FUERA YANKYS DE IRAK !! NO A LAS ELECCIONES TRUCHAS DE BUSH !!!
Por EL MILITANTE -
Saturday, Jan. 29, 2005 at 7:39 AM
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UN ENGAÑO CÍNICO |
ELECCIONES EN IRAQ
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Autor : Alan Woods Fecha :
( 13-Enero-2005 ) Categoria : Irak
|
ientras
que todo el mundo lamenta el destino de los miles de muertos y de
los que se han quedado sin hogar por el desastre natural en Asia,
otro desastre provocado por el hombre continúa extendiendo la
muerte, la destrucción y la miseria en un país antiguo de las
riberas de los ríos Eufrates y Tigris.
Bush, Blair y
Powell derraman lágrimas de cocodrilo por las víctimas del tsunami y
agitan las manos en público. Envían unos cuantos millones en “ayuda”
para demostrar su “humanidad”, pero gastan decenas de miles de
millones en su criminal guerra de ocupación de Iraq.
Mucho tiempo después de que supuestamente terminara
la guerra, todavía inundan ese infeliz país con más armas, tropas y
artefactos de destrucción masiva. El número de soldados
estadounidenses en Iraq ahora es al menos de 150.000 y sigue
aumentando. Han asolado ciudades y devastado comunidades enteras.
Faluya es un montón de ruinas en llamas, un Guernica moderno.
Han muerto al menos cien mil personas, innumerables
han sido mutiladas, se han quedado sin hogar y están hambrientos.
Los perpetradores de todas esta miseria se presentan ante las
cámaras de televisión como grandes humanitarios, libertadores y
representantes de la civilización.
Cada guerra se
caracteriza por las mentiras y la propaganda que busca convertir al
agresor en víctima y a la víctima en agresor. Eso no es nada nuevo.
Pero la hipocresía de los agresores en este caso ha adquirido un
nivel insuperable en los sórdidos anales de la historia de la
diplomacia.
Los imperialistas se quejan en voz alta
de una “campaña sangrienta para desbaratar las próximas elecciones
parlamentarias en Iraq”. Pero olvidan convenientemente que estas
“elecciones” se celebran en un país que está ocupado a la fuerza por
ejércitos extranjeros. El poder real en Iraq no es la administración
títere actual de Allawi ni cualquier hipotético gobierno que pudiera
surgir de estas “elecciones”. El poder está en manos del ejército
estadounidense y sus jefes en Washington. Mientras Iraq sigue bajo
la bota norteamericana todo lo que se hable de democracia y
elecciones seguirá siendo un fraude y una vergüenza.
La población de Iraq continúa luchando para liberarse
de este odiado dominio extranjero. Hace unos días los insurgentes
asesinaron al gobernador de Bagdad. Esto demuestra que tienen
capacidad para golpear al corazón del régimen títere incluso ante
las narices de las fuerzas ocupantes. The Economist comentaba
lo siguiente:
“Con el asesinato, el martes 4 de
enero, de Alí al-Haidri, gobernador de la provincia de Bagdad, los
insurgentes de Iraq han demostrado una vez más su capacidad de
golpear en el corazón de la dirección del país. El gobernador y un
guardaespaldas fueron asesinados cuando hombres armados abrieron
fuego contra su coche, en el oeste de la capital. Un portavoz
aparentemente de un grupo dirigido por Abu Musab al-Zarqawi, un
aliado de al Qaeda, dijo que el gobernador fue asesinado por ser un
agente ‘estadounidense’. Horas antes un atentado suicida con coche
bomba terminó con la vida de ocho policías y tres civiles iraquíes
en un puesto de control cerca de la Zona Verde de alta seguridad,
donde se encuentran las casas del gobierno interino y las embajadas
extranjeras. El lunes un coche bomba con un suicida asesinó a dos
personas mientras intentaba atacar un puesto de bloqueo de carretera
cerca de la sede del Acuerdo Nacional Iraquí -el partido del primer
ministro interino Allawi- poco después de que el partido anunciara
su lista de candidatos para las elecciones parlamentarias del 30 de
enero”.
Todo esto indica que a pesar de la extrema
violencia demostrada por las fuerzas estadounidenses en Faluya y
otras zonas de Iraq, la resistencia continúa y se ha intensificado.
Las acciones arriba mencionadas fueron sólo las últimas de una serie
de ataques audaces que tenían como objetivo demostrar que la
resistencia todavía está muy viva y dispuesta a desbaratar las
planificadas “elecciones” de los imperialistas. Esto ha provocado en
los imperialistas un nuevo ataque de indignación justificada. “¡Los
insurgentes están contra la democracia! ¡Quieren conseguir que el
país sea ingobernable e impedir el regreso a la normalidad!”
Lo que quieren los luchadores de la resistencia
iraquí es hacer imposible la consolidación de una ocupación ilegal y
criminal de su país por medio de elecciones fraudulentas. Las
fuerzas ocupantes quieren llevar un tipo de “normalidad” donde ellas
puedan disfrutar los frutos de su victoria sobre el pueblo de Iraq.
Las grandes empresas petroleras norteamericanas quieren “normalidad”
para explotar las enormes reservas petroleras de Iraq. Las grandes
constructoras norteamericanas quieren “normalidad” para llenar sus
arcas con los miles de millones extraídos de la población iraquí con
los proyectos rentables de reconstrucción, y así sucesivamente.
Para conseguir este tipo de “normalidad” necesitan un
gobierno democrático “normal”, formado por títeres iraquíes
obedientes dispuestos a colaborar gustosamente con los ocupantes de
su país, entregando con entusiasmo los miles de millones deseados.
Washington dictará democráticamente por teléfono la política a sus
ministros en Bagdad. Estos últimos gustosamente se harán cargo del
trabajo sucio de aplastar a los insurgentes, lo que actualmente
están haciendo las tropas norteamericanas y británicas. A cambio,
podrán obtener una parte del botín obtenido con el saqueo de la
riqueza petrolera de Iraq.
Este es el escenario
agradable que sus amos, del otro lado del Atlántico, preparan para
Iraq. El guión ha sido redactado y bien ensayado. Todo está
preparado. Pero en el último minuto algunos de los actores se
olvidarán de sus líneas. Esta semana el jefe de inteligencia de
Allawi, Mohamed Abdullah Shahwani, declaró a la agencia francesa de
noticias AFP que reconocía que quizá había unos 200.000
insurgentes (incluidos aquellos que proporcionan logística y
refugio a los combatientes), fácilmente superan en número a las
tropas norteamericanas presentes en Iraq.
Estas
noticias llegan en un momento inadecuado para Bush, Rumsfeld y
Blair. La maquinaria propagandística de Bush intenta minimizar la
fuerza de los insurgentes, los presenta como unos pocos cientos de
fanáticos extranjeros y unos miles de baathistas intransigentes.
Pero el responsable de inteligencia de Bush confirmó que realmente
había más insurgentes que nunca -unos 200.000-, conjeturaba que de
éstos, unos 40.000 formarían el “núcleo duro”, funcionando en Iraq.
Estas cifras, a pesar de su carácter aproximado, ha
demolido comprensivamente las mentiras de la maquinaria
propagandística de Washington. Sin duda subestiman la verdadera
situación. Por cada combatiente activo participando en el movimiento
de resistencia hay diez, veinte o cien iraquíes más que simpatizan
con los insurgentes y odian a los estadounidenses. Esta es la razón
del empeño de la insurgencia, su capacidad de atacar incluso en las
zonas más defendidas, y de que mantiene su fuerza de lucha contra un
ejército de 150.000, equipado con el armamento más moderno y apoyado
por la mayor superpotencia del mundo.
En su ansia de
minimizar el nivel de apoyo de los insurgentes, la propaganda
imperialista ha intentado exagerar las divisiones
religiosas-sectarias en Iraq. Dicen que las fuerzas rebeldes están
formadas principalmente por los árabes musulmanes sunnitas de Iraq,
que sólo forman una quinta parte de los 26 millones de habitantes
del país, pero que han gobernado el país durante mucho tiempo,
durante el régimen de Sadam Hussein y antes. Dicen que los sunnitas
se oponen a la votación democrática porque eso llevaría a un
gobierno dominado por la mayoría musulmana chiíta del país.
Uno de los efectos más perniciosos de la violación de
Iraq por parte de los imperialistas, es precisamente que ha servido
para atizar las llamas de las divisiones religiosas, nacionales y
sectarias en Iraq. Los imperialistas están acostumbrados a utilizar
la antigua táctica de “divide y vencerás” para debilitar en todas
partes los movimientos de liberación nacional de los pueblos
oprimidos. Iraq no es una excepción a la regla.
Desde
el principio los imperialistas norteamericanos han utilizado
cínicamente a los kurdos y chiítas de Iraq para sus propios
objetivos. Utilizaron la opresión nacional que sin duda estos
pueblos sufrieron bajo la dictadura brutal de Sadam Hussein,
presentándose hipócritamente como sus “libertadores”.
Esto es una flagrante mentira. Desde el principio los
imperialistas demostraron la más absoluta indiferencia hacia el
sufrimiento de los chiítas y los kurdos de Iraq. Como siempre
utilizan el destino de los pueblos oprimidos y pequeñas naciones
como una pequeña moneda de cambio en sus maniobras e intrigas
diplomáticas. Cuando Sadam Hussein utilizó gas para bombardear a los
kurdos, Washington guardó silencio. Seguían vendiendo armas
-incluidas armas químicas- a Sadam Hussein, a quien en esa época
veían como un aliado contra Irán.
Durante la última
Guerra del Golfo, obra del padre de George Bush, los norteamericanos
incitaron cínicamente a la población chiíta del sur de Iraq para que
se levantaran contra Sadam Hussein, después se cruzaron de brazos y
miraron como los aplastaban.
¡No! El imperialismo
norteamericano no es amigo de los kurdos ni de los chiítas! Sólo
está utilizando las incipientes divisiones religiosas y nacionales
en Iraq como una herramienta para maniobrar entre los diferentes
grupos religiosos y lingüísticos para dividir a la población iraquí
y fortalecer su propia posición. Esta es una política criminal y en
el futuro puede tener consecuencias espantosas para toda la
población de Iraq. Si existe el peligro de que Iraq degenere en
conflictos sectarios y étnicos la responsabilidad es exclusiva del
imperialismo.
Los marxistas se oponen implacablemente
al desmembramiento de Iraq. Este hecho iría en contra de los
intereses de toda la población iraquí. Debilitaría seriamente la
lucha de liberación nacional contra el imperialismo.
Afortunadamente, después de generaciones de lucha contra el
imperialismo se ha forjado una conciencia nacional iraquí, que no se
destruirá fácilmente. La mayoría de los iraquíes se sienten
iraquíes, independientemente de las diferencias religiosas,
lingüísticas y culturales. Esto se pudo ver en la larga guerra entre
Irán e Iraq, donde pocos iraquíes chiítas apoyaron a Irán, donde los
chiítas iraníes constituyen la aplastante mayoría.
A
pesar de todos los esfuerzos de los imperialistas de sembrar
división en las filas del movimiento de liberación nacional, tanto
chiítas como sunnitas han participado en la insurrección contra el
invasor extranjero. Ambas comunidades han derramado su sangre y
odian a las fuerzas ocupantes y desean liberar a su país de ellas.
La verdadera razón por la que los insurgentes se
oponen a las “elecciones” es porque son una mentira cínica y un
engaño al pueblo iraquí y a la opinión pública mundial. No tienen la
intención de introducir una verdadera democracia. ¿Cómo puede
ninguna persona ser libre con una bota extranjera en el cuello? El
objetivo real de las “elecciones” es bastante claro: legitimar la
invasión de Iraq encabezada por EEUU y disfrazar la cruel realidad
de la ocupación extranjera bajo la fachada de una administración
títere.
¿Cuál sería el principal objetivo de este
gobierno? En primer lugar mantener uenas relaciones con EEUU y pedir
a sus tropas que se queden. Los traidores iraquíes no son
suficientemente fuertes para sobrevivir sin la presencia del
ejército estadounidense. No durarían una semana si se retiraran las
fuerzas estadounidenses. Pero pedir a las tropas norteamericanas que
se queden sería proporcionar una coartada a Bush y Blair. Ellos
dirían a sus críticos: “No pretendemos quedarnos en Iraq mucho más
tiempo del necesario. Pero debemos respetar los deseos de la
población de Iraq, expresada a través de un gobierno elegido
democráticamente que pide que nos quedemos”.
La
situación es más o menos como sigue: un bandido irrumpe en una casa
en medio de la noche. Da una patada a la puerta principal, dispara
al dueño de la casa e intimida a toda la familia. Rompe todos los
muebles, rompe las tazas y los platos, se come toda la comida.
Después se pone cómodo, pone sus botas llenas de barro sobre la mesa
y anuncia que ha llegado para proteger a la familia y que realmente
le gustaría una invitación para quedarse unas semanas, o meses.
¿Quién va a llevarle la contra? La familia ansiosamente está de
acuerdo en sus reivindicaciones y él inmediatamente les dice que
todo el vecindario le ama y que la familia le ha pedido que se quede
todo el tiempo que quiera, por su propio bien naturalmente.
La excusa de los invasores -como el bandolero de
nuestra historia- es que han llegado a “defender” a la población de
Iraq contra enemigos terribles, que les infligirá un sufrimiento
terrible si pudieran. Pero en vista de que ya han muerto por lo
menos 100.000 iraquíes, ciudades enteras arrasadas y un país antes
relativamente desarrollado y culto ha sido reducido a un nivel
próximo a la barbarie, la pregunta que se debería hacer es si el
daño infligido por esos otros enemigos podría ser aún peor.
Washington y sus apologistas han intentado trazar un
vínculo entre la resistencia iraquí y Osama bin Laden. Pero ya está
fuera de toda duda que al Qaeda no tenía base en Iraq hasta que la
invasión estadounidense le abrió la puerta. Osama bin Laden tiene
que agradecer esa base a George W. Bush. No es la primera vez que el
terrorismo y el imperialismo se alimentan mutuamente.
En cualquier movimiento de liberación nacional hay
todo tipo de tendencias diferentes e incluso contradictorias, tanto
reaccionarias como progresistas. No se puede negar que hay
reaccionarios fundamentalistas islámicos luchando contra los
estadounidenses así como verdaderos luchadores por la libertad
iraquí. De la misma forma, en la resistencia contra la ocupación
alemana en Europa había tanto monárquicos reaccionarios como
comunistas. Este hecho de ninguna manera puede poner en duda el
carácter progresista del movimiento de liberación nacional.
En cualquier caso, es un derecho inalienable de la
población de Iraq decidir bajo qué tipo de gobierno quiere vivir.
Esa decisión no la pueden tomar por ellos los “demócratas”
imperialistas en Washington y Londres. La población iraquí será
capaz de decidir su propio futuro sólo cuando a estos “amigos”
extranjeros se les enseñe la puerta.
Allawi encabeza
la “lista iraquí”, una alianza encabezada por chiítas que incluye al
partido del primer ministro interino y algunos sunnitas “moderados”.
Promete “ley y orden”. Está desafiado por la Alianza de la Unidad
Iraquí, una coalición chiíta cuyos líderes incluyen a Abdelaziz
al-Hakim, un clérigo próximo a Sistani, y Ahmed Chalabi, un político
secular que contaba con el apoyo de Washington pero que ha roto con
sus antiguos compinches del Pentágono.
Sin embargo,
no hay acuerdo sobre la conveniencia de convocar las elecciones en
enero incluso entre aquellos individuos y partidos que se supone
tienen que participar en ellas. El gran ayatolá chiíta Alí
al-Sistani, está presionando para que las elecciones sigan adelante
según lo previsto, pero algunos sunnitas “moderados”, incluso
algunos líderes chiítas, están pidiendo un retraso.
El 27 de diciembre el Partido Islámico Iraquí, un
grupo sunnita grande y “moderado”, se convirtió en el último en
desmarcarse de las elecciones y pedir su aplazamiento, mientras
continúe la violencia, que se concentra en las zonas de mayoría
sunnita, es imposible hacer unas elecciones justas. Otros grupos
sunnitas, como el Consejo de Sabios Musulmanes, se ha mantenido
firme en que no participará en las elecciones mientras las fuerzas
estadounidenses continúen ocupando el país.
Las
vacilaciones de los “moderados” (es decir, colaboradores) son
incomprensibles. Si participan, se enfrentan al asesinato. Por otro
lado, si boicotean las elecciones, quedarán excluidos del acceso al
“poder” (es decir, al saqueo). En pocas palabras, están entre la
espada y la pared.
Los planes de los norteamericanos
según pasan los días parecen más inciertos. Los insurgentes están
incrementando su ofensiva, los candidatos se están retirando, ha
habido peticiones de aplazamiento incluso entre miembros de la
administración interina de Allawi. El lunes, el ministro de defensa,
Hazim al-Shaalan -un chiíta secular- dijo mientras visitaba El Cairo
que estaba pidiendo a Egipto que intentara persuadir a los sunnitas
iraquíes para que participaran en las elecciones pero que si
continuaban con el boicot entonces la votación debería retrasarse.
En declaraciones a la agencia Reuters el
martes 4, el presidente interino de Iraq, Ghazi al-Yawar, un
sunnita, pidió a las Naciones Unidas que consideraran la posibilidad
de aplazar las elecciones. Al día siguiente, cuando ocurrió el
asesinato de al menos 15 personas en una academia de policía iraquí,
Allawi insistió de nuevo en que no habrá ningún aplazamiento. En
esto cuenta con el firme apoyo de EEUU y Sistani.
A
pesar de todo, Washington está insistiendo en que las elecciones
deben seguir adelante como estaba planificado, incluso si una gran
parte de la población no tiene posibilidad de participar en ellas.
Ellos dicen: “unas elecciones imperfectas son mejores que ningunas
elecciones”. Pero la verdad es que las elecciones son sólo para las
apariencias, para las relaciones públicas en casa y en el
extranjero. Ellos necesitan un sello para la ocupación. Por lo
tanto, si acatan o no el criterio democrático más básico no tiene la
más mínima importancia. Por lo tanto lo más probable es que se
celebren las elecciones el 30 de enero en la mayor parte del país.
EEUU y sus aliados esperan repetir las elecciones de Afganistán,
donde las amenazas de un caos extendido provocado por los militantes
islamistas no se materializó y el presidente interino apoyado por
EEUU, Hamid Karzai, “ganó” la mayoría. Sin embargo, este resultado
está lejos de estar garantizado en Iraq e incluso en Afganistán y de
ninguna manera significa estabilidad. El gobierno de Karzai no
gobierna más allá de los márgenes de Kabul. Como Allawi, se sostiene
precariamente sobre las bayonetas norteamericanas. Como se quejaba
The Economist:
“En ambos países, los grupos
militantes están lejos de estar acabados y las reformadas fuerzas de
seguridad iraquíes y afganas todavía son débiles, mal entrenadas y
llenas de deserciones e infiltraciones. El recién elegido presidente
de Afganistán y el parlamento que Iraq debe tener en breve, seguirán
siendo vulnerables durante algún tiempo a aquellos completamente
decididos a atacarlos a ellos y al mismo concepto de la democracia”.
La palabra “democracia” es soberbia. Los derechos
democráticos de la clase trabajadora en Gran Bretaña, EEUU y en los
demás países fueron conquistados por la clase obrera durante
generaciones de lucha, contra los ricos y los poderosos, que se
resistieron a ello. No es una palabra fácil en los labios de
personas como George Bush, que fueron “elegidos” presidentes a
través del fraude.
Ese otro gran “demócrata” de
occidente, Tony Blair, ha demostrado reiteradamente su desprecio por
la democracia, cuando con su amigo de la Casa Blanca, inició una
guerra criminal en Iraq contra los deseos de la aplastante mayoría
de la población británica.
No se puede hablar de
democracia sin autodeterminación. Esa verdad elemental estaba clara
para la población de EEUU incluso cuando expulsaron de su suelo por
la fuerza al ejército británico en el siglo XVIII. ¿Si fue bueno
entonces para la población norteamericana por qué no es bueno ahora
para la población iraquí?
La farsa “electoral” en un
Iraq ocupado es un engaño cínico que debe ser denunciado por el
movimiento obrero de todos los países. Aquellos que quieren defender
la libertad y los derechos democráticos del pueblo iraquí deben
exigir la retirada inmediata e incondicional de todas las tropas
extranjeras. ¡La población iraquí es la que debe decidir!
Posdata: Los estadounidenses dicen “no” a la
guerra en Iraq
Según una encuesta publicada por
Washington Post-ABC News a finales de diciembre, el 70% de
los estadounidenses piensan que la guerra en Iraq ha tenido un costo
en bajas inaceptable.
El cincuenta y seis por ciento
decía que “no merecía la pena luchar” la guerra, se trata de un
aumento de ocho puntos comparado con el verano pasado. Resulta
significativo que es la primera vez que una mayoría decisiva de la
población estadounidense ha llegado a esa conclusión.
A la pregunta de si Iraq está preparado para las
elecciones de finales de este mes, el 58% cree que el país no está
preparado. El 60% quieren que las elecciones sigan adelante según lo
previsto, incluso aunque el 54% muy correctamente no espera
resultados honestos con un “recuento justo y exacto”.
La principal baza de Bush -la confianza de la opinión
pública en su liderazgo en la “guerra contra el terrorismo”- sigue
bajando comparada con los resultados del año pasado. El cincuenta y
tres por ciento aprueba su gestión de la lucha contra el terrorismo,
mientras que el 43% no lo hace. Hace un año las cifras eran un 70% y
un 28%.
De manera similar, una encuesta de AP
a principios de enero confirma que la mayoría de la población
norteamericana tiene una baja opinión de su forma de llevar la
guerra, el 44% lo apoya y el 54% lo desaprueba, según una encuesta
realizada entre 1.001 adultos. En la política exterior de Bush la
población está aún más dividida, el 50% la aprueba y el 48% la
desaprueba.
Independientemente de las cifras, la
tendencia es clara: los halcones de la Casa Blanca pierden apoyo y
tarde o temprano el boomerang de las protestas estallará en sus
caras.
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