China :avance de las contradicciones.
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Saturday, Feb. 05, 2005 at 9:39 PM
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CHINA: AVANCE DE LAS CONTRADICCIONES
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Con la creciente
subordinación al capitalismo internacional crecen las desigualdades
y los antagonismos |
Autor : Michael
Roberts Fecha : ( 30-Enero-2005 ) Categoria : Asia
|
hao
Ziand murió el pasado mes. Hace más de quince años Zhao era el
secretario general del gobernante Partido “Comunista” Chino. Cuando
ocurrió la gran insurrección estudiantil de 1989 y miles de personas
tomaron la Plaza de Tiananmen en Pekín, Zhao fue a la plaza a
simpatizar con los estudiantes, insinuando que él cumpliría sus
peticiones e intentó convencerlos de que terminaran con sus
protestas. Al día siguiente, los dirigentes “comunistas” chinos lo
pusieron bajo arresto domiciliario y el ejército aplastó
(literalmente) la protesta.
En los últimos quince
años China ha experimentado una transformación económica global de
unas proporciones sin precedentes. La economía china ha crecido a un
9-10% al año, comparado con el 6% del resto de Asia, el 1-2% de
Japón y Europa, y el 3% de EEUU.
China tiene ahora el
7% del comercio mundial. Puede que no parezca demasiado, pero la
cifra se ha duplicado en pocos años y, de seguir este ritmo, se
doblará de nuevo en los próximos cinco años. EEUU, la mayor potencia
económica del mundo, tiene un enorme déficit comercial con China,
con importaciones anuales por un valor superior a los 150.000
millones de dólares más que las exportaciones estadounidenses a
China. Las exportaciones chinas aumentan a un ritmo del 40% anual.
Es bien conocido que, como ocurrió con Gran Bretaña a
mediados del siglo XIX y EEUU a mediados del XX, China se ha
convertido en el siglo XXI en el taller industrial del mundo. Aunque
hay similitudes con los gigantes industriales antes mencionados,
también hay una serie de diferencias y el desarrollo de China no
seguirá el mismo patrón que el de Gran Bretaña o EEUU.
La primera diferencia es que China llega después.
Puede que compita en los mercados mundiales con productos
manufacturados, pero todavía sigue siendo demasiado poco en términos
de su producción nacional, 1 billón anual, comparado con los 11
billones de EEUU, y aún es más pequeño que la tutelada fuerza
económica británica que genera 1,5 billones de dólares al año.
También la potencia super-imperialista de EEUU, con
su poderoso ejército y sus formidables músculos financieros, supera
a China. EEUU tiene aliados cercanos en Japón, Taiwán y Corea, todos
decididos a “contener” cualquier expansión china. Como Marx, y más
tarde Trotsky, explicó, los países ex – coloniales (y China fue
colonizado por Gran Bretaña, Francia, Japón y EEUU) se enfrentan a
un inmenso problema para desarrollar su economía porque su
crecimiento amenazará los intereses de las potencias imperialistas
ya existentes.
A principios del siglo XIX, India
había conseguido un sector textil y una fabricación de acero
significativos, financiado por los inversores británicos este país
comenzó a exportar a Gran Bretaña. Pero cuando la industria
británica comenzó a tener problemas, el poder imperial bloqueó a sus
manufactureros indios rivales y finalmente los destruyó. Ahora India
comienza a tener una recuperación industrial, pero en sectores
nuevos como los servicios de software, aquí sus graduados pueden
competir contra sus iguales en Europa y EEEU porque aceptan salarios
más bajos. Pero incluso en este caso, ya hay voces pidiendo el
bloqueo de estos “puestos de trabajo” en la industria del software
en India.
En EEUU hay muchos que desde hace tiempo se
quejan de la “competencia injusta” de China, exigiendo cuotas y
restricciones a las importaciones chinas. Por ahora estas voces se
las ha llevado el viento, la razón es que las grandes
multinacionales prefieren invertir directamente en China con sus
plantas automovilísticas y fábricas de calzado deportivo y después
exportarlo a EEUU. Eso parece mucho más rentable que intentar frenar
las importaciones chinas y continuar utilizando a los
estadounidenses y europeos “mejor pagados” que exigen condiciones
laborales adecuadas, vacaciones pagas, pensiones, etc.
Las inversiones de las multinacionales en China han
sido enormes. La mayor parte de la inversión de capital todavía se
produce en Norteamérica, Japón y Europa. Sólo aproximadamente el 20%
va a otros lugares. Pero de ese 20%, China se lleva la parte del
león, aproximadamente 50.000 millones de dólares al año durante los
últimos quince años, desde que Zhao fue arrestado.
Pero esa inversión también indica por qué China no se
convertirá en una potencia imperialista importante como Gran Bretaña
y posteriormente EEUU. No es sólo porque el imperialismo
estadounidense esté en medio. El motivo es que China no es una
economía capitalista, industrializada y emergente como los países
del G-7 lo fueron en los siglos XIX y XX.
Hace
aproximadamente sesenta años, China experimentó una revolución
social que no sólo no estableció los cimientos de una clase
capitalista y el desarrollo industrial, como sí ocurrió con las
revoluciones de los siglos XVII y XVIII en Norteamérica y Gran
Bretaña. Para que China pudiera liberarse de los grilletes del
imperialismo, como existía una clase capitalista nacional muy débil,
una pequeña clase urbana culta tuvo que galvanizar a los millones de
campesinos en una guerra contra la ocupación japonesa y después
contra las fuerzas pro-capitalistas y estadounidenses, las masas
expropiaron la propiedad privada, nacionalizaron o redistribuyeron
la tierra entre el pequeño campesinado y organizaron la propiedad
estatal y la planificación de las incipientes industrias. China se
desarrolló pasando por alto el capitalismo.
Lo
irónico de la historia fue que los llamados dirigentes comunistas
chinos nunca esperaron que deberían romper con sus clase capitalista
nacional. Tuvieron que hacerlo para sobrevivir. Sobre todo, no
tenían intención de permitir que la clase obrera urbana funcionara
como una fuerza de clase independiente, por esa razón desde el
principio aplastaron y descartaron la democracia obrera. Esa es la
política que la dirección china ha seguido a través de todos sus
giros y vueltas, desde el Gran Salto Adelante hasta la política
actual.
De este modo, la de China sigue siendo una
historia curiosa y grotesca. Incluso en 2005, aproximadamente el 40%
de la industria está en manos del estado. El grueso de la
agricultura está controlada por comunas y no por modernos granjeros
capitalistas o multinacionales agrícolas. Al mismo tiempo, la mayor
parte de la nueva industria, particularmente aquellos sectores que
fabrican productos de consumo o de alta tecnología son propiedad
privada, normalmente a través de sociedades conjuntas, formadas por
empresas extranjeras (que proporcionan fondos y conocimientos) y
empresas chinas propiedad de los hijos e hijas de los dirigentes
“comunistas” chinos (que proporcionan fuerza de trabajo, permisos
legales y la corrupción).
El sector estatal continúa
empleando al grueso de la fuerza laboral industrial en acero, textil
y minería, mientras que los logros reales de la industria se los
llevan las empresas privadas y de propiedad extranjera.
China es un enorme híbrido económico y político. Sus
dirigentes continúan pretendiendo tener un sistema político
“comunista”. Pero cada vez hablan menos de “socialismo”, mientras
que relajan el cinturón para convertir la economía en una fuerza
capitalista globalizada. Pero un híbrido es una contradicción. Y las
contradicciones no pueden permanecer inmutables para siempre.
Finalmente algo tendrá que ocurrir.
China no se
convertirá en una potencia económica capitalista importante sino
ocurren por lo menos dos cosas. Primero, debe haber una
confrontación importante con la actual superpotencia imperialista
existente: EEUU. Si China consigue su objetivo de anexionarse
Taiwán, veremos el surgimiento de fuerzas reaccionarias en China
exigiendo un ataque contra la economía china.
Esa es
la contradicción externa para China bajo el capitalismo mundial. La
otra es interna, si se desmantela el sector estatal, con él también
se irán las vidas de millones de mineros, trabajadores del acero y
la ingeniería, las desigualdades de ingresos y riqueza aumentarán
(como ocurre inevitablemente en cualquier desarrollo capitalista), y
también se intensificarán el resentimiento y los antagonismos.
Por debajo de la superficie de aparente crecimiento y
prosperidad, China ya está en llamas. Si hay alguna duda de esto,
basta con leer el excelente y asombroso artículo escrito por Heiko
Khoo el pasado mes de diciembre. Demuestra que no sólo Zhao Ziang
estuvo bajo arresto domiciliario durante los últimos quince años,
sometido al grillete de una camarilla corrupta, autocrática y
militarista. Todas las masas chinas también estuvieron bajo arresto.
Lo que provocó el “incidente” de Tiananmen hace
quince años no fue sólo el deseo de libertad política, también fue
una constatación de que el “camino capitalista” adoptado por los
dirigentes chinos estaba distorsionando la economía, incrementando
las desigualdades y aumentando la corrupción. La inflación está
aumentando rápidamente, particularmente en las ciudades, el
crecimiento económico y del empleo se han desacelerado.
Cuando iniciamos el año 2005, la economía china
parece estar lejos de una situación de crisis. El crecimiento
económico todavía está próximo al 9% (si creemos las cifras del
gobierno) y las exportaciones siguen en aumento. Pero las
contradicciones permanecen. La vieja preocupación era que China
no creciera lo suficientemente rápido para proporcionar empleos a
los cientos de millones que viven en el campo, desesperados y con
una pobreza miserable. La verdadera historia fue la de miles
esperando en las estaciones ferroviarias un billete gratis para las
grandes ciudades.
La nueva preocupación es que China
ha sobreinvertido en equipamiento de capital y fábricas para
producir todas las mercancías baratas que inundan los países
imperialistas occidentales. Cualquier ralentización de la economía
capitalista mundial dejaría a China con una enorme deuda que
afectaría a toda la economía.
Todavía ninguna de
estas preocupaciones se ha materializado en una crisis. El motivo de
esto, en parte, es que el control y la planificación estatal han
contenido la debilidad y la anarquía del mercado capitalista. Los
dirigentes chinos cada día dan un paso más en el desmantelamiento
del sector estatal y de los controles de planificación, por esa
razón, cada vez más están dejando a la población a expensas de las
fuerzas del mercado mundial, ellos están ansiosos por cobrar las
recompensas de la economía de lucro.
China ya ha
entrado en la Organización Mundial del Comercio, el organismo
comercial del capitalismo. Los términos de su adhesión establecen
que su economía tiene que abrirse a la inversión extranjera y que en
2008 su moneda debe liberarse del control estatal. La próxima vez
que el mundo entre en recesión, China no podrá escapar al impacto de
una crisis capitalista global, algo que sí evitó en los años ochenta
y noventa.
20 de enero de 2005
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