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Contrapoder: una introducción
Por Toni Negri - Friday, Feb. 04, 2005 at 7:29 PM

Es extraño pero interesante y extremadamente estimulante, recordar que el Che había tenido la intuición de algo de lo que ahora estamos diciendo. Esto es que el internacionalismo proletario tenía que ser transformado en un gran (mestizaje) político y físico, que uniera lo que en ese momento eran las naciones, hoy multitudes, en una única lucha de liberación.

¿Qué puede significar contrapoder en la sociedad de la globalización imperial? Es difícil imaginar un contrapoder que pueda alcanzar eficacia sobre base nacional, o sea, en los límites de esos Estados-Nación que el poder imperial está incluyendo en su dialéctica de control estratégico. Por otro lado, el poder imperial trata de institucionalizar, o sea de incluir y controlar, los fenómenos más consistentes de resistencia que tienen lugar en la superficie del planeta. El parcial reconocimiento del "pueblo de Seattle" o de las ONG's más importantes, entra en esta dinámica de relativa constitucionalización de una nueva "sociedad civil" ¡qué mistificaciones! Un verdadero contrapoder, hoy, tendrá entonces que evitar, por un lado, moverse en un ámbito puramente nacional; y, por otro, ser absorbido en las redes del nuevo constitucionalismo imperial. ¿Cómo moverse entonces?


Para contestar a esta pregunta es aconsejable reflexionar sobre algunas experiencias que, si bien no ofrecen certezas, nos pueden indicar algunos caminos a seguir para construir contrapoder hoy. La primera experiencia es aquella (válida desde siempre) de construir resistencia desde abajo, a partir de radicarse en las realidades sociales productivas. O sea, se trata de continuar, por medio de una militancia resistente, la desestructuración del poder dominante, en los lugares donde éste se acumula, se concentra, y desde donde proclama su hegemonía. Resistir desde abajo significa ampliar en la resistencia las redes del saber y del accionar "comunes", en contra de la privatización del mando y de la riqueza. Significa romper las líneas duras de la explotación y de la exclusión. Significa construir lenguajes comunes en los que la alternativa, de una vida libre y de la lucha contra la muerte, se muestren ganadores. Hay luchas que en las últimas décadas mostraron estos objetivos, y un movimiento multitudinario radicalmente dedicado a estos fines: la lucha parisina del invierno de 1995 fue, desde este punto de vista, ejemplar. Pero, para adquirir carácter de estratégicas, estas luchas necesitan encontrar una conexión mundial, una dimensión de circulación global. Necesitan ser sostenidas por potencias materiales, del tipo de una fuerza de trabajo que se mueve por medio de rutas de emigración cultural y de trabajo, materiales y no materiales, por un éxodo cosmopolita potente y radical. Al poder imperial hay que oponer un contrapoder a nivel de Imperio.
Roma 1º de febrero 2001

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