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Democracia de mentiras y muertes
Por Hugo Alberto de Pedro - Monday, Jan. 10, 2005 at 9:25 PM
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Este juego de la política partidista, avenida en bipartidista, que es socia de los más perversos y salvajes criterios economicistas y financieros de un capitalismo del desprecio a la vida y al ser humano debe terminar cuanto antes.

Democracia de mentiras y muertes

“... organizar sus instituciones y promover el desarrollo humano en una democracia fundada en la libertad, la igualdad, la solidaridad, la justicia y los derechos humanos, reconociendo la identidad en la pluralidad, con el propósito de garantizar la dignidad e impulsar la prosperidad de sus habitantes y de las mujeres y hombres que quieran gozar de su hospitalidad, invocando la protección de Dios y la guía de nuestra conciencia...”
del Preámbulo de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

por Hugo Alberto de Pedro

A tan solo nueve días de los trágicos sucesos que, por ahora, llevaron a la muerte a 190 personas -niños, adolescentes y jóvenes en su mayoría-, mientras 91 luchan por su vida en terapia intensiva y 110 permanecen hospitalizados, todo sigue igual en la política institucional de la Argentina.

Ahí están los empresarios prófugos y funcionarios públicos devenidos en criminales homicidas que se hacen los distraídos y que, tanto por la avaricia salvaje capitalista como por la incompetencia en la función pública llevaron el 30 de diciembre pasado -en el local República de Cromagnon del barrio de Once- a la muerte, al dolor y sufrimientos irreparables con secuelas de miedo de por vida a miles. También a la destrucción de cientos de familias.

La movilización de decenas de miles de ciudadanos en una semana en diferentes convocatorias y marchas de dolor, condena y exigencia de castigo y justicia no han podido aún hacer recapacitar a nuestros funcionarios y legisladores. Ellos se mantienen atrincherados en sus despachos del poder y en sus bancas de privilegio como si nada hubiera pasado.

El desprecio por la vida es alimentado desde el Estado que encuentra su única razón de existencia en el negocio de la politiquería, la corrupción enquistada en todos sus poderes y la concepción solamente economicista de la Nación como únicos ejes de gestión gubernativa.

Los miembros del Poder Legislativo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no han quedado ajenos de conformar esa horda de sinvergüenzas rentados por una democracia representativa que día a día va quedando más alejada de sus representados.

Corresponde hacernos algunas preguntas:

¿Qué honorabilidad pueden tener los 8 diputados porteños que no asistieron a la sesión que el pasado 7 de enero trato el pedido de interpelación al Jefe de Gobierno Aníbal Ibarra, los 5 que votaron en contra y los 10 que cobardemente se abstuvieron?

¿Qué estupidez crónica puede lleva a discursear a 31 legisladores en la sesión cuando solamente tienen mandato electoral de hacer cumplir la Constitución local que establece en su artículo 83 el poder requerir la presencia del Gobernador?

¿Qué principios perversos tienen estos personeros de las dietas fáciles, los gastos de representación millonarios, empleadores de punteros políticos y abusadores de fueros para que no hagan lo que les corresponde hacer?

¿Qué patética visión de la responsabilidad tiene el gobernador de la Ciudad Aníbal Ibarra que no se somete a la práctica y obligación constitucional de rendir cuentas?

¿Qué poder oculto y maniqueísta hace que Juan José Álvarez sea nombrado como secretario de Seguridad de la Ciudad a tan solo 30 meses de la trampa de Puente Pueyrredón que dejo sin vida a los jóvenes luchadores sociales Maximiliano Kosteki y Darío Santillán y dónde él tuvo activa participación funcional e ideológica?

¿Qué clase de especulación ordinaria y temeraria hizo posible que el presidente de la Nación -Néstor Carlos Kirchner- y el Gobernador de la Ciudad no se hayan hecho presentes en el lugar de la tragedia evitable más grande de la Argentina?

¿Qué clase de jueces y fiscales tiene nuestra Justicia que no han procesado y puesto tras las rejas a todos los responsables hasta que se falle en consecuencia?

¿Qué clase de inescrupulosos son éstos corruptos e infames empleados a sueldo del Estado que tienen cautiva a una República al designio de sus acciones, decisiones y mentiras?

¿Qué clase de principios guían al Estado para publicar varias páginas en todos los periódicos para tratar el tema del canje de la deuda privada y no ha tenido la moralidad necesaria para publicar un pedido público de perdón a todas las víctimas por su inacción?

Vaya uno a saber cuanto tiempo más durará esta victimaria caterva política que desprecia al ciudadano y que se empecina en hacer de los niños y jóvenes sus víctimas con sus políticas públicas de indigencia y hambre, falta de excelente educación y salud públicas y políticas de seguridad ciudadana elementales y eficientes.

Seguramente que no podemos esperar que cambien jamás por más que juren y vuelvan a jurar, esto último los excita, ante constituciones y biblias desempeñarse fieles, leales y patrióticamente en sus cargos.

Seguramente, también, que más temprano que tarde deberemos darles el escarmiento necesario cuando asumamos la responsabilidad y la obligación cívica de cambiar las reglas de juego que nos imponen desde el poder.

Este juego de la política partidista, avenida en bipartidista, que es socia de los más perversos y salvajes criterios economicistas y financieros de un capitalismo del desprecio a la vida y al ser humano debe terminar cuanto antes.

9 de enero del 2005

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