La Prehistoria de la Ética
Por Marina Schifrin - Thursday, Jan. 13, 2005 at 1:55 AM

Hace apenas cinco meses y medio, los habitantes de todo el país fuimos invadidos por informaciones sobre los avatares legislativos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El 16 de julio de 2004 fue el día. Varias horas de filmación en vivo durante la tarde, mostraron cual show mediático la escena que se desarrollaba en el edificio de la Legislatura.

Hace apenas cinco meses y medio, los habitantes de todo el país fuimos invadidos por informaciones sobre los avatares legislativos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El 16 de julio de 2004 fue el día. Varias horas de filmación en vivo durante la tarde, mostraron cual show mediático la escena que se desarrollaba en el edificio de la Legislatura. Allí las cámaras mezclaban las banderas rojas que portaban los militantes de los partidos de izquierda con los rostros tapados de los piqueteros y cierto descontrol de algunos militantes de organizaciones de travestis y de trabajadoras sexuales. Las cámaras de televisión filmaban la rotura de vidrios sin perder ningún detalle. Los periodistas y locutores no ahorraban epítetos: vándalos, violentos, incapaces de convivir en democracia. Fue casi imposible después de la maniobra mediática, contrarrestar la avanzada represiva que modificó el Código Contravencional, legalizando las prácticas criminalizadoras de la pobreza.
La operación de prensa, combinada con la de inteligencia que facilitó el arresto de 15 manifestantes, fue eficaz. Las opiniones de los legisladores "progres" no se distinguieron de las de los "derechosos", y es más, apenas se notó que existieran periodistas "progres". Prácticamente todos condenaron a los violentos, a las violentas, a los incapaces de convivir en "esta democracia que tanto nos contestó conseguir". Lograron conquistar la cabeza de los ciudadanos "medios" del país. La mayoría, luego de horas de estar expuesta al impacto televisivo y a los titulares de los diarios del día siguiente "Ataque a la Legislatura Porteña", consideró seguramente que era indispensable reglamentar y prohibir lo más posible, la actividad de travestis y prostitutas, ya que se estaban adueñando de las calles, sobrepasando la libertad que ofrece la democracia, cayendo en el libertinaje, como enseñaban las profesoras de Educación Cívica en tiempos de golpes de Estado, tres o cuatro décadas atrás.
Qué eficacia la de la derecha. Casi nadie apoyó los reclamos de los vendedores ambulantes y de los trabajadores y trabajadoras sexuales, casi nadie se solidarizó con los que, por reclamar que no les cercenaran aún más sus más elementales derechos humanos, permanecen hoy como presos y presas políticas, en Devoto y en Ezeiza, bajo cargos que llevan hasta 10 años de prisión según la imputación de la jueza Silvia Ramond. El Código se modificó, no tanto como pretendía el macrismo, pero se cercenaron nuevamente derechos para los que menos tienen. Además, quedaron 15 personas presas por reclamar, presas también, de la manipulación ideológica de un sistema que logra instalar la imagen de que son vándalos y marginales, cuando en realidad son presas y presos políticos.
Ellos y ellas lucharon para impedir que se consolide el modelo de "democracia neoconservadora" que es el modelo que está de moda ahora en esta primera década del siglo por estos lugares del planeta, aunque pretendan llamarlo distinto, o teñirlo de un inconsistente y sólo discursivo progresismo. La década del 90 se fue, la cirugía mayor ya fue hecha, ahora se consolida, como cara estable de nuestra organización política y social.
Las grandes manifestaciones de repudio a la reforma del Código Contravencional fueron apenas hace cinco meses y medio. Las operaciones de prensa y de inteligencia lograron transformarlas en "ataque a la Legislatura".No hubo legislador, jefe de gobierno, político ni periodista que señalara hace apenas cinco meses y medio, que la prioridad estaba pasando por otro lado, que había que cuidar a la juventud, mejorar los controles en los boliches y locales bailables. De eso ni se habló. Ni el ibarrismo ni el macrismo consideraron ese tema en su "agenda", tampoco el periodismo, ni siquiera el más "progre".
Hoy, con más de 180 jóvenes muertos en un boliche bailable y alrededor de 700 heridos y lesionados, el gran diario argentino, el mismo que hace cinco meses y medio tergiversó el sentido de la manifestación contra la reforma represiva del Código Contravencional, titulando "Ataque a la Legislatura Porteña", nos informa:
"El 86 por ciento de los boliches habilitados en la Capital Federal no cuentan con las prevenciones de seguridad obligatorias contra incendios, sostiene un informe presentado hace siete meses por la Defensoría del Pueblo porteña al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires"
Sin negar la responsabilidad del gobierno de la Ciudad, los medios parecen también tener la suya. Hubo un conocido periodista muy progresista, que refiriéndose a la manifestación contra la reforma del Código Contravencional habló de los manifestantes como miembros de la "paleoizquierda". Paradójicamente, el boliche del horror se llama República Cromagnon, simbolizando acaso sin querer el atraso ético, casi prehumano de nuestra organización política. ¿Esta vez el periodista progresista hablará de los "paleofuncionarios" que lo habilitaron y de los "paleopropietarios" que valoran sus ganancias más que la vida humana? Ojalá.
Corrupción, operaciones de prensa, ánimo de lucro. Nadie cuida a la juventud. Siguen presos y presas quienes lucharon y reclamaron. La vida de las mayorías vale muy poco. Comienza el 2005, mostrándonos la cara consolidada de la cirugía mayor, intacta.
Marina Schifrin
San Carlos de Bariloche, 2/ 1/ 05.

agrega un comentario