No a la constitución europea.
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Sunday, Feb. 06, 2005 at 9:21 PM
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No a la constitución europea |
Luchemos por una
Europa socialista |
Autor : Carlos
Ramírez Fecha : ( 19-Enero-2005 ) Categoria : Europa
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martes 11 de enero el parlamento europeo dio oficialmente el
pistoletazo de salida para que los 25 países de la Unión Europea
(UE) ratifiquen la Constitución Europea (CE). El texto, que ya ha
sido aprobado por vía parlamentaria en Lituania y Hungría, deberá
ser ratificado en los próximos dos años por todos los países
miembros de la Unión.
El método que el Gobierno
español ha elegido para hacerlo, es el de convocar un referéndum
para el próximo día 20 de febrero. El Gobierno del PSOE presenta
este proyecto de Constitución como la base jurídica que ratifica y
fortalece lo que según Zapatero es “el espacio de paz, libertad y
solidaridad más avanzado que ha conocido nunca la historia de la
humanidad” que es hoy Europa (El País, 12-1-05).
El
PP y la mayoría de los grupos parlamentarios coinciden en esta
valoración y se han comprometido a hacer campaña activa por el Sí.
En este ambiente de profundo entusiasmo europeísta en la política
oficial, la propia campaña institucional lanzada con el teórico
objetivo de conseguir la afluencia masiva de los ciudadanos a las
urnas, es en realidad un descarado e insistente llamamiento a votar
Sí en el referéndum. Estos señores que tanto se llenan la boca sobre
el respeto a las reglas del “juego democrático”, no tienen el más
mínimo recato en violarlas cuando lo creen conveniente.
¿Qué significa realmente esta constitución?
El proceso de ratificación de la Constitución
Europea está siendo utilizado con mayor o menor intensidad con fines
propagandísticos. Con la coartada de la construcción de una Europa
unida se trata de dar cobertura a los nuevos ataques que los
capitalistas tienen preparados en todos los países afectados contra
los intereses de los trabajadores.
De todas formas el
articulado de la CE apunta hacia unos fines mucho más concretos y
tangibles que los meramente propagandísticos.
Detrás
de las referencias, generales y abstractas, a los derechos de los
ciudadanos (referencias en las que basan los dirigentes de CCOO y
UGT su apoyo a esta Constitución), la paz, la solidaridad y la
necesidad de escuchar las demandas de los niños, se encuentra toda
una batería de artículos cuyo objetivo es darle rango constitucional
a la política de privatizaciones, de recortes sociales y
desregulación de las relaciones laborales.
Así
podemos leer: “La Unión obrará en pro del desarrollo basado… en una
economía de mercado altamente competitiva” (Artículo 1.3.3), o
también: “Los Estados miembros se declaran dispuestos a proceder a
una liberalización de los servicios más amplia que la exigida en
virtud de las leyes marco europeas”.
En lo referente
al empleo tampoco hay lugar a dudas de los intereses que esta
Constitución defiende. El artículo III.97, afirma que hay que
“desarrollar una estrategia coordinada para el empleo, en particular
una mano de obra cualificada formada y adaptable y mercados
laborales con capacidad de respuesta al cambio económico”. El empleo
precario seguirá teniendo un marco ideal para seguir
desarrollándose.
Por su parte la CE refuerza la
autonomía del Banco Central Europeo (BCE). Este organismo, que
escapa a cualquier control democrático, es el que decidirá de común
acuerdo con los capitalistas de los principales países europeos, la
política económica que afectará a cientos de millones de personas.
En el terreno de los derechos democráticos la CE no
queda mejor parada. Cabe destacar que a pesar de consagrar un
mercado interior común, no reconoce ninguno de los derechos
laborales y sociales de los trabajadores en el ámbito europeo
remitiéndose a la legislación de cada Estado nacional. No hace falta
decir que con la CE aprobada no sería posible convocar una huelga
europea.
Tampoco reconoce el derecho a la
autodeterminación de los pueblos que no tienen Estado, así podemos
leer: “Respetará [la CE] las funciones esenciales del Estado, en
particular las que tienen por objeto garantizar su integridad
territorial” (Artículo I.5.1).
En materia de
inmigración Europa se blinda ante la entrada de trabajadores
provenientes de otras partes del mundo, de manera que al tener los
trabajadores inmigrantes más dificultades para obtener papeles,
serán presa fácil para que los empresarios los utilicen como mano de
obra barata. A los “legales” no se les reconocen los plenos derechos
de ciudadanía, sino únicamente “el trato equitativo” (Artículo
III.168).
En lo que se refiere a la política exterior
y de “defensa”, la CE deja bastante claras sus intenciones. “La
política de la Unión… respetará las obligaciones derivadas del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para determinados Estados
miembros…y será compatible con la política de seguridad y defensa
establecida en dicho marco” ( Artículo I.40.2).
Pero
no solo esto, “la civilizada” y democrática Europa, en su futura
Constitución, recoge que “los Estados miembros se comprometen a
mejorar progresivamente sus capacidades militares” (Artículo I.40.3)
y además contempla en su artículo III.210.1, la posibilidad de
luchar contra lo que se denomina terrorismo externo e interno
“incluso mediante el apoyo prestado a terceros Estados para
combatirlo en su territorio”. Traducido al lenguaje común, están
hablando de legalizar también la guerra preventiva.
Hay más cuestiones como las referidas a la Política
Agraria Común, la política pesquera, las cuotas de producción, etc.
Todas van en la misma dirección de preservar los intereses de los
capitalistas.
Una constitución a medida de los
empresarios
La crisis del capitalismo europeo, en
el contexto de la crisis mundial del sistema, marca la estrategia de
la burguesía y, como siempre, ésta se basa en intentar cargar el
peso de dicha crisis sobre las espaldas de los trabajadores.
En definitiva nos encontramos ante una CE con la que
los capitalistas europeos pretenden dotarse de un marco jurídico más
fuerte para defender mejor sus intereses, tanto en la vertiente de
atacar las condiciones laborales y sociales de los trabajadores en
cada país como en el sentido de consolidar la UE como fortaleza
comercial frente a sus competidores estadounidenses, chinos y
japoneses, también dejando claro que quieren reforzar su peso
militar para ponerlo encima de la mesa cuando los argumentos
comerciales no sean suficientes.
Contradicciones
internas
Por mucho que la propaganda oficial
insista, la UE no ha superado una de sus contradicciones
fundamentales, la existencia de intereses distintos, y a veces
enfrentados, de las distintas burguesías nacionales, agravado por el
nivel de desarrollo muy diferente de la economía de los distintos
países, algo que se ha acentuado con la conformación de la UE de 25
miembros.
Uno de los puntos de mayor fricción ha sido
el de concretar los mecanismos para la toma de decisiones. Cada
Estado nacional ha tratado de sacar ventaja sobre los otros. Al
final han “consensuado” un complejo y frágil sistema, que amenaza
con paralizar el funcionamiento de la UE fundamentalmente cuando
haya que tomar decisiones transcendentes, y que puede saltar por los
aires en cualquier momento, sobre todo en la perspectiva de
continuar ampliando la UE. En ese sentido la posible entrada de
Turquía será una prueba de fuego.
De todas formas, en
las relaciones de los distintos países que conforman la Unión sigue
imperando el criterio de que fuera de la UE no hay ninguna
posibilidad de poder desenvolverse en el mercado mundial frente al
resto de los competidores. Este es el pegamento que todavía los une
y los empuja a llegar a acuerdos más o menos estables, aunque
rehaciendo, reinterpretando y haciendo todo tipo de trucos con sus
propias normas -por ejemplo cada vez son más los países que no
cumplen los criterios de convergencia-.
Perspectivas para el referéndum
Muy probablemente lo que primará, en el marco de
una asfixiante campaña propagandística a favor del Sí, será la
indiferencia en amplias capas de trabajadores y de la población en
general y el voto afirmativo.
En la defensa del Sí,
el PSOE ha hecho frente común con el PP y con los partidos de la
burguesía vasca y catalana (PNV y CIU respectivamente), aunque tanto
PSOE como PP están ligando cada vez más su campaña por el Sí a la
“unidad e indivisibilidad de España”, como una forma de
contraponerla al plan Ibarretxe. Sin poner en duda la más que
probable victoria del Sí, puede provocarse que sectores sensibles
con la cuestión nacional, sobre todo en Cataluña y Euskadi, que en
un primer momento no tengan intención de ir a votar, lo hagan
finalmente por el No, aumentando el porcentaje de voto negativo más
de lo inicialmente previsto, sobre todo en un contexto de alta
abstención.
Intensifiquemos la campaña por el NO
IU es uno de las pocas formaciones (también
Esquerra Republicana de Catalunya) que se ha manifestado
públicamente por el no. Esta es la única opción compatible con la
defensa de los intereses de los trabajadores. Independientemente de
la presión mediática, institucional y oficial, que quiere
presentarnos como sectarios a los que defendemos el No, incluso
mezclando nuestra posición con el No reaccionario y patriotero de
los grupos de la derecha más recalcitrante, hay que hacer una
campaña intensa y decidida denunciando el carácter claramente
reaccionario y burgués de la CE. Una campaña en estas líneas podría
aumentar significativamente el porcentaje de votos negativos dañando
gravemente el objetivo propagandístico del referéndum pro-CE.
Pero el número de votos negativos no debe ser el
único objetivo. La actividad derivada de esta campaña puede servir
para fortalecer ideológica y organizativamente al movimiento obrero
y eso sólo se puede hacer presentando una alternativa clara, además
de defender el No.
Por los Estados Unidos
Socialistas de Europa
Nosotros los marxistas de
El Militante, luchamos por una Europa unida, pero explicamos que la
Europa que nos ofrecen los capitalistas no sólo es reaccionaria y
atenta continuamente contra nuestros intereses como trabajadores,
sino que es imposible, es un engaño. Sobre bases capitalistas la
burguesía de los distintos países siempre estará atada a sus
estrechos intereses nacionales, que en las cuestiones importantes
siempre se pondrá por delante del supuesto “bien común”; esto es
algo que estamos viendo continuamente y que a medida que la crisis
capitalista siga profundizándose (y esa es la perspectiva que
reconocen incluso los estrategas más serios del capital),
condicionará cada vez más la vida interna de la UE.
Sólo hay una forma de unir realmente Europa y es
librándola del yugo del capital. Con los recursos económicos en
manos de los trabajadores y la población en su conjunto, el único
interés será el de la satisfacción de las necesidades sociales,
sentando las bases para la desaparición real de las fronteras y la
constitución de los Estados Unidos de Europa.
La
clase obrera europea ha respondido, y lo sigue haciendo, a los
continuos ataques del capital, pero siempre se topa con que sus
organizaciones, tanto políticas como sindicales, en la medida que
han abandonado la perspectiva de la transformación socialista de la
sociedad y aceptan la lógica del capitalismo, se muestran incapaces
de organizar una lucha lo suficientemente seria y contundente como
para conseguir frenar esa ofensiva.
En la medida que
la necesidad de seguir luchando va a seguir estando presente, esta
carencia se hará más evidente y la idea de que estas organizaciones
recuperen un programa marxista, revolucionario y genuinamente
internacionalista ganará cada vez más fuerza.
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