Julio López
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El topo de la revolución espanta a Altamira
Por PCR - Monday, Feb. 07, 2005 at 10:01 PM

El dirigente del PO, Jorge Altamira, publicó un artículo en Prensa Obrera, la semana pasada, titulado: “El Topo Gigio de Otto Vargas”. El artículo polemiza con el discurso de Otto Vargas, secretario general del PCR, en el 37° aniversario de nuestro Partido, el 6 de enero pasado.

Cuando discutimos las diferencias con el PO, que son im-portantes, no nos olvidamos que hemos participado juntos en muchas luchas. Y que la necesaria unidad frente a los enemigos de la clase obrera y el pueblo nos volverán a encontrar juntos en muchas nuevas batallas.
Fórmulas como las que usa Altamira para desacreditar el discurso de Otto Vargas, —“macaneo”, “mezquina pieza de manipulación política”— no sirven para ir al nudo del debate, ni para la unidad que requiere la lucha contra la política del bloque dominante, expresada hoy por el gobierno de Kirchner.
Altamira vuelve sobre un debate que ya se ha dado en la prensa y los documentos de nuestros dos partidos: el balance histórico del Argentinazo (ver abajo). Pero el nudo de la discusión, lo que ha irritado al compañero Altamira —ya que es la única referencia a él de Otto Vargas en su discurso—, es la crítica a su caracterización de la situación política como “la resaca” del Argentinazo; caracterización que entró en contradicción evidente con la situación generada por las luchas obreras de fines del 2004, la gran movilización del 20 de diciembre con gran protagonismo de los desocupados, y el estallido del movimiento por justicia ante la masacre de Cromañón.


La borrachera y la resaca
Otto Vargas, en su discurso, se refirió a una nota editorial firmada por Altamira en Prensa Obrera de agosto de 2004. Ese editorial, luego del subtítulo “La resaca”, dice: “¿Podría ser que la resaca del Argentinazo contenga mayores potencialidades revolucionarias que el propio Argentinazo?”. Y más adelante afirma: “La etapa actual ofrece la oportunidad (que se cerró muy rápido luego del Argentinazo) de desarrollar una experiencia popular más amplia en el tiempo (y en el espacio social) […]. En este sentido, la resaca ofrece mejores perspectivas que la embriaguez.”

Veamos lo que dijo Otto Vargas (publicado en hoy, 12/1/05), en el discurso con el que polemizó Altamira: “Aquí hay un interrogante que recorre toda la política argentina (…): con estos resultados económicos [se refiere a la reactivación] ¿se cerró lo que se abrió con el Argentinazo del 2001? ¿Solo queda —como dice Altamira— “la resaca de una borrachera” (porque al fin y al cabo aquello no habría sido nada más que una borrachera)?”.
Otto Vargas analiza luego los triunfos del movimiento obrero ocupado, la movilización del 20 de diciembre, las luchas del estudiantado y la juventud “callejera”, y concluye: “Por eso, a esa pregunta de si se ha cerrado el período abierto con el Argentinazo, yo contesto que no se ha cerrado. Que es posible avanzar. En otras condiciones, porque no son las condiciones de diciembre de 2001. Pero vamos a poder avanzar si trabajamos bien.”



Auge o reflujo
Para los marxistas, uno de los elementos fundamentales para definir la táctica del Partido, es si la situación de la clase obrera y las masas populares es de auge o de reflujo.
Altamira considera que el período actual es de “resaca”, y define la táctica de su Partido, en el editorial que venimos citando, rematando al final: “Todo indica que las elecciones del 2005 van a ser un terreno excepcional de manifestación de la crisis política. Los luchadores y la izquierda no pueden estar ausentes de esta lucha”. Y llama a iniciar “una campaña sobre los poderes políticos municipales y provinciales que instalen la alternativa obrera y socialista en todas las localidades. Nuestro partido sale en campaña por este objetivo”.
Otto Vargas, ante las luchas obreras, la gran movilización del 20 de diciembre con gran composición piquetera, la lucha del Comahue y el movimiento que lucha por justicia ante la masacre de Cromañón, analiza que continúa el período de auge de masas, polemizando en su discurso con “quienes creen —como estos que hablan de la ‘resaca’— que lo único que puede hacer la clase obrera y el pueblo es presentar una lista de candidatos para meter un concejal o un diputado en una legislatura”. Y luego plantea: “Lo que va a clarificar la salida van a ser las luchas, el camino que las masas van a ir encontrando, sobre la base de la unidad, si podemos imponer ese paro general activo, que sería la llave maestra para pasar adelante, unificando todos los reclamos”.
En agosto, cuando Altamira escribió el editorial que citamos, se vivía un momento difícil, con avances en la maniobra de las clases dominantes de cooptar, dividir y, en definitiva aplastar al movimiento de desocupados, y creyeron llegado el momento de pasar a la contraofensiva. En esa situación, soplar las brasas del Argentinazo, como plantearon Otto Vargas y el PCR, o dar por cerrado ese período y apostar al camino electoral, como hizo Altamira, era una decisión fundamental.
En su reciente artículo de respuesta a Otto Vargas, Altamira, pasando por alto la ocupación de edificios estratégicos por los telefónicos, la plaza de Mayo rebalsada y la juventud que volvió a cantar “¡Qué se vayan todos!”, lejos de reconocer su equivocación al hablar de “resaca”, ratifica nueva y erróneamente ese concepto. Y para que no queden dudas, define a “la resaca” como “reflujo”: “La resaca, todo el mundo lo sabe, es el reflujo de la borrachera y el descenso de la marea. Lo que nosotros previmos y se está confirmando, es que el reflujo que comienza a partir de finales de 2003 y que se combina con la reactivación vinculada al mercado mundial está sirviendo para desarrollar fuerzas de clase que no estuvieron presentes, o no en forma madura, en la rebelión popular”. A partir de lo cual ratifica la vigencia de la táctica electoral para su partido.


Dos caminos
¿Cómo puede plantear Altamira que una rebelión popular como el Argentinazo tiene menos “potencialidad revolucionaria” que su “resaca” electoral? Ya Lenin señaló que hay situaciones en las que en dias el proletariado madura más que en décadas de lucha reformista.
Concebir el Argentinazo como una “borrachera” es desvalorizarlo para justificar el camino electoral.
Cuando el PCR analiza los cinco años que trabajó para el Argentinazo, lo hace para extraer conclusiones sobre las formas por los que en cada momento político buscamos aproximarnos a la revolución.
Es cierto que las “fuerzas de clase” no estuvieron presentes “en forma madura”, en el Argentinazo, si se entiende por fuerzas de clase al proletariado fabril. Lo que tiene que ver con la traición de los jerarcas sindicales y la conciliación de otros sectores gremiales, que bloquearon la participación del proletariado en todo el país. También, porque la represión “aferró” a los destacamentos de piqueteros, fundamentalmente y con balas de plomo a los de La Matanza. Esta debilidad es la causa fundamental que impidió que la clase obrera hegemonizara la rebelión popular imponiendo un gobierno de unidad patriótica y popular, lo que los comunistas revolucionarios hemos analizado extensemente. Incluso polemizamos con PO cuando ésta fuerza revisó conceptos teóricos marxistas sobre la clase obrera.
Pero si se mira el conjunto del movimiento obrero: ocupados, desocupados y jubilados la situación es más compleja. Desde ese punto de vista valoramos los paros arrancados, incluso por encima de la CGT, la transformación de paros pasivos en activos como el del 13 de diciembre de 2001, las formas de coordinación que se lograron (Mesas de Enlace, asambleas piqueteras, multisectoriales y asambleas populares, etc.), el inicio del proceso de las fábricas recuperadas, la organización del movimiento de desocupados con hechos como los cortes de ruta de La Matanza, el papel del SEOM y el movimiento obrero jujeño en las puebladas que voltearon gobernadores, los cortes de ruta y puebladas del campesinado en Santa Fe, Entre Ríos y otras provincias, el gran protagonismo de las mujeres en la lucha, etc.

Sucede que Altamira separa, en su artículo, el Argentinazo de todo el proceso previo que llevó al estallido de diciembre, y separa, también, el Porteñazo de lo que fue la rebelión en el gran Buenos Aires y en las provincias. Con lo que desvaloriza el camino por el cual, parcialmente, sectores de asalariados, del movimiento de desocupados y de jubilados jugaron un gran papel en diciembre de 2001, sobre todo en el Gran Buenos Aires (como el atrincheramiento en los barrios la noche del 20) y en las provincias, hechos que tiñeron, en política, al estallido, e hicieron que llegara hasta donde llegó: volteó a un presidente por primera vez en la historia argentina, descalabró, temporalmente, los planes de Duhalde, Alfonsín e Ibarra de encaramarse en la silla vacía, y golpeó a los tres poderes del Estado.
El balance de esta limitación del Argentinazo es fundamental a la hora de definir las tareas para las fuerzas revolucionarias. Y lo que está en debate, es si el camino para la acumulación de fuerzas de clase es el que posibilitó llegar hasta el Argentinazo, recogiendo sus enseñanzas y abordando sus limitaciones, como señala Otto Vargas. O es el camino de las alternativas electorales, como plantea Altamira.


El viejo topo
La discusión es clara. Altamira dice que se cerró una corta borrachera, que hay reflujo, y orienta a su Partido a una acumulación electoral.
Como el camino del auge es sinuoso y no lineal, Otto Vargas recuerda aquella imagen de Marx sobre ‘nuestro Robin Hood’, el ‘viejo topo’ que trabaja en la oscuridad y emerge bruscamente: la revolución”.
Las luchas obreras de los telefónicos, trabajadores de los subtes, petroleros, ferroviarios, empacadores, los de Renacer y Zanón, entre muchas otras, apuntalan el contingente proletario de este auge. Y éste se nutrió, también, con el gran combate estudiantil del Comahue, y la combatividad creciente de los pueblos originarios. En ese contexto la masacre de Cromañón golpeó a las grandes masas juveniles, que han comenzado un movimiento de masas que sacudió los planes de veraneo de las clases dominantes, y al gobierno de Kirchner, y ha mostrado que apenas se sopla la superficie, afloran las brasas encendidas del Argentinazo.
No hay que espantarse del “viejo topo”. No hay que subestimar las brasas del Argentinazo aferrados a un espejismo electoral. Nosotros trabajaremos para que el “viejo topo” irrumpa como lo imaginó Marx, y como lo sueña lo más avanzado de los proletarios y oprimidos argentinos. En ese camino seguiremos trabajando por la unidad en la lucha. Y seguramente seguiremos encontrándonos con los compañeros de PO,en el combate contra la política del gobierno de Kirchner y por la revolución.

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