Marxismo y psicoanàlisis.
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MARXISMO Y PSICOANÁLISIS |
Notas sobre la vida
y la obra de Wilhelm Reich |
Autor : Alessandro
D’Aloia Fecha : ( 27-Enero-2005 ) Categoria : Teoría
|
ilhelm
Reich (1897-1957) fue un psicólogo, un científico y un marxista.
Escribió obras que son recursos inestimables para comprender las
relaciones entre el marxismo y el psicoanálisis, sin la necesidad de
tener una visión general o los conocimientos de un estudiante de
psicología. Su tragedia personal ilustra hasta qué punto cuestiones
abstractas se pueden manifestar e interrelacionar con la vida de los
individuos.
Su formación
Ni el
papel histórico de Reich ni sus obras son reconocidos por la mayoría
de los psicoanalistas, ya sean estudiantes, profesionales o simples
aficionados. Esta situación permitió a renombrados intelectuales,
como los de la Escuela de Frankfurt, saquear fácilmente sus obras
(especialmente las del período claramente marxista) sin ni siquiera
hacer un reconocimiento del pensamiento de Reich y, además, sin que
nadie lo denunciara.
El resultado es que hoy la
mayoría de las personas que tienen interés en la psicología aprenden
poco más que las obras clásicas de Freud. Esto ha llevado a una
falta de conocimiento de varias de las contribuciones importantes a
la psicología, como son las de Reich y que son esenciales para
comprender plenamente el psicoanálisis, sus contradicciones actuales
y su punto de vista de clase. Las contribuciones más ampliamente
conocidas, los llamados postulados freudianos “reformados”, han
quedado totalmente socavadas y sus implicaciones reaccionarias han
quedado al descubierto.
La obra más conocida de Reich
es La revolución sexual publicada en Viena en 1930. Sus
análisis científicos tienen un alcance más amplio que los de Freud,
incluyendo obras importantes como: La función del orgasmo;
La irrupción de la moral sexual coercitiva; El individuo y
el Estado; El materialismo dialéctico y el psicoanálisis
y Psicología de masas del fascismo. Reich fue miembro activo
de la Sociedad Internacional Psicoanalítica (SIP) que fue fundada
por Freud. En el momento de publicar su primer trabajo, La
función del orgasmo, era muy conocido por ser uno de los
discípulos más aventajados de Freud. Pero ya dentro de esa obra se
encontraban todos los elementos del pensamiento que lo enfrentarían
a Freud durante su “segundo período”.
Reich estaba de
acuerdo con Freud en que el desarrollo sexual era el origen
fundamental del desorden mental. Juntos defendían las siguientes
posiciones: la mayor parte de la actividad psicológica estaba
gobernada por procesos inconscientes; los niños desarrollan
rápidamente una sexualidad activa; la energía sexual de los niños es
la causa de la mayoría de los procesos psicológicos; la sexualidad
infantil está reprimida y esto tiene consecuencias muy importantes
en la salud mental; la moralidad no deriva de ningún ser
supranatural o de normas establecidas sino que es el producto de
represiones impuestas contra la sexualidad de los individuos en su
desarrollo desde la infancia a la adolescencia y finalmente en la
edad adulta.
Reich continuó desarrollando estas ideas
y su relación con hechos concretos. Exploró y descubrió las
relaciones entre la vida sexual y la moralidad burguesa, después
procedió de la misma manera con la relación entre la propia
moralidad burguesa y las estructuras sociales y económicas que la
generan e influyen en ella. Reich explicó que la represión sexual
burguesa y sus influencias inconscientes eran las causas principales
de las neurosis. Adelantó la idea de que la vida sexual libre del
sentimiento de culpabilidad sería la mejor terapia para tratar esas
neurosis. Finalmente afirmó que esta liberación de la vergüenza y la
represión sólo se podrían conseguir a través de una moralidad no
autoritaria, que a su vez sólo podría existir en un sistema
económico capaz de superar y abolir la represión.
Sin
embargo, Freud pronto alteraría el contenido de sus pensamientos y
rompería con aquellas ideas que coincidían con las de Reich y que
habían sido su punto de partida. En 1926, en la obra La
inhibición, síntoma y ansiedad, Freud decía lo siguiente:
“... es la ansiedad lo que produce represión y no, como creía en
el pasado, que la represión producía ansiedad...” Esto suponía
un giro de ciento ochenta grados, la nueva teoría de Freud pretendía
que la ansiedad (ansiedad sexual) era algo endógeno y que su origen
estaba en la psique del individuo. Así que Freud ya no lo
consideraba un producto de las condiciones sociales externas. Todos
los factores medioambientales externos y objetivos sencillamente
desaparecían del análisis de Freud.
El nuevo conjunto
de ideas de Freud se convertiría en el vehículo para todas esas
teorías defensoras de que los “fallos” humanos son inherentes
y que se encuentran dentro del ser psíquico del hombre o la
mujer (por ejemplo, la idea de que hay un gen causante de la
criminalidad). Esta teoría entra en contradicción con la concepción
materialista que sostiene que son las condiciones sociales de la
humanidad las que dan forma a la conciencia general e individual, y
no viceversa. Desde el momento en que Freud rechaza la filosofía
materialista sus teorías estaban destinadas a convertirse nada más
que en una aceptación de la sociedad tal como es, descartando de ese
modo la posibilidad de crear soluciones reales a los problemas
médicos que intentaba resolver.
Este cambio de
posición de Freud ocurrió en un momento muy significativo, al final
de los años veinte. En ese momento la idea general era que, con el
aparentemente imparable ascenso nazi, los fascistas seguramente
disolverían la SIP (Sociedad Internacional Psicoanalítica) si ésta
no revisaba sus bases teóricas. Vemos como las amenazas de represión
consiguieron que el nazismo tuviera influencia en el pensamiento de
muchos científicos burgueses, incluso en aquellos que estaban muy
alejados de cualquier sospecha de tener simpatías nazis. Freud fue
sólo uno de los muchos científicos burgueses afectados por esa
manera de pensar.
Su obra
Mientras que Freud prácticamente se autocensuró,
en 1928 Reich se atrevió a entrar en el Partido Comunista Austriaco
(PCA). Rápidamente demostró ser un militante muy activo. Estaban
convencido, como marxista decidido, de que la única forma de
emprender una acción efectiva contra el sistema capitalista era a
través de la actividad política organizada por los propios
trabajadores en los centros de trabajo. Ese mismo año Reich, junto
con otros médicos de izquierda, fundó la Asociación Socialista para
la Consulta e Investigación Sexual. El objetivo de esta asociación
era crear los primeros centros clínicos para tratar las cuestiones
psicológicas de los trabajadores y aceptarlos en ellos como
pacientes, en lugar de tratar a los aburridos burgueses que eran los
clientes naturales de los freudianos.
Hay que tener
en cuenta que Reich no tenía una postura utópica sobre la cuestión
de cómo curar las enfermedades psicológicas de las masas. Esto quedó
demostrado en su creencia de que la neurosis y los desórdenes
emocionales estaban provocados por una estructura social determinada
que es capitalista y autoritaria, de la misma forma, su conclusión,
científicamente correcta, era la necesidad de derrocar al
capitalismo y construir una sociedad socialista, eliminando de la
sociedad estas características negativas también se eliminarían esos
desórdenes psicológicos.
La nueva sociedad de
investigación de Reich contaba con una larga lista de pacientes, su
tamaño le permitió realizar estudios minuciosos, consistentes y
frecuentes. Naturalmente esto tuvo beneficios inmediatos en los
pacientes obreros. Gracias al análisis de un gran número de casos
clínicos, mucho mayor que los utilizados por los freudianos para
sustentar su trabajo, Reich proporcionó un apoyo estadístico
excepcional a sus investigaciones y conclusiones. Sus obras
posteriores incluían observaciones y casos que eran
incomparablemente mayores que las de sus “competidores”.
Estas experiencias también le proporcionaron a
Wilhelm Reich una comprensión inmediata de muchos problemas
sociales. Por ejemplo, el elevado número de embarazos no deseados,
que aumentaba como resultado de un período de “desarrollo
demográfico” forzoso. Sus experiencias con los trabajadores también
fortalecieron su oposición a la absurda idea del trabajo clínico
aséptico que era el método de los demás “profesionales” de la época.
Creía que era innecesario y que no tenía valor para considerar la
cuestión de las relaciones entre la enfermedad mental y sus posibles
causas sociales.
Reich escribió lo siguiente sobre
las experiencias de aquella época: “En la mayoría de los casos
apenas teníamos alguna razón para dar a las personas un diagnóstico
médico adecuado. Todo lo contrario, utilizar esa herramienta, es
decir, ocultarlo detrás de eso, significa cerrar los ojos frente al
problema principal. Eso habría sido realmente estúpido, más que
criminal, para la madre y para el niño... aquellas mujeres, aquellas
chicas eran totalmente incapaces de amar a un niño, cuidarlo,
ayudarlo a crecer y no destruir su vida. Todas aquellas mujeres, sin
excepción, estaban extremadamente desordenadas desde un punto de
vista emocional. Toda ellas, una vez más sin excepción, tenían
relaciones angustiosas (si las tenían) con el hombre que les causaba
el problema. Eran frígidas, destrozadas por la explotación, sádicas
en lo profundo de su conciencia o abiertamente masoquistas... en la
mayoría de los casos tenían otros tres o seis niños o incluso
criaban a los hijos de otra persona. Odiaban a sus hijos incluso
antes de nacer. Bastante a menudo eran golpeadas por maridos
alcohólicos. Odiaban a los niños que las rodeaban. Hablar del
‘sagrado amor materno’ frente a un sufrimiento tan criminal habría
resultado ser criminal”.
Estas espantosas
condiciones llevaron a Reich a realizar un profundo análisis del
efecto de la moralidad burguesa sobre el desarrollo psicológico de
las mujeres. De esta forma Reich proporcionó una contribución
científica importante a la cuestión de la “liberación de la mujer”.
En esta cuestión polemizó abiertamente contra los contemporáneos
“especialistas de la higiene sexual”, que explícitamente alababan la
castidad femenina antes del matrimonio. Uno de los “especialistas”
escribía: “Debemos dar nobleza y cultivar la castidad femenina
como la mayor riqueza nacional, en realidad gracias a la castidad
femenina podemos tener una garantía segura de quienes son realmente
los padres de nuestros hijos, de que estamos trabajando y
esforzándonos por nuestra propia sangre. Sin esta garantía no hay
posibilidad de llevar una vida familiar íntima y sana, que a su vez
es el pilar indispensable para la prosperidad de la nación y la
población... Si las mujeres no se dedican a sus hombres es más
peligroso que si los hombres no se consagran a sus mujeres...”.
(Max Von Guber. Higiene des Geschlechtslebens dargestellt fur
Manne’r. Stuttgart. 1930. En inglés: Vida de higiene sexual
para los hombres).
Aunque seguramente no era la
intención de su autor, este pasaje es realmente una confirmación
clara de las ideas que Engels defendió en su obra clásica El
origen de la familia, la propiedad privada y el estado. Reich lo
expresó con sus propias palabras al escribir: “... la
consecuencia más inmediata de la propiedad privada es el interés por
la castidad antes del matrimonio y la fidelidad marital al
marido”.
Esta consecuencia de la propiedad
privada hace que la relación sexual entre hombres y mujeres deje de
existir como una cuestión que implique sólo la vida sexual y las
elecciones personales de los individuos, y consiguientemente, se
convierte en una institución donde las mujeres están condenadas a
sufrir las más grandes restricciones, presiones y desigualdades.
Esto fue confirmado por las estadísticas clínicas. En realidad, en
ese momento, no menos del 90 por ciento de las mujeres tenían alguna
variedad de desorden sexual, comparado con “sólo” el 60 por ciento
de los hombres. Estas cifras eran tremendas e impactantes, cambiando
la definición de “normalidad” y haciendo que los desordenes sexuales
fueran considerados un problema de masas.
Sobra decir
que estas condiciones horribles no preocupaban a los higienistas
sexuales nazis que plantaban teorías como “el instinto natural
femenino a la monogamia”. De acuerdo con este tipo de basura las
mujeres sólo son capaces de tener satisfacción sexual cuando tienen
entre 20 y 25 años de edad y sólo si sus relaciones sexuales tienen
como objetivo la concepción de un niño, y por supuesto, según estas
teorías, todo esto es por razones “naturales”.
No es
sorprendente que en estas cuestiones existiera una relación muy
fuerte entre este tipo de teoría y las posiciones de la Iglesia. La
Iglesia a lo largo de la historia ha sido la principal productora de
los principios ideológicos de las clases dominantes. Siempre ha
jugado un papel crucial al servicio del Estado y en ese momento el
propio Estado sólo podía ayudar marchando junta a ella en la defensa
de una de las instituciones fundamentales de la sociedad burguesa:
el matrimonio. La existencia misma del matrimonio como institución
de la sociedad burguesa prohíbe cualquier posibilidad de resolver
las consecuencias de la moralidad basada en la represión, ya sean
las consecuencias psicológicas (distintos tipos de neurosis y
desórdenes sexuales) o físicas (por ejemplo el aborto). En realidad,
el final de la moralidad burguesa, que sería la única solución real
a estos problemas, necesariamente socavaría “valores” como la
“virginidad antes del matrimonio” y la fidelidad marital.
Consecuentemente, el matrimonio se liberaría de su papel tradicional
de imponer el respeto injusto y el control exclusivo del hombre.
Este papel se evidencia, por ejemplo, en la idea de que si una mujer
es fiel nunca tendrá que sufrir un aborto, como si el problema de un
aborto fuese sólo la fidelidad marital.
“Si
encontramos una manera de esterilizar temporalmente a las mujeres y
con la posibilidad de repetirlo, a través de medios internos, sería
absolutamente obligatorio extender estas técnicas y hacerlas
disponibles, para garantizar... un beneficio... para la higiene,
pero también cuidar la terrible amenaza que plantearía sobre el
orden sexual y la moral, o incluso sobre la vida y la civilización
en general”. (Max Marcuse. Matrimony: Its Physiology,
Psychology, Higiene and Eugenetics. A Biological Book on
Marriage. Berlin/Koln. 1927).
La prohibición del
aborto y de los métodos contraceptivos impide a la mujer tener el
control de su propia vida y cuerpo, de este modo su esfera más
personal de la vida es puesta bajo la autoridad de la necesidad de
la moralidad burguesa y así se consigue mantenerla subyugada. El
propósito último de estas prohibiciones es preservar las
instituciones burguesas y así defender y mantener la propiedad
privada capitalista.
Incluso aunque la idea de la
familia basada en el “santo matrimonio” hoy en día está en una
crisis profunda, las líneas anteriores siguen siendo vigentes. La
moralidad burguesa está en crisis. Las precarias condiciones en las
que se encuentran todas las esferas de la vida son obra del propio
capitalismo. Todo está sometido a cambios repentinos; la nueva
“palabra de Dios” es la “flexibilidad” y el nuevo dios de este mundo
es el dios “Capital”. Las cuestiones del aborto y la contracepción
han hecho surgir una nueva cuestión: que tanto la “palabra de Dios”
bíblica como la “nueva palabra de un nuevo dios” burgués constituyen
igualmente contradicciones teológicas de la ideología dominante.
Núcleo teórico y polémica con los freudianos
Al principio de este artículo explicamos cómo el
psicoanálisis freudiano se perdió en un callejón sin salida después
de 1926, dando un rodeo equivocado para justificar la aproximación a
la realidad social que Freud y la SIP en conjunto dieron en ese
momento porque buscaban disociarse de la crítica social. En este
punto, sin embargo, debemos regresar a esta cuestión porque es
importante examinar este proceso con mayor detalle.
La negativa de los freudianos a relacionar las
condiciones sociales con los desórdenes mentales como la “causa” y
el “efecto”, los obligó a adaptarse a esa situación elaborando un
gran número de postulados increíblemente reaccionarios. Esta nueva
perspectiva no podía explicar adecuadamente ninguno de los problemas
psicológicos que debía resolver. Freud tuvo que inventar la teoría
de la “pulsión de muerte” como una forma de explicar los
orígenes de estos problemas. Según esta nueva concepción la pulsión
de muerte era un impulso primitivo y autodestructivo, llevando al
individuo a una condición primordial de inercia, una condición donde
todas las cosas tienden a concluir.
Como los métodos
de terapia freudianos dependen de estos postulados teóricos
equivocados, cuando se llevaban a la práctica no tenían efectos
positivos significativos sobre los pacientes. Consiguientemente los
freudianos llegaron a la conclusión de que el “principio de
autodestrucción” era innato a todo ser humano, era una
necesidad inconsciente de castigo luchando contra la
necesidad natural de placer. Por lo tanto, para los freudianos la
neurosis se convertía en una condición biológica del ser humano.
Sobre la base de esa lógica la vida de los individuos estaba marcada
para siempre por un “masoquismo primario”. Esta era la razón
por la cual los pacientes se “resistían” al tratamiento y seguían
enfermos. ¡Según los freudianos era porque los pacientes estaban
biológicamente obligados a oponerse a la recuperación de sus
desórdenes! Reich continuó defendiendo la idea de que los pacientes
estaban enfermos y desequilibrados debido a su temor a recibir
castigo por actuar según sus impulsos sexuales naturales. Los
creyentes en la “pulsión de muerte” crecían en número y
prestigio, su fama y aceptación estaba muy cerca de la que disfrutan
los seguidores modernos de la teoría del Big Bang. Los freudianos
buscaban desviar el pensamiento psicológico de las ideas originales
de la necesidad de prevenir socialmente la neurosis a través de una
reforma comprensiva de las reglas y prácticas del comportamiento, y
desviarlo también de la necesidad de cambiar las instituciones
sociales que creaban e influían en las neurosis.
En
1931 Freud publicó su obra El malestar en la cultura. En esta
obra defiende que la civilización como conjunto fue construida sobre
la represión sexual y la sublimación de los impulsos
sexuales. Con esto quiere decir que la represión es necesaria para
la creación, para el mantenimiento y el progreso de la civilización;
que la represión es un requisito previo para la estructura social,
que la humanidad debe renunciar y debe aprender a sublimar
sus impulsos primitivos para desviar la atención y la energía hacia
objetivos sociales aceptables.
Estas líneas
representan una total capitulación ante el idealismo y la moralidad
burguesa. No preconiza otra cosa que el mismo tipo de vida sumisa y
servil que ha defendido siempre la religión organizada para
enloquecer a las masas y someterlas durante siglos a la subyugación
y explotación. Reich comentó esta obra de Freud y la criticó por no
tener en cuenta las cuestiones de “si” o “hasta qué punto” la
realidad de las condiciones sociales eran o no racionales; si
estaban estructuradas sobre la base de servir a las necesidades de
la humanidad y avanzar en su felicidad, en lugar de estar
estructuradas sobre la base del mantenimiento de la opresión y la
explotación del hombre por el hombre. Como marxista Reich era
plenamente consciente de que la “civilización” a la que hacía
referencia Freud no era otra cosa que un período particular entre
otras muchas épocas que colectivamente constituyeron el desarrollo
humano a través de diferentes etapas de organización social. Reich
tenía claro que Freud estaba intentado formular conclusiones
generales sobre la naturaleza absoluta de la psique humana a partir
de una sola etapa transitoria e históricamente determinada de la
civilización. Y lo que es peor, Freud planteaba una actitud
pesimista, insistiendo en la inercia de cualquier sociedad.
Una generalización similar se encuentra en la base
teórica del célebre “complejo de Edipo” de Freud. El complejo
depende de la existencia de la familia organizada sobre una base
monógama particular, un fenómeno que fue el resultado de las
condiciones sociales y etapas históricas específicas. El complejo de
Edipo intenta explicar el desarrollo de la personalidad sexual del
individuo haciendo referencia a las personalidades sexuales de los
padres (en un proceso dialéctico donde la experiencia, y no la
biología, es el factor determinante), pero lo hace con sólo una
referencia a la naturaleza relativa (y no a la absoluta) de esta
forma particular de familia. De este modo la teoría freudiana del
complejo de Edipo no puede explicar plenamente todas las cuestiones
implícitas. Aunque dentro de esta teoría la sexualidad de los niños
juega un papel, éste permanece indeterminado en todo el complejo de
Edipo. Es decir, para Freud en los deseos contrarrestantes ante la
muerte del padre del mismo sexo y la atracción sexual hacia el padre
de sexo contrario es donde reside todo el perfil psicológico del
individuo adulto.
La imposibilidad del niño de
satisfacer esos deseos es consecuencia de la estructura social y
cultural que impone la represión de este comportamiento. El acto de
represión por sí mismo influye en el desarrollo de la personalidad
del individuo a través del proceso que Freud denominó como
“sublimación del impulso primitivo”. Esta represión es necesaria
para desarrollar una vida social civilizada, equilibrada y sana, en
las condiciones actuales de la sociedad. Pero mientras este proceso
de “sublimación” (que a propósito es impuesto sobre el niño
externamente por la sociedad en la que ha nacido) permite a
Freud explicar el desarrollo de las características psicológicas del
niño en una “sociedad civilizada” (es decir, organizada alrededor de
la familia monógama), no se puede utilizar para desarrollar terapias
que traten la neurosis que la moralidad autoritaria repetidamente
impone a los individuos adultos. Por eso cualquier método
terapéutico que derive de la perspectiva de Freud no será más que
paliativo para la represión de los impulsos, para que nunca se pueda
cuestionar la necesidad social de la represión. En su lugar se
acepta la represión aunque sea la causa última de la neurosis.
Además, la posibilidad en términos prácticos de
subliminar uno de estos impulsos a través de los medios de la
actividad creativa del individuo es un concepto que podría aplicarse
sólo a una pequeña capa de la sociedad. No se podría aplicar a la
gran mayoría de la sociedad, a las masas alienadas. Estos individuos
no tienen forma alguna de poder obtener satisfacción a través de
otras actividades que no sean sus ocupaciones habituales. La
posibilidad de desviar las energías sexuales hacia actividades
creativas y de este modo “eliminar” las tensiones sexuales no se
puede cumplir en una sociedad que impone la represión. La
sublimación efectiva de estos impulsos depende de la libertad de
elegir la actividad de desahogo. Pero esto es un privilegio del que
disfruta una pequeña minoría, la elite, aquellos que han conseguido
realizar precisamente la vida que quieren y aquellos que simplemente
no tienen que preocuparse por la subsistencia material. Para todos
los demás, la aplastante mayoría de la población, la palabra
“sublimación” está desprovista completamente de cualquier valor
terapéutico. Tratar el tema de la sublimación sin hacer referencia a
las cuestiones sociales y económicas es simplemente abstraerse de la
realidad que las produce.
La expulsión de la SIP
Ahora está claro para el lector que la naturaleza
fundamental de las diferencias que separaban a Reich de las
ideologías esotéricas aceptadas por la SIP no podían tener otro
resultado que no fuera su inevitable expulsión de la sociedad, algo
que ocurrió en 1934. La razón “formal” de la expulsión fue la
militancia política de Reich. ¡Esto resultaba bastante irónico
porque el PCA lo había expulsado un año antes acusándolo de
“psicólogo burgués”! La acusación del PCA llegó durante la lucha por
la “cultura proletaria” y en la que no cabía la psicología a la que
definía como un “modo de vida burgués” (¡en el caso de los
freudianos era correcto!). El resultado de esta lógica fue que la
psicología no podía ser marxista. Pero las razones reales de la
expulsión de Reich se encuentran naturalmente en otra parte.
La primera razón fue la publicación en 1933 de la
obra de Reich La psicología de masas del fascismo. Esta obra
también le acarreó problemas en la SIP precisamente porque este
grupo intentaba no entrar en conflicto con los nazis. En cuanto al
PCA la preocupación de la dirección estalinista era que Reich había
descrito y analizado algunas de las particularidades del carácter de
masas del fascismo, por ejemplo el culto a la personalidad, y aunque
Reich hacia referencia al fascismo sus críticas podían aplicarse
perfectamente al estalinismo y sus métodos.
Reich
y Trotsky
Fue en este período cuando Reich se
aproximó a las ideas de Trotsky. Reich estaba convencido de la
“corrección fundamental” de los escritos de Trotsky sobre al ascenso
del nazismo en Alemania. La peor catástrofe de la historia de la
política alemana ocurrió en 1933 y abrió los ojos de Reich y muchos
otros a la naturaleza antirrevolucionaria del estalinismo. Reich
pronto entró en contacto con refugiados de la Oposición de Izquierda
y después escribió una carta a Trotsky en la que le proponía una
colaboración a largo plazo. En esa carta, escrita en octubre de
1933, Reich decía lo siguiente: “Estoy convencido de que su punto
de vista es fundamentalmente correcto y sigo con atención el trabajo
y las actividades de la Oposición de Izquierda”. (M. Konitzer.
Reich. Erre Emme. p. 178 en la edición italiana).
Reich era consciente de que Trotsky había mostrado
interés en las conquistas y el desarrollo de la ciencia psicológica.
Trotsky pensaba que las primeras teorías de Freud eran totalmente
materialistas, aunque el propio Freud consideraba que mantenía una
visión filosófica idealista. Trotsky estaba convencido de que el
psicólogo ruso Pavlov habría integrado y sintetizado sus teorías con
los hallazgos de Freud. En un discurso pronunciado en Copenhague en
1932 Trotsky dijo que “gracias al genio de Sigmund Freud el
psicoanálisis ha levantado la tapadera de lo que poéticamente se
definía como el alma humana”. La respuesta de Trotsky a la
propuesta de colaboración de Reich fue que debería esperar y también
confesó su falta de conocimiento personal sobre las cuestiones
psicoanalíticas.
La discusión comenzó a principios de
1936 pero desgraciadamente no fue el “esperado” punto de partida
para un trabajo de colaboración. En esta época las ideas de Reich ya
habían empezado a degenerar. En 1936 Reich emprendió la tarea de
ampliar la aplicación de las leyes psicoanalíticas a las cuestiones
de la política y la sociología. Aunque la identificación de Reich
con las ideas marxistas se hizo más fuerte, éste siempre minimizó y
subestimó la necesidad de la construcción de un partido
revolucionario y negaba explícitamente la necesidad de una
Internacional. Como más tarde escribió en su autobiografía:
“Según mi opinión el proyecto de Trotsky de crear la Cuarta
Internacional fue algo completamente inútil que llevó al
fracaso”. (W. Reich. The Individual and the State).
Este tipo de ambigüedad impidió que Trotsky y Reich
llegaran a algún tipo de colaboración útil. Aquí podemos observar la
contradicción fundamental del pensamiento de este científico
austriaco incluso en ese que fue su mejor período. Aunque sus
argumentos “técnicos” son consistentes con una perspectiva
materialista, sus ideas “políticas” tienden a rechazar y contradecir
el deber que cada marxista tiene: defender fielmente las ideas
revolucionarias dentro del partido, defenderlas de cualquier tipo de
degeneración a manos de los burócratas. Reich no sentía la necesidad
de hacer una crítica “política” contra el estalinismo. Esto pudo
deberse a su concepto erróneo de lealtad al partido. Otra
posibilidad es la propia historia personal de Reich, hay que tener
en cuenta que entró al partido cuando se había iniciado ya el
proceso de “estalinización”.
Si tenemos en
consideración este hecho comprenderemos mejor la actitud
contradictoria de Reich. Esto fue confirmado por su autobiografía.
Aunque Reich criticó firmemente afirmaciones tan simplistas como:
las “personas son por naturaleza reaccionarias” contrarrestándolas
con las “personas son por naturaleza revolucionarias”, aunque
expresó correctamente su análisis en términos dialécticos examinando
las relaciones entre el comportamiento humano y las condiciones
sociales y económicas, en cambio fracasó porque siempre limitó su
análisis a los términos y al lenguaje psicológicos. En realidad su
explicación del fascismo como una neurosis de masas, presentando por
un lado a los demagogos fascistas y por el otro a las masas
sometidas, no permite comprender adecuadamente los aspectos
políticos del fascismo nazi como un instrumento extremo de represión
de clase contra el proletariado y sus organizaciones políticas.
Parece que Reich creía que el materialismo dialéctico sólo se podía
aplicar a la psicología y no a la política.
En las
obras de Reich sobre el trastorno de la familia monógama en la
experiencia soviética (que fueron las obras que contribuyeron
fundamentalmente a sus expulsiones), hacía referencia a la obra de
Trotsky de 1923, Problemas de la vida cotidiana, e insinuaba
algunas de las ideas recogidas por Engels El origen de la
familia... Reich se centraba en los aspectos más progresistas de
la experiencia social creyendo que era como una conquista
incomparable incluso aunque se enfrentara con enormes dificultades
materiales:
“... El principio de la revolución
sexual con la disolución de la familia actual; la sustitución de la
estructura familiar patriarcal por la colectiva socialista; la
creciente implicación del marido o la esposa en funciones públicas;
el acceso de los hijos y las hijas a organizaciones colectivas y la
subsiguiente competencia de las relaciones sociales con las
familiares; la transferencia de la responsabilidad de los hijos de
los padres a la sociedad y la colectivización del cuidado de los
hijos”.
Reich se dio cuenta de que el estalinismo
significaba el desbaratamiento de estos procesos. En 1934 en la URSS
repentinamente se volvió a introducir (como parte del llamado “nuevo
curso”) el culto a la familia patriarcal y las leyes contra la
homosexualidad. Estas reformas contrarrevolucionarias contrastaban
con las leyes que Lenin había defendido en diciembre de 1917, es
decir, la “anulación del matrimonio” y el “matrimonio civil,
registro civil de hijos”. Estas leyes decían que el marido ya no era
el cabeza de familia y que las mujeres tenían la completa
autodeterminación material y sexual, incluido el derecho del
individuo a elegir su nombre, domicilio y ciudadanía.
Migraciones, paranoia, prisión y muerte
Incluso antes de su expulsión de la SIP, Reich
tuvo que irse a Dinamarca debido a la hostilidad que existía contra
él dentro del entorno en el que trabajaba. Pero pronto tuvo que huir
a Suecia, después a Noruega y finalmente, en 1939, a EEUU donde,
afortunadamente, era un perfecto desconocido. Desgraciadamente,
mientras que sus primeros años en EEUU transcurrieron en relativa
calma su obra pronto provocó en todas partes una hostilidad abierta.
Se le hizo imposible seguir adelante con sus estudios y trabajo. Las
insoportables condiciones lo llevaron a la paranoia. No tardó mucho
tiempo en que sus fanáticos vecinos lo denunciaran a la policía por
su extraño comportamiento. La policía investigó su pasado y pronto
“salió a la luz” el contenido “inmoral” de sus escritos. En el curso
de sus investigaciones la policía finalmente descubrió el origen
marxista de su pensamiento.
Este proceso de
intimidación duró unos años durante los cuales Reich se atrevió a
continuar escribiendo. Desgraciadamente, algunos aspectos de sus
ideas derivaron en teorías pseudocientíficas, también conocidas como
“teorías del período orgonómico”. Tristemente estas teorías son
mucho más conocidas que las anteriores. Su excesivo énfasis en la
energía sexual le llevó a creer que ésta podría medirse físicamente
e incluso sería visible a través de unos aparatos específicos (los
“orgonoscopios”). La creencia absoluta en la existencia de una
“energía positiva” (el “orgon”) lo introdujo en un marco teórico que
comenzó a rezumar misticismo.
Abandonó cualquier
punto de vista materialista y comenzó a creer en cosas como el
origen del universo a partir de los orgonos, a través de un orgasmo
primordial alcanzado entre dos entidades orgónicas primitivas, ¡un
Big Bang sexual! Esta capitulación ante el idealismo es aún más
impactante cuando se compara con sus principios científicos
materialistas y dialécticos, sólo se puede explicar debido a su
completo alejamiento de la realidad. El proceso se intensificó
debido a su cada vez mayor aislamiento político y científico, en los
últimos años de su vida este aislamiento alcanzó el punto de la
persecución personal.
Es esencial distinguir
claramente entre sus dos períodos. El primero va de 1919 a 1938, y
el segundo de 1938 a 1957. También es importante considerar el hecho
de que rescribió sus primeras obras haciendo cambios severos. En
realidad, en su segundo período, Reich revisó y abrevió sus obras
anteriores. En algunos casos alteró definiciones y consideraciones
secundarias, pero en otros casos cambió completamente sus ideas.
Un ejemplo contundente es el prólogo de 1946 a la
tercera edición de Psicología de masas del fascismo. En esa
edición Reich contradice totalmente lo que había escrito años antes.
Ahora describía el fascismo como la “expresión políticamente
organizada de la estructura de la personalidad media”, que es un
componente orgánico del hombre común, de acuerdo con el esquema de
tres partes que había escrito años antes. En esa teoría Reich había
dividido la vida psicológica de hombres y mujeres en pisos
biológicos formados por instintos, un piso
inconsciente donde la moralidad autoritaria engendra
perversión por su represión de los instintos biológicos y finalmente
un piso consciente donde los subproductos de la moralidad
reprimían aquellos instintos productores de la neurosis y desórdenes
físicos. En su último análisis, el fascismo ya no es un fenómeno
político o incluso una “neurosis de masas”, ¡sino algo inherente a
la humanidad! Esta idea era más acientífica y pesimista que la
“pulsión de muerte” de Freud contra el que el propio Reich había
luchado años antes.
Sólo las ediciones de su primer
período pueden ser consideradas consistentes con la visión
materialista dialéctica. Las ideas de Reich, como las de su mentor
Freud, siguieron un sendero descendente. La causa principal parece
ser la misma en ambos casos, es decir, la negativa a sostener una
crítica política. En el caso de Reich fue la negativa a oponerse al
estalinismo lo que lo llevó en primer lugar a revisar sus teorías y
después abandonarlas.
El pronunciado contenido sexual
de la teoría orgonómica le dio una reputación de pervertido sexual.
En los juicios que le hicieron se añadió la acusación de “complot
comunista”. Desesperado, Reich intentó defenderse rechazando su
pasado comunista e intentado aparecer incluso como más anticomunista
que sus perseguidores. Al final, fue totalmente incapaz de
defenderse debido a su hundimiento suicida en la ideología idealista
de la clase dominante, terminando por equiparar el comunismo con el
estalinismo. Finalmente se volvió totalmente desquiciado y
paranoico. Después de años de juicios fue enviado a prisión. Murió
poco después, en 1957.
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ULTIMOS COMENTARIOS SOBRE ESTE ARTICULO
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TITULO |
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FECHA |
Desaznense un poco. |
rioplatense. |
Friday, Mar. 11, 2005 at 4:02 PM |
Y... si vivís en Necochea!!! |
Antonio - Para El Mutante |
Friday, Mar. 11, 2005 at 10:25 AM |
¿Donde se consigue ese libro? |
El Mutante |
Thursday, Mar. 10, 2005 at 11:39 PM |
psicoanálisis y marxismo: dos caminos distintos |
Sexta Tesis |
Sunday, Feb. 06, 2005 at 7:38 PM |
Reich habla por si mismo: |
reich |
Sunday, Feb. 06, 2005 at 4:33 PM |
Conciencia |
OBL |
Sunday, Feb. 06, 2005 at 4:51 AM |
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