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El legado de un Revolucionario
Por El Militante - Friday, Jan. 28, 2005 at 4:40 PM
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nicio de la explotación agrícola en Centroamérica A finales del siglo XIX la economía centroamericana fue dirigida por sus gobiernos liberales hacia el monocultivo de café, que comenzó en Costa Rica pero llegó a su supremacía de producción en Guatemala y El Salvador. La expropiación de tierras a la población rural garantizó a los grandes terratenientes mano de obra abundante y barata. Los mecanismos de cultivo no superaban por mucho los de la jardinería común. Para acelerar la producción y distribución, Guatemala en 1908 y Costa Rica en 1890, concluyeron la construcción de vías ferroviarias hacia el océano Atlántico, éstas trajeron como consecuencia la penetración y colonización bananera y de vías de comunicación por la burguesía norteamericana: United Fruit Company, la Cuyamel Fruit Company (fusionada con la primera en 1929) y la Standard Fruit and Steamship Company.

A finales del siglo XIX la economía centroamericana fue dirigida por sus gobiernos liberales hacia el monocultivo de café, que comenzó en Costa Rica pero llegó a su supremacía de producción en Guatemala y El Salvador. La expropiación de tierras a la población rural garantizó a los grandes terratenientes mano de obra abundante y barata. Los mecanismos de cultivo no superaban por mucho los de la jardinería común. Para acelerar la producción y distribución, Guatemala en 1908 y Costa Rica en 1890, concluyeron la construcción de vías ferroviarias hacia el océano Atlántico, éstas trajeron como consecuencia la penetración y colonización bananera y de vías de comunicación por la burguesía norteamericana: United Fruit Company, la Cuyamel Fruit Company (fusionada con la primera en 1929) y la Standard Fruit and Steamship Company.

Se excluyó políticamente por completo a la población, que vivía en condiciones esclavas y miserables, mientras los gobiernos estaban en manos de personajes dictatoriales, como Manuel Estrada Cabrera en Guatemala (retratado en El Señor Presidente por Miguel Ángel Asturias) o por familias como los Meléndez-Quiñones en El Salvador que gobernaron de 1913 a 1927. El papel del proletariado agrícola, de sus nacientes sindicatos, la autonomía universitaria en Guatemala y la invasión política, económica y militar del imperialismo estadounidense, fueron los elementos detonantes de explosiones sociales que han marcado el desarrollo revolucionario centroamericano. Es el contexto donde surgieron figuras importantes para la lucha de clases, entre ellas el salvadoreño Agustín Farabundo Martí.

El proceso de unificación de Centroamérica ha sido un tema recurrente, sin embargo el imperialismo ha dado fuertes golpes contra ella y en pro del despojo, la explotación y represión conjunta, estratégicamente planeada, en este territorio. El apogeo económico que en un principio representó el cultivo y exportación del café y más tarde del banano no permaneció sin cambios debido a que son productos perecederos, de consumo secundario para muchas culturas. La depresión del precio del café afectaba a la economía de toda América Central y con ella los niveles de vida de los trabajadores quienes eran considerados menos valiosos que un animal de granja. La situación trajo consigo la organización de la clase obrera y su solidaridad, pues las luchas que se llevaban a cabo en un país tenían eco en los otros, quienes reconocían la fuerza de la unidad y las coincidencias de sus aspiraciones de clase en sus luchas.

Farabundo Martí y su lucha junto a los trabajadores

Farabundo Martí nació en Teotepeque, La Libertad, el 5 de mayo de 1893, fue el sexto de 14 hijos. Creció en un ambiente agrícola en las montañas de la costa balsamera. Ingresó a la Universidad Nacional de su país a la carrera de Jurisprudencia y Ciencias Sociales. Participó desde su juventud en la lucha contra el régimen de Meléndez-Quiñones que gobernó El Salvador durante 14 años.
En Guatemala la dictadura de Estrada Cabrera, quien gobernó 22 años, estaba siendo derrotada a través de la lucha del pueblo y dirigida por el Partido Unionista Guatemalteco. La Asociación de Estudiantes Unionistas fue apoyada directamente por Farabundo Martí en un acto que le costó la prisión en Zacatecoluca. Fue deportado a Guatemala en 1920 y continuó sus estudios en la Universidad San Carlos de Guatemala (USAC).

El espíritu de unidad de clase no nacionalista, lo vemos reflejado en la vida de Farabundo Martí quien, expulsado de su país, llegó a Guatemala y trabajó como obrero y peón, se comprometió con la lucha de los trabajadores hasta que fue denunciado por sus patrones alemanes en las fincas de café y decidió partir a México. En México se relacionó con el movimiento obrero y estudió la revolución de 1910.

En 1925 se fundó en Guatemala el Partido Comunista Centroamericano como continuación del movimiento de izquierda que terminó con la dictadura de Estrada Cabrera. Sin embargo, el dictador Jorge Ubico era presidente entonces y aplastó el movimiento que representaba un intento de organización política y de unificación obrera centroamericana. Farabundo Martí tenía el cargo de secretario del exterior. Después de la disolución del PC centroamericano, Martí regresó a El Salvador clandestinamente y trabajó entre 1925 y 1928 con la Federación Regional de Trabajadores de El Salvador.

En 1928 Martí viajó a Nueva York, Estados Unidos, donde la dirección central de la Liga Antiimperialista de la Américas le encargó viajar a Nicaragua como representante ante Augusto César Sandino que dirigía una de las luchas más importantes contra el imperialismo en Centro América. Al lado de Sandino alcanzó el grado de coronel del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, fue miembro del estado Mayor Internacional de Sandino y su Secretario Privado.

En 1930 regresó a El Salvador y fundó el Partido Comunista Salvadoreño que se puso a la cabeza de los trabajadores del campo y la ciudad descontentos con el régimen burgués de su país y sus condiciones de vida. La depresión económica estadounidense de 1929 agudizó la crisis económica y con ella la organización de la clase trabajadora. A finales del año 30 Martí fue deportado nuevamente a Florida en una embarcación con trabajadores que le brindaron su apoyo para volver al Puerto de Corinto en Nicaragua donde huyó en bote a El Salvador en febrero de 1931.

La insurrección de 1932 en El Salvador

De 1927 a 1931 gobernó El Salvador Pío Romero Bosque. En 1931 el terrateniente Arturo Araujo, educado en Londres y simpatizante del laborismo inglés ganó las elecciones con el apoyo de sindicatos e intelectuales. Sin embargo 10 meses bastaron para que colapsara su gobierno que mataba de hambre a los trabajadores y tampoco quedaba bien con la burguesía debido a la crisis económica. Un golpe de estado en 1931 convirtió a Maximiliano Hernández Martínez (vicepresidente y ministro de guerra de Araujo) en presidente. Los comicios fraudulentos fueron determinantes para la movilización del pueblo que suspendió las votaciones en varias zonas. A pesar de que el gobierno declaró estado de sitio y la ley marcial, se sucedieron alzamientos y combates en todo el país, miles de trabajadores, obreros y campesinos pobres con machetes y algunos cuantos fusiles asaltaron cuarteles, guarniciones policiales, oficinas municipales, telégrafos, almacenes y fincas.

Mientras tanto el imperialismo norteamericano e inglés enviaban buques de guerra en apoyo al general Hernández Martínez, quien escribió el siguiente telegrama avisando su suficiencia: “En saludo a honorables comandantes declaramos situación absolutamente dominada fuerzas gobierno El Salvador. Garantizadas vidas propiedades ciudadanos extranjeros acogidos y respetuosos leyes de la República. La paz está establecida en El Salvador. Ofensiva comunista desechada sus formidables núcleos dispersos. Hasta hoy cuarto día de operaciones están liquidados cuatro mil ochocientos comunistas” . La insurrección fue sanguinariamente reprimida.

El 31 de enero de 1932 Farabundo Martí junto con los líderes estudiantiles Alonso Luna Calderón y Mario Zapata fueron condenados a muerte en el Cementerio General de San Salvador. El saldo de la rebelión de 1932 varía ente 10 mil y 30 mil muertos. Catastróficas escenas de la masacre podían observarse en todo El Salvador, las víctimas fueron enterradas casi en toda la superficie del territorio, donde pensaría la burguesía que podía ocultarse la opresión sufrida por el pueblo trabajador y la conciencia de clase salvadoreña.

Por la unificación de la lucha en Centroamérica

Los marxistas sabemos que debemos estudiar las experiencias para aprender y prepararnos para nuevas luchas. No es una utopía burocrática, como dijo Trotsky en Problemas de la insurrección y de la guerra civil, estudiar y enriquecer el arte militar revolucionario. A pesar de las diversas situaciones bajo las cuales se desarrolla una insurrección, no debe perderse de vista la subordinación de las acciones a la línea política general la cual tiene que tener como principal fundamento la orientación hacia el movimiento obrero y a sus organizaciones tradicionales, sindicatos y partidos, y basada en los métodos que les han permitido a los trabajadores sus más importantes conquistas: las movilizaciones masivas y la huelga general.

Las movilizaciones del proletariado deben prepararse minuciosamente, contar con una planificación que abarque a trabajadores de diferentes sectores y que base su estrategia en la experiencia y la teoría marxista. El papel que jugaron los trabajadores centroamericanos y mexicanos permitió el desarrollo y actuación política de Farabundo Martí, sin embargo la lucha obrera debe actuar unificadamente para no ser sangrientamente reprimida como lo fue en 1932 en El Salvador.

A un poco mas de siete décadas de la insurrección revolucionaria del 31, el pensamiento internacionalista de este que fuera uno de los gigantes en la lucha de clases de Centroamérica y de toda América Latina durante el siglo XX, sigue más vigente que nunca. La unificación de la lucha del conjunto de los trabajadores y campesinos pobres de toda Centroamérica acompañada de un programa de clase que exponga claramente y sin ningún tipo de prebendas para la burguesía, aun aquella que algunos llaman “progresista” o “nacionalista”, la necesidad de aniquilar la propiedad privada sobre los principales medios de vida (las fábricas, la tierra, los bancos, etcétera) es la calve para poner fin la larga pesadilla del capitalismo. Esas fuerzas deben ser puestas bajo el control democrático de los trabajadores y campesinos pobres por medio de comités que planifiquen y administren la producción ya no para el beneficio de algunos cuantos, sino para el conjunto de todos aquellos que bajo la sociedad burguesa solo podemos obtener explotación, represión y miseria.

Sólo bajo estas condiciones podrá ser derrotada la oligarquía centroamericana y erradicado para siempre el feroz yugo que el imperialismo le ha impuesto a las diferentes naciones de esta región del mundo. Recuperemos el legado revolucionario de Farabundo Martí.

¡Contra la opresión imperialista!
¡Contra la tiranía de la oligarquía!
¡Viva la Revolución Centroamericana!
¡Por una Federación Socialista de Centroamérica!

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