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NESTOR MAKHNO: Un campesino anarquista
Por uno de la barricada - Tuesday, Jan. 25, 2005 at 6:53 PM

Tal como durante los convulsionados días de la Guerra Civil española, cuando en Cataluña - a pesar de toda la violencia y las dificultades ocasionadas por aquélla - los aires libertarios mostraban ser más que simples utopías, en la agitada Ukrania de los años de la Revolución bolchevique, las comunas libres rurales, organizadas por el movimiento anarquista del campesino Néstor Makhno bajo el grito de "Tierra y Libertad", daban paso a formas hasta ese momento inéditas de organización social

NESTOR MAKHNO: Un campesino anarquista

Cristián Vila Riquelme


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Tal como durante los convulsionados días de la Guerra Civil española, cuando en Cataluña - a pesar de toda la violencia y las dificultades ocasionadas por aquélla - los aires libertarios mostraban ser más que simples utopías, en la agitada Ukrania de los años de la Revolución bolchevique, las comunas libres rurales, organizadas por el movimiento anarquista del campesino Néstor Makhno bajo el grito de "Tierra y Libertad", daban paso a formas hasta ese momento inéditas de organización social. Como lo destaca Daniel Guérin en su obra El Anarquismo:

"La organización autónoma de las masas campesinas que se constituyó por su iniciativa inmediatamente después del movimiento de octubre, abarcaba una región poblada por siete millones de habitantes que formaba una suerte de círculo de 280 por 250 kilómetros. La extremidad sur de esta zona llegaba al mar de Azov, incluyendo el puerto de Brediansk. Su centro era Guliai-Polié, pueblo que tenía entre veinte y treinta mil habitantes. Esta región era tradicionalmente rebelde. En 1905, fue teatro de violentos disturbios."

Con la "toma" definitiva de Guliai-Polié a mediados de septiembre de 1918 por parte de los guerrilleros makhnovistas, comenzaron a aplicarse los principios del comunismo libertario y los campesinos se organizaron en comunas libres - cuyas unidades de producción estaban federadas en distritos que, a su vez, se federaban en regiones - y donde cada cual trabajaba según sus capacidades y sus fuerzas; además, quienes eran elegidos para cumplir tareas administrativas, una vez terminadas sus gestiones, volvían a sus labores habituales. De ese modo, en todo ese vasto territorio, la sociedad rural se organizó según el principio de la autogestión libertaria. Este movimiento fue conocido por una derivación del nombre de su principal gestor: la makhnovitchina, sin que por eso cayera en prácticas de tipo autoritario. Tanto así que, cada vez que los guerrilleros makhnovistas entraban a alguna aldea o región, colocaban carteles con la siguiente leyenda:

"La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos […]. Los makhnovistas sólo pueden ayudarlos dándoles consejos u opiniones […]. Pero no pueden ni quieren, en ningún caso, gobernarlos."

(en Néstor Makhno, el cosaco de la anarquía; Alexander Skirda).

Lamentablemente, y por razones parecidas al ocaso del movimiento anarquista conducido por Buenaventura Durruti en la Cataluña de los años 30, en plena Guerra Civil, el movimiento makhnovista hubo de luchar constantemente una guerra de guerrillas implacable, atacado tanto por el Ejército Rojo de los bolcheviques como por el Ejército Blanco de los zaristas de Denikin y Wrangel, que le impidió llevar a buen fin sus proyectos de organización social.

Nacido el 27 de octubre de 1889, Néstor Makhno fue el quinto hijo de una familia de campesinos pobres originarios de Guliai-Polié, y realizó todos los trabajos propios de su condición, interrumpiendo su educación escolar - impartida sólo en invierno - a los doce años. Con la revolución de 1905 adhirió a las ideas libertarias y participó en diferentes acciones en contra de la reforma de Stolipin, tales como incendios de propiedades señoriales y de campesinos ricos. Por la muerte de un comisario de policía fue arrestado en 1908 y condenado a la pena capital, pena que le fue cambiada por trabajos forzados a perpetuidad a causa de su edad. En prisión, como ha sido el caso de muchos revolucionarios a lo largo de la historia, Makhno no sólo completó su formación libertaria, gracias a un viejo anarquista, Piotr Archinov (autor, posteriormente, de un libro imprescindible: El movimiento makhnovista), sino que también aprendió gramática rusa, historia y economía política.

Pronto se destacó por su irreductible y recalcitrante rebeldía, que expresaba a través de incendiarios y casi cotidianos panfletos, lo que además lo condujo a pasar la mayor parte de su estadía en la prisión central de Moscú encadenado o incomunicado. Apenas liberado como consecuencia de la revolución de febrero de 1917, Makhno regresó a su Ukrania natal para organizar la Unión de Campesinos de Guliai-Polié, según los preceptos del comunismo libertario.

Incorporados al Soviet de campesinos y obreros de la aldea, Makhno es elegido presidente de éste, y a finales de agosto de 1917, dicho Soviet procede al "desarme de toda la burguesía y a la abolición de sus derechos sobre los bienes del pueblo", ejemplo seguido rápidamente por los diversos Soviets ukranianos.

Luego de la revolución de octubre, la consigna bolchevique: La tierra para los campesinos, las fábricas para los obreros, produjo grandes ilusiones en los medios anarquistas, pero dichas ilusiones se vienen rápidamente por tierra al surgir el verdadero carácter del partido bolchevique y de su revolución "de arriba hacia abajo" - o a través de la Dictadura del Proletariado. Dicha impostura es denunciada también por Makhno, que se transforma por ello en "el enemigo que hay que eliminar" y es presentado por los bolcheviques como un simple y vulgar bandido, fanático y cruel. Lo que no les impide aliarse en dos oportunidades al movimiento makhnovista para luchar contra Denikine y Wrangel, y una vez establecida la victoria sobre los Ejércitos Blancos, eliminarlo, persiguiéndolo incluso más allá de su muerte en el exilio en París (por la tuberculosis adquirida en las prisiones zaristas), el 27 de julio de 1934, al tratar de minimizar su importancia histórica dentro del movimiento social y revolucionario.

Como lo destaca en esa fecha Pierre Berland, corresponsal de Le Temps - ancestro de Le Monde - en su artículo necrológico:

"Los periódicos soviéticos no encontraron un espacio para consagrar al líder anarquista un artículo necrológico, ni siquiera una línea al pie de su sexta página para anunciar su muerte… Sin embargo, es una figura bien especial este Néstor Makhno y ninguna conspiración de silencio podrá hacer olvidar el papel importante que el popular 'Batko' tuvo durante la revolución rusa, en particular en la lucha contra Denikine. […] ¿Su programa político? Anarquista, quiso otorgar a los campesinos la tierra, a los obreros las fábricas, con toda propiedad y les aconsejó organizarse en federaciones de comunas libres. Es decir vio sus enemigos en los generales blancos que querían el retorno de los grandes propietarios rurales. […] Se alió varias veces con los bolcheviques, que consideraba por el momento como un mal menor. […] Los actos de pillaje, de terror o de antisemitismo eran severamente castigados por Makhno y sus compañeros […] y trató de realizar algunas de sus 'utopías', la supresión de las prisiones, la organización de la vida comunal, las 'comunas libres', los 'soviets de obreros' del cual no excluía ninguna categoría social. [Bajo ese efímero estado de cosas] la libertad de prensa fue completa, y se permitió tanto la publicación de periódicos socialistas revolucionarios de derecha y de izquierda como de órganos bolcheviques junto a publicaciones anarquistas. […] Está fuera de duda que la derrota de Denikine se explica por las insurrecciones campesinas que enarbolaban la bandera negra de Makhno, más que por los éxitos del ejército regular de Trotsky. Las bandas de partisanos del 'Batko' inclinaron la balanza a favor de los rojos, y si Moscú quiere hoy día olvidarlo, la historia imparcial lo tomará en cuenta".


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y el ejercito insurreccional en Ucrania

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Pocos acontecimientos históricos nos son tan desconocidos como el movimiento revolucionario que vivió Ucrania entre 1918 y 1921. No es extraño, una vez que la facción bolchevique impuso su dictadura político-militar en el área de influencia de la Rusia zarista, se dedicó a erradicar cualquier signo o memoria de los hechos que no se ajustaban a sus cánones. Así silenció los motivos e implicaciones de levantamientos revolucionarios como el de la ciudad de Cronstadt (1921) o el movimiento de masas, de inspiración anarquista, que significó la constitución del Ejército Insurreccional Ucraniano. En este último caso al silencio se unió el desprestigio de sus protagonistas, que fueron tildados de bandidos, y, en especial su líder Néstor Makhno, al que se tildó de bribón y perseguidor de judios.

Solamente los escritos y vivencias de los anarquistas que escaparon al exterminio en Rusia y que conocieron personalmente los hechos, nos dan una imagen más clara de esos acontecimientos. En especial la «historia del movimiento makhnovista» de Pedro Archinoff y «la revolución desconocida» de Volin (Vsevolod Mikaïlovitch Eichenbaum), ambos militantes del ejército makhonovista. Lo que sigue es un pequeño resumen de lo que realmente sucedió.

UCRANIA

Una de las más grandes y ricas zonas agrícolas del mundo, se la llamó «el granero de Europa». Sufrió ataques de turcos, polacos, alemanes y rusos hasta que finalmente hubo de integrarse al Impero de la Gran Rusia de los Zares. Ucrania, también llamada «la pequeña Rusia» cuenta con una población muy heterogénea etnográficamente y muy celosa de su independencia; así el control zarista nunca fue total y se producian periódicos levantamientos que fomentaron la existencia de partidas rebeldes de bandoleros (bossiaki) típica en el paisaje ucraniano.
La revolución de Octubre, que colocó a Kerensky al frente del gobierno republicano burgués en Rusia, en Ucrania se salda con el gobierno del «democrata» Petlura, líder de la burguesía nacionalista. El golpe de estado bolchevique que depone a Kerensky no se reproduce en Ucrania, fundamentalmente por la debilidad en el país del partido y su nula influencia sobre los campesinos. Naturalmente la proliferación de soviets y la expulsión de terratenientes se dan en Ucrania, pero generalizándose y expandiéndose con notable lentitud y, sobre todo, de una forma espontánea y poco organizada, resistiendo (mejor seria decir ignorando) las tentativas de infiltración y control por parte del Partido Bolchevique, a través de sus destacamentos militares. La terrible conmoción que convulsiona Ucrania tiene lugar tras la paz de Brest-Litovsk, firmada por los bolcheviques con los representantes militares austroalemanes. Lenin desea liquidar la guerra en Occidente para dedicarse a solventar los problemas internos.

Mediante este tratado se entrega Ucrania a los austriacos y alemanes, como salida al mar y depósito de víveres. El gobierno imperial alemán restablece y apoya el poder de los nobles y terratenientes, nombra un gobierno títere, el del hetman Skoropadsky, y se dedica al colosal saqueo de todo el país: materias primas, ganado, trigo, aves de corral... todo es confiscado y enviado a Alemania en cualquier modo de transporte posible.

El tratado de Brest-Litovsky, y sus terribles consecuencias para Ucrania, determinará un vasto y casi generalizado movimiento de resistencia popular; a la vez propiciará una sorda indignación contra el gobierno de la Gran Rusia y el odio hacia el Partido Bolchevique, como instrumento de la entrega del país a los alemanes y capaz de las más abyectas traiciones.

NÉSTOR MAKNO
Nació el 27 de octubre de 1889 en la aldea de Gulái-Pole distrito de Alexandrovsk del gobierno Ekaterinonslar en Ucrania.
Siendo de familia de campesinos pobres y muriéndo su padre a poco de nacer, tuvo que contribuir al mantenimiento de la familia (la madre y cuatro hermanos de corta edad) trabajando desde los 7 años como pastor de vacas y ovejas en verano y acudiendo a la escuela local en el invierno. Habiéndo conseguido una pequeña instrucción, comenzó a los 12 años a trabajar como peón en las granjas de los colonos alemanes que proliferaban en esa época en Ucrania. Compartía con un reducido grupo de peones y campesinos el odio hacia las injusticias cometidas por los señores.

Con 16 años participa en la revolución de 1905 y tras contactar con diferentes grupos políticos se organiza en el movimiento libertario realizando peligrosas misiones. En 1908 es apresado por las autoridades zaristas y condenado a la horca por asociación anarquista y participación en actos terroristas. Debido a su juventud la condena fue conmutada por la de prisión perpetua. Es trasladado a la prisión central de Moscú, allí aprovecha su gran biblioteca y traba amistad con Archinoff, también condenado a trabajos forzados. Arnichoff, mucho más culto que Makhno, le ayuda a instruirse profundamente en varias materias. Sometido a un duro régimen por su espíritu rebelde y la organización de protestas contrae una afección pulmonar. Es liberado en 1917, junto con todos los presos políticos, por la insurrección del proletariado en Moscú.

Vuelto a Gulái-Pole comenzó a desplegar una actividad militante incansable y en el verano de 1917, durante el gobierno del demócrata Keresky en Rusia, era presidente del soviet local, de la unión de campesinos regional y de la unión profesional de obreros metalúrgicos y carpinteros.

En ese momento los austroalemanes ocupan el país y el Comité clandestino revolucionario de la zona le encarga, debido a las grandes simpatías de que goza, organizar batallones de obreros y campesinos. Viaja a Moscú en junio de 1918 y se entrevista con teóricos anarquistas en busca de métodos para avanzar en la concienciación libertaria de los campesinos. Pero encuentra a los viejos anarquistas pasivos e indecisos con sus relaciones con los bolcheviques. Sólo recibe consejos estimables del anciano Kropotkin y recela de los bolchebiques tras una conversación con Lenin.

A la vuelta es apresado por los austriacos, obteniendo la libertad gracias a un judio de Gulaï-Pole que consiguió reunir una suma considerable. Ya en su región organiza con un trabajo enérgico partidas de guerrilleros voluntarios; la estrategia es apuntalar una región liberada desde la que extender la resistencia y a la vez concretar la revolución sobre bases libertarias. Sus mejores armas eran la temeridad y movilidad de sus escuadrones de caballería (más adelante organizó a la infantería en veloces carros de dos caballos típicos de la región) y, sobre todo, la complicidad de los campesinos, que lo ocultaban e informaban a pesar de las represalias y la quema de sus aldeas. Redactaba manifiestos sobre la Revolución Social, las comunas libres y organizaba reuniones continuamente.

Hay que detenerse en la leyenda negra atribuida a Makhno por los bolcheviques, leyenda que carece prácticamente de todo fundamento. Sin embargo el propio Volindestaca «debilidades de carácter de Makhno» negativas para el movimiento: su afición por la bebida que le producía rasgos autoritarios que le llevaron en alguna ocasión a decidir o imponer cosas al Consejo; reconoce que varios compañeros le señalaban a comandantes con iguales aptitudes que Makhno, en especial Kusilenco, excelente estratega, política y moralmente superior a Makhno; pero quizá por sus propias debilidades, Makhno era considerado más compañero, más digno de fiar por las masas campesinas. Más adelante veremos superficialmente las campañas organizadas contra los austro alemanes, contra las invasiones de los zaristas Denikin y Wrangel, contra los nacionalistas de Petlura y, finalmente, contra el ejército rojo dirigido por Trosky.

Es el caso que Makhno, que había recibido numerosas heridas a lo largo de los años, sufre un balazo en el vientre en marzo del 21 contra el ejército bolchevique, y, aprimeros de agosto es herido en siete ocasiones, la última en el cuello. Temiendo seriamente por su vida el Consejo resuelve su traslado al extranjero (Ucrania ya no es segura) para su curación. El 28 de agosto un destacamento logra romper el cerco bolchevique y cruza el Dniester con un nutrido grupo de heridos, entre ellos Makhno.

Una vez en Rumania la hostilidad de las autoridades le obliga a trasladarse a Polonia. Allí es arrestado, acusado de actividades antipolacas en Ucrania, y juzgado, quedando absuelto. Se traslada a Dantzing donde es otra vez detenido logrando huir a París auxiliado por los grupos anarquistas locales. Obligado a permanecer en París arrastra una existencia penosa, sin poder adaptarse al idioma y al ambiente y sufriendo terriblemente la evolución de sus heridas.

Esporádicamente procuraba mantener cierta actividad, cayendo luego en largos periodos inactivos. Intentó escribir todo lo sucedido en Ucrania pero sólo llegó al periodo de 1918 cuando llevaba tres volúmenes, que fueron editados tras su muerte en julio de 1935. Estaba casado y tenía una hija.

Durante su estancia en París Makhno demandó, mediante escritos y conversaciones , una mayor autodisciplina personal de los anarquistas y una organización capaz de dotar de efectividad y homogeneidad al movimiento. Parece que albó en una entrevista con miembros de la FAI, entre los que estaba Durruti, la capacidad organizativa del anarquismo español de esa época.

EL EJÉRCITO INSURRECIONAL Y SUS REALIZACIONES
Como es lógico no cabe hablar de un gran ejército regular sino más bien de columnas armadas compuestas principalmente por campesinos y obreros de la región dirigidos por Comandantes designados por el Consejo revolucionario, que se encargaba de su coordinación.

Este Consejo, a la vez que atendía las vicisitudes de la guerra, tenía la tarea de llevar a cabo las resoluciones de los «congresos nacionales de soviets libres». Se puedieron realizar tres congresos durante esos años, tomando una serie de medidas económicas y sociales, la mayoría de las cuales no pudo llevarse a cabo porque regiones enteras pasaban de una a otra mano en el devenir de la guerra.

Precisamente el primer congreso, el 23 de enero de 1919 en Grande Mikhaïlovka, arbitró la composición y atribuciones del Consejo revolucionario. Las decisiones que tomase tendrían carácter ejecutivo pero no autoritario. La función principal del Consejo y del Ejército Popular era la de liberar, proteger y extender zonas geográficas que quedaran en disposición de autoorganizarse en soviets y comunas agrícolas libres. Además debían velar para impedir cualquier dictadura partidista, incluida la de los diversos partidos revolucionarios de izquierda. Se confiaba así en la organización espontánea de las masas y en el carácter constructivo innato de la persona. El ejército constituyó el eje vertebrador de un vasto movimiento revolucionario y totalizador que llegó a extenderse a casi toda Ucrania. Sus efectivos no llegaron a sobrepasar los 20.000 combatientes, aunque se insiste en el hecho de que contando con los debidos medios materiales hubiese sido posible armar a 200.000 voluntarios.

Evidentemente con un ejército tan formidable como el que se podía haber formado la revolución soviética pudo haber sido distinta. Las regiones liberadas llegaron a tener nueve millones de habitantes, encontrándose entre ellas las principales ciudades de Ucrania.

Sin embargo el constante estado de movilización y de guerra determino que los esfuerzosse aplicaran en mayor medida al terreno militar y menos a las tareas constructivas. La fuerte represión zarista había impedido la consolidación de sindicatos u organizaciones campesinas. En 1918 por tanto se encontraban en un tímido proceso de constitución. Además la existencia de un ejército permanente, que como todos los ejércitos va generando una mentalidad específica autoritaria y un carácter de profesionalización, entorpeció al desarrollo del movimiento. Por último se carecía de suficientes componentes «intelectuales». Aunque cientos de militantes anarquistas lograron llegar hasta Ucrania huyendo del exterminio bolchevique, la gran mayoría eran obreros y campesinos que pasaban a engrosar el ejército. De hecho los comandantes y miembros del Consejo eran, en su mayor parte, reconocidos anarquistas. Volin al que se puede considerar uno de esos escasos intelectuales , estaba encargado de diversos cometidos, el principal de los cuales era la coordinación de los periódicos. Principalmente de los siguientes:

«Camino hacía la libertad» -diario o semanario según las posibilidades- que trataba de hacer accesibles las ideas libertarias.

«El Nabate» semanario fuertemente teórico y bastante doctrinario (no hay que olvidar que el movimiento Makhnovista mantenía estrechas relaciones con la Confederación de grupos anarquistas Nabate).

«la voz del Makhnovista» periódico más implicado en los problemas diarios y sus soluciones.

También se editaron millares de ejemplares de un grueso folleto: Tesis generales de los insurgentes revolucionarios sobre los soviets libres, que resumía los puntos de vista del movimiento sobre cuestiones diversas e importantes como la organización económica de los soviets y las regiones liberadas, las bases de la futura sociedad, las soluciones a los problemas de defensa, la administración de justicia, etc.
AVATARES DE LA GUERRA Y FIN DEL EJÉRCITO INSURRECTO
Desde la revolución de febrero de 1917, que derrocó a los Zares, la burguesía ucraniana tomó al pie de la letra la declaración sobre la libertad de los pueblos emitida por los partidos de izquierda rusos y se dedicó a organizar la independencia nacional, primero sobre una base militar (Consejo militar general) y después política (con su Rada o Parlamento). En diciembre de 1917 la Rada proclama la independencia y los bolcheviques, recién instalados en el poder en la Gran Rusia, olvidan sus antiguas proclamas y envían grandes fuerzas al país.
El movimiento independentista se bate en retirada, acosado por los bolcheviques, cuando el tratado de Brest-ditovsk abre la puerta a los austroalemanes. Los bolcheviques se retiran para dejar paso al nuevo ejército de ocupación, que proclama el gobierno títere de Skoropadsky. La tremenda reacción popular contra el nuevo gobierno, determina que cientos de miles de ucranianos se apresten expontáneamente a la revuelta contra los austroalemanes y sus aliados, la nobleza y los terratenientes ucranianos. Esta reacción es aprovechada por los nacionalistas burgueses, liderados por Petlura, que disponen de medios para armar a buena parte de los descontentos y establecen un Directorio, encabezado por el propio Petlura. Disponiendo de enormes recursos humanos los petluristas ocupan varias ciudades y obligan a Skoropadsky a huir ocupando entonces casi todo el país.

Sin embargo el sur de Ucrania no es permeable al avance petlurista, el ejército insurrecional revolucionario en formación le asesta serios reveses militares. Los bolcheviques vuelven a ocupar buena parte de Ucrania. La situación se complica todavía más cuando en diciembre del 18 se inicia la primera contraofensiva de los monárquicos, encabezada por el general Denikin. El general zarista Chkuvo penetra en el sur y entabla batalla con los makhnovistas no logrando vencer se establecen frentes sólidos durante seis meses. Se produce un acercamiento forzado bolchevique-makhnovista para afrontar la nueva amenaza hasta abril del 19 en que los bolcheviques reanudan su campaña de despretigio y declaran contrarevolucionario el Tercer Congreso de Soviets Libres.

Trosky afirma preferir una victoria de Denikin en Ucrania que permitir la expansión de los makhnovistas y la contaminación de las masas. En junio se produce una campaña militar en toda regla para impedir el desarrollo del Cuarto Congreso e intentan liquidar físicamente a Makhno. Este mes se produce la ofensiva final de Denikin y los makhnovistas denuncian que los bolcheviques han abierto el frente para permitirle el paso.

Trosky subestima a Denikin y sus formidables recursos materiales. Destacando un ejército escogido en Ucrania, Denikin cruza el país y penetra profundamente en la Gran Rusia, directamente hacía Moscú, aniquilando los regimientos rojos a su paso. Los makhnovistas retrocen lentamente, por espacio de cuatro meses, mientras se reagrupan y combaten distrayendo fuerzas de la ofensiva contra Moscú; Denikin ve peligrar su ataque con su retaguardia insegura. Finalmente, el ejército insurrecional ataca sorpresivamente el grueso del ejército de Denikin y en la batalla de Uman los aniquilan casi completamente, ocupando, también por sorpresa, las principales ciudades del país, que no estaban informadas del resultado de la batalla. Con los bolcheviques al norte y los makhnovistas al sur, Denikin se retira definitivamente a Crimea y los bolcheviques vuelven en noviembre de 1919 a irrumpir en la Ucrania makhnovista. Emplean entonces una doble táctica, avitan los enfrentamientos directos atacando y ocupando las aldeas menos defendidas para debilitar la base social del makhnovismo y emplea principalmente fuerzas letonas, chinas y siberianas para dificultar su captación por el ejército insurreccional, tal y como se había producido en la etapa de Denikin. Según afirma Volin, no menos de doscientos mil campesinos y obreros, supuestos simpatizantes de Makhno, son fusilados o mutilados por los bolcheviques; un número superior es conducido hacia Siberia en esta etapa. Estas acciones se justifican como «represión del bandolerismo». La táctica del ejército insurrecionalista es evitar la batalla definitiva con unas fuerzas abrumadoramente superiores y atacan los pequeños destacamentos, ejecutando en el acto a oficiales y comisarios, procurando atraerse a los soldados -reclutados a la fuerza-.

Pero bolcheviques y makhnovistas suspenden las hostilidades en abril de 1920, Wrangel penetra desde Crimea con las últimas reservas de los ejércitos zaristas. Se intenta el entendimiento con los bolcheviques y se inicia una campaña conjunta contra «los blancos» que son derrotados en noviembre con la entrada en Crimea de destacamentos makhnovistas que duraría nueve sangrientos meses.

El ejército insurrecional diezmado por la larga guerra, apenas disponía de 3000 combatientes activos, contra el que se cierra una tenaza de «ejércitos rojos» de 150.000 efectivos.

Maniobrando en pequeños grupos de cien combatientes el ejército insurreccional sólo puede aplicar una táctica de guerrillas en un país castigado por la sequía. Los grupos van siendo aniquilados y durante el verano de 1921 prácticamente todos los comandantes makhnovistas mueren en combate o son ejecutados. En agosto un grupo de menos de cien jinetes logra cruzar el rio Dniester, el día 28, con unos treinta heridos, entre ellos Makhno. Definitivamente aniquilado el ejército insurrecionalista, los bolcheviques dedican los meses siguientes a la «limpieza total» de Ucrania. En los años posteriores extirpan el recuerdo de lo que representó la makhnoschina y el movimiento anarquista.


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Libertad
Por anarca - Tuesday, Jan. 25, 2005 at 7:16 PM

A todos los trabajadores de la ciudad y los alrededores

«Vuestra ciudad está ocupada, momentáneamente, por el Ejército insurreccional revolucionario (makhnovista).

Este ejército no está al servicio de ningún partido político, de ningún poder, de dictadura alguna. Por el contrario, él trata de liberar la región de todo poder político, de toda dictadura, para proteger la libertad de acción, la vida libre de los trabajadores contra toda dominación y explotación.

El ejército makhnovista no representa, pues, ninguna autoridad. No constreñirá a nadie a obligación alguna, limitándose a defender la libertad de los trabajadores. Libertad de obreros y de campesinos que sólo a ellos mismos pertenece, sin restricción alguna. Ellos mismos han de obrar, organizarse y entenderse entre sí en todos los dominios de su vida, como la conciban o como lo quieran.

Sepan, desde ya, pues, que el ejército makhnovista no les impondrá, ni les dictará, ni les ordenará nada. Los makhnovistas no harán más que ayudarlos, dándoles tal o cual opiniòn o consejo, poniendo a su disposición todas las fuerzas intelectuales, militares o de cualquiera otra índole que necesiten, pues no pueden ni quieren en ningún caso gobernarlos ni prescribirles nada »

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Sobre Makhno y el caracter social del levantamiento
Por León Trotsky - Tuesday, Jan. 25, 2005 at 8:01 PM

Alarma por Kronstadt [1]
León Trotsky
15 de enero de 1938

Un “Frente Popular” de delatores

La campaña sobre Kronstadt continúa con un vigor constante en ciertos círculos. Se podría pensar que la revuelta de Kronstadt no ocurrió hace 17 años sino ayer. Participan en la campaña con igual celo, bajo el mismo lema, anarquistas, mencheviques rusos, socialdemócratas de izquierda del Buró de Londres, individuos desatinados, el periódico de Miliukov [2] y, ocasionalmente, la gran prensa capitalista. ¡Un “frente popular” de su misma calaña!
Ayer me tropecé con las siguientes líneas en un semanario mejicano que es a la vez católico, reaccionario y “democrático”: “Trotsky ordenó disparar sobre 1.500 (?) marineros de Kronstadt, los más puros entre todos. Su política cuando estaba en el poder no se diferenciaba en absoluto de la actual política de Stalin.” Como es sabido los anarquistas de izquierda deducen la misma conclusión. Cuando por primera vez respondí en la prensa brevemente las preguntas de Wendelin Thomas, miembro de la Comisión de investigación de Nueva York, el periódico menchevique ruso defendió inmediatamente a los marineros de Kronstadt y... a Wendelin Thomas ... [3] El periódico de Miliukov se manifestó en la misma tónica. Los anarquistas me atacaron con mayor vigor aun. Todas estas autoridades alegan que mi respuesta era completamente inútil. Esta unanimidad es todavía más notable puesto que los anarquistas defienden, en el símbolo de Kronstadt, un genuino comunismo antiestatal; los mencheviques, en la época del levantamiento de Kronstadt defendieron abiertamente la restauración del capitalismo y Miliukov lo defiende aún ahora.
¿Cómo puede el levantamiento de Kronstadt causar tal disgusto en anarquistas, mencheviques, y contrarrevolucionarios “liberales” al mismo tiempo? La respuesta es simple: todos estos grupos están interesados en comprometer la única corriente genuinamente revolucionaria, que nunca ha repudiado su bandera, nunca ha transigido con sus enemigos y representa sola el futuro. Por eso entre los delatores tardíos de mi “crimen” de Kronstadt hay tantos ex revolucionarios o semirrevolucionarios, gentes que perdieron su programa y sus principios y que consideran necesario desviar la atención de la degradación de la Segunda Internacional o la perfidia de los anarquistas españoles. Los stalinistas todavía no se pueden unir abiertamente a esta campaña sobre Kronstadt pero, por supuesto, se frotan las manos con placer porque los golpes están dirigidos contra el “trotskismo”, el marxismo revolucionario y la Cuarta Internacional.
¿Por qué esta fraternidad tan diversa se valió precisamente de Kronstadt? Durante los años de la revolución chocamos más de una vez con los cosacos, los campesinos, aun con ciertas capas de trabajadores (ciertos grupos de los Urales organizaron un regimiento de voluntarios en el ejército de Kolchak). El antagonismo entre los trabajadores como consumidores y los campesinos como productores y vendedores de pan es la raíz principal de estos conflictos. Bajo la presión de la necesidad y la privación, los trabajadores se dividieron esporádicamente en campos hostiles de acuerdo a sus vínculos más o menos fuertes o débiles con la aldea. El Ejército Rojo se encontró también bajo la influencia del campo. Durante los años de la Guerra Civil fue necesario, más de una vez, desarmar regimientos descontentos. La introducción de la “Nueva Política Económica” (NEP) atenuó la fricción pero no la eliminó. [4] Por el contrario, preparó el camino para el renacimiento de los kulakis [campesinos ricos] y llevó, a comienzos de esta década, a la renovación de la Guerra Civil en la aldea. El levantamiento de Kronstadt fue solamente un episodio en la historia de las relaciones entre la ciudad proletaria y la aldea pequeñoburguesa. Sólo es posible comprender este episodio en relación con el curso general del desarrollo de la lucha de clases durante la revolución.
Kronstadt se diferenció de una larga serie de otras insurrecciones y levantamientos pequeñoburgueses solamente por su mayor efecto externo. El problema aquí implicaba una fortaleza marítima de Petrogrado. Durante el levantamiento se publicaron proclamas y se trasmitieron programas de radio. Los social-revolucionarios [5] y los anarquistas, huyendo de Petrogrado, adornaron el levantamiento con frases y gestos “nobles”. Todo esto dejó huellas impresas. Con la ayuda de estos materiales “documentales” (es decir, falsos rótulos), no es difícil construir una leyenda sobre Kronstadt mucho más exaltada puesto que en 1917 el nombre de Kronstadt estaba rodeado de un halo revolucionario. No en vano la revista mejicana antes citada llama irónicamente a los marineros de Kronstadt “los más puros entre los puros”.
Jugar con la autoridad revolucionaria de Kronstadt es una de las características distintivas de esta campaña verdaderamente charlatana. Los anarquistas, mencheviques, liberales y reaccionarios tratan de presentar el asunto como si al comenzar 1921 los bolcheviques hubieran dirigido sus armas contra los mismos marineros de Kronstadt que garantizaron la victoria de la Insurrección de Octubre. Este es el punto de partida para todas las falsedades posteriores. Quien desee aclarar estas mentiras debe primero que todo leer el artículo del camarada J. G. Wright en la New International (febrero de 1938). [6] Mi problema es otro, yo quiero describir el carácter del levantamiento de Kronstadt desde un punto de vista más general.

Agrupaciones sociales y políticas en Kronstadt.

Una revolución es “hecha” directamente por una minoría. El éxito de una revolución es posible, sin embargo, solamente cuando esta minoría encuentra, más o menos apoyo, o por lo menos una neutralidad amistosa de parte de la mayoría. El cambio en las diferentes etapas de la revolución, como la transición de la revolución a la contrarrevolución, está determinado directamente por relaciones políticas variables entre la minoría y la mayoría, entre la vanguardia y la clase.
Entre los marineros de Kronstadt había tres capas políticas: los revolucionarios proletarios, algunos de ellos con un pasado y un entrenamiento serios; la mayoría intermedia, principalmente de origen campesino; y finalmente, los reaccionarios, hijos de kulakis, tenderos y curas. En la época zarista en los acorazados y fortalezas el orden podía mantenerse sólo en la medida en que los oficiales actuando a través de las secciones reaccionarias de suboficiales y marineros, sometieran a la capa intermedia a su influencia o terror, aislando de esta manera a los revolucionarios, principalmente a los maquinistas, cañoneros y electricistas, es decir, sobre todo a los trabajadores urbanos.
El curso del levantamiento del acorazado Potemkin en 1905 se basó completamente en las relaciones entre estas tres capas, es decir, en la lucha entre la pequeña burguesía reaccionaria y el proletariado por la influencia sobre la capa media más numerosa del campesinado. Quien no haya entendido este problema que se extiende a través de todo el movimiento revolucionario de la flota, debe callarse sobre los problemas de la Revolución Rusa en general. Porque fue totalmente, y hasta cierto grado aún lo es, una lucha entre el proletariado y la burguesía por influir sobre el campesinado. Durante el período soviético la burguesía apareció principalmente como kulakis (es decir, el estrato más alto de la pequeña burguesía), intelectuales “socialistas” y ahora bajo la forma de la burocracia “comunista”. Tal es el mecanismo básico de la revolución en todas sus etapas. En la flota asumió una expresión más centralizada, y por lo tanto más dramática.
La composición política del Soviet de Kronstadt reflejaba la composición de la guarnición y las tripulaciones. La dirección de los soviets en el verano de 1917 pertenecía al partido bolchevique, que se apoyaba en las mejores secciones de los marineros e incluía en sus filas muchos revolucionarios del movimiento clandestino, quienes habían sido liberados de los campos de trabajos forzados. Pero me parece recordar que aún en los días de la Insurrección de Octubre los bolcheviques constituían menos de la mitad del Soviet de Kronstadt. La mayoría se componía de social-revolucionarios y anarquistas. No había mencheviques en Kronstadt, pues este partido lo odiaba. Los social-revolucionarios oficiales, incidentalmente, no tenían una mejor actitud hacia él. Estos se pasaron a la oposición con Kerenski y formaron una de las brigadas de los llamados social-revolucionarios de “izquierda”. Se basaron en la parte campesina de la flota y en la guarnición de tierra. En cuanto a los anarquistas eran el grupo más variado. Entre ellos había verdaderos revolucionarios, como Shuk y Shelezniakov, pero eran los elementos más íntimamente vinculados con los bolcheviques. La mayor parte de los “anarquistas” de Kronstadt representaban a la pequeña burguesía urbana y pertenecían a un nivel revolucionario más bajo que los social-revolucionarios. El presidente del soviet era un hombre apartidista, “con simpatías hacia los anarquistas” y esencialmente un oficinista pacífico que había estado antes subordinado a las autoridades zaristas y ahora lo estaba... a la revolución. La ausencia total de mencheviques, de social-revolucionarios de “izquierda” y el tinte anarquista del pequeño burgués, se debían a lo agudo de la lucha revolucionaria en la flota y a la influencia dominante de las secciones proletarias de los marineros.

Cambios durante los años de la Guerra Civil

La caracterización social y política de Kronstadt, que se puede fundamentar e ilustrar con muchos hechos y documentos, es suficiente para iluminar los trastornos que ocurrieron en Kronstadt durante los años de la Guerra Civil y como resultado de los cuales cambió su fisonomía hasta hacerse irreconocible. Precisamente sobre este importante aspecto del problema los acusadores tardíos no dicen una sola palabra, en parte por ignorancia, en parte por malevolencia.
Sí, Kronstadt escribió una página heroica en la historia de la revolución. Pero la Guerra Civil inició una despoblación sistemática de Kronstadt y de toda la flota del Báltico. Desde los días del levantamiento de Octubre, destacamentos de marineros de esta base se enviaban para ayudar a Moscú. Otros se enviaban al Don, a Ucrania, para buscar pan y organizar el poder local. Al principio parecía que Kronstadt fuera inagotable. Desde distintos frentes envié docenas de tele- gramas sobre la movilización de los nuevos destacamentos “de confianza” compuestos de trabajadores de Petrogrado y marineros del Báltico. Pero desde 1918, y en todo caso antes de 1919, los frentes empezaron a quejarse de que los nuevos contingentes de Kronstadt eran insatisfactorios, exigentes, indisciplinados, irresponsables en el combate y que hacían más mal que bien. Después de la liquidación de Iudenich (en el invierno de 1919), [7] la flota del Báltico y la guarnición de Kronstadt fueron despojadas de todas las fuerzas revolucionarias. Todos los elementos que eran de alguna utilidad fueron llevados a luchar contra Denikin, en el sur. [8] Si en el período de 1917 a 1918 el marinero de Kronstadt pertenecía a un nivel más alto que el promedio del Ejército Rojo y formaba la armazón de sus primeros destacamentos, tanto como la del régimen soviético en muchos distritos, los marineros que permanecieron en el Kronstadt “pacífico” hasta comienzos de 1921, sin ajustarse a ninguno de los frentes de la Guerra Civil, pertenecían, en esta época, a un nivel considerablemente más bajo, en general, que el nivel medio del Ejército Rojo e incluían un gran porcentaje de elementos completamente desmoralizados que lucían vistosos pantalones de bota campana y cortes de pelo deportivos.
La desmoralización, basada en el hambre y en la especulación, había aumentado en gran medida a fines de la Guerra Civil. Los llamados “portadores de sacos” (especuladores mezquinos) se habían vuelto una plaga social que amenazaba con sofocar la revolución. Precisamente en Kronstadt, donde la guarnición no hacía nada y tenía todo lo necesario, la desmoralización adquirió grandes dimensiones. Cuando las condiciones llegaron a ser muy críticas en el hambriento Petrogrado, el Politburó discutió más de una vez la posibilidad de conseguir un “préstamo interno” de Kronstadt, donde todavía existía una cantidad de viejas provisiones. Pero los delegados de los trabajadores de Petrogrado contestaron: “No conseguirán nada de ellos por bondad. Ellos especulan con ropa, carbón y pan. En este momento en Kronstadt, todo tipo de gentuza ha levantado la cabeza.” Esa era la verdadera situación y no como la pintan las almibaradas idealizaciones posteriores al suceso.
Debo añadir además que antiguos marineros de Latvia y Estonia, que temían ser enviados al frente y que se preparaban a volver a sus nuevas patrias burguesas, se unieron a la flota del Báltico como “voluntarios”. Estos elementos eran esencialmente hostiles a la autoridad soviética y lo demostraron totalmente en los días del levantamiento de Kronstadt... Además de éstos había muchos miles de trabajadores latvios, principalmente antiguos campesinos, que demostraron un heroísmo inigualable en todos los frentes de la Guerra Civil. No debemos por lo tanto pintar a los trabajadores latvios y a los de Kronstadt con el mismo pincel. Debemos reconocer las diferencias políticas y sociales.

Las raíces sociales del levantamiento

El problema de un estudiante serio consiste en definir, sobre la base de las circunstancias objetivas, el carácter social y político del motín de Kronstadt y su ubicación en el desarrollo de la revolución. Sin esto, la “critica” se reduce a un lamento sentimental de tipo pacifista a la manera de Alexander Berkman, Emma Goldman y sus últimos imitadores. [9] Estas buenas gentes no tienen la más mínima comprensión del criterio y los métodos de la investigación científica. Citan las proclamas de los insurgentes como predicadores píos citando las Sagradas Escrituras. Se quejan además de que no tomo en consideración los “documentos”, es decir, el evangelio de Majno y los otros apóstoles. [10] “Considerar” documentos no significa tomarlos al pie de la letra. Marx dijo que es imposible juzgar partidos o pueblos por lo que ellos dicen de sí mismos. Las características de un partido se determinan considerablemente más por su composición social, su pasado, su relación con las diferentes clases y estamentos que por sus declaraciones orales y escritas, especialmente durante un momento crítico de guerra civil. Si por ejemplo, empezáramos a tomar como oro puro las innumerables proclamas de Negrín, Companys, García Oliver, y Compañía, [11] tendríamos que reconocer a estos caballeros como amigos fervientes del socialismo. Pero en realidad son sus pérfidos enemigos.
Entre 1917 y 1918 los obreros revolucionarios dirigieron a las masas campesinas, no solamente de la flota sino de todo el país. Los campesinos tomaron y dividieron la tierra, la mayor parte de las veces bajo la dirección de los soldados y marineros que llegaban a sus propios distritos. Las requisas de pan solamente habían comenzado y eran principalmente contra los terratenientes y kulakis. Los campesinos se reconciliaron con las requisas como un mal temporal pero la Guerra Civil continuó por tres años. La ciudad no dio prácticamente nada a la aldea y tomó casi todo de ésta, principalmente para las necesidades de la guerra. Los campesinos aprobaron a los “bolcheviques” pero se volvieron más y más hostiles hacia los “comunistas”. Si en el período precedente los obreros habían llevado hacia adelante al campesino, ahora los campesinos arrastraban a los obreros hacia atrás. Solamente por este cambio de estado de ánimo los blancos pudieron atraer parcialmente a los campesinos y hasta los semiproletarios de los Urales. Este estado de ánimo, es decir esta hostilidad a la ciudad, alimentó al movimiento de Majno que asaltó y saqueó trenes destinados a fábricas, plantas y al Ejército Rojo, destruyó carrileras, fusiló comunistas, etcétera. Por supuesto, Majno llamó a esto la lucha anarquista con el “estado”. En realidad esta fue la lucha del pequeño propietario furioso contra la dictadura del proletariado. Un movimiento similar se presentó en muchos otros distritos, especialmente en Tambovski, bajo la bandera de “social-revolucionarios”. Finalmente, en diferentes partes del país los destacamentos campesinos llamados “verdes” estaban activos. No querían reconocer ni a los rojos ni a los blancos y rechazaban los partidos de la ciudad. Algunas veces los “verdes” se encontraban a los blancos y recibían golpes severos de éstos, pero por supuesto no recibieron ninguna piedad de los rojos. De la misma manera que a la pequeña burguesía la muelen económicamente las piedras de molino del gran capital y del proletariado, así los destacamentos campesinos fueron pulverizados por los Ejércitos Rojo y Blanco.
Solamente una persona completamente superficial puede ver en las bandas de Majno o en la revuelta de Kronstadt una lucha entre los principios abstractos del anarquismo y el “socialismo de estado”. En realidad, estos movimientos eran convulsiones de la pequeña burguesía campesina que deseaba, por supuesto, liberarse del capital, pero que, al mismo tiempo, no aceptaba subordinarse a la dictadura del proletariado. La pequeña burguesía no sabe concretamente lo que quiere y en virtud de su posición no puede saberlo. Esa es la razón por la cual cubrió tan fácilmente sus peticiones y esperanzas, ya con la bandera anarquista, ya con la populista, ya simplemente con la “verde”. Oponiéndose al proletariado, trató, bajo todas estas banderas, de retroceder la rueda de la revolución.

El carácter contrarrevolucionario del motín del Kronstadt

No había, por supuesto, barreras insuperables que dividieran las diferentes capas sociales y políticas de Kronstadt. Aún existía cierto número de trabajadores y técnicos calificados para encargarse de la maquinaria pero aun ellos se identificaban por un método de selección negativa, políticamente nocivo y de poca utilidad para la Guerra Civil. Algunos “líderes” del levantamiento procedían de estos elementos. Sin embargo, esta circunstancia completamente natural e inevitable que algunos acusadores señalan triunfalmente, no cambia ni un ápice el carácter antiproletario de la revuelta. A menos que nos engañemos con consignas pretensiosas, falsos rótulos, etcétera, veremos que la insurrección de Kronstadt no fue más que una reacción armada de la pequeña burguesía contra las penalidades de la revolución social y la severidad de la dictadura del proletariado.
Ese fue exactamente el significado de la consigna de Kronstadt, “soviets sin comunistas”, de la cual se apoderaron inmediatamente no sólo los social-revolucionarios sino también la burguesía liberal. Como representante sagaz del capital, el profesor Miliukov comprendió inmediatamente que liberar a los soviets de la dirección bolchevique significaría, en poco tiempo, la destrucción misma de los soviets. La experiencia de los soviets rusos durante el período de dominación menchevique y social-revolucionaria, y aun más claramente, la experiencia de los soviets alemán y austríaco, bajo la dominación de los socialdemócratas, comprobaron este hecho. Los soviets social-revolucionarios y anarquistas podían servir solamente como un puente entre la dictadura proletaria y la restauración capitalista. No podían jugar otro papel a pesar de las “ideas” de sus integrantes. La rebelión de Kronstadt, por lo tanto, tenía un carácter contrarrevolucionario
Desde un punto de viste clasista, que - con el perdón de los honorables eclécticos - continúa siendo el criterio básico no solamente para la política sino para la historia, es extremadamente importante contrastar la conducta de Kronstadt con la de Petrogrado en esos días críticos. Toda la capa dirigente de los trabajadores había salido de Petrogrado. El hambre y el frío reinaban en la capital desierta, tal vez aun más furiosamente que en Moscú. ¡Un período heroico y trágico! Todos estaban hambrientos e irritables. Todos estaban descontentos. En las fábricas había una sorda inconformidad. Organizaciones clandestinas enviadas por los social-revolucionarios y los oficiales blancos trataron de vincular el levantamiento militar con el de los trabajadores descontentos. El periódico de Kronstadt escribió sobre las barricadas de Petrogrado y sus miles de muertos. Lo mismo proclamó la prensa mundial. En realidad ocurría exactamente lo contrario. La sublevación de Kronstadt no atrajo a los trabajadores de Petrogrado, los repelía. La estratificación se adelantó a lo largo de líneas clasistas. Los trabajadores sintieron inmediatamente que los amotinados de Kronstadt estaban colocados al lado opuesto de las barricadas... y apoyaron al poder soviético. El aislamiento político de Kronstadt fue la causa de su incertidumbre interna y su derrota militar.

La N.E.P y la insurrección de Kronstadt

Victor. Serge, quien al parecer está tratando de elaborar una especie de síntesis del anarquismo, poumismo y marxismo, ha intervenido desgraciadamente en la polémica sobre Kronstadt. En su opinión, la introducción de la NEP un año antes, podría haber evitado el levantamiento. Admitámoslo. Pero este tipo de consejo es muy fácil de dar después del suceso. Es verdad, como recuerda Victor Serge, que yo había propuesto la transición a la NEP desde 1920. Pero no estaba en absoluto seguro de su éxito. No era ningún secreto para mí que el remedio podía ser más peligroso que la enfermedad. Cuando encontré oposición de los dirigentes del partido, no apelé a las filas con el fin de evitar la movilización de la pequeña burguesía contra los obreros. Fue necesaria la experiencia de los doce meses siguientes para convencer al partido de la necesidad de un nuevo método. Pero lo notable es que fueron precisamente los anarquistas de todo el mundo quienes consideraron a la NEP como... una traición al comunismo. Pero ahora los abogados de los anarquistas nos denuncian por no haber introducido la NEP un año antes.
En 1921 Lenin reconoció abiertamente, más de una vez, que la defensa obstinada por el partido del comunismo de guerra se había convertido en un gran error. [12] ¿Pero cambia esto la situación? Cualquiera que sean las causas inmediatas o remotas de la rebelión de Kronstadt, fue en su esencia misma un peligro mortal para la dictadura del proletariado. ¿Simplemente porque se sentía culpable de un error político, debería haberse suicidado la revolución proletaria para castigarse?
¿O tal vez habría sido suficiente informar a los marineros de Kronstadt de los decretos de la NEP para calmarlos? ¡Ilusiones! Los insurgentes no tenían un programa consiente y no podían tenerlo por la naturaleza misma de la pequeña burguesía. Ellos mismos no entendían claramente que lo que sus padres y hermanos necesitaban primero que todo era comercio libre. Estaban descontentos y confusos pero no veían ninguna salida. Los más conscientes, es decir, los elementos de derecha que actuaban entre bastidores, querían la restauración del régimen burgués. Pero no lo decían en voz alta. El ala “izquierda” quería la liquidación de la disciplina, “soviets libres”, y mejores raciones. El régimen de la NEP sólo podía calmar gradualmente al campesino, y, después de él, a las secciones descontentas del ejército y la armada. Pero para esto se necesitaba tiempo y experiencia.
El más pueril de todos los argumentos es el de que no hubo levantamiento, que los marineros no hicieron ninguna amenaza, que “solamente” se tomaron la fortaleza y los acorazados. Parecería entonces que los bolcheviques marcharon contra el fuerte, con los pechos desnudos a través del hielo, sólo por su inclinación a provocar conflictos artificialmente, por su mal carácter, su odio a los marineros de Kronstadt o a la doctrina anarquista (de la cual, podríamos decir de paso, que nadie se preocupa en absoluto). ¿No son éstos balbuceos infantiles? Sin límite de tiempo o espacio, los críticos diletantes tratan de sugerir (¡diecisiete años más tarde!) que todo hubiera terminado para satisfacción general si la revolución simplemente hubiera dejado solos a los marineros insurgentes. Desgraciadamente, la contrarrevolución mundial no los habría dejado solos en ningún caso. La lógica de la lucha habría dado predominancia a los extremistas en el fuerte, es decir, a los elementos contrarrevolucionarios. La necesidad de provisiones habría hecho a aquél directamente dependiente de la burguesía extranjera y de sus agentes, los emigrantes blancos. Todos los preparativos necesarios para este fin se estaban elaborando. Bajo circunstancias similares, solamente gente como los anarquistas españoles o los poumistas habrían esperado pasivamente un resultado feliz. Los bolcheviques afortunadamente pertenecían a una escuela diferente. Consideraban que su deber era extinguir el luego tan pronto empezara, reduciendo así, a un mínimo, el número de las víctimas.

Los de Kronstadt sin un fuerte

Esencialmente, los venerables críticos son enemigos de la dictadura del proletariado y por lo tanto de la revolución. En esto reside todo el secreto. Es verdad que algunos de ellos reconocen la revolución y la dictadura, en palabras, pero esto no arregla nada. Desean una revolución que no conduzca a la dictadura, o bien, que instaure una dictadura sin hacer uso de la fuerza. Por supuesto sería una dictadura muy “agradable”. Requiere sin embargo, unas cuantas menudencias: un desarrollo igual y, más aun, extremadamente alto de las masas trabajadoras. Pero en tales condiciones la dictadura sería innecesaria. Algunos anarquistas, que en realidad son pedagogos liberales, esperan que en cien o en mil años los trabajadores habrán obtenido un nivel de desarrollo tan alto que la coerción será innecesaria. Naturalmente si el capitalismo pudiera conducir a tal desarrollo, no habría necesidad de derrocarlo. Tampoco habría necesidad de una revolución violenta, ni de la dictadura que es una consecuencia inevitable de la victoria revolucionaria. Sin embargo, el capitalismo decadente de nuestros días nos deja poco espacio para ilusiones humanitarias y pacifistas.
La clase trabajadora, sin hablar de las masas semiproletarias, no es homogénea social ni políticamente. La lucha de clases produce una vanguardia que absorbe los mejores elementos de la clase. Una revolución es posible cuando la vanguardia es capaz de dirigir a la mayoría del proletariado; pero esto no significa en absoluto que desaparezcan las contradicciones internas entre los trabajadores. En el pico más alto de la revolución están por supuesto atenuadas, pero solamente para aparecer más tarde, en otra etapa, con toda su violencia. Tal es el curso de la revolución en su conjunto. De la misma manera lo fue en Kronstadt. Cuando radicales de salón tratan de señalar un nuevo camino a la Revolución de Octubre, después del suceso, sólo podemos pedirles respetuosamente que nos demuestren con exactitud ¿dónde y cuándo sus grandiosos principios fueron confirmados en la práctica, por lo menos parcialmente? ¿Dónde están los indicios que nos llevan a esperar el triunfo de estos principios en un futuro? Por supuesto nunca obtendremos una respuesta.
Una revolución tiene sus propias leyes. Hace mucho tiempo formulamos las “lecciones de Octubre” que son significativos, no sólo para Rusia sino a escala internacional. Nadie más ha tratado siquiera de sugerir otras “lecciones”. La revolución española es una confirmación negativa de las “lecciones de Octubre” y los severos críticos son equívocos o silenciosos. El gobierno español del “Frente Popular” sofoca la revolución socialista y fusila revolucionarios. Los anarquistas participan en este gobierno o, cuando son expulsados, continúan apoyando a los verdugos. Y sus abogados y aliados extranjeros se ocupan mientras tanto de una defensa... de la Insurrección de Kronstadt contra los rudos bolcheviques. ¡Una vergonzosa aberración!
Las actuales disputas acerca de Kronstadt giran sobre el mismo eje clasista del levantamiento de Kronstadt en el cual las secciones reaccionarias de los marineros trataron de derrocar la dictadura del proletariado. Conscientes de su impotencia en la arena de la política revolucionaria de hoy, la disparatada y ecléctica pequeña burguesía, trata de utilizar el viejo episodio de Kronstadt en su lucha contra la Cuarta Internacional, es decir, contra el partido de la revolución proletaria. Estas últimas “gentes de Kronstadt”, también serán aplastadas, es verdad que sin el uso de las armas, puesto que, afortunadamente, no tienen una fortaleza.
[1] Alarma por Kronstadt. New International, abril de 1938.
[2] Pavel Miliukov (1859-1943): dirigente de los demócratas constitucionales liberales (Cadetes), ministro de relaciones exteriores en el Gobierno Provisional ruso, marzo-mayo de 1917, y prominente enemigo de la Revolución Bolchevique. Su periódico se llamaba Poslednia Novosti (Últimas Noticias).
[3] Wendelin Thomas: antiguo diputado comunista ante el Reichstag alemán (1920-1924) y miembro de la comisión internacional que investigo los Juicios de Moscú. Ver Las preguntas de Wendelin Thomas, 6 de julio de 1937, en Escritos 36-37
[4] La Nueva Política Económica (NEP): se adoptó como una medida temporal en 1921 para remplazar la política del “comunismo de guerra”, que prevaleció durante la Guerra Civil. La NEP permitió un crecimiento limitado del comercio libre al interior de la Unión Soviética y de las concesiones extranjeras al lado de los sectores económicos nacionalizados y controlados por el estado. La NEP estimuló el crecimiento de una clase de campesinos ricos y de una burguesía comercial (hombres de la NEP), y produjo una serie de concesiones políticas y económicas para el comercio y el cultivo privado.
[5] El Partido Social Revolucionario (eserista): fundado en Rusia en 1900, de 1901 a 1902 emergió como la expresión política de todas las corrientes populistas anteriores: tenía la mayor influencia entre el campesinado antes de la revolución de 1917.
[6] John G. Wright (1902-1956): dirigente y educador del SWP, que tradujo muchos de los trabajos de Trotsky al inglés. El título de su artículo era La verdad sobre Kronstadt.

[7] Nikolai Iudenich (1862-1933): general zarista que en 1919 organizó una ofensiva contra Petrogrado ayudado por los aliados.
[8] Anton Denikin (1872-1947): uno de los dirigentes de la contrarrevolución en el sur de Rusia durante la Guerra Civil.
[9] Alexander Berkman (1870-1936): anarquista polaco que vivió en Estados Unidos. Pasó 14 años en la cárcel por apuñalar a Henry Clay Flick durante la huelga de Homestead Steel. Fue encarcelado y deportado a Rusia junto con Emma Goldman (1869-1940) por actividades antibélicas durante la Primera Guerra Mundial. Al disgustarles el régimen soviético se mudaron a otra parte.

[10] Nestor Makhno (1884-1934): dirigente de pequeñas bandas de campesinos que luchaban contra los reaccionarios ucranianos y las fuerzas de la ocupación alemana durante la Guerra Civil rusa. Rehusó integrar sus fuerzas con el Ejército Rojo y finalmente llegó a conflictos con éste . Sus fuerzas fueron finalmente dispersadas por el gobierno soviético en 1921.
[11]Luis Companys y Jover (1883-1940): en 1933 llegó a ser la cabeza del gobierno local de Cataluña. Su partido era el nacionalista catalán Esguerra. José García Oliver (n. 1901): dirigente anarquista español de derecha que colaboró con los stalinistas para aplastar al ala revolucionaria de los realistas Fue ministro de justicia en el gobierno central desde 1936 hasta el final de la Guerra Civil.
[12] Comunismo de guerra: política seguida por el gobierno soviético durante la Guerra Civil, que subordinaba toda la producción a las necesidades del frente e incluía la confiscación del grano de los campesinos. Llevó a un descenso en la producción.

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trotsky antiobrero
Por karla - Tuesday, Jan. 25, 2005 at 10:01 PM

Esa siempre ha sido la logica de los bolches antiobreros, catalogar de contrarrevolucionario a todo lo que se les oponga. Los marineros de Cronstant llegaron a la capital rusa poco antes de octubre del 17 y muy probablemente sin el apoyo que brindaron los bolcheviques nunca hubiesen subido al poder y ahora resulta que solo tres años despues se hicieron contrarrevolucionarios??? Verdaderamente estupido!!! Porpaganda bolchevique !!!

y que me dices trotsko de que el asesino ese de Trotsky legalizo la pena de muerte contra los huelguistas???? Aberrante!!!! solo de imaginar que un "revolucionario proletario" puede condenar a muerte a un obrero por hacer una HUELGA me da mucho asco!!!!

el marxismo es una farsa

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Anarcoestupidez
Por Leonardo Mir - Tuesday, Jan. 25, 2005 at 10:25 PM

En el texto de Trotsky se explica que, contrariamente a lo que vos decís, no se trataba de los mismos obreros que tres años antes...

Se supone que ante un escrito que argumenta una serie de ideas se debería primero, leerlo.
Luego de ello podés dar tu opinión, contradecirlo, explicar porqué lo contradecís, agregar algo, formular preguntas, sugerir otras líneas de pensamiento, etc., etc.
Pero en vez de algo parecido a esto, solamente insultos apenas sostenidos en vaguedades y acusaciones tiradas al viento.

Supongamos por un momento que tenés razón.
Con tu modo de expresión podrás convencer a algunos despistados, pero a los que crean con algún grado de fortaleza en Trotsky y no en los anarquistas no los vas a lograr convencer.

¿Lo tuyo es?

1) pereza intelectual
2) propaganda antimarxista, es decir, anti socialista
3) ineptitud
4) alguna rara enfermedad mental
ó
5) .......................(poner lo que a cada cual le parezca)

Se aceptan sugerencias.

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.
Por Cimarron - Tuesday, Jan. 25, 2005 at 11:26 PM

Leonardo: Con esto no se quiere decir que el trotskismo como teoria sea antiobrero sino que el accionar de el Leoncito lo fue.

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es mas
Por volin - Tuesday, Jan. 25, 2005 at 11:52 PM

Los marinos de Kronstatd al inicio se solidarizaron con los obreros de Petrograd (ellos tambien no fueron los mismos que 3 años antes ?!) que se opusieron el poder bolchevique con el lema "TODO EL PODER A LOS SOVIETS" (y no a los funcionarios de Moscu).

Pero estar en contra del poder absoluto de Lenin y Trotski era ser contra-revolucionario !....

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leyendo a trotzki
Por gusman - Wednesday, Jan. 26, 2005 at 12:02 AM

antes ke nada, a "leonardo mir"

solo para ke sepas. una kritika al marxismo no es necesariamente antisocialista. existen otros tipos de socialismo, sabes?


bueno, me pongo a leer el texto de trotzki:

ke anarkistas y kapitalistas lo kritiken por igual no es nada "raro". el tema es ke unXs lo kritikan por ser kontrarrevolucionario, y otros por revolucionario.
pero es logiko ke sea kritikado desde toda la "opocicion"

aki esta la prueba de lo dicho anteriormente:


"Trotsky ordenó disparar sobre 1.500 (?) marineros de Kronstadt, los más puros entre todos. Su política cuando estaba en el poder no se diferenciaba en absoluto de la actual política de Stalin." Como es sabido los anarquistas de izquierda deducen la misma conclusión. Cuando por primera vez respondí en la prensa brevemente las preguntas de Wendelin Thomas, miembro de la Comisión de investigación de Nueva York, el periódico menchevique ruso defendió inmediatamente a los marineros de Kronstadt y... a Wendelin Thomas ... [3] El periódico de Miliukov se manifestó en la misma tónica. Los anarquistas me atacaron con mayor vigor aun. Todas estas autoridades alegan que mi respuesta era completamente inútil. Esta unanimidad es todavía más notable puesto que los anarquistas defienden, en el símbolo de Kronstadt, un genuino comunismo antiestatal; los mencheviques, en la época del levantamiento de Kronstadt defendieron abiertamente la restauración del capitalismo y Miliukov lo defiende aún ahora. "


"¿Cómo puede el levantamiento de Kronstadt causar tal disgusto en anarquistas, mencheviques, y contrarrevolucionarios 'liberales' al mismo tiempo? La respuesta es simple: todos estos grupos están interesados en comprometer la única corriente genuinamente revolucionaria, que nunca ha repudiado su bandera, nunca ha transigido con sus enemigos y representa sola el futuro. "
y aki... de nuevo la kontradixion. o el error...
la respuesta a esa pregunta ya estaba mas arriba, pero trotzki aparece kon un diskursito patetiko kon el ke intenta salvarse. "nosotrXs somos la revolucion y el futuro".... ellXs solo nos tienen envidia.... ke imbecil....

sigamos kon la justifikazion de un politiko para asesinar a 30000 personas:


"El problema aquí implicaba una fortaleza marítima de Petrogrado." mmmm.... empiezan a aklararse algunas kosas no?
tal vez, solo tal vez, lo ke realmente importaba era la fortaleza, no el karakter "kontrarrevolucionario" o "kapitalista" del levantamiento...
tal vez esas fueron solo exkusas de un gobernante tan korrompido komo kualkiera, para atakar a akello ke no le konvenia...
tal vez todo tenia motivos "taktikos"...

tal vez....


sigamos:

"Una revolución es 'hecha' directamente por una minoría. "
una frase diskutible...

"Pero me parece recordar que aún en los días de la Insurrección de Octubre los bolcheviques constituían menos de la mitad del Soviet de Kronstadt. La mayoría se componía de social-revolucionarios y anarquistas. No había mencheviques en Kronstadt, pues este partido lo odiaba. Los social-revolucionarios oficiales, incidentalmente, no tenían una mejor actitud hacia él. Estos se pasaron a la oposición con Kerenski y formaron una de las brigadas de los llamados social-revolucionarios de 'izquierda'. Se basaron en la parte campesina de la flota y en la guarnición de tierra. En cuanto a los anarquistas eran el grupo más variado. Entre ellos había verdaderos revolucionarios, como Shuk y Shelezniakov, pero eran los elementos más íntimamente vinculados con los bolcheviques. La mayor parte de los 'anarquistas' de Kronstadt representaban a la pequeña burguesía urbana y pertenecían a un nivel revolucionario más bajo que los social-revolucionarios. El presidente del soviet era un hombre apartidista, 'con simpatías hacia los anarquistas' y esencialmente un oficinista pacífico que había estado antes subordinado a las autoridades zaristas y ahora lo estaba... a la revolución. La ausencia total de mencheviques, de social-revolucionarios de 'izquierda' y el tinte anarquista del pequeño burgués, se debían a lo agudo de la lucha revolucionaria en la flota y a la influencia dominante de las secciones proletarias de los marineros. "


osea.... todos son kontrarrevolucionarios, o "no lo suficientemente revolucionarios".... menos nosotrXs, klaro.


"Si en el período de 1917 a 1918 el marinero de Kronstadt pertenecía a un nivel más alto que el promedio del Ejército Rojo y formaba la armazón de sus primeros destacamentos, tanto como la del régimen soviético en muchos distritos, los marineros que permanecieron en el Kronstadt 'pacífico' hasta comienzos de 1921, sin ajustarse a ninguno de los frentes de la Guerra Civil, pertenecían, en esta época, a un nivel considerablemente más bajo, en general, que el nivel medio del Ejército Rojo e incluían un gran porcentaje de elementos completamente desmoralizados que lucían vistosos pantalones de bota campana y cortes de pelo deportivos. "

inkreible.
"¿komo esta la produxion de robots.. ups, personas/soldados?"
"y... ke keres ke te diga... esta dekayendo...."
"bueno, matemolos"


"La desmoralización, basada en el hambre y en la especulación, había aumentado en gran medida a fines de la Guerra Civil. Los llamados 'portadores de sacos' (especuladores mezquinos) se habían vuelto una plaga social que amenazaba con sofocar la revolución. Precisamente en Kronstadt, donde la guarnición no hacía nada y tenía todo lo necesario, la desmoralización adquirió grandes dimensiones. "

y siguen las exkusas baratas para el asesinato en masa...

"Pero los delegados de los trabajadores de Petrogrado contestaron: 'No conseguirán nada de ellos por bondad. Ellos especulan con ropa, carbón y pan. En este momento en Kronstadt, todo tipo de gentuza ha levantado la cabeza.' "

mmm.. por kuriosidad... esos delegados, serian bolchevikes? habran existido realmente? o seran simplemente mas exkusas....

"Se quejan además de que no tomo en consideración los "documentos", es decir, el evangelio de Majno y los otros apóstoles. [10] Considerar documentos no significa tomarlos al pie de la letra. Marx dijo " ups. marx dijo... (?) y kien es ahora el de los evangelios?
chabon... si vas a kritikar a lXs anarkistas por citar a majno... ke no sea citar a marx lo primero ke hagas...

"Por supuesto, Majno llamó a esto la lucha anarquista con el 'estado'. En realidad esta fue la lucha del pequeño propietario furioso contra la dictadura del proletariado. "
bueno... diferentes puntos de vista, simplemente ;-)



"Solamente una persona completamente superficial puede ver en las bandas de Majno o en la revuelta de Kronstadt una lucha entre los principios abstractos del anarquismo y el 'socialismo de estado'. En realidad, estos movimientos eran convulsiones de la pequeña burguesía campesina que deseaba, por supuesto, liberarse del capital, pero que, al mismo tiempo, no aceptaba subordinarse a la dictadura del proletariado. La pequeña burguesía no sabe concretamente lo que quiere y en virtud de su posición no puede saberlo."

ahi esta. komo se oponen al estado bolchevike, y, komo anarkistas, a kualkier estado, simplemente, no saben lo ke kieren.

sobran razones para asesinarlxs, no?

"Oponiéndose al proletariado, trató, bajo todas estas banderas, de retroceder la rueda de la revolución."

lXs anarkistas terminan siendo kontrarrevolucionarios. algo extraño y dado el termino "anarkistas", kontradiktorio.



me kanse de eskribir.
por ahi sigo mañana.

de kualkier manera, siempre voy a konfiar mas en las palabras de un kampesino o peskador, ke en las de un gobernante kualkiera. este ultimo tiene muchos mas motivos para mentirme ke los primeros.
trotzki, komo kualkier otro gobernante, fue un parasito.
un mantenido.
un explotador.
un asesino.

las razones ke pueda dar por la matanza de kronstadt jamas serán suficientes.

la izkierda ke reinvindika los 30000 muertos de kronstadt, es la ke repudia los 30000 de aka. tal vez tendrian ke ponerse a pensar si es logika esa aktitud.
si 30000 muertos son, o pueden ser, justifikados.

ademas, por kontrarrevolucionaria ke sea la aktitud, estamos hablando de miles y miles de personas. no de gobernantes. no de militares.
personas ke decidieron oponerse al bolchevikismo.
en este momento, reskato la aktitud de las komunas durante la Revolucion Española, en las ke si una persona se negaba a trabajar para la kolektividad, se le entregaba toda la tierra ke fuera kapaz de kultivar. algo mucho mas koherente ke asesinarla.

la libertad, no es tal si no es para el individuo. El partido bolchevike es (fue) tan opresor komo kualkier diktadura. su kausa, falsa.




VIVA LA ANARKIA

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La respuesta está en el propio texto, no sean perezosos, léanla
Por Leonardo Mir - Wednesday, Jan. 26, 2005 at 12:06 AM

La composición política del Soviet de Kronstadt reflejaba la composición de la guarnición y las tripulaciones. La dirección de los soviets en el verano de 1917 pertenecía al partido bolchevique, que se apoyaba en las mejores secciones de los marineros e incluía en sus filas muchos revolucionarios del movimiento clandestino, quienes habían sido liberados de los campos de trabajos forzados.
La caracterización social y política de Kronstadt, que se puede fundamentar e ilustrar con muchos hechos y documentos, es suficiente para iluminar los trastornos que ocurrieron en Kronstadt durante los años de la Guerra Civil y como resultado de los cuales cambió su fisonomía hasta hacerse irreconocible. Precisamente sobre este importante aspecto del problema los acusadores tardíos no dicen una sola palabra, en parte por ignorancia, en parte por malevolencia.
Sí, Kronstadt escribió una página heroica en la historia de la revolución. Pero la Guerra Civil inició una despoblación sistemática de Kronstadt y de toda la flota del Báltico. La desmoralización, basada en el hambre y en la especulación, había aumentado en gran medida a fines de la Guerra Civil. Los llamados “portadores de sacos” (especuladores mezquinos) se habían vuelto una plaga social que amenazaba con sofocar la revolución. Precisamente en Kronstadt, donde la guarnición no hacía nada y tenía todo lo necesario, la desmoralización adquirió grandes dimensiones.Este estado de ánimo, es decir esta hostilidad a la ciudad, alimentó al movimiento de Majno que asaltó y saqueó trenes destinados a fábricas, plantas y al Ejército Rojo, destruyó carrileras, fusiló comunistas, etcétera. Por supuesto, Majno llamó a esto la lucha anarquista con el “estado”. En realidad esta fue la lucha del pequeño propietario furioso contra la dictadura del proletariado. Un movimiento similar se presentó en muchos otros distritos, especialmente en Tambovski, bajo la bandera de “social-revolucionarios”. Finalmente, en diferentes partes del país los destacamentos campesinos llamados “verdes” estaban activos. No querían reconocer ni a los rojos ni a los blancos y rechazaban los partidos de la ciudad. Algunas veces los “verdes” se encontraban a los blancos y recibían golpes severos de éstos, pero por supuesto no recibieron ninguna piedad de los rojos. De la misma manera que a la pequeña burguesía la muelen económicamente las piedras de molino del gran capital y del proletariado, así los destacamentos campesinos fueron pulverizados por los Ejércitos Rojo y Blanco.
Solamente una persona completamente superficial puede ver en las bandas de Majno o en la revuelta de Kronstadt una lucha entre los principios abstractos del anarquismo y el “socialismo de estado”. En realidad, estos movimientos eran convulsiones de la pequeña burguesía campesina que deseaba, por supuesto, liberarse del capital, pero que, al mismo tiempo, no aceptaba subordinarse a la dictadura del proletariado. La pequeña burguesía no sabe concretamente lo que quiere y en virtud de su posición no puede saberlo. Esa es la razón por la cual cubrió tan fácilmente sus peticiones y esperanzas, ya con la bandera anarquista, ya con la populista, ya simplemente con la “verde”. Oponiéndose al proletariado, trató, bajo todas estas banderas, de retroceder la rueda de la revolución.

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¡Son las clases, Guzman, las clases sociales son lo que cuenta!
Por Leonardo Mir - Wednesday, Jan. 26, 2005 at 12:25 AM

Y no Guzman, no acepto eso de que existen "varios tipos de socialismo", no es como ir al shopping a comprarse pantalones de los que hay distintos modelos. El socialismo es uno, y es el sistema previsto científicamente por el materialismo histórico y dialéctico (conocido popularmente como marxismo) como el sistema superador del capitalismo y previo a la extinción de las clases sociales.

El socialismo es un sistema en el cual aún existen clases sociales. Por lo tanto existe imperativamente la necesidad de una dictadura en contra de los capitalistas expropiados. Dictadura que ha de mantenerse hasta desaparecer por "falta de necesidad" de ella. (De un modo análogo a la desaparición "reciente" de los cuartos molares, y la actual de los terceros molares, que aun no ha concluido).

El socialismo es el sistema económico en el cual los intereses defendidos por el estado son los intereses de los productores asociados. Se trata de una cuestión de clases sociales, algo que ustedes no suelen tener presente pero que inevitablemente se debe tener en cuenta al momento del análisis social, económico y político.



La naturaleza de clase del anarquismo [extractado de fundación Friedrich Engels (España) ]

El anarquismo y el marxismo tuvieron una influencia clarísima en la lucha de clases desde mediados del siglo XIX. Cualquier ideología que alcanza determinado eco e influencia refleja también (de una manera más o menos directa, más o menos consciente) los intereses de determinadas clases sociales. Establecer estas relaciones ayuda siempre a comprender la auténtica naturaleza de esas ideologías y situarlas en su contexto histórico.

El anarquismo proclama como objetivo alcanzar una sociedad en la que los individuos se relacionen libremente, según su propia voluntad. En el terreno económico esto se concreta en la defensa de una sociedad libre de productores que intercambian libremente las mercancías, asociándose libremente entre ellos.

A principios del siglo XIX, la gran masa social estaba compuesta por pequeños productores en el campo y en la ciudad. El individualismo anarquista tenía una base social en la que apoyarse. Los pequeños productores querían preservar esa libertad característica de la fase inicial del capitalismo frente al surgimiento de grandes fábricas, al creciente papel de la banca y la actuación del Estado al servicio de la gran burguesía.

De hecho, Proudhon, el precursor más inmediato del anarquismo, defendía una economía mercantil pero sin su desarrollo ulterior inevitable: la concentración del capital, la desaparición de la libre producción como efecto de la libre competencia, y la aparición del monopolio... es decir un capitalismo imposible. En el terreno político aspiraba a la disolución del poder central en pequeñas comunidades inspiradas en la época medieval.

Los anarquistas del siglo XIX denominaban al anarquismo como "la Idea". Aunque el radicalismo anarquista atrajo a sectores descontentos y oprimidos de la sociedad, los primeros activistas de la "Idea" no proclamaban la lucha de clases sino el humanismo. Refiriéndose al anarquismo en la Andalucía rural de finales del siglo XIX, Gerald Brenan en su libro El laberinto español relata lo siguiente: "La idea’, como se llamaba, era difundida por los pueblos por los ‘apóstoles’ anarquistas. En las gañanías de los cortijos, en las aldeas perdidas, a la luz del candil de aceite, los apóstoles hablaban de la libertad, la igualdad y la justicia a auditorios entusiasmados. Se formaban pequeños círculos en los pueblos y aldeas que creaban escuelas nocturnas en las cuales muchos campesinos aprendían a leer, se hacía propaganda antirreligiosa y se practicaba a menudo el vegetarianismo y la abstención del alcohol. (...) Pero la característica principal del anarquismo andaluz era su milenarismo ingenuo. Cada nuevo movimiento o huelga era considerado como la inmediata aparición de una nueva época de plenitud en la que todos —hasta la Guardia Civil y los terratenientes— serían libres y felices. Nadie sabía explicar cómo se conseguiría este objetivo: fuera del reparto de tierras (y ni siquiera esto en algunas zonas) y la quema de la iglesia parroquial, no existía ninguna propuesta positiva".

En las ciudades el movimiento anarquista de mediados del siglo XIX no actuó independientemente de los partidos políticos que aglutinaban a la pequeña burguesía radical. El experimento cantonalista fue aplastado por su falta de objetivos, así como todos los pueblos que, de una forma totalmente descoordinada con el pueblo de al lado, proclamaban el anarquismo. La Guardia Civil podía concentrar sus fuerzas a su antojo ante la carencia total de planes de los insurgentes.

La lucha contra la explotación sólo podía tener un carácter muy desestructurado y repleto de actos individuales de desesperación frente a la represión, con atentados a diversas autoridades políticas y militares. Paradójicamente las luchas de las masas acababan siendo rentabilizadas, pese a los anarquistas, por los partidos burgueses radicales federalistas. No es ninguna casualidad que el primero en traducir y difundir los textos de Proudhon en el Estado español fuera Pi i Margall, artífice del movimiento federalista pequeño burgués de finales del siglo XIX.

La característica fundamental de este periodo es que la clase obrera no había puesto su sello en los acontecimientos. La presencia del anarquismo en España, Italia y Rusia era debida precisamente a su atraso económico en comparación con los demás países capitalistas y la consecuente debilidad de la clase obrera.

La crisis del anarquismo de fin de siglo, más que por los efectos de la represión policial, era el reflejo de que la lucha se polarizaba cada vez más claramente entre la burguesía y la clase obrera.

La Internacional bakuninista celebró su último congreso en 1877. Después de esta fecha, una crisis en la industria relojera arruinó a las pequeñas empresas familiares de los Alpes suizos, cuyo espacio fue ocupado por la producción a gran escala en Ginebra. Eso era el fin del principal punto de apoyo social que tenían los bakuninistas en Europa y fue algo más que un hecho anecdótico o casual, era un indicio de los nuevos tiempos.

El misionerismo, el terrorismo individual, la búsqueda del ‘hombre natural’ mediante las escuelas racionalistas, la figura del bandolero revolucionario, las insurrecciones descoordinadas, el cantonalismo son fenómenos totalmente ligados a la etapa en la que la clase trabajadora no podía desplegar toda su capacidad de lucha —por su debilidad numérica e inexperiencia— ni su temple revolucionario, del que el marxismo no es más que su condensación teórica.

Por "la Idea", por la anarquía, dieron la vida miles de oprimidos. Pero el anarquismo, aunque coetáneo del marxismo, nació mirando hacia el pasado. Se sustentaba en clases sociales que, aunque oprimidas, iban a quedar relegadas a un segundo término en la medida en que la lucha de clases iba teniendo dos protagonistas cada vez más claros: la clase obrera y la burguesía. En cambio, cuando los postulados de Marx y Engels salieron a la luz, la clase obrera apenas había desplegado una pequeñísima parte de su peso social, su capacidad de lucha y su potencial para convertirse en el sostén de una nueva sociedad.



El surgimiento de la clase obrera

Dentro del régimen feudal se fueron desarrollando los primeros pasos de la economía capitalista. Con el florecimiento de la economía mercantil la burguesía fue escalando en la pirámide social. Las revoluciones burguesas, que fueron un enorme progreso para la humanidad, transfirieron el poder político, el control del Estado, a una clase que de hecho ya tenía el poder económico.

Con la clase obrera ocurre lo contrario. Conforme el capitalismo se desarrolla la riqueza se concentra cada vez más en manos de la burguesía. Los trabajadores no pueden vivir más que vendiendo su fuerza de trabajo a los capitalistas que detentan todos los medios de producción necesarios para el funcionamiento de la sociedad. No sólo eso, la burguesía, basándose en su riqueza, inunda a toda la sociedad de sus valores, su ideología... En cambio la única fuerza de la que dispone la clase obrera es la de su unidad consciente para la transformación de la sociedad.

La clase obrera, como otras en otros momentos históricos, es una clase oprimida, pero con propiedades específicas que le permiten acabar con la opresión capitalista.

El trabajo asalariado generalizado y la concentración de los obreros en empresas, superando los límites del pequeño taller, favorecen el desarrollo del sentimiento de solidaridad, de lucha colectiva, de que su trabajo es sólo una parte de una producción que es social, en la que participan otros trabajadores de otras fábricas y de otras ramas. Por eso en un trabajador difícilmente arraiga el sentido de propiedad sobre el instrumento de trabajo o sobre la fábrica. La enorme amplitud de los intercambios de mercancías entre las diferentes ramas, países, etc. obliga a los trabajadores a tener una visión más amplia del funcionamiento de la sociedad que un productor aislado en su parcela, por poner un ejemplo.

La clase obrera actúa de forma independiente frente a la burguesía porque es la única que puede adquirir conciencia de que la sociedad puede seguir funcionando sobre otras bases, prescindiendo de la burguesía. Potencialmente tiene la última palabra en el funcionamiento de la economía. Nada funcionaría sin el consentimiento de la clase trabajadora.

La clase trabajadora, en la que incluimos los trabajadores asalariados del campo, no es la única clase oprimida de la sociedad; también lo son los pequeños comerciantes, los campesinos pobres, las personas que ni siquiera tienen el privilegio de ser explotadas y que forman grandes bolsas de miseria en las grandes ciudades, etc. Pero ninguna de esas clases puede jugar un papel decisivo e independiente en la lucha por la transformación de la sociedad. Debido a las condiciones en que trabajan, viven y se relacionan, los trabajadores alcanzan un nivel de conciencia, de capacidad de organización y de lucha al que no llegan otras clases sociales. Evidentemente hay que entender que este proceso no es automático y que pasa por diferentes etapas.

El papel que atribuye el marxismo a la clase obrera no tiene por lo tanto nada de romántico; se basa en el análisis científico y en la experiencia. Naturalmente el carácter revolucionario de los trabajadores se revela cuando actúa realmente como clase, es decir colectivamente y organizadamente. La clase no es la mera suma de los individuos que la componen y no encontraremos todas las propiedades de la clase en cada uno de los individuos y en cualquier momento. Cuando la clase obrera actúa como clase se diluyen los intereses individuales, los sectores más decididos arrastran a los más indecisos, los más conscientes ayudan a los menos conscientes, etc.

La concepción del anarquismo acerca de la naturaleza del proletariado es muy imprecisa. Bakunin, por ejemplo, defendía que la clase más revolucionaria era el lumpemproletariado, porque "estando casi totalmente incontaminada por toda la civilización burguesa, lleva en su corazón, en sus aspiraciones, en todas las necesidades y las miserias de su situación colectivista, todos los gérmenes del socialismo futuro, y que es la única con suficiente poder hasta hoy en día para iniciar la Revolución Social y conducirla hasta el triunfo".

Mientras el marxismo ve en el desarrollo del proletariado, por todas las razones que hemos apuntado más arriba, una mejora de la correlación de fuerzas en la lucha contra el capitalismo, la concepción bakuninista se fijaba en los sectores de la sociedad más afectados por la descomposición social que implica el capitalismo, otorgando al lumpen un papel revolucionario que nunca podrá tener.

No falta en la actualidad quien vea en la clase obrera "contaminación burguesa" por el hecho de tener un coche, o un vídeo u otras pequeñas necesidades que pueden cubrirse con un salario. Es un factor que tienen en común tanto los reformistas como los grupos ultraizquierdistas y anarquistas. Unos pretenden justificar con esta idea la imposibilidad de luchar por transformar la sociedad y otros para lanzarse en busca de oprimidos "descontaminados" al margen de las relaciones de producción, a los que otorgan una capacidad revolucionaria "pura".



El papel de la organización

La clase trabajadora, desde su aparición en la escena de la historia hasta hoy día, también ha tenido un aprendizaje.

El primer paso de la clase trabajadora fue unirse en sindicatos para enfrentarse organizadamente a los patronos. Primero en el ámbito de cada empresa y luego a nivel de distintos sectores de la producción, hasta llegar a escala estatal.

Pero la experiencia demostró que la organización sindical, si bien era un paso fundamental, no era suficiente. Las mejoras salariales, la reducción de las horas de trabajo, las vacaciones..., ni eran ni son conquistas duraderas. Tarde o temprano, lo que la burguesía da en un momento determinado lo quita en otro en el que la correlación de fuerzas le es más favorable. Pronto quedó claro para la vanguardia del movimiento obrero, la necesidad de una lucha más global contra la burguesía. Para hacer las conquistas más permanentes, era necesario dar una perspectiva más general a la lucha económica y por mejoras inmediatas. También se hacía necesaria la lucha por derechos que no se podían arrancar fábrica a fábrica, como el derecho a reunión, manifestación, el derecho a la libre propagación de ideas... Era necesario hacer frente a las maniobras de la burguesía, a la utilización que ella hacía de las diferencias culturales y lingüísticas de los trabajadores, de las diferentes formas de Estado (democracia, dictadura, monarquías constitucionales, y demás), de la guerra, etc. En definitiva, era necesaria la participación de los trabajadores en la política como forma de alcanzar la plena libertad y emancipación de los oprimidos.

Igual que la organización en sindicatos, la participación en la vida política surgió como una necesidad de la lucha de la clase trabajadora. La clase obrera no podía quedar limitada a la actividad sindical mientras la burguesía actuaba en todos los frentes de la vida: político, ideológico, filosófico, cultural, etc... Indudablemente el éxito en el terreno de la lucha inmediata, sindical, está totalmente ligado a una lucha política e ideológica correcta, que sea capaz de animar, de hacer comprender los procesos generales.

De hecho la utilización del aparato represivo del Estado no es el único método, y en muchos periodos ni siquiera el más importante, que utiliza la burguesía para mantener su dominación. En muchas ocasiones a la burguesía le basta que cuaje la idea de que cambiar su sistema es imposible, de que es insustituible; le basta infundir al proletariado la sensación de que es impotente para hacer frente a un sistema aparentemente tan poderoso y de encabezar la lucha por otra sociedad.

El principal factor con el que juega la burguesía es la inconsciencia de la clase trabajadora de su propia fuerza.

El dominio ideológico es mucho más cómodo y seguro que la represión directa. La burguesía utiliza los más mínimos rasgos que diferencian a un sector de la clase obrera de otro para dividirles y echar una cortina de humo sobre la verdadera causa de todos los problemas que es la existencia del capitalismo. Utilizan las diferencias culturales, lingüísticas, incluso las diferentes condiciones laborales que ellos mismos han impulsado para intentar crear división.

Como reacción a la utilización combinada de todos estos factores, la clase obrera ha respondido con la única arma a su alcance: la fuerza de su unidad, primero en la lucha económica organizándose en sindicatos y luego en el terreno político e ideológico, creando partidos.

Evidentemente la participación de las masas en esos procesos no es automática ni simultánea.

La gran mayoría de los trabajadores no se organizan en sindicatos o participan en la vida política por inspiración teórica, sino por la conclusión que sacan de su experiencia cotidiana. Y cuando lo hacen tampoco abrazan directamente la idea de la revolución socialista o de la transformación radical de la sociedad. Un sector de los trabajadores y de los jóvenes sí lo hacen, pero a la inmensa mayoría de la gente le resulta más fácil aceptar la idea de un cambio gradual de la situación mediante la suma de pequeñas mejoras sucesivas, evitando así un cambio brusco, traumático. La idea de transformar la sociedad mediante pequeños cambios y reformas parece bastante más práctica que la revolución. Eso es muy normal, la mente también tiende hacia la línea de menor resistencia... hasta que la realidad se hace insoportable.

La conciencia humana no es un factor acelerador de los procesos históricos. Muy a pesar de lo que piensan los idealistas, que sitúan la evolución histórica a remolque de las ideas, los procesos se dan precisamente al revés. La conciencia tiene tendencia a adaptarse a la situación hasta límites insospechados. "Esto está mal, es cierto. Pero si siempre ha sido así, no es posible cambiarlo". Cuando la inmensa mayoría de los trabajadores y jóvenes deciden romper con esta rutina e intentan cambiar las cosas, no lo hacen por haber leído ni una línea de marxismo o anarquismo, entre otras cosas porque el capitalismo agota las energías de los trabajadores en largas horas de trabajo, hasta el punto de que lo último que se propone al llegar a casa por la noche es leer algo "de teoría". La conciencia siempre refleja con retraso los procesos que se dan en la base material de la sociedad.



¿Es mala la participación en política?

La política es un reflejo de la disputa entre las diferentes clases sociales por la hegemonía social, aunque normalmente esa disputa aparezca de forma muy distorsionada y diluida.

Es sólo cuando el enfrentamiento entre las clases es más abierto, por ejemplo durante una huelga general, cuando se hace inevitable un posicionamiento más claro por parte de todos los políticos, los partidos, los sindicatos, los intelectuales, los sociólogos y hasta de todos los que teóricamente abjuran de la política o de ‘los asuntos terrenales’, como los curas y los jueces.

La política de la burguesía es el conjunto de maniobras, ideas, tácticas, que utiliza para mantener su dominación. La política burguesa está hecha para confundir, dividir y desmoralizar a los trabajadores. ¿Cómo contrarrestar esta influencia?

Para los marxistas hay que participar en política defendiendo una auténtica política de clase, denunciando las maniobras y los engaños de la burguesía. Hay que defender y demostrar que existe un tipo de sociedad diferente que podemos construir, sin desempleo, sin miseria, con justicia y con igualdad. Hay que utilizar todas las formas posibles para que esas denuncias y alternativas lleguen al máximo número de trabajadores y jóvenes. Hay que agrupar a todos los sectores más conscientes de la clase obrera para que este trabajo sea más eficaz, para evitar la dispersión de fuerzas. Hay que participar en política, para que las ideas revolucionarias tengan una influencia masiva y se conviertan en una fuerza material.

La participación en la vida política ha sido considerada por parte de la clase trabajadora como una necesidad en la lucha contra la burguesía a lo largo de la historia. Lejos de ser una imposición ‘externa’ o ‘antinatural’ la creación de partidos políticos obreros, a finales del siglo XIX fue producto de una maduración interna de la clase obrera, de su capacidad de actuar como clase de una forma independiente, con fines propios y contrapuestos a los de la burguesía.

A la teoría anarquista le ocurre con la política lo mismo que con el poder o el Estado, es decir, le quita su carácter de clase, dando más importancia a la forma que al fondo. Ocurre lo mismo con los partidos, la centralización, la disciplina, las decisiones "desde arriba", los líderes, etc. No importa si proceden o están al servicio de la burguesía o del proletariado.

En sus inicios los ideólogos anarquistas proclamaban un odio furibundo contra la lucha sindical de los trabajadores. Desde su punto de vista, la lucha sindical por mejoras salariales era, por su propia naturaleza, el reconocimiento del sistema de explotación burgués en tanto que se reconocía la aceptación de un salario. Cualquier acto que no condujese inmediatamente a la huelga general revolucionaria contra el poder era conciliarse con ese mismo poder. El bandolero, el lumpen, la sociedad medieval con sus pequeños gremios de trabajadores autónomos eran la fuente de inspiración de los ideólogos anarquistas y no el sindicalismo obrero.

Esos planteamientos chocaban evidentemente con los trabajadores industriales e iban a contrapelo del propio desarrollo económico y social. El anarquismo si quería sobrevivir tenía que ganarse el apoyo del movimiento obrero y con ello dejar cada vez más atrás sus postulados originales.



Surgimiento del anarcosindicalismo

La persistencia del anarquismo en algunos países como España se explicaba menos por razones socioeconómicas —señaladas anteriormente— y cada vez más por motivos de tipo político. Los dirigentes de los partidos socialistas de la I Internacional y de la II Internacional giraron a la derecha abandonando el marxismo que originalmente les había inspirado. Adoptaron actitudes y políticas que provocaban un rechazo cada vez mayor entre los trabajadores. Muchos dirigentes socialistas apoyaron a la burguesía en los momentos decisivos, como en la I Guerra Mundial. Cayeron en el cretinismo parlamentario, abandonando la lucha de clases y renunciando definitivamente a la transformación socialista de la sociedad.

Ese fenómeno supuso un enorme balón de oxígeno para el anarquismo que, aun cayendo en políticas equivocadas, podía presentar a muchos de sus dirigentes libres de pasteleos con la burguesía. Esto se produjo en el caso del Estado español, que fue el último país en el que el anarquismo tuvo una influencia de masas.

Sin embargo en la medida en que el anarquismo tuvo un apoyo más masivo entre los trabajadores asalariados —y no en el productor individual, su clase ‘natural’— tuvo que desechar, más en la práctica que en el lenguaje, sus postulados originales.

Era insostenible estar en contra de la organización sindical cuando ésta resultaba ser la tendencia más natural y primaria de la clase obrera cuando empezaba a participar como clase. Los planteamientos anarquistas sufrieron un vuelco en un sentido: mientras que los bakuninistas, y en general los partidarios originarios de la "acción directa", rechazaban el sindicalismo porque aceptaba "pactos" con la burguesía y ninguna acción era revolucionaria si no tenía como objetivo inmediato la abolición del Estado, los anarcosindicalistas contraponían el sindicalismo, como una actividad legítima, a la actividad política, que permanecía en el campo de lo prohibido, por ‘autoritario’.

Pero la aceptación de la organización sindical de una forma abierta, esa concesión al campo del ‘autoritarismo’, no dejaba el anarquismo a salvo de sus contradicciones inherentes, sino que las agudizaba todavía más. En la medida en que el anarcosindicalismo pudo influir verdaderamente en la clase obrera sufría cada vez más sus presiones y también las de la burguesía. Conscientes de su enorme peso numérico, la no participación en las elecciones se hacía cada vez más incomprensible. Había que tomar posturas políticas frente a los acontecimientos nacionales e internacionales. El terrorismo individual y la lucha sindical sabía a poco a una clase que empezaba a sentir, intuitivamente, su peso específico en la sociedad.

La aversión a la participación en la política podía tener cierta aceptación sólo en la medida en que la clase obrera no podía jugar aún un papel decisivo; este rechazo tenía bases firmes mientras la política era percibida como una pelea por arriba, entre distintas facciones de la clase dominante —como así ocurrió desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX, con la sucesión pactada en el gobierno de conservadores y liberales— en la que los trabajadores, dispersos, sólo eran los invitados de piedra.



El anarquismo y la revolución española

El proceso revolucionario que sacudió el Estado español en los años 30 fue una prueba de fuego para todas las tendencias políticas del movimiento obrero, incluidos los anarquistas que tenían entonces una influencia masiva entre los trabajadores, a través de la CNT.

En este documento es imposible analizar a fondo las lecciones de la II República y la guerra civil española de los años 30, pero es muy ilustrativa la postura de la CNT en la cuestión electoral y la participación en el gobierno para el tema que estamos tratando.

La postura tradicional de la CNT era el abstencionismo electoral. Desde un punto de vista marxista, la transformación socialista de la sociedad nunca será obra del parlamento sino de la acción revolucionaria directa de las masas trabajadoras. Eso no significa que desde el punto de vista de la lucha en la calle, desde el punto de vista de las tareas prácticas de la clase obrera en su camino hacia la revolución, "dé igual" quién esté en el gobierno, ni que consideremos negativa "por principio" la participación de los trabajadores en unas elecciones.

Para ilustrar la idea anterior con un ejemplo, podemos remontarnos a la época del Bienio Negro. Las circunstancias concretas en las que se celebraron las elecciones de 1933 fueron de extrema polarización. Por un lado se presentaba la extrema derecha, ansiosa de ganar las elecciones para poder reforzar la ofensiva contra el movimiento obrero desde el gobierno y, por otro lado, el PSOE y otras fuerzas menores de la izquierda en aquel momento, como el PCE. Sin duda la política del PSOE desde 1931 había sido decepcionante para millones de trabajadores y campesinos pero, con todo, había una diferencia abismal con los enemigos directos y viscerales de la clase obrera, que eran los partidos encabezados por Gil Robles.

Sin embargo la CNT defendió activamente la abstención y el apoliticismo, hecho que tuvo su efecto en el movimiento obrero que era donde los anarquistas tenían influencia.

Pocos días antes de las elecciones Tierra y Libertad declaraba: "¡Trabajadores! ¡No votéis! El voto es la negación de vuestra personalidad. Volved la espalda al que os pida vuestro voto, es vuestro enemigo, quiere encumbrarse a costa de vuestra candidez. (...) Para nosotros todos son iguales, porque igualmente enemigos nuestros son todos los políticos. (...) Nuestros intereses son únicamente el trabajo, y éste lo defendemos sin necesidad del Parlamento. (...) Ni republicanos, ni monárquicos, ni comunistas, ni socialistas. (...) No os preocupe el triunfo de las derechas ni de las izquierdas en esta farsa. Aquí no hay más que derechas recalcitrantes. La única izquierda auténticamente revolucionaria es la CNT, y por serlo, no le interesa el Parlamento, que es un prostíbulo inmundo donde se juega con los intereses del país y de los ciudadanos".

La campaña abstencionista de la CNT no sirvió para plantear ninguna alternativa revolucionaria a los dirigentes del PSOE y no impidió la victoria de la CEDA y abrir paso al Bienio Negro, caracterizado por la feroz represión contra el movimiento obrero y campesino, así como la recuperación por parte de los ricos de muchas de las conquistas arrebatadas con la lucha en el periodo anterior.

La postura de la CNT causó enormes tensiones en el propio movimiento anarquista, y en general en el movimiento obrero, que se reflejaron en el cambio de postura en las elecciones de febrero de 1936. De una forma mucho más correcta que antes criticaron el programa del Frente Popular, pero no recomendaron la abstención. La probable liberación de los presos políticos anarquistas y de izquierdas encarcelados durante el Bienio Negro, si ganaba el Frente Popular, era una prueba práctica de que la participación electoral, en aquellos momentos, no entraba en contradicción en absoluto con las tareas de la Revolución. En un contexto de extrema polarización entre las clases, seguir defendiendo que daba igual la "derecha o la izquierda", o que "nosotros no necesitamos gobierno", hubiera sido un precipitado suicidio para el movimiento anarquista.

Diego Abad de Santillán, en su libro Por qué perdimos la guerra*, explicó cómo desde las primeras elecciones "las derechas se acercaron con medio millón de pesetas para que realizásemos la propaganda antielectoral de siempre". Efectivamente, el abstencionismo político de la CNT, lejos de ser una posición "apolítica", se encuadraba perfectamente en los objetivos políticos de la burguesía en aquellos momentos.

Poco después de las elecciones de febrero de 1936 la burguesía organizó el levantamiento militar del 18 de julio, que fue respondido por los trabajadores de forma heroica. Decenas de miles de obreros en todo el Estado asaltaron los cuarteles, sofocando el golpe en las principales ciudades, tomando el control de las empresas y en general de la vida del país. Como los marxistas explicaron en aquel periodo, y especialmente León Trotsky, la victoria contra el fascismo en la guerra estaba estrechamente vinculada al triunfo de la revolución socialista en el campo republicano. A pesar de que de hecho los trabajadores tenían el control de la situación los restos del Estado burgués aún no habían desaparecido. La política seguida por el Frente Popular, por los dirigentes del PSOE y del PCE, era la de "primero ganar la guerra y luego hacer la revolución". Todo su empeño se orientó a reconstruir el maltrecho Estado burgués y destruir los elementos de poder obrero que se habían creado en toda la zona republicana, especialmente en Catalunya.

Para esa reconstrucción era necesaria una legitimación por la izquierda que sólo podían ofrecer los dirigentes de la CNT, menos desgastados que los dirigentes del PSOE y del PCE. Salvo honrosas excepciones, como la de Buenaventura Durruti, los dirigentes de la CNT cayeron en la trampa, justo en el momento más decisivo. Ya en agosto de 1936 la CNT participa con el PNV, un partido declaradamente burgués y de derechas, en la Junta de Defensa Vasca, sin que esa ruptura con la línea anterior mereciera una explicación en la prensa anarquista. Después participa en el gobierno de la Generalitat en Catalunya, con los partidos de la burguesía catalana y finalmente participa en el gobierno central con cuatro ministros, en un momento en que los líderes estalinistas deciden pasar a la ofensiva y liquidar los órganos de poder obrero que todavía subsistían desde la insurrección del 19 de julio.

En esencia los dirigentes de la CNT habían abandonado la perspectiva de la revolución social (por utilizar un término del lenguaje anarquista) en el mismo momento en que ésta se estaba produciendo y más que nunca era necesaria una actitud firme y decidida en este sentido. ¡Todos las radicales frases contra "los gobiernos" no impidieron su participación en él precisamente cuando éste estaba suspendido en el aire por la propia acción de los trabajadores! ¡Precisamente cuando la preocupación fundamental de ese gobierno era aniquilar el poder de los trabajadores en la calle!

"La entrada de la CNT en el gobierno central es uno de los hechos más trascendentales que registra la historia política de nuestro país. De siempre, por principio y convicción, la CNT ha sido enemiga antiestatal y enemiga de toda forma de gobierno.

"Pero las circunstancias... han desfigurado la naturaleza del gobierno y del Estado español.

"El gobierno en la hora actual, como instrumento regulador de los órganos del Estado, ha dejado de ser una fuerza de opresión contra la clase trabajadora, así como el Estado no representa ya el organismo que separa a la sociedad en clases. Y ambos dejarán aún más de oprimir al pueblo con la intervención en ellos de elementos de la CNT"*. Así se expresaba Solidaridad Obrera, principal órgano anarcosindicalista, para justificar una política que en muy poco se diferenció del estalinismo y del reformismo.

Con la conformidad de los ministros de la CNT se aprobaron decretos que estipulaban la disolución de los comités obreros formados en centenares de ciudades y pueblos sustituyéndolos por la vieja administración burguesa. Asimismo se aprobó un decreto que suprimía los controles en las carreteras y en las entradas de los pueblos establecidos por esos comités transfiriendo sus funciones a las fuerzas al Ministerio de Gobernación.

Lo peor es que esta actitud por parte del gobierno no podía pillar por sorpresa a los dirigentes de la CNT. En un artículo escrito varios años después de la guerra, Federica Montseny, una de las principales dirigentes de la CNT y que participó como ministra en el gobierno afirmaba que "Sabía, sabíamos todos, que a pesar de que el gobierno no era, en aquellos momentos, gobierno, que el poder estaba en la calle, en manos de los combatientes y de los productores, el poder [gubernamental] volvería a coordinarse y a consolidarse y, lo que es más doloroso y terrible, con nuestra complicidad y con nuestra ayuda, devorando moralmente a muchos de nuestros hombres"**.

Estas palabras encierran el reconocimiento de la total bancarrota de los dirigentes anarquistas sometidos a la prueba de la revolución.

Es precisamente en los momentos de revolución y contrarrevolución, cuando las clases sociales actúan desplegando todas sus energías, cuando se revelan con más fuerza que nunca las tendencias ideológicas fundamentales, desapareciendo el envoltorio y los aspectos formales con los que se podían presentar en tiempos de relativa paz social. Así, en el conflicto real entre las fuerzas de la revolución y la contrarrevolución los postulados acerca del ‘Individuo’ y la ‘Autoridad’ quedaron relegados, cada vez más, a un cascarón vacío de contenido.

Pero tanto la política como la naturaleza aborrecen el vacío. Ese vacío sólo podía ser rellenado en aquel momento por el "realismo" tras el que se escondían los estalinistas y los reformistas, con su programa a favor de reconstruir el Estado burgués y no molestar a las potencias occidentales, o con una alternativa revolucionaria que defendiese consolidar el poder de los trabajadores sobre la base de los comités de obreros y soldados, su coordinación estatal y la defensa de un programa revolucionario que pasara por la expropiación de la propiedad capitalista, el control obrero de la producción y la extensión de la revolución a Europa y el norte de África. Lo que quedó claro en esos acontecimientos decisivos fue que el apoliticismo anarquista no sirvió ni para combatir al fascismo, ni para construir una alternativa revolucionaria al reformismo y al estalinismo.

Para el marxismo no se trata de analizar si la política es buena o mala en general. Lo único que se puede decir de la política en general es que si tú no vas a ella, ella viene a ti. En el campo de la acción, de la lucha de clases, el apoliticismo no existe más que como una variante reaccionaria de la política.

 

 

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¡VIVA TROTSKY!
Por marinero rojo - Wednesday, Jan. 26, 2005 at 11:27 AM

Lástima que quedaron algunos anarcos vivos...
(igual los de hoy son tan light, onda CTA)

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a leonardo mir
Por gusman - Wednesday, Jan. 26, 2005 at 4:23 PM

esta bien. solo hay un socialismo.

no hay socialismo si hay privilegios.

por lo tanto el uniko socialismo es el antiestatal


al final nos pusimos de akuerdo.

saludos!

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muerte alos stalinistas y todos sus aliados troskistas
Por lionel garcia - Wednesday, Jan. 18, 2006 at 9:24 PM
condenadoalexito2005@yahoo.com.ar 1544187383

VIVA EL MOVIMIENTO ANARQUISTA,LABURGUESIAY SUS ALIADOS LOS TROSKISTAS, ESTALINISTAS SIEMPRE CONFABULARON CONTRA LAS IDEAS LIBERTARIAS .VIVAN PARA SIEMPRE LOS ANARCOS MUERTOS EN ARGENTINA|

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che, pero leyeron el texto?
Por leonardo mir - Thursday, Jan. 19, 2006 at 11:41 AM

daaaaaaaale, no sean peresozos, lean el texto!

no soy yo el que tengo que pensar y autocriticarme, sino ustedes! y si ustedes no lo hacen y no concluyen que el que tengo razon soy yo y Trotsky, entonces es porque tienen pereza intelectual y son contrarrevolucionarios.

che, y para la proxima lean un texto pro-nazi justificando el holocausto. y si los anti-nazis no acuerdan conmigo es porque tienen pereza intelectual.

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