se desarrolle con
éxito son enormes: millones de trabajadores organizados y sin
organizar en los que reina un malestar profundo por sus condiciones
de trabajo, por sus bajos salarios y por los pésimos dirigentes que
tienen.
Debemos explicar que una corriente nacional
sindical de oposición dentro de la CGT y la CTA, cualquiera que
fuese su nombre o denominación, que actúe como un solo puño en los
conflictos obreros, que dispute bajo ese solo nombre internamente a
la burocracia; que pelee por la unificación de las luchas por rama
(docentes, transporte, etc.), que presente listas unificadas de
oposición a las comisiones internas y Cuerpos de Delegados, etc.
encontraría un eco y una simpatía enorme, no solo en los activistas
y militantes, sino en cientos de miles de trabajadores.
Que la izquierda sea capaz de aprovechar esta
situación dependerá de su capacidad para practicar una audaz
política de "frente único" en el terreno sindical para emerger como
un polo de referencia en las luchas de los trabajadores.
Necesitamos nuestra propia herramienta política
Que el capitalismo es incapaz de solucionar
nuestros problemas es una realidad que se está abriendo paso en la
conciencia de una cantidad creciente de trabajadores. Lo que hoy nos
dan con una mano mañana nos lo intentarán quitar con la otra. En los
últimos 30 años los trabajadores argentinos perdimos un gran número
de conquistas y derechos y el poder adquisitivo de nuestros salarios
hoy no alcanza ni a la mitad del que teníamos en 1975. En muchos
casos hoy estamos peleándola por derechos que teníamos hace años y
que perdimos. La lucha sindical, con ser tan importante, también
tiene sus límites.
Es por ello necesario que los
sectores más activistas y luchadores del movimiento obrero de
nuestro país se abran a una perspectiva socialista, acumulando las
fuerzas y organizando una herramienta política para convencer
pacientemente a la mayoría de los trabajadores de la necesidad de
luchar por un cambio radical de la sociedad, de expropiar a los
grandes capitalistas (monopolios, terratenientes y banqueros) y
controlar democráticamente esa riqueza producida por nosotros en
base a las necesidades de la aplastante mayoría de la sociedad que
somos los trabajadores y nuestras familias.
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