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PARAGUAY: CATASTROFE MACROSOCIAL
Por Federico Tatter - Sunday, Jan. 09, 2005 at 10:31 PM
ftatter@yahoo.com

Es casi una verdad de perogrullo que la ambiciosa meta global denominada por la nomenclatura de las Naciones Unidas como “Objetivos del Milenio: 2015”, consistente en la reducción de la extrema pobreza, mejoramiento del acceso a la educación y elevación de la calidad de vida, a la que en altisonantes declaraciones se habían comprometido con mayor o menor cinismo a mayoría de los gobiernos, entre ellos el del Paraguay, ha sido fuertemente golpeada por un increíble y descomunal “tsunami” de orígen natural, hace muy escasos días en el sudeste asiático.

Más de una docena de países que fueran “punta de lanza” del milagro económico neoliberal de fin de siglo XX, en cuestión de horas, están siendo amenazados de ser enviados sin más trámites, con gran pérdida humana y material, hacia los confines de por lo menos tres siglos atrás en su desarrollo social y económico, y todo esto a causa de un evento dantesco, hasta cierto punto previsible por la tecnología actual.
Pero acercándonos al continente americano, y por un momento dejando de lado, todos aquellos desastres ecológicos de los últimos veinte años, entre los que debemos contar terremotos, deslaves, huracanes, cambios climáticos bruscos de efectos permanentes para sus poblaciones, y aunque ninguno de ellos, de la magnitud del que se desarrollara recientemente frente a las costas de Sumatra, es necesario y posible centrar, por un momento la mirada, hacia un otro fenómeno “tsunami” generado en laboratorio y aplicado sin previo aviso. El mismo, aunque es de baja intensidad no es de menos peligrosidad, puesto que se ha instalado en la región desde los años noventa, y que en el tercer milenio, aún mantiene su fuerza destructiva, amenzando profundizar sus efectos trasladándose de país en país, y el Paraguay no ha sido una excepción.
Me refiero como “tsunami” de laboratorio, al conjunto de políticas monetaristas y fiscalistas “macro” de corte neoliberal, diseñadas, impulsadas, propagandizadas, por los estados de las primeras economías mundiales, a través de sus organismos satélites de crédito, a las que gracilmente le han prestado su apoyo, a su turno y en diversas proporciones, todos los gobiernos alineados paraguayos, sin ser una excepción, más bien un aventajado y “cepillero” alumno, el actual gobierno conservador de Nicanor Duarte Frutos.

DEL DESARROLLO CON EQUIDAD NO SE HABLA
Las diferencias entre los tsunamis de orígen natural y de laboratorio como los citados, en realidad no son tan grandes como sus similitudes, efectos inmediatos y consecuencias en el mediano plazo. Y así es como las recientes medidas de corte monetarista y fiscalista impulsadas por el FMI en el Paraguay, buscan ajustar solamente tres o cuatro variables “macroeconómicas” básicas de las cuentas nacionales que permitan avalar el show interminable de créditos atados hacia burocracias corruptas estructurales y mantenidas artificialmente aunque ya estén fuera de época.
Los declamados avales del FMI se refieren exclusivamente al pago de la deuda y a un compromiso de privatización del patrimonio de todos los paraguayos, y nada tienen que ver con la central problemática del empleo y el desarrollo agroindustrial sostenible. Y cuando de reformas se hablan, éstas son meramente cosméticas, sin abordar ni tocar absoluto la estructura jurídico-política de expoliación, montada en coparticipación para garantizar un modelo de antidesarrollo permanente, a pesar de la catástrofe “macrosocial” que causan a su paso con más de la mitad de la población por debajo de la línea de pobreza, la cuasi desaparición del cien por cien de los recursos forestales, la expansión salvaje de la frontera agricola en un horizonte de creciente desempleo y subempleo rural y urbano, con altísima concentración de la propiedad de la tierra, y la efervescencia de los grandes negocios ilícitos a la sombra y cobijo del poder de turno.
Vivimos en el epicentro de un estado de permanente terremoto macrosocial que las propias autoridades paraguayas están infligiendo concientemente a la población trabajadora y profesional, con alegre patrocinio de la banca multilateral, y que no puede más que producir mayor miseria y exclusión social, mayor atraso económico y estancamiento cultural, acentuando precisamente los efectos inversos de los prometidos objetivos del milenio para el 2015. Y si bien muchos de los devastadores efectos fueron cocinados a fuego lento durante décadas, no es menos cierto que en la actual administración se ha hecho todo lo posible para acelerarlos.
Los lejanos vientos de cambio prometidos ya antes del 2003 acerca de rumbos más soberanos, en términos políticos no pasaron del nombramiento de una Corte Suprema adicta, un sistema de justicia abyecto, un parlamento que ha traicionado a sus representados, una reforma constitucional conservadora, y sus consecuencias en términos económicos, como el abandono de la reforma del estado en función social, y la aplicación de un ajuste tributario inmisericorde con el actual estado de estancamiento y recesión, que hará más miserables a los pobres, creará algunos nuevos ricos, y hará más dependiente y frágil a la población del país frente a la barbarie global neoliberal.

Federico Tatter
Correo: ftatter@yahoo.com

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