Julio López
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UN VIAJE A UN MUNDO DE OTROS MUNDOS (FSM)
Por SEBA - Tuesday, Feb. 15, 2005 at 4:57 PM
seba7783@hotmail.com

“Um outro mundo e possibel”. Ésta fue la consigna en torno a la cual se centró la vida del alegre Porto Alegre durante la última semana del mes de enero. Estampada en remeras, gorras y todo tipo de carteles a lo largo y a lo ancho del Foro Social Mundial, como eje del discurso de los mas prestigiosos intelectuales de todo el mundo o como tema de discusión de quienes convivimos en el Campamento de la Juventud estas cinco palabras poco a poco comenzaron a surtir un efecto extraño entre quienes fuimos participes del foro. A medida que los días y las horas transcurrían, nos íbamos convenciendo cada vez más de que realmente “otro mundo es posible”; aunque por la diversidad de culturas, ideologías y corrientes políticas de todos los foristas, la consigna tal vez debiera haber sido”otros mundos son posibles”, o mejor aún, como dicen los zapatistas, “un mundo en donde quepan muchos otros mundos”.

“Um outro mundo e possibel”. Ésta fue la consigna en torno a la cual se centró la vida del alegre Porto Alegre durante la última semana del mes de enero. Estampada en remeras, gorras y todo tipo de carteles a lo largo y a lo ancho del Foro Social Mundial (en ciertos momentos mas que consigna política parecía tratarse de un slogan publicitario), como eje del discurso de los mas prestigiosos intelectuales de todo el mundo (desde Eduardo Galeano hasta John Holloway, desde José Saramago hasta Tony Negri) o como tema de discusión de quienes convivimos en el Campamento de la Juventud (“¿es posible otro mundo?”; “¿qué otro mundo es posible?”), estas cinco palabras poco a poco comenzaron a surtir un efecto extraño entre quienes fuimos participes del foro. A medida que los días y las horas transcurrían, nos íbamos convenciendo cada vez más de que realmente “otro mundo es posible”; aunque por la diversidad de culturas, ideologías y corrientes políticas de todos los foristas, la consigna tal vez debiera haber sido”otros mundos son posibles”, o mejor aún, como dicen los zapatistas, “un mundo en donde quepan muchos otros mundos”.
Para quienes no tuvieron el placer de poder respirar estos “otros” aires porto alegrinos, tal vez sea difícil comprender con exactitud qué fue lo que sentimos cada uno de los que nos llenamos los pulmones con las experiencias compartidas en este encuentro de diversidades. Además, debido a la infinidad y hasta en cierto punto agobiante cantidad de actividades propuestas oficial y extraoficialmente, casi podría decirse que existieron tantos foros como almas que lo vivieron. Es por ello que, para no caer en el pecado de generalizar algo cuya principal característica fue justamente la no generalización, voy a limitarme a contar mi experiencia, qué fue lo que me hizo sentir que “otros mundo son posibles”.
Y cómo no comenzar por el principio, la ceremonia de apertura del foro, esa inmensa marcha de, según estimaban los diarios, casi 200.000 personas, que arrancó del campamento en donde estábamos alojados hasta el anfiteatro Por do Sol. Aunque en realidad, no sé si sería correcto hablar de marcha, ya que mas que marchar la gente parecía ir bailando por las calles de la ciudad, con música de bombos y redoblantes de fondo, y con banderas de todos los colores imaginables. Para mí, que estoy acostumbrado a la tristeza del tango y a las marchas en recuerdo de desaparecidos o muertos impunes, vivir esta “otra” marcha realmente fue una fiesta que no creo olvidar fácilmente.
Más allá de la diversidad de ideologías representadas cada una por sus banderas y cantos propios, hubo tres consignas que prácticamente nadie obvió y que se escuchaban desde una punta a la otra de la inmensa columna carnavalesca:
· ¡No al capitalismo!
· ¡No a la guerra!
· ¡No a Bush!
¿Acaso estos no son ejemplos suficientes de que realmente otro mundo es posible, un mundo en donde no exista el capitalismo, un mundo en donde no exista la guerra, un mundo en donde no exista Bush?
Una vez en el anfiteatro, que mas que anfiteatro era un inmenso parque en donde se mezclaron más de 70.000 personas de todas partes del mundo, la música comenzó a hacerse sonar mientras se esperaba que las bandas de los 5 continentes iniciaran su show. Así como comenté recién que no se me hará fácil olvidar la marcha que precedió a este megafestival, tampoco podré echar de mi memoria fácilmente el momento en que los parlantes me pusieron la piel de gallina cuando hicieron sonar Hasta Siempre, ese inigualable homenaje al “guerrillero heroico”. Durante los pocos minutos que duró este himno a la libertad, sentí que las más de 70.000 voces que se encontraban apiñadas en el parque repentinamente se habían vuelto todas castellanas, ya que casi no había una sola persona que no entonara sus versos. Y al hablar del Che, me viene a la memoria su constante presencia en cada rincón del Campamento de la Juventud y del foro en general. Él estaba en todos lados, entre los marxistas leninistas, los trotskistas y los autonomistas; entre los brasileros, los uruguayos, europeos y por supuesto argentinos. Su cara se veía vagando por entre las carpas en las remeras y banderas de miles de militantes de todos los movimientos, de todos los partidos, de todos lo países. Era una constante que particularmente como argentino me llenaba de orgullo y me recordaba que hay razones suficientes para poder decir “soy argentino” con la cabeza erguida y el pecho ancho (fuera, claro está, de cualquier tipo de nacionalismo) más allá de las múltiples vergüenzas que a veces nos ocasiona reivindicarnos como tales.
Finalmente, alrededor de las 9 pm, las bandas comenzaron a sucederse una tras otra sobre el escenario. En mi caso, y en el de la mayoría que estábamos ahí, que no somos de la generación de los Woodstock ni de los BARock, sino mas bien de los megaconciertos auspiciados por las grandes empresas cerveceras, poder vivir semejante fiesta con bandas de todas partes del mundo sin siquiera un sólo cartel de alguna entrometida multinacional, fue algo realmente increíble. Como buen occidental, tres fueron las músicas que más me alegraron la noche: Gilberto Gil, con su inmejorable tributo al gran Bob y con Imagine como frutilla del postre, Bersuit Vergarabat y Manu Chao, cada cual con su pequeño homenaje al hijo de re mil G. W. B. (“Comando Culo Mandril” por un lado y “Machine Gun” por el otro). ¿Acaso alguien en su sano juicio, tras cantar Imagine junto a Gilberto o Clandestino junto a Manu, rodeado de caras de Ernesto y de puños en alto, pueda negar que “otro mundo es posible”?
Con respecto a las conferencias de intelectuales orgánicos (y algunos no tan orgánicos) organizadas oficialmente por el foro, dos fueron las que más me hicieron creer estar viviendo en “otro mundo”. Vallamos de a poco. Una tarde más que calurosa, como todas las tardes porto alegrinas, luego de quedar con las manos pegadas a la pera por mas de dos horas escuchando a Enrique de México contarnos a mi y a unos cuantos foristas más la cronología del EZLN, bajé la barranca que separaba el campamento de las carpas oficiales del foro en busca de más palabras para escuchar. Caminando por entre los pasillos que unían a esas inmensas carpas, vi que en una especialmente grande miles de manos no se cansaban de aplaudir. Entré allí, busqué acomodarme en algún lugar en medio de tanta gente y pregunté a alguien que tenía a mi lado quién era que estaba hablando. “Galeano”, me contestó. Sí, así era, de pronto, sin saber a dónde ir, me encontraba escuchando a Eduardo Galeano hablar sobre el plebiscito realizado en Uruguay sobre la privatización o no de la red de agua potable. Sinceramente, ese fue uno de los momentos más mágicos de todos los que viví durante mi estadía en ese “otro” Porto Alegre. Las poesías de Eduardo hacían conmover a todas y cada una de las almas que nos encontrábamos allí inmóviles escuchándolo, disfrutándolo. Su brillante monólogo sólo era interrumpido cada 30 segundos por unos aplausos que hacían vibrar las paredes de la carpa cada vez que lanzaba algún poético insulto al imperialismo yanqui, recordaba la gran victoria del pueblo uruguayo en la no privatización del agua, o simplemente contaba su cuentito sobre la berenjena y el Taj Majal.
Tal vez, para quien sólo lea estas líneas, no le parezca gran cosa lo que hallamos podido sentir todos los que nos encontrábamos allí dentro de esa carpa escuchando a un simple buen orador y poeta. Pero les aseguro que tras tener las manos rojas y temblando de tanto aplauso, los ojos rebalsados de lágrimas por sus frases sobre la dignidad del pueblo latinoamericano y cerrar la conferencia con un “el pueblo unido jamás será vencido” cantado por todos y cada uno de los oyentes, es difícil no creer que realmente “otro mundo es posible”.
Una de las últimas mañanas, antes de ir al Gighantino del Internacionale de Porto Alegre a escuchar a Hugo Chávez, fui con algunos compañeros de carpa a un taller organizado por John Holloway en una de las tantas salas del sector F del foro. Tras escuchar varias experiencias autónomas por militantes de todo el globo (Italia, la India, Filipinas, Sudáfrica, Argentina, entre otros), entre las que se encontraba la del MTD de Solano, tan sencillamente expuesta por Neka, John propuso que nos reuniéramos en grupos a debatir una serie de interrogantes que él mismo había planteado. Mi grupo estaba compuesto por gente de Paraguay, Uruguay, Guatemala, Italia, del MTD de Solano y de Guernica, de la UTD de Mosconi, una piba de Sudáfrica y un pibe de Alemania (espero no olvidarme de ninguno). Lo cierto es que sinceramente no se me ocurría cómo íbamos a hacer para hacernos entender entre tantas mentes y lenguas distintas. Pero la verdad que no existió inconveniente alguno. Cada uno de los integrantes del grupo expuso sus respectivas experiencias e ideas de autonomismo, asamblea, autogestión, horizontalidad. Incluso hubo lugar para que Pepino Fernández, uno de los máximos dirigentes de la UTD de Mosconi, comentara que, a diferencia de lo que se trataba allí, ellos no realizaban ningún tipo de asamblea, sino que, dadas las particulares condiciones en las que ellos se encontraban, todas las decisiones de su movimiento eran tomadas por sus máximos dirigentes. Por supuesto que, a pesar de las diferencias de apreciaciones, todos lo escuchamos con total humildad sin siquiera hacerle ningún comentario negativo al respecto.
Una vez finalizado el tiempo de debates, cada grupo expuso sus conclusiones, excepto el nuestro, ya que debido a la diversidad de posturas y experiencias de todos los integrantes del grupo, decidimos sólo exponer un resumen de las intervenciones de cada uno de nosotros. Ahora, ¿díganme si acaso, tras haber compartido este inolvidable momento de debate, reflexión, crítica y auto-crítica, planteo y replanteo... díganme si no puedo darme el lujo de afirmar no sólo que “otro mundo es posible”, sino incluso que al menos durante el tiempo que duró este encuentro ese “otro mundo” fue vivido por cada uno de quienes allí nos encontrábamos?
Y hablando de vivir ese “otro mundo”, no creo que halla existido lugar más cercano a él de lo que fue el Campamento de la Juventud. Ese fue el lugar en donde realmente descubrí que “otro mundo es posible”. Un lugar en donde la solidaridad y la humildad eran la energía que nos hacía vivir a todos los que allí convivimos durante la semana que duró el foro (bien hubiese deseado que más que una semana hubiese sido una vida). Un lugar donde el intercambio de ideas y vivencias era una constante que duraba sol tras sol. Un lugar donde los fogones, las hoyas populares (cocinas comunitarias como se les decía ahí) y los múltiples espacios temáticos (Caracol Intergaláctica, los espacios Terrau, el Cinema) eran el sitio de reunión predilecto elegido por cientos de jóvenes de todo el mundo para intercambiar sus experiencias. Un lugar donde las noches se convertían en gigantescas fiestas en donde se podía beber cerveza y caipirinha hasta largas horas de la madrugada escuchando todo tipo de música y debatiendo sobre política, fútbol, arte o la mar en coche sin que las diferencias ocasionaran conflicto alguno. Un lugar donde todos tenían su lugar: los artesanos, los anarquistas, los are- crishnas, los marxistas leninistas, los trotskistas, los autonomistas, los estudiantes secundarios, los universitarios, los militantes sociales, de los partidos políticos, los que simplemente deseaban saber de que se trataba eso del Foro Social Mundial, o los que sólo querían divertirse y pasar unas vacaciones apartados del inmundo mundo.
Apartados y no tanto, porque este “otro mundo” construido a orillas del lago Guaíba no quedaba fuera del mundo que habitamos todos los días, y como tal, los problemas del mundo también existían dentro del campamento. Hubo quienes aprovecharon las ausencias de los que a la tarde nos íbamos a las charlas y talleres para entrar a las carpas a robar; y también hubo algunos abusos contra mujeres. Pero a diferencia de cómo se afrontan (o mejor dicho esquivan) estos problemas en el mundo, en este “otro mundo” las soluciones eran distintas. Una noche, por ejemplo, un grupo de brasileros se acercó a nuestra carpa convocándonos a una asamblea para ver la forma de frenar los robos que ya comenzaban a ser una constante. Entre todos se acordó poner más luces entre las carpas y pedir que se aumente la cantidad de guardias tanto durante la tarde como durante la noche. Las mujeres, que ya estaban asustadas por los abusos en su contra, también se reunieron en asamblea y juntas decidieron convocar a una marcha para terminar con las injusticias. En dicha marcha, que atravesó el campamento de punta a punta, participaron cientos de personas de ambos sexos. ¿Acaso no serían estas las formas en que se resolverían los problemas en un“otro mundo”, entre todos, en forma democrática, sin recetas mágicas impuestas por nadie ni para nadie?
Para terminar, sólo me gustaría agregar que ese “otro mundo” que esta maravillosa experiencia en Porto Alegre me hizo conocer, es posible, sí, pero está muy lejos de ser una realidad. Tal vez incluso ninguno de los que participamos de este último foro llegue algún día a vivirlo en plenitud, tal vez ninguno pueda llegar a ver el día en que este mundo se convierta en ese “otro mundo en donde quepan muchos otros mundos”, ese mundo que pudimos llegar aunque sea a acariciar quienes vivimos en el Campamento de la Juventud durante la última semana del mes de enero de este 2005. Pero si de algo estoy seguro, es que la única forma de que algún día este mundo se convierta en ese “otro mundo” que todos deseamos, es luchando, siempre luchando, construyendo, fabricando, inventando, imaginando, soñando... pero siempre luchando y creyendo que ese “otro mundo” sí es posible.

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