Julio López
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Altamira Jefe de Gobierno, y Asamblea Constituyente!!!
Por El analista. - Monday, Feb. 14, 2005 at 5:18 PM

cual es la estrategiaaa??????????

La izquierda bregò para que Ibarra se vaya, lo cual esta muy bien, pero ahora Anibal sale con lo del Plebiscito y la izquierda llama a boicotearlo.
Pareciera que hay algunos que creen que Altamira , Ripoll o chipi Castillo o quien fuese , pueden aspirar a ocupar la Jefatura de gobierno.
Ibarra se tiene que ir, Macri no debe llegar, pero cual es la propuesta de la Izquierda?
Asamblea constituyente? Perfecta consigna teorica, pero totalmente alejada de su viabilidad pràctica.
Un 20 de diciembre porteño? si todavia no se dio no se va a dar, no hay condiciones objetivas para eso.
Entonces, por favor, diganme una estrategia acorde con la realidad, que contenga el pedido de justicia y a la par acabe con Ibarra , Macri, y toda esa manga de delincuentes.

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estaría bueno que leas la propuesta del po
Por lucas - Monday, Feb. 14, 2005 at 5:42 PM

Estaría bueno que leas la propuesta del Po, siganda en las páginas de Prensa obrera y en el folletín sacado para discusión, y que debatas, no que descalifiques. Porque el po tiene una propuesta y una estrategia clara que puede ser debatida, pero no desestimada.
hasta la victoria siempre!

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Por que no decis que no estas de acuerdo
Por para el analista - Monday, Feb. 14, 2005 at 6:17 PM

Analista porque no decis que no estas de acuerdo con la consigna de asamblea constituyente y listo, en ves de atacar a la izquierda. La asamblea constituyente es viable, si uno quiere pelear por ella por supuesto, y si uno quiere propagandizarla para que sea tomada por la gente, si no queres pelearpor ella esuna cosa, otra es que no es viable. No es viable imponer una asamblea constituyente donde se discuta todos los asuntos de la ciudad a travez de representantes votados en los barrios, colegios y principalmente en los lugares de trabajo para reemplazar al gobiero corrupto y pro empresario de ibarra?

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DUDA TECNICA
Por PEPE - Monday, Feb. 14, 2005 at 6:40 PM


Pero cómo se elige esa CONSTITUYENTE ?

Digo por distrito único, se crean distritos uninominales,etc.

Concretamente, mas alla de la consigna, cómo elegimos a los constituyentes ?

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ABAJO las chicanas, ARRIBA los trabajadores!
Por nico PO - Monday, Feb. 14, 2005 at 6:44 PM

Para nosotros la cuestión del poder no pasa por la Jefatura, esta chicana vacía de contenido político y por derecha es una provocación digna de servicio o un lumpen cibernetico.

"Cromagnon y el colapso sanitario"
Las políticas sanitarias tienen que partir de las nesecidades de la población en su conjunto y nadie mejor que una asamblea o coordinadora de médicos, enfermeros y demás trabajadores de la Salud. Que vienen luchando (en el GCBA y en el interior) contra las políticas privatistas del BID que Ibarra aplica en acuerdo con Macri. Frente al vaciamiento organizado sólo los trabajadores en asamblea pueden combatirlo.

"Ibarra y las Industrias Culturales"
Ibarra con Tellerman en un comienzo y con Gustavo Lopez ahora (UCR- del encuentro de Rosario) viene también oh casualidad con el BID aplicando políticas de "modernización" que no es otra cosa que vaciamiento y privatización de la Cultura. Los Museos de la Ciudad vienen funcionando con trabajadores en negro: con "contratos basura" ó con "Plan Jefas de hogar" (trabajar como los demás por $150). Todos en su mayoría con montos por debajo de la línea de pobreza. Mientras Ibarra, Tellerman y G. Lopez "invierten" en 4,5 millones de $ (para el presupuesto 2005 q cocinaron con...Macri!) en subsidiar a los empresarios de la "Cultura". Lo mismo se repite en las bibliotecas, en el Planetario y en el Centro de Divulgación Musical del GCBA y sus trabajadores lo continúan denunciando, ellos en ASAMBLEA son quienes saben que políticas culturales nesecita la Ciudad.

Lo que sucede en el área de Educación no es muy distinto de las otras áreas. Los docentes se cagan de hambre y les niegan la titularidad. El BID vuelve a aparecer con sus políticas "modernizadoras" de la Educación y luchan contra eso y contra la burocracia de CTERA(Yasky).

Por eso sólo una Asamblea Constituyente donde los trabajadores y las organizaciones vecinales, sociales y políticas que luchan contra el saqueo de estos parásitos, es quien debe gobernar.

Por un Gobierno Obrero y Socialista!

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No es un planteo electoral
Por ^--^ - Monday, Feb. 14, 2005 at 7:16 PM

La consigna por la asamblea constituyente no plantea de antemano una forma de elección de representantes porque no está planteada en términos electoralistas.
Se plantea, más bien, como una asamblea popular de la capital (¿que nadie se acuerda del cabildo abierto?). La constituyente se plantea como una expresión que debe salir de la lucha y no de una transacción acordada con el poder en términos electorales. Eso no lleva a ninguna parte: de ese modo el pueblo no gobernaría ni la asamblea tendría realmente poder.
Para que la asamblea pueda convertirse en un poder ejecutivo tiene que ser la expresión viva de las masas en lucha.
Es verdad que esto no va a suceder mañana mismo, pero las tendencias a la lucha se incrementan día a día y sería a la vez electoralista y sectario que la única alternativa de poder que se presentara a esas luchas es esperar a las elecciones y votar a algún partido de izquierda. La constituyente es una consigna a la vez más amplia y más activa. Busca dirigirse a las masas y no al mercado electoral izquierdista. Sin desarrollo y unificación de las luchas en curso alrededor de una consigna de poder, aún limitada, no será posible la constituyente que plantea la izquierda. Por eso no se trata de sentarse a elaborar recetitas electorales, sino de impulsar el desarrollo de las luchas y darle una perspectiva general, unitaria y de poder.
Seguramente no va a suceder mañana porque lo planteemos hoy, pero asumiendo que en la capital se ha abierto un curso de luchas populares y crisis polìtica, no plantear la consigna por la constiuyente equivale a garantizar que no suceda nunca. Y es dejar a las movilizaciones de masas sin una orientación política general, facilitar su disgregación en múltiples luchas reivindicativas particulares y dejar que la dirigencia política tradicional vuelva a encauzar su crisis hacia la calesita elctoral.

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HAy PO!!
Por no PO asi no! - Monday, Feb. 14, 2005 at 8:26 PM

Mira vos, por un lado que el los acuse de electoraleros se convierte en forma automatica en "PROVOCADOR O SERVICIO". esto me recuerda al estalinismo durante la decada del 30 que asi aniquilo a los bolcheviques... rara analogia PO.
Por otro lado que consigna de poder es la contituyente? la constituyente seria un organismo de poder que quien? por que esto se trata de clases!!!
No creo que la constituyente que planteas sea un organismo de poder de la clase obrera, eso seria un soviet, palabra que no aparece ni por causalidad en su vocabulario. PO detenta el poder del ejecutivo, como lo dice al respecto de la constituyente, es decir del estado burgues!!!
Organizaciones de lucha, asambleas populares, coordiandoras de lucha, de fabricas, esos son los unicos organsimos que pueden detentar el poder, por que son los que se contraponen por un caracter DE CLASE al estado burgues.
Y acusame de lo que quieras PO socialdemocrata, traidor.

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Troscos dan pena
Por Emmanuel - Monday, Feb. 14, 2005 at 8:39 PM

Uds son de cuarta, son los mismos que cagaron las asambleas barriales, los mismo que se unen con macri, los mismos que boicotean a los gobiernos populares. No les da verguenza hacer politica con el dolor ajeno de la gente. Quedense tranquilos que ya se ven sus frutos, lograron dividir a los familiares de las victimas como lo hicieron siempre con la izquierda la dividieron.

Y si todos fuéramos capaces de unirnos... ¡Qué grande sería el futuro y que cercano!!
Que lejos que estan del Che.

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Troscos dan pena
Por Emmanuel - Monday, Feb. 14, 2005 at 8:40 PM

Uds son de cuarta, son los mismos que cagaron las asambleas barriales, los mismo que se unen con macri, los mismos que boicotean a los gobiernos populares. No les da verguenza hacer politica con el dolor ajeno de la gente. Quedense tranquilos que ya se ven sus frutos, lograron dividir a los familiares de las victimas como lo hicieron siempre con la izquierda la dividieron.

Y si todos fuéramos capaces de unirnos... ¡Qué grande sería el futuro y que cercano!!
Que lejos que estan del Che.

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constitu...que?
Por macartyviveen,mi - Monday, Feb. 14, 2005 at 8:46 PM

niños del po, los de la velita de blumberg, los "revolucionarios" con tropa propia gracias al banco mundial. ¿para que una constituyente?
si hacemos una asmablea constituyente ganan los de siempre y despues hacemos esas denuncias lloronas contra los punteros del pj , la iglesia, el estado y todos los malos. realmente por que no se dejan de joder e inventan algo un poco mas real y concreto y no esa basura abstracta. que se vengan los troscos de todas partes, tambien los de la luna y los de marte.
basta de ficcion, agradezcan a la devaluacion y a la retencion de exportaciones y al banco mundial por que sin ellos no son nada mas que un monton de judios llorones. dejense de joder son parte del "campo de soja popular" que de popular solo tiene la declamacion.
bueno, basta, solo escribo para joder un rato, la argentina verdadera esta muy lejos de sus "discuciones". viva la barbarie!!!!! ojala venga un rosas asi hacemos la mazorca y empezamos a cazar maricones de izquierda. viva cristo!!! viva la patria!!!!
aguante bush!!! aguante altamira (nombre falso para ocultar su judaismo agringado)

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...
Por ^--^ - Monday, Feb. 14, 2005 at 8:58 PM

Cuando critiquen los puntos que se plantea, y no los que no se plantea, quizás valga la pena contestar.

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lo que faltaba
Por andres - Monday, Feb. 14, 2005 at 10:33 PM

LO QUE NOS FALTABA UN PAYASO DE VENDEREMOS NOS BIENE A DECIR QUE ESTAMOS LEJOS DEL CHE.

FLACO VOS NO TE ENTERASTE QUE EL CHE ERA MARXISTA LENILISTA Y SERIA EL PRIMER ENEMIGO DE ESTE GOBIERNO BURGUES ANTIOBRERO Y REPRESOR.

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facho y antisemita
Por lucas - Tuesday, Feb. 15, 2005 at 10:45 AM

che, pedazo de nazi de mierda?

por qué no te metés tu gobierno nacional y popular en el orto?

ya van a ver, traídores...

ustedes están cercadel che,apoyandoalgobierno de los presos políticos y elpagode la deuda?

hijos de puta de la venderemoselpueblo ya los va a hacer pagar, junto con toda la mierda reaccionaria

x un gobierno socialista

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llantos de maricones
Por macartyvive en mi - Tuesday, Feb. 15, 2005 at 11:11 AM

basta de llorar judios!!!!!!!! viva rosas, viva la barbarie. vayan a llorarles a su gobierno judeomarxista de ese judio de kirchner. basta de zurdos, los del gobierno y los de la oposicion. a mi no me vengan con el lenninismo y todas sus vertientes apatridas, este es su gobierno el que vive del desorden kirchner dejate de joder con tus mariconadas zurdas y empeza a reprimir a estos maricones que se la pasan llorando.
kirchner zurdo, andate a moscu con los que escriben aca y no te olvides de llevarlo a altamira que es de alla y no se llama asi....
¿PORQUE ALTAMIRA ESCONDE SU ORIGEN JUDEO?
DIGAN LA VERDAD, A TODOS USTEDES LOS MANEJA DUHALDE Y LOS CAUDILLOS DEL CONURBANO BONAERENSE... y sino. ¿por que siempre los que engrosan sus columnitas piqueteras votan al pj?
basta de mentiras, en pcia son de duhalde y en capital de alberto fernandez y de macri.
viva carrio, el che, adolfo (H), y stalin
muerte a los zurdos de kirchner y de la izquierda unida , de la sinagoga del pc y a los sionistas del po. que de obrero solo tiene la intencion.
basta de verso, entreguen la rendicion de cuentas al banco mundial de lo que hacen con los planes que les da duhalde y kirchner, que sin los planes estarian escondidos en las facultades humanitarias del marxismo ateo
viva cristo!!!!!! cristo es pueblo, muerte a la civilizacion sionsita marxista judeo capítalista
una mas: EL MARXISMO ES EL HIJO BOBO DEL CAPITALISMO, MARX ERA EL BOBITO DE LAS MATEMATICAS. MARX DEDUCIA DE LA REALIDAD, LOS MARXISTAS DEDUCEN DE MARX.
LEAN MAS LA BIBLIA MUCHACHOS, UN POCO DE ESPIRITUALIDAD LES VA A VENIR BARBARO
GRACIAS POR SU TIEMPO
MACARTY ODIA A MACDONALS PERO TAMBIEN A LAS ASAMBLEAS "POPULARES" DE CLASE MEDIA Y A LOS NENES DE MAMA QUE AHORA DE CHIQUITOSD LEVANTAN LAS BENDERAS DE LA REVOLUCION Y DE GRANDES SE CONVIERTEN EN GRANDES EXPLOTADORES JUDIOS.
LAS COSAS POR SU NOMBRE MUCHACHOS. FUERA KIRCHNER ZURDO ANDATE CON BLUMBERG A TU SINAGOGA DONDE DA MISA ALTAMIRA(¿COMO SE LLAMA EN REALIDAD?)
vayan a cantarle a ferrari y los muertos de tienamen!!!!
no votes no al referndum viva la lucha de los empr4esarios no judeos.
gracias por todo chicos, nos vemos en el restoran de sushi con champan y cordero patagonico, corruptos!!!!
porque no dan cordero patagonoco en sus comedores, garcas?
y los de la correpi, gracias por descubrir que en nuesetro pais la policia mata, gracias sin su aporte no lo hubieramos imaginado.
me enoje, mchau

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Sobre la Asamblea Constituyente
Por Dario Qtmeo - Tuesday, Feb. 15, 2005 at 11:57 AM

El asunto de la Asamblea Constituyente es que es una consigna "propagandistica" que segun el concepto leninista es "muchas ideas para pocas personas", a diferencia de las consignas "agitativas" que es todo lo contrario porque seria algo asi como "pocas ideas para muchas personas".
De manera que la consigna de Asamblea Constituyente es muy util para ser debatida en reuniones de simpatizantes, lectores, adherentes etc en ambitos muy especiales como los locales partidarios, algunos centros de estudiantes, el domicilio particular de Altamira o aca mismo, en los foros de Indymedia, porque aunque pongan dos militantes en cada esquina de Bs As agitando la consigna, nadie les va a dar pelota porque: 1) las "masas porteñas" no estan desesperadas por la toma del poder 2) por mas que fuerce la imaginacion, la situacion actual no se parece en nada a la de Rusia en 1917.
En conclusion, gracias a la consigna "Por Asamblea Contituyente", dentro de unos años los del PO podran decir que en febrero del 2005 pudieron captar a "fulanito y menganita" y los petesianos diran que centenares de nuevos compañeros se incorporaron al PTS, de manera tal que toda la argumentacion politica que se pone en el medio es simplemente un "engañapichanga".
No es asi, compañeros?

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...
Por ^--^ - Tuesday, Feb. 15, 2005 at 12:44 PM

En primer lugar, hay que dejar claro que los bolcheviques no plantearon la constituyente a propósito de febrero ni de ninguna situación pre-revolucionaria, sino mucho antes. Se trataba de uan consigna que respondía a las condiciones sociales generales de la Rusia zarista y, mutatis mutandi, lo mismo puede decirse de la Argentina actual, atada de pies y manos, tal como está, a los designios del capital financiero internacional.
Es verdad que las masas no están desesperadas por tomar el poder. Pero la mayoría de los que se oponen aquí a la consigna por la constituyente insisten en eso -y solamente en eso- fundamentalmente porque desean que las masas nunca lleguen a plantearse la lucha por el poder (lo que ya es una cuestión muy diferente). De entre estos críticos a la consigna por la constituyente, muchos de los que se consideran "de izquierda" creen haber encontrado un atajo en el kirchnerismo. A ellos que se llenan la boca con un supuesto realismo, les decimos que pueden ir considerando un hecho consumado la frustración de las expectativas de las masas en el gobierno K.
Aún cuando las masas no estén "deseperadas" (?) por tomar el poder, el hecho es, sin embargo, que las masas vienen de un proceso en el cual el poder fue masiva y prfundamente puesto en tela de juicio y, más allá de los deseos de nuestros progre-reaccionarios, marchan hacia una nueva situación de crisis política, en la cual las expresiones tradicionales del poder volverán a ser puestas en tela de juicio. Negarse a ver eso no sólo es ceguera, sino ceguera interesada (y, más específicamente, ceguera interesada en un sentido conservador).
Tampoco es del todo correcta la tontería que dice el de acá arriba: que la constituyente es una consigna propagandística por oposición a agitativa. Es tan agitativa como propagandística (y puede ser incluso más lo primero que lo segundo).
Lo que se quiere decir con propagandística no es que cumple la función educativa de volcar un conjunto de ideas entre pocas personas. Al contrario, es una consigna dirigida a llegar a muchas más personas de las que podría alcanzar una consigna de poder planteada en términos clasistas químicamente puros en vez de planteada en términos democráticos revolucionarios (para decirlo al modo en que lo hubiera dicho Lenin).
Con "propagandística" se quiere decir que no es una consigna que busque su realización inmediata, no es un reclamo que se dirige a la autoridad para su satisfacción inmediata, sino que busca abrir un curso de desenvolvimiento político más amplio y general.
Veo poco más que mala leche -para no mencionar actitudes abiertamente fascistas- en las pobrísimas intervenciones de quienes atacan la consigna por la constituyente. Así es fácil surtirlos con una mano atada a la espalda.

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¿Vas a ir a la fiesta de indy?
Por Un conocido. - Tuesday, Feb. 15, 2005 at 5:06 PM

Va a ser una buena joda. Nos vamos a ver las caras. Vamos a poder cambiar puntos de vista...

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Para ^--^
Por Qtmeo - Tuesday, Feb. 15, 2005 at 6:34 PM

Otra vez el tipico razonamiento de las sectas capitalinas: "los que que no estan por la Constituyente son kichneristas, mala leche con actitudes fascistas". En vez de prejuzgar seria bueno que cuentes en que lugar fuera de los locales partidarios y de Indymedia se discute la consigna, como ser fabricas, oficinas, escuelas, facultades (fuera de los centros de estudiantes), mercados, talleres, comercios, plazas etc o cualquier lugar donde esten "las masas porteñas", asi voy, veo con mis ojos como se desarrolla el debate, te doy la razon y me callo la boca.
Ojala me equivoque y puedas contestar(cosa que dudo) .

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Como acabar con Ibarra? no se, pero para terminar al PO y las sectas, esta es la solucion:
Por El Oligarca - Tuesday, Feb. 15, 2005 at 7:12 PM

Altamira--TERMINATED
Ripoll-- TERMINATED
Zamora-- TERMINATED





scan: Gorilón

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A ver quién prejuzga
Por ^--^ - Tuesday, Feb. 15, 2005 at 7:12 PM

Al compañero “un conocido” (¿de quién?) debo decirle que no frecuento las renuniones ni agasajos de la gente de Indymedia. Pero si tiene muchas ganas de intercambiar opiniones sobre la AC podrá concurrir a cualquier local del PO -o de otro partido que defienda esa consigna- y podrá darse el gusto. Lo que dudo es que se anime a hacerse el pícaro.

Al individuo paranoide que usa un nick tan gentil como “Qtmeo” le diré que el primero en pecar de lo que señala es él mismo, acusándome de decir lo que no dije (y no haciéndose cargo, ni por casualidad, de defender alguna idea). Yo en ningún momento lo acusé de “provocador”. Sí dije, y no iba dirigido a él en particular, que hay acá mucha mala leche. Un claro ejemplo lo da el forista que usa el nick “Emmanuel”, lleno de ofensas y acusaciones gratuitas (¿o sólo deben considerarse “gratuitas” las acusaciones que hagan aquellos cuyas ideas políticas no le caen simpáticas a “Qtemeo”?).

No sé de qué otro modo que “fascistas” denominaría “Qtmeo” a las intervenciones del tal “macartyviveenmi” (por ejemplo: “muerte a los zurdos de kirchner y de la izquierda unida , de la sinagoga del pc y a los sionistas del po”). Veo mucho más preocupado a “Qtmeo” por atacar a cualquiera que no piense como él que por las claras expresiones fascistas y las ofensas explícitas que cometen los “críticos” de la consigna por la AC. Visto lo cual, or más que a “Qtmeo” le moleste, yo seguiré pensando que lo suyo es mala leche.

Ya que “Mkgaron” pregunta, la AC se discute, por ejemplo, acá nomás:
http://argentina.indymedia.org/news/2005/02/264806_comment.php#264886
Yo la vengo discutiendo en todos lados hace más de 4 años. Creo que es una consigna relativamente popular, pero no solamente porque la discuta relativamente mucha o poca gente. Desde distintos enfoques, esta consigna la levanta (o la levantó en tiempos recientes) la gran mayoría de la izquierda. Lenin la levantó, Trotski la levantó. No es precisamente algo de lo que nunca nadie haya oído hablar.
No entiendo con qué puede tener que ver que lo discuta o no todo el mundo ¿Será sólo porque vos lo decís? o es un partido de futbol. Francamente no sé dónde querés ir, y mucho tampoco me interesa. Si digo que hay mala leche es porque vos atacás las posiciones de los demás sin que se sepa cuál es la tuya. A eso en mi barrio lo llamamos falta de huevos.

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Hablastes mucho al pedo, ademas de lo que escribis, tambien al pedo
Por Uno de los que tambien va a ir. - Tuesday, Feb. 15, 2005 at 10:30 PM

"......" "------" "....." ";;;;;"
"cuando el mundo te tire para abajo no te agarres de nada"
¿Cuantos pares de botas son tres botas?

¿Quien le dijo al hijo del padre?

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sobre la constituyente
Por socialismo o barbarie - Wednesday, Feb. 16, 2005 at 12:16 AM

Creo que la consigna es inadecuada, tanto en este caso como siempre que la izquierda la ha usado.

La Asamblea Constituyente es la máxima instancia de la democracia burguesa, pero no sale de la democracia burguesa. Es una consigna adecuada para países que no tuvieron experiencia democrático-burguesa, como lo fueron Rusia y China a principios del siglo XX.

Argentina ya tiene bastante experiencia democrático-burguesa, hay que proponer el socialismo y no instancias "intermedias" por temor al vacío social.

En cuanto a las propuestas por la crisis política de la Ciudad, lo adecuado para mí es proponer el fortalecimiento de las asambleas de jóvenes, familiares y vecinos; y la de una comisión independiente del gobierno para el esclarecimiento de Cromagnon.

Cuando el Estado demuestra su ineficacia para servir a todos los ciudadanos (o sea, cuando demuestra su carácter de clase), tenemos que proponer la creación de organismos de poder popular.

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Siempre lo mismo
Por ^--^ - Wednesday, Feb. 16, 2005 at 11:42 AM

S o B: cometés los errores de siempre. Lo que decís de la AC en relación a China y Rusia de principios del s XX, es una glosa del programa de transición. Vas a lo seguro (o eso suponés).
Decís que en Argentina hay una larga experiencia democrática, pero no se trata, nunca, de adecuar el programa a la experiencia sino a las condiciones objetivas. Las condiciones objetivas son que la Argentina tiene pendientes las tareas nacionales burguesas, y no lisa y llanamente las tareas socialistas. Es un país notoriamente sometido al imperialismo y en el que, por lo tanto, la expresión democrática de la voluntad popular está acotada en extremo (después de todo, debemos lo que vos llamás más de 20 años de experiencia democrática ni más ni menos que a Margaret Tatcher, Kirkpatrick y el general Haig).
En segundo lugar, es falso que haya experiencia democrática: lo que hay es experiencia en materia electoral. Pero la experiencia democrática de las masas no se reduce a ello ni mucho menos. Para colmo, el planteo de AC por izquierda no es un planteo electoral, así que tu comentario está enteramente fuera de foco. Como dije, es o debe ser un planteo de Asamblea Popular. En otra época se lo llamaba también Asamblea Nacional.
Tampoco, cuando Trotsky lo planteaba para Rusia o China, lo planteaba al modo estrictamente electoral, a pesar de la falta de experiencia de chinos y rusos (de principios del s XX) con el sufragio universal, sino como expresión de las organizaciones de las masas en lucha.
Así que, ante el dilema de la adecuación de una necesaria consigna transitoria entre la instancia reivindicativa (particular, local) y la instancia política (general, de poder), como es la AC, vos retrocedés y separás los términos que se intenta unir, precisamente, mediante una consigna transicional. Es decir: mantener las organizaciones expresivas de luchas particulares y dejar los planteos políticos socialistas en el plano puramente doctrinario (créase o no, precisamente eso es sectarismo: hacer de la política una práctica de adoctrinamiento para minorías). En ese sentido, tu actitud es a la vez mediocre y conservadora.
Más allá de cuánta experiencia en materia de sufragio universal tengan las masas, tampoco tu planteo se adecua ya no a las condiciones objetivas sino a la experiencia de las masas. Porque lo que la experiencia indica es, precisamente, que las masas no han superado las expectativas democráticas y que un planteo socialista químicamente puro no sólo no atiende al caracter democrático nacional de las tareas que debe cumplir una revolución, sino que deja sin alternativa política a las masas en caso de que se produzca una rebelión como la de fines del 2000.
En resumen: no se trata de la AC como instancia máxima de la democracia burguesa en el sentido más bien formal en que vos lo planteás, sino de lo que Lenin hubiera llamado una instancia democrático-revolucionaria, cuyo contenido de clase no está explicitado en la fórmula misma, sino que debe irse resolviendo en el curso de la lucha y la deliberación popular que acompaña a la lucha, de acuerdo al rol que jueguen las distintas direcciones que en ella intervengan.
A falta de dialéctica (y de espíritu revolucionario) vas cayendo cada día más en el escolasticismo, la filología y el conservadurismo. No es bueno para nadie convertir las propias limitaciones en programa político.

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lo mismo de siempre
Por socialismo o barbarie - Wednesday, Feb. 16, 2005 at 9:52 PM

Primero: mirá tu forma de expresarte: "tu actitud es a la vez mediocre y conservadora", "A falta de dialéctica (y de espíritu revolucionario) vas cayendo cada día más en el escolasticismo, la filología y el conservadurismo", "No es bueno para nadie convertir las propias limitaciones en programa político".

Yo no ataqué a nadie, asi que vos, que exigís argumentos en vez de insultos y chicanas, no me vuelvas a atacar ni hagas "perfiles psicológicos", ¿estamos?. Si no estás dispuesto a debatir de una manera fraternal, ni te molestes en contestar.


Segundo: la propaganda de los partidos ni se acerca al planteo democrático-revolucionario del que vos hablás. Son planteos vagos que no aclaran si se trata de una convención constituyente como la del 95 o un Soviet. El nombre de "Asamblea Constituyente" tampoco juega muy a favor que digamos, y ya el no haber puesto un nombre más claro demuestra desidia. Si el planteo de la izquierda fuera "Asamblea Popular", y estuviera explicado como una alternativa de poder popular, ahí sería otra cosa. Pero si se lo plantea vagamente, parece un planteo que no sale de las instituciones burguesas.


Tercero: Me decís que hay que basarse en las condiciones objetivas. Y, supuestamente, esas condiciones objetivas favorecen planteos democrático-radicales y no al del socialismo. Bueno, pensando de esa manera, nos vamos a quedar esperando las condiciones objetivas para siempre en vez de generarlas. Una cosa es segura: las masas jamás van a superar las expectativas democráticas si la izquierda sigue fomentándolas.


Cuarto: Argentina tienen tareas nacionales pendientes, pero eso no justifica ningún tipo de etapismo en la propaganda revolucionaria que debería ocupar en los partidos mucho más espacio que la lucha reivindicativa. Las condiciones objetivas para el socialismo ya son una realidad en todos los países, debido a la proliferación de las relaciones capitalistas por todo el planeta. La única manera de resolver las tareas nacionales pendientes es con la revolución socialista.

Hacer propaganda a favor del socialismo no es sectario si se liga ese objetivo estratégico a cada lucha o reivindicación particular. Lo que yo propongo es eso. Que yo quiera hacer propaganda abstracta por el socialismo desligándolo de las luchas actuales es un invento tuyo. Como decís vos: respondé a lo que te dicen y no a lo que no te dicen.

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No hay que retroceder más
Por ^--^ - Wednesday, Feb. 16, 2005 at 11:10 PM

Me pregunto si vos mísmo te creés lo que decís.
Como sea, creo que si algo no me faltó fueron argumentos. No estoy seguro de que vos puedas decir los mismo.
Yo no dije que las condiciones objetivas -te cito-“favorecen planteos democrático-radicales y no al del socialismo”, dije que las condiciones objetivas señalan tareas democrático-nacionales irresueltas, y no tareas socialistas. ¿A tu juicio no es así? Una cosa es bien diferente de la otra, independientemente de que las tareas democrático-nacionales sólo puedan ser completamente resueltas por una dirección proletaria revolucionaria (tal es la tesis trotskista, que yo considero realista y plenamente vigente). Si vos pensás que lo que está a la orden del día en Argentina es el socialismo y no hay pendiente ninguna cuestión de independencia nacional frente al imperialismo, eso significa que parangonás a la Argentina con las potencias imperialistas ¿o existe alguna “tercera” alternativa?). Si así fuera, diría, como los juristas, que todo el peso de la prueba cae de tu lado (aunque no noté que intentaras siquiera agumentar algo en ese sentido).

Es posible que -te cito- “la propaganda de los partidos ni se acerque al planteo democrático-revolucionario del que yo hablo”, pero yo en ningún momento hablé en nombre de ningún partido en particular. No obstante, te diría que si leés el último número de Prensa Obrera, vas a ver que Altamira identifica explícitamente “Asamblea Constituyente” con “Asamblea Popular”, lo que tiene un claro contenido democrático-revolucionario en el sentido leninista que yo comenté (y, si querés, podés remitirte a tantas otras declaraciones de Altamira a ese respecto, por más que no mencione literalmente la expresion “democrático-revolucionario”). No se trata de plantear un “soviet” de antemano, sino que, entiendo yo, equivale, aproximadamente, a la “dictadura democrático-revolucionaria” que planteaba Lenin (en su caso era “gobierno obrero y campesino”), fórmula “algebraica” cuyo contenido clasista sería determinado concretamente en el proceso de lucha por imponer la constituyente y en el curso de la lucha en el interior de la constituyente que se diera, si se da. En el fondo, mistificás los soviets, olvidando que los soviets, considerados con independencia de los partidos que los dirijan, pueden avalar la continuidad del dominio de la burguesía (como sucedió en la Alemania de los ’20).
Yo asumo la ambigüedad de un planteo general de poder popular, y asumo también el desafío de darle un contenido en el propio proceso de la lucha por ese poder. En mi opinión es necesario más coraje político para lanzarse a la lucha por el poder que para ejercer la pedagogía “socialista” sin ofrecer ninguna alternativa concreta a las luchas en curso y las que vendrán próximamente.
A mi modo de ver, “Asamblea Popular Constituyente” sería una mejor denominación, y de hecho alguna vez el PO la empleó, pero también creo que eso daría materia para el debate (que no desarrollaré aquí). El verdadero punto es que no se puede prescindir, como vos pretendés, de una consigna de poder transitoria. Eso equivale a renunciar a la lucha política real, y justifica de sobra mis caracterizaciones (que vos considerás “chicanas” y no lo son: mirate un poco a vos mismo).
Al final, yo lo único que hice es defender los términos en que sé que fue formulada la consigna, que no fueron términos electorales (y, si querés criticar al PO, al menos antes leé bien su prensa).

Yo no hablé de “etapismo” en la propaganda, pero pensándolo bien ¿por qué estaría mal el etapismo en la propaganda? Quizás el plano de la conciencia sea el único que admite etaopas, lo que seguramente no ocurre con los cambios sociales dse real dimensión histórica. Perfectamente pueden irse lanzando las consignas transicionales a medida que la situación evoluciona (y a medida que la conciencia de las masas evoluciona con ella). Por ejemplo, podemos pasar de la consigna de “control obrero” a la de “expropiación”, tal como señala Trotsky. La propaganda sí debe adaptarse a lo que las masas pueden comprender, de lo contrario ejercés el sectarismo, te dirigís a una estrecha capa de “enterados” (o sea: al enclaustrado mercado izquierdista tradicional, pequeño burgués).

Las expectativas democráticas se superan sólo mediante la experiencia, de ahí que la consigna de asamblea constituyente no sólo apele a las expectativas democráticas sino que apela a la movilización y la lucha. No es una consigna simplemente democrática, sino revolucionaria (siempre que se la entienda como yo señalé anteriormente).
Y sí, es sectarismo hacer propaganda “estratégica” obviando que estamos en una tepa de decadencia del capitalismo y que las crisis políticas y sociales se suceden. Las masas necesitarán guías para la acción, no sólo panteos doctrinarios ideales e irrealizable o ininteligibles de cara al actual escenario político.

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Por socialismo o barbarie - Thursday, Feb. 17, 2005 at 1:54 AM

Coincido en que hay tareas democráticas irresueltas en Argentina, que Argentina no es un país imperialista (sería idiota no hacerlo). Pero eso en mi opinión no justifica que no se haga propaganda a favor del socialismo y sí por "Asamblea Constituyente".


En el volante "Ibarra debe renunciar - Asamblea Constituyente en la ciudad" que salió hace unas semanas no está expresado ese contenido democrático-revolucionario. Encima de que ya la misma consigna es etapista, se la agita de manera ambigua. Y, pequeño detalle, cuando hablan de la constituyente "se olvidan" de decir quién va a garantizar que sea "libre y soberana". ¿Acaso van a convivir la Constituyente y el poder burgués?

Si se soslaya ese detalle, entonces ésta no es una consigna de poder, sino una consigna "para decir algo". Y, en ese sentido, es mucho más abstracta que la propaganda por el socialismo. Y es más, es oportunista.

Los bolcheviques subordinaban el planteo de la Constituyente al DERROCAMIENTO del zarismo, y decían que ésta sólo podía ser garantizada por los obreros y campesinos A-R-M-A-D-O-S.

Cuando el troskismo argentino agita la Constituyente hacia las masas (otra cosa es lo que las direcciones les dicen a sus bases para tranquilizarlas), lo hace como si fuera por sí misma una consigna de poder, no la subordina ni a "gobierno de los trabajadores" ni al derrocamiento (¡horror! ¡foquismo!) de la burguesía. A lo sumo hablan de "barrer con las mafias" (¿cómo?, no lo dicen, y esa ambigüedad es oportunismo porque lleva a pensar que las mismas instituciones burguesas podrían hacerlo).


No mistifico para nada a los Soviets, cuando pienso en ellos siempre los pienso con relación al partido revolucionario. Sé muy bien lo que pasó en Alemania e incluso en la Rusia entre Febrero y Octubre. Por favor, respondé a lo que digo y no a lo que no digo.


"En mi opinión es necesario más coraje político para lanzarse a la lucha por el poder que para ejercer la pedagogía “socialista” sin ofrecer ninguna alternativa concreta a las luchas en curso y las que vendrán próximamente. "

Con que ligar las bestialidades del capitalismo a la lucha por el socialismo sería no ofrecer ninguna alternativa concreta y, además, sería cobarde... Mirá que bueno. Parece que eso de que "los comunistas consideran indigno ocultar lo que piensan" quedó para el Manifiesto y nada más. Pobrecita la gente, no lo va a entender al socialismo y por eso tenemos que ir con la Constituyente para no asustarla...

Ironía aparte, aquí está el problema, el hacer política para "lo concreto" y ocultar el programa para no sentir el vacío social. Esto es un auto-engaño, no es política revolucionaria. De esta manera -repito- las expectativas de las masas en la democracia burguesa nunca van a ser superadas.

El trabajo de propaganda revolucionaria va a durar AÑOS, pero si no lo empezamos ya, vamos a estar DÉCADAS con el semana a semana, corriendo detrás de todas las luchas espontáneas en vez de planificarlas conscientemente, viendo la revolución a la vuelta de esquina (¡"A 3 años la lucha crece"!), y proponiendo soluciones "concretitas" sin mencionar nunca el objetivo estratégico porque "las condiciones no están dadas".


Después decís que yo renuncio a una consigna de poder transitoria. Pero si leés mi primer mensaje verás esto:

"En cuanto a las propuestas por la crisis política de la Ciudad, lo adecuado para mí es proponer el fortalecimiento de las asambleas de jóvenes, familiares y vecinos; y la de una comisión independiente del gobierno para el esclarecimiento de Cromagnon. "

¿Esto no es una propuesta de poder? ¿Renuncio con estas propuestas a la lucha política real? Yo diría que no. Yo diría que para vos la lucha política real sólo pasa a través de las consignas transicionales.


Yo JAMÁS taché a la consigna AC de electoralista. En vez de mandarme vos a leer Prensa Obrera, leé bien lo que digo antes de responder.


"Yo no hablé de “etapismo” en la propaganda, pero pensándolo bien ¿por qué estaría mal el etapismo en la propaganda? Quizás el plano de la conciencia sea el único que admite etaopas, lo que seguramente no ocurre con los cambios sociales dse real dimensión histórica. Perfectamente pueden irse lanzando las consignas transicionales a medida que la situación evoluciona (y a medida que la conciencia de las masas evoluciona con ella). Por ejemplo, podemos pasar de la consigna de “control obrero” a la de “expropiación”, tal como señala Trotsky. La propaganda sí debe adaptarse a lo que las masas pueden comprender, de lo contrario ejercés el sectarismo, te dirigís a una estrecha capa de “enterados” (o sea: al enclaustrado mercado izquierdista tradicional, pequeño burgués). "

Primero empecemos diciendo que propaganda y agitación no son la misma cosa. La propaganda (muchas ideas a pocas personas) está más ligada a incorporar cuadros al partido, convenciéndolos en base a programa. La propaganda debe ligar cada reivindicación al objetivo estratégico del socialismo. En ese sentido, la propaganda está obviamente limitada a sectores de vanguardia que, si no leí mal a Lenin, son los que debe buscarse para nutrir las filas del partido. La propaganda revolucionaria nunca debe "adaptarse a lo que las masas pueden comprender" (eso me suena a "literatura para obreros") porque, justamente, debe dirigirse a la vanguardia. Vos me hablás de pedagogía, pero acá estás haciendo paternalismo y dictaminás que las masas no pueden comprender el socialismo. Lenin ya respondió a estos prejuicios hace 100 años en el ¿Qué hacer?.

La agitación (pocas ideas a muchas personas) está más ligada a la movilización y la lucha. En este terreno podrían entrar las consignas como "control obrero" o "expropiación" (o Constituyente, dado el caso, que para mí no es el de Argentina). Esto sí debe adaptarse a las luchas actuales (de manera de impulsarlas hacia adelante o de consolidarlas).

Si no se distingue entre propaganda y agitación, por supuesto que va a primar la última y al que hable de hacer propaganda en el sentido "clásico" se lo va tildar de sectario (o de "propagandista abstracto", como decía Moreno), pues se va a interpretar que el tipo quiere ir a repartir volantes afuera de las fábricas con la consigna "colectivización de los medios de producción".


El problema es que en la izquierda argentina hay demasiada agitación y poca propaganda, demasiada importancia a la lucha reivindicativa y política (siempre coyuntural) y muy poca a la lucha ideológica, teórica, programática, cultural. En vez del "tribuno popular" prima el "buen sindicalista". El practicismo en las bases es la norma y la teorización queda para la dirección (y el que no acepte esa división del trabajo es un "intelectualoide pequeñoburgués"). Siempre se vive en el semana a semana, en el tacticismo. La acción política muchas veces se reduce a encontrar la consigna (o el titular) que va a reemplazar todo el necesario trabajo de propaganda y de explicar pacientemente que debe realizar un partido revolucionario. Y por tomar ese "atajo" todo el tiempo, nos alejamos más y más del punto de llegada.


"Las expectativas democráticas se superan sólo mediante la experiencia"

Este planteo lleva a que las masas por su propia experiencia van a superar las expectativas democráticas. ¿Para qué hace falta el partido revolucionario, entonces?


"Y sí, es sectarismo hacer propaganda “estratégica” obviando que estamos en una etapa de decadencia del capitalismo y que las crisis políticas y sociales se suceden."

Estas parecen palabras de Nahuel Moreno. Es una apología del practicismo, del tacticismo, y del cortoplacismo. Esta política de "batalla a batalla" no sirve. Cuando se va a cada batalla, hay que hacerlo enfocado en ganar la guerra.


"Las masas necesitarán guías para la acción, no sólo planteos doctrinarios ideales e irrealizable o ininteligibles de cara al actual escenario político."

Decíselo a Marx que no lo sabía:

"Esto no significa que debamos confrontar al mundo con nuevos principios doctrinarios y proclamar: ¡He aquí la verdad, de rodillas ante ella! Significa que debemos desarrollar nuevos principios a partir de los principios existentes del mundo. No debemos decirle: Abandona tus luchas, son mera locura, nosotros te daremos los verdaderos objetivos. En vez de ello, debemos simplemente mostrar al mundo por qué él está en lucha, y la conciencia de eso es lo que deberá adquirir, quiéralo o no." Marx, Carta a Rouge, 1843

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la union hace la fuerza
Por gustavo suarez - Thursday, Feb. 17, 2005 at 11:00 AM
gustavosuarez2@hotmail.com

che,emmanuel,ustedes ya se unieron.
Con Juanjo Alvarez,con Duhalde-te enteraste que puede ser que vayan juntos en las elecciones-,con Ibarra, con Bonasso y Pagina 12-te enteraste que es de clarin-,con el gobernador de tucuman -como fuerza de choque-,con el carcelero Kirchner.
Lo que se dice un verdadero club de amigos.
che, que pensaria Guevara de que el huevo cevallos se hizo servil al gobierno a cambio de un puestito, o de los presos de caleta olivia,o de que al final K termino pagando mas que Menem por lo de la deuda externa, o que en algunas facultades fueron en alianza con los ex-franja morada disfrazados como los jovenes K.
Emmanuel antes de ponerte a dar consejos, mira en lo que se convirtio tu putrefacta organizacion.
che,fueron al Luna Park y subieron al escenario con el buchon de compañeros de Delia.Ustedes si que no tienen cura.
Emmanuel,sos un pobre pibe.
Cuando el pueblo vaya a protestar por algo a Pza de Mayo van a reprimir junto a la policia?.
chau,tontuelo.

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Desorbitado
Por ^--^ - Thursday, Feb. 17, 2005 at 12:25 PM

Yo no me acuerdo de modo literal del volante del PO que mencionás, y tampoco estoy discutiendo especialmente en nombre del PO. Sí puedo decirte que la referencia que hice era al último número de su prensa y se señalan claramente las características que te señalé de la constituyente. El volante no lo puedo discutir sin leerlo, pero estoy convencido de que exagerás y unilateralizás, porque el PO viene levantando la consigna hace varios años y yo estoy bastante bien enterado de con qué contenido lo hace. Es posible que según la coyuntura hagan hincapié en uno u otro aspecto diferente de la consigna por la AC (al menos eso haría yo).
En la única cosa que puede darte la razón es que el PO no plantea públicamente la cuestión del armamento y ¿sabés qué? en mi opinión hace bien. El armamento debe plantearse públicamente cuando se lo puede concretar: de momento se trata de impulsar la movilización y la organización, no de armarlas. No fueron las armas de fuego las que hicieron sentir su falta en diciembre del 2000, sino las armas políticas.

Por mi parte, yo no dije que hubiera que abandonar la propaganda socialista, así que no voy a discutir esa barrabasada.
Por otra parte, vos parecés identificar “concreto” con “inmediato”, no es así. No es que la AC se trate de una consigna para lo inmediato (en mis post anteiores más bien señalé lo contrario), sino para resolver una condición concreta, como es la distancia entre la crisis objetiva y la conciencia política de las masas. Fui bastante claro a ese respecto, pero veo que no podés salir del formalismo y el espítiru libresco. Es lamentable (y aburrido).

Preguntás si la asamblea de jóvenes a propósito de los pibes de Cromagnón (o una comisión investigadora independiente) no son consignas de poder. No, no lo son. Me cuesta admitir que no puedas distinguir una organización reivindicativa y particular (por más proyecciones políticas que pueda tener, o por más que ella misma se planteé consignas enfrentadas al poder) con una organización política para gobernar.

Por algunos señalamientos que hacés, creo que el fondo de tu crítica se refiere a cierto optimismo en la caracterización de la situación política (que llevaría a creer que "la revolución está a la vuelta de la esquina", frase que no le oí decir a nadie en la izquierda, ni cosas parecidas). Me parece que, en tu crítica pesimista al supuesto optimismo exagerado, te dejás llevar por rasgos subjetivos y te equivocás. Pero, de todos modos, si tu crítica pasa por ahí, más bien deberías empezar argumentando tu propia estimación positiva de la situación y sus perspectivas más o menos inmediatas (cosa que tampoco hacés).

Sí, bueno, muy linda tu explicación sobre el uso que daba Lenin a los términos “propaganda” y “agitación”. Es una distinción muy conocida y, en este caso, muy poco relevante. No es que esté mal de por sí la filología (de hecho Della Volpe y Colleti hicieron usos muy esclarecedores del método "filológico"), pero termina siendo un deporte vacuo, porque ni te llevó a responder a mi sugerencia “etapista” y ni siquiera te acercó a comprenderlo.
La idea que yo había querido expresar puede formularse sencillamente en aquella frase que señala que la sociedad pega saltos en su evolución histórica, pero la conciencia de las masas no puede saltearse etapas. A eso no respondés nada haciendo filología.
Decís, además, que la izquierda se queda en la agitación queriendo decir que se queda en la reivindicación inmediata y en el sindicalismo (como si todos estos fueran sinónimos), y lo atribuís a falta de propaganda. Me parece que conocés mal a algunos partidos porque, hasta donde yo sé, el PO, por ejemplo, en el proceso de incorporación de cuadros -para tomar tus palabras- imparte formación de modo sistemático. En general estás falseando todas las cuestiones, en una actitud fuertemente desequilibrada.

Decir que “las expectativas democráticas se superan SOLO mediante la experiencia” no equivale a decir que “Las expectativas democráticas se superan mediante la SOLA experiencia”. Una cosa es que la experiencia sea condición necesaria y otra que sea condición suficiente. Lo que dije es que la experiencia hay que hacerla, y a eso me refería con lo de las etapas de la conciencia y la necesidad de no saltárselas (es muy mala señal que te fragmentes y no puedas registrar la consistencia de un todo argumental). Tenés que estar desorbitado para acusar de desconocer la importancia específica del partido a alguien que, inmediatemente antes, subrayó que sin partido los propios soviets pueden terminar en la nada. Te inventás oposiciones absolutas que yo no hago, quizás por incapacidad para comprender o quizás para discutir lo que sabés o querés discutir en vez de lo que está en discusión. LLega a ser alarmante.
Mi comentario sobre la experiencia respondía -yo sí respondo a lo que decís- a tu idea de que las masas ya tienen toda la experiencia necesaria en materia democrática. Justamente, decía que su experiencia sólo podrá ser juzgada suficiente cuando abandonen las expectativas democráticas que conservan (eso se llama realismo), y que eso sólo puede suceder si llevan hasta el límite esas expectativas en su lucha política (y si te fijás un poco, la experiencia del movimiento de asambleas populares puso en evidencia que las expectativas y la experiencia democráticas de las masas no están agotadas ni mucho menos). Precisamente, esa es la función de la consigna por la AC, llevar esa experiencia hasta su límite para superar las expectativas democráticas de las masas y pasar a luchar por la influencia política proletaria en el seno de la propia asamblea (popular) constituyente. En el fondo, no es más que un planteo clásico (que espero haber formulado bien, dejando la filología de lado).

Lo sectario no es hacer propaganda estratégica, sino renunciar, en nombre del adoctrinamiento “estratégico”, a lanzar consignas adecuadas a la situación actual que no sean meramente reivindicativas (por “fuertes” que parezcan), sino políticas y dirigidas a la cuestión del poder. El doctrinarismo alejado de la actividad real es siempre sectario. Y es sindicalista plantear sólo consignas reivindicativas para la actualidad. No sé cuántas veces voy a tener que decir de nuevo lo mismo para que lo captes tal como lo dije.

Bueno, lo demás es más de lo mismo: yo no dije en ningún momento que hay que renunciar a ninguna posición estratégica, ni a la teoría, etc., así que en ese sentido das golpes al vacío que yo no siento necesidad de devolver. Como sea, filología y teoría no son lo mismo y creo que deberías esforzarte más en dominar esa distinción.

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Lo de asamblea constituyente del PO es pura propaganda, hay que salir a las calles
Por oponerse a las firmas para el Plebiscito - Thursday, Feb. 17, 2005 at 12:29 PM

el po hace propaganda mostrando su sectarismo aparatista , hegemonista y autoproclamatorio.Hay que salir a las calles de Capital a tomar las esquinas para que la gente NO FIRME LAS PLANILLAS DEL PLEBISCITO REVOCATORIO, DESENMARAÑANDO LA MANIOBRA DE IBARRA, EL GOBIERNO, Y LA TODA LA CENTROIZQUIERDA Y DENUNCIAR EL PACTO DE IMPUNIDAD
QUE RENUNCIE IBARRA Y VAYA PRESO PARA QUE HAYA JUSTICIA. SIGAMOS EL PROCESO DE LA MOVILIZACION, mañana 18/2 escrachando a IBARRA y haciendo una gran marcha el 28/2 a dos meses de la masacre
POR LOS PIBES DE CROMAÑON. pasarse horas discutiendo la teoria y los libros sobre Asamblea constituyente es trabajar para el enemigo de clase, dejense de boludear con AC y salgamos ya!!!! a las calles a darle vuelta la maniobra a IBARRA, AL GOBIERNO NACIONAL, A LA PATRONAL, A LOS MEDIOS. Podemos darle vuelta esta maniobra que todavia su desenlace esta abierto y no le será facil.

apostemos a la movilizacion en curso y desenmarañemos el plebsicito desplegando una gran campaña en la ciudad para que NO FIRMEN LAS PLANILLAS DEL PLEBISCITO REVOCATORIO

MST
MOVIMIENTO SOCIALISTA DE LOS TRABAJDORES EN iZQUIERDA UNIDA

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Basta de Hipocresia
Por Villur-kia - Thursday, Feb. 17, 2005 at 1:26 PM

A ver, MST y afines:
Quieren democracia, justicia, socialismo, veredicto popular?

Banquense el referendum!!!

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Ejemplo en vivo y en directo
Por Qtmeo - Thursday, Feb. 17, 2005 at 6:29 PM

Los foristas que ingresen a este sitio podran comprobar en vivo y en directo la inutilidad absoluta de las sectas trosquistas capitalinas.
Mientras que el hijo de mil putas de Ibarra se apura con su tramposo plesbicito, estos dos ciberpajeros que se hacen llamar "socialismo y barbarie" y " ^--^ " se masturban mutuamente discutiendo una "Asamblea Constituyente" que solo se discute en sus locales partidarios.
Cuando Ibarra termine de burlarse de las victimas y familiares, las sectas troscas seguiran discutiendo si los bolcheviques de 1917 estuvieron bien o no.
Gracias "socialismo y barbarie" y " ^--^ " por el involuntario ejemplo que han dado.

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Villur-kia agarrame un huevo
Por Juan - Friday, Feb. 18, 2005 at 12:58 AM

""A ver, MST y afines:
Quieren democracia, justicia, socialismo, veredicto popular?

Banquense el referendum!!! ""

¿Por qué no te vas un poco a cagar? Sabés muy bien que este plebiscito no tiene nada de justo y democrático. Mucho menos de veredicto popular.

Forro.

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Jajajaaa! Vuelven los hijos de Salvo!
Por Brutus - Friday, Feb. 18, 2005 at 1:29 AM

Entrò un nuevo prototipo fetal de "Juan Salvo" profiriendo sus tipicas obscenidades.
¿Como, juancito, vos no eras el que votò al revolucionario Ibarra para impedir que gane Macri?
Da pena verte abandonando el barco con las ratas.

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Ay Juancito!!!!
Por Ricardo - Friday, Feb. 18, 2005 at 8:45 AM

Si no confiás en que la gente vote por si Ibarra se quede o no, le tenés desconfianza a los jueces, y no creés en el juicio político que puedan motorizar los Macristas. Qué te queda?
Que K intervenga y llame a elecciones?
O en el juicio popular de 2 o 3 mil manifestantes, muchos de los cuales son de provincia.
O en el juicio popular de tu secta, iluminada por Dios para ese propósito?
O que seas solo vos, sin interferencias de los demas forros del pueblo de la Capital, el que decida la suerte de Ibarra?
Planteá tu solución y te vamos a seguir

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la solución...
Por ^--^ - Friday, Feb. 18, 2005 at 10:10 AM

...es desarrollar la movilización. Fuera de eso, todas las alternativas son perdedoras.

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A quién sirve la consigna A.C.
Por Leonardo Mir - Friday, Feb. 18, 2005 at 12:28 PM

La importancia de esta discusión está dada por cuanto es una consigna que va en contra de los objetivos socialistas y por que en la etapa actual, en la que la burguesía tiene claramente las riendas de la situación, la organización mayor entre las organizaciones pro-revolucionarias -el P.O.- levanta precisamente esta consigna equivocada.

Si la situación fuese otra -digamos, una situación de crisis en medio de una etapa de equilibrio entre las clases o directamente favorable a las masas- esta discución ya no sería importante, sino vital, en el caso de que la organización principal estuviese levantando una consigna contraria a los intereses de las masas.

En cualquier caso, siempre la cabeza debe decidir antes adonde poner los pies. Sin teoría revolucionaria no puede haber una práctica revolucionaria. Todo llamado a la acción, inclusive los llamados que intentan minimizar la importancia de la discusión o que directamente la desprecian, poseen -aunque lo ignoren- una orientación que las guía.

La pretensión de contraponer discusión y acción, o propaganda y actividad, o teoría y práctica está orientada por una visión determinada de la realidad que no aprecia en su justa medida las dificultades y por lo tanto lleva a una política inmediatista, agitativista, reivindicacionista, sindicalista, etc. Es decir, que se desprecian las dificultades y por lo tanto no se actúa consecuentemente en función de la existencia real de esas dificultades. En lenguaje corriente: se actúa como si hacer la revolución "fuera soplar y hacer botellas", se actúa ignorando las verdaderas dificultades que supone el control de la burguesía, que incluye por supuesto, el control de la burguesía de la cabeza de las masas.

El impacientismo nunca logró nada más que el fracaso. El objetivismo -creer que las condiciones objetivas están "tan" maduras que el factor subjetivo es irrelevante- ya nos hizo perder demasiado tiempo. Es hora de darse cuenta de que las experiencias fracasadas no deben repetirse. Muchos compañeros quizás no las conozcan y muchas otras personas pretenderán conducirnos por la senda del fracaso. La ignorancia de unos se confunde con la "mala leche" de los otros.

Lo que debe quedar claro, para empezar, es que, así como la cola de la serpiente siempre es precedida por la cabeza, el carácter de nuestras acciones siempre va a estar predeterminado y condicionado por nuestras ideas.

La consigna "Asamblea Constituyente" -que ese es el tema aquí- lleva implícita la idea de que "de ese modo se van a solucionar los problemas", tanto el problema puntual en la Ciudad de Buenos Aires, como los problemas en Santiago del Estero (dónde esa consigna también fue levantada por grupos trotskistas) como los problemas en cualquier lugar que fuere que dé origen a su planteamiento.

Ahora bien: ¿qué es una Asamblea Constituyente? Es una "asamblea", es decir, una reunión de personas para discutir y resolver acerca de determinadas cuestiones, y "constituyente", es decir, una asamblea fundacional, en la que se establecen las bases de algo.No se trata de una mera reunión sino de una reunión especial, digamos, en la que se han de establecer los pilares de algo. En el caso concreto del llamado a asamblea constituyente para la ciudad de Buenos Aires, entonces, si bien la motivación es un hecho puntual como la masacre del barrio de Once, se propugna como solución, un cambio mayúsculo, un cambio en el que se sienten las bases fundacionales del gobierno de la ciudad.

Esto nos lleva a considerar varias cuestiones. Lo primero y fundamental es quién y en qué condiciones va a llamar a dicha asamblea constituyente. Respuesta, lo va a a hacer el gobierno burgués de Ibarra que mantiene plenamente el control social político y económico sobre su territorio. Además, se trata de un pequeño territorio rodeado por una provincia controlada también por la burguesía en la plena facultad de su dominio, y más allá de las fronteras de esta provincia se hallan un país y un continente y un mundo en los cuales la burguesía no está siendo cuestionada en su dominación. Pero no hacía falta irnos tan lejos. Lo que quiero señalar es que no existe la más mínima esperanza de que la asamblea constituyente -en el caso de que sea convocada- pueda constituir u ofrecernos otra cosa medianamente distinta de lo ya conocido.

La esperanza de que esa asamblea constituyente pudiera acercarnos aunque más no sea unos centímetros a liberarnos de las riendas del imperialismo es también ilusoria. No estamos en un medio "colonial" en que una Asamblea Constituyente pudiera cumplir con tareas democráticas que -aunque aún tareas democráticas burguesas- sirvieran para colocar a las masas en una situación más favorable. La situación de una nación como Argentina -país independiente políticamente y subordinado económicamente- no requiere de etapas previas entre su presente y el socialismo.

Los que propugnan una asamblea constituyente se dividen entre los que piensan que no hay que cumplir etapas y los que sí lo creen. Pero la consigna es apropiada para los que sí lo creen. Obviamente que esa creencia es falsa, y que la consigna es agua para el molino de la burguesía. La consigna asamblea constituyente apunta a la cuestión del poder y resuelve esa cuestión entregándole el poder a la burguesía, ya que es ella la que convocará a la asamblea, serán sus políticos los que se reúnan a discutir y resolver, y serán tareas burguesas reaccionarias las que surjan de esa asamblea constituyente.

Y una vez que la burguesía llame a la asamblea constituyente y resuelva las cosas "a su modo" los propagandistas y agitadores de los grupos pro-revolucionarios quedarán no igual, sino peor que antes, intentando explicar lo inexplicable y guardando su consigna-solución-universal para la próxima coyuntura "apropiada".

Se ha dicho una y mil veces que los revolucionarios siempre deben ofrecer a las masas una consigna de poder. Eso es tan errado como suponer que una persona debe ingerir comida todo el tiempo. Hay momentos en que tal consigna no puede ser agitada por el simple hecho de que la relación entre las clases no lo permite. Pero además, no solo es malo ingerir alimentos todo el tiempo sino que es fatal ingerir alimentos en mal estado. La consigna de asamblea constituyente es una consigna-comodín que ya "atrasa" cien años, es una consigna prevista para otras condiciones que no son las presentes, es una consigna "indigesta" para las masas y perfectamente digerible para la burguesía.

Esta consigna debe ser rechazada y esta discusión debe seguir siendo desarrollada, distinguiendo entre la discusión argumental y las descalificaciones personales hacia el interlocutor. Se hace muy difícil seguir el hilo de los razonamientos si constantemente nos estamos refiriendo a "la falta de capacidad del interlocutor para entendernos" o a las "barrabasadas" que el otro plantea o si estamos constantemente recurriendo al método de la "chicana".

En la Argentina se ha abierto una coyuntura en la que algunos sectores de la clase trabajadora están haciendo una práctica de lucha y democracia obrera. Esto es muy saludable y es ahí en dónde debemos poner el acento. En desarrollar este proceso y en extenderlo y profundizarlo. Ese es el poder que hay que desarrollar, desarrollar y desarrollar, y es en ese sentido que deberíamos estar pensando consignas y prácticas que permitan que el proceso crezca y se fortalezca.

 

 

 

 

 

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La exigencia de teoría como expresión de impotencia
Por ^--^ - Friday, Feb. 18, 2005 at 1:50 PM

La demasiada verba de Mir me lleva, en principio,a señalar simplemente lo siguiente: no son las insistentes apelaciones retóricas a la teoría las que certifiquen el dominio de la misma.

Dejando eso, el verdader punto importante que Mir señala es (un lugar común en estos debates): quién convoca la constituyente y en qué condiciones.
La respuesta estaba dada de antemano: la debe convocar el pueblo en lucha y, naturalmente, sólo puede hacerlo en las condiciones generadas por esa lucha. Si la lucha no genera condiciones para la convocatoria de la asamblea popular constituyente, sencillamente ésta no puede tener lugar.

Distinto es decir, como sugiere Mir, que para lanzar consignas de poder (aunque no la AC, según él) habría que esperar una situación en que la burguesía haya perdido completamente la iniciativa.
No es así. Para que sean eficaces las consignas, y especialmente aquellas que trazan una alternativa de poder, deben ser levantadas con anticipación. Pero, naturalmente, anticipación no significa hacer planteos al margen de la realidad o las posibilidades. Todo depende del realismo de las expectativas que se tengan sobre el desenvolvimiento más o menos inmediato de la situación.
Mir habla de que no existe la más mínima esperanza de que una consigna como la de AC impulse cambios en la relación de fuerzas entre explotados y explotadores, etc. No sólo eso, en general para Mir no parace haber esperanzas de que la burguesía vaya a perder el control de la situación en un momento relativamente cercano.
Bueno, esta es una caracterización fundamental, que el propio Mir no se toma la menor molestia en apoyar con alguna clase de argumento o prueba. Simplemente nos notifica de que, como él no tiene ninguna esperanza, simplemente no la hay. En este sentido, como en varios otros más, su cuerda vibra en la misma tónica que la de Salvo, y yo ya había señalado con alguna dureza que así ¡ no se hace más que presentar como programa las propias limitaciones y la propia desmoralización. Este es un rasgo general que Mir viene manifestando ya desde que inció sus semi-críticas a la teoría marxista del derrumbe y al programa de transición, sin ser capaz, además, de substituirlo por nada mejor. No se me ocurre un ejemplo más palmario de lo que un comunista no debe ser ni hacer.
Como sea, la caracterización de la situación sí señala, al menos, una diferencia política relevante y que se puede encarar más concretamente que las peroratas insufribles. Desde mi punto de vista sí se está abriendo una crisis política y de lo que se trata, entonces, es de desenvolverla y no de dejarla pasar haciendo sólo propaganda doctrinaria sobre el programa socialista que se aplicará en algún momento de la historia que aún no se vislumbra. Esto es algo muy diferente del “impacientismo” del que habla Mir. Se trata de darse una táctica de intervención o de no dársela. Y se trata de si esa táctica involucra o no una perspectiva de poder para las masas.
Pero el fondo de la cuestión no es sólo que se abra una crisis política en la capital, o en tal o cual provincia, etc. (de hecho, las crisis políticas se suceden unas a otras y se van resolviendo precariamente a favor de la burguesía sólo porque aún no entran en fase entre sí), sino que interesa la base objetiva de las sucesivas crisis políticas. Yo me cuento entre quienes juzgamos que los acuerdos de Kirchner con los acredoores conducirán a nuevas convulsiones económicas, sociales y, consecuentemente, políticas. Y no entro de demasiado tiempo. ¿Cómo caracteriza Mir esta cuestión? Nadie lo sabe. Del mismo modo, Mir no hace ninguna consideración sobre la base internacional de la situación objetiva. ¿Será que juzga que también a nivel mundial el capitalismo mantiene el pleno control? Quizás nada le dice la tendencia al desplome del dólar o la brecha entre USA y Europa que empieza a abrirse a propósito de las pugnas en torno al petróleo y la intervención militar yankee. Para él toda consideración a estos respectos reproduce la, según él, errónea teoría deld errumbe, etc. En resumen: reina la calma chica, y seguirá reinando por un largo período cuyos límites Mir no se toma la molestia de precisar.
Desde luego, como Mir y Salvo piensan no sólo que la burguesía mantiene pleno control de la situación, sino que no hay ninguna esperanza de que esto cambie, sólo conciben una asamblea constituyente convocada por la propia burguesía.
Claro que quienes defendemos las consigan por una asamblea popular constituyente no descartamos que la burguesía pueda mantener la iniciativa (al revés que Mir, que sí da por descartado que la conservaría). Como ya señalé antes, la burguesía podría llegar a recuperar la iniciativa incluso en una situación abiertamente crítica en la que, incluso, existan soviets. No se trata, en definitiva, de asumir anticipadamente quién conservará o perderá la inciativa, sino de plantear un terreno propicio para desenvolver la lucha por dicha iniciativa.
Pero, en definitiva, todo depende de la lucha, del desarrollo que a la misma se pueda imprimir (siempre que se lo intente), etc., sin que esto sea una expresión de voluntarismo sino una estimación de qué consigna presenta mejores perspectivas para desarrollar una crisis política que apenas se está inciando pero que puede alcanzar un desarrollo explosivo en relativamente poco tiempo, si tomamos en cuenta las explosivas condiciones del endeudamiento nacional, el incremento brutal de la explotación post-devaluación (siendo que ya eran brutales previamente), y las tendencias críticas internacionales, además de la experiencia argentina y latinoamericana de los últimos años.
Por supuesto que esto no es seguro, nada lo es. Pero menos seguro será cuanto menos desarrollemos esa tendencia. Si no hacemos nada para desarrollarla, difícilmente se desarrolle. Así, Mir parece querer combatir un supuesto voluntarismo erigiendo como programa la falta de voluntad revolucionaria, ya que para él sería erróneo, en la situaciíbn actual, plantear consignas de poder, como si no debiera plantearse desde ahora una alternativa de poder a las masas en función de lo que debe suceder dentro de relativamente pocos años. Cierto es que Mir juzga no sólo que acá nada sucede, sino que nada sucederá. Bien, como ya dije antes, es él quien debe fundamentar esa posición, pero está a la vista que el suyo es, en principio, un planteo declaradamente quietista, que se escuda en un reclamo de más teoría sólo porque él mismo se siente teóricamente desarmado.
Mir insiste, al igual que Salvo, en oponer el desarrollo de consginas clasistas de poder al de consignas democrático-revolucionarias de poder, especialmente atribuyendo a las primeras un carácter programático o estratégico alejado de la situación en curso (ya que, para él, la situación no está en curso sino inmóvil, nada se mueve ni puede moverse). Finalmente, este engañosamente modesto individuo otorga preferencia al desarrollo de las cuestiones prácticas, reivindicativas, que, según él, representarían la opción más saludable (para la burguesía, supongo yo).
Lo cierto es que lo que él "recomienda", el desarrollo de las bases de un poder de los trabajadores, es lo que ya viene siendo impulsado y organizado por varias tendencias de la izquierda (y sin ayuda alguna de Mir ni de Salvo). Si las organizaciones que realmente están desarrollando las expresiones clasistas más representativas juzgan, sin embargo, que es necesaria una consigna transicional de poder, sería bueno que Mir indague un poco más por qué, en vez de ocupar un púlpito que nadie le ha ofrecido. Es esta una recomendación que hago al recomendador, y que probalmente le haría cualquier activista obrero.
Ni que decir tiene que, de modo un tanto autista, Mir confunde nuevamente la reivindicación de un etapismo "objetivo" (que nadie defendió aquí) con la imposibilidad, en el plano subjetivo, de que las masas se salteén etapas en la experiencia política que le permitirá forjar una conciencia revolucionaria. No es extraño, ya que ésto último (acercar progresivamente a las masas a una conciencia revolucionaria) no es la tarea que Mir se propone, sino una más modesta (y más egocéntrica): dedicarse al adoctrinamiento en el reducido ámbito de quienes puedan ver respetables maestros en inválidos intelectuales como él o como Salvo.

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dejen de disfrazarla
Por krecimiento con ekidad - Friday, Feb. 18, 2005 at 2:33 PM

por que razon el PO y todos los troscos en una constituyente sacaria mas del 0,2 % que viene sacando hace 30 años en todas las elecciones?

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Sordo y ciego, lástima que no mudo
Por ^--^ - Friday, Feb. 18, 2005 at 2:47 PM

¿No leíste la parte donde dice que no es un planteo electoral y que no da por supuestas las condiciones en las que -supongamos- el gobierno podría convocar hoy una constituyente (trucha, sin ningún poder de cambio real)?
Lo que sí me parece muy gracioso es lo de crecimiento con equidad, en un contexto en que los empresarios se niegan a devolver a los trabajadores el poder adquisitivo (de por sí magro) que tenían antes de la devaluación.
Anda a kagar kon ekidad, salame.

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Una consigna desviacionista
Por Leonardo Mir - Friday, Feb. 18, 2005 at 3:30 PM

La "demasiada verba" de Mir no se puede ni comparar con la sor prendente de mi interlocutor. Aclaro una cosa -por si hiciera falta-, en ningún momento alegué que mi "exigencia de teoría" fuera equivalente a un pretendido dominio sobre la misma. Otra cosa ya está clara desde el vamos en la respuesta de mi siniestro-interlocutor, al que por una cuestión práctica denominaré a partir de aquí, sintéticamente con sor; él no se atiene a ninguno de mis pedidos, y mucho menos a la de mantener un diálogo educado.

Sor afirma que la respuesta acerca de quién convoca la asamblea constituyente "estaba dada de antemano", es "el pueblo en lucha y, naturalmente, sólo puede hacerlo en las condiciones generadas por esa lucha. Si la lucha no genera condiciones para la convocatoria de la asamblea popular constituyente, sencillamente ésta no puede tener lugar."

1) La consigna asamblea constituyente no contiene la expresión "de antemano" acerca de quién la convoca. Ahora, si se reconoce que debe ser el "pueblo en lucha" quien la convoque tenemos que remitirnos en principio a la situación política para determinar la validez o no de dicha consigna. Y más allá de la apertura de una coyuntura "más favorable" para los trabajadores no veo por ningún lado la posibilidad de que sea "el pueblo en lucha" quien convoque a esta asamblea constituyente. Quizás Sor sí crea esto posible; da una idea de esto cuando crítica al camarada S.o.B. por un supuesto "pesimismo" contrario a la creencia de que la revolución se hallaría  a la vuelta de la esquina, creencia tan cara al morenismo que aún sigue vigente aunque ya no con tanto vigor como hace unos años atrás.

2) No entiendo de dónde saca Sor que si la asamblea constituyente no la llama "el pueblo en lucha" entonces "sencillamente ésta no puede tener lugar". Olvida que la burguesía argentina convocó hace pocos años a una A.C.


3) Tampoco he dicho yo que para lanzar consignas de poder habría que esperar ·una situación en que la burguesía haya perdido completamente la iniciativa". Ese recurso de tomar parte del discurso y cambiar una coma aquí y poner una palabra de más, por allá, también debería ser desterrado junto con las descalificaciones al interlocutor, las chicanas y la falta de educación. Lo que yo dije fue que no en todo tiempo y lugar hay que adelantar una consigna de poder. Cuando esto no es posible, y esto ocurre muy a menudo, la cuestión del poder es propagandística, es decir que no se plantea como una tarea a ser tomada de inmediato por las masas, sino como una necesidad histórica. Y cuando es así, hablamos concretamente de gobierno obrero, de socialismo, de dictadura del proletariado o cualquier otra fórmula parecida. No hablamos de que la salida de fondo que propugnamos los socialistas sea una asamblea constituyente, que es una expresión que -como vimos- se presta para distintas interpretaciones de acuerdo a la situación política, entre otras cosas.

4) Sor me acusa de no apoyarme en argumentos para sostener que "no existe la más mínima esperanza de que una consigna como la de AC impulse cambios en la relación de fuerzas entre explotados y explotadores". En parte tiene razón Sor. Pero es solo formalmente. Sor da por sentado que todo el mundo acuerda con los análisis exitistas en boga, y en gran parte es así. Por ello parece que somos nosotros los que debemos demostrar lo contrario. Pues bien, a fin de no hacer excesivamente larga esta respuesta remito a Sor y al lector a la página de la Liga Comunista (http://ligacomunista.tripod.com.ar/) a fin de dejar aclarada la cuestión del análisis de la etapa y la coyuntura política en la actualidad.

5) Que Sor y yo tengamos posiciones disímiles con referencia a la situación política y a diversas cuestiones teóricas y que las posiciones de él sean en apariencia más extremas que las mías no significa que el sea un revolucionario y yo un descreído en las posibilidades revolucionarias de la clase obrera. No, yo creo que las posibilidades revolucionarias de la clase obrera han sido desperdiciadas una y otra vez por dirigentes afines al pensamiento de Sor, pero que ese pensamiento ha sido embestido por la realidad duramente y se ha tambaleado, aunque como vemos, todavía resiste.


6) Sor me reprende por no exponer todo mi pensamiento a fin de fundamentar mi postura ante la consigna "asamblea constituyente" y me pide que me expida acerca del derrumbe del dólar, la brecha entre USA y Europa y toda una serie de cuestiones que no por estar más o menos alejadas de la cuestión que aquí se está discutiendo me harían cambiar de opinión. Sor menciona esas cuestiones como si la realidad social  política y económica hubiera sufrido algún cambio espectacular en los últimos tiempos que a mí se me hubiera pasado por alto.

7) En el fondo Sor se conduce con la creencia de que estamos ante "una crisis política que apenas se está iniciando pero que puede alcanzar un desarrollo explosivo en relativamente poco tiempo" Pero él agrega que, "por supuesto que esto no es seguro, nada lo es. Pero menos seguro será cuanto menos desarrollemos esa tendencia. Si no hacemos nada para desarrollarla, difícilmente se desarrolle. Así, Mir parece querer combatir un supuesto voluntarismo erigiendo como programa la falta de voluntad revolucionaria, ya que para él sería erróneo, en la situación actual, plantear consignas de poder, como si no debiera plantearse desde ahora una alternativa de poder a las masas en función de lo que debe suceder dentro de relativamente pocos años."

¿Qué tiene que ver lo que pueda suceder "dentro de relativamente pocos años" con la consigna que actualmente y recurrentemente levantan cual comodín los dogmáticos del trotskismo.

Sor hace una ensalada en la que él pretende ser el cocinero y los demás unos perejiles, pero no es así. Yo defiendo mi derecho a aportar al debate tanto como tiene derecho Salvo y como tiene derecho Xor. Lo que no admito es la descalificación permanente provenga de quien provenga, y menos aún de una persona consustanciada con una teoría y una práctica políticas que han sido nefastas para la clase trabajadora. La voluntad revolucionaria que promueve Sor no es más que voluntarismo. Y el voluntarismo es una de las formas a que conduce la verdadera falta de esperanza revolucionaria, que busca atajos como los de "asamblea constituyente" que en virtud de ser precisos no se trata de atajos sino de desvíos.

 

 

 

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muy largo lo tuyo , mir....
Por YOU COULD BE MINE - Friday, Feb. 18, 2005 at 3:36 PM

yo de este foro rescato la imagen de STALINEITOR, que por suerte , y por causualidad todavia no la censuraron....


yuuuuuuuu culd biii maaaaiiiiiiii

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You could, yo rescato la concha de tu gorra!
Por mar chiquita - Friday, Feb. 18, 2005 at 4:11 PM

y siga peleandola don Leonardo, a mi me interesa seguir sus intervenciones constructivas, aunque mas no sea silenciosamente.

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Impotencia a la enésima potencia
Por ^--^ - Friday, Feb. 18, 2005 at 7:10 PM

Yo tengo claro, y lo dije igual de claro, que vos “no ves por ningún lado la posibilidad de que sea "el pueblo en lucha" quien convoque a esta asamblea constituyente”.
El punto es que es así como estaba de antemano planteada, por mí mismo y aquí mismo, la consigna por una AC (independientemente de las tonterías que tengas para decir sobre la locución “de antemano”). Eso significa que no estabas discutiendo mi planteo de AC (que, además, en este thread fui yo el único que primero precisó y luego defendió), sino un planteo de constituyente que a lo sumo haría el MST si impulsara esa consigna, cosa que actualmente no hace. Así que mi crítica está en todo justificada.

De lo que dije se desprende no sólo que una constituyente no puede tener lugar si la convoca un sujeto que no sea el pueblo en lucha, más bien creo haber señalado claramente esa posibilidad. Lo que dije es, en resumen, que el planteo de la AC por izquierda no tendría lugar en caso de tratarse de una AC convocada desde arriba, esa no sería la AC que plantearon Lenin y Trotski, que plantean algunos partidos de izquierda, y que yo defiendo aquí. Yo no estoy discutiendo los miles de posibilidades abstractas que podrían suceder, sino defendiendo la consigna de AC en los términos en que la formula la izquierda, términos que no están destinados de antemano a cumplirse (si así fuera, toda lucha sería innecesaria, cosa que Mir se muestra incapaz de comprender). Nadie es dueño del futuro, por más que haga planteos programáticos. Se puede plantear todo el poder a los soviets y terminar resultando que la posición mayoritaria en los soviets sea contraria a la toma del poder. Eso no hace menos necesario plantear esa consigna (si es que existen soviets). Parece, y ello es un signo claro de su esterilidad no sólo política sino moral, que Mir sólo es capaz de considerar posibles los hechos consumados. Desde luego que lo real no puede ser sino posible, pero para quedarse en ese grado ínfimo de discriminación (y nula capaacidad de previsión e intervención) no hace falta dedicarse al debate político ni mucho menos pretender pasar por comunista.

Yo no creo haber puesto palabras de más ni de menos, simplemente mi método dediscusión no es la glosa. Me parece una chantada de tu parte querer negar que cuando decís algo tan abstracto, a la vez general y negativo, como “que no en todo tiempo y lugar hay que adelantar una consigna de poder” estás escamoteando que es en este momento y aquí que negás que haya que plantear consignas de poder, siquiera transicionales. Y lo hacés, precisamente, porque (vos mismo lo dijiste) no ves ninguna posibilidad de que, por caso, una AC pueda ser convocada por el pueblo en lucha. Si alguien pone en boca de los demás aquello que no dijeron, son ustedes cuando reducen a ver “la revolución a la vuelta de la esquina” cualquier planteo que vaya más allá de su desaliento o de la lucha reivindicativa (como si en una fase decadente del capitalismo la lucha reivindicativa pudiera tener futuro!) o que se niegue a reducir todo tratamiento de la cuestión del poder al ejercidio de una pedagogía para cuadros. En realidad, creo que en vez de hacer filología, glosas y fragmentra infinitamente las cuestiones hasta que no queda nada inteligible, deberías leer de nuevo mis intervenciones anteriores y registrar aquello que invariablemente falta en las tuyas: sentido de la perspectiva y del conjunto. Eso sería más justo que hacerme repetir tantas cosas que ya dije y que se te “pasaron por alto”.

No creo hacer análisis exitistas. Esto sería así si diera por descontado el éxito, o incluso, con más razón, si creyera innecesarias consignas de transición. Precisamente son necesarias mediaciones porque el éxito, aún posible y no seguro, se vé como mediato y no como inmediato. O sea vos te lo inventás y te lo contestás, pero tuviste que reconocer que no hiciste ningún análisis de las condiciones, ni existista ni pesimista. Lo que sí veo es que, como buen derrotista, considerás simplemente exitistas a quienes no dan por sentado (como sí hacés vos) la imposibilidad de un ascenso de masas o una rebelión como la que tuvo lugar a fines del 2000. Allá vos con tu insuperable egocentrismo.

Mir se pregunta, retóricamente, si la validez de lanzar consignas de poder dirigidas a las masas (con sus expectativas democráticas) se deberá a que “la realidad social política y económica hubiera sufrido algún cambio espectacular en los últimos tiempos” que a él se le hubiera “pasado por alto”. Bueno, sí, y de hecho yo mencioné explícitamente algunos cambios notorios en Latinoamérica. Evidentemente, para Mir el Argentinazo no existió, no se produjo un alzamiento en Bolivia ni hubo (y sigue habiendo) puebladas en Perú o en Paraguay en estos últimos tiempos. Su actitud parece mensurada desde el aquí y ahora de su ombligo que, Mir supondrá, es lo unico real y racional. Allá él con su ombligo. En mi opinión (y no sólo es mía, por lo que Mir está obligado a fundamentar la suya) el Argentinazo ha abierto un período de luchas y de auge de masas, y este período no se cerró y no se cerrará hasta que la burguesía, justamente, imponga una derrota que justifique, entonces sí, hablar -como hace Mir- de un control pleno de la situación por parte de la burguesía. Efectivamente, a Mir se le han “pasado por alto” varios años de cambios, y en varios países, probablemente por limitarse a atender exclusivamente su estado personal de desaliento.

No se te pide gratuitamente que plantées tu posición sobre todo, pero si sostenés que las condiciones objetivas son la base de tus estimaciones quedantistas, estás en la obligación de fundamentar mínimamente tu estimación de dichas condiciones objetivas. Si no te reducís a lo que yo digo que sos: un elemento desmoralizado y desmoralizante.
Mir pregunta “¿Qué tiene que ver lo que pueda suceder "dentro de relativamente pocos años" con la consigna que actualmente y recurrentemente levantan cual comodín los dogmáticos del trotskismo?”. Sencillamente tiene que ver con si los comunistas nos disponemos a preveer, orientar y preparar los acontecimientos políticos o iremos a la zaga de ellos (como en general es la actitud de Mir, para quién la categoría de “posibilidad” es desechada en nombre de la “seguridad”, como por otra parte dejó claro en su cavernícola crítica a la teoría del derrumbe, según la cual:, como el capitalismo volvió a erguirse, por lo tanto la teoría deld errumbe es falsa. Este es el modo (sumamente dialéctico) de razonar de Mir, el pedagogo que las masas necesitan.

Sobre tu acusación de “voluntarismo”, hasta había anticipado tu respuesta (mirá hasta qué punto te capto, y ni habías empleado el término). En fin, para este caso vale lo mismo que para el conjunto de mi crítica: Como ya había señalado, desde tu egocentrismo no podés ver en los demás otra cosa que puro voluntarismo, siendo que en realidad a vos te falta la mínima voluntad revolucionaria.

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Fe de erratas
Por ^--^ - Friday, Feb. 18, 2005 at 7:24 PM

Al principio del segundo párrafo, una modificación de la redacción dejó un "no" de más. Donde dice "De lo que dije se desprende no sólo que una constituyente NO PUEDE tener lugar si la convoca un sujeto que no sea el pueblo en lucha", debe decir "De lo que dije se desprende no sólo que una constituyente PUEDE tener lugar si la convoca un sujeto que no sea el pueblo en lucha".
Esto último es, por otra parte, coherente con las oraciones que siguen a la que aquí se corrige. Mis disculpas.

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recomendacion a leo mir
Por yo - Friday, Feb. 18, 2005 at 10:46 PM

"No entiendo de dónde saca Sor que si la asamblea constituyente no la llama "el pueblo en lucha" entonces "sencillamente ésta no puede tener lugar". Olvida que la burguesía argentina convocó hace pocos años a una A.C."
comprate el librito que en esos momentos editó el PO: "La AC, que debe hacer la izquierda" (donde el po decía no, no y no, mientras que otros decian es progresivo porque se), cuesta $2 en su local preferido...

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yo leí algunas partes de ese libro
Por socialismo o barbarie - Saturday, Feb. 19, 2005 at 12:08 PM

Tenía posiciones muy buenas, bastante diferentes a las de hoy.

En cuanto a xor, es una lástima que no pueda debatir sin descalificar. Eso sí es un síntoma de impotencia intelectual.

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Las condiciones objetivas
Por Leonardo Mir - Monday, Feb. 21, 2005 at 8:12 PM
leonardomir@msn.com

Para analizar la etapa en que nos hallamos debemos retroceder como mínimo al 2001/2002

19 y 20 DE DICIEMBRE
El LEVANTAMIENTO POPULAR CONTRA DE LA RUA - CAVALLO

Introducción

En la primera parte de este trabajo presentamos un análisis del levantamiento popular que derribó al gobierno de De la Rúa -el "Argentinazo", como lo han calificado medios de prensa, grupos de izquierda y el progresismo- y algunas cuestiones de táctica. En la segunda parte analizamos el programa del nuevo gobierno, con especial atención al debate acerca del "cambio del modelo", y la orientación política que se desprende para la militancia de izquierda.

El análisis que se desarrollará está sujeto a una tensión que es inherente al carácter polémico de nuestro enfoque en relación a los análisis de la izquierda. Es que prácticamente todas las corrientes de izquierda caracterizan que, por lo menos, en Argentina se ha iniciado un "proceso revolucionario"; la asimilan a la etapa abierta después del Cordobazo, de 1969, y algunos llegan a comparar el reciente "Argentinazo" con la Revolución rusa de febrero de 1917. Muchas corrientes caracterizan que las masas irrumpieron en la escena política con su "acción independiente" -como dice un grupo trotskista- para cambiar "en profundidad el curso de la historia". Basadas en este análisis proponen crear organismos de democracia directa -Asambleas Populares- con vistas a la toma del poder por los trabajadores y/o imponer un programa de transición al socialismo; o bien convocan a Asambleas Populares para un nuevo levantamiento que dé lugar a un "gobierno popular revolucionario".

Por motivos que explicaremos, nuestros análisis y política son muy distintos. Pensamos que hasta ahora no se abrió un proceso revolucionario, ni una etapa revolucionaria; que por lo tanto no está planteada la toma del poder por la clase obrera en un período más o menos inmediato (digamos, en los próximos meses); que la tarea de formar soviets no sólo es equivocada sino también perjudicial para la organización y el avance de la conciencia de la clase obrera y su vanguardia. Al afirmar esta tesis se impone una aclaración, ya que muchos tienden a atribuirnos la idea de que "aquí no ha pasado nada". Pareciera que nuestros interlocutores no pueden salir de una falsa dicotomía entre "situación revolucionaria" o "no pasa nada, todo sigue igual". El correlato en la táctica de esta antinomia es "o planteamos la formación de soviets y la toma del poder", o "no quieren hacer nada, no quieren militar".

Frente a esta rigidez, estamos convencidos de la necesidad de adoptar un enfoque dialéctico. Para decirlo de manera que no quede lugar a dudas: sostenemos que el levantamiento popular contra De la Rúa mejora las condiciones para la propaganda y agitación por las ideas socialistas, y abre posibilidades para la organización de los activistas y el reagrupamiento de las fuerzas obreras; que genera la posibilidad de avanzar en la conciencia de las masas de su propia fuerza, del poder de su movilización. Pero decimos que éstas son posibilidades. O sea, estos avances serán una realidad si se cumplen determinadas condiciones. Entre ellas, la que corresponde a la vanguardia revolucionaria es intervenir con un análisis claro, no marearse con fraseología vacía, tener presente cómo las tendencias profundas de la lucha de clases se refractan en el acontecer diario y realizar una crítica de raíz a las políticas e ideologías burguesas imperantes -entre ellas a la ideología del "frente de la producción" con que se quiere arropar el nuevo gobierno- y una agitación y propaganda a la mayor escala posible de la alternativa socialista. Pero si esta crítica no penetra en el movimiento de masas, si éste no supera la ideología reformista burguesa, la burguesía logrará salir del actual marasmo, descargando la mayor parte del peso de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. Dicho de otro modo, nada indica que el movimiento de masas, desarrollándose sobre la base de la ideología burguesa o pequeño burguesa hoy predominante, pueda generar levantamientos que lo acerquen "asintóticamente" a la toma del poder, como plantean muchos compañeros de la izquierda (la experiencia histórica enseña, y mucho, al respecto).

Por lo anterior, y en cuanto a la orientación práctica, nuestra táctica se asienta en la posibilidad real de avanzar en la conciencia y organización de la vanguardia en la lucha contra la ofensiva del capital. Decimos que es una posibilidad "real" porque parte de la situación objetiva que se vive en los lugares de trabajo, en los barrios, en los sindicatos. Nuestro análisis tiene en cuenta el bajo grado de movilización y participación de la clase obrera en los procesos recientes, así como la desorientación ideológica y política del movimiento obrero. Por eso también decimos que la tarea de formar soviets en esta coyuntura es equivocada; no existe indicio alguno de que pueda efectivizarse. El saber manejarse en la dialéctica que plantean los condicionamientos de la situación -el estado de conciencia y organización de las masas es un dato objetivo para los pequeños grupos de militancia socialista- y las posibilidades reales permitirá superar tanto la pasividad liquidacionista, como el voluntarismo y el agitativismo vacíos.

Nuestro trabajo se distancia entonces de los dos polos: del mayoritario en la izquierda; y de la postura que dice "no pasa nada, no se puede hacer nada", que podrían inferir algunos de nuestra crítica al impresionismo exitista. Hay que rescatar la importancia de lo que han producido las masas, pero al mismo tiempo señalar sus carencias, sus límites. No para pregonar la inacción, sino para encarar las tareas necesarias.



El levantamiento contra De la Rúa - Cavallo



Como acabamos de señalar, la idea predominante en la izquierda -y parte del progresismo- es que en la última quincena de diciembre de 2001 se ha producido un cambio radical en la relación de fuerzas entre las clases sociales en Argentina. Es común escuchar o leer afirmaciones como que "el pueblo ha recuperado su poder", que "ahora es capaz de imponer su voluntad a los gobernantes", que "ha reconquistado la democracia" y que "ha construido un poder paralelo autónomo"; se dice que el "pueblo", como único protagonista, ha derribado a De la Rúa; que se ha abierto una situación pre-revolucionaria, cuando no directamente revolucionaria, o que se ha iniciado la revolución argentina. El PTS, por ejemplo, en un volante (del 22/12/01) sostiene que "la irrupción popular ... ha provocado un giro en el país", que el gobierno fue derribado "por la acción directa de las masas"; que los días 19 y 20 de diciembre fueron "verdaderas jornadas revolucionarias, una acción histórica independiente de las masas argentinas que signará la próxima etapa" y que se inició un "proceso revolucionario"; llama, en consecuencia, a impulsar organismos de tipo soviético y a imponer un programa de transición al socialismo. El PO, que también considera que se inició la revolución argentina, convoca a "impulsar Asambleas Populares, es decir, la organización del pueblo trabajador mediante representantes electos" (en la tradición socialista estos son soviets, o consejos obreros), que incluso podrían "asegurar la supervivencia, la vida cotidiana y la estructuración social que acabe la situación presente" (volante del 19/12/01). El MST llamó a la constitución inmediata de un gobierno de izquierda -elegido por la Asamblea Legislativa (volante del MST, 21/12/01). En Pagina 12 del 24 de diciembre Luis Zamora declaró que había llegado la hora "del poder popular". El PCR, si bien reconoce que la clase obrera no estuvo presente en el grado que hubiera sido necesario para dar lugar a un gobierno popular (junto con la no salida a la calle del sector nacionalista del Ejército, al que apuesta esta corriente), considera que la situación es propicia para convocar a "Asambleas populares, cabildos abiertos y multisectoriales en todo el país para imponer un gobierno de unidad popular" que garantice la aplicación de un programa de salida a la crisis. Incluso corrientes de izquierda del exterior comparten estas caracterizaciones; por ejemplo, la revista marxista Carré Rouge, de Francia, sostiene en un dossier especial que "comenzó la revolución en Argentina".

Veamos los problemas que encierran estas caracterizaciones



En primer lugar, hay que decir que la clase obrera, como clase, estuvo ausente del proceso que llevó a la caída de De la Rúa - Cavallo.

Efectivamente, las caracterizaciones a las que hicimos referencia reflejan algo cierto y muy importante, que la movilización de masas demostró su fuerza, su potencialidad, pero pasan por alto un hecho igualmente clave: que la clase obrera, como clase, no estuvo presente en la movilización. Decimos esto porque fundamentalmente no tuvo presencia con un programa o alternativa propia. Y, en segundo lugar, porque ni siquiera intervino como grupo social diferenciado, con sus organizaciones. Es verdad que en los cacerolazos participaron trabajadores explotados por el capitalismo y su Estado (bancarios, estatales, asalariados de todo tipo), pero lo hicieron en cuanto individuos, no como clase; lo hicieron indiferenciados en la masa, que pedía por la renuncia de De la Rúa y Cavallo, que rechazaba a todos los políticos por corruptos y clamaba por el pago de los salarios y la devolución de los depósitos bancarios.

En el enfrentamiento de la Plaza de Mayo del 20 de diciembre también participaron activistas y luchadores sindicales, junto a trabajadores de base de la zona centro, y desocupados, pero tampoco hubo una presencia como clase, con su propia organización, de los asalariados (salvo un sindicato pequeño, AGD de docentes universitarios, y Suteba, seccional Matanza). Además, sólo en algunas empresas grandes los trabajadores pararon las actividades esa tarde; a medida que se debilitaba el gobierno las dos CGT redoblaron sus apuestas por el recambio peronista sin que la clase obrera asumiera ningún rol, y sin que desde las bases surgiera algún cuestionamiento más o menos consistente a los dirigentes sindicales que hablaban "en nombre de los trabajadores". En cuanto a la CTA, su rol fue nulo; esta central, que venía de emplear todas sus fuerzas en la votación por el seguro de empleo, no tuvo la más mínima orientación para intervenir con un programa y una alternativa de clase, ni durante los enfrentamientos, ni frente al recambio que se preparaba.

A la vista de estos elementos, hay que concluir que el llamado del MST durante esas jornadas a tomar las fábricas, realizar asambleas, huelgas, preparar el paro activo nacional, "exigiéndoles a las CGT y CTA que rompan la tregua", y ganen la calle, estaba alejado de las posibilidades concretas que se desprendían de la situación en las bases. Es un hecho que cuando se luchaba el jueves en plaza de Mayo, la inmensa mayoría de los obreros ocupados seguían desarrollando sus tareas.

En cuanto a los saqueos, en ellos intervino un elemento muy heterogéneo: por un lado, gente hambrienta y desesperada (la bancarizacion afectaba a toda la economía en negro, con la cual sobreviven millones de personas [1]); por otra parte, un buen componente lumpen, y entre estos dos extremos, un largo continuum social, del más diverso tipo. Pero la clase obrera tampoco intervino como clase, a pesar de que en algunos lugares (caso zona sur de Gran Buenos Aires) organizaciones de desocupados superaron el accionar del mero saqueo, logrando parcialmente algunas reivindicaciones como la promesa de entrega de planes Trabajar. Hay que señalar, además, que desde el punto de vista político y programático el saqueo en sí mismo no genera algo superador. En cierto sentido constituye una salida individual (cada cual se lleva lo que puede, prevaleciendo muchas veces el más fuerte, el más "vivo"); no tiene futuro (se da ocasionalmente) y su efecto es llamar la atención, sin abrir una perspectiva política. Para colmo, en muchos lugares del Gran Buenos Aires los propios servicios de seguridad difundieron rumores de todo tipo, atizando miedos y rivalidades entre barrios pobres, enfrentando a los vecinos entre sí, y alentando una psicosis de miedo que era funcional a la instalación de medidas represivas generalizadas.



En segundo lugar, y ligado a lo anterior, hay que cuestionar la tesis (tan cara a la izquierda y el progresismo) que dice que "las masas" fueron las únicas protagonistas de la caída del gobierno de De la Rúa - Cavallo. Según este enfoque, pareciera que las "masas" -entendiendo por éstas al amplio abanico que va desde los desocupados y marginados a la pequeña burguesía empobrecida, pasando por la clase obrera- habrían irrumpido de manera completamente "espontánea", echando con su movilización a la Alianza del gobierno.

Pero esto no es cierto. El gobierno de De la Rúa cayó por una conjunción de fuerzas, muy dispares, varias de las cuales dieron curso e incluso alentaron algunas protestas. La misma burguesía terminó "bajándole el pulgar" al gobierno de De la Rúa, por considerar que ya no era capaz de defender con un mínimo de coherencia sus intereses; amplias franjas de la burguesía y de las clases medias más acomodadas se rebelaron contra el "corralito" sobre sus depósitos -medida que consideraron propia de un "dirigismo soviético" intolerable; y los comerciantes y medianos y pequeños empresarios también confluyeron en la protesta porque se vieron muy afectados por la caída en picada de las ventas, producto de la iliquidez a partir del "corralito". Tampoco se puede desconocer el rol que jugó el aparato del partido Justicialista. Incluso hay que tomar en consideración el retiro del apoyo por parte del imperialismo; Washington ayudó a que colapsara el gobierno porque se orientaba hacia otra resolución del problema de la deuda externa; y es muy relevante que el 18 de diciembre el FMI sacara una declaración que hablaba de la falta de confianza en el programa económico de Cavallo.

Estos factores se hicieron sentir en las movilizaciones: por ejemplo, es un hecho probado -y denunciado por los dirigentes piqueteros- la participación del aparato del Partido Justicialista (utilizando elementos lúmpenes y punteros de barrio) en los saqueos que se suceden desde los primeros días de diciembre. También es un dato que los primeros "cacerolazos" fueron promovidos por asociaciones de comerciantes y cámaras empresarias, como la Cámara Actividades Mercantiles Empresariales. Incluso funcionarios del justicialismo se pusieron al frente de algunos cacerolazos, como hizo Quindimil en Lanús. Por todo esto decir que a De la Rúa lo derribaron las masas es una verdad a medias que oculta la participación burguesa, hasta cierto punto calculada, en la caída [2]. Esto es importante para ubicar en su justa dimensión la relación de fuerzas entre las clases sociales.



En tercer lugar, hay que matizar la cuestión de la "espontaneidad" (en cuanto alude a luchas que son realizadas al margen de la convocatoria de las organizaciones establecidas, dejándose llevar por impulsos propios, no formulados en programas y objetivos claramente delineados). Deslumbrados porque las masas se movilizaron al margen de las estructuras partidarias, muchos sostienen que éstas están comenzando a superar las "viejas estructuras de la representación indirecta" y que está a la vuelta de la esquina la formación de organismos de "democracia directa", para llegar al "poder directo de las bases". O que, por lo menos, a partir de ahora la población estaría en condiciones de ejercer una vigilancia activa sobre los políticos, y de defender sus intereses de manera consecuente.

Sin embargo, según lo que ya hemos señalado, existió una intervención de organizaciones políticas y hasta estatales en muchas de las acciones que fueron preparando las condiciones para el estallido del "cacerolazo" de la noche del 19 de diciembre -que fue la acción más espontánea en el pleno sentido de la palabra- y de la lucha por la Plaza del día siguiente.

Pero además también hay que relativizar el grado de "espontaneidad" en lo que se refiere al plano ideológico de la movilización del "cacerolazo", que sentenció al gobierno de De la Rúa -al demostrar que "su" base social también le daba la espalda, y activamente- y ayudó decididamente a la caída de Rodríguez Saa.

Como es sabido, junto a la demanda de la renuncia de De la Rúa y Cavallo, se exigió que se vayan "todos los políticos", identificados como los principales "ladrones" y "causantes de la crisis". Muchos compañeros de izquierda interpretan esta demanda como un rechazo "al sistema", y de ahí ven un paso a la creación de organismos "anti-sistema" (independientes del Estado y del capital). La propuesta de construir organismos de democracia directa se asienta en esta interpretación, que apunta a decir que las masas "recuperaron el poder" durante las jornadas de diciembre. Esto es, espontáneamente la población habría expresado de manera casi instintiva su odio a las instituciones, y por lo tanto sólo habría que canalizar esta espontaneidad, dando forma a una organizativa autónoma del Estado, para que estemos en condiciones de transformar el movimiento en insurrección.

Este razonamiento olvida, sin embargo, que el cacerolazo no fue un producto caído del cielo en el terreno ideológico y político; por el contrario, reflejó a su manera una larga preparación ideológica de los medios de comunicación. Es que desde hace mucho tiempo los voceros del gran capital están embarcados en una campaña que presenta a la corrupción como la responsable principal de la crisis y a los "políticos" como corruptos y alejados de las necesidades del pueblo; el objetivo de esta campaña es reducir los gastos (o sea, de plusvalor) "de la política". Desde sectores del progresismo y la izquierda también se dio aire a esta propaganda, que fue penetrando en la conciencia de las masas. De manera que la lucha contra los políticos corruptos fue un aglutinante de los que participaron en los cacerolazos, desde los barrios ricos de la Capital hasta los trabajadores más humildes.

¿Es en sí misma revolucionaria la consigna de "no a la corrupción"? No, no lo es. Esta demanda podría tener potencialidades revolucionarias sólo a condición de que: a) se enmarcara en un programa de la clase obrera y b) fuera levantada por una movilización con hegemonía proletaria. En ausencia de hegemonía de la clase obrera la exigencia de acabar con la corrupción puede ser canalizada dentro de la estrategia más general de achicar los gastos de la plusvalía para el capital, y hasta ser instrumentada contra los trabajadores estatales; al respecto, hay que reconocer que muchos de los que participaron en el "cacerolazo" apoyarían el día de mañana una "racionalización profunda" del Estado, que podría dejar en la calle a miles de estatales e introducir los criterios de racionalidad y eficiencia capitalista para el resto. Obsérvese que el segundo gran cacerolazo, por la renuncia de Grosso y otros renombrados corruptos, replanteó con urgencia la cuestión de la reforma del Estado, y ahora la demanda es tomada por el gobierno de Duhalde.

Por estas razones es equivocado creer que la consigna de "fuera todos los políticos corruptos" nos lleva a los soviets y el poder de los trabajadores. Sí es correcto decir que esta exigencia -insistimos, que comparte el capital- genera agudas contradicciones, ya que está dirigida a estructuras políticas que lucran de la plusvalía. Pero no es una demanda inmanejable para el capital y su Estado.

Esto explica la dualidad con que el cacerolazo fue recibido por la alta burguesía y sus medios de comunicación. Por un lado, se habló con preocupación del fenómeno porque "el pueblo no gobierna ni delibera si no es por medio de sus representantes", y porque "no se puede gobernar con esta presión constante". Pero por otra parte los Grondona, los Morales Solá, los comentaristas de los medios televisivos, tuvieron palabras de alabanza para la manifestación. La Nacion, por ejemplo, exaltó al "sector de la ciudadanía que no necesitó lideres ni conductores, pues se autoconvocó y se automovilizó para expresar su rechazo a la política instrumentada por el gobierno del presidente De la Rúa, y tambien su repudio hacia los vicios y abusos de la dirigencia política en general" (Editorial 26/12/01).

Más importante aún es que el mero rechazo "a los políticos". al no ofrecer alternativas superadoras, permite la renovación -y hasta la oxigenación- de los mandos de conducción del Estado. Es que en última instancia "alguien" tiene que gobernar (salvo grupos minúsculos, nadie en Argentina quiere una sociedad conformada según las ideas de Bakunin), y esto lo sabe todo pequeño burgués que grita con indignación "que se vayan todos -por lo menos, hasta que me devuelvan los depósitos". De ahí que finalmente los "cacerolazos" tenían que aceptar a alguien como presidente. No fue Rodríguez Saa, y entonces vino Duhalde con su Vanossi para los barrios más paquetes y su Juampi Cafiero para los progres emocionados con la "recuperación de la democracia". Y en el futuro puede no ser Duhalde -figura de todas maneras intragable para el antiguo electorado del Frepaso- y podrá venir una Carrió, o algo similar. Uno de los últimos cacerolazos realizados a la hora de escribir este texto, ya con el gobierno de Duhalde, ayudó a echar del Banco Central a Maccarone; pero lo sustituyó Blejer, un hombre del FMI y del neoliberalismo.

Todos estos cambios generan, por supuesto, graves conflictos y crisis; pero de aquí a pensar que el pueblo ahora "controla efectivamente al poder y al Estado", hay un abismo. Tenemos que decirlo con todas las letras: hoy las masas no pueden "controlar" porque no existe una alternativa superadora a lo existente, porque no tienen ni programa, ni organización, ni poder efectivo para controlar e imponer medidas. No hay que ilusionarse, protestar y rechazar no es decidir el curso de los acontecimientos; a lo sumo es presionarlos, y esta presión se puede ejercer hasta un punto muy limitado, por lo menos en la medida en que la clase obrera no intervenga y en que no se supere la ideología existente.

Un párrafo aparte exige la demanda de "que devuelvan los depósitos". ¿Cómo puede ser instrumentada de manera "revolucionaria"? De existir una fuerza obrera revolucionaria, ésta jamás podría prometer que en caso de acceder al poder devolvería esos depósitos (una revolución proletaria no podría dar un paso con semejante pasivo sobre sus espaldas). Tampoco existe "consigna" que traiga de vuelta ese dinero y sea exigible al Estado capitalista, sin que al mismo tiempo importe, por lo menos, enormes costos para la clase trabajadora. Toda crisis capitalista implica el derrumbe de los valores, y esto afecta muy especialmente a los pequeños y medianos ahorristas que quedan atrapados en las quiebras financieras. Es este "impasse" el que empujó muchas veces a lo largo de la historia a estas capas desesperadas y empobrecidas a apoyar salidas de derecha. Sólo desde una hegemonía obrera podría establecerse una alianza con los sectores medios amenazados con el derrumbe y la proletarización, para ofrecerles una salida progresiva a su situación. De nuevo, pensar que sobre la base de la ideología de "fuera la corrupción y los políticos" será posible organizar en soviets a estas capas medias, y para colmo, sin que la clase obrera sea la columna vertebral del movimiento, es una peligrosa ilusión pequeño burguesa.

Alguien puede argumentar que el poder efectivo no se dio tanto a través de los "cacerolazos", sino de los enfrentamientos del jueves 20 de diciembre en la Plaza de Mayo, que congregaron a una masa heterogénea compuesta por activistas sindicales, políticos y sociales, por "motoqueros" y desocupados, por empleados de la zona céntrica y por gente que había ido a curiosear y terminó uniéndose a la lucha. Enfrentando las balas con el cuerpo, resistiendo durante horas, volviendo una y otra vez al ataque a pesar de los muertos y de la salvaje represión, las masas en la calle demostraron un heroísmo extraordinario. Allí se derrotó al miedo, se superó de hecho al estado de sitio y se hizo sentir el poder de la lucha por todos los rincones. Incluso es muy importante destacar que esto sucede en una sociedad que viene de años de miedo, inculcado por el terrorismo de Estado en los setenta; haber derrotado al estado de sitio, con este marco histórico de referencia, es de singular relevancia en cuanto revela las potencialidades de la movilización. Pero también hay que insistir en que la heroicidad y la lucha no generan, por sí mismas, una alternativa política superadora.



En cuarto lugar, hay que establecer los criterios para el análisis de las relaciones entre las clases. Es cierto que las movilizaciones son importantísimas en cuanto abrieron espacios para la discusión, para avanzar en la politización, y posibilitan superar el escepticismo y el desánimo. Muchos de los que participaron en estas jornadas adquieren conciencia de su fuerza y se preguntan cómo, a pesar del "poder" demostrado, "la alta política" continuó decidiendo por encima de sus acciones y de sus deseos. Muchos se cuestionan cómo Argentina ha llegado a una crisis tan profunda y qué salida hay. Miles de jóvenes y luchadores siguen con atención los discursos de los diputados de la izquierda, buscando respuestas. Entre activistas sindicales se debate el rol que les cupo a los sindicatos, a la clase obrera, y la manera de avanzar. Todo esto constituye un campo fértil para la politización, para la toma de conciencia socialista. Pero no hay que ilusionarse que en sí mismo dé lugar a la salida socialista, o que la formación de soviets sea posible en tanto no se modifiquen radicalmente las relaciones de fuerzas entre las clases.

En este respecto no hay que perder de vista las condiciones del movimiento obrero, de lo que podríamos llamar la base profunda de los asalariados, de los subsumidos al capital; no sólo de los amplios estratos de obreros de la industria, sino también de la construcción, del comercio, del transporte, del agro, del Estado, de la salud. No hay que olvidar que desde hace mucho tiempo todos ellos vienen sufriendo una brutal ofensiva del capital, que por estos días alcanzó niveles pocas veces vistos en este país. No sólo se extendieron las bajas salariales y los despidos -incluidos miles de estatales a los que no se les están renovando contratos- sino también se están suprimiendo aguinaldos y hasta se están postergando pagos en muchos lugares. Existen focos de resistencia, lugares en donde los trabajadores salen a la lucha. Pero la correlación de fuerzas general entre el capital y el trabajo aún no se ha modificado; incluso en estatales, la lucha contra el recorte del 13% había entrado en un callejón sin salida y la huelga docente había retrocedido.

La clase obrera tampoco ha logrado desplazar a sus conducciones burocráticas, o generar organismos alternativos frente a los sindicatos actuales. Esto también desmiente la caracterización de "situación revolucionaria"; si aquí estuviera en curso un proceso revolucionario los Daer, los Cavallieri y los Moyano que salen a apoyar porquerías reaccionarias como la de Rodríguez Saa o Duhalde no durarían dos minutos en sus puestos como "líderes de la clase obrera". Toda entrada en un proceso revolucionario está marcado -como alguna vez lo señaló Trotski- por la proliferación de las asambleas de empresa, por el surgimiento de cuerpos de delegados y organismos de las masas, y por el crecimiento de la actividad reivindicativa general. Nada de esto está sucediendo en Argentina. Insistimos, existen mejores condiciones para la discusión, para avanzar en la conciencia y organización de las masas. Hay que trabajar muy fuerte para que estas oportunidades no se pierdan; pero no hay que plantear tareas que están por fuera de las tendencias y del nivel de conciencia real.

En lo que respecta a la burguesía, si bien es cierto que en estos momentos se agudizan las fricciones y luchas por la futura política económica, las disensiones no llegan al grado de enfrentamientos entre las fracciones que puedan ser aprovechados por la clase obrera, máxime ante la carencia de programa y dirección revolucionaria de esta última. Incluso se ha manifestado una unidad burguesa importante en torno al régimen político vigente y también, como veremos luego, en torno aspectos fundamentales de la política económica que se traía. Por último, y según lo que explicamos antes, nada garantiza que la pequeña burguesía vaya a girar hacia la izquierda masivamente. Algunos sectores tal vez lo hagan, lo que favorecería una recomposición de las fuerzas obreras y de la militancia socialista; pero habrá fracciones que pueden terminar apoyando alternativas reaccionarias, y otras darán sustento a nuevos agrupamientos frente populistas o reformistas burgueses (ARI, convergencia con "socialistas", etc.).



En quinto término, hay que precisar también el carácter de la consigna "Fuera De la Rúa - Cavallo" (y en general la demanda de "fuera" cualquier gobierno). Como ya hemos explicado extensamente en otros trabajos [3], la exigencia de "fuera el gobierno de turno", a pesar de la popularidad que pueda alcanzar, no es por sí progresiva cuando no hay una alternativa superior -sea de régimen político o social. Por eso los marxistas no la levantaron en otras ocasiones históricas (la experiencia bolchevique al respecto es ilustrativa). Se puede argumentar que es necesario impulsarla porque da lugar a movilizaciones, y éstas encierran siempre posibilidades de movimientos futuros. Sin embargo, este razonamiento pierde de vista que agitar este tipo de demanda también lleva agua al molino ideológico que dice que los males de las masas se deben a los personajes que dirigen los gobiernos, y no a los sistemas; se olvida que la consigna se agota en el recambio burgués del gobierno (insistimos, en ausencia de un poder revolucionario alternativo); y que además le es inherente un sesgo frentepopulista (la colaboración de todas las clases descontentas con el gobierno de turno, el "mal principal"), lo que da espacio para que los gobernantes del recambio entren "oxigenados" con sus nuevos programas económicos o sociales.

De las objeciones señaladas a la consigna de "fuera el gobierno" se deriva que la política del marxismo revolucionario no puede consistir en apoyarla alegremente, como ha hecho la mayoría de la izquierda argentina. El peso de la propaganda y de la agitación debe estar en llamar la atención en la alternativa al gobierno existente y en señalar que, en la medida en que la clase obrera no intervenga con su programa independiente, se terminarán imponiendo recambios en las alturas. Esto no niega la participación en las movilizaciones una vez que están en curso; pero lo central sigue siendo el impulso a la intervención independiente de la clase obrera, y en la denuncia al recambio burgués, en caso en que esa intervención esté ausente. Cuando explicamos esta táctica hay que recordar que no siempre los revolucionarios socialistas apoyaron toda lucha o manifestación contra los gobiernos o poderes instituidos. Citemos dos ejemplos al respecto, ambos tomados de la experiencia de los bolcheviques. El primero es cuando en enero de 1905 un cura, llamado Gapón, convocó a una manifestación de masas para peticionar al Zar de Rusia; la fracción bolchevique del partido Socialdemócrata, bajo dirección de Lenin, se negó a apoyar la convocatoria de Gapón -tanto por razones de oportunidad como por el carácter de las peticiones-, a pesar de que marcó luego el inicio de la primera revolución que sacudiría al régimen. El segundo ejemplo histórico se refiere a cuando en abril de 1917 los obreros en Petrogrado organizaron una manifestación pidiendo la renuncia del ministro Miliukov, de Relaciones Exteriores. Tampoco en este caso Lenin apoyó políticamente a la manifestación -considerando que inducía a error y confusión pedir el cambio de hombres en las alturas del Estado- a pesar de que fue una acción de masas que generó una crisis política; la crítica al carácter y a la consigna que presidía la manifestación de abril no impidió, sin embargo, que los militantes bolcheviques participaran y acompañaran la experiencia.

Concretamente, desde la Liga Comunista jamás hemos levantado la consigna de Fuera De la Rúa (como tampoco lo hicimos con Menem) dada la ausencia de alternativa obrera y socialista que pudiera reemplazar a estos gobernantes. Esto no niega que los militantes tomaran parte en las movilizaciones con sus vecinos o sus compañeros de trabajo; explicando y poniendo siempre el acento en la cuestión de la salida, y sin abrigar la menor ilusión en que el cambio de gobierno burgués pudiera significar un cambio positivo para la clase trabajadora y los oprimidos.



En síntesis, el levantamiento contra De la Rúa - Cavallo evidencia el poder de la movilización. Contra los que decían que los pueblos nunca pueden rebelarse, que no pueden intervenir, el levantamiento es apenas un botón de muestra de lo que puede lograrse. Pero al mismo tiempo, demuestra que si la clase obrera no interviene con un programa, con una alternativa revolucionaria, que sea capaz de arrastrar con una política de alianzas a las amplias capas empobrecidas de la pequeña burguesía, el capital encontrará la manera de recomponer su dominio. Esto hay que decirlo. Hay que explicar crudamente que mientras el pueblo puso los muertos en la calle, la burguesía puso la política en las alturas. Es una "amarga verdad", que debe servir como acicate para reaccionar, para organizarse, para no permitir que un Daer o un Barrionuevo sigan hablando "en nombre de los trabajadores".

En este respecto nos oponemos a todos los que adulan al movimiento, sin poner el dedo en la llaga de las limitaciones, de las carencias. Nos oponemos a la idea, tan cara al populismo burgués, y tan repetida por el progresismo bienpensante y la mayoría de la izquierda, que dice que el pueblo "nunca se equivoca", y que "cuando gana la calle, es siempre imparable" (Guillerno Sacomanno, en Pagina 12, 23 de diciembre de 2001). Además de cuestionar la generalidad de "pueblo", afirmamos que las masas trabajadoras sí cometen errores, y que cuando ganan la calle no siempre son imparables. Porque pueden no pararlas las balas, pero sí las políticas equivocadas del movimiento y las políticas oportunas de la clase dominante. Tenemos que enfrentar los acontecimientos con un análisis de clase, objetivo, sin dejarnos llevar por la verborragia vacía. Esta es la única forma en que la sangre derramada no seguirá siendo negociada en los discretos pasillos de los contubernios burgueses ni en las componendas utópicas de la pequeña burguesía intelectual, siempre ilusionada, y siempre frustrada.



Orientación de la izquierda en el levantamiento y el interregno de Rodríguez Saa



Es claro que durante las movilizaciones se demostró la imposibilidad para la izquierda de "torcer" el curso de los acontecimientos hacia alguna forma de intervención política independiente de la clase obrera. Los llamados a la huelga general a la clase obrera cayeron en el vacío; lo mismo sucedió con las convocatorias a elegir delegados de base con mandato en las empresas. La consigna de "Fuera de la Rúa - Cavallo" se había agitado durante mucho tiempo como consigna "solución" a buena parte de los males del país -como antes se ha hecho con Alfonsín, o con Menem, o con sus ministros de Economía más notorios- de manera que también era muy difícil poner el acento en la cuestión de la alternativa; para la inmensa masa de la población, cualquiera era mejor que De la Rúa y Cavallo.

La ausencia de condiciones reales sobre las que asentar una política revolucionaria explica que las consignas sovietistas y de preparación para la toma del poder hayan girado en el vacío; sencillamente no conectaban con lo que estaba sucediendo en las bases. Carentes de efectividad, las consignas "ultra revolucionarias" se combinaron entonces con políticas reformistas legalistas. En particular, se generalizó desde la izquierda y parte del progresismo el pedido de elecciones a una Asamblea Constituyente. Demanda que es incluso contradictoria con la caracterización de situación revolucionaria; es que si la situación es revolucionaria, hay que poner el acento en la toma del poder por la clase obrera, única que podría después de todo convocar a una verdadera Asamblea Constituyente Libre (de los condicionamientos del capital) y Soberana. Si se está en un proceso revolucionario, en caso de que la burguesía llame a elecciones hay que preparar el boicot revolucionario de la concurrencia a las urnas. Si se está acariciando la idea de construir soviets para tomar el poder, hay que pensar en cuestiones muy "prácticas" para el enfrentamiento que se viene. Pero lejos de estas orientaciones que se desprenderían de las caracterizaciones de la mayoría de la izquierda, apenas la primera Asamblea Legislativa convocó a elecciones nacionales para presidente, los que supuestamente estaban preparando soviets y tomas del poder, salieron corriendo a organizar sus fórmulas electorales.

En todo esto existe una lógica sobre la que es necesario detenerse un momento. Por un lado, se tiene una caracterización equivocada de la situación, como vimos; por otra parte, se considera que la izquierda debe presentar siempre alguna alternativa de gobierno viable y "concreta" (so pena de caer en "propagandismo abstracto"), aunque las condiciones reales para la imposición de un gobierno de los trabajadores y revolucionario no estén presentes. De ahí que desesperadamente se busque alguna fórmula con que llenar el vacío, y esa fórmula de gobierno no puede ser otra (dadas las condiciones objetivas) que alguna alternativa burguesa y legalista. Obsérvese que la convocatoria a una Asamblea Constituyente, que pidieron Izquierda Unida, el Partido Obrero y otros, en condiciones de dominio ideológico y político burgués, hubiera sido una vía de legitimar "democráticamente" las reformas del Estado en que está empeñada la burguesía. No es extraño que la representación del capitalismo "prolijo", el ARI, haya planteado también el llamado a una Asamblea Constituyente. ¿Qué tiene que ver entonces esa Asamblea Constituyente, convocada por la burguesía, con la supuesta situación revolucionaria y el llamado a formar soviets?

Señalemos también que posiblemente el colmo de los desatinos lo han cometido los compañeros del MST (luego secundados por el resto de IU), a quienes no se les ocurrió mejor idea que proponer que la Asamblea Legislativa nominara presidente a Luis Zamora. Además de la objeción formal [4] de que ni siquiera habían consensuado la propuesta con Zamora (como lo señaló éste en su intervención en la Asamblea), es verdaderamente ridículo pretender que el enemigo (la burguesía) elija a la izquierda para sacar al país de una crisis. Propuesta tan absurda sólo puede explicarse por una extrema confianza en las instituciones burguesas. Confianza que apenas disimulan las histriónicas posiciones con que acostumbran adornar sus discursos -carentes de peso y volúmen socialista- los representantes del MST.

Por otra parte, el llamado a formar soviets en esta situación política no es una mera "ultrada" inocua. Por el contrario, esta orientación puede llevar al activismo a la frustración y aún a abortar procesos de organización de la vanguardia. Hay que entender que los organismos de doble poder, en el real sentido del término, deben conformarse desde las bases, con delegados de las empresas elegidos en asambleas y mandatados, y con participación de otros sectores oprimidos de la población. Proponer hoy esta orientación en los lugares de trabajo es sencillamente disparatado, es una línea que no tiene la menor posibilidad de aplicarse; orientar a cualquier agrupamiento de activistas agitar a favor de la formación de soviets, en lugar de volcarse al trabajo de concientización y organización paciente y cuidadosa en las bases, es dar una orientación destinada a la derrota. En cualquier caso, los intentos que se están dando en estos momentos en algunos barrios de Buenos Aires de formación de "asambleas populares" se reducen a la reunión de algunos militantes de la izquierda y sectores de las clases medias indignados, lo que está muy alejado de los organismos de doble poder de la clase obrera. En el Gran Buenos Aires, la realización de algunos "Cabildos Abiertos", citados por CCC, terminaron siendo actos de "aparato" para que se lucieran líderes de esta corriente, junto a políticos pro-burgueses como Farinello (quien, significativamente, dio un aval a Rodríguez Saa, primero, y a Duhalde después).



Frente a estos problemas, se plantea entonces entonces la pregunta de cómo la izquierda podría haber capitalizado este levantamiento. Nuestra respuesta es: no había manera de capitalizarlo, dada la dinámica y la política que traía la izquierda, y la situación de conciencia y organización de las masas, y en particular de la clase obrera. En última instancia, durante los levantamientos la gente puso en practica lo que se le venía diciendo desde todos los ángulos: que la raíz de sus males era el gobierno de De la Rua, más la corrupción, y que por lo tanto lo prioritario era acabar con él, y con los políticos corruptos. Estas consignas fueron unificadoras del proceso. La izquierda había ayudado activamente a difundir estas ideas. Cuando se produjo el cacerolazo y la salida a la calle, se estaba llevando a cabo el "Argentinazo" para sacar a De la Rua-Cavallo que se preconizara durante tanto tiempo. Como esta demanda coincidía puntualmente con la de las más amplias masas, incluyendo a la mediana y pequeña burguesía, y en condiciones de predominio ideológico burgués, no había posibilidad ni manera de capitalizarla políticamente hacia una salida socialista o soviética. Es falso que la izquierda pueda transformarse en dirección de las masas agitando consignas de recambio gubernamental para, una vez desatado el levantamiento popular, ponerse a la cabeza y hegemonizarlo hacia un programa distinto de las alternativas burguesas en danza. Esto es un sueño, una ilusión espontaneista. Cuando se está en la calle, lo que se hace es tirar piedras y enfrentarse con la policía, y en esto "todos somos iguales". No hay posibilidad en ese momento de levantar un programa distinto, ni de que alguien lo elabore. Las masas entran a la lucha con sus ideas, con sus demandas más o menos definidas. El combate abre posibilidades de avance y de experiencia, siempre que la crítica se haya ejercido antes, y que los balances y las nuevas críticas se planteen con claridad después. En el combate callejero es imposible desviar el automóvil de la movilización hacia una insurrección proletaria, o cosa por el estilo, cuando las condiciones políticas no están maduras para ello. En la pelea por el cambio de un gobierno burgués odiado por las masas, el objetivo unifica, pero como es limitado, da lugar a que el recambio tenga éxito. Esta verdad hay que grabarla en la conciencia de la vanguardia y de la clase obrera.

Durante las jornadas de agitación y movilización se dieron entonces las condiciones para adelantar las denuncias socialistas del sistema, para propagandizar la necesidad de conformar una alternativa de masas con un programa obrero e independiente, para alertar contra el contubernio burgués que trabajaba por el recambio, y para avanzar en la organización del activismo y de las bases obreras en lugares de trabajo o barrios en que hubiera espacio para hacerlo. Lo más importante era mantener la independencia de clase, no depositar la menor ilusión en las alternativas de la burguesía.

Pero en este sentido uno de los errores más graves fue el apoyo que dieron grupos o dirigentes de izquierda al efímero gobierno de Rodríguez Saa, plegándose al alineamiento de la burocracia sindical. En especial nos referimos a la dirección de CCC, que saludó como positivo que el Gobierno los hubiera recibido, y presentó a Rodríguez Saa como progresista, al sostener que estaba siendo "acosado" por fuerzas reaccionarias [5]. El llamado a no confiar en el nuevo gobierno, a luchar por la independencia de clase, por la organización del activismo, por continuar la resistencia, eran vitales, máxime teniendo en cuenta el apoyo incondicional que dieron a Rodríguez Saa los dirigentes de las dos fracciones de la CGT, Daer y Moyano. Nuevamente, también merece un párrafo en particular la actitud de la CTA. Lejos de alertar a los trabajadores sobre el significado de la suba al gobierno del peronismo, mantuvo una actitud expectante ante las nuevas medidas (en informes internos en la CTA se instruía a los delegados y activistas en la idea de que se había pasado a una etapa en la que se verían satisfechas las reinvindicaciones defensivas, y por lo tanto podía pasarse "a la ofensiva"). Un actitud que se prolonga y consolida en la postura frente al gobierno de Duhalde (ver infra).





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[1] Un ejemplo significativo: a los cartoneros y otros que sobreviven recolectando basura en Buenos Aires (y son muchos miles), se les empezaban a entregar cheques, y se les decía que debían abrir cuentas en los bancos. Algo absolutamente disparatado, que los condenaba a la inanición.

[2] Muchos se escandalizarán de nuestro análisis. Recordemos que este tipo de diferencias no son nuevas en la historia del análisis marxista. Por ejemplo, cuando se produjo la revolución rusa de febrero de 1917, que derribó al Zar después de 5 días de combates, que dieron lugar a la formación de soviets y al armamento de las masas -con quiebre del ejército- Lenin la caracterizó de un "semi-golpe" de Estado, por la participación del imperialismo francés e inglés. Este enfoque, naturalmente, es "inconcebible" según el usual análisis de la izquierda.

[3] Ver, por ejemplo, O. Garmendia "Sobre las consignas de "Fuera el gobierno" y Argentinazo" en Debate Marxista N°10, junio de 1998

[4] Si profundizamos en la cuestión veríamos que de todas maneras la cuestión no es tan "formal", ya que atañe a las maneras de elaborar política, al respeto que se debe tener por las otras corrientes políticas de la izquierda.

[5] El líder de la Corriente Clasista y Combativa, el "Perro" Santillán fue muy claro al respecto, al denunciar (en la radio "Rock and Pop") que "fuerzas de derecha comenzaron a operar para poner piedras en el camino de la gestión de Adolfo Rodríguez Saá, debido a su decisión de suspender el pago de la deuda".

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Las condiciones objetivas
Por Leonardo Mir - Monday, Feb. 21, 2005 at 8:19 PM
leonardomir@msn.com

Segunda Parte



El resultado, ¿cambió el "modelo"?



Uno de los resultados más "palpables" de la caída de De la Rúa, según la mayoría de los analistas, de los políticos justicialistas y radicales, del progresismo y hasta de sectores de la izquierda, sería la caída del "modelo" que comenzó a instalarse con la dictadura militar de 1976 (o con Isabel Perón, un año antes). Ibarra, Moyano, Verbitski, Rodríguez Saa, Borón, Moreau y muchos otros, afirman que, con el fin de la Convertibilidad, se acabó el "modelo que nos llevó a la crisis y a la miseria". Algunos, como Ibarra, precisan que el discurso de Duhalde ante la Asamblea Legislativa en ocasión de su nombramiento como presidente, habría marcado el "fin del modelo". Otros (como la diputada Alicia Castro), en cambio, con una postura crítica al programa de Duhalde, han empezado a advertir públicamente que no existe, por ahora, tal cambio de "modelo".

La cuestión no se reduce a un mero debate semántico sobre el término "modelo". Es que con el argumento del "cambio del modelo" los dirigentes burgueses, y varios oportunistas del "progresismo" están pidiendo una tregua y nuevos sacrificios a la clase obrera. Sostienen que el "modelo" que prevaleció hasta ahora favoreció a una pequeñísima minoría, conformada por los banqueros y las empresas privatizadas, en perjuicio de las inmensas mayorías populares y nacionales; que el levantamiento popular de diciembre le habría dado el tiro de gracia y la "victoria del pueblo" se traduciría ahora en una política diametralmente distinta a la anterior.

Lo primero que debe constatarse es que el discurso sobre "el cambio de modelo" se ha generalizado tanto que ya nadie sabe bien a qué se refiere. Por ejemplo, economistas neoliberales dicen que el de los noventa no fue "su modelo" porque no se terminó con el déficit fiscal; Duhalde decía que había que acabar con "el modelo" en su campaña electoral de 1999, aunque cuando viajaba al exterior prometía que no cambiaría lo fundamental de la política económica del menemismo; la UIA, que tuvo en Economía a Machinea aplicando el "modelo" y aplaudió el inicio de la segunda gestión de Cavallo, ahora despotrica contra el "modelo"; y hasta el mismísimo Cavallo dijo en su momento que quería cambiar el "modelo". Nos parece conveniente, por lo tanto, esclarecer cuál es nuestra posición sobre este asunto, máxime porque desde la Liga hemos dicho muchas veces que existe una unidad de la clase dominante en torno a la forma de acumulación que se ha ido imponiendo en las últimas décadas, en Argentina y a nivel mundial.

Por "forma de acumulación" entendemos una serie de cambios en las relaciones capitalistas, que abarcan la relación entre el capital y el trabajo y las relaciones intra-capitalistas, a nivel nacional y mundial. Para desarrollar nuestro punto, presentamos un listado de los cambios que nos parecen más importantes, que se han producido a partir de los ochenta.



Regímenes laborales:

En el período que va desde el fin de la Segunda Guerra a comienzos de los ochenta: los sindicatos jugaban un rol de negociación considerable; a la vez que disciplinaban a la fuerza laboral. Las regulaciones estatales hacían costoso para las patronales el despido. Los salarios tendían a indexarse según la inflación. Los convenios eran colectivos, abarcando a amplias franjas de trabajadores. Durante las fases alcistas del ciclo económico la clase obrera conseguía mejoras relativas, gracias a su poder de movilización y organización. A raíz de esto las diferencias de ingresos entre los asalariados y la clase capitalista se mantenían dentro de ciertos limites; existía un mercado de consumo masivo de bienes durables y viviendas en expansión (casas populares, automóvil para algunos sectores de la clase obrera).

Actualmente: los sindicatos han sido debilitados, después de una larga y persistente ofensiva patronal. El disciplinamiento de la fuerza laboral se opera a través de los ejércitos de desocupados y de la movilidad de los capitales (amenaza de trasladar las inversiones a otros países y/o importar desde países con menores costos laborales). Hay una constante presión por reducir los costos laborales vía deterioro del trabajo (esto es, inseguridad del puesto laboral). Durante las fases alcistas del ciclo económico se mantiene la presión y la ofensiva del capital sobre el trabajo (la apertura comercial y la flexibilización estructural de los regímenes laborales ayudan a esto). El ejemplo del último ciclo alcista de Estados Unidos, a lo largo de los noventa, es característico de esto. También lo es el crecimiento argentino de comienzos de los noventa, y el desarrollo chileno. La demanda de bienes de consumo se fracciona fuertemente, al acentuarse la desigualdad en la distribución del ingreso. Surge con fuerza, durante los ciclos alcistas, una demanda de bienes de lujo (casas y countries, automóviles costosos, etc.) sustentada en la plusvalía acrecentada que se apropia la clase dominante.



Mercados y moneda

Hasta comienzos de los ochenta: eran comunes los intentos de controles de precios (incluso en Estados Unidos se intentó en los setenta; también en los países dependientes, en Inglaterra, etc.). Los regímenes monetarios tendían a la inflación; de manera que los aumentos de productividad se birlaban a los asalariados vía suba de precios (reptante o abierta). En caso de crisis se daba liquidez al sistema (esto se prolonga durante los setenta). De esta manera no operaba a fondo la constricción monetaria y del mercado (lo que generará estancamiento con inflación en los setenta).

Actualmente: nadie habla de instalar controles de precios. El mercado determina los precios. Se impone la política de "moneda dura" (independencia de los Bancos Centrales, objetivo principal la estabilidad de la moneda). Aumenta la constricción monetaria. Durante las crisis la ley del valor actúa "a pleno", depurando los capitales improductivos y apurando la centralización de los que sobreviven. Las tensiones deflacionarias, unidas a los ejércitos de desocupados, aumentan la presión sobre los asalariados; las políticas de inyección monetaria sólo se instrumentan para detener espirales deflacionarias peligrosas.



Estado y mercado

Hasta comienzos de los ochenta: buena parte de la producción estaba en manos de empresas estatales y, lo más importante, hasta cierto punto estas se sustraían de la disciplina del mercado.

Actualmente: las privatizaciones han sido masivas; y las empresas que siguen bajo dirección estatal (caso Telefónica) se someten a los imperativos de la valorización del capital en general y del mercado. Los trabajadores estatales tienden a ser sometidos a las mismas normas que los del sector privado; en las reparticiones del estado se busca imponer los criterios de valorización, de "eficiencia".



Régimen fiscal

Hasta comienzos de los ochenta: elevados gastos públicos en servicios sociales (salud y educación pública, pensiones, jubilaciones). Durante las fases recesivas se aplicaban políticas fiscales de gasto, procurando atemperar la desocupación. Los déficits fiscales tendían a financiarse con emisión monetaria, con consecuencias inflacionarias. Esta situación entorpecía la acción de la ley del valor.

Actualmente: todas las fracciones del capital adoptan y exigen que se aplique el programa de reducción del gasto y eliminación del déficit (Maastricht, superávits fiscales en Estados Unidos y otros varios países). Aun en las recesiones se tiende a rechazar las políticas fiscales activas (experiencias recientes en Estados Unidos y Europa). La financiación de los déficits se hace principalmente mediante la emisión de deuda, lo que aumenta las constricciones monetarias y del mercado sobre el gasto público. Se desarrolla un ataque en toda la línea contra los empleados públicos y los gastos sociales.



Mercados financieros

Hasta comienzos de los ochenta: tasas de interés controladas, propiedad estatal de los bancos, control del crédito y de los movimientos de capitales por los Estados. Escasa incidencia de fondos de pensión e inversión, mercados de capitales poco desarrollados. No existía una presión permanente del capital dinero sobre la política diaria.

Actualmente: tasas de interés libres, privatización de los bancos, plena libertad para las actividades financieras y los movimientos de capitales. Fuerte incidencia de los grandes fondos de pensión, inversión, banca, en la política cotidiana a partir del peso que adquieren las deudas privadas y públicas, y los flujos dinerarios para sostener la acumulación del capital, así como el financiamiento de los Estados.



Inserción en los mercados mundiales

Hasta comienzos de los ochenta: elevado proteccionismo aduanero. Economías preferentemente "nacional centradas". No existía integración internacional de industrias. Mercados internos protegidos, relativa autonomía de los espacios nacionales como espacios de valor "local". Control a la entrada y salida de capitales. Las crisis en los países del centro tenían efectos mediados y retardados sobre la mayoría de los países dependientes (algo que se ve bien en los setenta). Tipos de cambio fijos, sólo variables con acuerdos del FMI en circunstancias especiales.

Actualmente: aperturas comerciales, de manera que la competencia internacional se hace sentir de una manera cualitativamente superior a todo lo anterior (esto es, la presión del mercado mundial es mayor incluso de lo que indica la participación del comercio exterior en el PBI). Economías que necesitan imperiosamente insertarse en los mercados mundiales de manera competitiva. Integración internacional de industrias. Libertad plena a la entrada y salida de capitales. Las crisis internacionales impactan casi sin mediación en la mayoría de los países (lo que refuerza la sujeción de las políticas de acumulación a nivel local a los dictados de la ley del valor mundial). Tipos de cambio flotantes en la mayoría de los países, aunque con tendencia a la formación de algunos grandes bloques monetarios (Europa; lo que elimina el uso de herramientas monetarias por esos países) y algunos que dolarizan.



Por supuesto, por debajo de este "paraguas" de transformaciones se admiten muchos cambios e incluso disensiones serias entre las fracciones de las clases dominantes de los diversos países, así como entre sus voceros. Las aperturas económicas pueden ser mayores o menores; los regímenes cambiarios de los países atrasados pueden ser de flotación sucia, o pueden intentarse tipos de cambio fijo con ajustes periódicos; en algunos casos particulares se aplicó una caja de conversión, como en Argentina, o dolarización, como en Ecuador. En definitiva, no se trata de un esquema rígido, sino de una especie de "matriz", de centro de gravedad hacia la cual tienden las políticas económicas de los gobiernos, y que reclama el capital "en general"; es a partir de este acuerdo que se desarrollan las luchas de las distintas fracciones del capital.

El caso de Chile ilustra la idea que estamos desarrollando. El "modelo" chileno ha sido alabado y tomado como punto de referencia y ejemplo a seguir por dirigentes políticos argentinos, por Cámaras empresarias, por equipos de economistas "ortodoxos" (como la Fundación Capital) y hasta por sectores del "progresismo" (el ARI defiende la política del gobierno de la Concertación; economistas de CTA ponían hasta hace poco tiempo la política del gobierno chileno como ejemplo a imitar). Chile también es el "modelo" que tiene en mente la actual cabeza del Estado. En un reciente reportaje concedido al diario La Nación, Duhalde ha dicho que es un "defensor de las reformas que se hicieron [en Argentina] hasta 1996" y agregó: "vengo defendiendo desde 1987 el modelo chileno" (13/12/01). Es toda una definición. Obsérvese que si bien Chile nunca adoptó un régimen de Convertibilidad para su moneda, como hizo Argentina, eso no cambia lo esencial: la tasa de explotación en Chile sobre el trabajo es elevadísima, la flexibilización laboral y el disciplinamiento por medio del mercado se han impuesto de manera despiadada (a partir de la derrota infligida a la clase obrera por la dictadura militar); los gastos sociales por parte del Estado se mantienen muy reducidos en relación a lo que fue el gobierno de Allende (por ejemplo, las universidades públicas están aranceladas). Estos niveles de explotación son la base que garantizan la inserción relativamente exitosa de una economía atrasada y dependiente como la chilena en el mercado mundial. Es interesante observar además que Chile está embarcado en nuevos programas de reducción de los aranceles de importación (pretende llegar al 6% en 2003) y que, dado el carácter abierto de su economía, no quiso entrar al Mercosur, cuyo arancel común es del 14%. Con Convertibilidad o sin ella la clase capitalista argentina apuesta a esta forma de acumulación, que se ha ido generalizando en muchas partes.



De la Convertibilidad a la devaluación no hay cambio de modelo



La Convertibilidad fue funcional a los intereses de la burguesía argentina -y hasta hace pocas semanas la mayoría de la clase dominante, y buena parte de la población seguían defendiéndola- en la medida en que impuso el disciplinamiento de una moneda fuerte, del mercado y la ley del valor, frente al desbarajuste a que había llegado la economía con la hiperinflación. Pero hay que recordar que a comienzos de la Convertibilidad muchos "ortodoxos" neoliberales del exterior la cuestionaban (entre ellos, el FMI no manifestaba demasiado entusiasmo) porque entendían que era conveniente que el tipo de cambio se determinara por las fuerzas del mercado. Dicho de otro modo, la Convertibilidad fue siempre una herramienta táctica; hace varios meses decíamos que la burguesía argentina estaba intentando recuperar el tipo de cambio real (deteriorado por la suba del dólar y la devaluación del real) a través de una deflación de precios; que esta deflación provocaría enormes tensiones sociales, y que en caso de que la espiral de endeudamiento y la crisis se agudizaran, no podía descartarse un estallido de la Convertibilidad y una salida "a lo Indonesia", con un ajuste del valor de la fuerza de trabajo vía devaluación-inflación [1]. En escritos posteriores alertamos que la salida devaluatoria, que pedían Moyano y algunos economistas, era una forma de bajar los salarios en términos de dólares, y que por eso economistas de derecha extranjeros -como Dornbusch- y un sector del FMI, también propiciaban la devaluación del peso. Pues bien, ni el breve interregno de Rodríguez Saa, ni el plan económico que está esbozando el gobierno de Duhalde, representan un cambio en profundidad del "modelo". No lo es la salida de la Convertibilidad, ni tampoco lo es la suspensión del pago de la deuda externa.

Lo fundamental a retener es que la devaluación, y la inflación que le acompaña, representan una baja del salario en términos reales. Aquí no hay "shock redistributivo", como preconizaban los Duhalde, los Moreau o los frepasistas críticos de De la Rúa. No existe el menor viraje hacia un keynesianismo redistributivo. Es cierto que se darán seguros de desempleo a unas 800.000 personas de unos $200, como parte de los paliativos con que se quieren evitar más piquetes y explosiones sociales. Pero esto es apenas una gota, que tiene como contrapartida, insistimos, la caída del salario.

Desde el gobierno se dice que la devaluación no se trasladará íntegramente a precios, y que dada la recesión la inflación rondará el 8%. Supongamos, en aras de la argumentación, que sucede de esta manera; esto es, que no se produce el tan temido desborde de los precios (aunque las remarcaciones estos días ya apuntan a que haya una tasa de inflación anual muy superior al 8% que proyectaría el Presupuesto). En ese caso, los salarios reales sufrirían una baja del 8%, que se suma a la caída que se ha venido produciendo por vía deflacionaria a lo largo de la crisis; el gobierno no contempla siquiera la devolución del 13% a los estatales. La clase dominante es consciente de los efectos "estabilizadores" que tiene la desocupación; con todo cinismo, de Mendiguren señaló que no hay peligro de presiones inflacionarias porque el 40% de la población activa tiene problemas de empleo. En definitiva, el disciplinamiento salarial por vía de la desocupación sigue en pie.



El "frente con la producción" y los controles estatales



Uno de los argumentos favoritos para hablar del cambio del "modelo" sostiene que el gobierno, con el apoyo del radicalismo y del Frepaso, ha decidido hacer un frente "con la producción", y enfrentar a la banca y a los intereses de las grandes empresas privatizadas. Algunos izquierdistas y "progres" han dado un apoyo indirecto a este argumento, apoyando al gobierno "en esta pelea por los intereses del país" y convocando incluso a algún cacerolazo internacional contra las empresas españolas, a las que identifican como "las que saquearon al pueblo argentino".

Dejando de lado el hecho que este discurso "olvida" todo lo que explotó y transfirió al exterior la misma clase dominante argentina, lo central es no perder de vista que si bien de este conflicto puede resultar una baja de las ganancias de las privatizadas, ningún sector de la burguesía está planteando re-estatizar las empresas y volver a poner en manos del Estado la producción de petróleo o de teléfonos [2]. En lo que respecta a las tarifas públicas, el intento es que las empresas resignen una parte de las ganancias. Hay que tener en cuenta que las empresas públicas privatizadas han estado hasta ahora protegidas de los efectos más graves de la crisis, dado el carácter relativamente inelástico de la demanda de la mayor parte de los servicios, y dada la indexación de precios que se ha venido produciendo según el índice de precios de Estados Unidos [3]. Pero incluso el gobierno está dispuesto a negociar y acordar una salida lo menos dolorosa posible para las ganancias de las empresas, que presionan con frenar sus inversiones en el país o incluso con recurrir a tribunales internacionales.

En lo que respecta al impuesto que se establecería sobre la exportación de hidrocarburos, iría a compensar al sistema bancario por las pérdidas que le provoca la caída de los créditos en dólares; en este caso se trata claramente de una transferencia de plusvalor (esto es, de valor que proviene de la caída de los salarios en términos de dólar) entre distintas fracciones del capital.

De conjunto, estas transferencias que se están intentando -y que por el momento son objeto de fuertes presiones entre los grupos y fracciones del capital- demuestran que tampoco se puede hablar de una alineación clara entre el "capital productivo" versus el "capital bancario", como pretende la propaganda del gobierno. Por empezar, porque las petroleras, las telefónicas o las empresas de agua y energía son tan "productivas" como las siderúrgicas o las textiles. En segundo término, porque el gobierno también intenta salvar a los bancos de la difícil situación en que se encuentran, especialmente los estatales.

Tampoco se puede decir que la devaluación favorezca estrictamente a los sectores exportadores. Por ejemplo, empresas automotrices o siderúrgicas tienen un alto componente de insumos importados, de manera que el efecto neto de la devaluación para muchas de ellas está bastante atenuado; además, muchas empresas exportadoras están endeudadas en dólares con el exterior, y esto no es renegociable fácilmente. Con el agro sucede algo similar; por eso la Sociedad Rural y otras asociaciones empresarias hasta último momento defendieron la Convertibilidad. Digamos también al pasar, que esta defensa de la Convertibilidad y del "modelo" por parte de los agrarios encaja muy mal en la explicación "sector financiero y privatizadas únicas beneficiadas con la Convertibilidad" versus "sector productivo enemigo del "modelo". Los intereses están mucho más intrincados de lo que dice este análisis tan simplista como extendido.

Sí parecería favorecerse abiertamente un sector de la industria argentina, que estuvo muy perjudicada por la entrada de productos brasileños, en especial después de la devaluación del real en 1998; de Mendiguren representaría a esta fracción. Pero no se puede generalizar al conjunto de la burguesía dominante, para la cual la salida de la Convertibilidad terminó siendo más un mal necesario que una estrategia deliberada (hasta pocas semanas antes de su caída, la mayoría del empresariado todavía apoyaba a Cavallo y abogaba por la continuidad de la Convertibilidad).

Por otra parte, algunos han insinuado que existe una ruptura de fondo con el "modelo" porque el gobierno ha amenazado con implantar algunos controles y topes a la suba de precios, y ha pedido facultades extraordinarias para establecer el tipo de cambio. En algunos artículos neoliberales se ha considerado que, unido al mantenimiento del "corralito", se evidencia un intento de volver al "dirigismo estatista de los setenta".

Sin embargo el ministro de Economía se ha preocupado de aclarar una y otra vez que los controles serán provisorios y que se intentará volver a la plena libertad de mercados (que incluiría la flotación de la moneda) lo antes posible. Economistas neoliberales como Ferreres o Roque Fernández admitieron que por un tiempo pueden ser necesarios controles para una salida más o menos ordenada de la Convertibilidad; es que existen infinidad de conflictos abiertos, de contratos que deben renegociarse, en medio de tensiones y luchas distributivas desatadas entre fracciones de la burguesía. Ese dirigismo liviano no cuestiona en esencia la estrategia de acumulación que intenta la burguesía; es de notar que hasta cierto punto Cavallo ya venía aplicando recetas "heterodoxas", como los planes de competitividad, la utilización de dinero de las AFJP para el pago de la deuda, la imposición de un tope a las tasas que pagaban los bancos por los depósitos, sin que por ello se pudiera afirmar que cambiaba "el modelo" (entendido éste como la estrategia de acumulación principal a la que hicimos referencia).

Tampoco el otorgamiento de subsidios a los desocupados implicaría un cambio drástico; los mismos organismos financieros internacionales venían insistiendo en la necesidad de que el Estado implementara alguna forma de red social, para prevenir estallidos.

Otro aspecto que pone en evidencia el deseo de "ortodoxia" del nuevo gobierno es el presupuesto que se está proyectando al momento de escribir este trabajo; el recorte sería incluso mayor que el que había propuesto el "populista" Rodríguez Saa, que contemplaba un gasto de 37.000 millones; que a su vez era menor que los 38.000 millones del presupuesto de Cavallo. Por otra parte, en el Estado se están produciendo cientos de despidos mediante la no renovación de contratos; las rebajas salariales instrumentadas por De la Rúa y Cavallo seguirán vigentes; todo indica que no se continuará con el incentivo docente... ¿de qué cambio de modelo se puede hablar a la vista de estos datos objetivos?

Incluso en el terreno ideológico la mayoría de los economistas del "sistema" no se distancian de manera radical. Por supuesto, hay diferencias entre los economistas del CEMA, de la Mediterránea o de FIEL, por un lado, y Remes Lenicov o Machinea, por el otro, pero ninguna de ellas es de ruptura. Todos se mueven dentro de unos marcos comunes; todos saben que "debe" ajustarse el gasto, que "no debe" volverse a convenios laborales como los de 1975, que la apertura de la economía no puede cuestionarse en lo esencial. Tal vez sea ilustrativa la declaración del radical progresista Jesús Rodríguez, quien afirmó por estos días que "necesitamos un presupuesto equilibrado, sin facilismos ni populismo". Una declaración que suscribiría perfectamente un López Murphy.



La suspensión del pago de la deuda externa



La medida tomada por Rodríguez Saa de dejar de pagar la deuda externa, y lo que sucedió a posteriori también es indicativo de los límites que tienen, por ahora, las "salidas del modelo" de la clase dominante. Recordemos que este anuncio -junto a algunas promesas demagógicas, como que iba a crear un millón de puestos de trabajo en un mes, o que enviaría a los militares con pedido de captura al extranjero- llevó a sectores de la izquierda a manifestar expectativa por Rodríguez Saa, y hasta cierto apoyo (la corriente maoista, Madres de Plaza de Mayo línea Bonafini). Pero estas esperanzas no tenían fundamento alguno en la realidad. En el tema de la deuda hay que partir de que en los últimos tiempos se ha dado un cambio en la estrategia de Washington. Es que la administración Bush plantea que los organismos de crédito del imperialismo (FMI, en especial) no deben seguir refinanciando deudas que crecen en espiral, a tasas exorbitantes, y que las pérdidas deben ser asumidas, al menos parcialmente, por los acreedores. Se plantea que ante un endeudamiento inmanejable debe permitirse que los países se declaren en default, para dar lugar a una recomposición de los pagos (puede ser con períodos de gracia, o quitas en capital o intereses). Esto es, no ahogar la posibilidad de generación de plusvalía, y su transferencia al exterior, aunque los acreedores sufran una cierta reducción en los ingresos. Por eso Washington ya le había impuesto a Cavallo, como una condición para que Argentina retomara las negociaciones con el FMI, que reconociera abiertamente el default. El FMI alentó esta salida y por eso se opuso a seguir refinanciando la deuda. De manera que la suspensión de los pagos por parte de Rodríguez Saa no tuvo nada de "revolucionario", como se lo quiso presentar. Claramente Duhalde se ha comprometido a reiniciar lo antes posible las negociaciones con el FMI. Es indudable que la renegociación de la deuda se hará sobre la base de un plan económico de reducción del déficit fiscal -continúa vigente la meta del déficit cero, aunque se postergue un tiempo su instrumentación, para ganar tiempo- y de continua "adecuación de las condiciones laborales a las exigencias de la competencia internacional", como gustan decir los economistas del sistema. Pero además la suspensión de los pagos fue parcial, porque continuaron los pagos a los tenedores locales de títulos (el 28 de diciembre de 2001 se pagaron 480 millones de dólares por un vencimiento de Letes), y a los organismos internacionales (FMI, BM). En realidad la suspensión del pago de la deuda afecta sólo a los tenedores extranjeros de bonos argentinos.

Desde el punto de las demandas políticas el cese parcial de los pagos de la deuda externa también demuestra lo equivocado de la concepción de buena parte de la izquierda (MST, PC, Zamora) que desde hace años está dirigiendo esta demanda a los sucesivos gobiernos burgueses, en la creencia de que puede haber un repudio de la deuda por parte de la burguesía con consecuencias beneficiosas para el pueblo argentino. Muchas veces hemos explicado que dada la imbricación de la burguesía nativa con los organismos financieros internacionales, y su compromiso con la deuda, es absurdo esperar que el no pago de la deuda tenga un sentido progresista si es instrumentado por esa misma burguesía. La experiencia reciente confirma estas prevenciones; hoy, en parte la crisis de los bancos se debe a que entre sus activos figuran títulos de la deuda que se desvalorizaron a medida que se acercaba la hora del default; algo similar ocurre con las AFJP, lo que explica la preocupación del gobierno por mantener estos pagos. Es de notar, además, que la solución "progresista" del ARI, consistente en pesificar la deuda interna, implica que se devuelvan los ahorros de los futuros jubilados en pesos devaluados.

Por otro lado, la suspensión del pago de la deuda fue acompañada del corte del crédito externo, lo que frenó incluso las operaciones de exportación e importación. De ahí que la propia burguesía "industrialista" esté interesada en que el gobierno restablezca lo antes posible las negociaciones con el FMI y los acreedores. Todo esto confirma, una vez más, que la consigna del no pago de la deuda externa debe ir acompañada de toda otra serie de medidas, que sólo un gobierno revolucionario de los trabajadores podrá tomar en profundidad.



Gobierno de unidad nacional y perspectivas de más crisis



El plan económico con que se intenta salir de la crisis -en el mejor de los casos, recién en el segundo semestre podría haber un cierto repunte de la economía, y a costa de inmensos sacrificios para las masas- se está llevando adelante por un embrión de gobierno de unidad nacional. Por las razones que explicamos en la primera parte de este trabajo, dedicado al levantamiento popular contra De la Rúa, las masas no pudieron generar una alternativa a la política de la burguesía. La profundidad de las divisiones internas del peronismo dieron como resultado el intento abortivo de ir a elecciones con un gobierno interino, surgido del peronismo del interior, que rápidamente se quedó sin sustento del establishment económico (asustado, entre otras cosas, con las veleidades populistas y demagógicas de Rodríguez Saa), de la clase media de la Capital (que rechazó la vuelta de conocidos personajes ligados a lo peor de la corrupción) y también del peronismo (que veía con suma preocupación que Rodríguez Saa no quisiera cumplir con lo pactado, llamar a elecciones). Hay que subrayar que desde un primer momento la alta burguesía y sus personeros más conscientes estuvieron en contra del llamado a elecciones, con el argumento que hacía falta un gobierno con la suficiente fuerza como para tomar medidas rápidas, ante la gravedad de la crisis. Es que en estos momentos prácticamente hay una cesación de pagos generalizada, la recaudación fiscal ha caído entre el 40 y el 50%, los niveles de actividad siguen por el piso -se descuenta que en el mejor de los casos habría una caída del PBI del 3% en el año- y el peligro de nuevos estallidos sociales explosivos está latente.

En estas condiciones absolutamente críticas es que se hace cargo del gobierno el aparato político más fuerte del país, el justicialismo de la provincia de Buenos Aires (la composición del gabinete es casi exclusivamente duhaldista, en lo que atañe al componente peronista). A esto se suma la convergencia con el radicalismo y el Frepaso: participación de radicales y frepasistas en el gabinete, apoyo en las cámaras legislativas, participación de economistas radicales en la redacción del presupuesto, indican la voluntad de avanzar en la unidad burguesa, con cierto consenso de los sectores desplazados del peronismo de las provincias chicas, de De la Sota y Reuteman. Si bien Menem criticó duramente al Gobierno y la devaluación, su economista, Roque Fernández, no le puso objeciones de fondo, y otros menemistas tomaron cierta distancia de su jefe.

Se intenta así sumar fuerzas políticas para avanzar en los ajustes presupuestarios y resistir las protestas -el no pago de salarios en municipios y gobernaciones, y el conflicto con los ahorristas y los deudores no "pesificados" son ahora los conflictos más agudos- con una mezcla de paliativos, cuando sea posible (caso subsidios de desempleo) y represión o ahogo con los aparatos (movilización de punteros y personal adicto, reconstituir las manzaneras). A pesar de las disputas en curso, la alta burguesía apoyaría por ahora este intento; en las próximas semanas se presentaría un plan económico al FMI, y se pediría el envío de fondos para apuntalar al gobierno. El más reciente anuncio del llamado a un diálogo, con el apoyo de la alta jerarquía de la Iglesia, y de las Naciones Unidas, evidencian la preocupación por apuntalar con todos los medios disponibles este embrión de unidad nacional. Paralelamente se intentará cooptar a ONG y otros organismos, a fin de intentar canalizar en una dirección burguesa el descontento con "los políticos corruptos", y a favor de una reforma del Estado.

De esta manera se apunta a una nueva coalición de gobierno, en la que los sectores que hasta ayer aparecían como los "anti-modelo", esto es, los que más desconfianza despertaban en la alta burguesía, se postulan como garantes de sus intereses de conjunto. A pesar de las disputas y fraccionamientos interburgueses señalados, por ahora los capitales más concentrados no tienen una mejor alternativa viable; de ahí que la estrategia sea acompañar, presionando para que el gobierno siga adelante con la austeridad fiscal, para que instrumente la reforma del Estado y otras medidas (como la reforma impositiva) que el capital viene exigiendo desde hace tiempo. En cuanto a las disputas en el peronismo, con la excepción del ataque de Menem, el resto pondría durante algún tiempo las diferencias en sordina. Aunque indudablemente la pelea por el reparto de los escasos fondos públicos (vitales para mantener los aparatos provinciales) puede reavivar las contradicciones en un plazo más o menos inmediato.

Se está intentando conformar entonces un nuevo bloque en el poder, en torno al peronismo de Buenos Aires, el apoyo de radicales y frepasistas, de los industriales más ligados al mercado interno y algunos grandes exportadores y una fracción de la burocracia sindical (Daer). Esto en el marco que cada una de las fracciones burguesas continuarían presionando por medidas específicas que las ponga a resguardo, en lo posible, de la desvalorización de los capitales que inevitablemente ocasiona la depresión económica.

Por supuesto, ninguna de las contradicciones económicas y sociales graves que llevaron al estallido contra De la Rúa está resuelta. La ofensiva sobre la clase obrera continúa, al punto que ahora las luchas ya son por cobrar lo que adeudan las patronales y el Estado; los desocupados, pasado el "veranito" de las promesas de Rodríguez Saa, se ven obligados a salir de nuevo a la lucha; los ahorristas continuarán protestando contra los bancos y los políticos "que nos robaron nuestra riqueza". Los endeudados y los ahorristas no cesan sus movilizaciones, exigiendo soluciones que el sistema no les puede dar.

Es necesario enfatizar que la perspectiva económica inmediata es de profundización de la crisis. Tanto la inversión como el consumo de bienes durables están hundidos, y no hay posibilidades de una pronta recuperación. La crisis del sistema financiero ha eliminado por ahora el crédito, incluso el destinado al giro del capital de trabajo de las empresas. Las constricciones del Banco Central al movimiento de fondos, si bien obligó a cierta liquidación de dólares (amortiguando la suba del dólar en el mercado libre), ponen más frenos a la producción. La fuga de depósitos, a lo que se suma una inmensa cantidad de créditos crecientemente incobrables (en la medida en que se profundiza la depresión económica, los deudores no pueden devolver el dinero que tomaron prestado), han puesto al sistema bancario al borde del precipicio. Los préstamos no pesificados son por unos 37.000 millones de dólares, buena de los cuales pasarían a ser incobrables; los bancos tienen otros 33.000 millones de dólares en préstamos al Estado, que también son de recuperación más que difícil. En estas condiciones, las promesas de Duhalde de devolver los ahorros en dólares a los depositantes, no tienen ningún asidero real.

Es cierto que la devaluación favorece, en principio, las exportaciones, pero ya hemos señalado que los efectos son mediados, dado el alto endeudamiento en dólares de empresas, así como la dependencia de insumos importados; además hay que tener en cuenta que las exportaciones representan menos del 10% del PBI, de manera que tampoco pueden tener un efecto de arrastre notable sobre la economía de conjunto. Por otro lado, el peso de la deuda pública, por efectos de la devaluación, pasó de representar el 53% del PBI, a representar el 76%; la deuda privada en dólares con el sistema financiero y el exterior pasó del 32% al 45% del PBI. De una situación como ésta no se sale si no es con masivas desvalorizaciones del capital. Las disputas entre fracciones del capital (entre otras, ahora está en discusión la ley de quiebras, que puede favorecer a algunos sectores en detrimento de otros), las manifestaciones de buena parte de la mediana y pequeña burguesía, giran en torno a la cuestión vital de quiénes van a llevar la peor parte, quiénes soportarán las mayores pérdidas en la inevitable desvalorización de capitales que acarrea la crisis.



La orientación política



La actual situación está marcada entonces por una profunda desorientación en las bases obreras, mucha indignación y bronca en las clases medias, arruinadas por la crisis, pero sin otra alternativa por ahora que consentir que alguno de los grandes partidos burgueses se hagan cargo del gobierno; y la burguesía apoyando, a pesar de sus contradicciones internas, un intento de unidad política burguesa a nivel de la máxima conducción del estado.

En este cuadro una de las actividades más importantes de los marxistas es combatir toda confianza que puedan depositar sectores de la clase obrera y de la población oprimida en el nuevo gobierno. Hay que tener en cuenta que la propaganda oficialista, que presenta a Duhalde como un gobierno enfrentado a los banqueros, al FMI y a las empresas privatizadas, puede influenciar a sectores. El apoyo al Gobierno de la CGT de Daer y las relativas expectativas de Moyano, también son altamente perjudiciales para articular la resistencia. Es notable que ningún dirigente de la CGT haya hecho algo en defensa de los salarios obreros que se están reduciendo vía la devaluación e inflación (sacaron un leve comunicado de compromiso, para no hacer nada en la práctica). La CTA, la central más izquierdista del movimiento gremial, se ha entrevistado con Duhalde para proponerle que convoque a una consulta popular "para legitimar las decisiones que el Gobierno tome en materia económica". Esto equivaldría a legitimar las bajas salariales y el ajuste fiscal. En consonancia con esta propuesta, la CTA ha puesto el acento en el seguro de empleo -reivindicación que de alguna manera queda "absorbida" por los planes que está instrumentando Chiche Duhalde- pasando por alto la denuncia de la baja del salario que se ha operado por medio de la devaluación. Hay que destacar que esta posición de la CTA conecta con sus análisis sobre que la contradicción principal del país pasa por el enfrentamiento entre los banqueros y los grupos económicos, por un lado, contra el "frente de la producción", conformado por todas las clases "nacionales". Este análisis pavimenta el camino para la conciliación de clases y el apoyo a un gobierno de "unidad nacional" como el actual. Las declaraciones de De Gennaro, luego de la entrevista con Duhalde, diciendo que estaba "impactado" con el nuevo presidente, resumen en buena medida la posición de esta central, y están en línea con su respaldo, en 1999, a la Alianza.

Por lo tanto, la denuncia del nuevo gobierno, y la crítica al rol que una vez más están cumpliendo los dirigentes sindicales, es clave para luchar por la independencia de clase, por la organización del activismo con un programa claro. Es necesario comprender que en las bases obreras existe mucha confusión, desorientación y hasta temor por las consecuencias de la depresión económica y la desocupación. Como ya dijimos, en estas condiciones el llamado a formar soviets, que hace la izquierda, es un disparate. Las tareas que se desprenden de la actual coyuntura serían:

a) avanzar todo lo posible en la organización del activismo, en la resistencia. Explicar que se está produciendo una baja generalizada del salario vía devaluación - inflación; que el "modelo" sigue vigente en un sentido profundo; que los recortes de salarios y los ataques a la clase obrera se continúan. Que es suicida poner el más mínimo grado de confianza en el gobierno de Duhalde. Explicar y denunciar el rol de la burocracia sindical. Plantear un debate sobre los resultados a que llevó la estrategia de Moyano (que tanto preconizó la devaluación); de CTA y su voto popular contra la pobreza (es necesario replantear el balance). Luchar por la extensión y profundización de toda pequeña concesión, tal como el seguro de desempleo. Insistir en la necesidad de la independencia de clase, en organizar todas las formas de resistencia a la ofensiva del capital que continúa; no entrar en ninguna provocación, ser conscientes de que ahora se enfrenta a un gobierno que en principio está más sólido (a pesar de toda su debilidad) que el final del gobierno de la Alianza

b) poner el acento en la necesidad de que la clase obrera tenga una alternativa de clase, independiente; discutir la necesidad de que el movimiento obrero articule un programa obrero, de medidas necesarias como el no pago de la deuda externa, el reparto de las horas de trabajo, la canalización de fondos privados hacia obras e inversión pública, la nacionalización de la banca; en el marco de un programa revolucionario, instrumentado por un gobierno de los trabajadores

c) insistir en la necesidad de organizar al activismo, en avanzar en la preparación política, en la claridad, haciendo un balance de lo que ha sucedido. Tenemos que recordar a los compañeros que una vez más se dio que el pueblo pusiera los muertos en el combate y la burguesía la política; que esto se debe a que la clase obrera no tenía un programa y una organización independiente; que era la única que podía establecer una alianza con hegemonía y salida para las clases medias, desesperadas y acorraladas por la crisis. Que la caída de De la Rúa ha demostrado entonces la potencialidad de la movilización, pero también su debilidad. Que es necesario que este balance no se pierda; más aún, es necesario que dentro de un año o dos se vuelva sobre lo que se ha dicho por estos días, se rediscutan los balances, se evalúen las caracterizaciones y las tareas planteadas. Esta es la única forma en que se empiece a hacer un balance en positivo, a sacar enseñanzas profundas, con vistas a la formación de una vanguardia revolucionaria

d) por último, es necesario plantear, aunque sea en forma propagandística, que todo esto está mostrando una vez más la necesidad de luchar por la formación de un partido marxista de la clase obrera, dotado de un análisis, de una estrategia, de una táctica asentadas en el materialismo histórico y la teoría de la plusvalía. Es necesario iniciar este debate con la vanguardia, en crítica abierta al espontaneismo que, una vez más, ha puesto en evidencia sus límites insalvables.



LIGA COMUNISTA

19 de enero de 2002













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[1] Ver "Crisis y estrategia de acumulación en Argentina" en Debate Marxista N°2, 2001; artículo aparecido también en el suplemento de la Universidad de Madres de Plaza de Mayo, Página 12.

[2] La tendencia mundial a la privatización de empresas estatales sigue prevaleciendo. The Wall Street Journal (edición suplemento en castellano 15/01/02) informa que se espera para el futuro inmediato una nueva ola de privatizaciones masivas en China, Hong Kong, Corea, Indonesia, Filipinas.

[3] Con una base 100 en 1994, el conjunto de los servicios públicos aumentó las tarifas a poco menos de 150, mientras que los precios de los bienes en el mismo lapso cayeron a 96, y los servicios privados subieron sólo a 105. Con respecto a las ganancias, aun en un año de crisis como el 2001 las operaciones de las empresas españolas en Argentina tuvieron una participación en las ganancias operativas totales de las mismas superior (con excepción de Repsol, que fue igual) al porcentaje total de activos poseídos en el país. Por ejemplo, Telefónica Argentina representa el 11% del total de activos de la empresa, pero las ganancias representaron el 16% del total de las ganancias operativas. Para el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, los porcentajes respectivos son del 6 y 10%; para el Santander Central Hispano, del 5 y 10%; para Endesa, del 2,5 y 9,2%; para Gas Natural, del 10 y 12% (fuente Wall Street Journal, 14/01/02, edición suplemento en castellano)

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Lo qué????????????
Por Liz - Tuesday, Feb. 22, 2005 at 1:34 AM

Altamira jefe de gobierno y asamble qué??????
Realmente no me detuve a leer tooooodo lo que escribieron, pero que triste, cumpa, que triste!!!!
Así que este es el partido revolucionario??
El que juega a las elecciones "democráticas de este sistema corrupto?
UF!!!!, cómo estamos!!!!

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Por ahorrando bytes - Tuesday, Feb. 22, 2005 at 1:47 AM

que mierda es este rollo?

COPIEN EL MALDITO ENLACE INADAPTADOS

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No seas boluda
Por Zil - Tuesday, Feb. 22, 2005 at 11:05 AM

La "nota" inicial no la puso el PO (es evidente!).
Ahora, si querías aprovechar la ocasión para putearlos un poco, ya es otro tema.

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