Sobre las elecciones en Irak
Por EL MILITANTE -
Wednesday, Feb. 02, 2005 at 9:32 PM
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Elecciones iraquíes |
La calma antes de la
tormenta |
Autor : Alan Woods Fecha :
( 02-Febrero-2005 ) Categoria : Iraq
|
Hoy
están tocando sus campanas. Mañana se retorcerán las manos”
(Walpole)
La maquinaria propagandística estaba bien
engrasada y preparada para entrar en acción. Los discursos fueron
escritos semanas antes por personas inteligentes en Washington. Las
elecciones iraquíes fueron un éxito excepcional, una victoria de la
democracia. Millones de iraquíes normales hacían cola para depositar
su voto por la libertad. Ha desaparecido el dominio de la pistola y
ha ganado la democracia. El futuro de Iraq era brillante y otras
cosas similares por el estilo. Las pantallas de televisión
mostraban a un gran número de personas desplegando signos de júbilo
al poder depositar su voto por uno de los cien partidos de la lista
electoral (que dicen tenía forma de mantel alargado). ¡Qué diferente
a los malos y viejos tiempos de Sadam Hussein! Los ancianos lloraban
frente a las cámaras de televisión. ¡Por primera vez en cincuenta
años tenían derecho a decidir libremente quién les gobernará a ellos
y el destino del país! “Antes sólo hemos tenido golpes militares y
revoluciones. Votábamos ‘sí’ o ‘sí’. Ahora votamos por nosotros
mismos”. Eso en cuanto a la leyenda oficial porque la realidad,
sin embargo, era considerablemente diferente. Los comentaristas de
prensa alardeaban de que había una gran participación y que ésta
“podría alcanzar el 75 por ciento”. Esta es la primera mentira.
Nadie sabe la participación y los resultados no se conocerán hasta
dentro de unos días. Lo que sí se sabía definitivamente es que había
zonas enteras del país principalmente sunnitas donde apenas nadie
acudiría a votar. La enorme inseguridad hizo casi imposible la
campaña electoral fuera de las zonas kurdas y unas cuantas ciudades
chiítas del sur. La atmósfera era tensa en todas partes, las calles
estaban desiertas, reinaba un silencio espectral sólo roto por los
golpes sordos ocasionales de una explosión. Durante el día
electoral murieron asesinadas casi 50 personas en todo el país. Si
esto supuestamente representaba algún tipo de “retorno a la
normalidad”, se trata de una clase muy extraña de normalidad. Tan
mala era la situación de seguridad que hubo repetidos llamamientos
de grupos sunnitas para que se retrasaran las elecciones. Pero los
estadounidenses y el gobierno interino iraquí se negaron. Temían que
si esperaban mucho más tiempo aparecerían divisiones en el campo
chiíta, el motivo es que la cuestión de la colaboración con EEUU en
estas elecciones era un tema que provocaba mucha controversia. En un
artículo titulado La calma antes de la tormenta, publicado por The
Economist el 25 de enero, se decía lo siguiente: “Los militantes
en Iraq han declarado una ‘guerra encarnizada’ contra la democracia
y se teme que utilicen sus recursos para ataques masivos durante el
fin de semana de las elecciones. La insurgencia, que no muestra
signos de abatimiento, es sólo una de las varias preocupaciones
sobre el futuro de Iraq”. Estas calamitosas predicciones
posteriormente se confirmaron. El artículo concluía: “A pesar de la
relativa calma, hay pocos motivos para ser optimistas en cuanto al
abatimiento de la insurgencia, ni cuando el nuevo gobierno iraquí
ocupe su lugar”. Aunque oficialmente los resultados no se
conocerán hasta dentro de unos días, todo el mundo sabe quien
ganará. De la misma forma que los discursos triunfantes fueron
escritos hace semanas en Washington, el ganador también fue
“elegido” hace meses, también en Washington. EEUU necesita las
elecciones en Iraq, no para dar el poder a la población iraquí, sino
para instalar un títere obediente en Bagdad y proporcionar una
cobertura legal a su ocupación ilegal de un estado supuestamente
soberano.
“El favorito de Washington”
Está claro que no puede haber en absoluto
entusiasmo con un escenario dirigido, aunque ciertamente se
celebraran elecciones. Después de décadas de sufrimiento bajo la
dictadura de Sadam Hussein, y sobre todo después de casi dos años de
guerra constante, caos, muerte y destrucción, los iraquíes normales
anhelan la paz y la estabilidad. Algunas veces, el deseo de las
masas de tener una vida normal es tan fuerte que confunden la
ilusión con la realidad y, al menos por un tiempo, la ilusión es más
fuerte que la realidad. Las esperanzas de la población iraquí fueron
cruelmente manipuladas por Allawi y la maquinaria propagandística
organizada por EEUU. Jonathan Steele, desde Basora, escribía lo
siguiente para The Guardian (31/1/2005): “En un país con
desempleo elevado, este populismo clásico [según parece Allawi ha
prometido algunas concesiones] podría haberse visto como algo
significativo para su imagen de ‘líder fuerte para un país seguro’,
como dice la consigna de su campaña. El primer ministro también
cuenta con la ayuda de un nombre muy reconocido en un terreno donde
la mayoría de los candidatos tenían pocas oportunidades o tiempo
para darse a conocer, especialmente en condiciones de enorme
inseguridad que han hecho imposible la campaña fuera de las zonas
kurdas y en unas cuantas ciudades chiítas del sur”. Como la
mayoría de los 111 partidos que se presentan a las elecciones han
tenido que mantener en secreto los nombres de todos sus candidatos,
excepto los más veteranos, hasta el día electoral, aquellos iraquíes
que ayer fueron a los colegios electorales tenían muy poca idea de a
quién estaban eligiendo para los 275 escaños de la asamblea nacional
y las 18 asambleas provinciales. Pero había un candidato cuyo nombre
era bien conocido y fue ampliamente publicitado. El líder
beneficiado, Allawi, ha recibido mucha ayuda económica de EEUU y
tenía un monopolio virtual de los medios de comunicación: “La
cobertura televisiva se convirtió en un arma crucial. Allawi estuvo
constantemente en las noticias y también dominaba los anuncios
pagados en los canales de satélite. Qué financiación tenía de
fuentes estadounidenses, oficial o extraoficialmente, no está claro
pero ciertamente sí era el favorito de Washington”. En un país
bajo ocupación extrajera, un país dependiente totalmente del dinero
de EEUU, ¡“el favorito de Washington” tiene una excelente
oportunidad de ganar! Sin embargo, dada la extremadamente compleja
ecuación étnica y religiosa, es posible que no sea el hombre que
esté en la parte delantera y sí gobernará detrás de las bambalinas.
Pero esa no es la cuestión principal. La cuestión principal es que
las elecciones en Iraq han sido un fraude gigantesco y cruel.
Aquellos iraquíes que votaron lo hacían por la paz, el empleo y la
vivienda. Votaron por la autodeterminación y para echar a los
odiados ocupantes extranjeros. Pero no conseguirán ninguna de estas
cosas. Y sea quien sea nombre formalmente presidente y primer
ministro de Iraq, Washington tendrá el control..
¿Es esto democracia?
“Debemos
dar una oportunidad a la paz, incluso si ésta no es perfecta”. Este
argumento no resiste el más mínimo examen. Democracia significa que
las personas pueden decidir libremente quién les gobierna y
determinar su propio destino. ¿Cómo se puede conseguir esto cuando
un país está ocupado por soldados extranjeros? El estado en esencia
está formado por cuerpos de hombres armados, y los únicos cuerpos de
hombres armados en Iraq son las tropas estadounidenses y sus
aliados. ¿Qué poder puede tener un gobierno iraquí cuando está
sentado sobre las bayonetas norteamericanas? El ejército y la
policía son dos apoyos fundamentales para cualquier gobierno. ¿Cómo
puede un gobierno decir que es libre si no tiene una fuerza para
defenderle o poner en práctica sus decisiones? Los estadounidenses
se asegurarán que mantienen firmemente en sus manos el control de la
“seguridad”. Esto significa que Washington será quien mantenga el
poder estatal, no el gobierno de Bagdad, no importa cuantos votos
supuestamente reciba. Los imperialistas estadounidenses desde el
principio han jugado la carta de las diferencias religiosas y
nacionales que siempre han existido en Iraq. Han intentado basarse
en los kurdos y chiítas contra los sunnitas, que fueron la principal
base de apoyo de Sadam Hussein. Es verdad que los kurdos y los
chiítas fueron brutalmente reprimidos por Sadam Hussein, pero eso no
significa que los imperialistas estadounidenses sean sus amigos, y
la historia lo demuestra. Los gobiernos de Washington y Londres
en el pasado fueron totalmente indiferentes a los sufrimientos de
los kurdos y chiítas de Iraq. Ahora los utilizan porque sólo forman
parte de una cínica intriga para dividir el movimiento de liberación
nacional y de este modo garantizar que controlarán el destino de
todos los iraquíes kurdos, chiítas y sunnitas. Está claro que
muchos chiítas han votado en estas elecciones influenciados por sus
líderes con la intención de hacer oír su voz silenciada durante
décadas. Pero sus esperanzas serán defraudadas. Los
estadounidenses querían estas elecciones para elegir a un gobierno
títere cuya primera acción sea invitarles a quedarse. Pero la
aplastante mayoría de los que fueron a votar el domingo tenían una
idea muy diferente. Robert Fisk comentaba lo siguiente: “Ninguna de
las personas con las que me encontré el domingo cree que acabará la
insurgencia muchos pensaban que será mucho más feroz y los chiítas
en los colegios electorales decían con una sola voz que estaban
también votando para echar a los estadounidenses de Iraq, no para
legitimar su presencia”. Este es el beso de la muerte para los
norteamericanos y sus títeres iraquíes. El problema es que ellos han
dado al pueblo iraquí la ilusión del poder y la población no quedará
satisfecha con una simple ilusión. Esto es particularmente cierto
entre los chiítas, a quienes los estadounidenses han intentado
utilizar contra los sunnitas para debilitar la insurgencia. Sin duda
entre una gran parte de los chiítas había ilusiones considerables en
las elecciones y su resultado, ilusiones alentadas sistemáticamente
por algunos de sus dirigentes. Robert Fisk citaba las palabras
de algunos de estos votantes chiítas: “He venido aquí”, decía un
joven en el colegio electoral de Jadriya, “porque nuestro gran marja
nos dijo que votar hoy era más importante que rezar o ayunar”. Un
anciano decía con deleite: “Mi nombre es Abdul-Rudha Abu Mohamed y
hoy soy feliz... Ellos deben elegir un presidente nuestro y debe ser
uno para todos los iraquíes, y debemos tener justicia”. Pero
justicia es lo que no van a conseguir en estas elecciones.
Jonathan Steele escribe lo siguiente: “Incluso si los partidos
religiosos chiítas consiguen más escaños que Allawi en la asamblea,
probablemente ayudarán a mantenerle en el poder como un gesto hacia
los estadounidenses. Allawi es un chiíta y, desde ese punto de
vista, es aceptable para los clérigos chiítas. Ninguno de los
grandes partidos religiosos tiene intención de enfrentarse a los
norteamericanos. El radical chiíta más conocido, Moqtadaal-Sadr, no
se presenta”.
El poder detrás del trono
El nuevo gobierno se supone elaborará una nueva
constitución. Los 275 miembros elegidos ayer para la asamblea
nacional en teoría se harán cargo de esta tarea. Pero en realidad el
texto será escrito por los estadounidenses y, en cualquier caso, si
el gobierno no controla las fuerzas armadas, la policía ni el
dinero, la constitución será un papel sin valor, otra mentira
cínica, como todo lo demás que rodea a Iraq que es una niebla opaca
y venenosa. Aunque Allawi estará en el poder detrás del trono,
parece probable que este grupo será superado por la Alianza Iraquí
Unida (AIU), una coalición chiíta que cuenta con el apoyo de Sistani
(aunque no lo haya hecho públicamente). Para dispersar los temores
de que la coalición está buscando instalar en Iraq una teocracia al
estilo iraní, uno de sus líderes, Adnan Alí, insistía en lunes en
The New York Times que planeaban una administración secular donde
los clérigos no tendrán cargos ministeriales: no habrá “turbantes en
el gobierno” decía. Esto inmediatamente provocaría una división
en una de las figuras clave de la coalición, Abdelaziz al-Hakim, un
clérigo que hasta ahora parecía un candidato destinado a convertirse
en primer ministro después de las elecciones del domingo. Si gana la
AIU, el trabajo de primer ministro iría a un chiíta secular, como
Adil Abdul Mahdi, actual ministro de economía iraquí, o Ahmed
Chalabi, antiguo títere estadounidense que han caído en desgracia
ante sus antiguos amigos de Washington. Por lo tanto, está preparado
el escenario para una crisis de gobierno tras otra. Las crecientes
fracturas de la sociedad iraquí encontrarán su reflejo en un
parlamento fraccionado y un gobierno de crisis. Por este camino no
hay estabilidad posible. El resultado de la actual situación no
puede ser una genuina democracia. Allawi se está preparando para el
papel de dictador bonapartista, cuyo gobierno despótico estará
camuflado por la existencia de un parlamento impotente y un gobierno
obediente sostenido por las armas y el dinero estadounidenses.
Resulta significativo que Allawi decidiera presentar su propia
candidatura en lugar de intentar aliarse con los kurdos y chiítas,
con los que forma coalición en el gobierno actual. Su objetivo es
regresar cono un hombre bonapartista fuerte, maniobrando e
intrigando entre las diferentes fracciones nacionales, religiosas y
partidos, basándose siempre en las tropas extranjeras y el
desembolso económico de su rico tío de ultramar para sobornar y
corromper a sus seguidores “demócratas”. ¡Los dólares y las armas
son argumentos poderosos! Sobre esta base se puede reunir algún tipo
de administración. ¿Pero cuánto durará? Han podido mantener la
situación uniendo todo con el débil pegamento de las promesas y los
acuerdos secretos. Pero después de las elecciones esta situación no
puede durar mucho tiempo. Todas las contradicciones saldrán a la
superficie. La asamblea tendrá la tarea de nombrar una presidencia
de tres personas, que elegirá al primer ministro. Casi con toda
seguridad éste será Allawi, y si no es así, algún otro títere
estadounidense. Pero en la carrera de caballos que comienza hoy, con
toda la complejidad de una corte bizantina, aparecerán nuevas
contradicciones que provocarán una inestabilidad aún más peligrosa.
Nadie estará satisfecho
Con
este juego violento de intrigas, los estadounidenses han hecho
promesas a muchos grupos y no las podrán mantener. En su indecente
carrera hacia las vergonzosas elecciones, han despertado esperanzas
irreales. Los chiítas forman aproximadamente el 60 por ciento de la
población y exigirán la mayoría en el gobierno. Pero esto sólo
conseguirá enfurecer y alejar a los envenenados sunnitas y alarmar a
los kurdos. Al final nadie estará satisfecho. Al jugar con la
cuestión nacional, los estadounidenses están jugando con fuego. Si
la constitución no da suficientes derechos a los kurdos del norte de
Iraq, eso podría provocar su separación. Esto abriría un nuevo
capítulo sangriento y podría incluso llegar a la ruptura de Iraq con
unos resultados horribles. The Economist admitía esto: “A menos
que se hagan grandes esfuerzos para hacerles sentir [a los sunnitas]
que se tienen en cuenta sus opiniones, la constitución se convertirá
en otra chispa que ayudará a iniciar una guerra civil. O varias. Un
caos prolongado en el resto del país podría agitar a los kurdos de
Iraq, en sus relativas provincias pacíficas del norte, para exigir
su independencia, posiblemente podría desencadenarse una guerra por
la amargamente disputada ciudad petrolera de Kirkuk. Cubrir todo
esto, mientras resisten la tentación de volver a la era de represión
de Sadam, será un desafío colosal para el nuevo gobierno que los
iraquíes o al menos aquellos que se han atrevido lo suficiente como
para votar elegirán este fin de semana”. Con o sin elecciones y
constituciones, la cuestión crucial para Iraq durante los próximos
meses es el desarrollo de la insurgencia y la cuestión de las tropas
extranjeras en suelo iraquí. Comparado con estas cuestiones todo lo
demás es realmente insignificante. La realidad es que la
insurgencia, lejos de decrecer, aumenta con los días. La rabia
de las masas en el próximo período será mayor debido a las ilusiones
extendidas durante el período electoral. La desilusión será
particularmente mayor entre los chiítas, que tenían grandes
esperanzas. Allawi (con dinero norteamericano) intentó sobornar al
electorado aumentando las pensiones y los salarios de los profesores
y otros trabajadores del gobierno, así como los salarios de la
policía. “¡Elegidme y habrá más!” Ese fue su mensaje. Para una parte
de esta nación devastada por la guerra, sangrante y hambrienta, el
mensaje debe haber sido atractivo. Desgraciadamente, no hay más
sustancia que el espejismo en el desierto que promete agua al hombre
agonizante de sed. Iraq sufre un enorme desempleo, especialmente
entre los jóvenes, y la promesa de empleos de Allawi habrá tenido
cierto eco. Pero no hay forma de cumplir esta promesa a menos que
haya cierta apariencia de vida económica y social normal, y esto no
se puede conseguir hasta que no termine la ocupación. La consigna
electoral de Allawi era: “un líder fuerte para un país seguro”. Pero
esa es otra frase hueca. Allawi es un títere estadounidense y no
puede traer ni la paz ni la seguridad. El nuevo gobierno se
enfrentará inmediatamente a nuevas insurrecciones, caos e
inestabilidad.
¿Está al Qaeda detrás de la
insurrección?
Los medios de comunicación
occidentales están insistiendo en el papel de al Qaeda en Iraq.
Antes de que los estadounidenses invadieran Iraq, allí no había
presencia alguna de al Qaeda. Todas las informaciones que decían lo
contrario formaban parte de la campaña de desinformación destinada a
avivar el apoyo de la opinión pública a la guerra. Ahora, como
resultado de la ocupación criminal de Iraq y la brutalidad de las
fuerzas ocupantes, al Qaeda tiene base en Iraq, ¡gracias a George
Bush! Pero son una pequeña minoría en el movimiento de liberación
nacional, probablemente no supere el diez por ciento. Los
periódicos exageran el papel de hombre como el famoso Abu Musab
al-Zarqawi, un jordano brutal, reaccionario y fanático aliado de al
Qaeda, que declaró “una guerra encarnizada contra el principio de la
democracia y aquellos que buscan promulgarla”, y que pidió a los
seguidores sunnitas que atacaran a los “votantes infieles”. Pero en
realidad la mayoría de los insurgentes iraquíes no se oponen a la
democracia. Ellos están luchando por la autodeterminación, para
liberar a su país de un ejército extranjero de ocupación odiado y
decidir su futuro libremente. Los medios de comunicación
occidentales también exageran el grado de división entre los
diferentes grupos nacionales y religiosos que hay en Iraq. A corto
plazo, es verdad que un grupo los sunnitas han sufrido más que los
demás. Las elecciones de ayer era un sistema simple de
representación proporcional que trataba al conjunto de Iraq como una
única circunscripción. Esto no refleja el complejo mosaico de la
población iraquí. Los mayores perdedores fueron los sunnitas. Está
claro que los sunnitas estarán sub-representados en la asamblea.
Esto dará un mayor impulso a la insurgencia en las zonas sunnitas,
ya amargadas y alienadas por la brutalidad de las despiadadas
fuerzas ocupantes. Robert Fisk preguntaba a un guardia de
seguridad musulmán sunnita cual pensaba sería el futuro de su país.
Él no había votado en la mayoría de las ciudades sunnitas sólo se
han abierto un tercio de los colegios electorales pero había
pensado mucho en esta cuestión: “No sólo no pueden darnos una
‘democracia’ como ésta. Este es uno de vuestros sueños extranjeros y
occidentales... Antes, teníamos a Sadam y era un hombre cruel, nos
trató con crueldad. Pero lo que ocurrirá después de estas elecciones
es que nos daréis muchos pequeños Sadam”. Los comentarios de
este hombre son muy perspicaces y describen con justicia la
situación surgirá después de las elecciones. El próximo gobierno
iraquí probablemente sea similar a la actual coalición de grupos
religiosos y seculares, dominado por antiguos exiliados. Con la
constitución temporal el primer ministro elige al gabinete, después
será aprobado por la asamblea. Todas las diferentes fracciones
lucharán como gatos en un saco para conseguir que sus intereses
estén representados en la nueva constitución. El gran ayatolá Alí
al-Sistani, el clérigo chiíta más influyente de Iraq, estaba
firmemente a favor de participar en las elecciones. Incluso publicó
una fatwa obligando a votar a sus fieles. Personas como Sistani,
es verdad, están maniobrando para aumentar su poder a expensas de
otros grupos religiosos y nacionales. Pero la cuestión del dominio
chiíta con frecuencia se exagera. Forman el mayor grupo de población
de Iraq pero eso no significa que quieran imponer el dominio chiíta
sobre las otras comunidades. La mayoría de los chiítas lo que
quieren es el derecho a ser aceptados como ciudadanos iguales en un
Iraq verdaderamente libre y democrático. Es sólo una aspiración que
comparten con todos los verdaderos demócratas iraquíes. En la
actualidad, parece que la mayoría de los insurgentes procedente
sobre todo de la minoría árabe sunnita. Pero eso cambiará. A los
chiítas naturalmente les gustaría tener un primer ministro chiíta
después de décadas de gobierno de dirigentes procedentes de la
minoría sunnita, ya fuese el rey impuesto por los británicos o, más
tarde, Sadam Hussein. Pero no hablan con una sola voz, de la misma
forma que no lo hacen los otros grupos religiosos o nacionales de
Iraq. Hay chiítas ricos y pobres, hay chiítas más inclinados a
colaborar con los imperialistas, pero son una minoría. La mayoría de
la población chiíta odia a los invasores extranjeros tan
intensamente como sus hermanos y hermanas sunnitas. Esto
significa que pronto aparecerán divisiones en el campo chiíta. La
verdad es que ya están profundamente divididos. El ala radical,
representado por la mayoría de pobres y oprimidos chiítas, en pocos
meses se unirán a los insurgentes. Unirán sus manos con los
insurgentes de las zonas sunnitas. Robert Fisk tenía absolutamente
razón cuando escribía lo siguiente: “si estas elecciones crean una
coalición parlamentaria que divide a los chiítas y les convierte en
el partido más grande de la oposición, entonces la insurgencia
sunnita se convertirá en una insurrección nacional”. Los
imperialistas intentan sembrar la desunión entre los diferentes
grupos nacionales y religiosos de Iraq. Pero los verdaderos
demócratas y revolucionarios lucharán por la unidad en la lucha y un
frente antiimperialista común. Esta unidad militante de la lucha de
liberación nacional es la mejor esperanza para la futura unidad de
un Iraq democrático e independiente.
Aumento de la
insurgencia
El presidente Bush recientemente
avisó a los norteamericanos que la insurgencia probablemente sería
más fuerte. La paradoja está clara para todo el mundo, excepto para
el que no quiere ver. Las elecciones supuestamente darán mayor
legitimidad al próximo gobierno iraquí, porque habrá sido elegido
por los iraquíes y no nombrado por los estadounidenses. Pero en
realidad no tiene ninguna legitimidad y no puede tenerla mientras
haya un solo soldado extranjero en suelo iraquí. Estas
elecciones no resolverán nada. En realidad, los estadounidenses
están en una posición imposible. La ocupación de Iraq les está
costando una cantidad astronómica de dinero, al menos mil millones
de dólares a la semana. Eso aparte del espantoso número de vidas
perdidas en ambas partes. Crecerá la presión sobre George Bush para
que establezca un calendario claro de retirada. Pero está entre la
espada y la pared. Si lo hace pronto, el gobierno títere colapsará y
cualquier gobierno que le sustituya no será amistoso con Washington.
¡Esto llevaría al traste toda la situación! EEUU sufriría una
humillación a los ojos del mundo como el que sufrió en Vietnam. Por
otro lado, si se queda, la colosal sangría de sangre y oro
continuará, convirtiéndose en una ruina económica y política.
Después de crear el caos, a los imperialistas estadounidenses
les gustaría encontrar una salida. Les gustaría que sus títeres
iraquíes tomasen la carga de defenderse frente a los insurgentes.
Están intentando acelerar el proceso de entrenamiento de las fuerzas
iraquíes y comenzar el proceso de entregarles las responsabilidades
de seguridad, así las tropas estadounidenses podrían retirarse a
campamento fuertemente protegidos a las afueras de las ciudades
donde esperan ser inmunes a los ataques. ¡Es más fácil decirlo que
hacerlo! Nadie duda de que la insurgencia continuará, incluso
con una mayor intensidad, mucho después de las elecciones. El
presidente Bush el próximo mes quería pedir al congreso otros 80.000
millones de dólares para las operaciones militares en Iraq y
Afganistán. El congreso ya ha aprobado 120.000 millones de dólares
para Iraq (y otros 60.000 millones para Afganistán). The Economist
admitía lo siguiente: “A las reformadas fuerzas de seguridad
iraquíes todavía les queda recorrer un largo camino para ser capaces
de apresar a los insurgentes sin la ayuda de las tropas de EEUU,
Gran Bretaña u otros aliados. A principios de este mes el Pentágono
envió a un general retirado, Gary Luck, para evaluar la situación de
las operaciones militares en Iraq. Éste recomendó que el
entrenamiento de las fuerzas iraquíes se acelerara y que el número
de entrenadores militares norteamericanos trabajando con ellos se
incrementara severamente. Pero lo más probable es que sigan siendo
débiles, desorganizadas y llenas de deserciones e infiltrados”.
La corrección de este análisis se ha demostrado una y otra vez.
Los jóvenes iraquíes hambrientos y desesperados entran en la Guardia
Nacional para obtener un pedazo de pan para sus familias (son mejor
pagados en la medida que siguen vivos). Pero tan pronto tienen que
luchar, desertan en masa o se pasan al lado de los insurgentes. Esto
se pudo ver en noviembre de 2004 cuando los insurgentes tomaron la
ciudad clave de Mosul en el norte kurdo y durante algunos días la
controlaron mientras huía la Guardia Nacional. Los estadounidenses
tuvieron que retomar la ciudad por sí solos. El gobierno iraquí
es débil, corrupto y está desmoralizado. Además, utiliza las mismas
medidas represivas que Sadam Hussein, como señala The Economist:
“Según informa esta semana Human Rights Watch, un grupo
estadounidense, lo más inquietante es que algunos hombres de
seguridad iraquíes parecen estar recuperando el tipo de tortura y
abusos de prisioneros que eran la práctica rutinaria con Sadam
Hussein. Sus hallazgos horrorizarán a los observadores de fuera de
Iraq. Sin embargo, puede que no causen demasiado daño a las
perspectivas electorales del primer ministro interino, Iyad Allawi,
y su coalición, la Lista Iraquí, que ha estado haciendo campaña
basándose en la ley y el orden”. ¡Estas palabras resultan
bastante gráficas! Aquí vemos la verdadera cara del régimen iraquí,
no la cara sonriente de la democracia que la descafeinada propaganda
oficial desea presentar al mundo, sino un despotismo cruel y
corrupto que cualitativamente no difiere de la vieja dictadura que
supuestamente sustituyó. El régimen de Allawi combina algunas de las
peores características del régimen de Sadam Hussein con los horrores
de la ocupación extranjera y el declive general económico, cultural
y moral. Es un callejón sin salida.
La brutal cara
de la ocupación
En documental titulado Exit
Strategy, emitido la noche pasada (domingo 30 de enero) en el
programa Panorama de la BBC, el editor de asuntos internacionales de
la BBC, John Simpson, desde Bagdad hacía una crítica devastadora a
la política norteamericana en Iraq. Respondiendo a toda la
propaganda sobre las elecciones, Simpson decía simplemente: “No he
encontrado a un solo iraquí que estuviera de acuerdo con la
afirmación de que a partir de ahora las cosas irían mejor para los
iraquíes o que tienen un futuro brillante”. Mostraba una imagen
devastadora de las tropas estadounidenses que en el momento que
abandonaban sus protegidas bases se encontraban en un peligro
mortal, o incluso una insurgencia en alza y una población
descontenta y encolerizada. La BBC se ha enterado de que la
coalición y las tropas iraquíes podrían ser responsables del
asesinato en Iraq de un 60 por ciento más de no combatientes que los
insurgentes. La lista de muertes civiles durante los últimos seis
meses es algo confidencial, pero el programa Panorama la ha
conseguido y la ha hecho pública. Más de 2.000 civiles fueron
asesinados por las autoridades, mientras que los insurgentes sólo
cuentan con 1.200 muertes. Los datos emitidos por este programa
abarcan el período que va desde el 1 de julio de 2004 al 1 de enero
de 2005, incluye a todos los muertos y heridos civiles relacionados
con el conflicto registrados por los hospitales públicos. Las cifras
excluyen, donde se sabe, las muertes de insurgentes. Las cifras
revelan que 3.274 civiles iraquíes fueron asesinados y 12.657
resultaron heridos en la violencia relacionada con el conflicto
durante ese período. De estas muertes, el 60 por ciento 2.041
civiles fueron asesinados por la coalición y las fuerzas de
seguridad iraquíes. Otras 8.542 fueron heridas por ellos. Los
ataques insurgentes costaron 1.233 vidas y 4.115 heridos, durante el
mismo período. Estas cifras son sólo aproximaciones, por
supuesto, cuando John Simpson intentó conseguir que las autoridades
norteamericanas verificaran los datos no lo consiguió. Panorama
entrevistó al embajador estadounidense en Iraq, John Negroponte,
poco antes de obtener las cifras. Y le dijo a John Simpson: “Mi
impresión es que la gran cantidad de bajas civiles definitivamente
es el resultado de estos coches bombas indiscriminados. Usted mismo
es consciente de que estos ocurren en la zona de Bagdad y que en la
mayoría de los casos el mayor número de víctimas de estos actos de
terror son espectadores civiles inocentes”. Los cálculos
extraoficiales de la lista de civiles varía de 10.000 a 100.000. La
prestigiosa revista Lancet estimaba que el número de muertes civiles
fácilmente podría llegar a los 100.000. Nadie lo sabe. No hay datos
oficiales del número de bajas iraquíes desde el inicio del
conflicto. ¡Es natural! La coalición sólo está interesada en dar el
(máximo) número de cifras de combatientes enemigos asesinados y las
cifras (mínimas) de soldados estadounidenses muertos. Las muertes
civiles (conocidas como “daño colateral”) tienen poco o ningún
interés. En bien del circo mediático siempre insisten en que ellos
ponen el máximo cuidado para evitar estas muertes pero, por
supuesto, estas cosas irremediablemente ocurren. Simpson dijo
que la coalición no mantiene ninguna cifra de bajas civiles y hacía
referencia al Ministerio de Sanidad iraquí. Sin embargo, las cifras
de este ministerio están normalmente disponibles para los miembros
del gabinete iraquí. El número de hombres, mujeres y niños inocentes
asesinados durante esta guerra sucia y bárbara es un secreto
celosamente guardado. La coalición todavía tiene que responder a las
cifras. Cuando uno ve las espantosas fotografías de destrucción
y muerte en Faluya, queda en evidencia la hipocresía de las
informaciones relacionadas con que la coalición siempre respeta la
vida de los civiles. Cuando las fuerzas estadounidenses ocuparon la
ciudad demostraron una absoluta indiferencia hacia las vidas humanas
y las propiedades, arrasando todo lo que encontraron a su paso.
Bombardearon y destruyeron casas, dispararon a los refugiados que
intentaban escapar de la pesadilla. Paradójicamente, los luchadores
rebeldes salieron antes de que se iniciara el ataque anunciado de
antemano. Nadie sabrá cuantos muertos hay bajo los escombros de
Faluya. La gran mayoría de las bajas eran hombres, mujeres y niños
normales. Un cuarto de millón de personas tuvieron que huir e
incluso ahora el setenta por ciento de la ciudad arrasada está
cerrada para sus anteriores habitantes. El efecto de este acto de
barbarie era predecible. Los estadounidenses dicen que mataron a
12.000 insurgentes. Puede. Pero el martirio de Faluya ha creado
diez, veinte o cien nuevos combatientes de la resistencia por cada
uno de los asesinados. Las masas odian incluso la palabra
estadounidense. Incluso aquellos que anteriormente apoyaban la
invasión norteamericana ahora se han convertido en enemigos jurados.
¡Esto es lo que Bush y Blair han conseguido apenas dos años después
de estar en Iraq!
EEUU se enfrenta a la derrota
No hay salido para el caos excepto obligar a una
retirada total de todas las fuerzas ocupantes de Iraq. Casi 1.400
personas del personal militar norteamericano han muerto en Iraq.
Muchos más han resultado heridos y más aún llevan de servicio mucho
más tiempo del reglamentario. El número de tropas ha pasado de
138.000 a principios de este año hasta aproximadamente 150.000 para
proporcionar seguridad en las elecciones. Las esperanzas de los
mandos militares es volver a los 138.000 soldados a mediados de este
año, pero ahora parece una previsión demasiado optimista. Un
tercio de las tropas estadounidenses en Iraq son reservistas y
guardias nacionales. Este hecho por sí mismo demuestra una gran
debilidad. El Jefe de Recursos de EEUU admitió recientemente que
estas fuerzas estaban degenerando rápidamente hasta convertirse en
una fuerza desmoralizada. Esto explica los incidentes de tortura y
los abusos de prisioneros iraquíes, y el mal tratamiento que reciben
habitualmente los civiles iraquíes. Cada incidente de mal
tratamiento y tortura, cada casa civil destruida por una bomba, cada
refugiado disparado cuando intentaba escapar, representan un clavo
más en el ataúd del imperialismo estadounidense en Iraq. EEUU es
la fuerza más poderosa del planeta. Pero fue derrotada en Vietnam
por una guerrilla con los pies descalzos y será derrotada en Iraq
por un ejército de insurgentes desarrapados. Sin embargo, en ambos
casos, la verdadera derrota será en casa. Este horrible escenario
está cambiando el ambiente de la población norteamericana. Desde el
principio les han engañado, mentido y desinformado. Pero como dijo
Abraham Lincoln: puedes enloquecer a algunas personas todo el tiempo
pero no puedes enloquecer a todos durante todo el tiempo. El 70
por ciento de los norteamericanos piensa que la guerra en Iraq ha
acarreado ya un coste de vidas inaceptable. Por primera vez una
mayoría decisiva de la población estadounidense cincuenta y seis
por ciento han llegado a la conclusión de que no merece la pena
seguir en esta guerra, ocho puntos más respecto al último verano.
Los halcones en la Casa Blanca están perdiendo apoyo y tarde o
temprano este ambiente de descontento se manifestará en una nueva y
masiva oleada de protestas que sacudirá todo EEUU. La situación
es bastante sencilla. Después de casi dos años de intentar
“convencer” a la población de Iraq de las bendiciones de la
civilización occidental y la democracia con los argumentos
contundentes de los cohetes, las bombas y las balas, ahora no tienen
argumentos. Tendrán algo a lo que agarrarse durante un tiempo,
meses, quizás años, pero el resultado final está decidido. Al
final, el imperialismo estadounidense tendrá que abandonar Iraq con
el rabo entre las piernas. Dejará tras de sí un reguero sangriento
de ciudades arruinadas, cuerpos y vidas destrozadas, una amargura
eterna contra el imperialismo que sembrará las semillas de nuevas
insurrecciones y luchas hasta que, finalmente, no sólo Iraq sino
todo Oriente Medio, encontrará la fuerza para arrancarse el pesado
yugo del imperialismo y su monstruoso gemelo: el capitalismo. Sólo
entonces la población comenzará a respirar libremente.
Londres, 31 de enero de 2005
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