ACERCA DEL SECUESTRO DE RODRIGO GRANDA EN VENEZUELA.
Por EL MILITANTE -
Friday, Jan. 14, 2005 at 11:13 PM
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El secuestro de Rodrigo Granda: Un
problema de dignidad |
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Autor : Pablo Cormenzana y
Hermann Albrecht Fecha : ( 13-Enero-2005 ) Categoria :
Venezuela
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inalmente
en el día de ayer, miércoles 12 de enero de 2005, y casi un mes
después de ejecutado el secuestro del guerrillero Rodrigo Granda, el
gobierno colombiano reconoció en la voz de su Ministro de la
Defensa, Jorge Alberto Uribe, que pagó una recompensa por este
secuestro. Luego de las tantas declaraciones contradictorias, el
gobierno colombiano ha admitido que fue el contratante de quienes
realizaron la tarea de secuestrar a Rodrigo Granda en una calle de
Caracas.
Es una “coincidencia” que el modus
operandi sea muy similar al utilizado anteriormente en diversas
ocasiones por los grupos paramilitares para secuestrar personas en
Venezuela, llevarlas a Colombia, y luego pedir un rescate. Hay que
recordar que los paracos no son sino uno de los brazos armados de la
oligarquía colombiana, ése que está dispuesto a hacerle el trabajo
sucio cuando la clase dominante neogranadina no puede utilizar su
propio ejército. Pero hasta aquí no hay nada que no se conociera o
se presumiera. Es más, estamos seguros que si uno tomara esta punta
del ovillo que se ha hecho visible y comenzara a halar de ella, con
toda seguridad que atrás de los secuestradores mercenarios y de la
policía y del propio gobierno colombiano, aparecería el largo y
reaccionario brazo de la CIA, la principal organización terrorista y
narcotraficante del mundo, y que gracias al tristemente conocido
Plan Patriota, hace y deshace a sus anchas en el hermano país.
Hay algo que es muy característico en las acciones de
esta Central: casi siempre tratan de obtener varios beneficios de
una misma acción. En este caso, además de tener en su poder a un
líder guerrillero, que junto a Simón Trinidad (secuestrado hace
aproximadamente un año en Ecuador bajo circunstancias muy similares)
les permite contar con unos rehenes para un hipotético canje por los
mercenarios gringos en poder de las FARC, también le ocasionan
varios problemas al Gobierno Bolivariano y con ello agregan un
granito de arena a la campaña de desprestigio internacional contra
el proceso revolucionario venezolano.
Las primeras
reacciones del Gobierno Bolivariano
Ante este
escenario, completamente predecible dentro de esta guerra de
desgaste que parece ser la nueva fase en la cual entró el imperio
después del 31 de octubre en su afán por derrotar a la Revolución
Bolivariana, la posición que asuma el gobierno venezolano será
determinante. Recordemos que el imperialismo y sus lacayos locales
podrán haber desacelerado su accionar dada su evidente debilidad,
pero como dijera el ex agente de la CIA, Philip Agee, después que el
imperio le ha puesto el ojo a alguien no descansa hasta salir de él,
así ello le lleve toda la vida. Si no, veamos como ha sido el caso
de Cuba, donde ya tienen casi 50 años tratando de derrotar la
revolución.
Reconociendo que hay que actuar con
prudencia ante las segundas intenciones del imperialismo, las
primeras declaraciones dadas por voceros del gobierno no han sido
las más acertadas, amén del enorme retraso con el que llegan. En
todo momento el gobierno ha tratado de salvar la responsabilidad
ante el hecho de que el compañero Rodrigo Granda tenía nacionalidad
venezolana. Se ha querido hacer hincapié en el supuesto hecho que
Granda la habría obtenido presentando documentos falsos, que por lo
tanto no era válida y ésta debía serle revocada.
Es
claro que el sector reformista y más a la derecha de la dirigencia
bolivariana ha sacado nuevamente su arsenal de excusas para
presionar en la dirección de intentar no caer en las provocaciones
imperialistas y distanciarse del escabroso asunto de la presencia de
un líder guerrillero en nuestro país. Es por ello que hemos visto
voceros bolivarianos llegando incluso a sentenciar la invalidez del
proceso de naturalización del compañero Granda, entrometiéndose así
en lo que en la estructura burguesa del Estado es competencia del
Poder Judicial, único con potestad para determinar la legalidad de
la nacionalidad de Rodrigo Granda.
Pero lo que en un
primer momento ha parecido haber quedado en un lejano segundo plano
es que no importa quién fuera el secuestrado, el punto principal es
que lo que estaba en juego era la soberanía y, más aún, la dignidad
de Venezuela y de su proceso revolucionario. El imperialismo ha
mandado una nueva sonda de prueba para probar la determinación y la
magnitud de la respuesta que daría el gobierno nacional. Como lo
hizo cuando introdujo los más de 100 paramilitares a mediados del
año pasado, este secuestro no es sino una prueba de las tácticas que
pueden emplear para empezar a minar las bases de apoyo de este
proceso revolucionario.
Un antecedente: 1976
En 1976 ocurrió una situación similar cuando la
maestra uruguaya María Elena Quintero logró escapar momentáneamente
de los esbirros de la dictadura uruguaya que la habían secuestrado y
se introdujo en los jardines de la embajada venezolana en
Montevideo. Los milicos gorilas que la perseguían invadieron los
terrenos de la embajada, violando la soberanía venezolana, golpearon
a un funcionario venezolano que salió a defender a la maestra y, con
un total desprecio por el derecho internacional, se la llevaron. A
partir de ese lamentable día, la compañera María Quintero pasó a
engrosar la larga lista de detenidos desaparecidos de la dictadura
uruguaya.
Eran los tiempos del primer gobierno de
Carlos Andrés Pérez, un gobierno en absoluto revolucionario, sino
reaccionario y entreguista. A pesar de ello, se exigió la inmediata
devolución de la maestra Quintero y ante la negativa de la dictadura
de hacerlo, se rompieron las relaciones diplomáticas, las cuales
sólo fueron restablecidas después de la caída de la dictadura
policíaco militar.
Romper con la oligarquía
colombiana, solidaridad con los trabajadores y oprimidos
colombianos
Situaciones como el secuestro de
Rodrigo Granda entran dentro de la permanente provocación que se ha
hecho, que se hace y que se seguirá haciendo al proceso
revolucionario. El gobierno bonapartista de Álvaro Uribe Vélez no es
amigo del Presidente Chávez y de su gobierno. Al contrario, ve en el
movimiento bolivariano un enemigo mortal, que de seguir avanzando
puede servir de ejemplo a los mismos trabajadores y campesinos
colombianos que él y sus aliados paramilitares asesina todos los
días. Este medición que ha hecho este enemigo para evaluar la
reacción de las autoridades venezolanas no puede quedar en los
terminos que han intentado impulsar el sector reformista, el que
cree que dándole concesiones al imperialismo y a sus lacayos, como
el mismo AUV, puede calmar la tormenta. La única concesión que podrá
satisfacer a estos opresores y explotadores será la completa derrota
y aniquilamiento del movimiento bolivariano.
En la
medida en que esa reacción sea timorata y defensiva, las
provocaciones irán en aumento. Aquí deberíamos mirar hacia Cuba y
aprender de la historia de su revolución. Ante los ataques del
imperialismo y con la ayuda de la presión de las masas, el gobierno
revolucionario empezó un agresivo proceso de expropiación de los
grandes intereses norteamericanos en la isla. Si bien Castro y los
“barbudos” no se planteaban una revolución socialista en sus
iniciaos en la Sierra Maestra, ante las circunstancias que se le
presentaron y siguiendo la presión de las masas cubanas, extirparon
el tumor maligno del sistema capitalista, pasando a una economía
nacionalizada y planificada, si bien con sus problemas y
deformaciones propias del aislamiento.
El propio
presidente Chávez lo ha repetido hasta el cansancio: entre un
principio y un millón de amigos me quedo con el principio. Pues
éste es un momento en el que hay que quedarse con el principio en
lugar de con unos cuantos supuestos amigos, que no son más que lobos
disfrazados de corderos. Sólo una actitud firme y digna por parte
del Gobierno Bolivariano hará que se lo respete, y esa actitud, en
este momento, pasa por exigirle al gobierno colombiano la inmediata
e incondicional devolución de Rodrigo Granda. Si se llega a la
necesidad de romper relaciones con el gobierno colombiano, debemos
iniciar una agresiva campaña internacionalista con los trabajadores,
campesinos y oprimidos colombianos. Una iniciativa revolucionaria
como ésta hará temblar hasta sus más profundos cimientos ese régimen
asesino de opresión que azota al hermano pueblo de Colombia.
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