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DECLARACION CONJUNTA ANTE EL
Por MAS-SR - Wednesday, Feb. 02, 2005 at 4:51 PM

Esta DECLARACION CONJUNTA ANTE EL V FORO SOCIAL MUNDIAL fue entregada a las corrientes de izquierda en el Foro de Porto Alegre por la delegación comun de Socialismo Revolucionario y el Movimiento al Socialismo

Buenos Aires, 21/01/05

A las organizaciones revolucionarias presentes en Porto Alegre

DECLARACION CONJUNTA ANTE EL
V FORO SOCIAL MUNDIAL

En oportunidad de este V Foro Social Mundial a realizarse en la ciudad de Porto Alegre, el MAS (integrante de la corriente Socialismo o Barbarie Internacional) y Socialismo Revolucionario de la Argentina, hemos resuelto presentar conjuntamente la siguiente declaración. Esto lo hacemos como parte del esfuerzo de organización en común de una importante delegación juvenil, así como mediante una serie de charlas y / o actividades que haremos juntos en combinación con los compañeros de Socialismo o Barbarie de otros países.
Buscamos aprovechar la oportunidad para estrechar nuestras relaciones, así como para poner sobre la mesa la creciente necesidad de que las corrientes que se consideran socialistas revolucionarias hagamos todos los esfuerzos para convocar a una Conferencia Mundial Abierta de los marxistas revolucionarios. Esto, con el objetivo que podamos aparecer como un polo alternativo al del reformismo frente a amplios sectores de la vanguardia de lucha y las distintas tendencias de la izquierda.

El momento actual

Transitamos un nuevo ciclo histórico de la lucha de clases mundial abierto por la caída del Muro de Berlín y las luchas desencadenadas a comienzos del siglo XXI en respuesta al desastre de la mundialización capitalista neoliberal.
En la actual coyuntura, este nuevo ciclo sigue marcado por la contraofensiva del imperialismo yanqui de la mano de George Bush con su intento de afirmar su hegemonía mundial hacia bien entrado el siglo XXI y por el proceso de resistencia a este mismo curso guerrerista y reaccionario. En el caso de Irak, esto ha dado lugar al desarrollo de una amplia y encarnizada lucha de liberación nacional contra la ocupación imperialista, lucha que defendemos incondicionalmente frente a este.
En este marco, luego de largos años de reacción conservadora y hegemonía neoliberal (’80 y ’90), con antecedentes en el ’95 francés y el ’98 coreano, pero sobre todo desde Seattle del ’99, el desarrollo del movimiento antiglobalizacion y antiguerra, y el ciclo de rebeliones populares en América Latina, ha comenzado un proceso de recomposición de las masas laboriosas y los trabajadores. Un proceso que aunque aún híbrido desde el punto de vista de clase y atravesado por ideologías confusas e ingenuas, esta marcando una experiencia de crecimiento de la resistencia popular y un nuevo proceso de organización, sobre todo a nivel de una amplia vanguardia.
Es esto mismo lo que ha dado lugar al surgimiento del movimiento anticapitalista y antiguerra, que se da cita en los diversos foros regionales y en este V Foro Social Mundial. Un movimiento extraordinariamente progresivo, que sin embargo hasta el momento, ha estado monopolizado por las corrientes reformistas que solo buscan “otro capitalismo” y tan siquiera esto, como se puede ver en el escandaloso caso del actual gobierno neoliberal de Lula en el Brasil.
Dentro de este proceso, también se está viviendo un nuevo momento (más favorable) para las corrientes provenientes de la tradición del marxismo revolucionario y / o del trotskismo, para las cuales comienza a haber nuevas exigencias y posibilidades, así como incipientes procesos de realineamintos y / o reagrupamiento entre tendencias. Procesos que ante la oportunidad de este nuevo Foro, vuelven a destacar la responsabilidad de las corrientes que nos consideramos socialistas revolucionarias de aunar esfuerzos para presentar una alternativa consecuente ante las direcciones reformistas y autonomistas. O incluso, frente a aquellas que, como las que provienen del movimiento trotskismo (como es el caso de “Democracia Socialista” del Brasil, escandalosamente integrada al gobierno burgués de Lula), han renunciado a la perspectiva no sólo de la revolución socialista, sino incluso a un anticapitalismo consecuente.

La “centroizquierda” latinoamericana

En nuestro continente, Bolivia, Argentina y Venezuela son los puntos más sobresalientes de este proceso, que –al mismo tiempo- se refleja de manera más general en un cierto “giro a izquierda” de los sentimientos de amplias masas populares en varios países de la región cuando se rechazan los candidatos mas abiertamente neoliberales y se votan partidos y dirigentes de “centroizquierda”.
Sin embargo, estos partidos hoy en el gobierno insisten con aplicar las mismas medicinas que una y mil veces han sido probadas sin suerte. Peor aún, porque se trata, además, de gobiernos que ni siquiera son realmente “reformistas”: en vez de llevar adelante alguna –aún mísera- reforma, estos gobiernos de “centroizquierda” son continuadores del “modelo” neoliberal, aplicando políticas de ajuste fiscal impuestas por el FMI, pagando la deuda externa, manteniendo las empresas privatizadas, continuando la esclavitud laboral, las condiciones del desempleo de masas y la subordinación estructural económica y política al Imperialismo. Así como de los cantos de sirena de la “democracia como valor universal” (como le gusta decir al PT) cuando se trata lisa y llanamente de la democracia formal, de los capitalistas, que solo le deja la “opción” a las masas populares de elegir cada 2 o 4 años cuales serán sus nuevos verdugos.
Frente a estos nuevos gobiernos es completamente incorrecto el seguidismo que realizan tantos movimientos sociales y sectores políticos de izquierda de la región: es el caso de la dirección histórica del MST de Brasil frente a Lula, de la CONAIE frente a Gutiérrez en Ecuador, del MAS de Evo Morales frente a Mesa en Bolivia, o de las Madres de Plaza de Mayo y los MTD frente a Kirchner en la Argentina. Porque estos son gobiernos patronales que han venido para enterrar las potencialidades anticapitalistas de los procesos de lucha abiertos, aún cuando se cubren de demagogia “nacional y popular”.
Otras organizaciones como los PCs del continente denuncian a Kirchner o Gutiérrez de Ecuador, pero participan en los gobiernos del Frente Amplio de Uruguay, del propio Lula en Brasil o apoyan a Chávez en Venezuela.
Con respecto a este último, está claro que por la dinámica propia de la lucha de clases en Venezuela y por algunas de las medidas que ha tomado, se trata de un gobierno populista distinto de Lula y Kirchner. Aún así, en los momentos decisivos, en la lucha contra los golpistas y fascistas, fueron las masas quienes rescataron al gobierno, ante la capitulación de Chávez, la impotencia del Movimiento V República y la conspiración de no pocos cuadros militares. Sólo el armamento popular, la expropiación de los medios de comunicación y el control obrero de la industria del petróleo, entre otras medidas, pueden ser eficaces ante las intentonas recurrentes de la derecha y el imperialismo. Pero para eso hace falta superar los límites insalvables del populismo, para avanzar en un camino antiimperialista y anticapitalista de fondo. Es en ese sentido que afirmamos que la tarea central en ese país es crear una alternativa obrera y popular independiente del gobierno.
En resumen, consideramos que es necesario aprovechar el actual momento preparatorio hacia el desencadenamiento de nuevos picos de crisis y luchas, para construir partidos y direcciones obreras y revolucionarias independientes de todo gobierno patronal y de las direcciones burocráticas. Esto para que se pueda llegar en mejores condiciones y / o encabezar la necesaria alianza obrera, popular, originaria y campesina que hace falta para cambiar el sistema capitalista semicolonial de raíz en toda la región.

Nuestras perspectivas estratégicas

El lema de los foros sociales ha venido siendo que “otro mundo es posible”. Efectivamente. Sólo que la mayoría de las corrientes que dirigen estos foros, quieren hacer creer que ese mundo se obtendría mediante una “humanización” (imposible) del capitalismo.
Este lema ha sido desacreditado en los últimos años. En los hechos el discurso ‘antineoliberal’ se volvió, una vez que ellos estuvieron al mando de los gobiernos, en la imposición de políticas capitalistas continuistas de los Cardozo, Menem o Bucaram. Ahí están los casos de Lula en Brasil o de Gutiérrez en Ecuador, para mostrar la debacle definitiva de los líderes del Foro.
Para nosotros la única alternativa realista contra la degradación, el hambre, las enfermedades, el desempleo y el guerrerismo destructivo es el de la revolución obrera y el socialismo. Porque no hay otro mundo posible ni “democracia” de los ricos que valga, ante las condiciones de barbarie creciente a las que arrastra a la humanidad el capitalismo imperialista.
En estas condiciones, las luchas y rebeliones populares y obreras de los últimos años, han vuelto a poner sobre la mesa el debate estratégico: la cuestión de reforma o revolución; de la centralidad de la clase obrera y su relación con los nuevos movimientos sociales; de la necesidad del partido revolucionario en combinación con otras formas de organización para la lucha; de la conexión entre la lucha parlamentaria y extraparlamentaria.
Sobre todo, la cuestión de las cuestiones: la necesidad de la autentica revolución socialista, de la destrucción del Estado burgués y la expropiación de los principales medios de producción realizada por la propia clase trabajadora mediante sus organismos y partidos, como condición para abrir una verdadera transición al socialismo. Como decía Marx “la organización del proletariado en clase dominante”. Verdadero socialismo que –por tanto- no puede ser la caricatura burocrática que se conoció bajo este nombre, sobre todo en la segunda mitad del siglo pasado.
En este marco, rechazamos la demagogia anti-política y anti-partido que en definitiva es funcional al poder de la clase dominante. Lamentablemente, algunas corrientes autonomistas –en parte como justo rechazo y reacción a la frustrante experiencia del estalinismo- se han sumado desde la izquierda a este discurso.
En los hechos, lo que tienen en común las corrientes reformistas y las autonomistas es su rechazo abierto a la revolución. Las primeras por su adaptación a la sociedad existente. Las segundas porque creen falsamente que es posible oponerse a la dominación de clase sustrayéndose del mercado, el dinero, el poder: en fin, creando una alternativa paralela al sistema sin barrer con él. Expresan, de esta manera, la inmadurez y las condiciones de retroceso de la conciencia socialista, no su superación.
El “argentinazo” ha venido siendo un test también para estas variantes que creían ver en las fábricas recuperadas, los movimientos de desempleados y las asambleas populares instancias de “auto-producción de la vida” al margen y de espaldas al Estado y la propiedad privada. El resultado ha sido la impotencia. La contracara de esto es el ulterior apoyo de muchas de estas organizaciones al gobierno peronista de Kirchner, el mismo que gobierna apoyado en lo peor del Estado argentino representado por la patota bonaerense de Duhalde; el que paga la deuda externa y mete presos a los luchadores como parte del esfuerzo por enterrar la rebelión popular abierta el 19 y 20 de diciembre del 2001.
Nuestro rechazo de las concepciones autonomistas y semianarquistas no significa solidarizarnos con las posiciones aparatistas y sustituistas que parte de la izquierda lleva como resabio de la hegemonía estalinista durante más de 60 años. Porque la experiencia del falso socialismo nos reafirma más que nunca en que la revolución y la transición al socialismo o la hacen las propias masas trabajadoras o sólo se obtendrá una burda caricatura de una y otra.
La genuina tradición del socialismo revolucionario no significa estalinismo ni una concepción intrumentalista de la revolución. Un componente indispensable de la dictadura del proletariado debe ser –como venimos diciendo- el que esté basado en los organismos de autogobierno democrático de las masas, así como en la independencia de los sindicatos del Estado y la participación efectiva de las masas trabajadoras en la administración del Estado y las empresas nacionalizadas.
Para esto, es necesario construir partidos revolucionarios en todos los países, tarea para la cual las enseñanzas de Lenin en materia de organización tienen hoy (en las condiciones de crisis de alternativas y de subjetividad de los trabajadores) más y no menos vigencia que hace un siglo cuando escribió su celebre ensayo “¿Qué hacer?”.
Finalmente, reivindicamos más que nunca la centralidad de la clase trabajadora en la lucha por la emancipación. Nos plantamos de lleno en contra de la retórica de la “muerte de la clase trabajadora”. En las condiciones del capitalismo del siglo XXI se está viviendo la emergencia de una nueva clase trabajadora marcada por dos componentes: tanto el nuevo proletariado que emerge en regiones como el sudeste asiático y en nuevas ramas de la producción en los distintos países; así como la asalarización masiva y el carácter crecientemente urbano de toda la población laboriosa, tanto en condiciones de empleo como de desempleo.
Todo esto no niega la evidente emergencia de movimientos de lucha y sociales de otros sectores explotados y oprimidos en todo el mundo, y en particular en nuestra región. Movimientos de lucha (étnicos, nacionales, democráticos, campesinos, etc) enormemente progresivos y que desde la clase trabajadora se debe buscar los puentes para establecer la nueva alianza obrera, popular, campesina y originaria que pueda acabar con el actual capitalismo imperialista.

Por una Conferencia Abierta de los marxistas revolucionarios

El movimiento anticapitalista y antiguerra, las rebeliones populares en América Latina y la resistencia en Medio Oriente e Irak al invasor imperialista, han vuelto a poner sobre la mesa con renovada fuerza y actualidad, la cuestión del internacionalismo de las clases trabajadoras y populares, no sólo desde el punto de vista teórico, sino prácticamente.
En el fondo de esto se encuentra la permanente expansión global del capital, una tendencia que le es inherente y que en las últimas décadas creció vertiginosamente en el terreno del comercio mundial, las finanzas y la constitución de vastas redes industriales transnacionales, y que sin embargo se choca a cada paso con sus propias contradicciones, tendiendo a socavar las dos fuentes de la riqueza: el trabajo humano y la naturaleza. Los Estados nacionales, la estrechez de los mercados, las disputas entre grandes potencias y empresas globalizadas, son otros tantos obstáculos a una verdadera internacionalización de las fuerzas productivas de la sociedad.
Los resultados catastróficos de las tendencias capitalistas de las últimas décadas han visto crecer un masivo rechazo de la juventud y los trabajadores. La conciencia de que ante este panorama es imprescindible actuar internacionalmente inspiró a los movimientos de resistencia global que actuaron en común en los diversos eventos mundiales, aún a pesar también de sus límites.
En estas condiciones, el internacionalismo no es una idea utópica y romántica, sino que nace de las mismas entrañas del sistema actual y de las luchas que lo recorren. Cuando los jóvenes del mundo exigen una lucha global contra el capital, están apuntando a lo correcto. Pero esto debe contar –sí o sí- con las fuerzas de la clase obrera mundial, del proletariado internacional en el centro de este proceso, porque sigue siendo la fuerza social central que surge día a día de manera renovada de las entrañas del propio desarrollo contradictorio del capitalismo imperialista.
En este marco, nos consideramos firmemente parte de la tradición del marxismo revolucionario (Marx, Engels, Lenin, Trotsky y Rosa Luxemburgo) y luchamos por una Internacional Revolucionaria de la clase obrera. Pretendemos recoger lo mejor de las tradiciones acumuladas de todas las internacionales: desde la fundación por Marx de la Primera Internacional hasta la Tercera Internacional, que fue una verdadera escuela de estrategia revolucionaria. Y sobre todo, del último intento de síntesis expresado por la Cuarta Internacional fundada por León Trotsky en momentos de aguda tensión y de una lucha combinada contra el fascismo, el imperialismo “democrático” y el estalinismo.
Nuestro objetivo es aportar a la construcción de una nueva internacional revolucionaria. Si será, efectivamente, una Nueva Internacional o la IV Internacional reconstruida, es algo que aún está por verse y determinarse al calor desarrollo de la lucha de clases mundial y del proceso de recomposición de los trabajadores.
Algunos de nosotros hacemos más hincapié en la importancia de pasar en limpio –de manera sistemática- el balance de la lucha de clases del siglo XX, así como de tomar en cuenta las nuevas condiciones en que se desarrolla hoy. Otros, tomando en cuenta estas nuevas condiciones de cara al siglo XXI, creemos en la necesidad de afirmar más la defensa del legado y la continuidad de las banderas de la Cuarta Internacional.
Sea como fuere, creemos que el planteo de una nueva internacional todavía no está resuelto ni definido, se encuentra en estado “algebraico”.
En este marco, y en las condiciones del nuevo ciclo abierto y del proceso de recomposición que hace parte de él, más allá de las diferencias que podamos tener entre las corrientes socialistas revolucionarias, es necesario dar pasos en el reagrupamiento. Las bases de este deberían fundarse en el rechazo a cualquier tipo de política de colaboración de clases, entre ellas las políticas ministerialistas que hoy practica Democracia Socialista (integrante del SU) en Brasil, participando del gobierno burgués de Lula, así como todos aquellos que apoyen de una u otra forma esta política colaboracionista; la denuncia de la democracia burguesa; la lucha por la destrucción del Estado capitalista y la imposición de la genuina dictadura del proletariado, tanto frente aquellos que han renegado de ella, como de los que la asocian a la dictadura burocrática impuesta por el estalinismo. Nada puede impedir la realización de una Conferencia Abierta Mundial de las corrientes revolucionarias, que someta las discrepancias a discusión y prueba de la lucha de clases y avance en los puntos en común.
Desde el MAS y SR proponemos abrir un debate sobre estas perspectivas y las posibilidades de dar pasos en este sentido en el próximo período, lo que se impone más aún si no queremos dejar la dirección del movimiento “eternamente” en manos de los nuevos “reformistas” y si pretendemos dar pasos reales y enraizar el internacionalismo proletario entre los nuevos luchadores, la vanguardia obrera y la juventud.

Movimiento al Socialismo (integrante de SOB Internacional)
Socialismo Revolucionario de Argentina

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